H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
cosa más natural. Tan pronto como los demás niños se hubieron marchado, se acercó a mi mesa y esperó de pie, con sus negros ojos expectantes, fijos en mí, y una sombra de sonrisa en sus labios llenos. - He estado examinando tus calificaciones, Andrew - dije-, y me parece que con un pequeño esfuerzo podrías pasar al sexto grado..., quizá incluso al séptimo. ¿No te gustaría hacer ese esfuerzo? Se encogió de hombros. - ¿Qué piensas hacer cuando dejes la escuela? Encogió los hombros otra vez. - ¿Vas a ir al Instituto de Enseñanza Media de Arkham? Me examinó con unos ojos que parecían haber adquirido súbitamente una agudeza penetrante; había desaparecido su letargo. - Señor Williams, estoy aquí porque hay una ley que dice que tengo que estar – contestó -. Ninguna ley dice que tengo que ir al Instituto. quiere. llevaré a casa. - Pero, ¿no te interesaría? - No importa lo que me interesa. Lo que cuenta es lo que mi gente - Bien, hablaré con ellos - decidí en ese momento -. Vamos. Te Por un instante, apareció en su expresión una sombra de alarma, pero unos segundos después se disipó, dando paso a ese aspecto de letargo vigilante tan característico en él. Se volvió a encoger de hombros y permaneció de pie, esperando, mientras guardaba yo mis libros y papeles en la cartera que habitualmente llevaba conmigo. Luego caminó dócilmente a mi lado hasta el coche y subió, mirándome con una sonrisa de inequívoca superioridad. Nos internamos en el bosque; íbamos en silencio, muy en armonía con la melancólica tristeza que se iba apoderando de mí al entrar en la región de las colinas. Los árboles se ceñían a la carretera y cuanto más nos 116
adentrábamos, más sombrío se volvía el bosque (tanto quizá porque estábamos a últimos de octubre como por la espesura cada vez mayor de la arboleda). De unos claros relativamente extensos, nos sumergimos en un bosque antiguo; y cuando finalmente nos desviamos por un camino vecinal - poco más que una vereda - que me señaló Andrew en silencio, comenzamos a rodar por entre árboles viejísimos, extrañamente deformados. Tenía que conducir con precaución; el camino era tan poco transitado que la maleza lo invadía por ambos lados. Y, cosa extraña, a pesar de mis estudios de botánica, aquellas plantas me resultaban desconocidas, aunque me pareció observar que había algunas saxífragas que presentaban una curiosa mutación. De pronto, inesperadamente, desembocamos en el cercado de la casa de los Potter. El sol se había ocultado tras la muralla de árboles y la casa estaba sumida en una luz de crepúsculo. Más allá, valle arriba, se entendían unos pocos campos de labor. En uno había maíz; en otro, rastrojo; en otro, calabazas. La casa propiamente dicha era horrible; estaba casi en ruinas y tenía un piso alto que ocupaba la mitad de la planta, un tejado abuhardillado, y postigos en las ventanas; sus dependencias, frías y desmanteladas, parecían no haber sido usadas jamás. La granja entera parecía abandonada. Las únicas señales de vida consistían en unas cuantas gallinas que escarbaban la tierra detrás de la casa. Si no hubiera sido porque el camino que habíamos tomado terminaba aquí, habría puesto en duda que ésta fuera la casa de los Potter. Andrew me lanzó una mirada como tratando de adivinar mis pensamientos. Luego saltó con ligereza del coche, dejándome que le siguiera. Entró en la casa delante de mí. Oí que me anunciaba. - Aquí está el señor Williams, el maestro. No hubo respuesta. Luego, de repente, me hallé en la habitación - iluminada tan sólo 117
- Page 65 and 66: Estaba marchito, arrugado y la expr
- Page 67 and 68: (El viento en el pórtico), con su
- Page 69 and 70: anochecer) y Others who returned (O
- Page 71 and 72: aun´que al final la novela declina
- Page 73 and 74: Dupin y Sherlock Holmes y pariente
- Page 75 and 76: modernos, por su perfecta consisten
- Page 77 and 78: osques de una manera inexplicable.
- Page 79 and 80: lanco resplandor, centro y origen d
- Page 81 and 82: temperatura, han transformado accid
- Page 83 and 84: diferencia entre las imágenes form
- Page 85 and 86: hombre lobo, pero está debilitado
- Page 87 and 88: pedestales. Se les menciona haber v
- Page 89 and 90: peso de las tradiciones, James prov
- Page 91 and 92: otro muerto con el rostro chupado h
- Page 93 and 94: una grotesca escultura adquiere cur
- Page 95 and 96: leyes naturales, de la alienación
- Page 97 and 98: episodios completos-, conservando e
- Page 99 and 100: la extraña realidad de lo irreal.
- Page 101 and 102: simpatía, ya que su sola presencia
- Page 103 and 104: conversación tenía lugar por la n
- Page 105 and 106: entender que no pensaba volver a ve
- Page 107 and 108: aprensiones volvieron por culpa de
- Page 109 and 110: sentado flácido e inmóvil. - Cre
- Page 111 and 112: prisa. Pero el viejo se levantó d
- Page 113 and 114: - Yo te acompañaré, chico - dijo
- Page 115: llegaban a captar, y reaccionaba ex
- Page 119 and 120: En su voz había una nota de amenaz
- Page 121 and 122: exclamé. - No pensarás que los Po
- Page 123 and 124: - Dígale que le facilite ese libro
- Page 125 and 126: por ayudar a mi alumno. - Si hubies
- Page 127 and 128: entre sombrías colinas. Pero aunqu
- Page 129 and 130: posesión de la solitaria granja de
- Page 131 and 132: Era una masa amorfa, increíble, pa
- Page 133 and 134: Ya no quedaba nadie: mamá, el abue
- Page 135 and 136: severas como recordaba que había s
- Page 137 and 138: Dunwich. Se dirigió a la habitaci
- Page 139 and 140: abrió con un chirrido. Alzó la l
- Page 141 and 142: ululares de gargantas muy distintas
- Page 143 and 144: - Ahora, si me traes una silla, me
- Page 145 and 146: en Dunwich lo oyó, pero nadie fue
- Page 147 and 148: que había estado allí - a excepci
- Page 149 and 150: fuertes jóvenes para efectuar la d
- Page 151 and 152: Miró algunas otras cartas - factur
- Page 153 and 154: habitación de la tía Sarah se hab
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159 and 160: diferencia en el color de la tinta,
- Page 161 and 162: aún su pie!» «Lunes. Esta vez Ho
- Page 163 and 164: algún apartado relacionado con Dun
- Page 165 and 166: ecientes sucesos. Sin embargo, por
cosa más natural. Tan pronto <strong>com</strong>o los demás niños se hubieron marchado,<br />
se acercó a mi mesa y esperó de pie, con sus negros ojos expectantes, fijos<br />
<strong>en</strong> mí, y una sombra de sonrisa <strong>en</strong> sus labios ll<strong>en</strong>os.<br />
- He estado examinando tus calificaciones, Andrew - dije-, y me<br />
parece que con un pequeño esfuerzo podrías pasar al sexto grado..., quizá<br />
incluso al séptimo. ¿No te gustaría hacer ese esfuerzo?<br />
Se <strong>en</strong>cogió de hombros.<br />
- ¿Qué pi<strong>en</strong>sas hacer cuando dejes la escuela?<br />
Encogió los hombros otra vez.<br />
- ¿Vas a ir al Instituto de Enseñanza Media de Arkham?<br />
Me examinó con unos ojos que parecían haber adquirido<br />
súbitam<strong>en</strong>te una agudeza p<strong>en</strong>etrante; había desaparecido su letargo.<br />
- Señor Williams, estoy aquí porque hay una ley que dice que t<strong>en</strong>go<br />
que estar – contestó -. Ninguna ley dice que t<strong>en</strong>go que ir al Instituto.<br />
quiere.<br />
llevaré a casa.<br />
- Pero, ¿no te interesaría?<br />
- No importa lo que me interesa. Lo que cu<strong>en</strong>ta es lo que mi g<strong>en</strong>te<br />
- Bi<strong>en</strong>, hablaré con ellos - decidí <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to -. Vamos. Te<br />
Por un instante, apareció <strong>en</strong> su expresión una sombra de alarma,<br />
pero unos segundos después se disipó, dando paso a ese aspecto de letargo<br />
vigilante tan característico <strong>en</strong> él. Se volvió a <strong>en</strong>coger de hombros y<br />
permaneció de pie, esperando, mi<strong>en</strong>tras guardaba yo mis libros y papeles<br />
<strong>en</strong> la cartera que habitualm<strong>en</strong>te llevaba conmigo. Luego caminó dócilm<strong>en</strong>te<br />
a mi lado hasta el coche y subió, mirándome con una sonrisa de inequívoca<br />
superioridad.<br />
Nos internamos <strong>en</strong> el bosque; íbamos <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio, muy <strong>en</strong> armonía<br />
con la melancólica tristeza que se iba apoderando de mí al <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> la<br />
región de las colinas. Los árboles se ceñían a la carretera y cuanto más nos<br />
116