Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
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Y cual si su corazón fuese un libro y éste estuviera abierto ante sus ojos, repitió a la sobrina del cura, que no acertaba a volver en sí de su asombro, cuantas ideas habían pasado por su mente, al comparar su triste situación con la de las otras muchachas del pueblo. -Mas no te apures -continuó la astuta arpía después de darle esta prueba de su maravillosa perspicacia-; no te apures: hay un señor tan poderoso como el de mosén Gil, y en cuyo nombre me he acercado a hablarte so pretexto de pedir una limosna; un señor que no sólo no exige sacrificios penosos de los que le sirven, sino que se esmera y complace en secundar todos sus deseos; alegre como un juglar, rico como todos los judíos de la tierra juntos y sabio hasta el extremo de conocer los más ignorados secretos de la ciencia, en cuyo estudio se afanan los hombres. Las que le adoran viven en una continua zambra, tienen cuantas joyas y dijes desean, y poseen filtros de una virtud tal, que con ellos llevan a cabo cosas sobrenaturales; se hacen obedecer de los espíritus, del Sol y de la Luna, de los peñascos, de los montes y de las olas del mar, e infunden el amor o el aborrecimiento en quien mejor les cuadra. Si quieres ser de los suyos, si quieres gozar de cuanto ambicionas, a muy poca
costa puedes conseguirlo. Tú eres joven, tú eres hermosa, tú eres audaz, tú no has nacido para consumirte al lado de un viejo achacoso e impertinente, que al fin te dejará sola en el mundo y sumida en la miseria, merced a su caridad extravagante. Dorotea, que al principio se prestó de mala voluntad a oír las palabras de la vieja, fue poco a poco interesándose en aquella halagüeña pintura del brillante porvenir, que podía ofrecerle, y aunque sin desplegar los labios, con una mirada entre crédula y dudosa, pareció preguntarle en que consistía lo que debiera hacer para alcanzar aquello que tanto deseaba. La vieja entonces, sacando una botija verde que traía oculta entre el harapiento delantal, le dijo: -Mosén Gil tiene a la cabecera de su cama una pila de agua bendita de la que todas las noches, antes de acostarse, arroja algunas gotas, pronunciando una oración, por la ventana que da frente al castillo. Si sustituyes aquella agua con ésta, y después de apagado el hogar dejas las tenazas envueltas en las cenizas, yo vendré a verte por la chimenea al toque de ánimas, y el señor a quien obedezco, y que en muestra de su generosidad te envía este anillo, te dará cuanto desees.
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que al fin te dejará sola en el mundo y sumida en la<br />
miseria, merced a su caridad extravagante.<br />
Dorotea, que al principio se prestó de mala<br />
voluntad a oír las palabras de la vieja, fue poco a<br />
poco interesándose en aquella halagüeña pintura<br />
del brillante porvenir, que podía ofrecerle, y aunque<br />
sin desplegar los labios, con una mirada entre<br />
crédula y dudosa, pareció preguntarle en que consistía<br />
lo que debiera hacer para alcanzar aquello<br />
que tanto deseaba. La vieja entonces, sacando una<br />
botija verde que traía oculta entre el harapiento<br />
delantal, le dijo:<br />
-Mosén Gil tiene a la cabecera de su cama<br />
una pila de agua bendita de la que todas las noches,<br />
antes de acostarse, arroja algunas gotas,<br />
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frente al castillo. Si sustituyes aquella agua con<br />
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