14.06.2013 Views

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

esa zona.<br />

En la calleja por la que se metió Dedo Polvoriento se apilaban las<br />

ripias, las tejas y las piedras hasta más arriba <strong>de</strong> la rodilla y resbalaron<br />

bajo sus pies cuando acechaba en la oscuridad <strong>de</strong> la noche.<br />

Preocupado porque el ruido hubiera atraído a alguien hasta allí, vio<br />

aparecer a un centinela entre las casas <strong>de</strong>rrumbadas. Mientras se<br />

acurrucaba tras el muro más cercano, notó su boca reseca por el<br />

miedo. Había nidos <strong>de</strong> golondrina pegados uno junto a otro. El<br />

centinela tarareaba algo mientras se aproximaba. Dedo Polvoriento lo<br />

conocía, llevaba ya muchos años con Capricornio. Lo había reclutado<br />

Basta en otro pueblo <strong>de</strong>l extranjero. Capricornio no siempre había<br />

morado entre esas colinas. Había sentado sus reales en otros lugares,<br />

en pueblos apartados como éste, en casas, en granjas abandonadas;<br />

en una ocasión, incluso en un castillo. Pero, tar<strong>de</strong> o temprano, siempre<br />

llegaba el día en el que la red <strong>de</strong> temor que Capricornio sabía tejer con<br />

tanta habilidad se rompía, <strong>de</strong>spertando el interés <strong>de</strong> la policía. Allí<br />

también suce<strong>de</strong>ría lo mismo.<br />

El centinela se <strong>de</strong>tuvo y encendió un cigarrillo. El humo llegó a la<br />

nariz <strong>de</strong> Dedo Polvoriento. Apartó la cabeza... y divisó un gato, un<br />

animalito blanco y <strong>de</strong>lgado, sentado entre las piedras. Permaneció<br />

quieto, mirándole con sus ojos ver<strong>de</strong>s. «Chissst -le hubiera gustado<br />

susurrar-. ¿Acaso parezco peligroso? No, pero ése <strong>de</strong> ahí fuera<br />

primero te <strong>de</strong>scerrajará un tiro a ti y luego me tocará el turno a mí.»<br />

Los ojos ver<strong>de</strong>s le miraban fijamente. La cola blanca empezó a<br />

moverse <strong>de</strong> un lado a otro. Dedo Polvoriento contempló sus botas<br />

llenas <strong>de</strong> polvo, un trozo torcido <strong>de</strong> hierro entre las piedras, cualquier<br />

cosa menos el gato. A los animales no les gusta que los miren a los<br />

ojos. Gwin siempre enseñaba sus dientes, sutiles como alfileres,<br />

cuando lo hacía.<br />

El centinela comenzó a tararear <strong>de</strong> nuevo sin quitarse el cigarrillo<br />

<strong>de</strong> los labios. Luego, por fin, cuando Dedo Polvoriento pensaba ya que<br />

iba a tener que acurrucarse para el resto <strong>de</strong> su vida entre los muros<br />

<strong>de</strong>rrumbados, el centinela dio media vuelta y se alejó <strong>de</strong>spacio <strong>de</strong> allí.<br />

Dedo Polvoriento no se atrevió a moverse hasta que se extinguió el<br />

eco <strong>de</strong> sus pasos. Cuando se incorporó con las piernas rígidas, el<br />

gato, con un bufido, se alejó <strong>de</strong> un salto, y él permaneció un buen rato<br />

entre las casas muertas, esperando a que se serenasen los latidos <strong>de</strong><br />

su <strong>corazón</strong>.<br />

No encontró a ningún otro centinela hasta que saltó la tapia <strong>de</strong><br />

Capricornio. Un aroma a tomillo salió a su encuentro, <strong>de</strong>nso como el

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!