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128 grande, bailaron en tome de Si danzas funebres, y die- ronle sepultura a la sembra de una bella sucupira. Hechos los honores funebres a su valiente jefe, aquellos indlgenas tractaron inmediatamente de marchar por las margenes del Rio Grande hacia arriba a fin de vengarle su muerte. La horda de Baguari era muchos mas numerosa y fuerte que el bando desorganizade en el cual Jupira vivia, el cual constaba de reliquias de hordas devastadas y dispersas per les blancos. Per el large tiempo en centacto con los blancos, ya habian perdide les habitos belicesos, y gran parte de su coraje y fie- reza selvatica. En breve, les llego a los oidos la ne- ticia de que la gente de Baguari marchaba centra ellcs con el fin de vengar la muerte de su jefe. Debiles y pusilanimes, aquelles restes de la familia caiapo, ne podlan resistir a los robustes y aguerridos Guaia- nares, que sobre ellos venian llenes de colera y de sed de venganza, y serian infaliblemente exterminades. Jupira ne habia ecultade a los suyos la muerte del safiudo Baguari; al contrario, risuefia y triunfante les narro con toda franqueza e ingenuidad la astucia de la cual se valiera para liberarse para siempre de aquel pretendiente ferez. Centande ceme cierta su ruina y poseides de terror, sus cobardes 214
compafieros resolvieron mandar a un emisarie al encuen 129 tro de sus enemigos para darles satisfacciones y decir les que no habian tenido parte alguna en la muerte de su jefe, que habia sido Jupira la unica autora de aquel atentado y que para aplacar su colera justa, estaban prestos a entregarles, viva o muerta, a la criminal. Este habria side el destine de la linda caboclinha si uno de sus pretendientes, esperande asi merecer la gra titud y el amor de la muchacha, ne le hubiese avisade de la barbara y traicionera intencion de los suyos. Jupira y su madre huyeren a Campo-Bello y se ace- gieren en la hacienda de les padres, resueltas a nunca mas regresar a la compafila de sus perfides compafieros. Era ya la cuarta vez que Jupira, desde que naciera, cambiaba la selva por la casa paterna, y la selva por la casa paterna, alternativamente. Su padre la recibio con los brazos abiertos, y sintio gran alegria al regresar y hallar de nuevo a su hija, por la cual ya hacia mucho que habia perdide las esperanzas de volver a poner sus ojos en les dias de su vida. Le recogiS a la casa y extasiado de su hermosura y del exuberante desenvoivimiente de sus esbeltas formas, le die lindes vestides y adernes, que 215 ella, de buen gusto les cambio per sus enaguas cortas y per el kanitar que usaba en las selvas, y empleo todos
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Este habria side el destine de la linda caboclinha si<br />
uno de sus pretendientes, esperande asi merecer la gra<br />
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Jupira y su madre huyeren a Campo-Bello y se ace-<br />
gieren en la hacienda de les padres, resueltas a nunca<br />
mas regresar a la compafila de sus perfides compafieros.<br />
Era ya la cuarta vez que Jupira, desde que naciera,<br />
cambiaba la selva por la casa paterna, y la selva por la<br />
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