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ECCLESIA IN AMERICA

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Esta comunión, existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza,(98) debe manifestarse a<br />

través de signos concretos, “como podrían ser: la oración en común de unos por otros, el<br />

impulso a las relaciones entre las Conferencias Episcopales, los vínculos entre Obispo y<br />

Obispo, las relaciones de hermandad entre las diócesis y las parroquias, y la mutua<br />

comunicación de agentes pastorales para acciones misionales específicas”.(99) La<br />

comunión eclesial implica conservar el depósito de la fe en su pureza e integridad, así<br />

como también la unidad de todo el Colegio de los Obispos bajo la autoridad del Sucesor<br />

de Pedro. En este contexto, los Padres sinodales han señalado que “el fortalecimiento del<br />

oficio petrino es fundamental para la preservación de la unidad de la Iglesia”, y que “el<br />

ejercicio pleno del primado de Pedro es fundamental para la identidad y la vitalidad de la<br />

Iglesia en América”. (100) Por encargo del Señor, a Pedro y a sus Sucesores corresponde el<br />

oficio de confirmar en la fe a sus hermanos (Cf. Lc 22, 32) y de pastorear toda la grey de<br />

Cristo (Cf. Jn 21, 15-17). Asimismo, el Sucesor del príncipe de los Apóstoles está llamado a<br />

ser la piedra sobre la que la Iglesia está edificada, y a ejercer el ministerio derivado de ser<br />

el depositario de las llaves del Reino (Cf. Mt 16, 18-19). El Vicario de Cristo es, pues, “el<br />

perpetuo principio de [...] unidad y el fundamento visible” de la Iglesia. (101)<br />

Iniciación cristiana y comunión<br />

34. La comunión de vida en la Iglesia se obtiene por los sacramentos de la iniciación<br />

cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. El Bautismo es “la puerta de la vida<br />

espiritual: pues por él nos hacemos miembros de Cristo, y del cuerpo de la Iglesia”. (102)<br />

Los bautizados, al recibir la Confirmación “se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se<br />

enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello quedan obligados más<br />

estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra<br />

juntamente con las obras”. (103) El proceso de la iniciación cristiana se perfecciona y<br />

culmina con la recepción de la Eucaristía, por la cual el bautizado se inserta plenamente en<br />

el Cuerpo de Cristo. (104)<br />

“Estos sacramentos son una excelente oportunidad para una buena evangelización y<br />

catequesis, cuando su preparación se hace por agentes dotados de fe y competencia”. (105)<br />

Aunque en las diversas diócesis de América se ha avanzado mucho en la preparación para<br />

los sacramentos de la iniciación cristiana, los Padres sinodales se lamentaban de que<br />

todavía “son muchos los que los reciben sin la suficiente formación”. (106) En el caso del<br />

bautismo de niños no debe omitirse un esfuerzo catequizador de cara a los padres y<br />

padrinos.<br />

La Eucaristía, centro de comunión con Dios y con los hermanos<br />

35. La realidad de la Eucaristía no se agota en el hecho de ser el sacramento con el que se<br />

culmina la iniciación cristiana. Mientras el Bautismo y la Confirmación tienen la función de<br />

iniciar e introducir en la vida propia de la Iglesia, no siendo repetibles, (107) la Eucaristía<br />

continúa siendo el centro vivo permanente en torno al cual se congrega toda la comunidad<br />

eclesial. (108) Los diversos aspectos de este sacramento muestran su inagotable riqueza: es,<br />

al mismo tiempo, sacramento-sacrificio, sacramento-comunión, sacramento-presencia.<br />

(109)

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