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corazón de tinta - bibliotecaelroble

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gran<strong>de</strong> y afilado... Irrumpiré con él en casa <strong>de</strong> Capricornio. ¿Quién va<br />

a reconocerme con este vestido in<strong>de</strong>scriptible?<br />

Mortimer siempre había creído que Elinor sólo se las apañaba con<br />

el mundo situado entre las pastas <strong>de</strong> un libro, ¡pero ella le enseñaría<br />

<strong>de</strong> lo que era capaz!<br />

«¿Cómo? -susurró una voz en su interior-. Él se ha ido, Elinor, se<br />

ha ido igual que tus libros...»<br />

Soltó un sollozo tan fuerte que ella misma, asustada, se tapó la<br />

boca con la mano. Una rama se quebró bajo sus pies, y <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una<br />

ventana <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Capricornio se apagó la luz. Tenía razón. El<br />

mundo era terrible, cruel, <strong>de</strong>spiadado, ominoso como un mal sueño.<br />

No era un buen lugar para vivir. Los libros eran el único sitio en el que<br />

había hallado compasión, consuelo, felicidad... y amor. Los libros<br />

amaban a todo aquel que los abría, dispensaban recogimiento y<br />

amistad sin exigir nada a cambio, nunca se marchaban, nunca,<br />

aunque los tratasen mal. Amor, verdad, belleza, sabiduría y consuelo<br />

ante la muerte. ¿Quién lo había dicho? Algún otro chalado por los<br />

libros cuyo nombre no acertaba a recordar, pero sí sus palabras. Las<br />

palabras son inmortales... salvo que llegue alguien y las queme. Pero<br />

incluso entonces...<br />

Siguió avanzando a trompicones. La luz lívida <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong><br />

Capricornio se proyectaba sobre la noche como agua lechosa. Tres <strong>de</strong><br />

los asesinos cuchicheaban en la plaza <strong>de</strong>l aparcamiento, entre los<br />

coches.<br />

--¡Hablad, sí, hablad! -murmuró Elinor-. Fanfarronead con<br />

vuestras manos manchadas <strong>de</strong> sangre y vuestros corazones negros<br />

como el carbón. Lamentaréis haberlos matado.<br />

¿Qué era mejor? ¿Introducirse enseguida a hurtadillas o esperar<br />

al alba? Ambas opciones eran una locura, no llegaría ni a la próxima<br />

esquina. Uno <strong>de</strong> los tres hombres miró en torno suyo y, durante unos<br />

segundos, Elinor pensó que acabaría <strong>de</strong>scubriendo su presencia.<br />

Retrocedió dando un traspié y resbaló, pero logró asirse a una rama<br />

antes <strong>de</strong> volver a per<strong>de</strong>r el equilibrio. Entonces oyó un rumor a su<br />

espalda y antes <strong>de</strong> que pudiera volverse, una mano le tapó la boca.<br />

Intentó gritar, pero no pudo, tan fuerte apretaban sus labios aquellos<br />

<strong>de</strong>dos.<br />

--Con que estabas aquí. ¿Sabes cuánto tiempo llevo buscándote?<br />

Era imposible. Estaba segura <strong>de</strong> que jamás volvería a oír esa voz.<br />

--¡Disculpa, pero sabía que gritarías! ¡Ven! -Mortimer retiró la<br />

mano <strong>de</strong> su boca y le hizo una seña para que lo siguiera.

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