Obras completas Leyendas y cartas.pdf - Ataun
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un día tu glorioso antecesor, cuando protegido por mi escudo llevó hasta allí sus huestes invencibles. Sobre los peñascos en que se estrellan las encrespadas olas, tiene su nido un cuervo; sube a preguntarle el lugar en que el templo se oculta: éste lo conocerás por los fuegos que durante la noche voltean sobre sus ruinas, y aquél por su cabeza blanca. XXII Vichenú desaparece: los árboles recobran su lozanía, la liana su verdura, los pájaros su voz, y a la indecisa y cárdena luz del cielo sucede el tranquilo y suave esplendor de una noche estrellada y llena de armonía, perfumes, suspiros y cantares. El príncipe se incorpora y corre al lugar en que Siannah permanece desmayada y oculta bajo los pliegues del manto de su esposo. Levanta éste, y de sus labios se escapa un grito de sorpresa y ansiedad. cido. Siannah no está allí; Siannah ha desapare- XXIII
En aquel punto el sueño tiende las alas y abandona al príncipe; éste, convulso y pálido aún, despierta de su pesadilla, busca a su esposa, en cuyo seno se había dormido, y no la encuentra. El sol, recostado en un lecho de púrpura y de oro como un rajá en su alfombra de colores, lanza a la tierra el último rayo de sus entreabiertos ojos. La Naturaleza comienza a despertarse de su sueño del mediodía. Las brisas de la tarde, impregnadas en murmullos y perfumes, juguetean con el cáliz de las flores que se abren a sus besos. Las aguas del Ganges, copiando en sus linfas transparentes la vigorosa vegetación de sus riberas, alzan un himno melancólico, al que se unen las aladas y suaves notas de los pájaros que despiden al día con un dulcísimo y triste adiós. XXIV -Siannah -dice el caudillo con voz ahogada por el llanto. -Siannah, esposa mía, ¿dónde estás que no me oyes? Siannah, inseparable compañera de mi dolor y mi infortunio, ¿quién te arrancó de mi lado para robarme la única felicidad que me restaba en la tierra? ¡Oh!, vuelve, vuelve, hermosa mía; sin ti, mi vida será una noche sin aurora, un llanto sin lágrimas.
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un día tu glorioso antecesor, cuando protegido por<br />
mi escudo llevó hasta allí sus huestes invencibles.<br />
Sobre los peñascos en que se estrellan las encrespadas<br />
olas, tiene su nido un cuervo; sube a preguntarle<br />
el lugar en que el templo se oculta: éste lo<br />
conocerás por los fuegos que durante la noche voltean<br />
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Vichenú desaparece: los árboles recobran<br />
su lozanía, la liana su verdura, los pájaros su voz, y<br />
a la indecisa y cárdena luz del cielo sucede el tranquilo<br />
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El príncipe se incorpora y corre al lugar en<br />
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