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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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HASTA EN LOS MARES<br />

H. P. <strong>Lovecraft</strong> & H. Barlow<br />

El hombre descansaba sobre la erosionada cima de un risco,<br />

oteando más allá del valle. Desde allí podía ver una gran distancia, pero <strong>en</strong><br />

toda la marchita ext<strong>en</strong>sión no había ningún movimi<strong>en</strong>to visible. Nada se<br />

agitaba <strong>en</strong> la polvori<strong>en</strong>ta llanura ni <strong>en</strong> la desm<strong>en</strong>uzada ar<strong>en</strong>a de los lechos<br />

de ríos desecados mucho tiempo atrás, por donde una vez fluyeran los<br />

caudalosas corri<strong>en</strong>tes de la juv<strong>en</strong>tud de la Tierra. Había poco verdor <strong>en</strong><br />

aquel mundo terminal, aquel capítulo final de la prolongada pres<strong>en</strong>cia de la<br />

humanidad sobre el planeta. Durante incontables eones, la sequía y las<br />

torm<strong>en</strong>tas de ar<strong>en</strong>a habían asolado todas las tierras. Los árboles arbustos<br />

habían dado paso a pequeños y retorcidos matorrales que subsistieron largo<br />

tiempo merced a su fortaleza: pero ellos, a su vez, perecieron ante la<br />

embestida de toscas hierbas y fibrosa y dura vegetación de extraña<br />

evolución.<br />

El omnipres<strong>en</strong>te calor, creci<strong>en</strong>te según la Tierra giraba más próxima<br />

al Sol, marchitó y mató con rayos inmisericordes. No había sucedido<br />

rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te, transcurrieron largos eones antes de que pudiera s<strong>en</strong>tirse el<br />

cambio. Y, a lo largo de esas primeras eras, la adaptable forma del hombre<br />

había seguido una l<strong>en</strong>ta mutación, moderándose a sí mismo para soportar el<br />

progresivam<strong>en</strong>te tórrido aire. Luego llegó el día <strong>en</strong> que el hombre pudo<br />

aguantar <strong>en</strong> sus calurosas ciudades, aunque <strong>en</strong>fermo, y <strong>com</strong><strong>en</strong>zó el gradual<br />

retroceso, l<strong>en</strong>to pero imparable. Aquellas ciudades y poblaciones cercanas<br />

al ecuador fueron las primeras, por supuesto, pero después fueron seguidas<br />

por otras. El hombre, deg<strong>en</strong>erado y exhausto, no pudo hacer fr<strong>en</strong>te durante<br />

mucho tiempo al calor que asc<strong>en</strong>día inexorablem<strong>en</strong>te. Se consumía, y la<br />

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