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Bosquejos de Sermones Selectos - Centro Educativo Cristiano Vida

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Conclusión:<br />

Pecador: Acércate a tu Dios por medio <strong>de</strong> Cristo.<br />

<strong>Cristiano</strong>: Vive siempre cerca <strong>de</strong> tu Dios, y no se te dificultará consultarlo,<br />

pedirle lo que necesites. ¿Por qué tenemos a veces dificultad para orar?<br />

Cultivemos el hábito <strong>de</strong>l acercamiento a Dios. (María a los pies <strong>de</strong> Jesús).<br />

MISIONES<br />

==========<br />

COMO DESPERTAR Y AVIVAR EL ESPIRITU MISIONERO<br />

Mateo 9:36-38; 10:6-8<br />

El espíritu misionero se apren<strong>de</strong> en la escuela <strong>de</strong> Jesús. Los Doce fueron<br />

llamados para hacer tal clase <strong>de</strong> obra; y Jesús no los envió antes <strong>de</strong> estar listos.<br />

Veamos cómo formó en ellos tal espíritu.<br />

Las principales etapas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sarrollo fueron:<br />

I. La observación <strong>de</strong> la necesidad espiritual <strong>de</strong> las gentes<br />

Se dice que Jesús, “viendo las gentes, tuvo compasión.” Los discípulos fueron<br />

invitados a observar la miseria <strong>de</strong>l pueblo. Lo mismo hizo Jesús en Samaria<br />

( Juan 4:35). Les hizo ver y apreciar la necesidad. Se necesita lo mismo<br />

hoy. Más que miseria física hay miseria espiritual: éste es el gran problema <strong>de</strong> la<br />

civilización mo<strong>de</strong>rna. No la ven los políticos, ni los reformadores. ¿La vemos<br />

nosotros?<br />

II. La compasión<br />

“Tuvo compasión.” Jesús quiso inspirarles tal sentimiento, que abundaba en él.<br />

Tuvo compasión <strong>de</strong> la madre <strong>de</strong> Naín; <strong>de</strong> la multitud hambrienta; <strong>de</strong> la<br />

pecadora que lo ungió; <strong>de</strong> la acusada <strong>de</strong> adulterio; etc.<br />

Hay mucha compasión hipócrita —<strong>de</strong> palabra— pero mucho egoísmo en el<br />

fondo. La compasión nos hace sufrir. Preferimos no ver ni pensar en las<br />

miserias ajenas. ¡Y qué miseria mayor que la <strong>de</strong> los pecadores perdidos! Ej.:<br />

Pablo en Atenas. Romanos 9:1, 2.

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