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corazón de tinta - bibliotecaelroble

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Meggie le estaba un poco gran<strong>de</strong>. Al dar unos pasos con él puesto, se<br />

pisó el bajo. Aunque las mangas eran estrechas, logró <strong>de</strong>slizar <strong>de</strong>ntro<br />

sin dificultad la hoja <strong>de</strong> papel, fina como el ala <strong>de</strong> una libélula. Lo<br />

intentó unas cuantas veces: meter, sacar. Al final la <strong>de</strong>jó <strong>de</strong>ntro.<br />

Cuando movía las manos o levantaba el brazo, crujía un poco.<br />

La luna pendía, pálida, sobre la torre <strong>de</strong> la iglesia. Cuando la<br />

Urraca regresó a buscar a Meggie, la noche exhibía su resplandor<br />

como un velo sobre el rostro.<br />

--¡No te has peinado! -constató, enojada.<br />

Esta vez la acompañaba otra criada, una mujer baja <strong>de</strong> cara<br />

colorada y manos enrojecidas que a todas luces no mostraba el menor<br />

temor a los po<strong>de</strong>res mágicos <strong>de</strong> Meggie. Pasó el peine por el pelo <strong>de</strong><br />

la niña con tal tenacidad que casi la hizo gritar.<br />

--¡Zapatos! -exclamó la Urraca cuando vio asomar los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong><br />

los pies <strong>de</strong>snudos por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l vestido-. ¿Es que nadie ha pensado<br />

en los zapatos?<br />

--Bien podría ponerse ésos -la criada señaló unas <strong>de</strong>portivas<br />

<strong>de</strong>sgastadas-. El vestido es bastante largo y no se le verán. A<strong>de</strong>más,<br />

¿las brujas no van siempre <strong>de</strong>scalzas?<br />

La Urraca le lanzó una mirada que le provocó un escalofrío.<br />

--¡Exacto! -afirmó Fenoglio que había estado todo el rato<br />

observando con mirada burlona cómo ambas mujeres a<strong>de</strong>centaban a<br />

Meggie-. Siempre van <strong>de</strong>scalzas. Y yo, ¿he <strong>de</strong> cambiarme también<br />

para tan señalada y festiva ocasión? ¿Qué se suele llevar en una<br />

ejecución como ésta? Supongo que me sentaré al lado <strong>de</strong> Capricornio,<br />

¿no?<br />

La Urraca a<strong>de</strong>lantó el mentón. Era tan blando y pequeño que<br />

parecía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un rostro distinto, más dulce.<br />

--Tú pue<strong>de</strong>s quedarte como estás -contestó mientras colocaba en<br />

el pelo <strong>de</strong> Meggie un pren<strong>de</strong>dor cubierto <strong>de</strong> perlas-. Los prisioneros no<br />

necesitan cambiarse. -Sus sardónicas palabras <strong>de</strong>stilaban veneno.<br />

--¿Prisioneros? ¿Qué significa eso? -Fenoglio corrió un poco su<br />

silla hacia atrás.<br />

--Sí, prisioneros. ¿Qué otra cosa sois si no? -La Urraca retrocedió<br />

para observar a Meggie-. Ya está -afirmó, tras apreciarla con la<br />

mirada-. Qué raro, con el pelo suelto me recuerda a alguien.<br />

Meggie agachó <strong>de</strong>prisa la cabeza, y antes <strong>de</strong> que la Urraca<br />

pudiera reflexionar con más <strong>de</strong>tenimiento sobre esa observación,

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