Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
lla de cristal con más agua que aceite, cuya luz chisporrotea próxima a extinguirse, se descubre la santa imagen, objeto de tanta veneración en otras edades, a la sombra de cuyo altar duermen el sueño de la muerte tantos próceres ilustres, a la puerta de cuyo monasterio dejó su espada como en señal de vasallaje un monarca español, que atraído por la fama de sus milagros, vino a rendirle, en época no muy remota, el tributo de sus oraciones. De tanto esplendor, de tanta grandeza, de tantos días de exaltación y de gloria, sólo queda ya un recuerdo en las antiguas crónicas del país, y una piadosa tradición entre los campesinos que de cuando en cuando atraviesan con temor los medrosos claustros del monasterio para ir a arrodillarse ante Nuestra Señora de Veruelas, que para ellos, así en la época de su grandeza como en la de su abandono, es la santa protectora de su escondido valle. En cuanto a mí, puedo asegurar a usted que en aquel templo, abandonado y desnudo, rodeado de tumbas silenciosas, donde descansan ilustres próceres, sin descubrir, al pie del ara que la sostiene, más que las mudas e inmóviles figuras de los abades muertos, esculpidas groseramente sobre las losas sepulcrales del pavimento de la capilla, la milagrosa imagen, cuya historia conocía de ante-
mano, me infundió más hondo respeto, me pareció más hermosa, más rodeada de una atmósfera de solemnidad y grandeza indefinibles que otras muchas que había visto antes en retablos churriguerescos, muy cargadas de joyas ridículas, muy alumbradas de luces en forma de pirámides y de estrellas, muy engalanadas con profusión de flores de papel y de trapo. A usted y a todo el que sienta en su alma la verdadera poesía de la religión, creo que le sucedería lo mismo.
- Page 659 and 660: Los pastores, de cada vez más asom
- Page 661 and 662: Acompañando estas palabras, dichas
- Page 663 and 664: de tomo y lomo, no satisfecho con h
- Page 665 and 666: primera operación, volvió a la in
- Page 667 and 668: impulsadas de una fuerza oculta e i
- Page 669 and 670: yunques, en donde los gnomos trabaj
- Page 671 and 672: pero después ha salido el Sol, la
- Page 673 and 674: -Pero ¿no es fábula lo del castil
- Page 675 and 676: Carta octava Queridos amigos: En un
- Page 677 and 678: tos del reino venían a reunirse ci
- Page 679 and 680: que en Dorotea predominaba exclusiv
- Page 681 and 682: En este estado las cosas, una tarde
- Page 683 and 684: procurando dulcificar todo lo posib
- Page 685 and 686: costa puedes conseguirlo. Tú eres
- Page 687 and 688: a a sus amigos a tales horas y entr
- Page 689 and 690: Dorotea, aunque temblando, hizo pun
- Page 691 and 692: das de chispas de mil colores, se l
- Page 693 and 694: pana de la iglesia dejaba oír el t
- Page 695 and 696: nos de recordar, oyendo el continuo
- Page 697 and 698: yo las escribo para usted, para ust
- Page 699 and 700: quiera que de los pueblecillos que
- Page 701 and 702: gados en la furia de su carrera tra
- Page 703 and 704: Sevilla; uno de esos colosales lien
- Page 705 and 706: A esta sazón, aquellos de sus serv
- Page 707 and 708: iosa escultura, objeto de ardiente
- Page 709: da, señala el humilde lugar en que
lla de cristal con más agua que aceite, cuya luz<br />
chisporrotea próxima a extinguirse, se descubre la<br />
santa imagen, objeto de tanta veneración en otras<br />
edades, a la sombra de cuyo altar duermen el sueño<br />
de la muerte tantos próceres ilustres, a la puerta<br />
de cuyo monasterio dejó su espada como en señal<br />
de vasallaje un monarca español, que atraído por la<br />
fama de sus milagros, vino a rendirle, en época no<br />
muy remota, el tributo de sus oraciones. De tanto<br />
esplendor, de tanta grandeza, de tantos días de<br />
exaltación y de gloria, sólo queda ya un recuerdo en<br />
las antiguas crónicas del país, y una piadosa tradición<br />
entre los campesinos que de cuando en cuando<br />
atraviesan con temor los medrosos claustros del<br />
monasterio para ir a arrodillarse ante Nuestra Señora<br />
de Veruelas, que para ellos, así en la época de<br />
su grandeza como en la de su abandono, es la santa<br />
protectora de su escondido valle.<br />
En cuanto a mí, puedo asegurar a usted<br />
que en aquel templo, abandonado y desnudo, rodeado<br />
de tumbas silenciosas, donde descansan<br />
ilustres próceres, sin descubrir, al pie del ara que la<br />
sostiene, más que las mudas e inmóviles figuras de<br />
los abades muertos, esculpidas groseramente sobre<br />
las losas sepulcrales del pavimento de la capilla, la<br />
milagrosa imagen, cuya historia conocía de ante-