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corazón de tinta - bibliotecaelroble

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se arrastraban por entre las monedas.<br />

--¡Te temen, Mo! -musitó Meggie.<br />

El miedo se percibía incluso en la faz <strong>de</strong> Basta, aunque se<br />

esforzaba con todas sus fuerzas por ocultarlo, fingiendo cara <strong>de</strong><br />

aburrimiento.<br />

Capricornio era el único que aparentaba completa indiferencia por<br />

lo que acababa <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r. Observaba a sus hombres con los brazos<br />

cruzados mientras recogían las últimas monedas.<br />

--¿Cuánto tiempo durará esto todavía? -gritó al fin-. Dejad la<br />

cal<strong>de</strong>rilla y sentaos. Y tú, Lengua <strong>de</strong> Brujo, coge el libro siguiente.<br />

--¿El siguiente? -a Elinor casi se le quebró la voz por la furia-,<br />

¿Qué significa esto? El oro que sus hombres recogen a paletadas<br />

bastaría al menos para dos vidas. ¡Ahora nos vamos a casa!<br />

Quiso dar media vuelta, pero Nariz Chata se acordó <strong>de</strong> ella y la<br />

agarró por el brazo con brusquedad.<br />

Mo levantó la vista hacia Capricornio.<br />

Basta, con una sonrisa maligna, puso la mano en el hombro <strong>de</strong><br />

Meggie.<br />

--¡Empieza <strong>de</strong> una vez, Lengua <strong>de</strong> Brujo! -le or<strong>de</strong>nó-. Ya lo has<br />

oído. Ahí hay un montón <strong>de</strong> libros.<br />

Mo miró largamente a su hija antes <strong>de</strong> agacharse para coger el<br />

libro que ya había tenido antes entre las manos: Las mil y una noches.<br />

--El libro interminable -murmuró mientras lo abría-. Meggie,<br />

¿sabías que los árabes dicen que nadie es capaz <strong>de</strong> leerlo hasta el<br />

final?<br />

Meggie negó con la cabeza mientras volvía a sentarse a su lado<br />

sobre las frías baldosas. Basta lo consintió, pero se sentó muy cerca,<br />

a sus espaldas. Meggie no sabía <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong> Las mil y una noches.<br />

Tan sólo que el libro se componía en realidad <strong>de</strong> muchos volúmenes.<br />

El ejemplar que Darius había entregado a Mo sólo podía ser un<br />

pequeño compendio. ¿Incluiría los cuentos <strong>de</strong> los cuarenta ladrones y<br />

<strong>de</strong> Aladino y su lámpara? ¿Qué leería su padre?<br />

En esta ocasión, Meggie creyó vislumbrar en los rostros <strong>de</strong> los<br />

hombres <strong>de</strong> Capricornio dos sentimientos encontrados: miedo a lo que<br />

Mo fuera a <strong>de</strong>spertar a la vida, y al mismo tiempo el <strong>de</strong>seo casi<br />

<strong>de</strong>vorador <strong>de</strong> que su voz volviera a transportarlos muy lejos <strong>de</strong> allí, a<br />

un lugar en el que pudieran olvidarse <strong>de</strong> todo, incluso <strong>de</strong> la propia<br />

existencia.

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