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corazón de tinta - bibliotecaelroble

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--¡Entra tú! -dijo Mo a su hija en voz muy baja-. Seguro que le das<br />

menos miedo.<br />

Al otro lado <strong>de</strong> la puerta estaba oscuro como boca <strong>de</strong> lobo, pero<br />

cuando se a<strong>de</strong>ntró en aquellas tinieblas, Meggie oyó otro crujido...<br />

como si un animal se moviera entre la paja.<br />

Dedo Polvoriento introdujo el brazo por la puerta y entregó a la<br />

niña una linterna. Cuando Meggie la encendió, el rayo <strong>de</strong> luz cayó<br />

sobre el rostro oscuro <strong>de</strong>l chico. La paja que le habían echado era aún<br />

más mohosa que aquella sobre la que había dormido Meggie, pero el<br />

chico tenía pinta <strong>de</strong> no haber pegado ojo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Nariz Chata lo<br />

había encerrado. Se agarraba las piernas como si fueran su único<br />

asi<strong>de</strong>ro.<br />

A lo mejor seguía esperando a que finalizase aquella pesadilla.<br />

--¡Ven! -le susurró Meggie alargando la mano-. ¡Queremos<br />

ayudarte! ¡Te llevaremos lejos <strong>de</strong> aquí!<br />

Él no se movió. Se limitaba a mirarla con fijeza, los ojos<br />

entornados <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza.<br />

--¡Date prisa, Meggie! -susurró Mo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la puerta.<br />

El chico le miró y retrocedió hasta que su espalda chocó con el<br />

muro.<br />

--¡Por favor! -musitó Meggie-. ¡Tienes que acompañarnos! Esos te<br />

harán cosas horribles.<br />

Él seguía mirándola. Después se incorporó vacilante, sin apartar<br />

los ojos <strong>de</strong> la niña. Era casi un palmo más alto que ella.<br />

Y <strong>de</strong> improviso saltó hacia la puerta abierta. Empujó a Meggie<br />

apartándola <strong>de</strong> su camino con tal brusquedad que la tiró al suelo, pero<br />

no logró pasar junto a Mo.<br />

--¡Eh, eh! -exclamó éste en voz baja-. ¿Tranquilo, vale?<br />

Queremos ayudarte, <strong>de</strong> veras, pero tienes que hacer lo que te<br />

digamos, ¿entendido?<br />

El chico le <strong>de</strong>dicó una mirada hostil.<br />

--¡Todos vosotros sois diablos! -musitó-. Diablos o <strong>de</strong>monios. -Así<br />

que entendía su idioma. ¿Y por qué no? Su historia se contaba en<br />

todos los idiomas <strong>de</strong>l mundo.<br />

Meggie volvió a ponerse en pie y se palpó la rodilla. Seguro que<br />

se había hecho sangre al golpeársela contra el suelo <strong>de</strong> piedra.<br />

--Si quieres ver unos cuantos diablos, no tienes más que quedarte<br />

aquí -susurró mientras pasaba pegada al chico que ¡retrocedió ante<br />

ella! Como si fuera una bruja.<br />

Mo tiró <strong>de</strong> él.

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