Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
dores, y mientras el brochista roba a los muros el artístico color que le han dado los siglos, embadurnándolos de cal y almagra, el arquitecto los embellece a su modo con carteles de yeso y cariátides de escayola, dejándolos más vistosos que una caja de dulces franceses. No busquéis ya los cosos donde justaban los galanes, las piadosas ermitas albergue de los peregrinos, o el castillo hospitalario para el que llamaba de paz a sus puertas. Las almenas caen unas tras otras de lo alto de los muros y van cegando los fosos; de la picota feudal sólo queda un trozo de granito informe, y el arado abre un profundo surco en el patio de armas. El traje característico del labriego comienza a parecer un disfraz fuera del rincón de su provincia: las fiestas peculiares de cada población comienzan a encontrarse, ridículas o del mal gusto por los más ilustrados, y los antiguos usos caen en olvido, la tradición se rompe y todo lo que no es nuevo se menosprecia. Estas innovaciones tienen su razón de ser, y por tanto no seré yo quién las anatematice. Aunque me entristece el espectáculo de esa progresiva destrucción de cuanto trae a la memoria épocas que, si en efecto no lo fueron, sólo por no existir ya nos parecen mejores, yo dejaría al tiempo seguir su curso y completar sus inevitables revoluciones, co-
mo dejamos a nuestras mujeres o a nuestras hijas que arrinconen en un desván los trastos viejos de nuestros padres para sustituirlos con muebles modernos y de más buen tono; pero ya que ha llegado la hora de la gran transformación, ya que la sociedad animada de un nuevo espíritu se apresura a revestirse de una nueva forma, debíamos guardar, merced al esfuerzo de nuestros escritores y nuestros artistas, la imagen de todo eso que va a desaparecer, como se guarda después que muere el retrato de una persona querida. Mañana, al verlo todo constituido de una manera diversa, al saber que nada de lo que existe existía hace algunos siglos, se preguntarán los que vengan detrás de nosotros de qué modo vivían sus padres, y nadie sabrá responderles; y no conociendo ciertos pormenores de localidad, ciertas costumbres, el influjo de determinadas ideas en el espíritu de una generación, que tan perfectamente reflejaran sus adelantos y sus aspiraciones, leerán la Historia sin saberla explicar; y verán moverse a nuestros héroes nacionales con la estupefacción con que los muchachos ven moverse a una marioneta sin saber los resortes a que obedece. A mí me hace gracia observar cómo se afanan los sabios, qué grandes cuestiones enredan y
- Page 557 and 558: al que acompañaba una ama o dueña
- Page 559 and 560: el vino; el mayoral, dejando el cui
- Page 561 and 562: ñar, cubre de hojas verdes, transp
- Page 563 and 564: do en una mula como en los buenos t
- Page 565 and 566: Moncayo, que levantaba sus aéreas
- Page 567 and 568: ca, hasta que, por último, vencido
- Page 569 and 570: de la correspondencia que me trae l
- Page 571 and 572: lancos que van y vienen silenciosos
- Page 573 and 574: sin hacer más caso de las poética
- Page 575 and 576: nuar leyendo. Aún se ven por una p
- Page 577 and 578: cubos de muralla, altos, negros e i
- Page 579 and 580: das por el batiente oscuro del luci
- Page 581 and 582: cuenta mi especial posición para t
- Page 583 and 584: de hoja de lata que gira en lo alto
- Page 585 and 586: fosas profundas que parecen aguarda
- Page 587 and 588: inodoras que llaman de los muertos,
- Page 589 and 590: Con el destino que darían a mi cue
- Page 591 and 592: tranquila del poeta que irradia con
- Page 593 and 594: a la mañana, las gotas del rocío
- Page 595 and 596: nombre resonase unido, y como perso
- Page 597 and 598: dar entre los huecos del arco, vivi
- Page 599 and 600: manto de raíces, y, por último, u
- Page 601 and 602: Carta cuarta Queridos amigos: El ti
- Page 603 and 604: mercio de la inteligencia, estrecha
- Page 605 and 606: cuanto con ellas le relaciona con a
- Page 607: invade nuestro país, van desaparec
- Page 611 and 612: les, hoy que en su gran mayoría es
- Page 613 and 614: pensionados aprenden relativo a otr
- Page 615 and 616: original y que desconfío de poder
- Page 617 and 618: tos accidentes ni aun merced a la c
- Page 619 and 620: comedia se agitarán en un escenari
- Page 621 and 622: detallada de un objeto cualquiera.
- Page 623 and 624: tiene su asiento, y que su ocupaci
- Page 625 and 626: zos tejados de las casas que se agr
- Page 627 and 628: que constituye la gracia, con esa l
- Page 629 and 630: donde recibe por su trabajo materia
- Page 631 and 632: Carta sexta Queridos amigos: Hará
- Page 633 and 634: como Dios me daba a entender, por e
- Page 635 and 636: endiablada raza de hechiceras os he
- Page 637 and 638: destacaba oscura e imponente sobre
- Page 639 and 640: donadme, tened compasión de mí! -
- Page 641 and 642: lantan mudos y con lentitud, como u
- Page 643 and 644: tan hipocritona hasta aquel punto,
- Page 645 and 646: vez allí, la bruja permaneció un
- Page 647 and 648: siones extrañas, no puedo menos de
- Page 649 and 650: de ellas, aunque sea al oído y en
- Page 651 and 652: -¡Toma, toma! Mataron a una; pero
- Page 653 and 654: Carta séptima Queridos amigos: Pro
- Page 655 and 656: -Tomad esa moneda para que compréi
- Page 657 and 658: te, y concluida esta operación, co
dores, y mientras el brochista roba a los muros el<br />
artístico color que le han dado los siglos, embadurnándolos<br />
de cal y almagra, el arquitecto los embellece<br />
a su modo con carteles de yeso y cariátides<br />
de escayola, dejándolos más vistosos que una caja<br />
de dulces franceses. No busquéis ya los cosos donde<br />
justaban los galanes, las piadosas ermitas albergue<br />
de los peregrinos, o el castillo hospitalario para<br />
el que llamaba de paz a sus puertas. Las almenas<br />
caen unas tras otras de lo alto de los muros y van<br />
cegando los fosos; de la picota feudal sólo queda un<br />
trozo de granito informe, y el arado abre un profundo<br />
surco en el patio de armas. El traje característico<br />
del labriego comienza a parecer un disfraz fuera del<br />
rincón de su provincia: las fiestas peculiares de<br />
cada población comienzan a encontrarse, ridículas<br />
o del mal gusto por los más ilustrados, y los antiguos<br />
usos caen en olvido, la tradición se rompe y<br />
todo lo que no es nuevo se menosprecia.<br />
Estas innovaciones tienen su razón de ser,<br />
y por tanto no seré yo quién las anatematice. Aunque<br />
me entristece el espectáculo de esa progresiva<br />
destrucción de cuanto trae a la memoria épocas<br />
que, si en efecto no lo fueron, sólo por no existir ya<br />
nos parecen mejores, yo dejaría al tiempo seguir su<br />
curso y completar sus inevitables revoluciones, co-