Copyrish.t by Ramon Magrans 1981

de donde la estaba espiando mucho a su placer. De ahi
en adelante, todas las veces que Jupira iba a su acos-
139
tumbrado bafio, tenia sin saberl©, a un expectador invi­
sible, que le espiaba y se gratificaba con ojos avidos
y ardientes en la contemplacion de sus mas ecultes en­
cantes.
Un dia, ne ebstante, Carlito, petulante y lascive
come un satire, no pudo contenerse mas.
Voy a aparecermele, venga lo que venga; mur­
muro censigo el moze. iQuS mal me podra hacer una
dSbil muchacha? Tengo buenas piernas y brazes y se na-
dar y correr. . .y tambien, si ella me mata, tendre mu­
cho gusto en recibir la muerte a manos de ella.
Jupira brincaba descuidada en el rie, unas veces
flotando serena, otras resbalando a flor de agua en to­
das las posiciones, otras veces saltande y sumergiendese
como la nutria, otras sacudiSndese y haciendo saltar una
lluvia de aljofares sobre su cabeza, ceme una pata sil-
vestre batiende sus alas lavande su lucide plumaje.
Aqui fue cuando hubo un bullido come el de un cuer­
po que cayo de gelpe en el agua, y se sumergio en el fon­
do. Miro asustada en su derredor, sacando de sus ojos
los ensopades cabelles, mas ne vie nada.
Ne puede ser mas que alguna ariranha,
225