Copyrish.t by Ramon Magrans 1981

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© ac©stad©s en los tronccs, se veian armas, redes, es-
teras y demas utensili©s, sefial de que t©da su h©rda
n© debia de andar lej©s. De hecho, Jurema y sus com-
pafier©s habian entrad© en la fl©resta a buscar jabcti-
cabas, araticuns, bacoparis, y otras frutas silvestres
que abundan por aquellos bosques, y dejaren alii a Ju­
pira cuidande del ranche y vigilande al nifie.
Entretenida con aquel cuidado, Jupira no vio a un
bulto que por la orilla opuesta surgio de las matas, y
tirandose al rio lo habia atravesado serene y sin ruide,
como el caiman, manteniendo la cabeza fuera del agua.
Al aproximarse a la barranca, se sumergio, y Ju­
pira solo lo vio cuando surgiendo fuera del agua, salto
a la playa, cerca de ella. Solto un grito de suste
imaginando ser algun monstrue acuatico, que le venia
a devorar; a pesar de su terror, ne obstante tedavia
lo supe de pronto cuando en aquel bulto reconocio a
Baguari, que se ergia al pie de ella goteante, gigan-
tesco y hediende, con sus ojos rejizes y llameantes
ceme dos brazas.
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1 Jupira, hoy es el dia.' bramo el indie lan-
zandole las manes. Has de ir conmigo o he de darte de
comer a los peces de este rio.
Jupira, temblando y cengelada de terror, se quedo