Año 42, entrega 137 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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74 ANALES DE LA UNIVEKSn>AD También cae prisionero poco después de Siripo, el esposo de Lucía, Sebastián Hurtado. Vivieron los dos cristianos algún tiempo cautivos en el campamento de los timbúes, hasta que Siripo celoso de Lucía y de su esposo, mandó matar a los dos: a Hurtado, asaeteado en un árbol, donde lo amarraron y a Lucía Miranda en el fuego. Tal es la versión sobre la causa de la ruina del fortín de Gaboto, cuya verdad niegan algunos historiadores, que llegan a afirmar que ni siquiera existió Lucía Miranda. Sin embargo la tradición de los cronistas de la conquista, confirma la existencia de la pasión de Siripo. Rui Díaz de Guzmán habrá recogido el episodio de labios de los sobrevivientes de la primera conquista, los que de seguro lo adulteraron según sus informes y fantasía, dándole a la verdad que encerraba aquél los contornos de una leyenda. Pero en toda leyenda hay siempre algo de verdad, y por otra parte, Rui Díaz no tenía para que inventar semejante leyenda. El estreno de la obra, que tuvo lugar el domingo de Carnaval, en 1789, fué un verdadero acontecimiento. El pueblo de Buenos Aires, acababa de ver pasar sobre las tablas de los saínetes y de las obras de exclusivo repertorio español, un trozo de su propia historia. Deslumhrado contempló en el barracón de la Ranchería, la silueta de los conquistadores y de los indios con sus trajes característicos y sus armas, luchando sobre la tierra madre de América instigados por su heroísmo y sus pasiones bravias. Se acababa de estrenar en el teatro de Buenos Aires, la primera tragedia argentina. El éxito de la misma, consagró para siempre el nombre de Lavardén. Hablando de Siripo dice un talentoso escritor argentino de nuestros días: "La tragedia que nos ocupa es uno de los tantos ensayos que inspiró el seudo clasicismo europeo del siglo XVIII, pero hay en elJa elementos argentinos que descubren en su autor cualidades malogradas. Es el fruto en agraz de la argentinidad entonces germinante, y aunque

ANALES DE LA UNIVEBSIDAD 75 la obra carezca de un alto valor estético, su esfuerzo inicial tiene sitio dé gloria en la cronología de nuestra cultura" (1) Comentando la influencia de Lavardén y de su obra Siripa, dice el distinguido escritor argentino Dr. Mariano G-. Bosch : "Don Manuel José Lavardén, por estos tiempos, influyó muy notablemente en el desarrollo del arte escénico del país, dando su tragedia Siripo, interesante para su época, e indudablemente de un género superior al que comúnmente se practicaba. Con su ejemplo y su protección a los asuntos teatrales decidió a muchos compatriotas a interesarse por aquel nuevo factor aún inexplotado en la vida nacional, que ya comenzaba a adquirir caracteres propios definidos; los criollos se sentían con fuerzas para hacer algo-por si solos. Autores y acto-» res nacionales surgieron poco a poco, tímidamente al principio, ensayándose en loas, tonadillas y saínetes como niño que comienza a dar sus primeros pasos; pero al fin y al cabo, andando por sí solos. La obra que realizaron indudablemente, estaba-lejos de la perfección, pero debe reconocérsele una condición de trascendental importancia : la de ser el primer acto de rebelión, la primera obra de independencia, precursora de otras más gloriosas que debían venir. ¡ Quién sabe si en el espíritu de los que practicaban esos actos, ignorando acaso todo su alcance, y su real significado, no estaba germinando el que animó los sucesos de 1810!'' (2). El mismo doctor Bosch, en interesantes artículos aparecidos en ''La Prensa" de Buenos Aires, sostiene que el segundo acto publicado por el doctor Gutiérrez como del Siripo de Lavardén^ no es de esta obra sino de otra titulada "Siripo y Yara", representada en 1832, y de autor desconocido. Sostiene también que nadie puede afirmar que conoce el Siripo de Lavardén, que él no existe y que se quemó efectivamente en 1792. (3). (1) Obras de Ricardo Rojas. La Literatura a gentina. Los Coloniales, tomo II pág. 732 (2) Historia del teatro en Buenos Aires por Mariano G. Bosch, página 36. (3) Artículos del Doctor Mariano G Bosch, publicados en los números del 3 y 10 de Julio y 28 de Agosto de 1932 de Z¡a Prensa de Buenos Aires.

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También cae prisionero poco después de Siripo, el esposo de<br />

Lucía, Sebastián Hurtado.<br />

Vivieron los dos cristianos algún tiempo cautivos en el<br />

campamento de los timbúes, hasta que Siripo celoso de Lucía<br />

y de su esposo, mandó matar a los dos: a Hurtado, asaeteado<br />

en un árbol, donde lo amarraron y a Lucía Miranda en el<br />

fuego.<br />

Tal es la versión sobre la causa de la ruina <strong>del</strong> fortín de<br />

Gaboto, cuya verdad niegan algunos historiadores, que llegan<br />

a afirmar que ni siquiera existió Lucía Miranda. Sin<br />

embargo la tradición de los cronistas de la conquista, confirma<br />

la existencia de la pasión de Siripo.<br />

Rui Díaz de Guzmán habrá recogido el episodio de labios<br />

de los sobrevivientes de la primera conquista, los que de seguro<br />

lo adulteraron según sus informes y fantasía, dándole<br />

a la verdad que encerraba aquél los contornos de una leyenda.<br />

Pero en toda leyenda hay siempre algo de verdad, y por<br />

otra parte, Rui Díaz no tenía para que inventar semejante<br />

leyenda.<br />

El estreno de la obra, que tuvo lugar el domingo de Carnaval,<br />

en 1789, fué un verdadero acontecimiento. El pueblo de<br />

Buenos Aires, acababa de ver pasar sobre las tablas de los saínetes<br />

y de las obras de exclusivo repertorio español, un trozo<br />

de su propia historia. Deslumhrado contempló en el barracón<br />

de la Ranchería, la silueta de los conquistadores y de los<br />

indios con sus trajes característicos y sus armas, luchando<br />

sobre la tierra madre de América instigados por su heroísmo<br />

y sus pasiones bravias.<br />

Se acababa de estrenar en el teatro de Buenos Aires, la<br />

primera tragedia argentina. El éxito de la misma, consagró<br />

para siempre el nombre de Lavardén.<br />

Hablando de Siripo dice un talentoso escritor argentino de<br />

nuestros días: "La tragedia que nos ocupa es uno de los<br />

tantos ensayos que inspiró el seudo clasicismo europeo <strong>del</strong> siglo<br />

XVIII, pero hay en elJa elementos argentinos que descubren<br />

en su autor cualidades malogradas. Es el fruto en<br />

agraz de la argentinidad entonces germinante, y aunque

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