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ECCLESIA IN AMERICA

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Iglesia a llevar a cabo esta exhortación, aunque el programa evangelizador, al extenderse a<br />

la gran diversidad que presenta hoy el mundo entero, debe diversificarse según dos<br />

situaciones claramente diferentes: la de los países muy afectados por el secularismo y la de<br />

aquellos otros donde “todavía se conservan muy vivas las tradiciones de piedad y de<br />

religiosidad popular cristiana”.(10) Se trata, sin duda, de dos situaciones presentes, en<br />

grado diverso, en diferentes países o, quizás mejor, en diversos ambientes concretos dentro<br />

de los países del Continente americano.<br />

Con la presencia y la ayuda del Señor<br />

7. El mandato de evangelizar, que el Señor resucitado dejó a su Iglesia, va acompañado por<br />

la seguridad, basada en su promesa, de que Él sigue viviendo y actuando entre nosotros:<br />

“He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Esta<br />

presencia misteriosa de Cristo en su Iglesia es la garantía de su éxito en la realización de la<br />

misión que le ha sido confiada. Al mismo tiempo, esa presencia hace también posible<br />

nuestro encuentro con Él, como Hijo enviado por el Padre, como Señor de la Vida que nos<br />

comunica su Espíritu. Un encuentro renovado con Jesucristo hará conscientes a todos los<br />

miembros de la Iglesia en América de que están llamados a continuar la misión del<br />

Redentor en esas tierras.<br />

El encuentro personal con el Señor, si es auténtico, llevará también consigo la renovación<br />

eclesial: las Iglesias particulares del Continente, como Iglesias hermanas y cercanas entre sí,<br />

acrecentarán los vínculos de cooperación y solidaridad para prolongar y hacer más viva la<br />

obra salvadora de Cristo en la historia de América. En una actitud de apertura a la unidad,<br />

fruto de una verdadera comunión con el Señor resucitado, las Iglesias particulares, y en<br />

ellas cada uno de sus miembros, descubrirán, a través de la propia experiencia espiritual<br />

que el “encuentro con Jesucristo vivo” es “camino para la conversión, la comunión y la<br />

solidaridad”. Y, en la medida en que estas metas vayan siendo alcanzadas, será posible una<br />

dedicación cada vez mayor a la nueva evangelización de América.<br />

CAPÍTULO I<br />

EL ENCUENTRO CON JESUCRISTO VIVO<br />

“Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1, 41)<br />

Los encuentros con el Señor en el Nuevo Testamento<br />

8. Los Evangelios relatan numerosos encuentros de Jesús con hombres y mujeres de su<br />

tiempo. Una característica común a todos estos episodios es la fuerza transformadora que<br />

tienen y manifiestan los encuentros con Jesús, ya que “abren un auténtico proceso de<br />

conversión, comunión y solidaridad”.(11) Entre los más significativos está el de la mujer<br />

samaritana (Cf. Jn 4, 5-42). Jesús la llama para saciar su sed, que no era sólo material, pues,<br />

en realidad, “el que pedía beber, tenía sed de la fe de la misma mujer”.(12) Al decirle,<br />

“dame de beber” (Jn 4, 7), y al hablarle del agua viva, el Señor suscita en la samaritana una<br />

pregunta, casi una oración, cuyo alcance real supera lo que ella podía comprender en<br />

aquel momento: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed” (Jn 4, 15). La

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