14.06.2013 Views

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

corazón de tinta - bibliotecaelroble

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

--¿Y un caballo? -inquirió la niña-. Hasta Pippi Calzaslargas tiene<br />

uno, y ella ni siquiera dispone <strong>de</strong> establo.<br />

También se habría dado por satisfecha con unas cuantas gallinas<br />

o con una cabra, pero a estos animales también había que darles <strong>de</strong><br />

comer a diario, y ellos salían <strong>de</strong> viaje con excesiva frecuencia. Así que<br />

a Meggie sólo le quedaba el gato <strong>de</strong> color naranja que acudía<br />

furtivamente a veces, cuando se había cansado <strong>de</strong> pelearse con los<br />

perros en la granja <strong>de</strong> al lado. El viejo campesino gruñón que vivía allí<br />

era su único vecino. En ocasiones, sus perros soltaban unos aullidos<br />

tan lastimeros que Meggie se tapaba los oídos. El pueblo más<br />

próximo, a cuyo colegio ella acudía y en el que vivían dos <strong>de</strong> sus<br />

amigas, distaba veinte minutos en bici, pero su padre solía llevarla en<br />

coche, porque era un camino solitario y la estrecha carretera<br />

serpenteaba a lo largo <strong>de</strong> los campos entre árboles <strong>de</strong> <strong>de</strong>nso follaje.<br />

--Cielos, ¿qué has metido aquí <strong>de</strong>ntro? ¿Ladrillos? -preguntó Mo<br />

mientras sacaba <strong>de</strong> casa la caja <strong>de</strong> libros <strong>de</strong> su hija.<br />

--Tú siempre dices lo mismo: los libros tienen que pesar porque el<br />

mundo entero está encerrado en ellos -respondió Meggie... haciéndole<br />

reír por primera vez aquella mañana.<br />

El autobús, que estaba aparcado en el <strong>de</strong>startalado granero como<br />

un animal moteado <strong>de</strong> colores, le resultaba más familiar a Meggie que<br />

todas las casas en las que había residido con su padre. En ninguna<br />

parte dormía a pierna suelta como en la cama que él le había<br />

construido en el autobús. Como es natural, también disponía <strong>de</strong> una<br />

mesa, un rincón para cocinar y un banco, bajo cuyo asiento, al<br />

levantarlo, aparecían guías <strong>de</strong> viaje, mapas <strong>de</strong> carreteras y libros <strong>de</strong><br />

bolsillo gastados <strong>de</strong> tanto leerlos.<br />

Sí. Meggie amaba el autobús, pero aquella mañana titubeó antes<br />

<strong>de</strong> subir. Cuando su padre volvió a retroce<strong>de</strong>r hasta la casa para<br />

cerrar la puerta, le embargó la súbita sensación <strong>de</strong> que nunca<br />

regresarían, <strong>de</strong> que ese viaje sería distinto a todos los <strong>de</strong>más, <strong>de</strong> que<br />

continuarían viajando sin cesar para huir <strong>de</strong> algo sin nombre. Al menos<br />

Mo no se lo había revelado.<br />

--¡Bueno, al sur! -se limitó a <strong>de</strong>cir cuando se acomodó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

volante.<br />

Y se pusieron en camino... sin <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> nadie, a una hora<br />

<strong>de</strong>masiado temprana en una mañana que olía a lluvia.<br />

Dedo Polvoriento los esperaba junto al portón.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!