Copyrish.t by Ramon Magrans 1981
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circunstancia era propicia para tornarlo agradable a 136 los ojos de Jupira; era agil y travieso come ella; te nia fibras de acero y corria y saltaba como un venado; trepaba un arbol come un sagui, y nadaba como la nutria. Fue, vagando y brincando a la sembra de les naran- jales en flor, y al murmullo de la fuente del quintal, que aquellas dos almas, virgenes como dos palomas nue vas que comienzan a batir las alas fuera del nido, arru- llaron en secreto sus primeres amores. Por algunos meses, asi se les pasaren les dias ra pidamente en el hechizo que aquellas primera emocienes de un amer virginal, en aquelles efluvies del alma, tan puros y delicieses ceme esas exhalacienes balsamicas, que la brisa de la madrugada levanta de entre les resa les lloviznades. Carlito amaba come el nifiite que era. Era mas la fiebre de les desees sensuales aue le agitaba la sangre juvenil a la vista de les encantes seductores de su prima, que el corazon que se le exitaba suspirando al seple de una pasion. El amor de Jupira era el amer de cabocla, ardiente come el sol del desierto que le deraba la tez, profundo ceme les abismos del rio donde bafiaba ella los miembros infanti- les. Aquella, que matara para deshacerse del amante importune que ediaba, era tambien capaz de morir de amer
por aquSl a quien adorase o de apufialear al amante que 137 le traicionase. Carlito, nifie simple, no podia adivinar cuanta pasion, energia y reselucion habia en el fondo del alma de aquella muchacha de apariencia tan indolen- te, frivola y descuidada. A pesar de los esfuerzos de su padre, Jupira nunca pudo perder de todo les habitos de libertad selvatica, en que fuera criada. Salia selita de la casa y vagaba per les campes y les bosques, cazando e pescando, come si fuese un rapaz, y muchas veces en les dias calmados iba selita a bafiarse en las aguas de su queride Rio Ver de, en el mismo sitio en que en la infancia se ejercitara abriendo las elas, en un remanso limpio y profundo sobre el cual se inclinaban arboles cepieses, cubriendelo de sembra y de una frescura deliciosa. Eses pasees, que se rian muy inquietantes y darian muche que hablar sebre cualquier otra moza, en Jupira, nadie los extrafiaba. Ella gozaba de la reputacion de tener ceme advesa- rios a les hombres, principalmente a aquelles quienes le amaban. Esa fama, basada en su genie arisco y un tanto agitado, en la historia del cacique que habia matado y en el uso de una pequefia daga, guamecida de plata, que siempre traia en el seno, le Servian de salvaguarda, y 223 nadie osaba atravesarse en su camino cuando salia en sus
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Fue, vagando y brincando a la sembra de les naran-<br />
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