H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
Parecía haberse librado del terror. Era como si se hubiese resignado a sufrir alguna especie de destino horrible que podía alcanzarlo en cualquier momento. Su cabeza se venció sobre el pecho de nuevo y comenzó a musitar con voz monótona y nasal. - ¿Ve todos esos papeles y libros? Bueno, pertenecieron en un tiempo al reverendo Slott..., el reverendo Slott, que lo fue de esta parroquia en otro tiempo. Y hacía magia con todas estas cosas... magia negra, que el viejo reverendo aprendió antes de venir a este país. Solían quemar y asar en aceite hirviendo a la gente como él, según dicen. Pero el viejo Slott sabía, y no se lo contaba a nadie. No, señor, Slott predicaba aquí hace generaciones, y luego venía aquí arriba a estudiar en esos libros, y a utilizar esos seres muertos de las jarras y lanzar maldiciones, y cosas así, pero se las arregló para que nadie se enterase. No, nadie sabía de sus actividades, aparte del reverendo Slott y yo mismo. – ¿Usted? - barboté, inclinándome sobre la mesa, en dirección a él. – Sí, yo lo supe más tarde – su rostro mostró líneas de malicia al responderme –. Encontré todo esto aquí, cuando vine a ocupar plaza de sacristán de la iglesia, y me acostumbré a leer cuando no estaba ocupado. No tardé en saberlo todo, que todo aquello era algo más que divagaciones de borracho. Hasta el último de los detalles concordaba con lo dicho por Haines. Mientras el viejo brujo estallaba en risas demoníacas, me sentí tentado de lanzarme por las estrechas escaleras y escapar de esa vecindad condenada. Para calmarme, me puse en pie y miré de nuevo por la ventana. Los ojos casi se me salieron de las órbitas cuando vi que la cruz sobre la tumba de Vanderhoof se había vencido de forma perceptible desde la última vez que la contemplara. ¡Se inclinaba ahora en un ángulo que llegaba a los cuarenta y cinco grados! - ¿No podríamos desenterrar a Vanderhoof y devolverle el alma? - pregunté casi sin aliento, presintiendo que había que hacer algo a toda 110
prisa. Pero el viejo se levantó dé su silla, lleno de terror. - ¡No, no, no! – chilló -. ¡Me matará! He olvidado la fórmula y, si sale, estará vivo y sin alma. ¡Nos matará a los dos! - ¿Dónde está la botella que contiene su alma? - inquirí, avanzado amenazadoramente hacia él. Sentí que iba a tener lugar un suceso fantasmal, por lo que debía hacer todo lo posible para evitarlo. - ¡No pienso decírtelo, jovenzuelo! - graznó. Sentí, más que ver, una extraña luz en sus ojos mientras retrocedía hacia una esquina -. ¡Y no me toques, o de veras que lo lamentarás! Di un paso adelante, percatándome de que en un taburete bajo, situado a su espalda. Foster musitó algunas curiosas palabras con una voz baja y cantarina. Todo comenzó a volverse gris ante mis ojos, y fue como si me estuvieran arrancando algo del interior, tratando de sacarlo por mi garganta. Sentí que me flaqueaban las piernas. Abalanzándome, agarré al viejo sacristán por el gaznate y con mi mano libre toqué las botellas del taburete. Pero el anciano cayó hacia atrás, golpeando el taburete, y una de las botellas cayó, mientras que yo conseguí agarrar la otra. Huboun estallido de llama azul y un olor sulfuroso llenó todo el cuarto. Del pequeño montoncito de cristal surgió una humareda blanca que salió por la ventana. lejana. - ¡Maldito seas, canalla! - gritó con una voz que parecía débil y muy Foster, al que había cogido cuando la botella se rompió, se apretó contra el muro, con una mirada más turbia y estremecida aún que antes. Su rostro, poco a poco, iba volviéndose de un negro verdoso. - ¡Maldito seas! - dijo de nuevo la voz, y apenas parecía que saliese de sus labios -. ¡Estoy acabado! ¡Esa era la mía! ¡El reverendo Slott la puso ahí hace doscientos años! 111
- Page 59 and 60: uno de los más tremendos cuentos d
- Page 61 and 62: impacto de la tragedia espectral en
- Page 63 and 64: Ashton Smith, cuyos bizarros dibujo
- Page 65 and 66: Estaba marchito, arrugado y la expr
- Page 67 and 68: (El viento en el pórtico), con su
- Page 69 and 70: anochecer) y Others who returned (O
- Page 71 and 72: aun´que al final la novela declina
- Page 73 and 74: Dupin y Sherlock Holmes y pariente
- Page 75 and 76: modernos, por su perfecta consisten
- Page 77 and 78: osques de una manera inexplicable.
- Page 79 and 80: lanco resplandor, centro y origen d
- Page 81 and 82: temperatura, han transformado accid
- Page 83 and 84: diferencia entre las imágenes form
- Page 85 and 86: hombre lobo, pero está debilitado
- Page 87 and 88: pedestales. Se les menciona haber v
- Page 89 and 90: peso de las tradiciones, James prov
- Page 91 and 92: otro muerto con el rostro chupado h
- Page 93 and 94: una grotesca escultura adquiere cur
- Page 95 and 96: leyes naturales, de la alienación
- Page 97 and 98: episodios completos-, conservando e
- Page 99 and 100: la extraña realidad de lo irreal.
- Page 101 and 102: simpatía, ya que su sola presencia
- Page 103 and 104: conversación tenía lugar por la n
- Page 105 and 106: entender que no pensaba volver a ve
- Page 107 and 108: aprensiones volvieron por culpa de
- Page 109: sentado flácido e inmóvil. - Cre
- Page 113 and 114: - Yo te acompañaré, chico - dijo
- Page 115 and 116: llegaban a captar, y reaccionaba ex
- Page 117 and 118: adentrábamos, más sombrío se vol
- Page 119 and 120: En su voz había una nota de amenaz
- Page 121 and 122: exclamé. - No pensarás que los Po
- Page 123 and 124: - Dígale que le facilite ese libro
- Page 125 and 126: por ayudar a mi alumno. - Si hubies
- Page 127 and 128: entre sombrías colinas. Pero aunqu
- Page 129 and 130: posesión de la solitaria granja de
- Page 131 and 132: Era una masa amorfa, increíble, pa
- Page 133 and 134: Ya no quedaba nadie: mamá, el abue
- Page 135 and 136: severas como recordaba que había s
- Page 137 and 138: Dunwich. Se dirigió a la habitaci
- Page 139 and 140: abrió con un chirrido. Alzó la l
- Page 141 and 142: ululares de gargantas muy distintas
- Page 143 and 144: - Ahora, si me traes una silla, me
- Page 145 and 146: en Dunwich lo oyó, pero nadie fue
- Page 147 and 148: que había estado allí - a excepci
- Page 149 and 150: fuertes jóvenes para efectuar la d
- Page 151 and 152: Miró algunas otras cartas - factur
- Page 153 and 154: habitación de la tía Sarah se hab
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159 and 160: diferencia en el color de la tinta,
prisa.<br />
Pero el viejo se levantó dé su silla, ll<strong>en</strong>o de terror.<br />
- ¡No, no, no! – chilló -. ¡Me matará! He olvidado la fórmula y, si<br />
sale, estará vivo y sin alma. ¡Nos matará a los dos!<br />
- ¿Dónde está la botella que conti<strong>en</strong>e su alma? - inquirí, avanzado<br />
am<strong>en</strong>azadoram<strong>en</strong>te hacia él. S<strong>en</strong>tí que iba a t<strong>en</strong>er lugar un suceso<br />
fantasmal, por lo que debía hacer todo lo posible para evitarlo.<br />
- ¡No pi<strong>en</strong>so decírtelo, jov<strong>en</strong>zuelo! - graznó. S<strong>en</strong>tí, más que ver,<br />
una extraña luz <strong>en</strong> sus ojos mi<strong>en</strong>tras retrocedía hacia una esquina -. ¡Y no<br />
me toques, o de veras que lo lam<strong>en</strong>tarás!<br />
Di un paso adelante, percatándome de que <strong>en</strong> un taburete bajo,<br />
situado a su espalda. Foster musitó algunas curiosas palabras con una voz<br />
baja y cantarina. Todo <strong>com</strong><strong>en</strong>zó a volverse gris ante mis ojos, y fue <strong>com</strong>o si<br />
me estuvieran arrancando algo del interior, tratando de sacarlo por mi<br />
garganta. S<strong>en</strong>tí que me flaqueaban las piernas.<br />
Abalanzándome, agarré al viejo sacristán por el gaznate y con mi<br />
mano libre toqué las botellas del taburete. Pero el anciano cayó hacia atrás,<br />
golpeando el taburete, y una de las botellas cayó, mi<strong>en</strong>tras que yo conseguí<br />
agarrar la otra. Huboun estallido de llama azul y un olor sulfuroso ll<strong>en</strong>ó<br />
todo el cuarto. Del pequeño montoncito de cristal surgió una humareda<br />
blanca que salió por la v<strong>en</strong>tana.<br />
lejana.<br />
- ¡Maldito seas, canalla! - gritó con una voz que parecía débil y muy<br />
Foster, al que había cogido cuando la botella se rompió, se apretó<br />
contra el muro, con una mirada más turbia y estremecida aún que antes. Su<br />
rostro, poco a poco, iba volviéndose de un negro verdoso.<br />
- ¡Maldito seas! - dijo de nuevo la voz, y ap<strong>en</strong>as parecía que saliese<br />
de sus labios -. ¡Estoy acabado! ¡Esa era la mía! ¡El rever<strong>en</strong>do Slott la puso<br />
ahí hace dosci<strong>en</strong>tos años!<br />
111