Copyrish.t by Ramon Magrans 1981

de ser y de actuar, era una bestia.
Esta manifestacion acentua que el mito del noble
salvaje que brotaba de la pluma de Alencar era destrc-
zad© p©r la de Guimaraes. Ya n© es la bella y pura
princesa India Iracema, sin© la mestiza y bestial Jupira.
Ya n© es la brava Iracema que protege a su Martim contra
sus propi©s herman©s de fl©resta, sin© es la traid©ra Ju­
pira la que asesina al indi© que la pretendia y al blanc©
que la engafio. Ya n© es la Iracema que muere per amer,
sino la Jupira que asesina por amer. En pecas palabras,
todas las bellas calidades que Alencar alienta en el mito
de la nueva raza mestiza brasilefia y le concede a Iracema
al engendrar y dar a luz en Moacir, escapan para ser in­
vert i das en Jupira.
Tal come no veia Guimaraes nada bueno ni perdurable
en el mestizaje, el autor no presenta nada bueno ni per­
durable en Jupira. Por eso Si no le concede la fecundi­
dad. Asi ella no puede continuar el mestizaje. Es mas,
la condena a morir la muerte irredimible de la suicida.
Al encontrarse el cuerpe de una j©ven ah©rcada, el cual
se presume ser el de Jupira, el autcr sugiere que ella
se ha ah©rcad© para abs©lverse de sus pecados. He aqui
la condena de Guimaraes del mestizaje y su vision fata-
lista del Brasil baj© tales circunstancias durante el
sigl© XIX.
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