19.06.2013 Views

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>der que no p<strong>en</strong>saba volver a verme.<br />

– ¡Cuidado con ese viejo demonio, Foster, no se fíe! – me avisaba<br />

una y otra vez –. Yo no me acercaría a él tras anochecer ni por todo el oro<br />

del mundo. ¡No, señor! – volvió a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> su almacén, agitando con<br />

solemnidad la cabeza, mi<strong>en</strong>tras yo cogía una carretera que llevaba a las<br />

afueras de la población.<br />

Tuve que caminar ap<strong>en</strong>as un par de minutos para poder ver el<br />

baldío del que me había hablado Haines. La carretera, flanqueada por vallas<br />

pintadas de blanco, cruzaba aquel gran páramo, que estaba cubierto de<br />

agrupaciones de malezas que hundían sus raíces <strong>en</strong> el húmedo y viscoso<br />

ci<strong>en</strong>o. Un olor a muerte y podredumbre colmaba los aires, e incluso a la luz<br />

de la tarde se podían ver unos cuantos retazos de vapor que se alzaban del<br />

insalubre terr<strong>en</strong>o.<br />

Al otro lado del pantano, giré a la izquierda, tal y <strong>com</strong>o me habían<br />

indicado, apartándome del camino principal. Había algunas casas por allí,<br />

según pude ver; casas que ap<strong>en</strong>as eran otra cosa que chozas, reflejando la<br />

extrema pobreza de sus dueños. El camino pasaba bajo las festoneadas<br />

ramas de <strong>en</strong>ormes sauces que ocultaban casi por <strong>com</strong>pleto los rayos del sol.<br />

Los olores miasmáticos del pantano infectaban aún mis fosas nasales, y el<br />

aire era húmedo y frío. Apreté el paso para abandonar aquel tétrico pasaje<br />

cuanto antes.<br />

Y de rep<strong>en</strong>te salí de nuevo a la luz. El sol, que ahora p<strong>en</strong>día <strong>com</strong>o<br />

una bola roja sobre la cima de la montaña, estaba ya muy bajo y allí, a<br />

alguna distancia adelante, bañada <strong>en</strong> el resplandor <strong>en</strong>sangr<strong>en</strong>tado, se alzaba<br />

la solitaria iglesia. Com<strong>en</strong>cé a s<strong>en</strong>tir el desasosiego del que hablaba Haines;<br />

ese s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de miedo que hacía que todo Daalberg<strong>en</strong> rehuyera el lugar.<br />

La masa achaparrada y pétrea de la propia iglesia, con su romo campanario,<br />

parecía un ídolo al que adoras<strong>en</strong> las estelas de tumbas que la rodeaban, ya<br />

que cada una remataba <strong>en</strong> un borde redondeado que recordaba las espaldas<br />

105

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!