14.06.2013 Views

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Meggie asintió.<br />

--Mo me ha prometido que nos iremos pasado mañana -le<br />

informó-. Te <strong>de</strong>spedirás <strong>de</strong> él antes <strong>de</strong> marcharte, ¿no?<br />

Colocó el primer obsequio <strong>de</strong> Elinor sobre la cómoda emplazada<br />

junto a la puerta y abrió el segundo. Era un libro gordo, ¡magnífico!<br />

--¡Qué va! Encárgate tú <strong>de</strong> eso -contestó Elinor-. Las <strong>de</strong>spedidas<br />

no se me dan bien. A<strong>de</strong>más, volveremos a vernos muy pronto... Ya le<br />

he dicho que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong> ti. Nunca <strong>de</strong>jes los libros abiertos -le advirtió<br />

antes <strong>de</strong> volverse-, se rompe el lomo. Pero eso seguro que tu padre te<br />

lo ha repetido mil veces.<br />

--Bastantes, sí -repuso Meggie, pero Elinor ya había<br />

<strong>de</strong>saparecido.<br />

Poco <strong>de</strong>spués, Meggie oyó arrastrar una maleta hasta el<br />

ascensor, pero no salió al pasillo para comprobar si se trataba <strong>de</strong><br />

Elinor. A ella tampoco le gustaban las <strong>de</strong>spedidas. Durante el resto <strong>de</strong>l<br />

día permaneció muy silenciosa. A última hora <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, su padre y<br />

ella salieron a cenar a un pequeño restaurante, a escasas bocacalles<br />

<strong>de</strong> allí. Anochecía cuando volvieron a salir. La gente se aglomeraba en<br />

las calles cada vez más oscuras. En una plaza la aglomeración era<br />

especialmente <strong>de</strong>nsa, y cuando Meggie se abrió paso con su padre en<br />

medio <strong>de</strong>l gentío, observó que la gente se apiñaba alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> un<br />

escupefuego.<br />

Cuando Dedo Polvoriento <strong>de</strong>jó que la antorcha ardiendo lamiera<br />

sus brazos <strong>de</strong>snudos, reinaba un silencio sepulcral. Mientras se<br />

inclinaba y los espectadores aplaudían, Farid les presentaba una<br />

pequeña escudilla <strong>de</strong> plata, que era lo único que <strong>de</strong>sentonaba un poco<br />

en aquel lugar. Farid no parecía muy distinto a los chicos que<br />

haraganeaban en la playa y se daban codazos cuando pasaba una<br />

chica. Su piel quizá fuese algo más oscura y su pelo más negro, pero<br />

seguro que al verlo nadie se habría figurado que procedía <strong>de</strong> un relato<br />

en el que las alfombras volaban, las montañas se abrían y una<br />

lámpara satisfacía los <strong>de</strong>seos. Ya no vestía su atuendo azul hasta los<br />

pies, sino pantalón y camiseta. Con ellos parecía mayor. Dedo<br />

Polvoriento <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haberle comprado ambas prendas, al igual que<br />

las zapatillas, con las que caminaba cauteloso, como si sus pies aún<br />

no se hubieran acostumbrado a ellas. Al <strong>de</strong>scubrir a Meggie entre la<br />

multitud, esbozó una tímida inclinación <strong>de</strong> cabeza y se alejó a buen<br />

paso.<br />

Dedo Polvoriento escupió una última bola <strong>de</strong> fuego al aire, cuyo<br />

tamaño hizo retroce<strong>de</strong>r incluso a los espectadores más valientes;

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!