Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
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Todo lo que atesoraba en su imaginación está dicho en el siguiente prólogo suyo. Leedlo pronto y olvidad el mío, escrito nada más que por acompañarle siempre. Él sólo, desde la otra vida, podrá apreciarlo. ¡Ojalá seas eterno, libro que compendias la vida de mi pobre amigo! RAMÓN RODRÍGUEZ CORREA.
Introducción Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo. Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma. Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir con una vida oscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse al beso del sol en flores y frutos. Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja
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Todo lo que atesoraba en su imaginación<br />
está dicho en el siguiente prólogo suyo.<br />
Leedlo pronto y olvidad el mío, escrito nada<br />
más que por acompañarle siempre. Él sólo, desde<br />
la otra vida, podrá apreciarlo.<br />
¡Ojalá seas eterno, libro que compendias la<br />
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RAMÓN RODRÍGUEZ CORREA.