Copyrish.t by Ramon Magrans 1981

indignacion y de amenaza. Baguari virtio sobre ellos
una mirada de fueg© y de sangre, y virand©se hacia
Jurema y su hija:
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Esta bien, dijo; no quiero persistir mas
contigo, Jurema. Y© me voy para l©s mios. Y tu,
Jupira, quSdate en paz; n© te perseguirS mas. Te d©y
seis lunas para esperarme y, lay de aquSl que esara
tocarte, y ay de ti si te entregas a alguien.'
Del hecho ya habia pasado dos meses y nadie habia
visto al safiudo Baguari por aquelles lugares. Real-
mente se habia ide a reunirse con sus cempaneres, cuya
residencia faverita era las orillas del Santa Ana del
Parnahiba, proximo a la confluencia de los grandes rios.
Jupira, pues, podia ya pasear a solas y sin temor,
y adormecerse tranquila a la sembra de la higuera sil-
vestre por las margenes de su paternal Parana, ella le
tenia mas miedo al amor de un hembre que a las furias
del cangusu, de las celadas del sucuri.
En una siesta ardiente, ella estaba selita, sentada
a la sembra, bien cerca del margen del rio. Celgade a
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un gajo, se veia cerca de ella una pequefia hamaca donde
dormia un hermanito suye, que ella mecia cantande, y
asustande con una rama las avispas y las moscas, que
revoloteaban en tome. Esparcides per la playa, colgades