Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
abía tan ruidosa y confusa como la de los pájaros que despiertan al primer rayo del sol entre las frondas de una alameda. Este extraño rumor sólo se dejó oír un instante, y después todo volvió a quedar en silencio. -Sin duda soñaba con las majaderías que nos refirió el zagal -exclamó Garcés restregándose los ojos con mucha calma, y en la firme persuasión de que cuanto había creído oír no era más que esa vaga huella del ensueño que queda, al despertar, en la imaginación, como queda en el oído la última cadencia de una melodía después que ha expirado temblando la última nota. Y dominado por la invencible languidez que embargaba sus miembros, iba a reclinar de nuevo la cabeza sobre el césped, cuando tornó a oír el eco distante de aquellas misteriosas voces que, acompañándose del rumor del aire, del agua y de las hojas cantaban así: CORO «El arquero que velaba en lo alto de la torre ha reclinado su pesada cabeza en el muro. Al cazador furtivo que esperaba sorprender la res, lo ha sorprendido el sueño.
El pastor que aguarda el día consultando las estrellas, duerme ahora y dormirá hasta el amanecer. Reina de las ondinas, sigue nuestros pasos. Ven a mecerte en las ramas de los sauces sobre el haz del agua. Ven a embriagarte con el perfume de las violetas que se abren entre las sombras. Ven a gozar de la noche, que es el día de los espíritus.» Mientras flotaban en el aire las suaves notas de aquella deliciosa música, Garcés se mantuvo inmóvil. Después que se hubo desvanecido, con mucha precaución apartó un poco las ramas, y no sin experimentar algún sobresalto vio aparecer las corzas, que en tropel y salvando los matorrales con ligereza increíble unas veces, deteniéndose como a escuchar otras jugueteando entre sí, ya escondiéndose entre la espesura, ya saliendo nuevamente a la senda, bajaban del monte con dirección al remanso del río. Delante de sus compañeras, más ágil, más linda, más juguetona y alegre que todas, saltando,
- Page 267 and 268: dose del fondo tenebroso del coro,
- Page 269 and 270: suelo desplomada como un cadáver.
- Page 271 and 272: de incienso, el órgano arrojó un
- Page 273 and 274: perdida en la penumbra de un claust
- Page 275 and 276: La noche del sarao, el alcázar de
- Page 277 and 278: puño, y rostrillos de blancos enca
- Page 279 and 280: En los torneos del Zocodover, en lo
- Page 281 and 282: isa de vanidad satisfecha asomó a
- Page 283 and 284: próxima a desmayarse, exclamó, pr
- Page 285 and 286: enmarañado laberinto de calles osc
- Page 287 and 288: curidad de la noche era tan profund
- Page 289 and 290: nerse en guardia y previniendo con
- Page 291 and 292: Pasados algunos minutos, durante lo
- Page 293 and 294: cerraron con violencia, y todo volv
- Page 295 and 296: La corza blanca I En un pequeño lu
- Page 297 and 298: -¡Friolera! -añadió el montero e
- Page 299 and 300: nario interés por conocer los deta
- Page 301 and 302: ada la misa del domingo solía reun
- Page 303 and 304: vez, habiéndome colocado en otro e
- Page 305 and 306: tadas pupilas en la hija risueña d
- Page 307 and 308: Garcés tenía poco más o menos la
- Page 309 and 310: origen de Constanza, pues acompañ
- Page 311 and 312: llo. Acto continuo dispusiéronle u
- Page 313 and 314: -¿Y si al dispararle te saluda con
- Page 315 and 316: zaba a remontarse con lentitud por
- Page 317: agua, el penetrante aroma de las fl
- Page 321 and 322: encontraba. Una vez acomodado en su
- Page 323 and 324: y flotantes hojas de una planta acu
- Page 325 and 326: después de coronar su frente, se d
- Page 327 and 328: suyo la vista, no vio ni oyó más
- Page 329 and 330: La rosa de pasión Una tarde de ver
- Page 331 and 332: Inútilmente los muchachos, para de
- Page 333 and 334: escapaban de su boca esos suspiros
- Page 335 and 336: piensa arrebatármela un perro cris
- Page 337 and 338: calles, cuando el dueño de un barq
- Page 339 and 340: tia había cubierto de un sudor gla
- Page 341 and 342: estaba allí y parecía multiplicar
- Page 343 and 344: hecho traición hasta el punto de r
- Page 345 and 346: Verde, y la flor, que hoy se ha hec
- Page 347 and 348: Pastores que seguís con lento paso
- Page 349 and 350: Cuando sus servidores llegaron pres
- Page 351 and 352: cumplirte lo que te he prometido; p
- Page 353 and 354: Así corrió muchas horas, atraves
- Page 355 and 356: El caballo relinchó con una fuerza
- Page 357 and 358: Creed, pues, lo que he dicho, y cre
- Page 359 and 360: su foco a los ígneos espíritus qu
- Page 361 and 362: llegó a un punto donde creyó perc
- Page 363 and 364: zado al vacío como la piedra cande
- Page 365 and 366: lentamente una campana; frente al a
- Page 367 and 368: La promesa I Margarita lloraba con
El pastor que aguarda el día consultando<br />
las estrellas, duerme ahora y dormirá hasta el amanecer.<br />
Reina de las ondinas, sigue nuestros pasos.<br />
Ven a mecerte en las ramas de los sauces<br />
sobre el haz del agua.<br />
Ven a embriagarte con el perfume de las<br />
violetas que se abren entre las sombras.<br />
Ven a gozar de la noche, que es el día de<br />
los espíritus.»<br />
Mientras flotaban en el aire las suaves notas<br />
de aquella deliciosa música, Garcés se mantuvo<br />
inmóvil. Después que se hubo desvanecido, con<br />
mucha precaución apartó un poco las ramas, y no<br />
sin experimentar algún sobresalto vio aparecer las<br />
corzas, que en tropel y salvando los matorrales con<br />
ligereza increíble unas veces, deteniéndose como a<br />
escuchar otras jugueteando entre sí, ya escondiéndose<br />
entre la espesura, ya saliendo nuevamente a<br />
la senda, bajaban del monte con dirección al remanso<br />
del río.<br />
Delante de sus compañeras, más ágil, más<br />
linda, más juguetona y alegre que todas, saltando,