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Copyrish.t by Ramon Magrans 1981

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<strong>Copyrish</strong>.t<br />

<strong>by</strong><br />

<strong>Ramon</strong> <strong>Magrans</strong><br />

<strong>1981</strong>


DOS LADOS DEL 3ER; DOS SERES DE LADO: ESTUDIO DEL<br />

INDIO BEASILENO REPRESENTADO FOR JOSE DE<br />

ALENCAR Y BERNARDO GUIMARAES<br />

<strong>by</strong><br />

RAMON MAGRANS, B.A., MoAo<br />

A DISSERTATION<br />

IN<br />

SPANISH<br />

Submitted to the Graduate Faculty<br />

of Texas Tech. University in<br />

Partial Fulfillment of<br />

the Requirements for<br />

the Degree of<br />

DOCTOR OF PHILOSOPHY<br />

Approved<br />

May, <strong>1981</strong>


cop^<br />

DEDICATORIA<br />

Estoy eternamente agradecido al profesor Robert Jo<br />

Morris por su direccion de esta tesis y a cada uno de<br />

los miembros de mi comite, profesores Norwood H. Andrews,<br />

Jr., Harley D. Oberhelman, William T. Patterson y Roberto<br />

Bravo Villarroel, por su ajruda y aliento a traves de este<br />

proyectOo Tambien les he de expresar mi gratitud a mi<br />

esposa, hiJOS, padre, hermana, madre y amigos por lo que<br />

cada uno de ellos aportaron para ayudarme en la realiza-<br />

cion de esta tesis.<br />

11


TABLA<br />

DEDICATORIA ii<br />

INTRODUCCION 1<br />

MARCO HISTORICO 6<br />

ALENCAR, IRACEMA Y EL BRASIL 22<br />

BERNARDO GUIMARAES 63<br />

CONCLUSION 90<br />

JUPIRA 98<br />

GLOSARIO 17^<br />

NOTAS 179<br />

BIBLIOFRAPIA 18^<br />

111


INTRODUCCION<br />

Muchos crlticos, tales como Fernando Alegria,<br />

Orlando Gomez-Gil y Raimundo Lazo, gustan de clasificar<br />

la novela romantica latinoamericana del siglo XIX en<br />

terminos de su intencion historica, politica, costum-<br />

brista, abolicionista, realista o sentimental. Estos<br />

criticos justifican esta ultima clasificacion al insis-<br />

tir que, en su gran mayoria, la novela romantica presenta<br />

su contenido, sea el que sea, encasillado en un marco<br />

sentimental. Por eso existe en la critica literaria<br />

hispamoamericana una tendencia a menospreciar las nove-<br />

las romanticas del siglo XIX, tanto hispanoamericanas<br />

como brasilenas, y a rebajarlas al nivel del sentimenta-<br />

lismo exagerado•<br />

El proposito de esta tesis es presentar no una<br />

clasificacion nueva, sino el asunto del indio bajo un<br />

marco diferente al que ya ha sido presentado por la<br />

critica. Este asunto es el de la presencia del indio<br />

en la sociedad, no como ser o entidad que transcurre a<br />

traves de la pantalla social como espectro inanime, sino<br />

como la sociedad le ve y reacciona ante su presencia.<br />

Tajnbien se ha de presentar como los autores escogidos<br />

se valen de las clasificaciones ya mencionadas como<br />

1


vehiculos expresivos y acentuantes del asunto formado<br />

por la presencia del indio y por su asimilacion a la<br />

sociedad como un element© funcional y participante.<br />

Para presentar este asunto a la critica hispana<br />

se han tornado dos novelas brasilenas del siglo XIX que,<br />

juntas, representan mejor la perspectiva del indio ante<br />

la sociedad y de la sociedad ante el indio. Estas son,<br />

Iracema, de Jose de Alencar y Jupira, de Bernardo Gui-<br />

maraes. Esta ultima ha sido traducida y aqui presentada<br />

como parte Integra de esta tesis ya que no se conoce<br />

traduccion alguna de la misma al espanol.<br />

Las razones por las cuales estas dos obras han sido<br />

seleccionadas son la carencia de critica en espanol sobre<br />

la literatura romantica del Brasil, la ignorancia litera­<br />

ria sufrida hacia el problema de la integracion racial<br />

presentado por los dos autores, y simplemente porque<br />

estas obras representan el dilema social de las dos ra-<br />

zas polarizadas. Este dilema se basa no solo en los<br />

factores socio-politicos y economicos, sino en la inte­<br />

gracion fisica del indio y en la creacion de una cria-<br />

tura que represente la completa union racial brasilena.<br />

La presentacion de este dilema ha de ser limitada al<br />

punto de vista literario manifiesto en cada autor.<br />

El problema de la integraci5n racial es oriundo<br />

del Brasil y ha sido ignorado tanto por la critica


asilefla como por la extranjera. Estimamos que es<br />

necesario presentarlo a la critica hispanoamericana ya<br />

que difiere grandemente del tratamiento presentado por<br />

los escritores del siglo XIX, y especificamente por los<br />

romanticos hispanoamericanos. El explicar el trata­<br />

miento del indio por los hispanoamericanos de esta cen-<br />

turia, sin embargo, no es el proposito de esta obra y<br />

por eso ha de ser excluido.<br />

El asunto clave que presentan estos dos autores se<br />

basa en su vision o interpretacion del future del Brasil<br />

y el papel, o la posibilidad de su integracion. Los dos<br />

autores parecen abogar por la integracion del indio a la<br />

sociedad, mas Alencar presenta un piano positive en su<br />

obra y Guimaraes, a pesar de ansiarla tambien, presenta<br />

una vision negativa y tragica, y por eso es fiel recuento<br />

del tema contemporaneo.<br />

Esta tesis contendra dos secciones. La primera<br />

consistira en cinco partes, de las cuales la segunda ha<br />

de tratar el memento historico del Brasil desde su inde-<br />

pendencia hasta el memento coetanee a los dos autores.<br />

La tercera parte censiderara a Jose de Alencar y su obra,<br />

Iracema. La cuarta parte se ecupara de Bernaxde Guima­<br />

raes y su obra, Jupira.<br />

Estas dos novelas han sido seleccionadas porque<br />

ejemplifican mejor que otras obras el proposito de esta


tesis; es decir, Alencar y su obra presenta una manera<br />

positiva en su forma de tratar el tema de la integracion<br />

del indio a la sociedad y se ha estudiado a plenitud su<br />

contribucion al asunto aqui expuesto. Bernardo Guima­<br />

raes ha sido estudiado, pero no ha sido visto en la<br />

forma que ha de ser presentado aqui; a saber, no solo<br />

como opositor al punto de vista de Alencar, sino por su<br />

vision futurista y pesimista sobre el resultado de la<br />

integracion brasilena. Tambien se le ha negado el valor<br />

total que merece como prosista, habiendose relegado el<br />

valor de su novela, Jupira, a otra de las tantas obras<br />

que escribio.<br />

Este menosprecio literario puede ser el resultado<br />

directo de su vision mas realista de la vida social del<br />

Brasil y del problema que el indio presentaba. Por eso<br />

su exposicion del asunto tiende a ser negativa y a cho-<br />

car con la exuberstncia positiva notada en la produccion<br />

literaria de Alencar y especificamente en la novela pre­<br />

sentada aquio Los anos han probado que Guimaraes tenia<br />

razon en su Juicio sobre el tratamiento del indio y del<br />

problema social que este presentaba..<br />

La traduccion de Jupira es necesaria ya que aporta<br />

un punto de vista opuesto al que presento Iracema. Los<br />

anos han comprobado que este punto de vista es correcto.<br />

Jupira representa la total inversion de los valores


alencarianos sobre la integracion del indio a la socie­<br />

dad brasilena. Iracema y Jupira han sido analizadas<br />

en esta tesis, para presentar las dos novelas no al<br />

critico brasileno, sino al critico literario hispano-<br />

americano, ya que no existe una exposicion amplia, en<br />

espanol, de estas dos novelas brasileSas.


MARCO HISTORICO<br />

El Brasil comienza a ser un pais integro a raiz<br />

de la invasion holandesa de Pernambuco en 1630. Desde<br />

el memento en que los holandeses cenquistaren a Recife,<br />

ellos encontraron epesicion de les habitantes de la<br />

region. Esta oposici5n continue per treinta largos<br />

anos hasta que al fin fueron expulsades del pais por<br />

las fuerzas internas de les habitantes, que, a pesar<br />

de ser reunides en bsLndos desorganizados y desunides,<br />

legraren la victoria sin la ayuda directa de la metro-<br />

peli, la cual no intervine hasta les ultimes anos de<br />

la guerra.<br />

Los que pelearen y virtieren su sangre para banar<br />

el pais con el ergulle patrie fueron nada menos que la<br />

cembinacion de teda la escala social del pais: les<br />

rices, les terratenientes, les mameluces, les indies,<br />

y etros, en especial les jesuitas. Les terratenientes<br />

y les rices querian preservar sus bienes y riquezas y<br />

no tener que cempartir con les invaseres el fruto ebte-<br />

nido. Los jesuitas, jefes espirituales de las masas,<br />

alentaban a les patrietas al decirles que les invaseres<br />

eran "Protestants, sens of the devil, and that it was<br />

the duty of every good Brazilian Catholic to fight and<br />

6


expel them to liberate that land which belonged to the<br />

true religion of Christ."<br />

Esta victoria fue de gran impertancia para los<br />

brasilenos de teda clase social y economica, es decir,<br />

para el Brasil en general. Ademas de unirles, les ayndo<br />

a crear un pais integro. Per primera vez habian peleado<br />

lade a lade el rice, el cura, el indie, el mameluco, el<br />

cafuso y el mestizo; el ardor y el fervor patriotice<br />

habian superado las barreras secie-politicas; y "For the<br />

first time they were thinking er acting in terms of a<br />

common cause, a common flag, and a common country. That<br />

2<br />

is the stuff nations are made of."<br />

Al ser derretades les holandeses, cemenzo el llama-<br />

do ". . .cycle of expansion. . • ." La expansion de<br />

las fronteras cemenzo cuande la prosperidad de las minas<br />

de ore empezo a llenar les belsillos de les trabajadores<br />

y las areas nacionales brasileflas y pertuguesas.<br />

De esta afluencia economica durante la primera<br />

mitad del siglo XVIII, una mejeria economica para las<br />

diferentes clases seciales, en especial la clase traba-<br />

jadora y la clase media-alta e la de les hidalgos que<br />

aspiraban nebleza, surgio al abrirseles fronteras expan-<br />

sionistas. Estudiantes brasilenos fueron enviados al<br />

extranjero y al regresar trajeren censigo les estudies<br />

de Rene Descartes, Isaac Newton, Benjamin Franklin,


John Locke y otros que, poco a poco, encauzaron al pals<br />

hacia los pensamientos del siglo XVIII. Los enciclope-<br />

distas franceses, como Voltaire, Diderot y Rousseau,<br />

les brindaron a les estudiantes la semilla de la libertad<br />

de pensamiento que luego hube de germinar en los movi-<br />

mientos revolucionarios del siglo XIX.<br />

A pesar de todo este fervor patriotice y de la gran<br />

afluencia economica, sin embargo, Portugal todavia domi-<br />

naba el pais y seguia extrayendo sus multiples riquezas<br />

para prepie use, manteniendo a Brasil al nivel de co-<br />

lonia. Este use de las riquezas naturales por los Portu­<br />

gueses sin embargo, sole alento a los brasileSos a lanzar<br />

ataques verbales hacia la metropoli. En estos ataques se<br />

eyeron voces de descentento y hasta de separatisme. En-<br />

tre estas voces se eyeron en especial las del padre Anto­<br />

nio Viera, Botelho de Oliveira y Gregerie de Mattes, ya<br />

en el siglo XVII, los cuales fueron de los primeres en<br />

prender la llama revolucienaria antiportuguesa durante<br />

la epoca de transicion brasilena.<br />

La epoca de transicion brasilena ha sido fijada<br />

alrededor de 1750 y se extiende hasta 1830; es aqui que<br />

Goldberg estima que los acontecimientes eurepeos tales<br />

come el triunfo del racienalismo, que prepare el camino<br />

del neoclasicisme y de la ilustracion, llegaron al pais,<br />

dejando sus huellas. Esta epoca de transicion termina<br />

8


con el triunfo del romanticismo y de las ideas revolu-<br />

cionarias que ocurrieron en el Brasil durante la primera<br />

veintena del siglo XIX.<br />

Es curioso notar que les movimientes de teda la<br />

America del Sur, incluyendo al Brasil, se amamantaren<br />

de la misma fuente, Francia. De Francia y de su revo-<br />

lucion llego el aire independentista; aire que queria<br />

liberar al pais de la dominacion portuguesa, reviviendo<br />

aquellos gritos revolucionarios que se eyeron al final<br />

del siglo XVIIo Este aire libertador no fue aspirado<br />

totalmente hasta el siglo XIX cuande regresaron al pais<br />

los oovenes que habian ide a estudiar al extranjere.<br />

Asi, el Brasil del siglo XIX es el resultado directo de<br />

los acontecimientes que ecurrian no solo dentre de sus<br />

fronteras, sino tambien en el continente europeo.<br />

Los deliries de grandeza de Napoleon Bonaparte, en<br />

particular, precipitaren les acontecimientes que luego<br />

suavizarian el movimiente independentista del Brasil.<br />

En 1807, Bonaparte le ordeno al general Junet que inva-<br />

diese a Portugal y arrestase a la familia real. La ira<br />

de Bonaparte se habia desatade cuande el rey portugues<br />

se neg5 a cerrar sus puertos a les ingleses. Una vez<br />

conquistada Espana, les ejercitos franceses marcharen<br />

contra Portugal. Al ver aproximarse la cortina gali-<br />

cista, el rey Juan VI decidio escapar al Nuevo MundOo


Al embarcarse hacia el Brasil, el rey trajo censigo no<br />

solo a su familia, sino a la corte, los ministros, les<br />

soldados, en fin a todos aquellos que desearon y pudie-<br />

ron costearse el viaje para escapar lo inevitable.<br />

Verissimo estima que unas quince mil personas embarca-<br />

ron hacia el Nuevo Mundo con su rey.*^<br />

Por supueste, al mudar la corte, se transportaren<br />

teda clase de efectos culturales, especialmente obras<br />

de arte y de literatura. Asi teda una nueva manera de<br />

vida y de parecer continental arribaron a las playas<br />

brasilenas e inundaren al pais. En efecte, esta tenue<br />

eurepeizacion de la nacion significo que el Brasil ya<br />

no era una colenia portuguesa mas. Ahora era el centre<br />

del imperio portugues, pero un imperie que aun sufria<br />

el yugo opreser franees en el suele materne. Sin em­<br />

bargo, los puertos brasilenos, que hasta ahora habian<br />

permanecide cerrades al comercio extranjere, fueron<br />

abiertos al mundo. Este aire liberal del gobierno per-<br />

mitio que florecieran nuevas y viejas industrias, asi<br />

inyectande nueva vida a la economla del pais. La venida<br />

del rey y de su corte tambien significo un nuevo Impetu<br />

literario. Se establecio la libre imprenta, nacio el<br />

periodismo, hacia 1820 ya existian varias librerias, y<br />

para 1828 ya habian unos quince periodices en la capital.<br />

Asi en les primeres anos del siglo XIX el Brasil gozaba de<br />

10


un renacimiento literario y economico que, desgraciada-<br />

mente, no dur6 mucho*<br />

Con la derrota del absolutismo en el Portugal y por<br />

la envidia que en la metropoli se sentia por los faveres<br />

reales y economicos que se disfrutaban en la colenia,<br />

broto del suele materno el reclame por el rey. El rey<br />

Juan VI fue entusiasmade a regresar. Y en 1820 regres6<br />

a Portugal llevandose censigo todo el oro que pudo, de-<br />

jando la colenia en una enerme y permanente crisis eco­<br />

nomica. Para el colmo, al partir, dejo a su hijo Pedro,<br />

niSo de cinco aSos de edad, come el principe heredere,<br />

a cargo del.pais.<br />

Con la partida del rey se encendieren las ideas<br />

revolucionarias, en especial las llegadas de Francia. A<br />

estas ideas se le puede afiadir el miedo de que el Brasil<br />

regresara al estado de colenia. Y no era de extranar que<br />

se prendieran nuevas hogueras libertaderas. Los intelec-<br />

tuales, los escritores, los aristocratas, los rices y las<br />

otras clases poderesas se unieren, como ya se habian unido<br />

anos atras para expulsar a los holandeses, pero ahora<br />

para sacudir el dominie portugues. El dia 7 de septiembre<br />

de 1822, alentado per el apoyo nacional, don Pedro se auto-<br />

declare Pedro I, emperador del Brasil, dande asl comienzo<br />

al nuevo imperio brasileno nacional, rompiendo con el do­<br />

minie monarquico portugues. El pueblo y las demas clases<br />

11


sociales y religiosas se habian unido bajo la corona<br />

imperial, aspirando lograr la libertad del yugo de la<br />

metropoli. Al unirse bajo una corona nacional y sobre<br />

todo brasilena, creian separarse de Portugal como una<br />

nacion independiente.<br />

El nuevo imperio alento el crecimiento de ideas<br />

patrioticas e igualitarias empapadas en los principles<br />

que emanaron de la revolucion francesa. Estas ideas<br />

llevaron al pais a la busqueda de una nueva entidad<br />

nacional; asi este dia puede ser considerade come el<br />

dia del triunfo politico e ideelogico del Brasil.<br />

Se puede decir que el establecimiento del segundo<br />

imperio marca el comienzo del romanticismo politico y<br />

literario en el Brasil. Es un romanticismo politico<br />

porque se rompieron las cadenas abselutistas que ataban<br />

y restringian a la colenia a la veluntad de la metropoli«<br />

Con la derrota del absolutismo y el advenimiente de<br />

nuevas ideas y movimientes politico-literarios se legro<br />

el reemplazo del gobierno monarquico portugues por uno<br />

de monarquia nacional y nacienalista.<br />

Este triunfo fue solamente uno ideelogico ya que<br />

sole se rompieron las cadenas de los Portugueses de<br />

Ultramar. En el Brasil, la economla todavia estaba en<br />

manes de les mercantes Portugueses que, por sus lazes<br />

con el Emperador, querian controlar el pais con su vasto<br />

12


poderlo financiero. El yugo economico ejercido por estos<br />

mercantes causo muchos preblemas politicos y, como resul­<br />

tado, hacia el final de la monarquia brotaron debates aca-<br />

lorados en centra del Emperador y de sus consejeros finan-<br />

cieros y politicos.<br />

El Emperador decidio cerrar la Asamblea abdicando a<br />

favor de su hijo y marcho a Eurepa, dejande atras una si-<br />

tuacion caotica. Como resultado, los tambores de la sece-<br />

sion sonaban de nuevo; habian demestraciones y metines en<br />

las previncias.<br />

Para gobernar el pais se establecio una regencia que<br />

poco a poco pudo calmar la situacion. En total, cuatre<br />

regencias fueron formadas hasta que en 1840, el joven fue<br />

corenado come Pedro II, emperador del Brasil. Asi se<br />

formo el'segundo imperio, el cual dure hasta el 15 de<br />

noviembre de 1889. Este es el periode que Erice Verissimo<br />

considera coincidir ". • .mere er less with the beginning<br />

of the romantic era."<br />

Durante los cuarenta y nueve anos del segundo impe­<br />

rio se puede ver come ecurren las tres diferentes fases<br />

coevas del romanticismo literario. Hay que anotar aqui<br />

que el romanticismo politico del Brasil y el romanticismo<br />

literario no son coetaneos. Es decir, el romanticismo<br />

politico puede ser fechado hacia 1822 con el triunfo del<br />

primer imperio y el rompimiente de las cadenas coloniales.<br />

13


El romanticismo literario cuaja hacia 1840 con los<br />

escritos de la primera generaci8n romantica brasilena y<br />

coincide con el comienzo del segundo imperio. El co­<br />

mienzo del reinado de Pedro II vie florecer a escritores<br />

como Gongalves Dias, Castro Alves, Bernardo Guimaraes,<br />

Jose de Alencar y Machado de Assis, entre otros. El<br />

perlodo de este reinado, 1840 a 1889, puede dividirse<br />

literaria y politicamente en tres fases, tal como lo ha<br />

n<br />

hecho el critico brasileno, Manuel Bandeira. La pri­<br />

mera fase es la fase verdaderamente romantica. Aqui<br />

predominan la influencia de los escritos de Rousseau,<br />

de Chateaubriand, de Lamartine y de Huge. Esta es la<br />

fase donde se nota el verdadere indianismo ya que trata<br />

del indio noble y salvaje. Los escritores romanticos<br />

predeminantes del indianismo son Gongalves Dias, Jose<br />

de Alencar y Bernardo Guimaraes ya que exponen la imper­<br />

tancia dada al indie, representande su posicion social<br />

en la vida brasilena.<br />

Es de impertancia notar que la primera fase no se<br />

limita solamente a un numere especifice de anos, es mas<br />

corre a traves del periode del reinado de Pedro II ya<br />

que el indianismo continua casi hasta los ultimes anos<br />

del segundo imperie. La primera fase e sea el trata­<br />

miento del indio es el asunto primordial de esta tesis<br />

y el desarrollo del mismo ha de ser trazado en los<br />

14


capltulos posteriores. Como guia al lector se ha de<br />

decir que comienza con la exuberancia de _lanueva_liber­<br />

tad y la esperanza del forjar una nacion unida baje una<br />

raza comun; esta es la aspiracion de uno de sus mejores<br />

exponentes, Jose de Alencar. Otro de sus exponentes,<br />

Bernardo Guimaraes, presenta el problema tipico del pals,<br />

el mestizaje. En las obras expuestas en los proximos<br />

capltulos se vera mejor este tratamiento.<br />

En la segunda fase romantica reina el ". • .pessi­<br />

mism and the despairing er cynical tone of Byron and<br />

Q<br />

Musset. ..." Es la fase en que escritores brasilenos<br />

come Alvares de Azevedo y los de la escuela de Sao Paulo<br />

^ Q<br />

enfatizan la desesperacion de la muerte.<br />

En la tercera fase romantica predomina la escuela<br />

Condor. La inspiracion era de Indole social cotidiana<br />

y fue influenciada por el naturalisme y el parnasianismo<br />

del Hugo tardio, Baudelaire, Gautier y otros, alejandose<br />

rapidamente del romanticismo y del tema social del indio,<br />

abrazande etros temas.<br />

El examen de la situacion entre 1830 y 1870 revela<br />

que el pais atravesaba una crisis social. Hacia 1870 la<br />

situacion habia deteriorado porque el Emperador era dema-<br />

siado debil para tomar decisienes terminantes que alivia-<br />

sen la situacion. Para remediar el problema social, una<br />

tentativa futil fue llevada a cabo el 28 de septiembre de<br />

15


1871. La ley del vientre libre fue aprobada concedien-<br />

dole la libertad a los hijos de mujeres esclavas que<br />

nacieran despues de tal fecha. Esta ley fue ignerada<br />

y se continuo la venta de los niSos esclaves, a pesar<br />

de haber nacido despues de la aprobacion de la ley. El<br />

pais se encentraba en una situacion tan precaria que no<br />

teleraba que el gobierno temase una pestura definitiva<br />

para aliviar el problema social del mestizaje. Por eso,<br />

el segundo imperio tuve que terminar.<br />

La crisis que atravesaba el pais era de indole<br />

socie-economica. El problema se centraba en la cuestion<br />

de la esclavitud. El problema de la esclavitud no tenia<br />

solucion en el Brasil. Si se liberaban a les esclaves,<br />

las plantaciones que dependlan de ellos se irian a la<br />

ruina ya que no habria una fuerza laberal disponible para<br />

reemplazarlos. Si se continuaba la esclavitud, se conti-<br />

nuaba el tormento inhumane de la trata.<br />

Esta era la crisis que el peeta Castro Alves habia<br />

descrite ensangrentadamente en sus poemas. El expuso el<br />

trauma del esclavo negro. La esclavitud fue la llaga<br />

que desangro y desgarro el imperio de Pedro II. Las<br />

facciones no solo se habian alineado en contra o en fa­<br />

vor de la esclavitud, sino tambien temaron posiciones<br />

frente al problema del indio, del cafuso y del mameluco.<br />

Escritores y poetas como Castro Alves, Ruy Barbosa y<br />

16


Jose do Patrocinio habian tomado la causa del mulato,<br />

exponiendo varias facetas de la realidad del mestizaje<br />

nacional.<br />

Jose de Alencar habia visto la crisis aproximarse<br />

y trato de aliviarla y encauzar la ruta del pais. En<br />

sus novelas. El guarani de 1857 e Iracema de 1865, el<br />

autor trato de presentar una direccion nueva, una nueva<br />

ruta que habria de encauzar el pais para lograr la solu­<br />

cion de la crisis socie-economica. Alencar deposito en<br />

la figura del indio y del mameluco el future del pais.<br />

Alentado per el sentimiento nacienalista, Alencar<br />

vie que el pais se desgarraba preecupado per el problema<br />

del mulato y del esclavo negro y que se deberia hacer<br />

con ellos. Para remediar la situacion, Alencar presento<br />

al indio noble y pure, el indio reusseano, o sea el indio<br />

que el primer portugues hallo al llegar al Nuevo Mundo.<br />

Este indio era dueno y senor de su destine; libre y pure,<br />

que en sus carnes representaba la naturaleza americana<br />

en estado virginal. En este indie Alencar vie el ver­<br />

dadere representante del Brasil, per eso decidio unirlo<br />

al hidalgo portugues para que de esa union creciera la<br />

raza nueva que habria de representar el future del pais.<br />

El autor deposito en el mameluco, mestizo de sangre India<br />

y blanca, el future nacional. Este estaba en directa<br />

epesicion con los sentimientes prevalecientes que exponian<br />

17


la suerte del cafuso y del negro.<br />

En Iracema y en Peri, heroes de las dos novelas<br />

citadas de Alencar, se engendra el ser que ha de salvar<br />

al Brasil del mal de la esclavitud y del mestizaje negro.<br />

En los hombros reales de Peri y de Iracema se depositan<br />

las esperanzas del pals que per su mezcla negroide va<br />

derecho a la ruina. El indio era el simbelo de la pureza<br />

natural americana, tal come le habia encontrade Pedro<br />

Alvares Cabral en I50O y lo reconto el historiader Pedro<br />

Vas de Caminha.<br />

Alencar vie que el problema de la esclavitud iba a<br />

destruir el pais. Para aliviar la situacion, Alencar<br />

brindo al indie y al verdadere heredere ajnericane, o<br />

sea el mameluco. En estos dos seres se demostraba que<br />

habia una alternativa y que el pais se preocupaba en<br />

demasia por una seccion de su peblacion sin ver e pres-<br />

tar atencion a la otra que ameritaba mas de la misma<br />

por su herencia natural.<br />

En las figuras hidalgas de Martim, en Iracema, y<br />

Ceci, en El guarani, Alencar encarno el simbelo del<br />

noble portugues, descendiente de los heroes de ese pais,<br />

que ayudaron a expulsar del Brasil en 1660 al holandes.<br />

He aqui que Alencar regrese a ese perlodo historico de<br />

tanta impertancia para el pais. Alencar regrese a este<br />

perlodo entre 1630 y 1660 porque el Brasil no habia<br />

18


pasado entonces_por la mezcla racial,_es decir,_ todavia<br />

existian hidalgos Portugueses e indios de raza^ pura,<br />

19<br />

Al mezclar estos dos representantes nobles y puros,<br />

Alencar presenta al verdadere heredere nacional durante<br />

el tiempo precise en que la nacion crecia come pals in­<br />

tegro y soberano a ralz de la expulsion de los invaseres.<br />

No solo era el mameluco el heredere real del Brasil, ex-<br />

presaba Alencar, sino que la verdadera fecha de la inde-<br />

pendencia brasileSa era la de la liberacion de los holan­<br />

deses y no la de les Portugueses. El autor estimaba que<br />

el portugues era parte Integra nacional que, al unirse con<br />

el indio noble, iba a crear la nueva raza brasilena en la<br />

cual se basaba el future del pais.<br />

A pesar de que Alencar no se oponia al remedio del<br />

trauma del esclavo, se mostraba distante de la causa acau-<br />

dillada por Castro Alves y los abolicionistas. Este<br />

movimiente abolicionista, coevo al indianista, no era<br />

solo un movimiente simpatizante, sine real, que enfren-<br />

taba tanto el lade sentimental del problema del esclavo<br />

como el lade politico, social y economico. La situacion<br />

que el pais encaraba durante les ultimes diez afles del<br />

segundo imperio era muy dificil. El pais estaba dividido<br />

entre la esclavitud y el abolicionismo y no habia solucion<br />

posible. El Emperador no prestaba direccion definitiva,<br />

a pesar de haber aprobado la ley del vientre libre y sole


se contentaba con actuar como moderador entre las faccio­<br />

nes polarizadas. El descentento crecia incontenide; la<br />

campana abolicionista aumentaba en vigor, y los moderados,<br />

que comprendlan los duenes de las plantaciones, al borde<br />

de la quiebra, decidieren darle la libertad a los escla­<br />

ves, abrazande la causa abolicionista.<br />

El gobierno ya habia perdide el apeye de los rices,<br />

de la aristocracia, y el ejircito estaba titubeande. El<br />

mariscal Deodoro de Fonseca, jefe del ejercite, trato de<br />

aplastar el levantamiento de Santa Ana, pero las tropas<br />

rehusaron pelear contra sus hermsLnes en armas. Al no<br />

acatar las ordenes del mariscal Fonseca, el ejercite<br />

retire su apeye al gobierno, dejandele totalmente inde-<br />

fense.<br />

Al fin, el dia 13 de mayo de 1888, la princesa<br />

Isabel, hija de Pedro II, firmo el decreto abolicionista<br />

que le daba la libertad a los esclaves. Este caus6 la<br />

ruina de muchos dueSos de plantaciones y virtio al pais<br />

en una crisis economica vielenta y virtualmente sin<br />

proteccion.<br />

Las filas revolucionarias, repletas y suplidas de<br />

partidaries y de pertrechos, se serprendieren al ver le<br />

facil que les fue ganar la independencia sin casi derra-<br />

mar sangre hermana. El Emperador estaba en eses dias en<br />

su palacio de verane, Pretropolis, en las placidas y<br />

20


frescas montailas cerca de Rio de Janeiro, cuande se<br />

entero de la calda de su gobierno.<br />

El dia 15 de noviembre de 1889 cayo el segundo<br />

imperio, siendo el Emperador y su familia exiliades<br />

a Eurepa el dia 17 del mismo mes. El Emperador partio<br />

pacificamente, sin demestraciones, respetade por su<br />

pueblo que ahora libre y perpleje encaraba el future.<br />

Ahora el Brasil estaba a la par con sus hermanos de<br />

Latinoamerica; libre a seguir el destine que encau-<br />

zaria su rumbo historico y forjar el Brasil que hoy<br />

cenecemos. En 1891 el gobierno ratifico su primera<br />

constitucion y cambio su nembre al de la Confedera-<br />

cion de los Estados Unides del Brasil.<br />

21


ALENCAR, IRACEMA Y EL BRASIL<br />

El emprender una investigacion de la prosa de<br />

ficci6n brasilefia del siglo XIX es inmiscuirse en una<br />

pesquisa del estudio socio-polltico y economico del<br />

Brasil. En el Brasil, el periodo literario romantico<br />

y el periodo politico romantico no coinciden cronolo-<br />

gicamente hasta 1840. A partir de 1840 y hasta el final<br />

del periodo llamado romantico, en 1889^ se pueden notar<br />

tres fases diferentes del romanticismo brasileno. Estas<br />

fases son coevas y se sobreimponen a traves de estos<br />

anos para crear diferentes ideologias que comulgan en<br />

su preocupacion social y en el destine de la nacion.<br />

Mientras Jos6 de Alencar y Bernardo Guimaraes es-<br />

cribian novelas romanticas entre 1840 y 1889, ellos re-<br />

portaban lo que acontecia en el pais social, pelltica y<br />

economicamente en el afdn de prestar una vision o inter­<br />

pretacion literaria del memento historico en que vivlan.<br />

Como indica Alphonsus de Guimaraes, les dos escritores<br />

querian narrar ". . .o fruto de uma piteresca experiSn-<br />

cia humana e artlstica." Las experiencias que ellos<br />

trataban de narrar databan de fechas diferentes. Sin<br />

embargo, sus obras representan teda la evolucion del<br />

encuentro del hidalgo portugues con el indie noble y<br />

22


salvaje desde los anos de la invasion holandesa hasta el<br />

memento en que los dos autores escribieron.<br />

El estudio de Iracema y de Jupira revela el proceso<br />

de la auto-evaluacion, o sea la evaluacion introspectiva<br />

propia de los valores patries de la nacion y de les es­<br />

critores mismos. En el Brasil, el proceso de la auto-<br />

evaluacion muestra que la mezcla racial influyo desde su<br />

comienzo en el avaluo de los valores patries y per eso<br />

de la evaluacion introspectiva, causando dos vertientes<br />

con una misma preocupacion social. La preocupacion<br />

social no es en si un gran descubrimiento porque muchos<br />

criticos ya la han senalado. La impertancia se encuen-<br />

tra en el hecho de que estos dos autores expusieren el<br />

panorama del mestizaje indie desde sus erigenes hasta<br />

el presente hist6rico en que ellos vivieron.<br />

La preocupacion social creo, come ya ha sido dicho,<br />

dos vertientes de autores. La primera se dirigio al<br />

estudio y a la causa social del indio y del mameluco,<br />

o sea el mestizo de sangre India y portuguesa. Esta<br />

vertiente la representaron, principalmente, Goncjalves<br />

Dias, Jose de Alencar y Bernardo Guimaraes. Este ultimo<br />

escritor ha sido muy poco discutido. La otra vertiente<br />

se preocupo con la causa social del negro, del mulato y<br />

del cafuso, mestizo de sangre India y negra. Esta ver­<br />

tiente fue represent ada primerdialmente por Castro Alves<br />

23


y hasta per el laismo Guimaraes, quien brindo un magni-<br />

fico estudio social brasileno en El hermitafio de Muquem><br />

El desarrollo de esta novela y de esta segunda vertiente<br />

seriL asunto de otro estudio ajeno a esta tesis.<br />

La siguiente investigacion se dirige a la critica<br />

de la primera vertiente ya que existe una multiplicidad<br />

de estudies, principalmente de las obras de Alencar, mas<br />

tambien de las de Guimaraes, pero no se dirigen al tra­<br />

tamiento social del mestizaje en la literatura romantica<br />

brasilefia. Sin embargo, es curioso notar que el examen<br />

de mas de cincuenta escritos historicos y antologices<br />

pertinentes a la literatura romantica brasileSa presenta<br />

una sinfonia critica que repite le ya expuesto per unos<br />

cuantos criticos de categoria. Estos son principalmente<br />

Erico Verissimo, Manuel Bandeira, Sylvio Romero y Antonio<br />

Candido. La tesis de Norwood H. Andrews, Jr. acusa a la<br />

critica repitiente y apoya este juicio al decir:<br />

24<br />

With few exceptions, the critics dealing with<br />

him (Guimaraes) have chosen either to repeat<br />

each other's mistakes or to quarrel among<br />

themselves. Seldom have they seen fit to^2<br />

examine carefully the texts they discuss.<br />

La observaci6n de Andrews se puede comprebar al ver<br />

que estudiosos como Jefre Barroso repiten, en su juicio<br />

de la literatura de Alencar y de Guimaraes, lo mismo


dicho previamente por Bandeira. Es mas, Jefre Barroso<br />

duplica lo dicho por Bandeira, errando miserablemente<br />

al perpetuar el juicio vacio y esteril de su fuente.<br />

Despues de estudiar la obra de Jofre Barroso, es obvio<br />

que la autora no leyo ninguna de las obras que eso cri-<br />

ticar, especialmente las de Alencar y las de Guimaraes.<br />

Jefre Barroso ha sido escogida come critica representa-<br />

tiva, solamente por haber escrito su juicio de la lite­<br />

ratura brasilefia en espafiol y lamentablemente su obra<br />

es un fracaso total en cuanto a su valor critico e in­<br />

terpretative, sin embargo, per su exactitud de copia<br />

sirve como esquema historico. La obra repite nuestra<br />

insistencia en que son pocos les criticos y escritores<br />

que, al abarcar la literatura brasilefia, no caigan en<br />

las premisas esteriles de una critica miope y mal in­<br />

fo rmada. Asi, ellos sucumben ante la mas facil de las<br />

trampas, el plagio encubierto por la verbesidad. Por<br />

eso el campo florido de la literatura brasilefia es el<br />

camposanto de la critica y merece su prepie estudio.<br />

Puesto que nuestro proposito aqui no es el lamentable<br />

estado de la critica, tambien esta ajeno a esta tesis<br />

y ha de ser dejado para dedicarnos a la presentacion<br />

de la base de donde partio el substrate social brasilefio<br />

expuesto por Alencar y GuimarSes.<br />

La previamente citada obra de Goldberg expresa que<br />

25


el Brasil brinda dos periodos literarios y etnicos ba-<br />

sicos. Las obras en el primer perlodo se enfocan en la<br />

mezcla del indio con el portugues, produciendo el mame­<br />

luco. Este periodo, estima (Joldberg, corre desde el<br />

descubrimiento del pais hasta el final del siglo XVTII.<br />

El segundo periodo abarca la mezcla del negro con el<br />

portugues, produciendo el mulato y la mezcla del negro<br />

con el indio, el cafuso. Este perlodo, estima Goldberg<br />

correctamente, corre desde el siglo XIX hasta el presente.<br />

El primero esta fechado incorrectamente. No fue<br />

hasta 1840 que se vie la vertiente indianista de (Jongal­<br />

ves Dias, Alencar y Guimaraes. Estimamos que este perlodo<br />

ha de fecharse hasta el final del segundo imperio en 1889<br />

o a lo menos hasta la muerte de Guimaraes en 1884 ya que<br />

Gongalves Dias habia muerte en 1864 y Alencar en 1877•<br />

Asl, los dos periodos se sobreimponen uno al otro tal como<br />

lo hacen los movimientes o vertientes literarias. Las no­<br />

velas expuestas en esta tesis caben perf ect ajnente dentre<br />

de este perlodo de la intrahistoria social brasilefia.<br />

El perlodo que los escritos de Alencar y Guimaraes<br />

comprenden es el clasificado verdaderamente romlintice,<br />

que data, segun las obras de los mismos autores, de 1852<br />

a 1883. Algunas de sus obras fueron publicadas despues<br />

de las muertes de estos escritores. Este perlodo es el<br />

que segun Hulme ". . .confuses both human and divine<br />

26


things <strong>by</strong> not clearly separating them. ""^^ En general<br />

las obras de este perlodo reflejan la preocupacion con<br />

la idealizacion del ser natural. Desafortunadamente<br />

mucha confusion existla con la elevacion del mortal a<br />

niveles divines o a lo menos sobrenaturales. Al acer-<br />

carse el mortal al nivel divine, se nota una humaniza-<br />

cion del Ser Supremo creando puentes de identificacion<br />

entre los mismos.<br />

Alencar sigue esta tendencia pero evita la confu­<br />

sion cuande crea seres con poderes sobrenaturales como<br />

Perl en El guarani para investir al ser humane con dotes<br />

del Ser Supremo. Al darle estos poderes divines al indie,<br />

el autor le eleva a un nivel superior y le da un aire de<br />

dignidad que hasta entonces no se le habia concedido.<br />

Ahora el indio puede verse favorablemente y hasta ser<br />

imitado. Perl, asi dotado de una fuerza sobrehumana,<br />

puede arrancar de cuajo la palmera, simbelo que ha de<br />

conducirle al future. En Iracema, Alencar presenta a<br />

la India pura y perfecta. Iracema es la virgen que es-<br />

pera la llegada de aquel hembre o entidad que ha de de-<br />

positar en sus entrafias el fruto del pais. Solamente<br />

en seres tan perfectos, o sea divine-naturales como ella,<br />

se puede confiar la posibilidad de alcanzar tal cometide.<br />

La realizacion del engendro culmina el proposito del<br />

autor comenzado en 1857*<br />

27


Alencar ya habia dado en El guarani una vista pre­<br />

via de su mensaje historico y racial. Este era el de<br />

aceptar la union del indio con el bianco y, por consi-<br />

guiente, la de la blanca con el indio para crear una<br />

raza unida en la cual se encentraba el future del pais.<br />

En el mameluco Alencar vela el simbelo redentor de la<br />

sociedad y por eso tanto en El guarani come en Iracema,<br />

unos afies mas tarde, presento su tesis de la union na­<br />

cional. En Iracema la tesis fue cempletada al engendrar<br />

la virgen India y dar a luz a su criatura, el mameluco •<br />

brasileno.<br />

Jose de Alencar no escribio estas obras sin haber<br />

comprendido bien su deber historico. Per ese es triste<br />

ver una critica miope que recita ignorantemente:<br />

. . .per ese sus persenajes, si puestes<br />

deserdenadamente en el marco de las reuniones<br />

mundanas parecen meres titeres con<br />

la cuerda rota, deslizandese per la alfembra<br />

selvatica, adormecides por el murmullo<br />

de las cataratas, o la sembra de les cerpesos<br />

celesos verdes. . • ol4<br />

Esta critica es eco de la de Renalde de Carvalho, quien<br />

recita simpllstamente su juicio sobre el indie de Alen­<br />

car: "Suas paisao teem a subitaneidade e a vielencia<br />

dos temporals, sao incendioa rapides que lavram um ins-<br />

tante, brilham, refulgem e desaparecem." ^ El autor vie<br />

solo el instante pasional y no la tetalidad del persenaje.<br />

28


Goldberg continua esta critica infecunda al decir que<br />

"Brazilians rarely speak of his plots, which are sim-<br />

16<br />

plicity itself. ..." Es de notar que decenas de<br />

criticos comulgan en el juicio de que las obras roman­<br />

ticas carecen de argumento y que son idealizaciones del<br />

indio, o sea ". . .the savage is an ideal, which the<br />

writer tried to poetize . . . and rescuing him from<br />

the ridicule that stultified remnants cast upon the<br />

almost extinct race." ^ La critica tiene la tendencia<br />

de notar solo el rescate historico del indio y no la<br />

presentacion del mismo como el verdadere heredere social<br />

de la naci6n. El pais, al igual que la critica, solo se<br />

preocupaba por el estado social del negro y del cafuso;<br />

por eso Alencar presento en sus obras el asunto del in­<br />

dio y del mameluco para darle a conocer a la nacion no<br />

solo el estado en que vivlan sino su valor innate y he-<br />

reditario.<br />

El salvaje o indio, no es una creacion peetica,<br />

sino una creacion divine natural. Al llegar el primer<br />

colono a America, encontro un continente en un estado<br />

virginal, o sea de pureza propia, y fue el colono el<br />

que lo contamin6 con el mito cristiano, trazando una<br />

tangente que automaticamente categerizaba al indio come<br />

infiel y le incrusto el rotulo de pagano. Lo que estos<br />

propagantes de la fe ignoraron era que los indies eran<br />

29


criaturas en un estado natural. Los romanticos, tales<br />

como Alencar y otros, reconecieron esta calidad innata<br />

del indio y regresaron al pasado para capturar este<br />

estado divine del indio antes de su contaminaci6n. Al<br />

regresar a tal punto conceptual, el romantico rementa<br />

al indio lleno de valores reales y senoriales al tiempo<br />

actual del siglo XIX para presentarlos come dignes here-<br />

deros de su future y de su tierra.<br />

30<br />

Algunos criticos come Antonio Seares Amera estiman<br />

que tal idealizacion del indie es falsa y per censiguien-<br />

te se ha de notar que:<br />

Essa idealizagao, se determineu no seculo XIX<br />

una nogae falsa dos nosses pebres silvicolas,<br />

pelo menos de pente de vista etnografico,<br />

essa falsificagae carregou em si prejuizes,<br />

antes o merito de ter celaberade, decididamente,<br />

na formagae de um clima de profunda<br />

simpatia e interesse pela civilizagao indigena<br />

do Brasil, cuje significado etnice e<br />

historico ja esta hoje suficientemente definido.13<br />

La idealizacion romantica del indie no fue falsa<br />

y sin base natural como ha expresade Seares Amera. Lo<br />

indica Claude L. Hulet cuande describe mejor la base<br />

conceptual de Jose de Alencar y refuta a la vez la cri­<br />

tica de Antonio Scares Amera al sugerir que en sus obras<br />

Alencar:<br />

. . .set out to invoke the entire scope of


31<br />

the Brazilian world he knew in all its fullness<br />

. . . His purpose was to entertain, inform<br />

and encourage virtue. His novels are<br />

great storehouses of information about his<br />

country's national heritage, customs, aspirations,<br />

and language, which explain the true<br />

Brazilian ring of his writing.1^<br />

Dejando aparte el proposito de entretener, se nota<br />

que Alencar quiso brindar a sus lectores el panorama de<br />

la fundacion del pais como entidad Integra para contras-<br />

tarlo con el mundo caotico que este encaraba en el siglo<br />

XIX. Alencar invoco el pasado historico, las costumbres<br />

y las aspiraciones de aquellos antepasados brasilefies<br />

que lade a lade lucharen para sacudir el yugo invaser<br />

holandes. Es a este memento historico que Alencar re-<br />

gresa y fija como fecha del nacimiente del Brasil come<br />

pais unido. Es un hecho que en 1630 todavia existian<br />

tribus indias que vivlan en total sefioria y de estas,<br />

el autor extrajo al indio noble, salvaje y patriotice<br />

que habria de forjar la nacion.<br />

Esta invocacion a un pasado real presenta el deseo<br />

de Alencar de trazar el future del pais desde el punto<br />

glorioso de su historica liberacion holandesa. Alencar<br />

conocio bien la intrahistoria social, economica y pell­<br />

tica brasilena a traves de sus muchos y variados empleos<br />

que le introdujeron al Brasil cotidiano. El habia sido<br />

abogado, director del Diario de Rio de Janeiro en 1856,


ministro de Justicia y candidate al senade de la nacion.<br />

Como periodista y abogado, Alencar habia tenido contacto<br />

directo con la gente de teda clase social y habia visto<br />

exactamente el panorama socio-economico, etnice y poli­<br />

tico del pais. Una vez que habia comprendido la intra­<br />

historia y el memento actual brasilefio, Alencar estaba<br />

listo para dar su version del mismo al mundo. En 1857<br />

aparecio El guarani. Esta obra presento o introdujo<br />

por primera vez el punto de vista alencariano que luego<br />

habria de encontrar su climax en Iracema.<br />

En 1865, el mismo ailo en que publico Iracema y<br />

siendo diputado de su estado de Ceara, dirigi5 al Empe­<br />

rador sus Cartas de Erasmo, una critica expositiva de<br />

la situacion que encaraba el pals. En ellas, el autor<br />

atacaba la falta de intervencion imperial ante tal cri­<br />

sis. El emperador trataba de servir como moderador a<br />

las facciones binarias que se encaraban ante el problema<br />

social del abolicionismo sin rendir una decisiSn defini­<br />

tiva ya que el pals se encentraba en una situaci6n tan<br />

precaria que no teleraba ninguna decision. Pero esta<br />

critica solo incite al Emperador a descartar el nembre<br />

de Alencar de la lista de candidates al senade de su<br />

estado, a pesar de que este habia obtenido el mayor<br />

niimere de votes.<br />

Este gesto del Emperador le hirio y desilusieno al<br />

32


punto de que hacia 1870 llego a firmar sus obras con el<br />

pseudonimo de "S^nio" y a enajenarse del gobierno. No-<br />

tese que "Senio" es el apocope de senior cuyo signifi­<br />

cado es senador o "Esportista que ja ganhou primeiros<br />

primios." Pinalmente Alencar llega a la auto-confe-<br />

sion, en 0 gaucho, de que se encentraba desilusionado<br />

y abatido por la lucha y los afies a pesar de s6lo tener<br />

cuarenta y un afies de edad. A los cuarenta y siete, en<br />

1877, Alencar murioo<br />

Mientras a Alencar se le esfumaba la gloria pell­<br />

tica, la literaria le acogia en su seno. En las paginas<br />

de sus obras expresaba lo que le fue negado en el pise<br />

del senade. Pero la critica esta dividida sobre cual de<br />

sus escritos merece mayor merito. Por ejemple, Bandeira<br />

estima que "No success of his writing career surpassed<br />

21<br />

that of 0 Guarani. " Antonio Candido estima que en<br />

". o .Iracema, em 65, brota, no limite da poesia, como<br />

o exemplar mais perfeito da prosa peetica na ficgae<br />

romantica. . . ." Para nosetros no imperta aqui cual<br />

sea mejor, mas imperta insistir en que Alencar, por teda<br />

su produccion, merece su puesto come critico social en<br />

las letras e historia brasilefia. Seguramente su eminen-<br />

cia historico-literaria tiene base en su continua expo­<br />

sicion literaria del estado socio-polltico y econ6mice<br />

del pais, y no en solo una obra especifica.<br />

33


Alencar abogaba por el indio y por el mameluco para<br />

exponer el estado social en que estos se encontraban.<br />

Asl, el autor queria proveer otra faceta del problema<br />

social y redirigir los esfuerzos nacionales para reme-<br />

diarlo.<br />

En este respecto, el estudio de los indios expuestos<br />

en El guarani, Iracema y Jupira, presenta persenajes bi-<br />

dimensionales que exponen la causa social del indio bra­<br />

silefio. Las dos dimensiones que Alencar, y Guimaraes,<br />

brindan son la humana y la divina. Estos dos niveles<br />

del ser comulgan traspasando sus limites prepies y al-<br />

canzan el nivel bidimensienal donde le divine y lo na­<br />

tural se unen para lograr el cometide del autor. Alencar,<br />

al igual que Guimaraes, estaba mucho mas interesado en les<br />

preblemas que ". . .those kinds of people faced as classes<br />

of society than he was in the personality of the indivi­<br />

dual member of any particular group. Once created, they<br />

live their own lives. . . ."^ El indio brasilefio de<br />

Alencar se separa de su propia sociedad y traza su propia<br />

vida para poder realizar su cometide historico. Es de<br />

impertancia notar que Alencar y Guimaraes dan una vista<br />

tangente que separa en forma bidimensienal las personali-<br />

dades y la realidad fisica y emocienal de sus protagonis-<br />

tas centrales y el ambiente a su alrededor. Este ha de<br />

ser elaborado mas tarde en la conclusion de esta tesis.<br />

3^


y se ha de ver el punto de vista de cada autor a traves<br />

de la misma.<br />

El ser que Alencar crea es un ser pure que al con­<br />

tacto con el bianco comienza a alcanzar su meta histo­<br />

rica. Con Peri e Iracema, Alencar trata de rescatar el<br />

future nacional a traves del rescate de la tradicion<br />

nacional. Tal como dijo Candido, Alencar se dedica a<br />

la ". • .realizacao da tendencia nacional, que vinha<br />

sendo reclamada pela opinion critica y pelo sentimento<br />

# P4<br />

de autonomia."<br />

Los principales seres indlgenas alencarianos, Ira­<br />

cema y Peri, realizan su nacionalismo cuande se acercan<br />

al martirio y cuande se sacrifican para llevar a cabo<br />

su cometida historica. Este auto-sacrificie eleva al<br />

persenaje en Iracema y en El guarani al nivel del ser<br />

divino-natural, una vez alcanzado esta meta, el indio<br />

la mantiene hasta su muerte, y por eso, es un ser per­<br />

fect©. Candido, -^ explica la transici6n del ser alen­<br />

cariano cuande expresa que la realidad humana del ser<br />

de este autor exhibe su soberania sobre el mundo inme-<br />

diato, asi se explica su gran sentide social. Candido<br />

no vie que este ser se postra ante los deberes patries.<br />

Es decir, el indio. Peri o Iracema, se doblegan ante el<br />

desden del portugues porque saben que han de tolerar<br />

este tratamiento para purificarse y asi traspasar su<br />

35


ealidad social y lograr su cometide historico. Ellos<br />

saben que son entidades destinadas a sufrir y a juntar<br />

sus destines y sangres con los del portugues para forjar<br />

la nueva nacion brasilefia. Consecuentemente estos indios<br />

sufren toda clase de injuria y desaires para ser fieles<br />

a su deber nacional y al final logran su mision, la cual,<br />

acierta CSndido, es el brindar las bases de donde "...<br />

proveio a civilizagao brasileira. . . ."<br />

Estas bases encuentran sus ralces en la naturaleza<br />

y en el indio. Si se puede decir que la naturaleza re­<br />

presenta lo bueno del Nueve Mundo y que el indio repre­<br />

senta la esperanza del pais, entonces la naturaleza y<br />

el indio brindan lo bueno y la esperanza del Brasil, y<br />

al reves, que en lo bueno se encuentra la esperanza del<br />

pais. Asl, en la naturaleza se halla la esperanza por­<br />

que el indio es un ser natural y per eso bueno. De este<br />

modo, segun esta homelogia, Alencar aboga que en la na­<br />

turaleza y en su hijo, el indio, restaba lo bueno y la<br />

esperanza de la nacion.<br />

Por ser conservador, Alencar trato de revivir los<br />

ordenes sociales, morales y economicos que habian sido<br />

relegados al olvido por el pase de les anos y por la<br />

mezcla interracial para asl lograr el ansia de reforma<br />

social que se demandaba en la sociedad brasilefia. De<br />

la realidad de la inconformidad social y de las ideas<br />

36


pollticas de libertad broto el ansia de Alencar de crear<br />

una alternativa al problema social y asi darle al pais<br />

un nuevo entusiasmo nacienalista que tanto le hacia<br />

falta.<br />

La exposicion del pasado historico brasilefio por<br />

Jose de Alencar ha sido clasificada como una de exube­<br />

rancia romantica. Aqui se observa el luje prelifico de<br />

detalles historicos de la naturaleza y el deseo en dema­<br />

sia del autor de resaltar lo positive del indie y de su<br />

ambiente para lograr su integracion al panorama nacional.<br />

Este criterio no es del todo equivocado a pesar de la<br />

tardia fecha de la publicacion de sus obras, en especial<br />

las mencionadas aqui, El guarani en 1857 e Iracema en<br />

1865- La exuberancia romantica nacienalista ya ha sido<br />

fechada hacia 1840 con el establecimiento del segundo<br />

imperio. Durante esta fecha existla un ansia per les<br />

ciudadanes de aceptar todo lo oriundo del pais para<br />

lograr un nacionalismo total. Por ejemple, muchas fami-<br />

lias cambiaron de nembre y hasta adaptaren nombres indl­<br />

genas. Entre 1857 7 1865 no se nota en Alencar la exu­<br />

berancia romantica. El autor solo trata de presentar la<br />

diferencia entre el nativismo romantico, el cual solo<br />

llega a exaltar la idea del noble salvaje, y el indige-<br />

nismo nacienalista. El nativismo le die a la nacion un<br />

concepto ideelogico baje el cual se trataba de unificar<br />

57


la conciencia nacional. Este concepto puede ser llamado<br />

ideelogico por el hecho de que el indio ya habia sido<br />

casi eliminado. Alencar trato de ennoblecer al antepa-<br />

sado del mameluco para que, al elevarlo al nivel de sus<br />

progenitores, fuese aceptado como la base de donde habria<br />

de partir la nueva raza brasilefia.<br />

Existe un triangulo que se puede definir en las<br />

obras de Alencar come el triangulo de la naturaleza, el<br />

Brasil y el ser perfecte. Estas tres entidades comulgan<br />

en su concepto solo cuande se considera que la naturaleza<br />

es el Brasil natural y virgen del siglo XVII donde se en­<br />

centraba el indio, el cual segun Alencar, era el ser per­<br />

fecte. El indio, preducto de la naturaleza, es el ser<br />

perfecte brasilefio. Al centaminarse el Brasil con otro<br />

ser perfecte, el hidalgo portugues, que representaba al<br />

europeo, naturaleza nueva que conquistaria al Nuevo<br />

Mundo, las dos entidades se sobreimponen, legrando una<br />

especie de creacion trinitaria. Es decir, la trinidad<br />

del simbelo de Alencar tiene base en la expansion de<br />

ciertos valores como la naturaleza del Brasil, el indie<br />

y el portugues. Ya se ha dicho que el indie y el por­<br />

tugues eran seres perfectos de la naturaleza, por eso<br />

cuande se une al indio con el portugues, se crea otro<br />

ser perfecte, el mameluco. Por la perfeccion de sus<br />

antecesores, el mameluco puede ser considerade como el<br />

38


verdadere heredero del Brasil y de los valores de la<br />

nacion.<br />

Alencar y Guimaraes habian de la naturaleza con<br />

tono amante y la presentan llena de vida, pero, come<br />

toda entidad que vive y muere, esta ha de pasar a tra­<br />

ves de proceses depurativos y selectivos y, como resul­<br />

tado de estos proceses, esta naturaleza viva tambien<br />

esta muriende. Todas las especies que abundan en la<br />

naturaleza brasilefia tambien pasan a traves de estos<br />

proceses y su resultado ha apoyado la teorla darwinista<br />

de la supervivencia del mas fuerte. El indio, cent ami -<br />

nade por el portugues y el portugues, contaminade por<br />

el indio, cesan de ser entidades totalmente indias o<br />

pertuguesas para absorber y asimilar de las dos. A pe­<br />

sar de que se contaminan, no dejan de ser seres perfec­<br />

tos ya que los participantes son, en si, tales. No es<br />

de extrafiar, segun esta teorla, per ese que las dos<br />

indias en las novelas Iracema y Jupira mueran para dar<br />

pase, en forma biologica, a les proceses ya descrites.<br />

Asi, de seres perfectos solo queda el residue, e sea el<br />

mameluco.<br />

En Iracema se aprecia de forma patente el proceso<br />

de la muerte y el de la transformacion de la entidad<br />

del indie. Al evelucionar el indie, este deja de ser<br />

el salvaje libre para ser el siervo del bianco. Asi,<br />

39


el indio comienza a sobrepasar los limites de su propia<br />

naturaleza y a lograr su mision historica. Al morir,<br />

el indio logra la transformacion total de un ser libre<br />

a un ser que libremente ha realizado su cometide. En<br />

su hijo, o sea en el mameluco se encuentra la depuracion<br />

completa de los dos seres que le han dado vida.<br />

La exposicion de Iracema culmina el cicle social<br />

del indio y del portugues e introduce al mameluco. Asi<br />

demuestra que es una obra de interes especial hasta al<br />

etnografe por su revelacion de la intrahistoria social<br />

brasilefia. La novela en si presenta una refrescante<br />

solucion a un pais que necesitaba reselver el problema<br />

social del mestizaje. Esta necesidad se percibe simbo-<br />

licamente en el prepie prologo del autor. Aqui Alencar<br />

trata de justificar su relate al lector, informandole<br />

que este ha de ser uno que ha de presentar ideas nuevas<br />

para aliviar el problema social y enfriar tal asunto<br />

candente.<br />

Para presentar sus refrescantes ideas, Alencar se<br />

vale de una escena casera donde la duefia de la casa<br />

". • .prepara o sabroso creme de burity para refrigerar<br />

o esposo. . . ." ' En el contexto social, la duefia es<br />

la historia y el esposo es el Brasil. Ademas, para el<br />

autor, el recuento historico ". . .e a inspiragae da<br />

patria que volve a ella, agora e sempre, como volve de<br />

40


continue o olhar do infante para o materne semblante<br />

28<br />

que Ihe sorri." El semblante materno es el pais y<br />

el infante es el gobierno. El gobierno ha de buscar<br />

en la metropoli la inspiracion que esta le ofrece para<br />

remediar la situacion. Como toda madre, esta ofrece la<br />

soluci6n con una senrisa que asegura al gobierno del<br />

infante, Pedro II, en su indecision.<br />

La inspiracion nacienalista es le que Alencar le<br />

queria brindar al pais. Cuande el habia del "...<br />

filho ausente, para muitos estrajaho, esquecide talvez<br />

dos poucos amigos, e so lembrade pela incessante des-<br />

af eigao. • . ." ^ Alencar se refiere a si mismo come<br />

el hijo ausente del senade y del gobierno, olvidade por<br />

sus pocos amigos y recordade per el desafecto incesante<br />

a raiz de sus Cartas de Erasmo. Mas al autor no le<br />

imperta porque el se regecija en las auras de les campos<br />

brasilefies que estaban impregnades del nativismo nacional<br />

que tanto faltaba en el gobierno y en las ciudades.<br />

Estas virtudes eran impertantes para el autor y para el<br />

pais en general porque brindaban una fuente inspiracie-<br />

nal para todas las razas que vivieran alii. Alencar, a<br />

pesar de servir al pais, temia que el contenido del libre<br />

no pudiera ser entendido y recibido per los prepies bra­<br />

silefies ignorantes de su intrahistoria y del remonte<br />

historico que el exponia.<br />

41


Al enajenarse del gobierno, Alencar se da cuenta que<br />

no podia servir al pals directamente. Por eso se resigna<br />

a decir que "Quern nao pode ilustrar a terra natal, canta<br />

suas lendas, sem metro, na rude toada de seu antigos fil-<br />

hos." Asl, recordando y recontando la gloria pasada,<br />

con suma simpleza, el autor henra a su patria con su no­<br />

vela.<br />

La novela en si presenta una trama apsirentemente<br />

simple. Esta aparente simpleza ha engafiado a les criti­<br />

cos literarios porque les oculta el mensaje contenido.<br />

El autor presenta a dos jovenes, una India y un seldado<br />

portugues, que se enamoran. En efecte, el idilio amoroso<br />

de estos dos persenajes absorbe al lector y no le deja<br />

notar el contenido social encarnado en ellos, o sea la<br />

tesis alencariana sobre la integracion del indio, el mes­<br />

tizaje y el mameluco. El autor brinda la tesis de tal<br />

forma que trata de mover al lector a identificarse posi-<br />

tivamente con el mensaje social. Visto asi, los dos jo­<br />

venes, Martim e Iracema, sen los vehiculos comunicativos<br />

del autor.<br />

Martim, seldado portugues perdide en las flerestas<br />

brasilefias, se topa con una India virgen llamada Iracema.<br />

Ella, en su susto le hiere de un flechazo pero se enamora<br />

de el arrepentida. Psira seguir a su amer, Iracema deja a<br />

un lade la familia y la tradici6n. Por su parte, Martim<br />

42


se siente atraido hacia ella. Ilusionado por su atrac-<br />

tivo, disfruta de los amores de la joven sin elvidar a<br />

la dama blanca que el amaba. Al peligrar la vida del<br />

joven portugues, los amantes huyen del seno de la tribu<br />

de Iracema.<br />

Una vez solos en la fleresta, viven come esposos.<br />

Esta felicidad conyugal no dura mucho, sin embargo, ya<br />

que Martim se marcha a la guerra y al regresar comienza<br />

a recordar con mas intensidad a su amada blanca. Ira­<br />

cema sufre de amor con la frialdad de Martim y poco a<br />

poco decae. En la ultima partida de su amade, ella ha<br />

quedadp encinta y tiene a su hi jo antes de que el regre­<br />

se. Al fin, Martim regresa para encontrar que ella mue­<br />

re de amor. Desfalleciende, Iracema le deposita en sus<br />

brazos a su hijo y fallece poco despues.<br />

Al morir Iracema, el autor completa el cicle de la<br />

cenquista del Brasil y el papel que desarrellaron las<br />

dos razas participantes, en especial la indigena. El<br />

indio es presentado desde su estado natural y armeniese<br />

hasta su'absorci8n por el bianco, le cual representa la<br />

muerte del estado sefiorial del noble salvaje y el nata-<br />

licie del mestizaje en la criatura mameluca.<br />

Al remontarse el autor al estado noble y salvaje<br />

del indio, o sea al escenario tipe beatus ille que exis­<br />

tla en el Nuevo Mundo y en el Brasil antes de la presencia<br />

43


del conquistador, Alencar comienza la novela con una es­<br />

cena de la naturaleza que recuerda la tecnica pastoril.<br />

La naturaleza armoniosa encubre con su manto a Iracema,<br />

hija de Araken, sacerdote del dies indio Tupin. En con-<br />

traste con el escenario pastoril se nota que ella vive<br />

en el seno de una ". • .guerreira tribu, da grande nagao<br />

51<br />

tabajara. . « . "^ La presencia de la tribu de Araken,<br />

que constaba de unos mil guerreros, es necesaria ya que<br />

acent^ia la idea del autor de que sole a traves del pode­<br />

rlo guerrero y de la unidad de la tribu se puede lograr<br />

la paz.<br />

Apartada de los suyos, Iracema se bafiaba en las<br />

aguas de un manse rio, acentuando la comunion de la natu­<br />

raleza con el indio. Ella es descrita en terminos de la<br />

naturaleza perfecta y, por ese y como ha sido dicho con<br />

anterioridad, Iracema es un ser perfecte. La India es<br />

". . .a virgem dos labios de mel, que tinha es cabelos<br />

mais negros que a aza da grauna, e mais longes que seu<br />

talhe de palmeira." Otras descripciones de la fiso-<br />

nomla y habilidades fisicas de la India acentHan esta<br />

comunion con la naturaleza brasilefia. Por eso en Iracema<br />

# 33<br />

todo esta en ". . .dece harmonia da sesta."<br />

Esta dulce armenia no estaba destinada a durar mu­<br />

cho. La llegada inesperada de Martim precipita la accion<br />

y rompe este cuadro armeniese, contaminajidele con los<br />

44


conceptos del mxindo europeo que el encarna. Cuande el<br />

joven se le aparece de pronto a Iracema, ella, asustada,<br />

le dispara una flecha que le roza la cara. En vez de<br />

tomar venganza, Martim le sonrle. Esta afabilidad y ga-<br />

lanterla presenta las calidades del joven que sen acen-<br />

tuadas en termino de la religion y de su prof esion de<br />

seldado. Martim habia sido ensefiade por su religion que<br />

la mujer era el simbelo de la ternura y el amor, asl que<br />

en vez de tomar venganza, sufria mas del alma que de la<br />

herida.<br />

Al acariciarle la herida y romper la saeta, la In­<br />

dia noble y virgen, simbelo o embajadora brasilefia, le<br />

acepta y le da la bienvenida a su campamento, alejandele<br />

en casa de su padre. AllI, Iracema le lava el restre y<br />

las manes a Martim en sefial de servitud y de humildad,<br />

asl la noble salvaje se postra ante su sefior. Con este<br />

acto, Alencar demuestra cuan facil le fue al bianco con-<br />

quistar al indio y al Nuevo Mundo. La llegada de Martim<br />

presenta al extranjero come vehiculo de ideas nuevas que<br />

han de incorporarse a la civilizacion nacional. Por ese,<br />

el padre de Iracema, conocedor de la presencia de guerre-<br />

34<br />

res blancos en el Brasil, al verle, "Tranquilo, espereu."<br />

La resignacion de Araken revela el estoicismo indio ante lo<br />

inevitable. El sacerdote del dies Tupan acepta el destine<br />

infalible al alojar en su casa a Martim. Ellos entraron<br />

^5


en la cabafia y el joven portugues acent^a el hecho de<br />

que ha llegado a conquistar al sentarse en la ". . .rede<br />

principal. . . . "^^ Al brindarle su hogar, los indios<br />

le brindan santuario y abren las puertas a la centamina-<br />

cion racial inevitable.<br />

La completa aceptacion del portugues se efectua en<br />

los tres niveles ya mencionados; es decir, en el nivel<br />

sacerdotal, representado por Araken, en el nivel de la<br />

naturaleza y de la persenificacion femenina epitomizada<br />

por Iracema, y en el nivel guerrero de la naturaleza,<br />

representado por Peti. Al sentirse acogide en el nueve<br />

ambiente, Martim les cuenta su historia. El le dice a<br />

Araken que su nembre, Martim, quiere decir ". . .filho<br />

de guerreiro. . . . "^ Alencar se vale de la etimologia<br />

latina del nembre Martim, de Marte, para acentuar que<br />

en efecte, Martim era extranjero. Al contarle el joven<br />

su historia a Araken, le brinda unos sucesos historicos<br />

que ocurrieron entre 1603 y 1611, en especial la historia<br />

de Martim Seares Moreno quien se amisto con Peti y su<br />

hermano Jacaura, jefe de los pitiguaras que habitaban la<br />

provincia de Rio Grande de Norte. En Iracema, Alencar<br />

introduce a Peti como el hermano de guerra de Martim y<br />

recrea la vida de este guerrero indio para darle auten-<br />

ticidad e histericidad al relate. Peti representa la<br />

naturaleza guerrera del Nuevo Miindo que hermana al bianco<br />

46


y le ayuda a realizar la cenquista del Brasil,<br />

Alencar continiia valiendose de la lengua indigena<br />

para describir a la virgen India. Iracema habia sido<br />

destinada a poseer el secret© de la jurema y el misterio<br />

del suefie que producia este elixir del dios Tupan. La<br />

bebida era un alucinante que producia suefios tan vivos<br />

e intensos que confundlan la realidad y la fantasia en<br />

la mente del ingeriente. Etimologicamente, jurema^*^ re­<br />

presenta dos ralces, ju, que quiere decir espina y rema,<br />

olor desagradable. De la jurema, nota el autor, viene<br />

la idea de la bebida alucinante que es come una espina que<br />

penetra y causa dolor al que se ponga en contacto con<br />

ellas. Tal es el case en la novela Jupira de Bernardo<br />

Guimaraes. Per eso, ju, que quiere decir espina y pira,<br />

la pira u hoguera donde se queman los infelices amantes<br />

que beben el elixir de sus labios. Jupira es la espina<br />

que penetra el ser y le abrasa y mata. El centraste<br />

entre las dos muchachas se ha de ver en la conclusion<br />

de esta tesis.<br />

Iracema, cenocedora de estos secretes indies, habia<br />

side destinada por su posicion social y por epitemizar<br />

la perfeccion divine-natural y femenina de la naturaleza,<br />

a perpetuar la grandeza de su tribu. Iracema era la uni-<br />

ca que podria servirle de compafiera a Martim. Solamente<br />

una virgen India podria servir tal cometide* Pero, por<br />

^7


desgracia, ella no se daba cuenta de que Martim no podia<br />

amarle porque Si estaba enamorado de una joven blanca.<br />

Martim no podia desprenderse de sus ralces pertuguesas<br />

totalmente a pesar de que Iracema trataba de elevarle a<br />

traves del proceso purgative social. La entrega total<br />

de la India representaba la acegida brindada por el Nuevo<br />

Mundo al portugues. Este, representado por el joven, no<br />

comprendla esta acegida y por eso, Iracema y el Nuevo<br />

Mundo estaban destinados a sufrir por su amorosa entrega.<br />

Para llegarle al corazon, ella le declara su amor al de-<br />

cirle "A flor da mata e formesa quande tem rajna que a<br />

abrigue, e trenco ende se enlace. Iracema nao vive na<br />

alma de um guerreiro; niinca sentiu a frescura de seu<br />

sorriso."^<br />

Para lograr estar en su corazon, Iracema le lleva<br />

al bosque de Tupan y alii le da de beber el elixir sa-<br />

grado. Al ingerirlo, Martim logra traspasar la realidad<br />

de su amer por la joven blanca y de sus lazes eurepeos<br />

para realizar la ilusi6n del amor de Iracema, e sea com-<br />

penetrarse con el Nuevo Mxindo. Al lograrle, los dos jo­<br />

venes traspasan no solo las barreras raciales y seciales<br />

sino ademas les niveles de la realidad y de la ilusion.<br />

La blanca representa la realidad; es decir la dama que<br />

Martim ama. Iracema es la ilusion y pasion que abrasa<br />

a Martim en el Nuevo Mundo. Por ese, la blanca centrasta<br />

48


con Iracema como la realidad con la ilusion. El puente<br />

frigil de la ilusi6n a la realidad es cruzado al ingerir<br />

el joven el elixir sagrado. La ilusion es usada aqui<br />

como el signo que alienta la pasion de los jovenes. El<br />

elixir es el significante que precipita el signo de la<br />

union sexual o la realizaci6n de la esperanza ilusa del<br />

amor de Iracema. Esta union lleva el significado de la<br />

realizacion del mestizaje, o sea de la union racial.<br />

Alencar se vale del elixir para lograr esta cempenetra-<br />

cion entre los amantes y asi superar las barreras secia­<br />

les y raciales, que de otro modo no hubieran cruzado.<br />

La presencia de Martim en la tribu desperto les<br />

celos de Irapuam, cacique tabajara que habia ide al<br />

campamento de la tribu de Iracema para abogar la guerra<br />

contra los pitiguaras y para lograr el amor de la India.<br />

Al enterarse de que un bianco habitaba entre ellos y en<br />

especial en la cabafia de Iracema, el busco a Martim para<br />

matarle y fortalecerse bebiendole la sangre. Esta era<br />

una costumbre vieja de les indies brasilefies que acen-<br />

tuaba la fermacion historica de los participantes de la<br />

novela y les brindaba cierta autenticidad.<br />

En su confrontacion con Irapuam, Iracema le recerdo<br />

que Martim era iin huSsped en su casa y que agraviarle<br />

seria agraviar a su padre. Asi, Alencar se vale de esta<br />

situacion para reforzar la idea del pundenor de les<br />

49


participantes de la novela y para acentuar la proteccion<br />

que el indio orgulloso y honorable le brindo al portugues.<br />

Al regresar al lade de Martim, quien sufria el efecte<br />

del elixir, Iracema le acogio en su seno y pens6 que su<br />

amor era como el viento de los arenales que mata la flor<br />

de los arboles.^ Este pesar y el peligro que el joven<br />

corria forzaron a Iracema a decirle que se fuera. Por<br />

eso, ella le pidio a su hermano Caubi que guiase a su<br />

amade a la tierra de los blancos. Caubi sirve como emi-<br />

sario indigena que se alia al bianco para guiarle y sal-<br />

varle. Pero, al partir ellos, Irapuam les embosco y solo<br />

la amenaza de los pitiguaras, capitaneados por Peti, pre-<br />

vino el desenlace funesto. La ayuda brindada per Caubi<br />

y la presencia de Peti dan enfasis a la alianza entre<br />

el portugues y el indio que Alencar queria presentar en<br />

su obra.<br />

Al ver que esta amenaza habia side un ardid para<br />

salvar a Martim, Irapuam fue a la cabafia de Araken a<br />

demandar su muerte. Araken le informo que si Iracema<br />

le habia entregade al bianco la flor de su cuerpe, ella<br />

moriria, mas el bianco era su huesped y no podia ser<br />

tocado. Araken encarna a traves de esta accion el pun-<br />

donor del padre romantico que trata de salvar la tradi­<br />

cion y los valores existentes de las amenazas externas.<br />

La proximidad de los pitiguaras le brinda a Martim<br />

50


la oportunidad de escapar. Peti, cacique indio, habia<br />

sido buscado por Iracema para que sal vara a su amado.<br />

Mientras tanto, Irapuam y sus guerreros habian tratado<br />

de as altar la cabafia de Araken. La vez de Tupan, mani-<br />

pulada por Araken en un astuto ardid para asustar a los<br />

asaltantes, rugio y ellos retrocedieron, dandole tiempo<br />

a los ajnantes a huir a traves de la caverna de donde<br />

salla el bramido. AllI, ellos encontraron a Peti, y<br />

juntos formularon un plan de fuga.<br />

Esa noche la pasaren juntos Martim e Iracema en la<br />

cabafia de su padre. El joven, creyendo que seria la<br />

ultima noche entre ellos, le pidio que le diese el eli­<br />

xir para asi poder entregarse a ella. Una vez traspa-<br />

sada la realidad racial y social, el bianco podia entre­<br />

garse a la India con todo abandeno. A la manana si­<br />

guiente la virgen sonrela come esposa, pero su dicha<br />

seria corta. Martim, al regresar de las garras del<br />

elixir, ahogo los besos de Iracema diciSndole que los<br />

guerreros de su sangre traian la muerte censigo y por<br />

eso no podlan ser unides para siempre. Esta era una<br />

manera certes de decirle que el matrimonio, a la cris-<br />

tiana, era imposible entre los dos ya que la iglesia y<br />

los valores sociales no lo permitirian. El amor de la<br />

India era correspondido con el pesar del deseo saciade.<br />

El matrimonio efectuado con la union intima era suficiente<br />

51


para cumplir con el rite religiose para el indio, pero<br />

no asi para el bianco. Para el, la ilnica forma de su­<br />

perar las barreras que les apartaban era el uso del<br />

elixir. Por eso, la entrega del indio al bianco fue<br />

dolorosa y fatal para aquel.<br />

Esa mafiana, los guerreros tabajaras se reunieron<br />

para recibir el elixir sagrado de las manes virgenes<br />

de Iracema. Mas ella ya no lo era. Una vez que ellos<br />

lo habian ingerido, la India partio porque la ley de la<br />

tribu no le permitia escuchar los suefios de les guerre­<br />

ros. Ella aprovecho la ocasion para sacar a Martim del<br />

seno de la tribu. En medio de la noche ellos partieren.<br />

Al dejar los campos tabajaras, ella le informo que<br />

no podia separarse de el porque ya era su esposa. El<br />

joven se estremecio al darse cuenta de lo que habia su-<br />

cedido y guardo silencio tras haber pretestade debil-<br />

mente. Despues de un largo descanso ellos fueron alcan-<br />

zados por los tabajaras que habian seguido a Irapuam<br />

para castigar a Martim. En ese memento llegaron los<br />

pitiguaras capitaneados por su jefe Jacadna. Un furieso<br />

combate occurio. Iracema peleo al lade de Martim. Caubi<br />

les vie y les ataco. Es aqui cuande Iracema rompio to­<br />

talmente con su tribu. Como heroina romantica perfecta,<br />

ella le pidio a su amado que no derramase la sangre de<br />

su hermano. Si este tenia que morir, moriria por su<br />

52


mane, ejemplificando asi el pundenor familiar que se<br />

manifiesta en las obras del siglo XIX.<br />

La sangre de sus hermanos de tribu derramada en<br />

el combate le abrasaba el alma; Iracema ya no era "Tia<br />

India tabajara. Ella habia roto sus vinculos con su<br />

familia, raza y tribu y se encaminaba hacia la reali­<br />

zacion de su mision hist6rica.<br />

La posicion que ella habia tomado le arrojaba en<br />

un conflicto angustiose. Era cierto que habia cerce-<br />

nado los lazes que le unlan a su tribu y a su familia<br />

mas esta accion le fue muy dolorosa. Solo su amer por<br />

el joven bianco le guiaba hacia el cumplir de su misiSn.<br />

El dolor se intensificaba ya que Iracema hasta habia<br />

derramado la sangre hermana para salvar a su amado, el<br />

portugues que le habia depositado en sus entrafias el<br />

fruto que deberia heredar el future nacional. Iracema<br />

y Peti se habian unido a Martim juntande sus suertes y<br />

sellando sus futures. Iracema lo resume todo cuande le<br />

le dice servilmente a Martim: "Iracema tudo sofre per<br />

seu guerreiro e senhor."<br />

Despues de pasar un tiempo con los pitiguaras, los<br />

tres amigos se marcharen a explorar las costas brasile­<br />

fias. Ellos encontraron ^^ri^ rada que seria venta j esa a<br />

sus compafieros ya que alii podrian atracar los barces<br />

Portugueses y partir a hacerle la guerra a les holandeses.<br />

53


Alencar presenta aqui no solo una leccion de la geogra-<br />

fla, flora y fauna de la region, sino brinda un repaso<br />

histSrico de las guerras entre los pitiguaras y los ta­<br />

bajaras.<br />

Durante estos viajes, Iracema le informo a Martim<br />

que su sangre vivia en su cuerpe. El guerrero portu­<br />

gues presento una actitud de serpresa, luego de alegria<br />

y proclamo que no deseaba otra patria que la patria de<br />

su hijo y de su corazon. Alencar habia depurade al jo­<br />

ven guerrero al punto de que abrazaba con regocijo lo<br />

que le rodeaba, y se alejaba de sus lazes eurepeos. Con<br />

esta proclama, Martim, representande al portugues, acep-<br />

taba a su hijo, el mameluco come heredero de su patria y<br />

potestad. Al aceptar a su nueva patria, Martim tuve que<br />

pasar a traves de la ceremonia de iniciacion que pasaban<br />

todos los que aspiraban a ser hijos de Tupan. El autor<br />

pinto con todo luje de detalles esta ceremonia, revi­<br />

viendo esta tradicion indigena. Alencar le die asi<br />

histericidad al relate y por eso al mameluco. La cere­<br />

monia solo culmino el proceso depurative y purgative que<br />

atraveso Martim para acogerse al ambiente del Nuevo Mun­<br />

do.<br />

La dicha que Iracema y Martim sentian no estaba des­<br />

tinada a durar mucho tiempo. Mientras tanto, les holan­<br />

deses, llamados tapuitingas, y los tabajaras se habian<br />

54


aliado para atacar a los pitiguaras. JacajSna mando a<br />

llamar a Poti para que le ayudara a defender su terri-<br />

torio© Martim decidio ayudar a Poti como recompensa de<br />

las tantas veces que Poti le habia salvado y para com-<br />

pletar esa union de las clases seciales brasilefias que<br />

culmin6 con la expulsion del holandes invaser en el si­<br />

glo XVII. Los hermanos de guerra marcharon centra el<br />

invaser, recreando asi ese memento historico de las<br />

guerras brasilefias.<br />

Martim no quiso angustiar a Iracema y per ese no le<br />

informo de su partida. Antes de marchar, el clavo una<br />

flecha en un arbol para darle a entender que no deberia<br />

seguir su rastro. Asi, Martim comienza a utilizar mete-<br />

do s indlgenas de comunicacion, acentuando su comunion<br />

con sus nuevos hermanos de fleresta. Ella respeto el<br />

deseo de su esposo y asi lo hizo, mas se sintio abande-<br />

nada y angustiada.<br />

Varies dias despues, Martim y Peti regresaron tras<br />

haber logrado la victoria. Iracema se lleno de alegria<br />

y se regocijo en su regrese. Pero la angustia pronto<br />

habria de regresar. "0 ami go e a esposa nao bastavam<br />

mais a sua existencia, cheia de grandes desejos e nobres<br />

ambigoes." Esta era una referenda directa a Juan VI,<br />

rey portugues, que, en un memento de apuro, encontro<br />

santuario en el Nueve Mundo, mas, cuande la metropoli le<br />

55


llamo, dejo al Brasil, llevandose todo el oro que pudo.<br />

Martim se mostraba angustiado y afiorante. Iracema com­<br />

prendla la razon de esta saudade que sentia su esposo y<br />

llena de congeja, sufrio su abandeno.<br />

Iracema comprendio que Martim queria regresar a los<br />

suyos. Ella sabia que su alma velaba en pes de la blanca<br />

que le esperaba. El proceso depurative y purgative de<br />

Martim habia sufrido un relapse. El habia retrocedide<br />

en su acercamiento al nivel de Iracema y ella descendia<br />

mas para acercarse al de su esposo y ayudarle a elevarse.<br />

Martim pretendia censolarle mas ella le vaticinaba:<br />

"Quande teu filho deixar o seio de Iracema, ela morrera,<br />

como el abati despois que deu seu fruto. Entae o gue­<br />

rreiro branco nao tera mais quem o prenda na terra es-<br />

42<br />

trangeira." Y continua: "Si ela nao merresse ...<br />

Iracema e a felha escura que faz sembra en tua alma;<br />

45<br />

debe cair, para que a alegria alumie teu seio." ^ Ella<br />

sabe que Si necesita su libertad y que una vez dado a<br />

luz a su hijo, su mision historica cesara. Ella ha de<br />

dar a luz a la raza nueva que ha de poblar el pais y<br />

una vez nacida, Iracema, como el portugues, ha de pairtir<br />

para que la criatura se desarrelle y ciimpla su destine.<br />

Iracema ha de sufrir otro reves, ahora tiene a Martim<br />

cerca fisicamente a pesar de no asi emocionalmente, y<br />

le ha de ver partir.<br />

56


Nuevos tambores de guerra se escuchan, los holan­<br />

deses tratan de expander su territorie. Poti y Martim<br />

tienen que marchar de nuevo. Las fuerzas de estos dos<br />

guerreros ganan la batalla, expulsando a los invaseres.<br />

En eses mementos y tal como lo pinta Alencar, ". . .o<br />

primeiro filho que o sangre de raza branca, gerou nessa<br />

terra da libertade, via luz nes campos da Perangaba."<br />

La criatura que nacia sola, baje la proteccion de nna<br />

palma, e sea de la naturaleza, representaba no solo al<br />

mameluco, sine al pais, que nacia para gezar la libertad.<br />

Con esta accion, Alencar cenfirma la herencia natural<br />

del mameluco, el cual es parte de la naturaleza y del<br />

proceso depurative de la misma. Por eso, Iracema le die<br />

el nembre de Moacir, nacido de su sufrimiente.<br />

Caubi, hermano de Iracema y emisarie de la tribu<br />

que reclama lo suyo, decide perdonarle y le manda a ha­<br />

cerle una visita. Al llegar, el se da cuenta de que Ira­<br />

cema, como el pebre pais, abandenade por la decision guber-<br />

namental, apenas tenia leche materna para alimentar a la<br />

criatura.y moria de angustia y soledad. Con este cuadro<br />

triste, Alencar no solo critico el abandeno del pais por<br />

Juan IV, sino tambien al abandeno de su hijo, Pedro I,<br />

los dos gobernantes eurepeos del Brasil durante el siglo<br />

XIX.<br />

Al fin, Martim regresa, pero demasiade tarde. Ella<br />

31


quiere hacerle compafila pero sus miembros le fallan.<br />

Martim se habia demorado visitando las playas que tanto<br />

ansiaba. Una vez que ". . oviu o que desejava, tornou<br />

45<br />

aes campos. . . ." ^ Al regresar, sus pases se haclan<br />

mas lentos y pesados. Tenia miedo de llegar, le remor-<br />

dia la conciencia. Apenas llego se encontro a Iracema<br />

en el camino, la cual desfalleciende le entrego a su<br />

hijo y le dijo: "Recebe e filho de teu sangre. Era<br />

tempo; mens seios ingratos ja nao tinhan alimento para<br />

46<br />

darIhei" Iracema, seca de amor, se habia agetado por<br />

complete de cuerpe y espiritu. El dolor habia censumido<br />

su belle cuerpe. Con sus ultimes suspires le pide que<br />

le entierre al pie del cocotere que tanto Si amaba para<br />

que cuande el viento soplare, pensara que era su vez ha-<br />

blandole entre sus cabelles.<br />

Una vez muerta Iracema, Martim se llev6 al nifie a<br />

otras tierras. Aqui pregunta el autor, casi vaticinando:<br />

"0 primeiro cearense aindo no bergo, emigrava da terra<br />

47<br />

da patria. Havia ahi a predestinagSo de uma raga." '<br />

El nembre de Iracema ya no se oia, come tampeco se<br />

ela el de su hijo. Alencar exponia el abandeno al cual<br />

se habia relegado al indio y al mameluco, per eso cierra<br />

48<br />

su obra al decir que "Tudo passa sobre a terra." Este<br />

comentario se basa en el pase del indio del centre de la<br />

sociedad brasilefia al menosprecio y al olvido de la nueva<br />

58


sociedad portuguesa. A pesar de todo, Alencar cumplio<br />

su proposito recontanto la invocacion historica de la<br />

creacion del primer cearense. Alencar acuso el abandeno<br />

al cual Sste fue relegado. Este abandeno imperial es el<br />

que el autor expuso en sus Cartas de Erasmo, las cuales<br />

le costaron su puesto en el senade brasilefio. Alencar<br />

se angustiaba al ver lo poco que se hacia per la causa<br />

del indio y del mameluco y queria remediarlo. Per eso<br />

emprendio en la escritura de 0 Guarani e Iracema. En<br />

las obras literarias rendla el discurso que, en favor<br />

de los verdaderes herederos del Brasil, no podia alegar<br />

en el pise del senade.<br />

Este abandeno es representado por Martim. Es mas,<br />

al regresar, Martim trajo censigo a muchos Portugueses<br />

para edificar un pueblo. El trajo tambiSn a un sacer­<br />

dote para clavar alii la cruz cristiana. Peti se cen-<br />

virtio para tener un Dies comun con su hermano, visto<br />

que los dos ya poselan un sole corazon. Con la conver­<br />

sion de Poti, y el sacrificie de Iracema se completa el<br />

cicle de la cenquista brasilefia. El pueblo crecio y<br />

gano fuerza y al fin, con la ayuda India, pudieren expul­<br />

sar a los invaseres holandeses.<br />

La critica literaria, tanto brasilefia como la ex-<br />

tranjera, acoge la idea de que Alencar regresaba al pa­<br />

sado para recrear la intrahistoria nacional. El regrese<br />

59


alencariano tenia otro proposito ademas. Este era el de<br />

prestar autenticidad no solo al indio sino al mameluco<br />

como el verdadero heredero nacional.<br />

Para lograr este fondo historico, Alencar recrea<br />

cuidadosamente cada parte de la cadena historica en su<br />

prologo de la novela, y a travSs de la presentacion de<br />

la tribu de Iracema, Araken, Poti y Jacauna, el pasado<br />

historico del Brasil es recreado.<br />

Para demostrar la histericidad del mameluco, Alencar<br />

prueba primero la existencia de sus progenitores, Martim<br />

e Iracema. A Martim le da un hermano llamado Poti; a<br />

Iracema le da como hemiano a Caubi. Peti tiene su propia<br />

autenticidad historica en la persona de Camarao, antes<br />

jefe pitiguara, ahora converse. Martim tiene su propia<br />

autenticidad en la persona de Martim Seares Moreno, joven<br />

seldado portuguSs que al llegar al Nueve Mundo se amistS<br />

con Jacauna y su hermano, Peti. Esta alianza entre<br />

Martim, Jacauna y Poti fue necesaria para prebar que<br />

existian vinculos historicos y cierta amistad entre los<br />

indios y los Portugueses en el siglo XVII.<br />

Una vez establecida la histericidad de Martim con<br />

la introducci6n de element©s externes que prueban este<br />

punto, Alencar introdujo a los tabajaras. Al establecer<br />

a las dos tribus polarias, y a Martim y a Poti en su pro-<br />

logo, Alencar emprendio en su cometid© historic© viajand©<br />

60


a travSs del tiemp© y de la naturaleza. El aut©r crea<br />

a Iracema c©m© el ser perfect© que era el indi© antes<br />

de la cenquista. Su padre era sacerdote de Tupan, y<br />

ella era la escogida entre toda la tribu para ser agra-<br />

ciada con el secrete de su dios y del elixir sagrado.<br />

Iracema tiene proposito y cometide hist6rico ya que en<br />

ella se perpetuara la tradicion indigena.<br />

No cabe duda de que Alencar queria revivir el pa­<br />

sado brasilefi© y regresar al sigl© XVII cuand© t©das<br />

las clases seciales del pais pelearen lade a lade para<br />

expulsar al holandes invaser y forjar un pais integro.<br />

Al regresar a esta centuria, el autor fija en los par-<br />

ticipes de la obra, epitomes cada uno de su raza, la<br />

base de donde ha de germinar el verdadere heredero na­<br />

cional. No es descuido del autor que de la union de<br />

seres tan representatives de su raza naciera un hijo,<br />

al cual su madre bautiza con el nembre de Moacir, hijo<br />

del sufrimiente. Moacir es el primer mameluco y es el<br />

resultado del proceso depurative y purgative que han<br />

atravesado sus padres, en especial Iracema. Con su<br />

muerte, la India completa este proceso. Desgraciada-<br />

mente, Moacir, por su herencia India, esta ccndenad© a<br />

sufrir<br />

Este sufrimient© del indi© y del mameluc© es el<br />

que J©sS de Alencar trataba de acentuar. El autcr<br />

61


c©n©cla bien este sufrimient© ya que c©m© ab©gad©, pe-<br />

ri©dista y funcicnari© public© 1© n©t6 en las calles de<br />

su pais y 1© pr©test6 en las paginas de sus ©bras. Al<br />

enf©car su atenciSn en estas d©s entidades s©ciales,<br />

Alencar trato de ensefiarle a sus compatri©tas que en<br />

ellas se encentraba la esperanza del future nacional<br />

ya que el indio y el mameluco eran l©s verdader©s here-<br />

der©s del Brasil.<br />

62


BERNARDO GUIMARAES<br />

A traves de l©s an©s, la critica literaria ha sid©<br />

muda © ha dich© muy p©c© s©bre Bernard© Guimaraes. El<br />

val©r literari© de este aut©r ha ccmenzad© a ser apre-<br />

ciad© en l©s ultim©s afi©s, per© sus ap©rtaci©nes s©ci©-<br />

pcliticas y eccnomicas n© han sid© expuestas. Tamp©c©<br />

ha sid© vist© su vision pesimista del mestizaje brasi­<br />

lefio del siglo XIX.<br />

Esta vision no ccmparte la exuberancia pcsitiva de<br />

J©sS de Alencar. La vision de Guimaraes es negativa.<br />

Mientras Alencar abogaba por el repaso intrahistoric© y<br />

el apreci© y la aceptacion de las ralces indias de la<br />

nacion para resolver l©s preblemas seciales que encara­<br />

ba, Guimaraes abogaba por el repaso de la realidad pre­<br />

sente para exponer les males sociales del mestizaje.<br />

Alencar habia marchado hacia el pasado historico<br />

para revivir las ralces indias de la nacion. El autor<br />

esperaba darle autenticidad e histericidad al indio y<br />

al exponer el auto-sacrificie del noble salvaje para<br />

darle al portuguSs un hijo, Alencar pretendia darle au­<br />

tenticidad e histericidad al mameluco, hijo del sacri­<br />

ficie de Iracema. Una vez que las ralces comunes genea-<br />

logicas habian sid© pr©badas, Sstas le darian a la<br />

63


criatura mameluca el lugar historico propi© que merecia.<br />

Asi, el mameluc© seria aceptad© c©m© el veid.ader© ser<br />

hereder© del pais y en sus n©bles espaldas descansaria<br />

el futur© nacicnal.<br />

Bernard© Guimaraes n© ccmpartia este punt© de vista<br />

p©rque ya habia lidiad© y vivid© la caotica situacion<br />

social producida per el mestizaje. Para Guimaraes el<br />

mameluc© del sigl© XIX n© era el del sigl© XVII que Alen­<br />

car presentaba. En la actualidad del siglo XIX, los des-<br />

cendientes de la noble Iracema y el brav© Martim habian<br />

degenerad© y caid© del estad© de n©bleza ancestral. Gui­<br />

maraes n© vela s©luci6n al pr©blema social del mestizaje<br />

y de segur© n© ccnsideraba al mameluco com© una alterna­<br />

tiva p©sitiva. Para este aut©r n© habia remedi© a la<br />

situacion social brasilefia. Per eso, Guimaraes tomo al<br />

mameluc© de su sigl© c©m© el punt© de partida para su<br />

n©vela Jupira.<br />

Guimaraes insistia en que el pr©blema social era<br />

contemp©rane© y que las s©luci©nes al mism© habrian de<br />

ser efectuadas en esta centuria y n© en el pasado histo­<br />

ric© atlencarian©. El pr©blema descatnsaba en el mestizaje<br />

mism© y en la ambivalencia racial per la cual el mestiz©<br />

n© p©dia identificarse c©n ninguna de las d©s razas pa­<br />

dres. El mameluco, al igual que el mulato y el cafuso,<br />

ccmpartia l©s mism©3 achaques y preblemas.<br />

64


Para probar su punt©, Guimaraes debio de haber en­<br />

tendido c©n exactitud a Alencar y en especial su obra<br />

maestra, Iracema. En Jupira, Guimaraes brindo la deta-<br />

llada inversi8n de-los valores basicos alencariancs.<br />

Esta n©vela ccrta ha sid© virtualmente ign©rada y la<br />

critica engendrada per ella es limitada y de p©ca pr©-<br />

fundidad. La critica parece haber igncrad© a Guimaraes<br />

p©r el ataque que este aut©r hiz© al cult© alencarian©<br />

del n©ble salvaje y del revivir el pasad© historic© bra­<br />

silefi©. L©s criticcs y escritcres del sigl© XIX se sin-<br />

tier©n atrald©s hacia esta glcrificacion del pasad© bra­<br />

silefi© y perpetuaron el cult© alencarian©. Este senti-<br />

mient© ha sid© ccntinuad© p©r l©s criticcs y escritores<br />

del siglo XX en parte por simple ignorancia del mensaje<br />

expuesto no solo por Guimaraes sino por Alencar mismo y<br />

por no haber leido las obras criticadas. Tambien hay<br />

que considerar lo dificil que es atacar los escritos de<br />

un autor de tan alta estima. Al ataque del cult© alen­<br />

carian© tambiSn se debe afiadir que Guimaraes n© era c©n-<br />

siderad© tan buen pr©sista c©m© Alencar. Guimaraes ha<br />

sid© clasificad© c©m© mej©r narrad©r que pr©sista y se<br />

le ha achacad© que se despre©cupaba de la pureza de les<br />

recursos novellsticos para enfatizar su contenido. Esta<br />

*- 49<br />

opinion es apoyada por Alphonsus de Guimaraes en su<br />

sintesis de Jupira.<br />

65


La critica literaria se ha fijade mas en la forma<br />

que en el contenid© de las ©bras de Guimaraes. P©r eso<br />

y p©r el ataque al cult© alencarian©, n© es de extrafiar<br />

que GuimarSes haya sid© y t©davla sea ign©rad© p©r la<br />

critica y negad© el val©r que merece en la literatura<br />

brasilefia.<br />

El mSrit© de Guimaraes se basa n© sol© en la ex-<br />

p©sici6n verldica de la scciedad de su sigl©, sin© en<br />

la variedad de su ©bra en pr©sa. El estudi© de N©rw©©d<br />

H. Andrews, Jr. presenta cuatr© clasificacicnes en la<br />

n©velistica de Guimaraes; a saber, ncvelas historicas<br />

c©m© El hermitafi© de M©quem, El bandid© del Rl© de las<br />

muertes y ©tras; n©velas dramaticas com© El^ seminarista<br />

y La hija del hacendad©; leyendas com© La garganta del<br />

infiem© y La cabeza del Tiradientes y ncvelas indlgenas<br />

50<br />

c©m© g^ indi© Alf©nso y Jupira.^ Estas clasificaciones<br />

se yuxtaponen ya que se puede notar, per ejemple, tam­<br />

biSn el indigenismo en la novela histSrica ^ hermitano<br />

de Moquem.<br />

En Jupira, el indigenismo que Bernardo Guimaraes<br />

presenta aparenta ser diferente al de JesS de Alencar,<br />

por consiguiente la novela ha sido escogida por ser la<br />

anversa de Iracema. Aparenta ser diferente porque en<br />

realidad no lo es. El indigenismo de Guimaraes remata<br />

el tratamiento social en forma literaria del mismo tema<br />

66


de la integracion comenzad© p©r Alencar; es decir, es la<br />

continuacion del tema de la integracion del indio y del<br />

mameluco al sistema soci©-p©litic© y eccnomic© del Brasil<br />

llevad© al sigl© XIX. La ccntinuacion se n©ta al trazar<br />

la presentacion del indio a travSs de Iracema y de Jupira.<br />

En la obra de Alencar se nota el am©r direct© y l©s<br />

conflict©s resultantes de este am©rl© entre una India<br />

y un blanc©. Notese que n© s©n meramente una India y un<br />

blanc©. Ella es una princesa India en la cual han sido<br />

dep©sitadas las esperanzas de su raza, p©r consiguiente se<br />

nota, en Iracema, una fecundidad digna para continuar la<br />

estirpe India, mientras Martim era un seldado y un hidalgo,<br />

^ma persona tambiSn preducto de una estirpe digna. Los dos<br />

seres son merecedores de la mision historica que era la<br />

creaciSn del mameluco. Ellos merecen perpetuar su estirpe<br />

natural y por eso son dignes de crear la nueva raza brasi­<br />

lefia.<br />

La creacion resultante de esta union no pudo ser sino<br />

una criatura de noble estirpe, respetada y adorada per am-<br />

b©s lad©s, ccm© lo eran Iracema y Martim. Com© se ha vist©<br />

aiiteri©rmente, Alencar trata el tema de la histericidad<br />

del mameluco desde sus ralces. Es decir, regresa al punto<br />

pur© de la creacion © union entre las dos razas. Guimaraes<br />

n© 1© t©ma desde este punt© tan rem©t©, sin© que arranca de<br />

la realidad sccial que Si ccntemplaba. El aut©r 1© presenta<br />

67


un p©c© mas alia de su ccncepcion ya que 1© revela en<br />

un ambiente estSril e innatural p©r no ser parte de nin­<br />

guna de las dos razas pr©genit©ras del sigl© XIX.<br />

Es digna de ©bservacion minucicsa la presentacion<br />

tan cuidadosa y esmerada de Guimaraes. Si se parte del<br />

punt© de vista de que el mestiz© es bi©l6gicamente un<br />

ser de naturaleza y engendr© dual; es decir, de sangre<br />

© estirpe mixta, India y blanca, es un hech© s©cial que<br />

n© pertenece a ninguna de las dcs. El mestiz© hasta es<br />

una criatura que llega a ser abcrrecida, aprcvechada,<br />

exprimida y repudiada per las d©s clases engendranttes.<br />

Tal es el case de Jupira, joven bella de padre bianco<br />

que trabaja en un seminario y de madre India la cual la<br />

abandcna a temprana edad.<br />

Jupira n© es una India pura, ella es la continuacion<br />

y vision de 1© que su autor vela como simbol© del mesti­<br />

zaje. La familia de Iracema era de alcurnia India mien­<br />

tras la de Jupira era una cembinacion de elementos cir-<br />

cunstanciales, por eso se puede decir que el mestizaje es<br />

el resultado de las circunstancias que el Brasil encaraba.<br />

El padre de Jupira trabajaba en el seminario, y su madre<br />

era India. A pesar de que su madre era India, sin embargo<br />

ella no pertenecia a una tribu fuerte y noble come la de<br />

Iracema. Su tribu era en realidad un bande que sole tenia<br />

unos cuantos indies semisalvajes que no se podlan defender<br />

68


por si mismos ni defenderla a ella y a su hija. Hasta<br />

los miembros de su propia tribu quieren entregar a Jupira<br />

a sus enemigos para escapar la furia de ellcs a ralz del<br />

asesinat© de su cacique, Baguarl, a manes de Jupira.<br />

La dualidad de Jupira se nota al no poder ella ser<br />

parte armoni©sa de la naturaleza, tal com© le era Ira­<br />

cema. Por ser mestiza, Jupira carecia de los beneficios<br />

de esa comunion que s6lo la pureza de estirpe puede con-<br />

ceder. Ella no pertenecia tampeco a la raza blanca ya<br />

que todos conoclan su ascendencia. Por eso ella se habia<br />

escapade a la selva varias veces, solo para regresar una<br />

vez que necesitaba del santuario que su padre y el pue-<br />

blecito le podlan efrecer.<br />

Esta dualidad y la inhabilidad de cempaginarse e con<br />

los blancos o con los indies es importante, ya que revela<br />

el punto de vista de Guimaraes respecto el problema del<br />

indie y el de la integracion del mismo a la sociedad bra­<br />

silefia. Este punto de vista se extiende al siglo XIX y<br />

por supueste su papel future en la misma. La asimilacion<br />

o integracion del indio es presentado por este autor come<br />

un proceso de continuacion degenerative y fatal ya que el<br />

mestizo es una manifestacion que viola el orden natural<br />

de las especies. Al violar este orden, carece de lugar<br />

en el orden socio-natural y esta presentado como ser al<br />

nivel de bestia. Y efectivamente, Jupira, por su manera<br />

69


de ser y de actuar, era una bestia.<br />

Esta manifestacion acentua que el mito del noble<br />

salvaje que brotaba de la pluma de Alencar era destrc-<br />

zad© p©r la de Guimaraes. Ya n© es la bella y pura<br />

princesa India Iracema, sin© la mestiza y bestial Jupira.<br />

Ya n© es la brava Iracema que protege a su Martim contra<br />

sus propi©s herman©s de fl©resta, sin© es la traid©ra Ju­<br />

pira la que asesina al indi© que la pretendia y al blanc©<br />

que la engafio. Ya n© es la Iracema que muere per amer,<br />

sino la Jupira que asesina por amer. En pecas palabras,<br />

todas las bellas calidades que Alencar alienta en el mito<br />

de la nueva raza mestiza brasilefia y le concede a Iracema<br />

al engendrar y dar a luz en Moacir, escapan para ser in­<br />

vert i das en Jupira.<br />

Tal come no veia Guimaraes nada bueno ni perdurable<br />

en el mestizaje, el autor no presenta nada bueno ni per­<br />

durable en Jupira. Por eso Si no le concede la fecundi­<br />

dad. Asi ella no puede continuar el mestizaje. Es mas,<br />

la condena a morir la muerte irredimible de la suicida.<br />

Al encontrarse el cuerpe de una j©ven ah©rcada, el cual<br />

se presume ser el de Jupira, el autcr sugiere que ella<br />

se ha ah©rcad© para abs©lverse de sus pecados. He aqui<br />

la condena de Guimaraes del mestizaje y su vision fata-<br />

lista del Brasil baj© tales circunstancias durante el<br />

sigl© XIX.<br />

70


P©r t©d© 1© expuest©, se puede decir que Guimaraes<br />

ha partid© cuidadcsa y meticulcsamente de 1© que Alencar<br />

habia ccmenzad© en Iracema para presentar la degeneracion<br />

que acaece en el mestizaje; es decir revela el pancrama<br />

del mestiz© del Brasil y su puest© en la s©ciedad © la<br />

carencia del mism©. Jupira es la destruccion del mito<br />

de Alencar y la condena del mestizaje brasilefi©.<br />

Al igual que en Iracema, Jupira ccmienza ccn la pre­<br />

sentacion de una escena de la naturaleza armoni©sa. Ju­<br />

pira esta sentada baj© una mata. Esta escena es destruida<br />

rapidamente ccn la descripcion de su madre, Jurema "...<br />

India algum tanto idosa. . . . "-^ Para reccrdar la raiz<br />

linguistica de este nembre, se nota que Guimaraes describe<br />

a esta India no s8le como un tanto ediosa, sino que se re­<br />

fiere ademas a una bebida amarga de olor desagradable para<br />

el que beba de sus labios. Jurema, que en Iracema era el<br />

elixir del dios Tupan que facilita la union entre las ra­<br />

zas, en Jupira es persenificada come la pregenitora de la<br />

mameluca infame que ha de ser la pSrdida de su estirpe.<br />

Al darle calidades de esta naturaleza a Jurema, el autor<br />

le crea un aire despreciable que luego desarrolla a medi-<br />

da que la noche prosigue.<br />

El cuadro de la naturaleza continua con la descrip­<br />

cion de varies indios disfrutando de su escenario natural.<br />

Se puede observar la batalla librada por un cacique indio<br />

71


llamado Baguari con un pez enerme. Baguari le ©frece<br />

este pescad© a Jupira per© Ssta 1© rechaza. Este caci­<br />

que cefiud© esta enam©rad© de la India y la quiere esp©-<br />

sar, per© ella n© quiere nada ccn Si.<br />

Es curies© que Jupira n© desee a Baguari. El es<br />

el cacique mas p©der©s© y ella es una mujer muy atrac-<br />

tiva. La razon del desprecio es mas indirecta que di­<br />

recta. Jupira es mameluca, es la hija de una India y<br />

un bianco que trabaja en un seminario cerca del pueblo<br />

Hamad© Camp© Bell©. P©r ser mameluca, ella n© se sien­<br />

te atraida ni p©r l©s miembr©s de la raza indigena ni<br />

p©r l©s blancos que le tratan de enamorar. Jupira es<br />

una mujer que no se enamora de ningun miembre de raza<br />

alguna. Con la descripcion despectiva de Jurema y la<br />

de Jupira no solo en sus amores sino en su persona<br />

". . .nao de todo linda, mas un pence menos feia e mais<br />

52<br />

bem feita do que as suas companheiras. ""^ Guimaraes<br />

sugiere una ecuacion entre las dos mujeres: Jurema y<br />

Jupira son mujeres malas que saben aprovecharse de la<br />

situacion. Jurema habia abandenade a su esposo varias<br />

veces para regresar cuande deseaba; ella ya tenia hi­<br />

jos con algunos de sus compafieros de fleresta. Jupira<br />

era mas o menos igual. Sin remordimiento, ella se es-<br />

capaba de su casa y dejaba a su padre angustiado y pree­<br />

cupado. Jupira era de sangre fria y de igual corazon.<br />

72


No queria a nadie y 1© pe©r es que n© p©dla amar.<br />

La inversi6n de l©s val©res de la n©vela entre l©s<br />

de Alencar y l©s de Guimaraes ccmienza rapid©. La in­<br />

version mas notable es la de las d©s pr©tag©nistas.<br />

Mientras Iracema es una dcncella virgen y noble, Jupira<br />

es una mestiza dura y frIa. Iracema esta dispuesta a<br />

matar para salvar al hombre que ama; Jupira mata al<br />

h©mbre que le amaba. Jupira, tras haber sid© acosada<br />

por el amante impetuos©, f©rja un ardid para librarse<br />

de Si. Mientras aparentaba dejarse llevar p©r Baguari,<br />

tira al ri© su penacho de plumas. El cacique se arroja<br />

al agua para rescatarlo y ella le traiciona disparand©le<br />

d©s flechazcs. El indi© enfurecido nada hacia la canca<br />

y al acercarse, Jupira reventandole el crane© ccn un re-<br />

mo le mata. Este asesinat© le sirve para desligarse de<br />

la s©ciedad. Al asesinar, ella corta sus ligaduras con<br />

la sociedad India y pront© se desasecia de la blanca; al<br />

enajenarse, llega su triste fin. La cadena de muertes y<br />

asesinatos que Jupira crea no cesa aqui, come se ha de<br />

ver mas adelante.<br />

Guimaraes quiere ensefiar que el indie que vivia en<br />

el sertao o interior, el indio contemporaneo que habi­<br />

taba el Brasil, no era el indio que Alencar habia pre­<br />

sentado para revivir la tradicion indigena nacional.<br />

Es mas, el indie del siglo XIX era un indio que, per el<br />

73


contact© y la guerra ccn l©s blancos, ya habia perdide<br />

su estado sefiorial del noble salvaje. Les indios que<br />

quedaban eran miembros de tribus diezmadas por las cir­<br />

cunstancias que sol© Vivian en su estado natural. Asl,<br />

ell©s iban al puebl© a apr©vecharse de 1© que l©s sacer-<br />

d©tes p©dlan darles, y una vez ©btenid© su b©tln, se mar-<br />

chaban a la selva. De inmediat© se puede ver el cen­<br />

traste entre estos indies y les de Alencar. Los indios<br />

de Guimaraes son haraganes, amorales y aprevechadores.<br />

Los indios de Alencar eran guerreros nobles, ergullesos<br />

de sus tribus. Es mas, Guimaraes describe a los indios<br />

como ". . .brutas alimarias, pence acima das quais se<br />

53<br />

achavan aqueles selvagens na categoria dos entes."^<br />

74<br />

La bestialidad con la cual se adjetiva a estos in­<br />

dios se puede notar en la forma que Baguari corteja a<br />

Jupira y en su rechaze por ella. Esta brutalidad llega<br />

a su cima con la muerte del cacique. Esta muerte vie­<br />

lenta es una escena realista pintada con todo lujo de<br />

detalles. Se puede notar la vivida descripcion del gol-<br />

pe y del crane© rajad© p©r d©nde se le escapaban les se-<br />

sos y los peces que se alimentaban de ellos. La vivida<br />

descripcion continda hasta que el cadaver que le habia<br />

servid© de canoa a los buitres y de past© a los peces,<br />

llega a donde se encontraban sus compafieros acampados.<br />

Al ver el cadaver de su jefe, les indios clamaron


por venganza. Este clamor llego a oidos de los del ban-<br />

do desorganizad© y ccbarde de Jupira. Sabiend© que n©<br />

podlan resistir un ataque, ellos mandar©n a un emisari©<br />

para ©frecer a la India injuri©sa en cambio de la paz.<br />

Jupira se enter6 de esta entrega traicionera y escape de<br />

la selva, regresand© al santuari© de Camp© Bell©.<br />

AllI, ella trata de presentar su ©tra mitad, su ©tro<br />

lado, el lad© blanc© ya que n© le era ventaj©s© para su<br />

seguridad pers©nal el quedarse con sus parientes de fle­<br />

resta. Muchos jovenes del pueblo se habian enamorad© de<br />

la joven, mas ella no les hacia caso. Jupira estaba a<br />

salvo en compafila de su padre y no necesitaba del amor<br />

de nadie; es mas, ella se envilecia contand© la hist©ria<br />

del asesinat© de Baguari. El recuento brutal le servia<br />

de mecanismo de defensa o de barrera para mantener ale-<br />

jad©s a l©s pretendientes y a enajenarse del mund©. Ju­<br />

pira, ccm© el mestiz©, n© brindaba ni aceptaba amor, era<br />

un ser enajenado. Esta marginacion social acentua que<br />

el mameluco es un ser que atrae por su apariencia y re-<br />

pulsa por su manera de ser.<br />

Poco a poc©, la ©rgull©sa mameluca se enamoraba de<br />

un joven que, com© ella, era de ". . .gSni© trefeg©,<br />

ind8cil e insubcrdinad©. . . . "^ Est©s d©s seres, de<br />

diferentes c©mp©sici©nes genSticas, eran analogos en su<br />

psic©l©gla: eran impetu©s©s, ind©mables y duefi©s de si<br />

75


. ^<br />

mism©s. Per© p©r la fuerza del am©r y p©r la atraccicn<br />

de Carlit©, Jupira se perdla a aquel ". . .adelescente<br />

lest©, bem dispost©, e de encantadora presenga . . .<br />

agil e traves so como ela. • . . "-^^<br />

Mientras Jupira maduraba en sus sentimientes ella<br />

comenzaba a amar a Carlito apasionadamente. Guimaraes<br />

describe esta pasion come el sol del desierto que le<br />

devoraba la tez y prof undo como los abismos del rio<br />

donde bafiaba sus miembros infantiles;*^ Carlit© abri-<br />

gaba el s©pl© de la pasion y la fiebre de los dese©s<br />

sensuales. Este am©r ardiente de Jupira y el am©r pa-<br />

si©nal de Carlit© que se enfriaba una vez consumido fue<br />

la causa de los problemas entre amb©s. Mientras Jupira<br />

le amaba ccn todo su corazon y pasion, Carlito se apro-<br />

vechaba de la joven y gozaba de este amor hasta que<br />

otr©s ©j©s le cautivaron; estos eran los oj©s de una<br />

j©ven blanca llamada Rcsalia.<br />

76<br />

Una vez que Carlit© se sintio atraido por la joven<br />

blanca. Si cemenzo a enfriar sus sentimientes hacia su<br />

prima. Jupira se' die cuenta y le rabiaba con tal furor<br />

que Si sentia miedo hacia ella y trataba de disimular<br />

las apariencias, pero no tenia exito. A la vez, Jupira<br />

sabia que lo estaba perdiendo y le espiaba y amenazaba<br />

con la daga que llevaba en su seno.<br />

Al fin Carlito no podia mas y decidio ver a Rosalia.


Jupira se die cuenta y le siguiS, confirmando todas sus<br />

sospechas. Ya ciega de celcs, fue a un© de sus preten­<br />

dientes Hamad© Quirin© y le hiz© un acuerd© p©r el cual<br />

ella seria suya si Si asesinaba a Carlit©. Quirin© se<br />

s©rprendi6 y h©rroriz6 al ©ir tal pr©puesta, per© su de-<br />

se© ardiente p©r la mameluca lo vencio.<br />

77<br />

Jupira habia pasad© la n©che del sabado angustiada<br />

y atormentada por su conciencia. Al llegar la manana<br />

ya no podia mas y quiso abolir el trat©. Per© ya era<br />

demasiad© tarde, puest© que l©s jovenes habian partido<br />

en pesqueria. Al enterarse hacia donde ellos habian<br />

ide, ella corre para tratar de evitar el desastre y,<br />

cuando llega a orillas del rio ve su daga brillar en<br />

la mano de Quirino mientras descendia en los costados<br />

del infeliz amante.<br />

Las escenas brutales de los asesinatos de Carlito<br />

y de los demas sen manifestaciones del realisme descrip­<br />

tive que se puede observar a travSs de las obras de Gui­<br />

maraes. Y en algxinas el autor aparenta aproximarse al<br />

naturalisme por la vividez morbida de la descripcion.<br />

La muerte de Carlito ilustra la tScnica realista-natu-<br />

ralista del autor.<br />

Subita vertigem cobriu-lhe es olhes de uma<br />

nuvem cor de sangue, e antes que ela pudesse<br />

soltar um grito, a faca tinha descido tres


vezes sobre as costas da infeliz vitima, que<br />

sem soltar um ai caiu de brugos n© fund© da<br />

canca gclfand© sangue a©s b©rb©toes.^^<br />

Jupira se encuentra desesperada:<br />

78<br />

Jupira contemplou muda, p©r alguns instantes,<br />

© cadaver de seu infeliz amante com os brag©s<br />

cruzados, os olhos em brasa, engolind© lagrimas<br />

e s©lug©s, que ninguSm p©deria dizer se<br />

eram de fur©r ©u de angustia, de do ou de<br />

terr©r, de rem©rs© ©u de desesperaga©, p©rque<br />

era de tud© d© mesm© temp©.58<br />

Al querer despedirl©, la enl©quecida amante:<br />

. . .abaixcu-se s©bre o cadaver que estava de<br />

brugos, afogado em sangue, voltou-o de costas,<br />

e cobriu-lhe os labios e as faces de ardentes<br />

e repetidos beijos. Transid© de asombro e de<br />

terr©r, Quirin© contemplava aquela cena.<br />

Quande ela levanteu-se com es labios, as<br />

faces e o cole manchados no sangue de Carlito,<br />

estava hediendai • . . Quirino no horrerizado<br />

estava quase a langarse ae rio.59<br />

Ella le detuve y le llamo, abriSndele los brazes.<br />

Al acercarsele Quirino, ella extrajo su daga y en mor­<br />

tal abraze se la clave en el corazon.<br />

Estas escenas sangrientas son las mas vividas de la<br />

novela por el lujo narrative del autor. El cuerpe con-<br />

vulsiSndose de Carlito presenta un impacto fuerte que<br />

deja al lector sufriendo la agonia del meribundo. A<br />

travSs de escenas como Ssta y de su exposicion de las<br />

tensiones narrativas y descriptivas, Guimaraes se revela


com© un gran narrad©r, tal como 1© expresa Ant©ni© Can-<br />

60<br />

did©. Estas tensi©nes encuentran su climax ccn la<br />

muerte de Quirin©.<br />

Un©s dias despuSs un cadaver, que se estimo ser el<br />

el de la infeliz j©ven, fue enccntrad© ah©rcado de un<br />

arbol, cerrando asi el cicle con el cual comenzo la no­<br />

vela. En el principle ella estaba sentada bajo un arbol<br />

y murio ah©rcada de un©. La tScnica circular de Guima­<br />

raes acentua su mensaje; es decir, completa el ciclo del<br />

mameluco con su muerte suicida y la de los amantes de<br />

ella. Sin duda el aut©r se vale de esta tScnica para<br />

cerrar el ciclo de vida del mameluco en el Brasil. Los<br />

cadaveres de los jovenes Servian de alimento a los bui­<br />

tres. No cabe duda de que los buitres de Guimaraes es-<br />

tan bien alimentados. Estas aves representan la natura­<br />

leza que eng©lfa y traga a los que rompen su armonia.<br />

Jupira e Iracema sen victimas fisica y simbolica-<br />

mente de la naturaleza severa ya que en su manto encu-<br />

bridor las d©s jovenes enamoradas pierden su estad© vir­<br />

ginal a seres que las han de hacer sufrir; es decir, la<br />

naturaleza amiga las traiciona porque no les protege en<br />

ese moment© intim©. La fatalidad descansa en que las<br />

muchachas se entregan por amor. Iracema concibe, por<br />

la exuberancia alencariana, el engendro del future del<br />

Brasil: la criatura birracial donde descansaba, segun el<br />

79


autor el future del pais. Guimaraes le permite a Jupira<br />

el g©zo sexual encubierto por la naturaleza, pero pr©nt©<br />

lo detiene alll, en el nivel del g©z© para que n© se<br />

pueda pr©pagar. Es mas, Jupira, al ser infecunda, no<br />

puede sostener ni capturar el amor de su amante, y pront©<br />

le pierde a ©tra mujer. Asi es que el aut©r se vale de<br />

la infecundidad de Jupira para presentar directamente su<br />

punto de vista de que en el mestizo y en el mestizaje se<br />

basa la esterilidad nacional. Por su infecundidad, y<br />

por ser descendientes de seres salvajes, es decir, indios,<br />

el mestizo n© ap©rta hereder©s que contribuyen a forjar<br />

el future del pais. Guimaraes excluye al indio y al mes­<br />

tizo como parte de la naturaleza que les rodea y en su<br />

inf ertilidad les elimina. Esta inf ertilidad es un abrup-<br />

to contraste con la fertilidad que exhibe el pais y la<br />

presentada por Sylvio Romero en Historia da literatura<br />

brasileira.<br />

Jupira es infecunda por albergar en su ser las tres<br />

razones basicas del retraso socio-polltico y economico<br />

del Brasil; a saber: la naturaleza enemiga, el mestizaje<br />

etnico y la corrupcion moral. Jupira engendra 1© funes-<br />

tro de la naturaleza; "Jupira, the half caste, is dark.<br />

Her skin is 'de uma cor original, um rose© acaboclado,<br />

62<br />

ccm© que d©urad© pel©s rai©s d© s©l. . . . ' " Andrews<br />

acierta en su descripcion de Jupira al decir que "Jupira's<br />

80


features as well as her c©l©ring reveal a nature at<br />

©nee sensual and viclent. There is an aura ©f the ani-<br />

63<br />

mal about her. • . •** Ac©rdam©s en que se puede decir<br />

que Jupira n© sol© es funesta, sino violenta, y en sus<br />

carnes lleva el veneno de tod©s l©s que g©zan de sus<br />

braz©s. Ella es la cembinacion de todos los elementos<br />

destructives que emanan de la naturaleza virgen e incon-<br />

trolada, tal como la presentaron varies cronistas sud-<br />

americanos y luego fue expuesta por escritores de la<br />

AmSrica del Sur come Sarmiento, Echeverria y otros.<br />

La etnografia se manifiesta en Jupira ya que ella<br />

engendraba en su ser la sociedad que se desarrollaba en<br />

tome del autor y de la sociedad que el autor estimaba<br />

iba a ser la predominante en el pais. Es evidente que<br />

Guimaraes consideraba Ssta una sociedad estSril en cuan­<br />

to a sus ap©rtes al pais. Jupira, como mestiza tipica<br />

64<br />

". . .clings stubbornly to her Indian ways." Esta<br />

falta de asimilacion y aceptacion de los mSt©d©s de vida<br />

y maneras modernas previenen la integracion del indio y<br />

del mestizo a la s©ciedad brasilefia.<br />

Alencar, por ser mucho mas positive en cuanto a la<br />

aportacion del indio, le permitio a Iracema que conci-<br />

biera; es aqui que los dos autores difieren profundamente<br />

y se continuan cronelogicamente. Es decir, Jupira ne era<br />

la hermana de Iracema, sino su hija. Guimaraes ha tomado<br />

81


la idea del mestizaje de Alencar y ha creado a una nifia<br />

mameluca, desarrollandola a plenitud. En esta amplia-<br />

ci6n del concept© alencarian© por Guimaraes se observan<br />

los d©s lad©s del ser cread© p©r la mezcla de las razas.<br />

En el ser de Alencar se depcsita el futur© brasilefi©; en<br />

el de Guimaraes se n©ta el engendr© estSril y la infecun­<br />

didad del mestizaje nacional.<br />

La vision tangente disecta a estos dos seres y les<br />

separa como si fueraji dos lados de un s©l© ser y exp©ne<br />

sus punt©s buen©s y malos, l©s cuales ya han sid© des-<br />

arr©llad©s en esta tesis. Est©s dos seres, lado a lado<br />

representan el pr©gres© genStico-racial de la poblacion<br />

brasilefia, y tambien junto a su desarrollo historico.<br />

El estudio etnografice descubre la contaminacion de la<br />

raza pura del bianco por la raza pura del indio. En la<br />

superficie se puede decir que les dos autores presentan<br />

la union de las razas binarias. Lo que estos dos auto­<br />

res han creado es la union no solo de razas binarias,<br />

es decir, India y blanca, sino de naturalezas binarias;<br />

a saber la buena y amiga en Iracema y la mala y traicio­<br />

nera en Jupira. Las obras abundan de oposiciones, mu­<br />

chas de las cuales son de base genStica. La manera de<br />

sentir y de amar de los dos persenajes es una de las<br />

oposiciones mas significativas. Por ejemple, el amer de<br />

Iracema y el de Jupira son amores profundes, ardientes e<br />

82


insaciables; amor por el cual las jovenes reniegan a su<br />

propia sangre como se observa en Iracema y en menor gra­<br />

de, © case que pasa casi desapercibido, en Jupira. Una<br />

vez que la joven se enamora de Carlit©, ella n© regresa<br />

a su naturaleza India, y el element© indi© desaparece<br />

tctalmente. Jupira es sol© una mujer celosamente ena-<br />

morada, por consiguiente, el hecho de ser mestiza solo<br />

es circunstancial.<br />

El contraste, o sea la vision de estos dos seres<br />

de lado se nota cuand© sus amantes les rechazan por una<br />

mujer blanca. Sin embargo, el indio deja a su propia<br />

sangre, © sea la afinidad bi©l6gica y genStica para<br />

abrazar al blanc©. El indi© en general, cruza las ba­<br />

rreras socio-geneticas para amar al portuguSs, pero<br />

Sste hace sufrir al indie ya que s8lo desea saciar su<br />

sed sexual. Los dos autores coinciden al decir que el<br />

indio repudia a su propia sangre, permitiend© la ccnta-<br />

minacion que lueg© ha de llevar al amalgamient© sangui­<br />

ne© y a la ccnfusion genStica nacional en el mestizo.<br />

Estas novelas, al igual que sus protag©nistas, pues-<br />

tas de lad© a lad©, exhiben la centinuidad del desarro­<br />

llo genStico que corre entre las dos obras y entre sus<br />

participantes. Como ya ha sido dicho anteriormente,<br />

Jupira es la hija de Iracema y por lo tanto se manifies­<br />

ta el contraste de cada una de estas indias a travSs de<br />

83


la presentacion de cada una de las novelas.<br />

Alencar, patriarca de la escuela que lleva su nem­<br />

bre, presenta la evolucion geneologica perfecta. Es<br />

decir, parte de la raza pura y virginal del indi© y del<br />

p©rtuguSs en el Nuev© Mund© y les desarr©lla genealSgi-<br />

camente al concederles un hijo, el mestizo "pur©." P©r<br />

ejempl©, puest© que Iracema es la dcncella virgen, hija<br />

de grandes guerrercs, de tribu ©rgull©sa, unida y fuerte,<br />

es en ella que s©n dep©sitadas las esperanzas de su tri­<br />

bu y p©r es© de su raza. Ella ha sid© reservada para<br />

engendrar el futur© del pais, mas una vez que con©ce al<br />

jcven p©rtuguSs, siente una atraccion total hacia Si y<br />

se dedica a lograr este amor por imposible que fuera.<br />

Alencar sestiene que, en general, la atraccion del indio<br />

hacia el bianco es biologica y analogamente al indio<br />

como a la India y que es el indio en general el que su­<br />

fre esta atraccion hacia el bianco. La entrega total<br />

entre estas dos razas es diferente. Al enamorarse, el<br />

indio en general se entrega totalmente; tanto Iracema<br />

como Jupira aman desmesuradamente,' hasta reniegan de su<br />

tribu © estirpe. Iracema pelea contra los suyos para<br />

salvarle la vida a Martim. Martim por su parte es mas<br />

fiel a su raza. N© ©bstante de haber gozad© l©s favo-<br />

res y la fl©r del cuerpo de su princesa India, Si pien-<br />

sa en su amada blanca y no la puede olvidar. Al fin.<br />

84


el la va a ver, regresa a Iracema per© es demasiad© tarde;<br />

ya no puede salvarla, y ella muere de un amor que n© ha<br />

sid© c©rresp©ndid© fielmente. Es en en este act© sim-<br />

bSlic© de Martim que Alencar presenta al blanc© que ha<br />

venid© al Brasil y ha g©zad© de la tierra y de l©s fa-<br />

v©res de sus habitantes para lueg© regresar a su patria,<br />

llevand©se las riquezas y dejand© sol© el dol©r y la<br />

miseria. Guimaraes, p©r su parte, critica al indi© ya<br />

que sol© va al campament© bianco para obtener todo 1©<br />

que pueda para lueg© marcharse a la floresta y seguir<br />

su vida selvatica y salvaje.<br />

Al informarle, tanto al bianco come al indie, que<br />

han de unirse ne solo corporal sino ideologicamente,<br />

Alencar reclama el establecimiento de una raza unida,<br />

un solo mestizaje de profundas ralces nacionales para<br />

cortar asi el cordon que les ata a sus razas respecti-<br />

vas. Alencar trata de unir al bianco y al indie del<br />

Nuevo Mundo para enfatizar que las dos razas se nece-<br />

sitan mutuamente para poder subsistir. El autor pre-<br />

supone que el indio, come raza natural, no se puede sal­<br />

var a si mismo, y ni siquiera le puede salvar el bian­<br />

co. El unico camino que le queda es la entrega total<br />

al bianco para unirse y formar una raza cempuesta de<br />

los valores patries de las dos; es por ese que de la<br />

desgraciada y sufrida union de Iracema y de Martim nace<br />

85


un hijo. A pesar de toda su exuberancia, Alencar de­<br />

muestra que la union de las razas ha de ser dolorosa y<br />

penosa. El indi© ha de entregarse y luego morir para<br />

que de aquel am©r ardiente br©tase la semilla que en-<br />

gendrara el futur© del Brasil.<br />

Guimaraes tambiSn presenta un punt© Stnicc, mas<br />

1© recoge donde Alencar lo dejo; es decir, una vez que<br />

Iracema da a luz a su criatura. Con este nacimiente<br />

el lector percibe la ilusion alencariana de la nueva<br />

alba del future brasilefio. Bernardo Guimaraes parte<br />

de esa alba y la transperta al siglo XIX. El autor<br />

quiere exponer la presencia del mameluco en el memento<br />

actual, o sea el siglo XIX, y no se basa en el ambien­<br />

te semi-rousseano que alento a Alencar, ya que ne exis­<br />

tian eses elementos puros de la naturaleza en este si­<br />

glo. Al presentar a Jupira en el siglo XIX, el autor<br />

nota que ella crece en estado de contaminacion natural,<br />

Stnica y moral, come ha de ser presentado a continuacion.<br />

El bando de Jupira, representative del indio fren-<br />

terizo, ya habia perdide su majestuosidad natural. De<br />

este mode y por ser mestiza, Jupira ne es ni princesa ni<br />

India pura. La naturaleza esta contaminada en Jupira.<br />

En la obra y en la India se notan los ambientes pSrfidos<br />

de la naturaleza que estaban ausentes en Iracema, ya que<br />

esta tiltima estaba en comunion con la naturaleza. No es<br />

86


asi Jupira. El hecho de que la India sea mestiza de­<br />

muestra la contaminacion que Guimaraes trata de presen­<br />

tar. La descripcion de los indies y de la tribu e ban-<br />

do de Jupira revela el degenero contaminante que ha su­<br />

frido el indio brasilefio tras su contacto con el bianco.<br />

La muerte de Baguari nos enfoca en el lade grotesco<br />

de la naturaleza de Jupira. A travSs del mestizo se no­<br />

ta la vielencia que emana de Si cuando es acesade por la<br />

sociedad. La mestiza no quiere unirse a otro indio ya<br />

que representaria un pase retrograde en el desarrollo de<br />

la estirpe. En el caso de Jupira este acte representa­<br />

ria el acercarse a la naturaleza y podria haber sido su<br />

salvacion, mas el mestizo repudiaba su sangre India y se<br />

valla de su astucia traidora para librarse del cacique.<br />

Jupira echo su penacho al rio y una vez que Baguari fue<br />

a recogerlo, ella le acribillo a traicion con flechitas.<br />

Se les llajna flechitas porque Jupira usa flechas mas pe-<br />

quefias que las que usaba Iracema para pretegerse de su<br />

propia tribu.<br />

87<br />

Estas flechitas son en si diminutives y son usados<br />

por el autor para decrecer el poder del indie soberano,<br />

el cual era maestro de la saeta. A medida que el pode­<br />

rlo de la raza India pura mengua, tenemes que disminuir<br />

ferzosamente sus articulos, tambiSn. Asi, las flechas<br />

se convierten en flechitas dSbiles y traicieneras que


apenas penetran el dorse del cacique. El es asesinado<br />

con el remo de su canoa. Asi, el autor se vale de otro<br />

instrument© indi© para usarl© en contra del signo bajo<br />

el cual fue cread©. El rem© es el sign© © slmb©l© del<br />

us© de 1© que la naturaleza le ©frece al indio para<br />

viajar a travSs del tiempo. En Iracema, se viaja hacia<br />

el future; en Jupira el viaje, si no retrograde, ne avan-<br />

za ya que el remo solo es usado para causax la muerte<br />

del cacique. Este viaje es retrograde porque el remo<br />

ya no es usado para impulsar a la canoa ni para lograr<br />

asi el regrese a la naturaleza; en vez, este use inver-<br />

tido come arma asesina, previene el regrese de los par­<br />

ticipantes a la naturaleza. Por eso se puede trazar<br />

una linea de continuidad en la inversion de articulos<br />

indios en cuanto a su uso y el uso inverso p©r el mes­<br />

tizo. El penacho, que para el indi© pur© era sefial de<br />

majestu©sidad, es usad© p©r Jupira para engatusar a<br />

Baguari y matarle. Las flechas que representan el pc-<br />

der del indi©, en man©s de Jupira son flechitas que<br />

apenas penetran. El remo que con su simbolo de poder<br />

arroja la canoa s©bre las aguas del ri©, sirve como<br />

implement© asesin©. En suma, en man©s de Jupira t©d©<br />

sirve para eliminar su estirpe India. Para Guimaraes,<br />

per ser traidora y asesina y por ser mestiza que n©<br />

ap©rta al futur© brasilefi©, es decir estSril, Jupira<br />

88


tiene que morir. Su muerte representa el mensaje de<br />

GuimarSes en esta novela de que el mestizo es un ser<br />

estSril J traidor que tiene que desaparecer si el pro­<br />

blema social del pais ha de resolverse.<br />

89


CONCLUSION<br />

El repaso de las dos n©velas, Iracema y Jupira,<br />

hermanas en su perfilar historico brasilefio, expone<br />

literariamente el drama s©ci©-p©lItico y economic© del<br />

Brasil del sigl© XIX. Las d©s n©velas revelan cronelo­<br />

gicamente, es decir sincronicamente, este drama en for­<br />

ma binaria, o sea en epesicion una a la otra, en cuan­<br />

to a los puntos de vista de sus autores. La epesicion<br />

se manifiesta en la creencia alencariana de cue el majne-<br />

luce era el verdadere heredero nacional y que si a Sste<br />

se le brindaba la atencion social requerida, se solucio-<br />

naria el problema del mestizaje brasilefio. Guimaraes no<br />

ccmpartia el criterio alencariano, es mas, partio de<br />

donde Alencar ceso en su presentacion del mameluco y le<br />

expuso tal como Sste existla en el siglo XIX. Al exponer<br />

al mameluco en tal centuria, Guimaraes presentaba todo el<br />

mestizaje en general, revelando l©s problemas que la mez­<br />

cla racial engendraba. Por consiguiente, a pesar de que<br />

los dos autores expusieron el drama del mameluco desde su<br />

creacion con Alencar al siglo XIX con Guimaraes, ellos<br />

difieren en su punt© de vista s©cial.<br />

En tSrmin© de edades se puede decir ccn seguridad<br />

que Iracema es la mayor de las dos y por eso, fue escrita<br />

90


primero. Cuando uno se refiere a la consecutividad de<br />

estas novelas, se ha de tener en cuenta que Alencar pre­<br />

sento su vision social primero ci;jand© public8 Iracema<br />

en 1865« En esta ncvela el aut©r abogo p©r el redescu-<br />

brimiento intrahistSrico del pais. Para lograr esta esta<br />

meta, Alencar partio historicamente hacia el siglo XVII<br />

porque era alii que Si precise les comienzos del Brasil<br />

como nacion Integra a raiz de la expulsion de los holan­<br />

deses.<br />

Alencar le di© autenticidad a los persenajes de su<br />

ncvela al situarlos historicamente y respaldarles con<br />

varies hechos verldicos. Al darle antecedentes reales<br />

a los personajes del sigl© XVII, especialmente a Martim<br />

e Iracema, el autcr les permitio tener un hijo que sim-<br />

bSlicamente represents el primer mameluco. Este mame­<br />

luco tambiSn fue el primer cearense y por ese fue preper-<br />

cicnad© con la misma historicidad y autenticidad que sus<br />

padres. El Sxit© de Alencar depende de que sus compa-<br />

tri©tas acepten a este mameluco como el verdadero here­<br />

dero nacional. Al revivir las ralces historicas y la<br />

intrahistoria del indio, Alencar pretende dar al pais<br />

la solucion social que tanto ansiaba. Expuesta de este<br />

mod©, la tesis de Alencar era simple—si se aceptaba al<br />

indi© y al p©rtuguSs ccm© l©s pr©genit©res del Brasil,<br />

se habria de aceptar por igual a su hijo, el mameluco<br />

91


com© su hereder©.<br />

Guimfiiraes t©ma la premisa de Alencar y la prcyecta<br />

hacia el sigl© XIX. El aut©r presenta al mameluc© del<br />

siglo XIX. Esta criatura, representada per Jupira, es<br />

una pers©na que n© se adhiere a las reglas s©dales ni<br />

de l©s indios ni de l©s blanccs. Ella es una pr©scrita<br />

sccial que por su psicol©gIa austera n© puede s©brevivir<br />

en ninguna de las d©s s©ciedades, y per es© su suicidi©<br />

es inevitable. Guimaraes exp©ne la t©tal inversion de<br />

Iracema y su hijo, nobles de nacimiente y Jupira, conta­<br />

minada por su mestizaje.<br />

Existe, ademas de la inversion de los protag©nistas,<br />

una p©larizaci6n de l©s element©s basicos de las dos no­<br />

velas. Empezando con el escenario, se nota que en Ira­<br />

cema la naturaleza es amiga y esta en completa armonia.<br />

La naturaleza alencariana ayuda a los amantes a escapar<br />

©freciendoles sus cuevas y les encubre la hulda con su<br />

manto nocturne. El lectcr puede encontrar en Jupira mas<br />

elementos que apoyan la naturaleza vi©lenta de los es­<br />

critores romanticos. Estos elementos se manifiestan en<br />

particular cuand© l©s d©s amantes se hacen el amor por<br />

primera vez. Es decir, la naturaleza parece ser enemiga<br />

en Jupira. Por ejemple, es menester notar que los bui­<br />

tres y los peces se alimentan ccn los cadaveres flotantes<br />

En Iracema, los pajaros le sirven de compafila a la India<br />

92


en su angustiosa soledad. Las muertes en Jupira son<br />

traicioner©s asesinat©s como los de Baguari, Carlito y<br />

Quirino, que apoyan la premisa de la naturaleza enemi­<br />

ga; de forma binaria, las muertes en Iracema sen pre-<br />

sentadas come consecuencia de valientes actos de guerra.<br />

Las dcs familias de las protagenistas presentan<br />

ciertos rasgos interesantes. Araken, padre de Iracema<br />

era sacerdote del dios Tupan; JosS Luis, era empleado de<br />

los sacerdotes en el seminario de Nuestra Sefiera Madre<br />

de todos los hombres. Los dos padres sirven a Dies de<br />

una forma u otra. Ellos quieren a sus hijas, mas Araken<br />

esta dispuesto a matarla si ella fuese a entregar la<br />

flor de su cuerpo a Martim ya que ella esta reservada a<br />

servir a su dios. Por su parte, JesS Luis sole quiere<br />

casar a Jupira con cualquiera de sus pretendientes para<br />

que ella se quede en el pueblo y se ajuste a la vida<br />

social entre los blancos. Al cemparar a las familias en<br />

las dos novelas, el lector puede notar que no se conoce<br />

a la madre de Iracema, pero se puede deducir que era In­<br />

dia noble y pura. La madre de Jupira era diferente, ella<br />

era liviana en su moralidad y dejaba muche que desear en<br />

sus calidades fisicas y espirituales.<br />

El hermano de Iracema le ayudo mucho. Caubi trato<br />

de salvar a Martim y al final fue a ver a Iracema para<br />

ofrecerle el perdon de su tribu y a brindarle el regrese<br />

93


a la naturaleza, el cual era la unica salvacion que le<br />

quedaba a la India. Lo mas cercano a un hermano que<br />

Jupira llegS a tener fue su prim© Carlit©, y Sste sol©<br />

le pr©p©rci©n6 la condena del amor incestuos©. Ya se ha<br />

vist© cuan tragica fue la historia de sus amores.<br />

Los enamorad©s de las d©s indias sen personajes di­<br />

ferentes en cuanto a sus personalidades. Irapuam y Ba­<br />

guari estan al mismo nivel en cuanto los dos son caciques<br />

de tribus poderesas. La diferencia estriba en que Ira­<br />

puam respeta a Iracema y ne le somete a ser suya. Bagua­<br />

ri, al contrario, amenaza y acosa incesantemente a Jupira<br />

para obligarle a que sea su esposa; esta insistencia del<br />

guerrero llega a tal punto que el lector aprueba su ase-<br />

sinato y compadece a la India.<br />

Martim y Carlito son opuestos totalmente. Martim<br />

es un noble seldado portugues educado en el uso cabal y<br />

meticuloso de sus facultades, mientras Carlito es un es-<br />

tudiante inconsiderado e impetuose. Martim se enamora de<br />

Iracema una vez que se da cuenta de los valores de la In­<br />

dia. Carlito, lleno de pasion, sole deseaba a Jupira y<br />

una vez que el deseo habia side saciade, se fue con otra.<br />

Las dos indias tambiSn sen opuestas. Iracema es In­<br />

dia pura de sangre, virgen y neble, mientras Jupira es<br />

una mestiza, una mameluca. Por su parte, Iracema sabe<br />

su cometide historico, y continua su estirpe a travSs de<br />

94


su hijo, heredero nacicnal; entretant©, Jupira destruye<br />

el suyo desprestigiand© a su raza, aband©nand©la y ase-<br />

sinand© al unico guerrero que por sus dotes naturales<br />

podria ccntinuar la herencia India. Iracema hubiera<br />

llegad© a matar a su pr©pia gente para salvar a Martim,<br />

per© n© asi Jupira, quien asesina a Baguari y ©rdena<br />

la muerte de su amante bianco. A pesar de que Iracema<br />

abandona a su tribu, ella muere antes de traicionar su<br />

cometid© histSrico, el cual era dar a luz al mameluco;<br />

por su parte, Jupira es expulsada de su tribu y traicio­<br />

na no s8lo a su padre sine a todos les que le rodean.<br />

Mientras Iracema muere de amor dando a luz a su hijo,<br />

Jupira se ahorca poco despuSs de ordenar el asesinate<br />

de su amante, eliminando la posibilidad de la continua­<br />

cion de su estirpe. Iracema es el simbolo de la fecun­<br />

didad del Nuevo Mundo y por ese tiene un hijo con su<br />

amado portuguSs. Este hijo representa el future del<br />

Brasil y la soluciSn alencariana al problema social del<br />

mestizaje. Guimaraes, por su parte no cree que el mame­<br />

luco sea la solucion al problema social y por eso crea a<br />

Jupira, India infecunda que representa todo le male del<br />

mestizaje.<br />

La siguiente homelogia podria simplificar las rela-<br />

cienes entre las dos novelas. Tomande el paralelismo<br />

que existe entre Iracema y Jupira, podemos decir que la<br />

95


primera es opuesta en todo sentide a la segunda tanto<br />

com© 1© s©n asi sus pr©tag©nistas, Iracema y Jupira;<br />

per ccnsiguiente, sus amantes, Martim y Carlito, son<br />

tambiSn binari©s. En las ©p©siciones tenemos que Ira­<br />

cema es a Jupira como Martim es a Carlito; por lo tanto,<br />

Iracema es a Martim como Jupira es a Carlito. Al repre-<br />

sentar Iracema 1© bueno y 1© n©ble de la naturaleza y<br />

Jupira exhibir 1© mal© y salvaje de la misma, ent©nces<br />

podemos decir que Martim es bueno y n©ble, mientras Car-<br />

lit© es mal© y salvaje.<br />

96<br />

Esta misma deduccion se puede aplicar a Moacir y a<br />

Jupira ya que Moacir es infante de padres nobles y bue-<br />

n©s. M©acir es a Jupira como lo bueno es a 1© mal©; p©r<br />

1© tant©, M©acir representa lo bueno y Jupira lo male.<br />

Estas homologias pueden ser aplicadas a cada uno de los<br />

personajes binaries en las dos novelas. MantSngase en<br />

cuenta que lo que se ha de buscar es la inversion de<br />

valores, positives en Alencar y negatives en Guimaraes.<br />

Per consiguiente se puede decir que Jupira no es sole<br />

la continuacion de Iracema, sino es la continuacion de<br />

los valores de la misma.<br />

La inversion mayor se observa en la premisa del<br />

mestizaje. Mientras Alencar presenta un mestizaje pure<br />

y noble, Guimaraes revela la mezcla racial que Si notaba


en su era. Este mestizaje del siglo XIX era male y lleno<br />

de imperfecciones y tenia que terminar. No cabe duda de<br />

que hay muchos mas ejemplos que se escapan aqui, mas la<br />

suma total de todos solo acentuarian el hecho de que Gui­<br />

maraes se valio de Iracema para forjar su Jupira porque<br />

esta tiltima es la continuacion de la presentacion hecha<br />

por Alencar en la primera. Esta continuaciSn de los va-<br />

l©res invers©s de Alencar fue hecha para demostrar que<br />

el meztizo brasilefio habia sido contaminade e impregnade<br />

con los mismos err©res y faltas que cualquier otra raza<br />

que vivia en el Brasil en el siglo XIX.<br />

97<br />

En resumidas cuentas, Guimaraes destruye la idea de<br />

Alencar. Para Si no hay heredero brasilefio mestizo que<br />

pueda resolver el problema social y por eso ne hay sal­<br />

vacion.<br />

Las dos novelas presentan los dos lades del mesti­<br />

zaje nacional brasilefio. Mientras en Iracema se nota el<br />

lado positive, en Jupira se observa el lado negative.<br />

Por consiguiente podemos decir que las dos novelas pre­<br />

sentan los dos lados del mestizaje, es decir, el positive<br />

y el negative y que, lade a lade, las dos obras efrecen<br />

el recuento del ciclo historico del mestizaje desde su<br />

comienzo en el siglo XVII con Alencar hasta el siglo XIX<br />

con Guimaraes.


BERNARDO GUIMARAES<br />

CUENTOS Y TRADICIONES<br />

DE LA<br />

PROVINCIA DE MINAS-GERAES<br />

RIO DE JANEIRO<br />

H. GARNIER, LIBRERO-EDITOR<br />

98


CUENTOS Y TRADICIONES<br />

DE LA<br />

PROVINCIA DE MINAS-GERAES<br />

JUPIRA<br />

CAPITULO I<br />

65<br />

Jupira ^ estaba sentada a la sembra de una cangerana<br />

todavia pequefia, de foliage muy viscose y cerrade, que<br />

daba una sembra fresquisima. Estaba tejiendo una canasta<br />

de pajas de buriti, mientras su madre, India un tanto<br />

vieja, a algunos pases de distancia descuartizaba a un<br />

tiu gordo y grande.<br />

Todo este pasaba a orillas del Rio Grande de Minas,<br />

a algunas leguas mas arriba del cruce, donde Si, al en­<br />

contrarse con el Parnahiba, tema el nembre del Parana.<br />

Como el pequefio arb©l, que le prestaba s©mbra,<br />

99<br />

185


Jupira era tambiSn una fl©r nueva de la selva, que<br />

apenas abria el calix a las brisas del desierto; una<br />

India caboclinha de trece a catorce afios, mas de una<br />

tez un p©co m4s clara que la de sus compafieras de<br />

floresta. Era en el verano de ener©; el ri© estaba<br />

baj©, y en la larga z©na de l©s arenales; que mediaba<br />

entre ella y la fl©resta que 1© b©rdeaba, se velan<br />

dispers©s a algun©s salvages de amb©s sex©s, unos pes-<br />

cando o bafiandose, otros durmiendo o comiendo. El sol<br />

ardientisimo del medio dia reverberaba en el seno del<br />

100<br />

rio y en las arenas de la playa, al punto de ofuscar la<br />

vista; hacia un calor insoportable.<br />

Un poco mas abajo de aquel grupo se veia a un in­<br />

digena de formas truculentas y vigorosas certando las<br />

aguas en todas direccienes, a veces nadando ccn rapidez,<br />

etras flotando a ras del rio, otras sumergiendese de<br />

cabeza en la profundidad de les remolines, y era precise<br />

ejear con mucha atencion para ver que tenia en una de<br />

las manos una linea delgada. Nadie diria que Si estaba<br />

pescando. El indio pesca en la linea peces grandes,<br />

casi como quien persigue a un venado o a un tapir a<br />

travSs de los campos y flerestas. Ccn un pequefie an-<br />

zuelo de pesca, en una linea de tucum de espesor de<br />

un hilo<br />

186


101<br />

de bramante; no sol© l©s pequefi©s bagres y pirapitingas.<br />

sin© l©s corpulentos d©rad©s y crumatas. y les jaus, que<br />

a veces alcanzan el tamafie de un hombre de estatura alta,<br />

y tienen la fuerza de un tore. Apenas el pez se pega a<br />

la carnada, y el indio lo percibe bien atade, en vez de<br />

arrancarlo a tierra, salta al agua y le da linea, acom-<br />

pafiandelo en tedos los saltos que ha de dar por el rio,<br />

tanteando la linea de modo de que no se quiebre, come<br />

quien tiempla las riendas de un petre bravio y fogoso.<br />

La propia fuerza del pez arrastra al indie y le ayuda a<br />

romper las aguas sin fatigarse mucho, y asi, a veces<br />

pairando a ras del rio, etras cortandele tan velez ceme<br />

una saeta, otras sumergiSndese en los obscures abismos,<br />

el indio acempafia tedos sus movimientes hasta que el<br />

pez, extenuado de cansancio, se deja arrastrar facil-<br />

mente a la playa.<br />

DespuSs de haber gastade cerca de media hera en<br />

aquellas eveluciones, el indie se aparecio a la playa,<br />

agarrando con ambas manos por las agallas y arrastrando<br />

con mucho esfuerzo a un pescado enerme que media la al-<br />

tura de su prepie cuerpe, y tedavia el rabe venia abrien-<br />

do un surco en la arena, y se dirigio a la sembra donde<br />

se hallaba la linda caboclinha.<br />

Ijjfl . . , I Jupira.' . . . exclamo seltando el<br />

pescado y dejandolo caer ruidosamente al suele; sS


que no<br />

102<br />

187<br />

te gusta el tiu, que es lo que tu madre tiene que darte,<br />

y fui al fondo del rio a buscar ese pescado para ti; me<br />

costo bastante el arrancarselo al agua. Habia muchacha,<br />

6cual de tus flaces cempafieres es capaz de luchar en el<br />

fonde del agua con un pez como Sste?. . .<br />

Jupira contemplo con admiracion el pescado por unos<br />

instantes, despuSs miro al indie, le hizo un gesto 11-<br />

gero de agradecimiento, y continuo la faena. El indio<br />

se echo de vientre sobre la arena a algunos pases de<br />

distancia y fijo sus ejes ardientes sobre la gentil mu­<br />

chacha. Parecia una truculenta jiboia, pr©curand© fas-<br />

cinar con sus ojos a la timida paloma que pretiende de-<br />

v©rar.<br />

Ent©nces, columi ingrata, dijo el indio me-<br />

neand© la cabeza de un lado a otro, de todo, ino<br />

quieres saber nada del infeliz Baguari?<br />

Por unica respuesta, Jupira se levanto, y tomando<br />

su trabajo fue a sentarse detras de su madre, como para<br />

esconderse del indi© y escaparse de sus ejes deveraderes.<br />

Baguari se puso de pie de un salto, arrancando del<br />

bond© de su pecho un rone© gemid©, mas bien un rugid©, y<br />

dijo;<br />

Jupira, mira que el cangugu cuand© ve el tiern©


103<br />

venadill© por los b©sques, nunca mas le pierde el ras-<br />

tr©, y n© descansa hasta que le meta las garras. Y y©<br />

soy el cangugu y tengo hambre de ti.<br />

IBaguari.* exclamo la madre asustada por su<br />

188<br />

hija, que cada vez se acercaba mas a ella; la mucha­<br />

cha es muy joven todavia. . .mira, ahora es que los pe­<br />

cho s se le vienen llenando. iPara quS cortar la flcr<br />

que t©davia n© ha abiert©; coger los panales de la abe-<br />

ja que todavia no tienen miel?. . .Deja pasar algunas<br />

lunas mas; cuando el ipS dS flores otra vez, Jupira te<br />

abrazara.<br />

iNo hable asi, madre mia.' murmuro la mucha­<br />

cha al oido de su madre. Asi pudiera el ipS nunca<br />

jamas dar flores.<br />

Baguari se retiro silenciese, y llegande al medio<br />

del arenal de la playa golpeo las palmas y solto un<br />

silbido estrindente come el del tapir. La horda que<br />

se hallaba dispersa por las orillas se reunio en tome<br />

de Si. Baguari les mostro el pescado y los salvajes<br />

soltaron alaridos de alegria; en un instante lo divi-<br />

dieron en porciones, llevando cada uno su pedazo para<br />

darse banquete aquella tarde.<br />

Jupira le dijo a su madre:<br />

iNo vio aquel pescado tan grande que Baguari


mats?<br />

Si lo pesco.<br />

Pues ino lo vi, hija mla?. . .Fue para ti que<br />

104<br />

No quiero su pescado, ni nada que pase por sus<br />

manos. Tengo mas miedo de Si que de aquel jau aunque<br />

1© enccntrase en el f©nd© del agua.<br />

De ahi a p©c© rat© la tarde traia s©mbra y fresco<br />

por aquellos magnificos yermos y los indios, bailando<br />

189<br />

de alegria y dandose banquete, con sus alegres alarid©s<br />

hiciercn a las fieras saltar espantadas de sus cuevas y<br />

a les pajarilles dejar sebresaltades sus abrigos de ver-<br />

dura.<br />

Solamente Baguari, que en esta tarde habia inten-<br />

tado inundarse de cauim y de placer en los brazos de la<br />

gentil Jupira, retirado en el mas desconecido escondrije<br />

de la floresta, arrancaba rugidos de amargura y de des-<br />

pecho.<br />

190


CAPITULO II<br />

En su lad© sud©este, la pr©vincia de Minas termina<br />

en un angulo agudo, en una vasta esquina de tierra en-<br />

crustada entre las previncias de Goias y de Sao Paulo,<br />

de las cuales la separan dos ries grandes, el Parnahiba<br />

y el Rio-Grande, que se van a reunir en la punta del<br />

angulo. En esas regiones, sobre las cuales la natura­<br />

leza parece haber vertido abundatemente todo el cofre<br />

de sus favores, treinta leguas, mas e menos, mas arriba<br />

de la confluencia de los dos ries esta situado el semi­<br />

nario de Nuestra Sefiera Madre de les Hombres, fundade<br />

hace cerca de cincuenta afios por les padres de la con-<br />

gregacion de Misienes de San Vicente de Paula en una<br />

vasta y rica hacienda que les habia legade un hacendado<br />

acaudalado de aquellas partes.<br />

La hacienda posee matas de prodigiesa riqueza,<br />

pastes fSrtiles y magnificos, por entre los cuales un<br />

riachuelo caudalcs© va r©dand© serenamente sus aguas<br />

de color de esmeralda, sombreadas por dos margenes de<br />

frond©sa<br />

y verdinegra arb©leda, p©r la que, p©r cierto, le han<br />

dado el n©mbre de Ri© Verde. Atraviesa las campifias<br />

105<br />

191


106<br />

mas hermcsas y risuefias entrecortadas por matas exube-<br />

rantes y palmares pintorescos, y va a perderse en el<br />

Rio Grande, que pasa a cinco © seis leguas del semina-<br />

ri© ©cultando su curso entre plantas gigantescas y pro­<br />

fundas .<br />

Por las inmediaciones del seminario se fueron<br />

agregando lueg© algun©s m©rad©res y en t©rn© de Si se<br />

construyeron algunas casitas dispersas por la campifia,<br />

de suerte que logro ser Hamad© Camp©-Bell©, n©mbre<br />

que le cuadraba perfectamente, y se cenvirtio en una<br />

pequefia aldea.<br />

Per aquelles lugares distantes vagaban por ese<br />

tiempo algunos rest©s de tribus salvajes venidas de<br />

G©ias y de Mat© Gr©ss©, ya alg© familiarizadas con la<br />

sociedad de los blancos, mas conservando todavia los<br />

habitos selvaticos y la independencia de la vida erran-<br />

te. Los padres hiciercn reiterados esfuerz©s para 11a-<br />

marl©s al gremi© del cristianism© y de la vida s©cial,<br />

indcctrinarlcs y utilizar sus servicics.<br />

L©s misi©nari©s de San Vicente, sin embargo, no<br />

parecen estar d©tad©s de aquel tin© y habilidad, de l©s<br />

cuales dispcnian l©s discipulos de Ignacio de L©y©la<br />

para catequizar a los indlgenas. A veces consiguieron<br />

reunir en la hacienda algunos band©s; mas nunca alcan­<br />

zar on<br />

192


107<br />

que se sujetasen por mucho tiempo a un trabaj© ccntinu©<br />

y regular.<br />

Atraid©s p©r el dese© de ©btener algunas r©pas,<br />

herramientas, armas y baratijas, acudian de cuand© en<br />

cuand© al seminari©; mas al fin de un© © d©s meses<br />

cuando mucho, se aborrecian del trabajo, se entregaban<br />

a su indolencia natural y, si se les insistia, ellcs<br />

se apartaban, desaparecian y se internaban de nueve<br />

por las matas del Rio-Grande, continuando su vida no-<br />

mada y selvatica.<br />

En uno de eses bandes, que se acogian a veces a<br />

la hacienda de Campo-Bello, habia una caboclinha joven<br />

de nembre Jurema, no del todo linda; mas un pece menes<br />

fea y mas bien hecha que sus compafieras. JosS Luis,<br />

joven bianco y bien dispuesto, empleado del seminario,<br />

agrado de ella, y per tal arte supe catequizarla, que<br />

al fin de algun tiempo Jurema le di© una linda y vig©-<br />

r©sa nifia.<br />

C©n©cedores del hecho, los padres indujeren a JesS<br />

Luis a casarse con la India. Se bautizaren al mismo<br />

tiempo la madre y la hija, y el dia siguiente el padre<br />

y la madre se unieren en ligitime matrimonio. Jurema<br />

cambio su nembre selvatico per el de Ana y la hija, que<br />

la madre llamaba Jupira, per el de Maria.<br />

Los indios no pusieron dificultad alguna en dejarse


autizar, casarse y recibir todos los demas<br />

sacramentos de la iglesia; mas es© era para ell©s un<br />

108<br />

acto sin consecuencia. Al dia siguiente, se olvidaban<br />

de sus nuevos nombres, y los esposos se separaban con<br />

la misma facilidad con que se quitaban l©s vestid©s,<br />

para t©mar de nuev© la arasoia, y regresaban a l©s ma-<br />

t©rrales para ser tan buen©s ad©rad©res de Tupan, ccm©<br />

antes.<br />

Acontecio, pues, que un belle dia, la espesa de<br />

JosS Luis se acosto y no amanecio, desapareciende con<br />

sus hermanos en Tupan, y llevando censigo a su hija,<br />

todavia de pechos. Jose Luis se afligio y sufrio su-<br />

mamente con este acontecimiento; hizo diligencias in-<br />

mensas para recuperar a lo menes a su hija pues ccn la<br />

madre ya ne contaba mas a raiz de tal procedimiento.<br />

Mas tedos sus pases fueron perdides y despuSs de<br />

un afie de pesquizas y excursiones por los bosques, se<br />

desanimo. • •<br />

Las flerestas son inmensas y aquella gente no<br />

tienen lugar fijo ni per una semana.<br />

Ya habian pasado mas de dos afios cuando Jurema<br />

sin mlis ceremonia entro por la puerta adentro y se le<br />

presento conduciendo por la mano a la pequefia Jupira,<br />

y ya con otro caboclinho a cuestas, acurrucado en un<br />

193


saco de buriti, que tenia sujeto a la cabeza, come es<br />

costumbre entre las indias.<br />

109<br />

194<br />

Ella se le apareciS a su marido sonriendose tranquila y<br />

fresca, como si nada hubiese acontecido, como si se hu-<br />

biesen separado la noche anterior. JosS Luis se quedo<br />

atonito ccn aquella visita inesperada; sin embargo, ma­<br />

yor fue su alegria que su espanto, y die gracias al ole­<br />

ic, que le restituyo a su hija, a la cual el trato luego<br />

de poner en buen recato y seguridad, despidiendo cortes-<br />

mente a la madre, que con eso n© mostro ni leve dolor;<br />

pues segun las apariencias ya tenia esposo nueve en el<br />

bando de les suyos.<br />

Receloso, JosS Luis, que su hija ne fuese llevada<br />

de nuevo a les mates por su madre, la guardo con toda<br />

cautela, confiandola a les cuidades de una parienta vie­<br />

ja que era su casera y no respiro tranquilo hasta que<br />

Jurema no desaparecio con todo su bande de las inmedia­<br />

ciones de Campo-Bello.<br />

La nifia crecia linda, graciesa y traviesa come una<br />

nutria. Tenia mucha vivacidad y agudeza, mas les ins-<br />

tintos selvaticos prevalecian en ella y fue con mucha<br />

dificultad que su padre, al fin de siete anos, consiguiS<br />

que ella adquiriese algunas costumbres civilizadas, an-<br />

dase vestida, cosiese, leyese, y escribiese algunas cosas


110<br />

Muchas veces la veian agarrar por los bosques casi des-<br />

nuda, trepada como una mona en las ramas mas altas de<br />

los arboles mas altos, o nadando en los profundes reman-<br />

sos<br />

del Rio Verde, a riesgo de ser devorada por algun jau,<br />

bagre o sucuri.<br />

Jupira era todavia una nifia interesante y per las<br />

singularidades de sus calidades fisicas y morales, era<br />

el deleite de toda aquella peblacion pequefia.<br />

Andaba de casa en casa, y en todas ellas era muy<br />

195<br />

querida y festejada. A veces tambien entraba en el se­<br />

minario y alii se hacia del regale y las delicias de les<br />

padres y de les estudiantes.<br />

Sin embargo, cuande per alii se hallaba algun bande<br />

de sus parientes de la selva, ne queria salir mas del<br />

medio de ellos; ya les conecia bien la lengua, de la<br />

cual ya balbuceaba algunas palabras, cuando habia re-<br />

gresado del bosque. Por ese muchas veces servia de in-<br />

tSrprete entre los indies y les padres al sumo gusto y<br />

placer de todos. Solamente Jose Luis — y con razon —<br />

se afligia mucho ccn ese, y no le gustaba nada ver a su<br />

hija tan aficionada a les parientes del bosque. El se<br />

irritaba, peleaba, castigaba, mas era en balde; la incli-<br />

nacion que la nifia tenia hacia los suyos era irresistible.


Jupira ya tenia nueve afios, yendo a diez, cuando<br />

su madre, despuSs de vagar largos afios por las fleres­<br />

tas de Goias, Para y Mat© Gr©ss©, v©lvi6 a aparecer en<br />

Campc-Bell© con la horda a la cual pertenecia.<br />

1 Jupira.'. . .exclamo la India apenas puso los<br />

Ill<br />

196<br />

©jos en su hija. Esta tambiSn reconocio inmediatamente<br />

a su madre, le salto al cuello y nunca mas quiso dejar-<br />

la.<br />

Jose Luis se quedo lleno de gusto y de inquietud<br />

con la reaparicion de la madre de su hija. Esta vez re-<br />

doblo los cuidados y las precaucienes. Jupira, sin que<br />

ella le supiese, ne andaba sin un centinela a la vista.<br />

Era un prime suye, un sebrine de JosS Luis, llamado Car­<br />

los, y a quien tod©s llamaban Carlit©, p©co mas viejo<br />

que ella, rapaz vivo y despierto como un diablito. No<br />

habiend© p©did© quedarse en el seminari©, p©r razon de<br />

su genio travies©, ind©cil e insubordinado, frecuentaba<br />

como extern© la escuela primaria, dcnde se comportaba<br />

muy mal. Entretant©, era excelente para servirle de<br />

compafiero de juegos y al mismo tiempo de sentinela a su<br />

prima durante el dia, porque de noche ella dormia bajo<br />

Have en compafila de la vieja casera de JosS Luis.<br />

Todavia, a pesar de todas esas precauciones, una<br />

bella mafiana, Jupira no amanecio en casa. Se habia


descubri6 un pedazo del tedado. salt6 hacia afuera y<br />

ae fue para las selvas en compaMa de su madre.<br />

112<br />

197


CAPITULO III<br />

Esta segunda fuga fue mucho mas dolorosa al corazon<br />

de Jose Luis que la primera. Ya amaba extremadamente a<br />

su hija, y tenia la mas tierna solidtud por aquella ni­<br />

fia interesante, cuya criaciSn le habia costad© tant©s<br />

cuidados y desvelos, y cuyo fruto en un solo memento ha­<br />

bia visto desvanecerse. Era la semejanza de una flor<br />

peregrina y rara, en cuya cultura el jardinero se esmera<br />

con el mas desvelado amor. Un dia, sin embargo, cuando<br />

por la mafiana va a visitar el tierno beton, que de dia a<br />

dia ansia ver desbrecharse en flcr, la halla cortada per<br />

la. raiz, per gusane dafiino, marchita y perdida para siem­<br />

pre.<br />

JesS Luis hizo muchas diligencias para volver a te­<br />

ner a su hija, mas siempre sin resultados. Bien quisie-<br />

ra Si para revindicarla, armar una bandera y llevar la<br />

guerra a todas las tribus salvajes, come un dia Menelae<br />

llevo a teda la Grecia armada a los mures de Troya para<br />

reconsquistar a su esposa, que un caballerete le<br />

habia seducido y robado. Mas no le era eso posible, y<br />

199<br />

se contentaba en dirigir suplicas al cielo y hacer pro-<br />

mesas a Nuestra Sefiera Madre de les Hombres para que le<br />

restituyese a su hija.<br />

113


En las selvas, Jupira crecio linda y garbosa como<br />

la palmera de las campifias, mas esquiva y soberbia come<br />

la ema, reina de las praderas. Sus gracias fascinaron<br />

la vista de tedos los bugres jovenes, que la segulan,<br />

114<br />

admirandola y adorandola come a un manito caido del cielo;<br />

mas a ninguno de ellos le fue dado el coger de aquella pe­<br />

regrina flor de las selvas. Baguari era jefe de una fuer­<br />

te y numerosa horda extranjera. Encontrandese con el ban-<br />

do de Jupira y encantado de su belleza, abandeno a les su­<br />

yos para seguirla.<br />

Mas Jupira hula de Si come una timida nutria huye del<br />

caiman, e come la paloma se esconde del gavilan. Era a la<br />

sembra de su madre que venia jadeante y espantada come la<br />

caza acosada por el jaguar, a abrigarse de las persecusio-<br />

nes del cacique. Temerosa de caerle en las garras, la mu­<br />

chacha mal osaba separarse a algunos pases de la compafila<br />

de los suyos.<br />

Les otros bugres, pretendientes de los faveres de Ju­<br />

pira, que sabian de las intenciones de Baguari, furiesos<br />

de rabia y de cele, y no osande openerse violentamente al<br />

poderoso cacique, aunque se dejaran devorar unes a otros,<br />

se unlan para darle cara<br />

200<br />

al enemigo comun y mas fuerte, y segulan y vigilaban por<br />

todas partes a la hermosa dfia a fin de obstruir que el


115<br />

cacique legrase sus intentos. Asi, Jupira, sin querer y<br />

sin pensarlo, tenia siempre al pie suyo, una escolta ac-<br />

tiva y vigilante para defenderla contra cualquier tenta­<br />

tiva violenta de su safiudo amante, come suele acontecer<br />

entre les animales brutes, pece por encima de los cuales<br />

se hallaban aquellos salvajes en la categoria de los en-<br />

tes. Baguari era valiente y terrible; membrudo y robusto<br />

come el tapir, agil y velez come la pantera, ya habia so-<br />

focado en sus brazos a uno de sus ri vales, y traspasado<br />

el corazon a otro con una flecha, por haber osado ellos<br />

disputarle abiertamente la posesion de la hermosa Jupira.<br />

Mas era solo, y detestade por todos, y eran muchos contra<br />

Si. Por eso tambiSn habia cohibicion y recele de parte<br />

de Si.<br />

El trenco del ipS ya se habia ado made de nuevo ccn<br />

sus rames henchidos de fleres amarillas. Baguari, que<br />

conforme a la promesa de Jurema, estaba esperande con<br />

impaciencia aquella estacion, la buscS a ella y le dijo:<br />

Mira, Jurema; el ipS ya esta floreciendo. Es tiempo<br />

que tu cumplas la promesa que me hiciste, y entregarme a<br />

tu hija.<br />

lAhJ IMadre mia.' IMadre mia.' Dame antes a un<br />

sucuri, exclamo Jupira apretandose a su madre.<br />

Jupira, dijo Jurema a su hija, mira<br />

201


que Baguari es fuerte, es que te quiere mucho. Ve con<br />

Si, hija mia.<br />

116<br />

Si mi madre se obstina, yo irS a lanzarme en la<br />

lagiina de los sucuris, replico la nifia con firmeza.<br />

La laguna de los sucuris era un pantano que por<br />

alii habia y donde existla una enerme cantidad de eses<br />

formidables reptiles. Quien en ella caia era irremisi-<br />

blemente deverade por les monstrues. Jurema sabia que<br />

su hija era bien capaz de poner en practica su amenaza,<br />

y le dijo al cacique:<br />

iEstas oyendo, Baguari? ella no te quiere<br />

todavia. Es que todavia no es tiempo. Espera tedavia,<br />

Baguari;. . .mas tarde. . •<br />

ICallate, hija de Anhanga.' bramo el indie<br />

rugiendo y batiendo el pie con fuerza Ino te quiero<br />

escuchar mas, cascabel engafiadora. . .ni hoy ni nunca.'<br />

Oyendo los gritos y viendo la actitud amenazadora<br />

del cacique, los otros bugres, que estaban en la cua-<br />

drilla, se aproximaren con arco y flecha en pufie, mur-<br />

murando palabras de amenaza. Baguari les lanzo en vez<br />

una mirada furibunda, solto un rugido de rabia y de des-<br />

pecho y se retiro lentamente resonando come un tigre en­<br />

furecido.<br />

Viendo que ni por bien ni por violencia le era po­<br />

sible obtener la posesion de la virgen Indiana, Baguari<br />

202


que no desistia de sus intentos hacia ella, recurrio a<br />

las celadas.<br />

Jupira gustaba de cazar pajaros. C©n un pequefi©<br />

117<br />

arco y flechas prop©rci©nadas a sus fuerzas, ella atra­<br />

vesaba l©s jaos, inhambus, macuccs, copoeiras, y otras<br />

aves que abundaban por aquellas florestas, y abasteclan<br />

de copiosa caza el rancho de su pequefio bando. Un dia,<br />

a la hora de ponerse el s©l, ella estaba s©lita con su<br />

madre en la ribera de una mata meciendose indolent ement e<br />

en su hamaca de pajas de buriti, abanicandose el rostro<br />

y ahuyentando las moscas con el azote de plumas que se<br />

habia quitado de la cabeza. Sus compafieros vagaban por<br />

el campo a poca distancia. Un jao comenzo a piar dentre<br />

de la mata. Jupira salto rapidamente de la hamaca, tome<br />

el arco y las flechas y se interne en la campifia, sin<br />

que su madre, que estaba ecupada en pelar un tamandua se<br />

diese cuenta de aquel movimiente.<br />

El jao es un ave grande y excelente de comer, mas<br />

muy arisco y dificilisimo de cazar.<br />

Los indies y los sertanejes, que con ellos apren-<br />

dieron, emplean una ingeniesa astucia para atraerlos y<br />

atraparles. Es ordinario que al ponerse el sol, les<br />

jaos acostumbren a piar, vagande por las sembras de las<br />

matas. El cazader se escende cuidadosamente en alguna<br />

mata junto al lugar en que los eye piando<br />

203


y comienza a piar tambiSn, imitandeles con toda per­<br />

feccion. El jao, acudiendo a aquel llamado, que cree<br />

118<br />

ser el de alguno de sus compafieros, viene aproximandose,<br />

se descubre, y entonces el cazador le tira la flecha a<br />

sus anchas.<br />

Jupira, que era habil en este proceso, se fue a<br />

esconder y comenzo a responderle al jao. Mas Sste, en<br />

vez de aproximarsele, se le iba apartand© lentamente y<br />

piand© cada vez mas lejos. Jupira, siempre piando y<br />

cajnbiando de escondite a escondite 1© fue acompafiando,<br />

sin nunca conseguir avistarlo, se interne a gran distan­<br />

cia campe adentre. El sol ya se habia ecultade y las<br />

sembras del crepuscule comenzaban a ebscurecer la flo­<br />

resta; Jupira, desanimada iba ya regresande, cuando sin­<br />

tio por el cestade una mano de hierro que le agarraba el<br />

hombro, y una vez horripilante que le bramo. 1 Jupira,<br />

ahora es mia.' Era Baguari que se valla de aquel enga­<br />

fio para atraer a Jupira y separarla de los suyos. Asi,<br />

la pebre nifia pensando ser cazadora, era la caza, que ve­<br />

nia descuidada a caer en las manos de su perseguidor fe-<br />

roz.<br />

Jupira die un grito de terror; mas el cacique le<br />

llevo la mano a la boca inmediatamente sin que los com­<br />

pafieros de ella pudieran oirle, por la distancia en que<br />

se hallaban. Vio que no podria sacar ninguna ventaja


esistiendo, y procure aplacar a su agresor feroz.<br />

lEspera, Baguari.' decia ella jadeando del<br />

119<br />

204<br />

suste: No me hagas mal; yo me entrego; mas sueltame.<br />

No; tu quieres engafiarme; mas es inutil; esta<br />

vez no te me escaparas.<br />

No te quiero engafiar, no Baguari. Vamos donde<br />

esta mi madre,. • .ella me entregara a ti, y yo te jure<br />

que he de ser tuya sin duda alguna.<br />

iPor Tupan.'. . .en ese laze ne caige ye, mi her­<br />

mosa garza del Paranll. Ahora ya no saldras jamas de mis<br />

brazes,, quieran tu y tu madre e ne quieran.<br />

Pues bien, Baguari; soy tuya; no te huire mas;<br />

. . .mas suSltame;. . .asi tu me sofocas. . .lay.'. . •<br />

Hablando asi y discutiende, Jupira precuraba ganar<br />

tiempo para ver si sus cempafieres, dandole de menes, ve-<br />

nian en su secorro, o para pensar en algun ardid para<br />

arrancarse de los brazos de su amante brutal. A pesar,<br />

y mejor de lo que ella esperaba, vino el destine e el<br />

cielo en su auxilio. Una enerme jararaca que dormia en<br />

un matorral de hierbas, casi debaje de sus pies, fue pi-<br />

sada, y salto enfurecida y se le enrosco en las piernas.<br />

El indie die un grito de horror, sacudi6 vigeresamente<br />

la pi ema, y<br />

205


tiro lejos el espanteso reptil, que felizmente no le<br />

habia picado, retrocedio en dos saltos con Jupira en<br />

brazos, le puso en el suele y envistio a la serpiente<br />

con el tacape alzado sobre la cobra, que se iba es-<br />

curriendo por el matorral hacia adentro. Jupira no<br />

perdiS un solo instante; mal se vio suelta de los bra­<br />

zos del cacique truculente, en cuante Sste, a fieres<br />

golpes de tacape, perseguia la cobra, mas velez y sutil<br />

que una cemadreja, desaparecio per la maleza y llego<br />

sudando y jadeante al pie de su madre.<br />

120<br />

lEsta muerta.'. . . bramo triunfante el caci­<br />

que. ijupirai. . .iJupiraJ. . .idonde estas?. . .<br />

Mas Jupira ya estaba lejos.<br />

206


CAPITULO IV<br />

Cuando Baguari, persiguiende a Jupira, llego al<br />

lugar en que Jurema se hallaba, ya era de noche y los<br />

otros salvajes ya alii reunides, estaban encendiendo<br />

sus hegueras.<br />

6QuS le hiciste a Jupira, que ella se me apa­<br />

recio corriende y llorando toda asustada? le pregunto<br />

Jurema a Baguari.<br />

Ne le hice mal algune, Jurema; ella es arisca<br />

y medrosa come la saracura del pantano.<br />

Te tiene miedo, porque ne sabes mimarla. La<br />

paloma huye del cracara que le fisga los talenes, mas<br />

gusta del trocaz, que le besa y acaricia.<br />

Mas per ventura sey yo algun caiman del rio<br />

para que ella se me fugue asi, y ebligarme a engatu-<br />

sarle como el jaguar que espia a la joven cierva.<br />

De esa forma, Baguari, Jupira nunca te querra.<br />

Aunque no quiera; ha de ser mia. iPara que<br />

207<br />

me die Tupan estos ejes que divisan mas que les del gavi­<br />

lan y estos punos mas fuertes que les del cangusu?<br />

A estas palabras, resono entre los otros salvajes<br />

un sorde murmullo, y algunos grufieron palabras de<br />

121


indignacion y de amenaza. Baguari virtio sobre ellos<br />

una mirada de fueg© y de sangre, y virand©se hacia<br />

Jurema y su hija:<br />

122<br />

Esta bien, dijo; no quiero persistir mas<br />

contigo, Jurema. Y© me voy para l©s mios. Y tu,<br />

Jupira, quSdate en paz; n© te perseguirS mas. Te d©y<br />

seis lunas para esperarme y, lay de aquSl que esara<br />

tocarte, y ay de ti si te entregas a alguien.'<br />

Del hecho ya habia pasado dos meses y nadie habia<br />

visto al safiudo Baguari por aquelles lugares. Real-<br />

mente se habia ide a reunirse con sus cempaneres, cuya<br />

residencia faverita era las orillas del Santa Ana del<br />

Parnahiba, proximo a la confluencia de los grandes rios.<br />

Jupira, pues, podia ya pasear a solas y sin temor,<br />

y adormecerse tranquila a la sembra de la higuera sil-<br />

vestre por las margenes de su paternal Parana, ella le<br />

tenia mas miedo al amor de un hembre que a las furias<br />

del cangusu, de las celadas del sucuri.<br />

En una siesta ardiente, ella estaba selita, sentada<br />

a la sembra, bien cerca del margen del rio. Celgade a<br />

208<br />

un gajo, se veia cerca de ella una pequefia hamaca donde<br />

dormia un hermanito suye, que ella mecia cantande, y<br />

asustande con una rama las avispas y las moscas, que<br />

revoloteaban en tome. Esparcides per la playa, colgades


123<br />

© ac©stad©s en los tronccs, se veian armas, redes, es-<br />

teras y demas utensili©s, sefial de que t©da su h©rda<br />

n© debia de andar lej©s. De hecho, Jurema y sus com-<br />

pafier©s habian entrad© en la fl©resta a buscar jabcti-<br />

cabas, araticuns, bacoparis, y otras frutas silvestres<br />

que abundan por aquellos bosques, y dejaren alii a Ju­<br />

pira cuidande del ranche y vigilande al nifie.<br />

Entretenida con aquel cuidado, Jupira no vio a un<br />

bulto que por la orilla opuesta surgio de las matas, y<br />

tirandose al rio lo habia atravesado serene y sin ruide,<br />

como el caiman, manteniendo la cabeza fuera del agua.<br />

Al aproximarse a la barranca, se sumergio, y Ju­<br />

pira solo lo vio cuando surgiendo fuera del agua, salto<br />

a la playa, cerca de ella. Solto un grito de suste<br />

imaginando ser algun monstrue acuatico, que le venia<br />

a devorar; a pesar de su terror, ne obstante tedavia<br />

lo supe de pronto cuando en aquel bulto reconocio a<br />

Baguari, que se ergia al pie de ella goteante, gigan-<br />

tesco y hediende, con sus ojos rejizes y llameantes<br />

ceme dos brazas.<br />

209<br />

1 Jupira, hoy es el dia.' bramo el indie lan-<br />

zandole las manes. Has de ir conmigo o he de darte de<br />

comer a los peces de este rio.<br />

Jupira, temblando y cengelada de terror, se quedo


muda y quieta, come la cierva que sintio en el cogote<br />

la garra afilada del su uarana.<br />

124<br />

1 Vamos, Jupira.'. . .esta vez yo te jure que no<br />

te me vas a escapar mas.<br />

si, vamos, Baguari; dijo Jupira compeniSn-<br />

dese del susto y recobrando su coraje y reselucion na­<br />

tural. Debe ser tuya; vee bien que Tupan me destine<br />

a ti, y que no me es posible, por mas que trate esca-<br />

parme de tu poder.<br />

lAhi. . . lal fin.'. . .se ve bien que le recone-<br />

c e s. Ac ompaname•<br />

bosque.<br />

Hablande asi, Baguari le iba arrastrando hacia el<br />

Junto a la barranca estaba una canoa que aquellos<br />

indlgenas que tenian alguna industria y poselan alguna<br />

herramienta, habian censtruide.<br />

JNOJ IPor ahi no.' exclamo Jupira. Mi gente<br />

no puede tardar en regresar y lay de nosetros si nes<br />

encuentran.' INos han de matar a ti y a mi.'. . .Entre-<br />

mos en aquella canoa, vamos para la otra orilla y fuguS-<br />

menos bien lejos.<br />

No le parecio mal a Baguari aquella prepuesta.<br />

Sea como quieras. • .imas ese nine?. . .<br />

210


dijo el indio apuntando hacia la criatura.<br />

125<br />

Tupan tomara cuenta de Si respondio la joven<br />

sefialando hacia el cielo•<br />

Entraron en la canca, y Jupira, para m©strar que<br />

acompafiaba gustosa a su raptor, metio dentre de ella<br />

su arco y flechas y demas utensilies que le perteneclan.<br />

Su intencion, sin embargo, era precipitarse en medio<br />

del rio y dejarse ahogar, en caso de que no pudiese ma­<br />

tar a Baguari, Cuando llegaron al medio del rio, Jupi­<br />

ra se incline sobre el borde de la canoa ceme para mirar<br />

la profundidad del agua. Una fuerte rafaga de viento,<br />

que entonces se levanto, le arranco de la cabeza y tiro<br />

al rio el Undo kanitar de plumas de arara, guarnecide<br />

de oro y pedreria, que trajera de casa de su padre.<br />

Jupira.<br />

Una subita inspiracion atraveso el espiritu de<br />

lAh.' IMi kanitar.'. . . I Mi kanitar.'. . .exclamo<br />

la joven, juntando sus manos con muestras de gran las-<br />

tima. iMi kanitar, que yo quiero tanto. . .alia,<br />

alia se va debaje del agua J. . . lah.' IDies mie. . .espe­<br />

ra, Baguari.'. . .voy a ver si le puede agarrar.<br />

a nade.<br />

Diciendo esto hacia un gesto de que iba a lanzarse<br />

Esperate ahi, que ye ya te traigo tu kanitar.<br />

211


126<br />

Dijo y de un salto se tiro al rio. Apenas se habia<br />

apartad© unas cuatro © cine© brazas de la canoa, Jupira<br />

tema el arco y le puso una flecha, que fue a clavarsele<br />

en el hombr©. El indi© arranco un rugido de dolor, y se<br />

hizndio p©r un m©ment©; apenas surgio de nuevo a fl©r del<br />

agua, una flecha nueva volo del arco de Jupira y fue a<br />

clavarse en el otro hombro del indio. Sin embargo nin­<br />

guna de las flechas habia penetrado muy hondo, y n© le<br />

habian ent©rpecido el movimiente de les brazes; el indio,<br />

enfurecido, se lanzo sobre la canoa, la cual al no ser<br />

gobernada, venia rapidamente sobre Si, llevada por la<br />

corriente. Quien entences le viese con aquellas dos fle­<br />

chas emplumadas sobre el dorse, creeria ver un dragon<br />

alado arrojandose sobre la canoa para devorar a la infe­<br />

liz muchacha. Jupira, que lo esperaba de pie con una<br />

senrisa ferez de triunfo, lo dejo llegar, y cuande el<br />

indio enfurecido iba a poner la mano a borde de la pe­<br />

quefia canoa, le descargo con toda su fuerza el remo so­<br />

bre la cabeza y le revento el craneo. El indio desapa­<br />

recio y fue a surgir un poco debaje de la flor del agua,<br />

entre una multitud de peces, que saltande, deveraban la<br />

sangre y los sesos que se escurrian del cranee del des-<br />

venturado cacique.<br />

212


CAPITULO V<br />

El cadaver de Baguari fue rodande varies dias a<br />

merced de la corriente del Parana, sirviende de paste a<br />

les peces y de banquete y de canoa al mismo tiempo a los<br />

buitres, que sobre Si iban flotando rio abajo, hasta que<br />

al fin fue a encayarse en una playa arenosa, justamente<br />

en el lugar donde entonces se hallaban acampados les<br />

compafieros suyos. Diriase que la mane del destine le<br />

llevara alll, con el proposito de clamar venganza. Aun­<br />

que ya, medio deverade per les peces, fue luego recene-<br />

cido por los suyos. Baguari, al partir, les habia pre-<br />

metido que en menos de tres lunas estaria de regrese con<br />

Jupira; que hasta entonces no se apareciese, seria por­<br />

que estaba muerte, y en ese case les dejaba a cargo de<br />

ellos su venganza. De hecho, regreso, mas sin vida y<br />

sin Jupira, y apenas trayende tedavia en su dorse las<br />

flechas que ella le habia clavade, ceme en vida habia<br />

traide clavadas en el<br />

pecho las saetas, con que sus ejes lindes, Jupira le<br />

habia atravesado el corazon.<br />

213<br />

Apenas los indios le reconecieron, soltaron grandes<br />

alaridos de dolor, recegieren el cadaver en una red<br />

127


128<br />

grande, bailaron en tome de Si danzas funebres, y die-<br />

ronle sepultura a la sembra de una bella sucupira.<br />

Hechos los honores funebres a su valiente jefe,<br />

aquellos indlgenas tractaron inmediatamente de marchar<br />

por las margenes del Rio Grande hacia arriba a fin de<br />

vengarle su muerte. La horda de Baguari era muchos mas<br />

numerosa y fuerte que el bando desorganizade en el cual<br />

Jupira vivia, el cual constaba de reliquias de hordas<br />

devastadas y dispersas per les blancos. Per el large<br />

tiempo en centacto con los blancos, ya habian perdide<br />

les habitos belicesos, y gran parte de su coraje y fie-<br />

reza selvatica. En breve, les llego a los oidos la ne-<br />

ticia de que la gente de Baguari marchaba centra ellcs<br />

con el fin de vengar la muerte de su jefe. Debiles y<br />

pusilanimes, aquelles restes de la familia caiapo, ne<br />

podlan resistir a los robustes y aguerridos Guaia-<br />

nares, que sobre ellos venian llenes de colera y de sed<br />

de venganza, y serian infaliblemente exterminades.<br />

Jupira ne habia ecultade a los suyos la muerte del<br />

safiudo Baguari; al contrario, risuefia y triunfante les<br />

narro con toda franqueza e ingenuidad<br />

la astucia de la cual se valiera para liberarse para<br />

siempre de aquel pretendiente ferez. Centande ceme<br />

cierta su ruina y poseides de terror, sus cobardes<br />

214


compafieros resolvieron mandar a un emisarie al encuen­<br />

129<br />

tro de sus enemigos para darles satisfacciones y decir­<br />

les que no habian tenido parte alguna en la muerte de<br />

su jefe, que habia sido Jupira la unica autora de aquel<br />

atentado y que para aplacar su colera justa, estaban<br />

prestos a entregarles, viva o muerta, a la criminal.<br />

Este habria side el destine de la linda caboclinha si<br />

uno de sus pretendientes, esperande asi merecer la gra­<br />

titud y el amor de la muchacha, ne le hubiese avisade<br />

de la barbara y traicionera intencion de los suyos.<br />

Jupira y su madre huyeren a Campo-Bello y se ace-<br />

gieren en la hacienda de les padres, resueltas a nunca<br />

mas regresar a la compafila de sus perfides compafieros.<br />

Era ya la cuarta vez que Jupira, desde que naciera,<br />

cambiaba la selva por la casa paterna, y la selva por la<br />

casa paterna, alternativamente. Su padre la recibio con<br />

los brazos abiertos, y sintio gran alegria al regresar y<br />

hallar de nuevo a su hija, por la cual ya hacia mucho que<br />

habia perdide las esperanzas de volver a poner sus ojos<br />

en les dias de su vida. Le recogiS a la casa y extasiado<br />

de su hermosura y del exuberante desenvoivimiente de sus<br />

esbeltas formas, le die lindes vestides y adernes, que<br />

215<br />

ella, de buen gusto les cambio per sus enaguas cortas y<br />

per el kanitar que usaba en las selvas, y empleo todos


los medios y todas las caricias y seducciones pesibles<br />

130<br />

para fijarla de una vez y para siempre en el sene de la<br />

scciedad civilizada.<br />

Si ccn les trajes selvatices, Jupira, per su garbe<br />

y gentileza, hacia recordar a una Moema e a una Lindoia,<br />

vestida a la manera de la gente civilizada, era una chi-<br />

ca seductera, capaz de alborotar el corazon e inflamar<br />

la sangre de un anacereta. Era alta y bien fermada.<br />

Los cabelles negres, corrides y lucientes ceme el ala<br />

del anu eran tan bastes y cemprimides que la linda cabe-<br />

cla, todavia poco diestra en el arte del tecader, se<br />

veia en apures para acomedarles sobre su cabeza pequefia<br />

y muchas veces se rebelaban contras las cintas y presi-<br />

llas, las quebraban y tumbandelas per el cuello se de-<br />

rramaron a libertad per les hombres nitides y merenes.<br />

Los ojos, un pece levantades en les cantos exteriores,<br />

eran bien animados, y dardaban en las pupilas negras y<br />

brillosas, que denunciaban el ardor de su temperamento<br />

y un alma enSrgica y resuelta. Les labios rejos, car-<br />

noses y humedes, eran como dos panales llenes de miel<br />

de la mas inefable veluptuesidad, y cuande se abrian<br />

en una senrisa, mostraban des lineas de blanquisimes<br />

216<br />

dientes, un poco agudos come les de les carnivores y su


senrisa tenia una expresion singular e indefinible, de<br />

131<br />

ingenuidad y de fiereza selvatica. A todos esos encan-<br />

tos, a esas lineas y formas voluptuosas, servia como de<br />

brillante envoltura, la tez de un color original, un ro-<br />

seo rustice, come dorado per les rayes del sol, que daba<br />

relieve peregrine a su linda figura.<br />

Cuando iba a misa los deminges, en la pequefia capi-<br />

11a del seminario, todos los ejes se viraban hacia la<br />

interesante cabocla, todos la centemplaban sonriende con<br />

el mas curioso interSs y cemplacencia. Hasta les mismos<br />

gestos y ademanes suyos, un pece imprudentes, y el aire<br />

desmafiado y censtringido con que medelaba sus vestiduras<br />

nuevas, todo en ella parecia galante y encantader. Si<br />

bien que en la pila baptismal hubiese recibido el nembre<br />

de Maria, les meradores de Campo-Bello le conservaron<br />

siempre su nembre indigena de Jupira, per hallarle mas<br />

galante y por entender que le asentaba mejor.<br />

Es innecesario decir que no faltaban apasienados a<br />

aquella tan seductera ceme peregrina hermosura. Mas co­<br />

mo ya corria por la aldea la historia de la muerte del<br />

cacique, que a manes de la fragil muchacha pagara con la<br />

vida su audacia; los amantes de Jupira le tenian cierto<br />

respeto y no la requerian, sino con cierta<br />

217<br />

timidez y reserva, si bien que ninguno de ellos tuviese


la intencion de lanzarle las manos vielentas. Mas<br />

aquel episodio de su vida que le rodeaba de un presagio<br />

terrible, le servia de salvaguarda, y de brequel contra<br />

cualquier desacato a su pudor.<br />

Entre los amantes de Jupira, el mas asiduo, ar­<br />

diente y apasionado, y tal vez el mas guapo, mas rico<br />

y considerade de todos, era un mancebo por nembre de<br />

Quirine, hijo de un hacendado rice de aquelles alrede-<br />

dores. Era un moze alto y bien dispuesto, de barba<br />

cerrada y negra, y de pupila ardiente y viva, en que<br />

translucia todo el fuege de su alma capaz de todes los<br />

extremes.<br />

Quirine amaba, ne como se ama en la ciudad, donde<br />

se enamora mucho y se ama casi nada, mas come se ama<br />

en el campo, en medio de la soledad, debaje de aquelles<br />

cielos ardientes, en el sene de aquella naturaleza es-<br />

132<br />

plSndida; amaba con pasion, con fuege. Quirine frecuen­<br />

taba asiduamente la casa de JosS Luis, donde rodeaba a<br />

la moza de mil atencienes, obsequies y aderacienes, sin<br />

que ella se mestrase sensible a tantas demestraciones<br />

de afecto, por mas que Si se empefiase per tedos les me­<br />

dios a su alcance para ganarle el corazon. Al princi­<br />

ple, ne le pasaba por el pensamiento casarse con una<br />

pebre cabocla, hija de una gentil y criada en les besques^<br />

218


Pero, cuante mayer era la insensibilidad y esqui-<br />

vidad de Jupira, mas ardiente se ternaba la pasion del<br />

rapaz, y mas se le aumentaba el deseo de poseerla; es­<br />

taba dispuesto a emplear todos los medios, a hacer to­<br />

dos los sacrificios para ese fin.<br />

Como Jupira trataba a todes los otros amantes con<br />

la misma indiferencia y tal vez, peor que a el, Quirino<br />

entendio que toda aquella insensible esquividad ne era<br />

sino el resultado de les pocos afies y de la selvatica<br />

133<br />

timidez y apecamiente de la muchacha, y esperaba que de<br />

ningun mode ella rehusase una prepuesta de matrimonio<br />

con un moze come Si era, de buena presencia, rico, y de<br />

buena familia. DespuSs de haber luchade en vane per<br />

veneer la obstinada indiferencia de la muchacha, aquel<br />

era su ultimo recurse. Una vez casade, le seria mas<br />

facil catequizarla y ganarle la veluntad y el corazon.<br />

Ademas, ya ese casamiente no le parecia tan ridi­<br />

cule y desigual, pues Jupira era hija legitima de Jose<br />

Luis, y JosS Luis, empleado del seminario, habia adqui-<br />

rido algunos bienes de fertuna, y era hembre que gozaba<br />

del respeto y consideracion del lugar. Quirine, pues,<br />

ne vacilo ni un instante mas, y fue a pedirle la mano<br />

de su hija.<br />

JosS Luis acogio ccn infinita satisfaccion la pre­<br />

puesta del mancebo; ne podia desearle mejor partido ni<br />

219


major ventura a su hija, y luego fue a comunicarle la<br />

pretencion del mozo.<br />

Pero, ella, con gran espanto y disgusto de JosS<br />

Luis, se rehuso obstinadamente a similar casamiento,<br />

fue en vano que JosS Luis lucho con ella por muchos<br />

dias, empleande exhertaciones, consejos, suplicas y<br />

hasta que por fin, reprimendas y amenazas, para indu-<br />

cirle a aceptar la mano de Quirine.<br />

IPadre mie.' le dijo ella al final con una<br />

senrisa que le rasgo las carnes a JesS Luis, Ina-<br />

die sera capaz de darme un marido centra mi veluntad;<br />

yo ya sS come la gente se libra de ellos cuande nes<br />

quieren llevar a la fuerza.'<br />

JesS Luis, asombrado con aquella respuesta, re­<br />

currio al silencio, y desistio en su proposito.<br />

134<br />

220


CAPITULO VI<br />

Quirino se engafiaba; la indiferencia de Jupira<br />

hacia Si no era el simple efecto de la timidez selva­<br />

tica, ni de la inocencia propia de la inmadurez de la<br />

moza; tenia otro motive mas poderoso, el cual Quirino<br />

ignoraba absolutamente. Para aquel temperamento de<br />

fuege, para aquella alma encendida, a los quince afios<br />

el amor era una necesidad imperiesa, Jupira comenzaba<br />

a amar a otro.<br />

El lector ha de recordar a Carlito, sebrine de<br />

JosS Luis, aquel nifie travieso que Si le pusiera como<br />

sentinela a su hija durante su estancia anterior en la<br />

casa paterna.<br />

Carlito, que ahora apenas entraba en la pubertad,<br />

si bien no fuese estudiante, tenia casa en el seminario,<br />

mas iba a casa de su tie con mucha frecuencia, donde te­<br />

nia entrada franca por todos lades, entrande y saliende<br />

a la hora que le gustaba . Era<br />

imposible que en tan continue contacto con su hermosa<br />

prima, no quedase agraciade de ella.<br />

Carlito, per su parte, era un adelescente listo,<br />

bien dispuesto y de encantadora presencia. Ademas, la<br />

135<br />

221


circunstancia era propicia para tornarlo agradable a<br />

136<br />

los ojos de Jupira; era agil y travieso come ella; te­<br />

nia fibras de acero y corria y saltaba como un venado;<br />

trepaba un arbol come un sagui, y nadaba como la nutria.<br />

Fue, vagando y brincando a la sembra de les naran-<br />

jales en flor, y al murmullo de la fuente del quintal,<br />

que aquellas dos almas, virgenes como dos palomas nue­<br />

vas que comienzan a batir las alas fuera del nido, arru-<br />

llaron en secreto sus primeres amores.<br />

Por algunos meses, asi se les pasaren les dias ra­<br />

pidamente en el hechizo que aquellas primera emocienes<br />

de un amer virginal, en aquelles efluvies del alma, tan<br />

puros y delicieses ceme esas exhalacienes balsamicas,<br />

que la brisa de la madrugada levanta de entre les resa­<br />

les lloviznades. Carlito amaba come el nifiite que<br />

era. Era mas la fiebre de les desees sensuales aue le<br />

agitaba la sangre juvenil a la vista de les encantes<br />

seductores de su prima, que el corazon que se le<br />

exitaba suspirando al seple de una pasion. El amor de<br />

Jupira era el amer de cabocla, ardiente come el sol del<br />

desierto que le deraba la tez, profundo ceme les<br />

abismos del rio donde bafiaba ella los miembros infanti-<br />

les. Aquella, que matara para deshacerse del amante<br />

importune que ediaba, era tambien capaz de morir de amer


por aquSl a quien adorase o de apufialear al amante que<br />

137<br />

le traicionase. Carlito, nifie simple, no podia adivinar<br />

cuanta pasion, energia y reselucion habia en el fondo<br />

del alma de aquella muchacha de apariencia tan indolen-<br />

te, frivola y descuidada.<br />

A pesar de los esfuerzos de su padre, Jupira nunca<br />

pudo perder de todo les habitos de libertad selvatica,<br />

en que fuera criada. Salia selita de la casa y vagaba<br />

per les campes y les bosques, cazando e pescando, come<br />

si fuese un rapaz, y muchas veces en les dias calmados<br />

iba selita a bafiarse en las aguas de su queride Rio Ver­<br />

de, en el mismo sitio en que en la infancia se ejercitara<br />

abriendo las elas, en un remanso limpio y profundo sobre<br />

el cual se inclinaban arboles cepieses, cubriendelo de<br />

sembra y de una frescura deliciosa. Eses pasees, que se­<br />

rian muy inquietantes y darian muche que hablar sebre<br />

cualquier otra moza, en Jupira, nadie los extrafiaba.<br />

Ella gozaba de la reputacion de tener ceme advesa-<br />

rios a les hombres, principalmente a aquelles quienes le<br />

amaban. Esa fama, basada en su genie arisco y un tanto<br />

agitado, en la historia del cacique que habia matado y en<br />

el uso de una pequefia daga, guamecida de plata, que<br />

siempre traia en el seno, le Servian de salvaguarda, y<br />

223<br />

nadie osaba atravesarse en su camino cuando salia en sus


138<br />

excursiones, y si acaso algun meze la encentraba per los<br />

rincones solitaries © p©r las veredas escondidas de los<br />

bosques, se quitaba respetuosamente el s©mbrer©, y se­<br />

guia su camino.<br />

El propi© J©sS Luis n© m©straba inquietarse mucho<br />

con aquellos paseos de su hija. Quien sabe guardarse<br />

tan bien, acestumbraba Si a decir, y hacerse res-<br />

petar per tante tiempo en medio de les bosques y entre<br />

salvajes bravios, iquS riesgo puede correr aqui en medio<br />

de gente civilizada?<br />

Solo habia una persona que ne le tenia miedo, era<br />

Carlito. Mas ese mismo todavia ne habia osado ir a per-<br />

turbarle en sus giras selitarias.<br />

Todavia, Carlito sentia un vivisimo desee, que no<br />

podia frenar mas, era el de ir a espiar a su bella prima<br />

cuando ella iba a bafiarse en las aguas del Rio Verde.<br />

Nada le era mas facil que gozar, sin que Jupira lo pre-<br />

sintiese, de aquel expectaculo, con el cual esperaba que<br />

gozaria todas las delicias del cielo, y que nada mas le<br />

restaria desear en la tierra.<br />

Cuando la vie dirigirse para la orilla del rio, el<br />

cual corria como a un cuarte de legua de distancia, die<br />

una gran vuelta, pase para el otre lade<br />

224<br />

del rie y fue a escenderse cuidadosamente en un matorral


de donde la estaba espiando mucho a su placer. De ahi<br />

en adelante, todas las veces que Jupira iba a su acos-<br />

139<br />

tumbrado bafio, tenia sin saberl©, a un expectador invi­<br />

sible, que le espiaba y se gratificaba con ojos avidos<br />

y ardientes en la contemplacion de sus mas ecultes en­<br />

cantes.<br />

Un dia, ne ebstante, Carlito, petulante y lascive<br />

come un satire, no pudo contenerse mas.<br />

Voy a aparecermele, venga lo que venga; mur­<br />

muro censigo el moze. iQuS mal me podra hacer una<br />

dSbil muchacha? Tengo buenas piernas y brazes y se na-<br />

dar y correr. . .y tambien, si ella me mata, tendre mu­<br />

cho gusto en recibir la muerte a manos de ella.<br />

Jupira brincaba descuidada en el rie, unas veces<br />

flotando serena, otras resbalando a flor de agua en to­<br />

das las posiciones, otras veces saltande y sumergiendese<br />

como la nutria, otras sacudiSndese y haciendo saltar una<br />

lluvia de aljofares sobre su cabeza, ceme una pata sil-<br />

vestre batiende sus alas lavande su lucide plumaje.<br />

Aqui fue cuando hubo un bullido come el de un cuer­<br />

po que cayo de gelpe en el agua, y se sumergio en el fon­<br />

do. Miro asustada en su derredor, sacando de sus ojos<br />

los ensopades cabelles, mas ne vie nada.<br />

Ne puede ser mas que alguna ariranha,<br />

225


140<br />

penso Jupira. A esas no le tengo miedo. Caimanes<br />

aqui no hay, que yo sepa.<br />

Pensando asi, la muchacha nadaba rapidamente hacia<br />

la orilla opuesta, que era la que le quedaba mas proxima.<br />

Pero, cual no fue su espanto cuando vio surgir delante<br />

de si, la cabeza del travieso y petulante Carlito, sol-<br />

tandole en la cara una estridente carcajada. La cabocla<br />

dio un grito, se sumergio de cabeza, y arrancando de<br />

carrera fue a reaparecer en el medio del rie, nadando<br />

rapidamente para la otra orilla donde tenia sus vestides.<br />

iSociSgate; no tengas miedo, Jupira.' le grito<br />

Carlito. Yo ya me voy.<br />

Jupira volvio el restre, y con un gesto entre aira-<br />

do y risuefie, que tante se podria tomar por una amenaza<br />

como por una invitacion, continuo nadando. Carlito, que<br />

era obstinado y audaz, se echo a nadar tras ella. Mas<br />

antes de que pudiese alcanzarla, ya ella habia saltado a<br />

la playa, y agarrando sus repas sin haber tenido tiempo<br />

para ponSrselas, en ellas se metio de prisa y corrio a<br />

esconderse en el bosque, seltando unes clamores, que mal<br />

se pedia saber si eran gritos de terror e risas de placer.<br />

Carlito le seguia de cerca, y un momento despuSs, se<br />

metia tambiSn por el bosque tras ella.<br />

Les misterios, que la cupula frondosa del bosque<br />

226


141<br />

amparo con su discreta sombra los momentes que siguieren,<br />

nadie los sabe. Es cierto que una nube cargada tape en­<br />

tonces la faz del sol, un huracan doblo el tope de la ar-<br />

boleda con pesarosos susurros, y una sombra siniestra<br />

opaco el alvee llmpido de las aguas y del interier de las<br />

ramas resenaren murmullos intermitentes, beses y suspires<br />

sefocadoso<br />

227


CAPITULO VII<br />

Imaginen los lectores, que yo no lo tratarS de des­<br />

cribir, cuan rapido y delicioses les corrian les dias a<br />

los dos jovenes amantes disfrutando en secreto sus fur-<br />

tivos amores a la sombra de las flerestas virgenes, al<br />

murmullo de los riachueles del desierto. Venus y Adonis<br />

vagando por los vegeles de Idalia, Diana y Endimion, per<br />

las selvas de Tesalia, no gozaron momentes mas venture-<br />

ses que nuestros des jovenes sertanejes, a la sembra de<br />

las florestas americanas.<br />

Mas esa buenaventuranza ne debia durar mucho tiempo,<br />

come toda aquella que previene de una fuente impura y<br />

viciada. Las puertas de aquel paraise de delicias de-<br />

vian series trancadas, come le fueron a les primeres pa­<br />

dres de la humanidad, que merdieron del fruto vedade per<br />

expresa determinacion divina.<br />

Carlito era liviane y voluble, ceme el nine que era.<br />

Despues de haberse embriagado largamente de veluptuesi­<br />

dad<br />

229<br />

en los brazes amereses de la cabocla hechicera, comenzo<br />

a sentir el cansancio, a hartarse come el convidado, re­<br />

plete despuSs de una larga noche de orgia. Poco a poco<br />

142


y sin sentirlo. Si iba escaseando sus caricias y ya no<br />

143<br />

era tan asiduo y extremado al pie de su amante. Jupira,<br />

al contrario, cada vez le amaba con mas ardor, y seria<br />

capaz de pasar la eternidad en los brazos de el sin la<br />

menor quiebra en la exaltacion de sus afectos. Le dolia<br />

cruelmente en lo intime del alma aquel enfriamiente de<br />

las pasienes del moze, mas Jupira no sabia quejarse, ni<br />

llerar.<br />

ICuantas veces iba ella al apetecible remanso del<br />

Rie Verde, donde acestumbraba bafiarse, sitio favorite<br />

de sus furtivas entrevistas y alll se quedaba largo rate<br />

sentada con la mane en la cara para ejear el fondo llm­<br />

pido del rio a esperar en vane per el negligente y elvi-<br />

dadizo amante que ne venia.'<br />

Una tristeza mortal le pesaba sobre el corazon y<br />

cansada de esperar, regresaba a su casa con la frente<br />

baja y a pases lentos.<br />

6QuS tienes, Jupira?. . .ien quS estas aqui medi-<br />

tande asi tan triste?. . .le dijo Carlito un dia en que<br />

la encontro en aquella postura triste, pensativa, en la<br />

ribera del rio.<br />

1 Ah.' I Carlito.' i Carlito i. . .iper quS razon<br />

no me quieres mas?<br />

La tortola viuda no sabria gemir con mas tristeza<br />

230


que con la cual Jupira suspire aquella queja herida.<br />

144<br />

Carlite, conmovido, se dio cuenta, y sintio acudir-<br />

le lagrimas a los ojos.<br />

eso?. . .<br />

6Yo no quererte mas, mi bien? iQuien te dijo<br />

6QuiSn me le dijo?. . .itodavla me le preguntas?<br />

. . .estos arboles, este rie, este ciele que nes cubre,<br />

todo esta viendo que ne sey amada mas.<br />

Carlito, no sabiendo que responderle, la abrazS y<br />

procure ahogarle la vez con besos.<br />

DSjame, Carlito; Jupira ya ne es tuya mas,<br />

murmuro ella, esquivandese de les beses de Carlito.<br />

Los ojos de Jupira desataren un terrente de lagri­<br />

mas. Era la primera vez que lleraba en todes les dias<br />

de su vida, desde que dejara de ser nena.<br />

Las lagrimas que bretaban ardientes y copiesas de<br />

los ojos de Jupira, escalaban las mejillas de Carlito,<br />

mas pronto se estancaren y les ojos de la cabocla relu-<br />

cieron secos y centellantes como les de la jararaca en­<br />

furecida; pase per los labios reseces la lengua fina y<br />

rubra, solto una senrisa cenvulsa, amarga, indefinible<br />

y dije:<br />

Carlito?<br />

Cuando no me quieras mas, me le dices, ieiste,<br />

231


(LCuando es que he de dejar de quererte?. . .<br />

Jupira, per quien eres, no me hables asi.<br />

145<br />

iComo ne he de hablar?. . .te vuelvo a repetir,<br />

cuando no me quieras mas, habia, Carlito.<br />

decir nada.<br />

Entences puedes estar cierta que nunca te he de<br />

iSi?. . .ipor quS?<br />

Porque nunca he de dejar de quererte.<br />

Ese es palabreria. . .tu corazon dice lo contra­<br />

rio. . .lo estoy viendo bien. . , ne sera necesario que<br />

me digas nada. . .mas tedavia quiere ver mas, y despuSs<br />

. . .<br />

iY despuSs quS, Jupira?<br />

iEstas viendo esta daga? Dije la cabocla, sa­<br />

cando de su seno y desvainande la luciente y afilada<br />

lamina de su pequefia daga.<br />

1 Jupira.'. . .<br />

iNo estas viendo? continue Jupira con un tone<br />

glacial de indiferencia que hizo estremecer al rapaz.<br />

Hallo que la hoja de esta daga es bastante larga para<br />

llegarme al corazon, y al tuyo tambien, Carlite.<br />

Carlito, que estaba sentade al pie de ella, se puso<br />

de pie de un salto,<br />

muchacha?. . .<br />

6Y quS es eso? exclamo aterrado: iQue dices,


146<br />

No te asustes, Carlito mi©, Dij© la cabocla<br />

con una sonrisa de expresion inexplicable y volviendo<br />

a meter la daga en el seno. iYa piensas que quiero<br />

matarte?. . .no soy tan mala como ese. . .es que tu<br />

quieres matarme con tus ingratitudes.<br />

iMas cuantas veces quieres que ye te jure que<br />

nunca, nunca te dejare?, . .<br />

232<br />

Tienes razon, . .perdoname. . .ye soy tan tonta<br />

. . .Ven Carlito; ven, siSntate otra vez junto a mi. . .<br />

El bese de la reconciliacion seno entre suspires.<br />

Los dos amantes entrelazaren sus brazes uno al otro, y<br />

algunos mementos despues se retiraron, per lades diver­<br />

se s, Jupira, melancolica y abatida; Carlite aterrado y<br />

aprensivo.<br />

Jupira todavia ne conecia teda la extension de su<br />

infortunio, no sabia a que punto llegaba la ingratitud<br />

y la alevesia de su voluble y liviane amante. Carlite<br />

habia trabado una nueva relacion que le iba haciendo<br />

olvidar a su prima encantadora. Una hermosa joven ru-<br />

bia y blanca como una azucena, hija de una mujer pebre<br />

que vivia de lavar la ropa del seminario, le tenia cau-<br />

tivad©. . .no el corazon porque ese era leve y libre<br />

come el viento; le habia cautivade les ejes. Rosalia<br />

era una nifia de trece a catorce anos, una flor casi en


eton. Carlito se tomo en su asiduo adorador, y ccn<br />

tal habilidad supe compertarse que en breve tiempo le<br />

habia<br />

conquistado el corazon a la nifia. Habiendose abserpto<br />

147<br />

233<br />

hasta saciar el aroma active y embriagador de la magno­<br />

lia de las florestas, queria aspirar tambien el delica-<br />

do perfume del lirio de les jardines. Era un conquis­<br />

tador formidable que se estaba preparando en la persona<br />

del pequefie sertaneje, un Don Juan de les sertoes.<br />

Ne pudo quedar eculte per muche tiempe a Jupira el<br />

nuevo afecto y la deslealtad de su prime. La pequefia<br />

peblacion de Campe-Bello, si poblacion se podia llamar<br />

asi, compuesta de algunos agregades que vivlan en la<br />

dependencia del seminario, constaba apenas de un numere<br />

limitado de casitas dispersas aqui y alia per la suave<br />

y descampada ladera de una celina, al pie de la cual<br />

corria un pequefio arroyo. De la casa de Jupira, per<br />

tanto, se veia perfectamente la de Rosalia, donde ella<br />

vio varias veces entrar y salir a su amante. Les celos<br />

le entraron en el corazon ceme una lava incandescente y<br />

devastadora. El abatimiento y tristeza, en que vivia,<br />

se cenvirtieren en rabia y desesperaciSn. En aquella<br />

mujer que amaba tante y con todas las fuerzas de un alma<br />

ardiente e impetuse, el cele debia preducir explosienes


terribles.<br />

148<br />

Mas por el miedo que le iba tomando y por disimular<br />

su inconstancia, que por satisfacer un deseo del corazon,<br />

Carlito no dejaba de procurar<br />

a su prima. Carlito quedo asustade a la vista de las<br />

234<br />

centellas turbias y siniestras que vio lucir en los ojos<br />

de Jupira, un dia en que fue a visitarla en su casa; pa-<br />

recian relampages que se desprendian del sene de una nu­<br />

be negra y tempestuesa, A cada momento imaginaba ver<br />

lucirle en la mano el terrible pufial que le habia mes-<br />

trado en la ribera del Rie Verde.<br />

iQue tienes, Carlite, que estas asi con les ejes<br />

espantados? dije la cabocla con una sonrisa de mofa<br />

y desdSn. Tedavia tienes miedo de mi?. . ,<br />

iYo, ccn miedo de ti?. . .imas parece que estas<br />

enojada conmigo?. . .<br />

1 si, lo estoy.'. . . I Carlite.'. . .no te mefes<br />

asi de mi, que me matas. . .e ye te mate. . .<br />

yo, Jupira?. . •<br />

iMas quS es eso entonces?. . .ique mal te hice<br />

iMiren al inocente.'. . .iquS es le que vas a<br />

hacer tantas veces en casa de Genoveva?. . .<br />

lAh.'. . .6s6lo es ese?. . .acestumbre ir alia<br />

siempre, eso no es de ahora.


IMentira.'. . .nunca te vi ir alia.<br />

iYo mentir?. . . I para quS, Jupira.'. . .dije<br />

Carlito en tone de desdSn.<br />

149<br />

iPara quS?. . .sentences si gustases de Rosalia,<br />

no me engafiarias?<br />

Ahora dSjate de esas ideas, muchacha, dije<br />

Carlito en tone de gracejo, queriendele meter bulla al<br />

235<br />

negocio, para disfrazar la perturbacion y el aprieto en<br />

que se hallaba. La Rosalia es una joven buena con la<br />

que estoy acostumbrado a jugar desde muy nifie, y la ma­<br />

dre de ella me quiere mucho. Alia voy a jaranear con<br />

ellas y a tomar cafS con bizcoches que la tia Genoveva<br />

hace muy bien hechos.<br />

1 Cafe con bizcoches.' iY, per que ne los vienes<br />

a tomar aqui como acostumbrabas?. . ,<br />

1 Ahora.' replico el rapaz, esforzandese toda­<br />

via per gracejar. Les bizcoches de la Rcsalia, . .digo<br />

de la tia Genoveva sen tan dulces. . .<br />

ICarlito.' bramo la joven, levantandese de un<br />

salto del taburete en que estaba sentada y con les ejes<br />

centellantes. iCarlito, tu te burlas de mi?<br />

El rapaz retrocedio aterrado; mas despuSs sintio<br />

que era vergiienza tenerle miedo a una mujer.<br />

iQuS tienes hoy que estas tan bravita, caboclinha


150<br />

de mi corazon?. . .le dije Si precurando mofar tedavia.<br />

Jupira, enfurecida ceme la cascabel que fue pisada,<br />

le agarra un braze, lo muerde, y le entierra los dientes<br />

agudos con toda su fuerza hasta que le brotara la sangre.<br />

Carlito dio un grito horrible, y salio corriende por la<br />

puerta hacia fuera.<br />

236<br />

lArre.'. . . IquS dolor.' Ique dientes. Dies mie<br />

del cielo.'. . .iba murmurando el rapaz, y le saltaron<br />

de los ejes lagrimas del dolor.<br />

De hecho, para una altercacion primera, una denta-<br />

da de aquellas no era mal estrene, y hacia presagiar<br />

para la segiinda, un braze rote, y para la tercera, una<br />

pufialada.<br />

237


CAPITULO VIII<br />

Jupira, en su colera, era bella y sublime, mas<br />

bella y sublime para inspirar a un artista, y no para<br />

despertar el ardor y amimar el corazon del amante, que<br />

comienza a enfriarse. Su palidez era como la del mar-<br />

mol sucio; les ejes fusilaban reverberantes color de<br />

sangre; su boca espumaba y los labios y las narices le<br />

temblaban convulsivos. Reinaba en todo su ser un aire<br />

imperioso, feroz, que daba miedo.<br />

A la indiferencia y el enfado que Carlito comen­<br />

zaba a sentir por Jupira, venia ahora a juntarse tam­<br />

biSn el miedo para tornarlo mas retraide y esquive.<br />

Todavia ese mismo miedo causaba que el la buscase mas<br />

veces de le que deseaba, mas con teda la precaucion y<br />

reserva, temiende mas alguna explosion de sus celos fu­<br />

riesos y que tratase en adelante de ecultar le mas pe-<br />

sible sus entrevistas con Rosalia.<br />

Quirino hablase retirado a la hacienda de su<br />

padre, triste, abrumado, pero tedavia ne del todo des-<br />

animade. La repulsa de Jupira tedavia le avivaba mas<br />

239<br />

la llama que lo devoraba. Aquella boca hechicera de la<br />

cabocla, que premetia un paraise de voluptuesidades, les<br />

151


152<br />

contornos de aquelles hombros, de aquel talle, tan bien<br />

torneado, aquellos ojos negres, cuyo brillo profundo era<br />

un poco velado para los parpados caidos languidamente,<br />

aquellos senos redondes, que se le levantaban baje la<br />

camisa como dos palomas jadeantes, arrullando de amer en<br />

su nido, todo eso a todo memento le estaba pintando la<br />

imaginacion con los colores mas vivos y seductores, es-<br />

caldandole el corazon e hirviendole la sangre con anhe-<br />

los frenSticos de veluptuesidad y de amor. Ne pudo se-<br />

portar la ausencia per muche tiempe, y volvio a Campo-<br />

Bello, decidido a emplear sus esfuerzos, a tratar el ul­<br />

timo sacrificie para alcanzar el ebjete de sus desees<br />

ardientes.<br />

Jupira, esta vez acogio a Quirino con mas blandura,<br />

y eyo sus quejas in enfadarse, e porque ya era sabedora<br />

de cuan doloroso es la melestia que previene de un amer<br />

mal correspondido, se compadecia del mancebo, e porque<br />

queria castigar a Carlito con la pena del talion, ce-<br />

rrespendiende e finguiendo correspender el amor de Qui­<br />

rine, o tal vez porque en el estado de angustia y de<br />

perturbacion en que se hallaba, gustase de alguien que<br />

le hablase e hiciese cuentas de las ansias<br />

de su corazon. Quirine creyo ser un alma nueva, y se<br />

lleno de esperanzas.<br />

240


153<br />

iBien decia yo.* pensaba a si mismo. Era<br />

una nifia arisca y medrosa y nada mas; mas eso no podia<br />

durar para siempre. . .ya va llegande la falla; no tar-<br />

dara mucho en caer en mis brazes.<br />

Jupira ya ne pedia dudar de la deslealtad de Car­<br />

lite. Todavia algunas dudas le salian a veces del es­<br />

piritu; era una sembra ligera de esperanza, que la tris­<br />

te nutria en el corazon; deseaba convencerse por sus<br />

prepies ojos, queria una prueba bien positiva de la ale­<br />

vesia de Carlite. Si en sus amores era libre ceme la<br />

brisa del desierto, ninguna consideracion le pedia obs­<br />

truir les vielentos acceses de sus celos feroces. Ceme<br />

la pantera ambrienta redea y espia el venado tierno y<br />

jugoso, que descuidado vagaba por los bosques y campifias,<br />

hasta que caia en sus garras, asi espiaba Jupira, con<br />

miradas celosas todos les pases de su voluble amante, le<br />

acompafiaba sin ser vista, le conecia el rastro, y en su<br />

instinto selvatico, casi le elia.<br />

Carlite le resentia bien, y per mas desvies que<br />

procurase, por mas que tentase ecultar sus pases, ne pe­<br />

dia escapar las miradas penetrantes, el instinto adivi-<br />

nador de su celosa amante. Este espienaje le fatigaba<br />

y lo aborrecia, dando lugar a<br />

241<br />

quejas y resentimientes cotidianes, y cuande se hallaban


juntos, en vez de acariciarse y besarse come antes, no<br />

154<br />

hacian sino pelearse, arafiarse y morderse come des gates<br />

salvajes.<br />

Ese censtrefiir, en que el cele temible de Jupira<br />

colecaba al pebre rapaz, todavia le instigaba el desee<br />

de estar con su blanca y tierna Rcsalia. Puesto que su<br />

afecto por la cabocla fuese casi todo instincto, no se­<br />

ria porque ella ejercia sobre su espiritu una poderesa<br />

y terrible ascendencia y Si, todavia con miedo y repug-<br />

nancia propia, venia siempre a arrojarse a los pies de<br />

ella. Diriase que ella tenia el poder de fascinar como<br />

la cobra.<br />

Ya hacia cuatro o cinco dias que Carlito no hacia<br />

una visita a la casa de Genoveva y ne veia a Rosalia per<br />

miedo a Jupira, que le espiaba desde su ventanita, e le<br />

seguia la pista sutil y astutamente come la jaguatirica.<br />

Por fin, ne pudo contenerse mas y rebelandose resuel-<br />

tamente contra aquella opresion en que vivia, se encamino<br />

franca e intrSpidamente hacia la casa de Rosalia.<br />

INo faltaba nada mas,' Iba resonando per el ca­<br />

mino. 1Ye, tener miedo de aquella caboclinha, ceme si<br />

fuese mi madre e mi sefiera esposa.'. . .<br />

242<br />

Inada.' I querer tomarme en su cuenta.'. . . I esta equive-<br />

cada; ni tan bobe soy yo que me deje hilvanar ceme el


cacique que ella mate. . .ni me mete miede. . .per ven­<br />

tura ella es mi mujer para que me prehiba que yo estS<br />

con la pebrecita de Rosalia.' A lo menos ella no anda<br />

con dagas no tiene dientes de pantera para merder a la<br />

gente. He de ir a verla, quiera Jupira le que quiera,<br />

quiera o no. Si quiere ver, vea; si ne quiere, que ne<br />

me ande espiando.<br />

155<br />

Haciendo estas reflexienes, Carlito entraba en casa<br />

de Rosalia muy henchido y duefio de si mismo. Jupira le<br />

vio; sin mas demera metio en su seno la daga plateada y<br />

con les ejes en llama y castafieando les dientes ceme el<br />

javali enfurecido, salio y corrio hacia la casa de Geno­<br />

veva. Era esta un pequefio ranche, cuyo frente constaba<br />

unicamente con una sala con una puerta y una ventanilla.<br />

En esta sala, sentados en un banco se hallaban Carlite y<br />

Rosalia, en cuanto su madre, descuidada, lavaba la ropa<br />

en la fuente del patio. Jupira llegS sutilmente y aguan-<br />

tando la respiracion para no ser descubierta, se avisto<br />

a la ventana y miro para adentre. Enlazades en un deli-<br />

cioso abraze, los des amantes se besaban en un bese sin<br />

fin, y era tal su ectasis que no se dieren cuenta de la<br />

llegada de Jupira. Esta mal dio con los ojos aquel es-<br />

pectaculo interesante, llevo subitamente la mane al<br />

243<br />

corazon, como si lo sintiese atravesado por una pufialada.


ahogo un grito, y se quedo, por un memento, yerta, pa-<br />

lida, e inm6vil. DespuSs levanto la mane al seno y<br />

palpo la daga, mas vacilo y meneando la cabeza:<br />

tarde.<br />

INo.' INo.' murmuro; I todavia no.'. . .mas<br />

Y echS a correr hacia la casa. Alll fue a dar<br />

desahogo a la violencia y el dolor de rabia que la ter-<br />

156<br />

turaban y los mas atroces planes de venganza le tumultua-<br />

ban en el espiritu. Le habria sido facil matar a ambos,<br />

mas ese ne le satisfacia. Queria hacer a Carlito sufrir<br />

mucho y por mucho tiempo delores herrereses del cuerpo<br />

y del alma por mucho tiempo, queria insultarle, abefe-<br />

tearle, escupirle el restre, antes que muriese y despues,<br />

apunalearse sobre el cadaver. Entregada a un torbellino<br />

de ideas que se atrepellaban en el espiritu, indecisa, ja­<br />

deante, leca, a veces corria la casa a pases precipitades,<br />

etras se desplomaba sobre el lecho, arrancando sellezes<br />

convulses y llorando lagrimas de sangre.<br />

En esta terrible agitacion, la vine a hallar Qui­<br />

rino, que entraba per la puerta. Al verla a ella con<br />

las facciones trastornadas, les ejes macerados e injec-<br />

tades de sangre, los senos palpitantes, el mirar horri­<br />

ble y delirante, Quirino retrocedio espantade.<br />

IDies mie.' exclamo el, 1 Que le habra acon­<br />

tecido que la vee tan alterada.'<br />

244


guida.<br />

1 Ah.' usted esta ahi, mozo. . .<br />

Disculpeme, si esta incomoda, ye me voy en se-<br />

Ilncomeda.'. . .ne. . .ne lo estoy; mas. . .es­<br />

toy rabiosa. . .dijo la cabocla, apretando los pufios y<br />

crujiendo los dientes.<br />

mio.'. . o<br />

iRabia?. . .ide quiSn?. . .I sera de mi, Dios<br />

Jupira ne sabia ecultar ni disfrazar los tempes-<br />

tuosos transpertes de su alma ardiente, sentia hasta<br />

la necesidad de desahogar su colera, y fue diciendelo<br />

todo sin recedees ni preambulos.<br />

iDe usted? ne; replico la cabocla; es<br />

de un atrevido, de un malvado, que me rechaze. • .<br />

iQuien fue ese atrevido?. . .diga, digalo ya,<br />

que quiero ir a castigarle en este instante, . .<br />

La cabocla le dio a Quirino una mirada firme y<br />

penetrante, come quien quisiera penetrarle el fonde<br />

del alma y le pregunto:<br />

IMozo.'. . .usted me quiere mucho, lasi ceme<br />

tantas veces me ha dicho.'<br />

iTodavIa lo pregunta?. . .no es posible querer<br />

mas de lo que yo le quiere.<br />

iPues bien.' Ha llegado la ocasion de mestrar<br />

que me quiere mucho de verdad.<br />

157


6Si, hermosa Jupira?. . .iQuiere darme ese<br />

gusto?. . .iquS es lo que quiere que yo haga?. . .<br />

158<br />

245<br />

I hable. . .aqui estoy a sus ordenes como el mas humilde<br />

de sus esclaves.'. . .dije Quirine poniSndese de rodillas<br />

a los pies de la cabocla.<br />

de?. . .<br />

iEntonces, esta listo a hacer lo que ye le man-<br />

— IListo.' Siempre listo, linda Jupira; ne hay<br />

imposible al que no me arreje per su amor.<br />

lo cenece?<br />

riarme.<br />

iJura?<br />

Jure.<br />

Pues bien; escuche; usted conoce a Carlito, ino<br />

1 si, lo conozco.'. . .mucho; desde nine.<br />

Pues sepa que fue el, quien se atrevio a inju-<br />

IDe verasJ. . .iCarlite? iAquel meceso, aquel<br />

briboncillo?. . .Ique atrevido.'. . .ya voy a arrancarle<br />

las orejas, y a exprimirle el pescueze.<br />

jjQ que yo queria es arrancarle el corazon y<br />

beberle la sangre. . .mas escuche meze; es precise de­<br />

cirle teda la verdad; ye queria muche a aquel jcven. . .<br />

ll,e queria mucho?. . .ide veras, Jupira?<br />

. . .<br />

lAh.'. • .ipor quS no me dijo ese hace muche tiempe?


Quirino solto un gemido callado.<br />

iComo, si yo misma no lo sabia? Le replico la<br />

joven; empleS bien mal mi amor. . .mas<br />

no se aflija, mozo; si era grande el amor, mayer es el<br />

159<br />

246<br />

odio que hoy le tengo. Tengo desees de ver apufialado a<br />

aquel maldito y pisotearlo. . .iah.' I Si yo pudiese con-<br />

vertirme en pantera para despedazarle entre mis dientes<br />

y chuparle toda la sangre del corazoni. . .iMas usted<br />

quiere mi amer?. . .iquiere que ye sea suya para siem­<br />

pre?. . .<br />

1 Ah.' ne me lo pregunte; per tenerla solo un ins­<br />

tante en mis brazos, yo daria mil vidas, si las tuviese<br />

tarsela a otro.<br />

Ijo es precise que pierda la vida; basta el qui-<br />

Quirino se estremeciS e hizo un gesto de horror;<br />

le espantaba ver en tan tierna edad aquella ferocidad<br />

fria y sed de venganza.<br />

hombre. . .<br />

yo haga?<br />

iTiene miedo, moze?. . .lAhi pensS que era un<br />

iMiedo yo?. . .hable, Jupira; iquS quiere que<br />

iPues no me entiende?. . •<br />

Tal vez ne; hable claro, dije el mancebo, toda­<br />

via dudande de lo que estaba oyendo.


160<br />

Jupira saco tranquilamente la daga que tenia en su<br />

seno y se la presento a Quirino.<br />

Carlito me injurio, me traiciono, y yo no sS si<br />

tendrS el animo de matarle. . .entretante,<br />

247<br />

quiero que Si muera. Sey una mujer dSbil; el pulse del<br />

hombre es mas firme y certero. El ne puede morir per<br />

mi propia mano, al menos mi daga ha de beberle la sangre.<br />

Quirino miraba espantade a la cabocla sin saber que<br />

reponderle.<br />

iNo tiene animo?. . .dije ella resueltamente;<br />

entonces, adies, mozo; no se me aparezca mas por aqui. . •<br />

iPero, Jupira.' dije el mancebo vacilando<br />

yo. . .no sS. . . I matar a un pebre joven.'. . .les una<br />

barbaridad. . .oh.' I Ese nuncai<br />

1 Ah.'. . .ies asi que me quiere tante? I Que me<br />

impertaJ. . .si usted ne tiene animo, ne me faltara<br />

alguien que lo mate, y el ha de morir igual y ye nunca<br />

he de ser suya.<br />

INunca.' lAhi i Jupira.' I Jupira.' IQuS palabra<br />

tan cruel.' IMoza.'. . . lahi INo me cendene a perder. . .<br />

pierde el juicioJ<br />

iVa, o no?. . .<br />

1 Jupira.'. . .<br />

Yo le jure que he de ser suya, suya para siempre.


mozo«<br />

• • -y<br />

1JupiraJ<br />

. .<br />

He de amarl© tant©, como yo odio a Carlito.<br />

161<br />

1 Jupira.' lay.'. . .yo pierdo la cabeza. . .<br />

Vaya, vaya; yo jure, que he de ser suya; vaya<br />

tome este bese en prenda de que he de cumplir mi pala­<br />

bra.<br />

Jupira enlazo el braze al cuello del joven y le<br />

imprimio en la boca sus labios nacarados y ardientes.<br />

Aquel beso lo alucino, exalto hasta el delirio su pa-<br />

si6n; fue como una pocion sutil y fatal, que le calo<br />

hasta lo mas hondo de su alma, en ella vacio todo el<br />

odio, ferocidad y sed de venganza, de los cuales la<br />

cabocla se hallaba poseida, acabando con toda su inde­<br />

cision.<br />

IDame, dame esa daga.'. . .exclamo Quirino y<br />

arrebatando la daga de la mano de Jupira, salio preci-<br />

pitadamente.<br />

248<br />

249


CAPITULO IX<br />

En la noche de ese mismo dia, Quirino fue a buscar<br />

a Carlito y le convido a una pesqueria en canca por el<br />

Rio Verde en la mafiana del dia siguiente, que era un<br />

domingo. Carlito, a quien le gustaba mucho ese gSnero<br />

de diversion, al otro dia, bien temprano, ya estaba<br />

presto a la espera del compafiero, con sus anzuelos pre-<br />

parados y algunos comestibles para pasar el dia en el<br />

bosque y en el agua. Salieren juntos; la mafiana estaba<br />

magnifica; los pajaritos hacian eir per les huertos el<br />

mas festive clametee; el campaneo de la capilla repli-<br />

caba alegremente, derramande ecos sonores por aquellas<br />

apacibles alamedas.<br />

El Rio Verde, coleando a traves de las praderas,<br />

parecia una cobra reluciente de escamas de esmeraldas,<br />

estirandose a la luz del sol hermeso de las seledades.<br />

Por las diversas veredas de la celina se veian diverses<br />

grupes de familias campesinas con sus vestides<br />

domigueros, de garridos colores, encaminandose para el<br />

251<br />

seminario para eir las misas y las platicas de los San­<br />

tos padres, que asi llamaba la gente del sertao a les<br />

padres de la congregacion.<br />

162


Carlite sentia el corazon saltarle en el pecho,<br />

lleno de vida, animaciSn y alegria. Habia acabado de<br />

163<br />

asistir a la misa matinal, donde se quedara extasiado al<br />

contemplsir y cambiar miradas expresivas con la tierna y<br />

hermosa Rosalia, y solo ese recuerdo era come un perfume,<br />

que lo embebecia en las emeciones mas gratas.<br />

No estaba asi Quirino, que con el espiritu turbado<br />

p©r l©s s©mbrl©s y siniestr©s pensamient©s, parecia un<br />

rSprcb© que trae en la frente el sell© de la condena<br />

eterna, y de balde se esforzaba en ecultar la angus-<br />

tiesa agitacion de su alma. Encaminabanse rio arriba<br />

hacia un lugar bonito llamado Olaria, donde el rio, des­<br />

puSs de atravesar en presurosa carrera las mesetas mas<br />

risuefias, reflejande a flcr de campo todo el esplender<br />

de aquel cielo deslumbrante, ceme para descansar de sus<br />

corridas per las campifias, viene a estirarse serene en<br />

un extenso y profundo remanso, a la sembra de dos alas<br />

de frondoses y exuberantes capoes.<br />

Llegados a la ribera del rie, les des Pescadores<br />

desprendieron una pequefia canoa que alll estaba amarra-<br />

da ccn una liana a un trenco en la orilla. Quirino<br />

252<br />

tome una piedra grande y pesada en la playa y la colccS<br />

dentre de la canca.<br />

iPara quS esa piedra? pregunto Carlito.


Esta canoita es muy inestable, Carlito; esta<br />

piedra es para hacerla calar un poco mas en el agua y<br />

que no se vire con la gente.<br />

Soltaron la canoa y la llevaron rie abaje per el<br />

remanso del cual ya hablamos. Carlito prepare su an-<br />

zuelo y lo lanzo al agua. Estaba de pie, en el medio<br />

de la canoa, con la vara en la mano y los ojos fijos<br />

en el rio. Detras de el, Quirino, sentade en la popa,<br />

manejaba el remo. Quien los viese entences, habria de<br />

164<br />

netar el extreme antagenismo que habia en las expresie-<br />

nes de aquellas dos fisionomias. Carlite, con el mirar<br />

tranquilo que revelaba la placidez de su alma tan serena<br />

como la corriente mansa que resbalaba, tenia la atencion<br />

presa en los movimientes de la linea de su anzuelo, y<br />

una media sonrisa come de satisfaccion intima le pasaba<br />

por les labios. Quirine, con les ejes terves y espanta­<br />

dos, miraba con inquietud para una orilla, a veces para<br />

la otra; a veces palpaba la daga y fijo una mirada sinies­<br />

tra y desvarada sebre el adelescente que estaba delante de<br />

Si, a veces dejaba per unes instantes caer la frente sobre<br />

el pecho en un abatimiento profundo y sembrie. Su espiri­<br />

tu se. debatia entre les estertenes de la lucha-mas violen­<br />

ta y angustiada.<br />

253<br />

IAquel mecite tan joven, tan esbelto y garbese, con el


165<br />

alma tan serena, tan llena de visiones risuefias y suefios<br />

dulces de esperanza; aquel nifie descuidado, que ningun<br />

dafie le hiciera, que a Si se abandenaba con tan sincera<br />

e ingenua confianza, tener que caer victima de su pufial,<br />

ir a servir de paste a esos mismos peces que trataba de<br />

atraer con su anzuelo y con que esperaba regalarse.' El<br />

corazon del joven flaqueaba y tenia impulses de arrejar<br />

al rio la daga que le diera Jupira, y decirle a su com­<br />

pafiero: IHuyamos, Carlito; huyames; un gran peligro<br />

nos amenaza aquli<br />

Pero luego le surgia ante su espiritu la imagen de<br />

Jupira, linda y voluptuesa, que come el angel del mal<br />

conjuraba todos aquellos impulses escrupulosos.<br />

El beso de fuege, que le diese, le ardia tedavia<br />

en les labios y le hervia el cerazon ceme una pocion ma­<br />

ligna que le quemaba la sangre y le escaldaba el cerebro<br />

con deliries voluptueses. lOh.' Pensaba el mientras<br />

estaba contemplando con ojos llenes de envidia y de ce­<br />

los las esbeltas y bien talladas formas y el semblante<br />

encantador del adelescente lampifio; lOh.' lEste nifie.'<br />

. . .leste nifioi. . .lY ella lo amaba.'. . .per mas que<br />

diga que le odia, ese odio no puede durar muche. . .y al<br />

fin de cuentas, si yo le salve. . .quien sabe. . .lei<br />

sera el amante feliz que<br />

254


166<br />

ha de venir a gozar de todos aquellos mimes que yo hace<br />

tanto tiempo codicio con todo el ardor de mi alma.', . .<br />

Ioh.» ino? I mil veces no.' I ahora ya, Jupira, aunque ven-<br />

gas a pedirme de rodillas por Si, tiene que morir.' es<br />

absolutamente precise que ye te libre a ti y a mi de<br />

ese muchachito, que esterba nuestra felicidad. . . lEa.'<br />

lanimo.'. . .antes que se arrepienta. . .<br />

Y la canoa venia resbalando suavemente a la merced<br />

de la corriente serena; Carlite, con su semblante pla-<br />

cido y risuefie, de pie con la vara en la mano, refle-<br />

jando en el agua limpida del rio los contornos de su<br />

gentil figura, estaba abserpto en las senrisas y beses<br />

de Rosalia, a la espera de un pez que le viniese a mer­<br />

der el anzuelo, y detras de Si, hispida, amenazante,<br />

sombria, la figura de Quirine, con la daga en la mano,<br />

se iba irgiendo lenta y siniestramente.<br />

255


CAPITULO X<br />

Jupira habia pasado la noche entre insomnias penosas<br />

y suefios paverosos, entregada a la agitacion mas horrible.<br />

Apenas adormecia, veia la figura de Quirino con los ojos<br />

torv©s y abrazad©s, l©s cabelles hispides, y en les la­<br />

bios, una sonrisa feroz de triunfo, con las manos y el<br />

pufial bafiados ccn la sangre de Carlite, venir corriende<br />

hacia ella, para pedirle el cumplimiente de sus premesas.<br />

Otras veces, era Carlito quien se le aparecia palide,<br />

triste, abatido, con un pufial clavade en el corazon, y<br />

que con voz dolida venia a abrumarle ccn el peso de mal-<br />

diciones y de terribles implicacienes. Otras mil visio­<br />

nes hediendas se le atrepellaban en su espiritu y los<br />

remordimientos le torturaban el corazon.<br />

Apenas desperto la primera luz del dia, que ella<br />

esperaba ansiosamente, se levanto y quiso salir; mas su<br />

padre tenia la costumbre de guardar cuidadosamente todas<br />

las Haves de las puertas de afuera, y le fue ferzese<br />

257<br />

esperar en la mas angustiada impaciencia que Si se des-<br />

pertase y que se levantase. Apenas pudo salir, fue<br />

corriende directamente a la casa dcnde Quirine acestum­<br />

braba hespedarse. Ya ne estaba en casa; supe que habia<br />

167


salido al romper el dia.<br />

lAy de mi.' dijo ella en el mas extreme pe­<br />

sar; 1Dios sabe le que habra pasado. . .Dies mieJ<br />

. . .IDies mie.'. . . lya sera tardeJ<br />

168<br />

De alll corriS inmediatamente al seminario, donde<br />

Carlite moraba. Un criado le dijo que habia salido muy<br />

temprano, y que no sabia para donde habia ide.<br />

lAyi IDies mie.' IDies mioi I QuS sera de Sli<br />

... Idesgraciada de mi J salio la nifia exclamande la<br />

mayor consternacion, y de alll se fue corriende siempre<br />

a la casa de Genoveva. Esta y su hija acababan de lle­<br />

gar de misa, y Jupira les pregunto si habian visto a<br />

Carlito.<br />

Estuve con nosetros hasta hace pece, le dijeren,<br />

en la misa de la madrugada y nes dije que de alll iba<br />

hacia Rio Verde a pasar el dia y a pescar con el senor<br />

Quirino, que estaba junto a el.<br />

Con esta noticia, la afliccion y la angustia de la<br />

muchacha aumentaren hasta el extreme que se cubrio de<br />

una palidez mortal, tambaleo, y le fue precise recestar-<br />

se contra la pared para ne irse al suele.<br />

iPara quS lade fueron ellos? ella pregunto<br />

258<br />

todavia con aire tan inquiete y perturbade, que serpren-<br />

die a las dos mujeres.


169<br />

Fueron para el lado de Olaria, respondio Ge­<br />

noveva; imas quS tienes, mi hija, que estis tan asus­<br />

tada?. . .ipaso alguna cosa?. . ,<br />

Sin responder nada, al gran espanto de las dos mu­<br />

jeres, Jupira se puso afuera de un salto y alll se fue<br />

a correr para el lade de Olaria, que distaba de alll<br />

casi media legua.<br />

Se dirigio hacia el remanso, donde esperaba encon-<br />

trarles, penetro por el margen estrecho de matas que<br />

bordea el rio en aquella parte y llego al borde, jadean­<br />

te, desgrefiada y terva come una pantera malherida. Lan­<br />

zo los ojos hacia rio arriba y vie la canoa flotando se­<br />

renamente per la corriente abaje y en medio de ella, Car­<br />

lite, de pie con su anzuelo en la mane, pescando tranqui­<br />

lamente, y detras de el, Quirino con su daga alzada. . .<br />

De subito, un vertigo le cubrio les ejes de una nube<br />

de color de sangre, y antes de que ella pudiese soltar<br />

un grito, la daga habia descendide tres veces sebre las<br />

costillas de la infeliz victima, que sin soltar un grito,<br />

cayo de bruces en el fondo de la canoa, chorreande sangre<br />

a borbotones.<br />

A travSs de la obscuridad que le turbaba los ejes,<br />

Jupira vie aquella horrible escena ceme en una pesadilla,<br />

gelpeo las manos, y die un grito, antes de un estruende<br />

259


horroroso, ccn los brazos en un tremor convulsive, ex­<br />

tendi dos al cielo.<br />

Quirino, asustado, miro rapidamente hacia aquel<br />

lado; mas despuSs que reconecio a Jupira:<br />

iEstas satisfecha? bramo de lejos mostrande<br />

la daga ensangrentada y apuntando hacia el fonde de la<br />

170<br />

canoa, donde yacia el cadaver de Carlito, estremeciSndo-<br />

se y vomitando sangre.<br />

1 Bravo.' I Bravo.'. . . Imuy bien.' Grito la cabo­<br />

cla con una sonrisa de irenia infernal. IVenga ahora.'<br />

Venga de prisa para recibir el premio. . .<br />

Espera alia tedavia, Jupira mia; precise darle<br />

sepultura a este desgraciado. . .<br />

Hablande asi, Quirine desataba de la cintura una<br />

soga fuerte y comprimida de dos filamentos que tenia el<br />

proposito destinado de atar el pescueze de Carlite a la<br />

piedra, que pusiera en la canoa, y tirarle al fonde del<br />

rio.<br />

ITodavIa no, mozo.'. . . I espera. . .traelo aca<br />

. . .quiero verle tedavia una vez mas. , .pebrecito. • .<br />

era tan bonito


orilla.<br />

171<br />

260<br />

Jupira contemplo muda por algunos instantes el ca­<br />

daver de su infeliz amante con los brazos cruzades, los<br />

ojos en llamas, tragandose las lagrimas y los sellezes<br />

para que nadie podria decir si eran de furor e de an­<br />

gustia, de dolor e de terror, de remordimiento e de de­<br />

sesperacion, porque eran de todo al mismo tiempe.<br />

iEsta satisfecha conmige? Le pregunto el man­<br />

cebo, mirandola con terror y desconfianza.<br />

lOh.' IMuchc' IMuchoJ Le respendio con una<br />

senrisa satanica, ahora puede entregarme mi daga.<br />

tada.<br />

Quirine, asombrado, le develvio la daga ensangren­<br />

IBieni Podemos ahora dar sepultura a este pe­<br />

brecito, dijo, apuntando hacia el medio del rie y en­<br />

trande en la canoa.<br />

Quirino la dirigio hacia el medio del rie.<br />

IMire, joveni continue ella con los ojos fi­<br />

jos en el cadaver; Ino era tan Undo mi Carlite.'. . .<br />

I Oh.' I Mucho.'. . .Imuy Undo.'. . .quiere darle tedavia<br />

un bese. . .no tenga celos, joven. . .es un ultimo adios<br />

Jupira se incline sebre el cadaver que estaba de<br />

bruces, ahogado en sangre, lo viro de lade y le cubrio<br />

los labios y la cara de repetidos beses ardientes.<br />

261


172<br />

Lleno de asombro y de terror, Quirino contemplaba aquella<br />

escena.<br />

Cuando ella se levanto, con los labios, la cara y el<br />

cuello manchados con la sangre de Carlito, Iestaba hedion-<br />

da.'. . .Quirin©, h©rr©rizad©, estaba casi a lanzarse al<br />

rio. Mas ella amainando inmediatamente la v©z, le abri©<br />

l©s braz©s:<br />

Ah©ra s©y tuya, dij©, labrazame.'<br />

Quirin© se arr©j6 en l©s brazos de ella con el fre-<br />

nesi de una pasion loca, que le llevara a practicar el<br />

asesinate mas hediende y vil. Mas al mismo tiempo que<br />

le iba apretando contra el pecho, la daga de Jupira le<br />

iba atravesando el corazon, y en sus colvulsiones de<br />

muerte, oia una voz ronca y siniestra murmurarle al<br />

oido estas palabras:<br />

iMuere tambiSn, vil asesine.' Ye ne te quiero. . .<br />

Dos dias despuSs se encontro flotando, ya a una<br />

legua de distancia, a una canoa sin nadie que la gober-<br />

nase, mas tripulada per una multitud de urubdes que se<br />

disputaban entre si, les restes de les des cadaveres.<br />

En cuanto a Jupira, se desaparecio y nunca mas se<br />

262


sup© p©r ciert© 1© que se hiz© de ella.<br />

Pasad© el tiemp©, un©s cazadcres enc©ntrar©n en<br />

173<br />

una gruta, en el sen© de un b©sque pr©fund©, el esque-<br />

let© de una mujer cclgad© de un arb©l p©r una liana.<br />

Se presume con mucha probabilidad que era Jupira, que<br />

se habia ah©rcado.<br />

FIN<br />

263


A<br />

Anhanga.<br />

anu.<br />

arara.<br />

GLOSARIO<br />

Espiritu male o diablo en la lengua tupi.<br />

TambiSn es el nembre de un venado del amazonas.<br />

Ani; ave trepadora.<br />

Guacamayo; ave acuatica de la region del Rie<br />

Grande do Sul.<br />

arasoia. Vestimenta de los indies.<br />

araticuns.^ TambiSn, araticum. Designacion de varies<br />

arboles de la familia anenacea y su fruto<br />

respective.<br />

ariranha. Nutria gigantesca del Brasil que llega a<br />

tener hasta seis pies e mas de large. Mamifero<br />

de la familia de les mustelidees. Lentra.<br />

B<br />

bacoparis. Planta herbacea medicinal de fruto bianco.<br />

Baguari. Garza grande.<br />

bugres.<br />

bureti.<br />

Termino generico dado a cualquier indio. Este<br />

nembre vine del franees bougre. Usado per<br />

Guimaraes en forma despectiva para dar enfasis<br />

al salvajisme de les indies.<br />

Prebablemente un error de imprenta; buriti;<br />

especie de palmera.<br />

caboclinha(o) Diminutive de cabecla. Nembre dado al<br />

174


175<br />

indio brasilefio de sangre pura y civilizado,<br />

y al mestizo de sangre India y blanca en el<br />

Brasil.<br />

cangerana. Posible, canharana; arbol de Santa Catarina.<br />

cangugu. Especie de onza.<br />

copoeiras. Jaula o espacio grande donde se crian y<br />

alojan aves o matas. Espacio o claro en la<br />

floresta. Aves.<br />

cauim. Especie de bebida fermentada de les indios.<br />

caiapo. Indie de los caiapos. Ellos dominaban los<br />

sertoes situades entre Araguaia, Xingu y el<br />

Parana.<br />

columi. Muchacho; joven; rapaz. Siervo; criado,<br />

cracara. Ave de presa.<br />

crumatas. Pez fluvial.<br />

E<br />

ema. Avestruz americano de tres dedos en las patas.<br />

Guaianares. Indios de la tribu Guaianas que habitaban<br />

las inmediaciones del rie Uguagu, entre el<br />

Parana y el Uruguay.<br />

inhambus. Perdiz. Nembre comun dado a diversas aves<br />

tinajnideas.<br />

ipS. Arbol madedero. El nembre combina muchas<br />

clases de arbeles y arbustes de la familia


leguminosa como la mimosa y la begonia.<br />

jaboticabas. Nombre comun dado a las diversas especies<br />

de los cocedrilos y caimanes.<br />

jaguatirica. Onza pequefia o gate silvestre grande.<br />

jaos. Tinamu. Ave tinamidea.<br />

jararaca. Nombre celectivo dado a las peligresas y<br />

muy venenosas viperas de la familia lachesis<br />

lanceolatus. De cabeza lanceada al estile<br />

de la cobra.<br />

jaus.<br />

jiboia.<br />

Jupira.<br />

Jurema.<br />

K<br />

Pescados fluviales de la familia siluridea.<br />

Serpiente grande de rio de la familia boa.<br />

Palabra cempuesta. Ju quiere decir espina<br />

y pira, heguera, Persenaje central de la<br />

obra de Bernardo Guimaraes, Jupira.<br />

Palabra cempuesta. Ju quiere decir espina<br />

y rema, muy desagradable. Arbol de la familia<br />

leguminosa de fruto amarge. En el<br />

caso de Alencar y Guimaraes, los autores<br />

usan el termino come bebida amarga que produce<br />

suefios alucinantes.<br />

kanitar. Penacho de plumas usado per los indies<br />

Lindioia. Heroina India del drama de Jose Basilie da<br />

Gama, 0 Uruguai. Este drama es considerade<br />

como uno de les precurseres del romanticismo<br />

brasilefio.<br />

176


M<br />

177<br />

macucos. Perdiz. Nembre comdn de diversas aves tinamideas.<br />

manite.<br />

Moema.<br />

Designacion que los indios Algonquines de la<br />

AmSrica del Sur le dieron a una fuerza magica<br />

no persenificada. Demenio entre indies<br />

americanes.<br />

HSroe indigena del poema "Caramuru" del padre<br />

JosS de Santa Rita Durao.<br />

pirapitingas. Pez fluvial.<br />

sagui<br />

Pequefio mono de la familia hapalidea.<br />

saracura. Begonia. Planta de la familia de las begonias.<br />

sertanejes. Pertenecientes al sertao, Hombres frenterizos<br />

que habitan en el interior e sertao;<br />

zona del interior del nordeste del Brasil.<br />

sertao. Ver sertanej©s.<br />

suguarana. Especie de onza.<br />

sucuri. Anaconda o boa acuatica que vive principalmente<br />

en los pantanos y rios.<br />

T<br />

tacape.<br />

trocaz.<br />

Clava; arma de los indies; especie de garrote.<br />

Tercaz^ paloma que tiene el pescueze de varies<br />

colores.<br />

tucum. Especie de palmera brasilefia de cuyas hojas se


extraen fibras muy buenas que son usadas en<br />

la manufactura de hamacas.<br />

Tupin. Nombre usado por los misioneros jesuitas<br />

para llamar a Dios. Nombre del dios indie<br />

en Iracema y en Jupira.<br />

tiu. Almez(o). Planta conecida per el nombre de<br />

raiz de lagarte.<br />

178


NOTAS<br />

Erico Verissimo, Brazilian Literature (New York:<br />

Macmillan, 1945), p. 23. En el proceso investigative<br />

de esta tesis se han empleade libros en su traduccion<br />

inglesa debido a su accesibilidad y para ayudar al lec­<br />

tor que no sabe portuguSs.<br />

2<br />

Verissimo, p. 23.<br />

3<br />

Verissimo, p. 27.<br />

Isaac Goldberg, Brazilian Literature (New York:<br />

Knopf, 1922), p. 26.<br />

•^ Verissimo, p. 37.<br />

7<br />

Verissimo, p. 54.<br />

Manuel Bandeira, Brief History of Brazilian Li­<br />

terature, trans. Ralph Edward Dimick, (Washington, D.C:<br />

Pan American Union, 1958), p. 67,<br />

Q<br />

Bandeira, p. 67•<br />

9<br />

Bandeira, p. 75•<br />

Bandeira, p. 78.<br />

Bernardo Guimaraes, Historia £ tradicoes da Pro­<br />

vincia de Minas Geraes (Rio: Civilizagao Brasileira,<br />

1976), p. X.<br />

12<br />

Norwood H. Andrews, Jr., "A Modern Classificatien<br />

ef Bernardo Guimaraes," Luse-Brazilian Review, No. 2<br />

179


(1966), p. 60.<br />

13<br />

Olivio M©ntenegr©, 0 r©mance brasileir© (Ri©:<br />

Olimpi©, 1953), p. 43.<br />

14<br />

180<br />

Haydee M. J©frS Barr©s©, Esquema historico de la<br />

literatura brasilefia (Buenos Aires: N©va, 1959), p. 71.<br />

R©nald© de Carvalh©, Pequena historia da litera­<br />

tura brasileira (Rio: Briguiet, 1944), p. 252.<br />

16<br />

Goldberg, pp. 94-95.<br />

^^ Goldberg, po 96.<br />

18<br />

Antoni© S©ares Am©ra, Historia da literatura Bra­<br />

sileira (Sao Paulo: Saraiva, 1965), p. 68.<br />

19<br />

Claude L. Hulet, Brazilian Literature, I (Wash­<br />

ington, D.C: Ge©rget©wn Univ. Press, 1974), p. 334.<br />

20<br />

Gustav© Barr©s©, et al., Pequen© dicionario da<br />

lingua p©rtuguesa (Ri©: Civilizaga© Brasileira, 1946),<br />

?• 1133«<br />

21<br />

Bandeira, p. 86.<br />

22<br />

Ant©ni© Candid©, F©rmaqa© da literatura brasileira,<br />

II (Sa© Paul©: Martins, 1959), ?• 219.<br />

^^ Hulet, p. 334.<br />

24<br />

Ant©ni© Candid©, Presenga da literatura brasileira,<br />

I (SS© Paul©: Difusa© Europeia d© Livr©, 1964), p. 337.<br />

27 -^ Candid©, Presenga, p. 338.<br />

26<br />

J©sS de Alencar, Iracema (Rio: Gamier, 1978), p. 7-<br />

Candid©, Presenga, p. 339.


28 .,<br />

Alencar, po 7.<br />

29<br />

8.<br />

Alencar, p.<br />

Alencar, p.<br />

8.<br />

14,<br />

Alencar, p. 14.<br />

32<br />

Alencar, p . 15«<br />

33<br />

Alencar, p. x:?.<br />

34<br />

Alencar, p« 18.<br />

35<br />

Alencar, p. 19.<br />

36 .,<br />

Alencar, p. 20.<br />

37<br />

Alencar, p* 132.<br />

38<br />

Alencar, p* 28.<br />

39<br />

Alencar, p. 33o<br />

40<br />

Alencar, p. 79.<br />

41<br />

Alencar, p. 106.<br />

42<br />

Alencar, p. 109.<br />

45<br />

-^ Alencar, p. 111.<br />

44<br />

Alencar, p. 114.<br />

45<br />

'^ Alencar, p. 123.<br />

46<br />

Alencar, p. 124o<br />

47<br />

'^ Alencar, AIlUi"eW5, p. pp. 126. ox—Old.<br />

48<br />

-^ Alencar, Bernardo p. Guimaraes, 127. Historia £ tradigo<br />

vineia<br />

49<br />

de Minas-Geraes<br />

^<br />

(Rio: Gamier, n.d.), >. 185c<br />

^ Guimaraes, Historia, 1976 ed., p. XI.<br />

^^ Andrews, pp. 81-82.<br />

181<br />

Historia £ tradigoes da Pro-


52<br />

53<br />

54<br />

55<br />

56<br />

57<br />

58<br />

59<br />

60<br />

61<br />

Guimaraes, Historia, n.d. ed. , p.<br />

Guimaraes, Historia. n.d. ed. > P-<br />

Guimaraes, Historia, n.d. ed. » p*<br />

Guimaraes, Historia, n.d. ed. , p.<br />

Guimaraes, Historia, n.d. ed. > p*<br />

Guimaraes, Historia, n.d. ed. , ?•<br />

GuimarSes, Historia, n.d. ed. > ?•<br />

GuimarSes, Historia, n.d. ed. , p-<br />

Candido, Presenga, II, p. 235.<br />

193.<br />

201.<br />

197.<br />

222.<br />

222.<br />

259.<br />

261.<br />

261.<br />

182<br />

Sylvi© R©mer©, Historia da literatura brasileira<br />

(Rio: Olympi©, 1902).<br />

62<br />

Norw©©d H. Andrews, Jr., "Bernard© Guimaraes and<br />

the Brazilian N©vel ©f Trans it i ©n, " Diss. Univ. ©f Wis-<br />

ccnsin 1964, p. 306.<br />

* Andrews, "Bernard©," p. 307.<br />

64 Andrews, "Bernard©," p. 303.<br />

^ Palabras p©rtuguesas para las cuales no existen<br />

equivalentes en espanol seran subrayadas la primera vez<br />

que aparecen y pedran ser encontradas en el glesarie de<br />

tales palabras que aparece a ccntinuacion de la traduccion<br />

de Jupira. Tenga el lector en cuenta que la gramatica y<br />

el sistema de puntuacion, manifiestes en el texto origi­<br />

nal, han sido obervades fielmente, salve en ciertas eca-<br />

ciones donde fue extremadamente necesario la alteracion<br />

de ellos. Des notas del propi© autor fueron ignoradas


por no estimarse necesarias ni impertantes en la tra­<br />

duccion de la obra.<br />

183


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