H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
usted para que toque una de ellas y fíjese bien en su reacción – dijo -. Dos requisitos más: debe usted llevar una encima, en todo momento; y segundo, debe apartar de su mente todo pensamiento sobre estas piedras y sobre sus propósitos. Estos individuos son telépatas, poseen el don de leer los pensamientos. Sobresaltado, recordé el reproche que me hizo Andrew de haber hablado de su familia con Wilbur Dunlock. - ¿No debo saber para qué son estas piedras? - pregunté. - Siempre que sea capaz de poner entre paréntesis sus propias dudas - contestó, con una melancólica sonrisa -. Estas piedras son algunas de las muchas que ostentan el Sello de R'lyeh, que impide a los Primordiales huir de sus prisiones. Son los sellos de los Dioses Arquetípicos. - Profesor Keane, la edad de las supersticiones ha pasado - protesté. - Señor Williams..., el prodigio de la vida y sus misterios no pasan jamás – replicó -. Si la piedra no significa nada, no tiene ningún poder. Si no tiene ningún poder, no podrá afectar al joven Potter y tampoco lo protegerá a usted. - ¿De qué? - Del poder que se oculta tras ese aura maligna que usted percibió en la Hoya de las Brujas – contestó -. ¿O también era superstición? – sonrió -. No necesita contestar. Conozco su respuesta. Si sucede algo cuando usted ponga la piedra sobre el muchacho; ya no podrá él volver a su casa. Entonces deberá usted traérmelo aquí. ¿Trato hecho? - Trato hecho - contesté. El día siguiente fue interminable, no sólo por la inminencia del momento crítico, sino porque me resultaba extremadamente difícil mantener la mente en blanco ante la mirada inquisitiva de Andrew Potter. Además, sentía más que nunca el aura de malignidad latente, como una amenaza tangible, que emanaba de la región salvaje, oculta en una hoya, 126
entre sombrías colinas. Pero aunque lentas, pasaron las horas y, justo antes de terminar, rogué a Andrew Potter que esperara a que los demás se hubieran ido. Y nuevamente accedió con ese aire condescendiente, casi insolente, que me hizo dudar si valía la pena «salvarle» como tenía decidido en lo más hondo de mí mismo. Pero no abandoné mis propósitos. Había ocultado la piedra en mi coche y, una vez que todos se hubieron marchado, le dije que saliera conmigo. En ese momento, sentí que me estaba comportando de un modo ridículo y absurdo. ¡Yo, un maestro graduado, a punto de llevar a cabo una especie de exorcismo de brujo africano! Y por unos instantes, durante los breves segundos que tardé en recorrer la distancia de la escuela al automóvil, flaqueé y estuve a punto de invitarle simplemente a llevarle a su casa. Pero no. Llegué al coche seguido de Andrew. Me senté al volante, cogí una piedra y la deslicé en mi bolsillo; cogí otra, me volví como un rayo y la apreté contra la frente de Andrew. Yo no sabía lo que iba a suceder; pero desde luego, nunca habría imaginado lo que realmente sucedió. Al contacto con la piedra, asomó a los ojos de Andrew Potter una expresión de extremado horror; inmediatamente siguió una expresión de angustia punzante, y un grito de espanto brotó de sus labios. Extendió los brazos, sus libros se desparramaron, giró en redondo, se estremeció, echando espumarajos por la boca, y habría caído de no haberle cogido yo para depositarlo en el suelo. Entonces me di cuenta del frío y furioso viento que se arremolinaba en derredor nuestro y se alejaba doblando la yerba y las flores, azotando el linde del bosque y deshojando los árboles que encontraba en su camino. Aterrorizado, coloqué a Andrew Potter en el 127
- Page 75 and 76: modernos, por su perfecta consisten
- Page 77 and 78: osques de una manera inexplicable.
- Page 79 and 80: lanco resplandor, centro y origen d
- Page 81 and 82: temperatura, han transformado accid
- Page 83 and 84: diferencia entre las imágenes form
- Page 85 and 86: hombre lobo, pero está debilitado
- Page 87 and 88: pedestales. Se les menciona haber v
- Page 89 and 90: peso de las tradiciones, James prov
- Page 91 and 92: otro muerto con el rostro chupado h
- Page 93 and 94: una grotesca escultura adquiere cur
- Page 95 and 96: leyes naturales, de la alienación
- Page 97 and 98: episodios completos-, conservando e
- Page 99 and 100: la extraña realidad de lo irreal.
- Page 101 and 102: simpatía, ya que su sola presencia
- Page 103 and 104: conversación tenía lugar por la n
- Page 105 and 106: entender que no pensaba volver a ve
- Page 107 and 108: aprensiones volvieron por culpa de
- Page 109 and 110: sentado flácido e inmóvil. - Cre
- Page 111 and 112: prisa. Pero el viejo se levantó d
- Page 113 and 114: - Yo te acompañaré, chico - dijo
- Page 115 and 116: llegaban a captar, y reaccionaba ex
- Page 117 and 118: adentrábamos, más sombrío se vol
- Page 119 and 120: En su voz había una nota de amenaz
- Page 121 and 122: exclamé. - No pensarás que los Po
- Page 123 and 124: - Dígale que le facilite ese libro
- Page 125: por ayudar a mi alumno. - Si hubies
- Page 129 and 130: posesión de la solitaria granja de
- Page 131 and 132: Era una masa amorfa, increíble, pa
- Page 133 and 134: Ya no quedaba nadie: mamá, el abue
- Page 135 and 136: severas como recordaba que había s
- Page 137 and 138: Dunwich. Se dirigió a la habitaci
- Page 139 and 140: abrió con un chirrido. Alzó la l
- Page 141 and 142: ululares de gargantas muy distintas
- Page 143 and 144: - Ahora, si me traes una silla, me
- Page 145 and 146: en Dunwich lo oyó, pero nadie fue
- Page 147 and 148: que había estado allí - a excepci
- Page 149 and 150: fuertes jóvenes para efectuar la d
- Page 151 and 152: Miró algunas otras cartas - factur
- Page 153 and 154: habitación de la tía Sarah se hab
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159 and 160: diferencia en el color de la tinta,
- Page 161 and 162: aún su pie!» «Lunes. Esta vez Ho
- Page 163 and 164: algún apartado relacionado con Dun
- Page 165 and 166: ecientes sucesos. Sin embargo, por
- Page 167 and 168: derivaban los hechos que se present
- Page 169 and 170: oídos. Se alejó de la pared. Casi
- Page 171 and 172: lo tenía delante de sí - había s
- Page 173 and 174: anotaciones de Luther Whateley. A e
- Page 175 and 176: evolución era demasiado lenta para
usted para que toque una de ellas y fíjese bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> su reacción – dijo -. Dos<br />
requisitos más: debe usted llevar una <strong>en</strong>cima, <strong>en</strong> todo mom<strong>en</strong>to; y segundo,<br />
debe apartar de su m<strong>en</strong>te todo p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to sobre estas piedras y sobre sus<br />
propósitos. Estos individuos son telépatas, pose<strong>en</strong> el don de leer los<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos.<br />
Sobresaltado, recordé el reproche que me hizo Andrew de haber<br />
hablado de su familia con Wilbur Dunlock.<br />
- ¿No debo saber para qué son estas piedras? - pregunté.<br />
- Siempre que sea capaz de poner <strong>en</strong>tre paréntesis sus propias dudas<br />
- contestó, con una melancólica sonrisa -. Estas piedras son algunas de las<br />
muchas que ost<strong>en</strong>tan el Sello de R'lyeh, que impide a los Primordiales huir<br />
de sus prisiones. Son los sellos de los Dioses Arquetípicos.<br />
- Profesor Keane, la edad de las supersticiones ha pasado - protesté.<br />
- Señor Williams..., el prodigio de la vida y sus misterios no pasan<br />
jamás – replicó -. Si la piedra no significa nada, no ti<strong>en</strong>e ningún poder. Si<br />
no ti<strong>en</strong>e ningún poder, no podrá afectar al jov<strong>en</strong> Potter y tampoco lo<br />
protegerá a usted.<br />
- ¿De qué?<br />
- Del poder que se oculta tras ese aura maligna que usted percibió<br />
<strong>en</strong> la Hoya de las Brujas – contestó -. ¿O también era superstición? – sonrió<br />
-. No necesita contestar. Conozco su respuesta. Si sucede algo cuando usted<br />
ponga la piedra sobre el muchacho; ya no podrá él volver a su casa.<br />
Entonces deberá usted traérmelo aquí. ¿Trato hecho?<br />
- Trato hecho - contesté.<br />
El día sigui<strong>en</strong>te fue interminable, no sólo por la inmin<strong>en</strong>cia del<br />
mom<strong>en</strong>to crítico, sino porque me resultaba extremadam<strong>en</strong>te difícil<br />
mant<strong>en</strong>er la m<strong>en</strong>te <strong>en</strong> blanco ante la mirada inquisitiva de Andrew Potter.<br />
Además, s<strong>en</strong>tía más que nunca el aura de malignidad lat<strong>en</strong>te, <strong>com</strong>o una<br />
am<strong>en</strong>aza tangible, que emanaba de la región salvaje, oculta <strong>en</strong> una hoya,<br />
126