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corazón de tinta - bibliotecaelroble

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Capricornio se limitó a encogerse <strong>de</strong> hombros y arrebató a<br />

Cockerell el libro <strong>de</strong> pastas <strong>de</strong> color ver<strong>de</strong> pálido que Meggie y Elinor<br />

le habían traído tan solícitas, el libro por el cual había mandado traer a<br />

Mo hasta esos parajes y por el que Dedo Polvoriento los había<br />

traicionado.<br />

--Te habría prometido la luna si me hubiera sido útil -dijo<br />

Capricornio mientras arrojaba Corazón <strong>de</strong> <strong>tinta</strong> sobre el montón <strong>de</strong> sus<br />

congéneres con expresión aburrida-. Me encanta hacer promesas,<br />

sobre todo las que no puedo cumplir.<br />

Acto seguido sacó un mechero <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>l pantalón. Dedo<br />

Polvoriento intentó abalanzarse sobre él, quitárselo <strong>de</strong> golpe, pero<br />

Capricornio hizo una seña a Nariz Chata.<br />

Nariz Chata era tan alto y tan corpulento que, a su lado, Dedo<br />

Polvoriento casi parecía un niño, y justo así lo agarró, como a un niño<br />

travieso. Gwin saltó <strong>de</strong>l hombro <strong>de</strong> Dedo Polvoriento con la piel<br />

erizada, uno <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Capricornio intentó darle una patada<br />

cuando pasó rauda entre sus piernas, pero la marta escapó<br />

<strong>de</strong>sapareciendo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las columnas rojas. Los hombres se<br />

quedaron allí, riéndose <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sesperados intentos <strong>de</strong> Dedo<br />

Polvoriento por liberarse <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Nariz Chata que lo atenazaba.<br />

A Nariz Chata le divertía mucho permitir que se acercara a los libros<br />

empapados en gasolina lo justo para acariciar los <strong>de</strong> arriba con los<br />

<strong>de</strong>dos.<br />

Tamaña maldad sacaba <strong>de</strong> quicio a Meggie y Mo dio un paso<br />

a<strong>de</strong>lante, como si pretendiera acudir en ayuda <strong>de</strong> Dedo Polvoriento,<br />

pero Basta se interpuso en su camino, empuñando la navaja. Su hoja<br />

era fina y reluciente y parecía muy afilada cuando se la puso a Mo en<br />

el cuello.<br />

Elinor soltó un grito y cubrió a Basta con un torrente <strong>de</strong> insultos<br />

que Meggie no había oído jamás. La niña era incapaz <strong>de</strong> moverse. Se<br />

limitaba a permanecer quieta, mirando fijamente la hoja junto al cuello<br />

<strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> su padre.<br />

--¡Dame uno, Capricornio, sólo uno! -balbuceó su padre, y<br />

entonces Meggie comprendió que él no había querido ayudar a Dedo<br />

Polvoriento, sino que lo que le interesaba era el libro-. Te prometo que<br />

mis labios no pronunciarán una sola frase en la que aparezca tu<br />

nombre.<br />

--¿A ti? ¿Estás loco? Tú eres el último a quien se lo daría -<br />

respondió Capricornio-. A lo mejor un buen día no pue<strong>de</strong>s refrenar tu<br />

lengua y vuelvo a aterrizar en ese ridículo relato. No, gracias.

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