Copyrish.t by Ramon Magrans 1981
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140 penso Jupira. A esas no le tengo miedo. Caimanes aqui no hay, que yo sepa. Pensando asi, la muchacha nadaba rapidamente hacia la orilla opuesta, que era la que le quedaba mas proxima. Pero, cual no fue su espanto cuando vio surgir delante de si, la cabeza del travieso y petulante Carlito, sol- tandole en la cara una estridente carcajada. La cabocla dio un grito, se sumergio de cabeza, y arrancando de carrera fue a reaparecer en el medio del rie, nadando rapidamente para la otra orilla donde tenia sus vestides. iSociSgate; no tengas miedo, Jupira.' le grito Carlito. Yo ya me voy. Jupira volvio el restre, y con un gesto entre aira- do y risuefie, que tante se podria tomar por una amenaza como por una invitacion, continuo nadando. Carlito, que era obstinado y audaz, se echo a nadar tras ella. Mas antes de que pudiese alcanzarla, ya ella habia saltado a la playa, y agarrando sus repas sin haber tenido tiempo para ponSrselas, en ellas se metio de prisa y corrio a esconderse en el bosque, seltando unes clamores, que mal se pedia saber si eran gritos de terror e risas de placer. Carlito le seguia de cerca, y un momento despuSs, se metia tambiSn por el bosque tras ella. Les misterios, que la cupula frondosa del bosque 226
141 amparo con su discreta sombra los momentes que siguieren, nadie los sabe. Es cierto que una nube cargada tape en tonces la faz del sol, un huracan doblo el tope de la ar- boleda con pesarosos susurros, y una sombra siniestra opaco el alvee llmpido de las aguas y del interier de las ramas resenaren murmullos intermitentes, beses y suspires sefocadoso 227
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nadie los sabe. Es cierto que una nube cargada tape en<br />
tonces la faz del sol, un huracan doblo el tope de la ar-<br />
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opaco el alvee llmpido de las aguas y del interier de las<br />
ramas resenaren murmullos intermitentes, beses y suspires<br />
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