H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
a quien se refería Luther? Abner lo dudaba, pues nada demostraba que hubiera podido existir un especial afecto de Ralsa Marsh por su lejana prima; de haber existido tal sentimiento, indudablemente no habría esperado tanto para ir en busca de ella. precedente. La siguiente anotación parecía no tener nada que ver con la «Dos tortugas, un perro, los restos de una marmota. Las dos vacas de Bishop, encontradas al final de la pradera, cerca de la orilla del Miskatonic.» Un poco más adelante, Luther había apuntado otros datos similares. «Después de un mes un total de 17 vacas y 6 ovejas. Horribles alteraciones; el tamaño está en proporción con la cantidad. Se ha presentado Z. Preocupado por lo que se rumorea por ahí.» ¿Podía Z. significar Zebulón? Abner pensaba que sí. Pero, por lo poco que Zebulón le había podido contar sobre la situación en la casa cuando la tía Sarah había sido encerrada, Abner dedujo que la visita del anciano había sido inútil. Zebulón - pensaba Abner, al recordar su conversación con él - sabía menos que él mismo después de haber leído las anotaciones de su abuelo. Pero sí conocía la existencia del libro, lo cual hizo suponer a Abner que Luther, al menos, había confiado a Zebulón que apuntaba ciertos datos. Todas esas anotaciones parecían incompletas, misteriosas, como si, para entenderlas, se necesitara disponer de una clave, un conocimiento básico guardado por Luther Whateley. Y, sin embargo, un sentimiento de apremio empezó a manifestarse claramente en las notas siguientes del viejo. «Ada Wilkerson ha muerto. Rastros de pelea. Profundo pesar en Dunwich. John Sawyer me amenazó con el puño, desde el otro lado de la calle, donde no le podía responder.» 160
aún su pie!» «Lunes. Esta vez Howard Willie. Encontraron un zapato, ¡calzaba Las anotaciones llegaban ahora a su fin. Por desgracia muchas hojas habían sido arrancadas - algunas violentamente - pero no había ninguna aplicación que justificara esa violencia. No podía haberlo hecho nadie más que el propio Luther. Quizá, reflexionó Abner, Luther pensó que había hablado demasiado, e intentó destruir cualquier cosa que hubiera podido revelar a quien lo leyese posteriormente los verdaderos motivos del confinamiento de la tía Sarah. Si tal había sido su propósito, lo había logrado. La siguiente anotación también hacía alusión al misterioso «R.». «R. ha vuelto por fin.» Luego: «Clavé las contraventanas de la habitación de Sarah.» Y finalmente: «Una vez que haya perdido peso, habrá que mantenerle en una dieta rigurosa y un tamaño controlable.» En cierto modo, esta era la anotación más enigmática de todas. ¿Era «él» también «R.»? Y si así era, ¿por qué había que mantenerle en una dieta rigurosa? ¿y qué quería decir Luther Whateley con lo de controlar su tamaño? Ni en el material que Abner había manejado hasta el momento, ni en estas anotaciones, ni en los fragmentos de relatos que quedaban en el libro, ni en las cartas previamente consultadas, por ninguna parte aparecía la respuesta a estas preguntas. Apartó el libro y refrenó el impulso de quemarlo. Estaba exasperado, y su irritación no hacía más que crecer a medida que aumentaba en él la necesidad de conocer con urgencia el secreto inmerso en este viejo edificio. Era ya muy tarde. Hacía mucho tiempo que la noche había caído. El inevitable clamor de las ranas y de las chotacabras había empezado de nuevo y llenaba toda la casa. Abner apartó momentáneamente de su 161
- Page 109 and 110: sentado flácido e inmóvil. - Cre
- Page 111 and 112: prisa. Pero el viejo se levantó d
- Page 113 and 114: - Yo te acompañaré, chico - dijo
- Page 115 and 116: llegaban a captar, y reaccionaba ex
- Page 117 and 118: adentrábamos, más sombrío se vol
- Page 119 and 120: En su voz había una nota de amenaz
- Page 121 and 122: exclamé. - No pensarás que los Po
- Page 123 and 124: - Dígale que le facilite ese libro
- Page 125 and 126: por ayudar a mi alumno. - Si hubies
- Page 127 and 128: entre sombrías colinas. Pero aunqu
- Page 129 and 130: posesión de la solitaria granja de
- Page 131 and 132: Era una masa amorfa, increíble, pa
- Page 133 and 134: Ya no quedaba nadie: mamá, el abue
- Page 135 and 136: severas como recordaba que había s
- Page 137 and 138: Dunwich. Se dirigió a la habitaci
- Page 139 and 140: abrió con un chirrido. Alzó la l
- Page 141 and 142: ululares de gargantas muy distintas
- Page 143 and 144: - Ahora, si me traes una silla, me
- Page 145 and 146: en Dunwich lo oyó, pero nadie fue
- Page 147 and 148: que había estado allí - a excepci
- Page 149 and 150: fuertes jóvenes para efectuar la d
- Page 151 and 152: Miró algunas otras cartas - factur
- Page 153 and 154: habitación de la tía Sarah se hab
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159: diferencia en el color de la tinta,
- Page 163 and 164: algún apartado relacionado con Dun
- Page 165 and 166: ecientes sucesos. Sin embargo, por
- Page 167 and 168: derivaban los hechos que se present
- Page 169 and 170: oídos. Se alejó de la pared. Casi
- Page 171 and 172: lo tenía delante de sí - había s
- Page 173 and 174: anotaciones de Luther Whateley. A e
- Page 175 and 176: evolución era demasiado lenta para
- Page 177 and 178: los siglos - y, al fin, la herencia
- Page 179 and 180: perdidas aun para las leyendas. Hab
- Page 181 and 182: que Ull quedó solo con la extranje
- Page 183 and 184: Eran muy viejas, de bloques arcillo
- Page 185 and 186: HONGOS DE YUGGOTH Poemas de horror
- Page 187 and 188: AZATHOTH El demonio me llevó por e
- Page 189 and 190: Parks, su viejo criado, que murió
- Page 191 and 192: niño? Esa historia era tan insensa
- Page 193 and 194: ataúd que no marcaba ninguna hora
- Page 195 and 196: mano esculpida sobre la clave del a
- Page 197 and 198: los rayos del sol poniente, y qué
- Page 199 and 200: donde se aceptan como cosa corrient
- Page 201 and 202: de ESE que guiará al temerario, m
- Page 203 and 204: lenguaje ni emitir un solo sonido.
- Page 205 and 206: »Carter vio entonces que había un
- Page 207 and 208: y proyectada, puede hacer que un pe
- Page 209 and 210: multitud de puertas, en algunas de
a qui<strong>en</strong> se refería Luther? Abner lo dudaba, pues nada demostraba que<br />
hubiera podido existir un especial afecto de Ralsa Marsh por su lejana<br />
prima; de haber existido tal s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to, indudablem<strong>en</strong>te no habría<br />
esperado tanto para ir <strong>en</strong> busca de ella.<br />
preced<strong>en</strong>te.<br />
La sigui<strong>en</strong>te anotación parecía no t<strong>en</strong>er nada que ver con la<br />
«Dos tortugas, un perro, los restos de una marmota. Las dos vacas<br />
de Bishop, <strong>en</strong>contradas al final de la pradera, cerca de la orilla del<br />
Miskatonic.»<br />
Un poco más adelante, Luther había apuntado otros datos similares.<br />
«Después de un mes un total de 17 vacas y 6 ovejas. Horribles<br />
alteraciones; el tamaño está <strong>en</strong> proporción con la cantidad. Se ha<br />
pres<strong>en</strong>tado Z. Preocupado por lo que se rumorea por ahí.»<br />
¿Podía Z. significar Zebulón? Abner p<strong>en</strong>saba que sí. Pero, por lo<br />
poco que Zebulón le había podido contar sobre la situación <strong>en</strong> la casa<br />
cuando la tía Sarah había sido <strong>en</strong>cerrada, Abner dedujo que la visita del<br />
anciano había sido inútil. Zebulón - p<strong>en</strong>saba Abner, al recordar su<br />
conversación con él - sabía m<strong>en</strong>os que él mismo después de haber leído las<br />
anotaciones de su abuelo. Pero sí conocía la exist<strong>en</strong>cia del libro, lo cual<br />
hizo suponer a Abner que Luther, al m<strong>en</strong>os, había confiado a Zebulón que<br />
apuntaba ciertos datos.<br />
Todas esas anotaciones parecían in<strong>com</strong>pletas, misteriosas, <strong>com</strong>o si,<br />
para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derlas, se necesitara disponer de una clave, un conocimi<strong>en</strong>to<br />
básico guardado por Luther Whateley. Y, sin embargo, un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de<br />
apremio empezó a manifestarse claram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las notas sigui<strong>en</strong>tes del<br />
viejo.<br />
«Ada Wilkerson ha muerto. Rastros de pelea. Profundo pesar <strong>en</strong><br />
Dunwich. John Sawyer me am<strong>en</strong>azó con el puño, desde el otro lado de la<br />
calle, donde no le podía responder.»<br />
160