El arte nacional protomoderno 11 MB - Grupo Leon Jimenes
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3E L ARTE NACIONAL<br />
p r o t o m o d e r n o<br />
3|1 Coleccionismo, museo, oficialidad y Abigaíl Mejía<br />
<strong>El</strong> movimiento de la Poesía Sorprendida, iniciado a partir de 1943, representa un gran<br />
cambio en la literatura <strong>nacional</strong>, el cual incide positivamente en el campo de la pintura.<br />
La aparición de este movimiento coincide con varias acciones de política cultural<br />
que emprende el Estado, las cuales determinan la creación del Conservatorio Nacional<br />
de Música y la apertura de la Galería Nacional de Bellas Artes como vía para crear el<br />
futuro Museo de Arte Moderno.Tal política se vincula a la gestión de Rafael Díaz Niese,<br />
quien, además, se encarga de mover y reorganizar la única institución museística que<br />
existía en el país: el Museo Nacional. Sin embargo, como funcionario de un régimen<br />
que personaliza el dictador, él no se arriesga a atribuirse esa reorientación, sino que la<br />
reconoce como p<strong>arte</strong> de la mentalidad renovadora del estadista. En esta relación escri-<br />
Luis García Ximpa|Caricatura de Díaz Niese (detalle)|Dibujo|1942.<br />
|231|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|232|<br />
be Díaz Niese: «<strong>El</strong> Museo Nacional, verdadero relicario que guarda los más valiosos vestigios<br />
y recuerdos de nuestro pasado, fue fundado en Diciembre de 1927, bajo la dirección<br />
del doctor Narciso Alberti, cuya vida estuvo consagrada por entero, con noble y<br />
avasalladora pasión, al estudio de la arqueología y la prehistoria quisqueyanas. Permaneció<br />
el doctor Alberti en la dirección del Museo hasta su muerte sobrevenida en 1932.<br />
Ni la ciencia del doctor Alberti, ni la vigilancia de la señorita Ana <strong>Leon</strong>or Feltz –directora<br />
del Museo durante el período 1932-1933– ni la inmensa labor de reorganización<br />
e investigación a que entregóse, con profundo entusiasmo y reconocida competencia,<br />
la escritora Abigaíl Mejía –directora del Museo desde 1933 hasta la fecha de su muerte,<br />
en 1941– pudieron evitar que el Museo Nacional fuera otra cosa que una especie de<br />
almacén donde se encontraban depositados, confusamente, los más variados objetos de<br />
muy desigual valor arqueológico, histórico o artístico. La falta de recursos y la exigüidad<br />
del espacio disponible, de una p<strong>arte</strong>; y, de otra, la indiferencia pública, no permitían<br />
el más mínimo intento de clasificación o de mejoramiento. Para que tan pobre establecimiento<br />
llegara a convertirse, de la noche a la mañana, en un verdadero Museo, en la<br />
moderna acepción de la palabra, fue menester que penetrara también hasta las obscuras<br />
y paupérrimas salas de la vieja casa de la calle Luperón, donde se albergaba esa carica-<br />
Exposición Nacional|Catálogo|1947.<br />
Exposición Nacional|Catálogo|1946.<br />
tura de Museo, el hálito de renovación y engrandecimiento con que el Generalísimo<br />
Presidente Trujillo Molina ha sabido conmover, hasta sus mismas bases, todas las instituciones<br />
<strong>nacional</strong>es, en un inmenso anhelo de conducir nuestra Patria camino adelante<br />
por la senda del progreso. Pues una de las características primordiales de la Era de<br />
Trujillo es el haber sabido conciliar la noción de progreso con la veneración por todo<br />
cuanto de honorable encierra nuestro pasado. Los máximos homenajes rendidos a los<br />
Padres de la Patria durante los festejos con que se celebró nuestro primer Centenario<br />
de Independencia política, son una buena prueba.Y fue, ciertamente, inspirado en tan<br />
patrióticos sentimientos como el Generalísimo Trujillo Molina dió orden a la Secretaría<br />
de Estado de Educación y Bellas Artes, en julio de 1942, para que se hiciese inmediatamente<br />
un estudio detallado con el fin de proceder a una reforma total del Museo<br />
Nacional.Y, en consecuencia, la Dirección de Bellas Artes formuló un plan para su radical<br />
transformación».|236|<br />
Con el estilo de un elegante y honesto funcionario de la época, adepto, además, del <strong>arte</strong><br />
como de la verdad, Díaz Niese ofrece de manera sucinta la historia inicial del Museo<br />
Nacional ligada a Narciso Alberti Bosch,Ana <strong>Leon</strong>or Feltz y Abigaíl Mejía. Esta última<br />
fue realmente quien promovió la necesidad de una institución dominicana de esa<br />
Exposición Nacional|Catálogo|1941.<br />
Marianela Jiménez|Trujillo|Viñeta|1954.<br />
|233|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|236|<br />
Díaz Niese,<br />
Rafael.<br />
Un Lustro de<br />
Esfuerzo Artístico.<br />
Páginas 89-90.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|234|<br />
|237|<br />
Henríquez Ureña,<br />
Pedro,<br />
referencia en<br />
Soledad Alvarez:<br />
La Magna Patria<br />
(...) Página 83.<br />
Confert.<br />
|238|<br />
Enciclopedia<br />
Dominicana.<br />
Tomo IV, H-MO.<br />
Página 222.<br />
Confert.<br />
|239|<br />
Blanco y Negro 7.<br />
27 de marzo<br />
de 1926,<br />
referido en<br />
Abigail Mejía,<br />
Obras Escogidas (I)<br />
Página 515.<br />
Confert.<br />
naturaleza, como rescate de la memoria patrimonial, en una etapa –decenio del 1920–,<br />
en la cual se buscan y afloran conceptualidades, valores simbólicos y el autoconocimiento<br />
como postulaba Pedro Henríquez Ureña cuando escribe: «Nuestra labor, nuestras<br />
normas, están por crear o en vía de creación.Y es deber de todos los capaces de esfuerzo<br />
colaborar con ellas, ayudar a definirlas. Para ello, todo trabajo será útil, todo pensamiento<br />
será camino hasta la claridad.Y los propósitos principales deben ser volver a comenzar,<br />
volver a la raíz de las cosas, a las ideas fundamentales y seguras, y conocernos<br />
bien, darnos cuenta de todo lo que somos y de todo lo que debemos ser».|237| Espíritu<br />
inquieto, comprometido y <strong>nacional</strong>ista, la Mejía encajaba en esa vuelta a la raíz y<br />
en el debemos ser, que formula nuestro más importante pensador americanista.<br />
ABIGAÍL MEJÍA SOLIERE (n. 1895), oriunda de Santo Domingo, hija de curazoleña<br />
y dominicano, se educó en el país hasta los 12 años cuando viaja a España en compañía<br />
de la madre. En Barcelona establecen residencia y Abigaíl continúa estudios en el<br />
Colegio de las Hermanas Teresianas, ingresando posteriormente en la Escuela Normal<br />
de Maestras. Su residencia en Europa durante casi dos décadas le permitió adquirir formación<br />
humanística y asimilar los activismos que también eran potestad de la mujer.<br />
Cuando regresó a Santo Domingo en el 1924 se incorporó a la militancia antinorteamericana,<br />
provocando revuelo con el arrojo de su discurso verbal asumido en diversos<br />
salones sociales. <strong>El</strong>la emprendió la lucha reivindicativa de la mujer, siendo una de las<br />
fundadoras del Club Nosotras, primera organización femenina con programas de animación;<br />
y entre otras notables iniciativas ella propugnó por la conservación del patrimonio<br />
cultural indígena y por la creación del Museo Nacional,|238| causas que le llevaron<br />
a escribir artículos periodísticos, discurriendo al respecto en las conferencias que<br />
dictaba y en los círculos a los que se asociaba como literata o como conocedora del <strong>arte</strong><br />
en general. Obstinada de la necesidad social del Museo Dominicano, ella sustenta: «Es<br />
un caso de conciencia ciudadana, una deuda del patriotismo es la falta de un museo, y<br />
la institución que hay que fundar enseguida poniendo cuanto antes los primeros materiales<br />
es el Museo Nacional Dominicano. Es una deuda que mantiene en pie nuestra<br />
república con respecto a nuestros antepasados de la Prehistoria; con los recuerdos de la<br />
Conquista y la Colonización que van quedando; con los mismos padres de la Patria<br />
–cuyos objetos, de su uso personal y de su tiempo, permanecen en manos de particulares,<br />
sin que la Nación agradecida, los recoja y exponga a la veneración pública en esos<br />
archivos del pasado que se llaman Museos».|239|Insistente en el proyecto museístico<br />
añade: «Patrióticamente, mi pluma infatigable se propone ver si a fuerza de sus caminitos<br />
tesoneros sobre las blancas cuartillas logra al fin la otra ruta cierta que hasta la rea-<br />
lidad de nuestro Museo nos guiará.Y, por si acaso ella cejara en el empeño, de cuando<br />
en cuando una voz de aliento llega de diferentes sitios, buscando la voluntad que la<br />
mueve, para animarle a seguir esta campaña».|240|<br />
La escritora Mejía Soliere, quien también fue aficionada de la pintura y realizó algunos<br />
cuadros ocasionales, domingueros, no era la única propulsora de la instalación museística<br />
en el país o del coleccionismo patrimonial como razón civil. Fuera de los tesoros<br />
de la Curia Católica o de algunos ciudadanos que al igual que Sisito Desangles reúnen<br />
colecciones hogareñas, la inquietud a favor de la instalación de un Museo Arqueológico<br />
se expresa en años iniciales del siglo XX. En 1903, Carlos Morales Languasco dirige<br />
una Junta de Fomento de Puerto Plata, figurando entre sus proyectos «la creación de un<br />
museo que conserve los objetos reveladores de la relativa cultura de nuestros aboríge-<br />
nes, nuestras tradiciones (...) que hable a favor de nuestra vida <strong>nacional</strong>».|241| En 1906,<br />
se forma en Santiago una Junta organizadora de otro Museo Nacional que a instancia<br />
de la Sociedad Amantes de la Luz resuelve destinar una sala del Palacio Municipal a la<br />
exposición de objetos de carácter histórico y etnológico. La Junta Santiaguense la preside<br />
<strong>El</strong>iseo Grullón y, al igual que Morales Languasco, le escribe a Sisito Desangles, solicitándole<br />
obras en préstamo.|242| <strong>El</strong> pintor, residente en Cuba, complace ambas so-<br />
Abigaíl Mejía|Portada del libro Por entre frivolidades|1922.<br />
Yoryi Morel|Abigaíl Mejía|Caricatura|1933.<br />
|235|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|240|<br />
Listín Diario,<br />
29 de octubre<br />
de 1926,<br />
en Abigaíl Mejía.<br />
Idem.<br />
Página 518.<br />
Confert.<br />
|241|<br />
Morales<br />
Languasco,<br />
Carlos. Carta de<br />
30 de septiembre<br />
de 1903, referida<br />
por Nereida Lahit-<br />
Bignott. Op. Cit.<br />
Página 225.<br />
Confert.<br />
|242|<br />
Grullón, <strong>El</strong>iseo.<br />
Carta de 15 de<br />
noviembre de<br />
1906, en<br />
Lahit-Bignott.<br />
Página 231.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|236|<br />
|243|<br />
Carta de Luis<br />
Desangles, sin<br />
fecha, en Lahit-<br />
Binott. Página<br />
232. Confert.<br />
|244|<br />
Pina P., Plinio.<br />
Legislación<br />
Dominicana<br />
sobre Museos (...)<br />
Páginas 15-16.<br />
Confert.<br />
|245|<br />
Idem.<br />
Páginas 17-18.<br />
Confert.<br />
licitudes. Le cede al Presidente Morales p<strong>arte</strong> de su colección y corresponde a la solicitud<br />
de la Junta pro-museo de Santiago.|243|<br />
La campaña que asume Abigaíl Mejía a favor del establecimiento del Museo Santo Domingo<br />
cuenta con los antecedentes de Puerto Plata y Santiago, e igualmente se ampara<br />
en la Ley 5207 que crea con el carácter de Nacional, un Museo en la ciudad de Santo<br />
Domingo; ley decretada el 25 de marzo de 1913 en Barahona, residencia oficial del<br />
Presidente Adolfo A. Nouel.|244| En esta fecha era conocida y notable la labor de investigación<br />
arqueológica que realizaba Narciso Alberty, quien es nombrado director de<br />
la institución museística, cuando esta finalmente es objeto de apoyo en 1927, al asignarse<br />
por Ley Número 666 la suma de cinco mil pesos oro anuales para la creación del<br />
Museo y Biblioteca Nacional, la cual ordena ejecutar el Presidente Vásquez.|245| To-<br />
Eolo|<strong>El</strong> Presidente Trujillo|Dibujo|Revista Bahoruco Núm. <strong>11</strong>5|1930.<br />
Marianela Jiménez|Obelisco|Viñeta|1954.<br />
davía en el 1928 se trabajaba en la instalación del Museo, de acuerdo a la Carta que<br />
Amado Franco Bidó le dirige a Desangles: «Los objetos que Ud. envió en 1907 a don<br />
<strong>El</strong>iseo Grullón (...) figuraban en colección del Municipio de Santiago, los cuales fueron<br />
trasladados hace poco a la capital para formar p<strong>arte</strong> del Museo Nacional, de sus<br />
objetos se perdieron en el sitio de la ciudad de Santiago en 1914, la silla arzobispal y<br />
la piedra parada que tenía grabado un caballo, se perdieron porque la tropa tenía como<br />
cu<strong>arte</strong>l el Palacio Consistorial».|246| «<strong>El</strong> Museo Nacional será instalado en Sto.<br />
Domingo, actualmente se ocupa de clasificarlo y ordenarlo el Dr. Narciso Alberty, con<br />
los Sres. Alcides García y Alemar como ayudantes. La misión que tengo es la de recolectar<br />
las antiguedades dispersas en el país y en manos de particulares, y ya he podido<br />
acumular de 4 a 5 mil piezas. Personas que han visitado Museos de esa, y han visto lo<br />
que se tiene reunido, confiesan que el nuestro con lo que hay, es tres veces más importante...»|247|<br />
Para la instalación del Museo, Abigaíl Mejía había diseñado un plan, el cual presentó,<br />
en 1926, al Sr. Secretario de Instrucción Pública (...), e igualmente se lo presenta a<br />
miembros del Consejo Nacional.|248| Dicho plan museológico, contemplaba: Sala de<br />
la Prehistoria y los aborígenes; De la Colonización; Sala de los Padres de la Patria; Sala<br />
Marianela Jiménez|Espada del Generalísimo Trujillo|Viñeta|1954.<br />
|237|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|246|<br />
Las luchas civiles<br />
partidaristas<br />
afectaron a la villa<br />
de Santiago,<br />
varias veces escenario<br />
de invasión,<br />
ocupación y<br />
contienda entre<br />
1899-1916.<br />
|247|<br />
Franco Bidó,<br />
Amado.<br />
Carta de 1 de<br />
noviembre de<br />
1928, referencia<br />
en Lahit-Bignot.<br />
Página 248.<br />
Confert.<br />
|248|<br />
Mejía, Abigaíl.<br />
Obras Escogidas<br />
(1). Página 519.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|238|<br />
|249|<br />
Listín Diario,<br />
3 de noviembre<br />
de 1926,<br />
en Abigaíl Mejía.<br />
Idem.<br />
Páginas 522-23.<br />
Confert.<br />
|250|<br />
Idem,<br />
4 de noviembre<br />
de 1926. Op. Cit.<br />
Página 525.<br />
Confert.<br />
|251|<br />
Pina, Plinio.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 19-23.<br />
Confert.<br />
|252|<br />
Blanco y Negro<br />
No. 7, referencia<br />
en Abigaíl Mejía.<br />
Op. Cit.<br />
Página 516.<br />
Confert.<br />
de Arte Moderno (pinturas y esculturas dominicanas); Colección de Historia Natural;<br />
Biblioteca Nacional.|249| Con independencia de los gastos monetarios que se necesitaban<br />
como erogación del Estado, ella planteaba estrategias específicas para conseguir<br />
los recursos de los montajes museográficos. Además, en su visión de salvaguardar los<br />
bienes patrimoniales reconoce que «no sería nuestra obra completa sin una Ley ejecutiva<br />
o del Congreso Nacional prohibiendo toda salida de objetos históricos, toda demolición<br />
futura de ruinas o edificios antiguos sin previa inspección y requisa del Director<br />
del Museo».|250| Dos consecuencias que tienen que ver con esa propuesta legislativa<br />
se conectan con los decretos que promulga Trujillo en 1930 y 1932, respectivamente,<br />
declarando monumentos <strong>nacional</strong>es a un gran número de inmuebles coloniales<br />
y creando una Comisión de conservación de Monumentos, Obras y Piezas de conservación<br />
histórica, artística o arqueológica.|251|<br />
En relación a la Sala de Arte Moderno que incluía el plan museológico, Abigaíl Mejía<br />
proponía que el director, colector o encargado de crear el museo debía apelar al patriotismo<br />
y generosidad de los artistas dominicanos para reunir una buena colección de<br />
obras donadas o compradas a sus poseedores. Promotora contemporánea de muchos de<br />
los pintores, fotógrafos y escultores <strong>nacional</strong>es, ella escribe sobre los expositores permanentes<br />
de la sala: «Arturo Grullón, Adriana Billini –hoy profesora en la Escuela de Bellas<br />
Artes de la Habana–, Julio Pou, L. Navarro, el conocido Luis Desangles –Sisito–, celebrado<br />
Director de una Academia de Pintura de Santiago de Cuba; Carlos F. Ramírez,<br />
<strong>El</strong>iseo Roques, M. M. Sanabia, Ramón Mella, Pedro Escoboza, Lucila Pereyra, Domingo<br />
Villalba, Senior, Celeste Woss y Ricart, Esperanza Dujarric, y más que todos, el genial<br />
Abelardo, autor de Los Extraviados; unos y otros, originales y copistas, con sus obras<br />
aquí mostrarían el esfuerzo artístico de Quisqueya en la Pintura.Y en la escultura: Angelito<br />
Perdomo, Francisco González Lamarche;Abelardo también con su estatua al Padre<br />
de la Patria y su Caonabo; y tantos otros talentos cuyas obras andan ocultas, también<br />
serían, si bien modesto exponente, al mismo tiempo alentador estímulo parta los artistas<br />
que surgirán mañana. Unos los cederían graciosamente; en otros se apelaría a su generosidad,<br />
y es de creer que los menos serían los que negasen o pusieran precio exorbitante<br />
a la honra de contribuir al Museo Nacional.Y ya nos parece ver en él figurando<br />
los bustos y cabezas de estudios de Angel Perdomo; el desgraciado Uno de tantos,de<br />
Rodríguez Urdaneta mostrando al aire su pobrecita carne de cañón ya herida, y ciertos<br />
mármoles y yesos de todos conocidos unos, y otros desconocidos de la multitud que<br />
ahora les admirará».|252|<br />
Abigaíl Mejía ocupó la dirección del Museo Nacional en 1933, inaugurándose el 10 de<br />
diciembre de ese año la Sala de Arte Moderno. Como p<strong>arte</strong> de su gestión y considerando<br />
que un Museo es una escuela, escribe sobre la manera de visitarlo metódicamente,<br />
buscando para empezar, lo más antiguo;|253| y también redacta un Catálogo Descriptivo,<br />
que se constituye en una buena fuente bibliográfica, sobre todo para obtener<br />
datos de muchos artistas dominicanos e igualmente de las obras que integraron la primera<br />
colección oficial de <strong>arte</strong>. En ese catálogo ella informa que la institución comprende<br />
más de cinco mil objetos que se agrupan en las secciones de la museología conformada<br />
de la siguiente manera:<br />
Sala de Arte Moderno: Obras de pintores y escultores dominicanos, especialmente.<br />
Sala de Arqueología, Prehistoria y Protohistoria: Restos y objetos de nuestros indios,<br />
Cerámica, Armas, etc. Sala de Próceres y Personajes: Iconografía, Cartografía, Objetos<br />
diversos, reliquias, etc. Sala de Arqueología Colonial:Tallas, restos arquitectónicos, cerámica<br />
colonial, lápidas, etc. Sala de Armas y Hierros: Epoca colonial, Independencia, Restauración<br />
y la Ocupación Norteamericana. Numismática: Colección de monedas <strong>nacional</strong>es<br />
y de otros países. Diferentes épocas. Sala de Historia Natural: Fauna y Minerales<br />
del país, especialmente. Biblioteca: <strong>El</strong> museo tiene, también, una pequeña biblioteca<br />
de consultas, especializada en las materias en relación con las colecciones (…), o sea de<br />
historia, bellas <strong>arte</strong>s, arqueología, etc.|254|<br />
Abigaíl Mejía había publicado casi todas sus obras literarias al inicio de la década de<br />
1940, y presidía los Cafés Literarios que organizaba con jóvenes intelectuales de la ciudad<br />
capital en donde contrajo nupcias con Zenón Fernández Valle, inmigrante asturiano<br />
dedicado al comercio, del cual se divorcia y con el cual procrea a Abel Fernández<br />
Mejía, quien con el tiempo sobresale como literato. <strong>El</strong>la fallece en 1941, año en el cual<br />
se emprende la reorganización del Museo Nacional, reubicándose en una casona situada<br />
a la sombra secular (…) del alcázar de Diego Colón (…). La Dirección General de<br />
Bellas Artes procuró dar «a la nueva instalación del Museo Nacional el carácter de modernidad<br />
y sobria elegancia (…). Las ricas colecciones del Nuevo Museo Nacional fueron<br />
clasificadas e instaladas, con la mayor sencillez posible, en 12 salas amplias y bien iluminadas».|255|<br />
Al concentrarse la museografía en los temas de arqueología, antropología,<br />
historia, numismática y armas militares, fue excluida la Sala de Arte Dominicano,<br />
cuya colección había sido trasladada en 1940 al local del Ateneo Dominicano. Los autores<br />
representados en la colección, así como las obras artísticas de los mismos, se registran<br />
a continuación en el cuadro que cubre los años 1933-1941. Es el período de la dirección<br />
de Abigaíl Mejía, una defensora del bien patrimonial y mujer pionera de las colecciones<br />
públicas de las <strong>arte</strong>s.<br />
|239|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|253|<br />
Mejía, Abigail.<br />
Bahoruco,<br />
revista No. 4,<br />
30 de septiembre<br />
de 1933. Op. Cit.<br />
Paginas 527-29.<br />
Confert.<br />
|254|<br />
Mejía, Abigaíl.<br />
Catálogo<br />
Descriptivo del<br />
Museo Nacional,<br />
Revista de<br />
Educación No. 50,<br />
marzo-abril<br />
de 1939, anexo.<br />
Páginas 1-4.<br />
Confert.<br />
|255|<br />
Díaz Niese, Rafael,<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 91-92.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|240|<br />
OBRAS COLECCIÓN ARTE MODERNO<br />
DEL MUSEO NACIONAL 1933| 1941<br />
Alfau G., Jesusa<br />
La dama de la mantilla (pintura)<br />
Donado por la autora<br />
a solicitud del Museo<br />
Alfau B., Antonio<br />
Retrato de Cristóbal Colón<br />
(pintura, copia)<br />
Colección Municipal de Santiago<br />
Billini, Adriana<br />
Primavera (pintura)<br />
(Retrato de Guillermina de Holanda)<br />
Bonilla, Alejandro<br />
Retrato de Mella (pintura)<br />
Bonilla, Alejandro<br />
Retrato de Sánchez (pintura)<br />
Colson, Jaime<br />
<strong>El</strong> perdón de la adúltera (pintura)<br />
Comprado en 1937 a Delia Rivera,<br />
por $30<br />
Chasserieu, Teodoro<br />
Retrato de la madre<br />
Donado por el Dr. Heriberto Pieter<br />
en 1934<br />
De la Selva, R. (Nicaragüense)<br />
Perfil de Isabel Lombardo<br />
de Henríquez Ureña (escultura)<br />
Donado por Pedro Henríquez Ureña<br />
De la Selva, R.<br />
Perfil de guirlondajo (escultura)<br />
Desangles, Luis<br />
<strong>El</strong> Nacimiento de Venus<br />
(pintura, copia)<br />
Donación de Dilia Pitaluga en 1934<br />
Desangles, Luis<br />
Caonabo en la prisión visitado<br />
por Colón y por Ojeda (pintura)<br />
Colección Municipal de Santiago<br />
Desangles, Luis<br />
Retrato del poeta José Joaquín Pérez<br />
(pintura)<br />
Colección Municipal de Santiago<br />
Desangles, Luis<br />
Retrato de una escritora<br />
«Amelia Francasci» (pintura)<br />
Donación de Abigaíl Mejía en 1933<br />
Desangles, Luis<br />
<strong>El</strong> Presidente Ulises Fco. Espaillat<br />
(pintura)<br />
Donación de Abelardo Rodríguez, hijo<br />
Desangles, Luis<br />
<strong>El</strong> sueño de Du<strong>arte</strong> (pintura)<br />
Donación Lic. Alberto<br />
Arredondo Miura 1938<br />
Desangles, Luis<br />
Retrato de Du<strong>arte</strong> (pintura)<br />
Fernández Fierro<br />
Avenida Mella<br />
Fernández Fierro<br />
Carenando una barca en el ozama<br />
Grullón Arturo<br />
Mademoiselle Fatet (pastel)<br />
Donado por Pedro Henríquez Ureña<br />
García Obregón, Adolfo<br />
<strong>El</strong> jardín del amor (pintura, copia)<br />
García Obregón, Adolfo<br />
Río Ozama arriba (pintura/madera)<br />
Adquirido por $35.00<br />
García-Godoy, Enrique<br />
Primavera<br />
García-Godoy, Enrique<br />
Genovesa de los muelles (pintura)<br />
Donado por Graciela García-Godoy<br />
de Chottin en 1937<br />
García-Godoy, Enrique<br />
Busto de una joven (pastel)<br />
Donado por Graciela García-Godoy<br />
de Chottin, en 1937<br />
Howanietz, Franz (alemán)<br />
Retrato del generalísimo Trujillo<br />
(pintura)<br />
Realizado por $200 por encargo<br />
Comisión Asesora del Museo<br />
Huber, Carl (alemán)<br />
Un judío<br />
Comprado al alemán Ervin Schiller<br />
Huber, Carl (alemán)<br />
Judío<br />
Comprado a Schiller los dos cuadros<br />
de Huber por $25.00<br />
Ibarra, Aida<br />
Paisaje de L’ile De France (pintura)<br />
Donado por la autora<br />
Jiménez, Agustín<br />
Mar Caribe (pintura)<br />
Adquirido a su tercer poseedor por<br />
$6.00<br />
López Glass, Ismael<br />
Mascarilla de Monseñor Castellano<br />
(escultura)<br />
Donación del Autor<br />
López Glass, Ismael<br />
Dorso desnudo de mujer (escultura)<br />
Adquirido por $60.00<br />
Lugo, Américo<br />
Paisaje (pintura)<br />
Morel, Yoryi<br />
Las rogativas (boceto al óleo)<br />
Donado por Pedro Henríquez Ureña<br />
Morel, Yoryi<br />
La mística «la vieja Catalina»<br />
(cristolografía)<br />
Donado por Esteban Morel en 1937<br />
Morel, Yoryi<br />
<strong>El</strong> Bohío «Cuesta colorada» (pintura)<br />
Adquirido por $20.00<br />
Morel, Yoryi<br />
Después de la lluvia<br />
«Charcos de barrio» (pintura)<br />
Adquirido por $18.00<br />
Morel, Yoryi<br />
Ranchos de cerro gordo (pintura)<br />
Adquirido por $18.00<br />
Morel, Yoryi<br />
Calle de la chancleta (pintura)<br />
Adquirido por $18.00<br />
Morel, Yoryi<br />
Rincón largo (pintura)<br />
Adquirido por $18.00<br />
Morel, Yoryi<br />
Del suburbio santiagués (pintura)<br />
Adquirido por $18.00<br />
Marín, Oscar<br />
Los tres cruceros: Presidente,<br />
Independencia y Restauración en P.P.<br />
(pintura)<br />
Navarro, Leopoldo<br />
Vendedora de pescado en España<br />
(acuarela)<br />
Donado por Carmen Peña de Ortega<br />
Frier, 1933<br />
Navarro, Leopoldo<br />
<strong>El</strong> soldado español (pintura)<br />
Comprada al Sr. J. R. Julia en $50.00<br />
Nt, Librado (Puertorriqueño)<br />
<strong>El</strong> peñón<br />
Perdomo, Angel<br />
Padre Billini (escultura)<br />
Donación de la Clínica Billini<br />
Perdomo, Angel<br />
Manola (escultura). Donación de<br />
Altagracia Canal Vda. Perdomo<br />
Piñeyro, Abelardo<br />
Rincón del parque Independencia<br />
(pintura)<br />
Donación del autor<br />
Pintor Alemán desconocido<br />
Cabeza de judío (pintura)<br />
Comprado a Margaret Mear por<br />
$25.00 en 1937<br />
Pintores Puertorriqueños<br />
Oleos diversos (pintura)<br />
donación de Julio De Arteaga<br />
Pintores Puertorriqueños<br />
Acuarelas diversas (acuarela)<br />
Donación de Julio De Arteaga<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Retrato del Padre Billini (pintura)<br />
Adquirido en 1935 por $50.00<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Retrato de un americano (pintura)<br />
Comprado a Abelardo Rodríguez hijo<br />
por $35.00<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Autorretrato (pintura)<br />
Comprado a Abelardo Rodríguez<br />
hijo por $35.00<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Eugenio María de Hostos (pintura)<br />
Por la Superintendencia Gral de<br />
Enseñanza, 1935<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Retrato de una española (pintura)<br />
Rodríguez Urdaneta, Abelardo<br />
Juramento de Du<strong>arte</strong> (escultura)<br />
Comprado en $50.00<br />
Roques Pérez, <strong>El</strong>iseo<br />
Dos Acuarelas (acuarela)<br />
Donado por la sucesión de<br />
A. Arredondo Miura<br />
|241|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
Ramírez Guerra, E.<br />
Nocturno (acuarela)<br />
Schifino, M.<br />
Ensueño<br />
Comprado al Sr. J. R. Julia por $20.00<br />
Schifino, M.<br />
Cabeza de Mujer<br />
Comprado igualmente a Julia<br />
por $20.00<br />
Schifino, M.<br />
Mujer<br />
Adquirido por $20.00 al Sr. Julia<br />
Suro, Darío<br />
Paisaje del Santo Cerro (pintura)<br />
Comprado en $15.00<br />
Tarazona, Enrique<br />
La Orilla del Olvido (pintura)<br />
Donación de Carmen Vda. Despradel<br />
Tomagnini<br />
Cabeza de la República (escultura)<br />
Ureña, Rosalidia<br />
Retrato de Gastón F. Deligne<br />
(pintura)<br />
Donación de la autora<br />
Woss y Gil, Celeste<br />
Retrato de Alejandro Woss y Gil<br />
(pintura)<br />
Donación de la autora<br />
Woss y Gil, Plintia<br />
Talla en Madera (escultura)<br />
Autor Desconocido<br />
Mascarilla de Pedro Henríquez Ureña<br />
(escultura)<br />
Donación de Pedro Henríquez Ureña
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|242|<br />
|256|<br />
Diccionario de la<br />
Lengua Española.<br />
Edición 1970.<br />
Página 885.<br />
Confert.<br />
|257|<br />
Diccionario<br />
Monográfico de<br />
las Bellas Artes.<br />
Página 226.<br />
Confert.<br />
3|2 Tres grandes modernos: Morel, Suro y Colson<br />
Lo moderno es lo nuevo, lo más reciente, lo que en cualquier tiempo se contrapone a<br />
lo antiguo, clásico y más tradicional. Cuando esa contraposición se relaciona especialmente<br />
a las <strong>arte</strong>s y a la literatura se emplea la expresión modernismo: afición excesiva<br />
a lo más actual.|256| «Es denominación genérica con la que se suele conocer el movimiento<br />
artístico desarrollado en todo el continente europeo a fines del siglo XIX y<br />
comienzo del XX, abarcando todas las áreas expresivas y caracterizado por su papel clave<br />
entre una época <strong>arte</strong>sanal de estilo y elitismo a punto de desaparecer y una nueva,<br />
industrializada, masificada y nivelada, es decir, entre el <strong>arte</strong> moderno que muere a comienzo<br />
del presente siglo y el contemporáneo que surge por entonces».|257| <strong>El</strong> modernismo<br />
expresa:<br />
Yoryi Morel|Baile de las cintas|Óleo/tela|30.5 x 33 cms.|1946|Col. Ceballos Estrella.<br />
a| La evolución de la visualidad cultural fundamentándose en la línea en relación con<br />
la superficie, el espacio, el ornamento y el simbolismo decorativo.<br />
b| En arquitectura, la preparación de la construcción acorde con el material, la función<br />
del espacio y su ambientación.<br />
c| En las representaciones simbólicas de la pintura, de la escultura y de la ilustración<br />
gráfica, se constituye en un momento importante de transición entre el impresionismo<br />
y el expresionismo, al tiempo que la línea decorativa a manera de arabesco, propia de<br />
este estilo, anticipa ya formas abstractas.|258|<br />
ch| La denominación se refiere a un estilo extendido inter<strong>nacional</strong>mente hacia el año<br />
1900, recibiendo diferentes calificativos:Art Nouveau en Francia, Modern Style en Inglaterra<br />
y otros países, Jugendstil en Alemania,...|259|<br />
d| Los autores modernistas más reconocidos son: el inglés Aubrey Vincent Beardsley<br />
(1872-1898), el español Antoni Gaudí (1852-1926), el belga Víctor Horta (1861-1947),<br />
el pintor y decorador austríaco Gustav Klimt (1862-1918),...|260|<br />
En las primeras décadas del XX aparecen en el país dominicano ligeros asomos de Art<br />
Nouveau o del modernismo catalán en algunas construcciones de San Pedro de Macorís<br />
y Santo Domingo; e igualmente asomó también en algunos cuadros producidos por<br />
determinados artistas, entre ellos Enrique García-Godoy, Nino Ferrúa,...; sin embargo,<br />
tales señales no significan que el movimiento modernista de las <strong>arte</strong>s alcanza preponderancia<br />
en la república. Igualmente ocurre con el <strong>arte</strong> moderno, entendido como cauce<br />
de las vanguardias europeas, las cuales aparecen en el <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> como lejanas referencias<br />
lingüísticas, tal vez como espectros reconjugándose en la cocina criolla de la pintura,<br />
con la solitaria excepción de Jaime Colson, un artista dominicano que durante su<br />
estadía en París hace pintura «universal», más bien adscrito al vanguardismo europeo.<br />
Ante las explicaciones vertidas sobre lo moderno y el modernismo, sobre todo en pintura,<br />
se argumenta que los artistas que pueden ser relacionados a tales condiciones de<br />
novedad, la asumen con una óptica muy particular. Mientras unos representan lo moderno<br />
mediante el método y las representaciones anti-románticas o anti-abelardianas,<br />
otros le añaden a esas nuevas maneras un repertorio distinto con lenguajes también diferenciados,<br />
de manera ecléctica. En conclusión, la modernidad artística dominicana es<br />
aquella que se desarrolla con su especificidad y se impulsa con los representantes <strong>protomoderno</strong>s<br />
(Woss y Gil, Gómez y García-Godoy), cuyo desenvolvimiento se asocia<br />
epocalmente (por influjo de ellos y coincidencia) con la aparición de los primeros pintores<br />
más claramente modernos. Los más significativos representantes de este último núcleo<br />
son Yoryi Morel, Darío Suro y Jaime Colson, realmente desiguales pero notables<br />
|243|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|258|<br />
Thomas, Karin.<br />
Diccionario del<br />
Arte Actual.<br />
Página 138-39.<br />
Confert.<br />
|259|<br />
Thomas, Karin.<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
|260|<br />
Diccionario<br />
Monográfico.<br />
Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|244|<br />
temperamentos que aportan cambios fundamentales en el <strong>arte</strong> dominicano con la obra<br />
y como temperamentos influyentes.<br />
JORGE OCTAVIO MOREL ( YORYI). En la colección que constituía la Sala de<br />
Arte Moderno del Museo Nacional predominan las obras de Yoryi Morel, quien, auspiciado<br />
por el Club Nosotras, celebró en los salones de la entidad la primera exhibición<br />
personal en octubre de 1932; salones ocupados por una multitud de personas; y<br />
como p<strong>arte</strong> de ella, intelectuales y artistas reconocidos: Pedro Henríquez Ureña, Fabio<br />
Fiallo, César Tolentino,Tomás Hernández Franco, Federico Henríquez y Carvajal,Telésforo<br />
Calderón, Aida Ibarra, Gabriel del Orbe, Horacio Blanco Fombona... e igualmente<br />
diplomáticos, gente de la prensa y las figuras principales de Nosotras:Abigaíl Mejía,<br />
Gladys de los Santos, María Patín Pichardo, Delia Weber, Mercedes Laura Aguiar y<br />
otras adalides del movimiento cultural feminista. La exhibición estaba integrada por casi<br />
100 obras, en diferentes técnicas y asuntos visuales. <strong>El</strong> listado de las pinturas alcanzaba<br />
un total de 49 cuadros|261| fechados entre 1927-1932. Retratos, paisajes, escenas<br />
cotidianas y personajes populares definían los temas realizados al óleo figurando entre<br />
ellos <strong>El</strong> Toñé (1927), en su primera versión. <strong>El</strong> resto del catálogo eran apuntes, dibujos<br />
al carboncillo, caricaturas y grabados en linóleo.<br />
Yoryi Morel|Autorretrato dedicado al amigo Cundo|Óleo/tela|18 x 13 cms.|1938|Col. Rafael Del Monte. Yoryi Morel|Toñé (el limosnero)|Óleo/tela|62.5 x 91.5 cms.|C. 1927|Col. Clara Rodríguez Demorizi.<br />
Yoryi Morel|Pareja de campesinos|Óleo/tela|56 x 16 cms.|1927|Col. Aney Muñoz.<br />
|245|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|261|<br />
Diario La Opinión,<br />
15 de octubre de<br />
1932.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|246| |247|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
Después de las palabras de apertura a cargo de Mercedes Laura Aguiar, Presidenta del<br />
Club Nosotras, le corresponde al poeta Tomás Hernández Franco hacer la presentación<br />
formal de la exposición, pronunciando un discurso que ap<strong>arte</strong> de mostrar sus conocimientos<br />
sobre la materia artística, ofrece un rápido estudio sobre el pintor. He aquí su<br />
discurso: «Señores:Yo no sé de donde me viene el honor de ser yo quien deba presentar<br />
al público capitaleño a Yoryi Morel y a su estupenda obra pictórica, sobre todo cuando<br />
yo mismo reclamo el autorizado presentador».<br />
«Motivos de hondo y sincero afecto así lo han determinado, y no era para ser rehuida<br />
esta ocasión que me concede oportunidad para incorporarme, aún cuando no sea más<br />
que en calidad de anunciador del espaldarazo que esta noche representa, a una obra que<br />
lleva pasaje de preferencia hacia la eternidad».<br />
«Diferencias de sistema de vida me habían tenido alejado de Yoryi desde hacía algún tiempo,<br />
y al anuncio de esta exposición, proféticamente patrocinada por el Club Nosotras, temí<br />
que la pintura de Yoryi perdiera al ser contemplada por personas que no conocieran<br />
el ambiente de que su pintura sacó emoción y color, pensé que el cuadro, al despojarse<br />
de su anecdotismo, iba a sufrir; sostenido sólo en sus puntales de técnica y de <strong>arte</strong>».<br />
«Pero, aquí están esos cuadros y todo el ambiente de éllos mismos se ha venido con<br />
Yoryi Morel|Retrato Tomás E. Morel|Linóleo|Revista Bahoruco Núm. 27|1935.<br />
Yoryi Morel|Tomás Hernández Franco antes de dedicarse a la agricultura|Caricatura|Revista Bahoruco Núm. <strong>11</strong>5|1932.<br />
éllos, porque éllos sobrepasan definitivamente el interés de su propia literatura para ser<br />
nada más que <strong>arte</strong>».<br />
«En Santo Domingo hemos jugado mucho, muy peligrosamente, con muchas palabras<br />
peligrosas por lo vacías de sentido que son, por su carencia total de sentido, por lo simuladoras<br />
que son de la irresponsabilidad de quien tras ellas se escuda y por lo torcedoras<br />
que son de la seguridad de quien las oye. Así hemos vivido todo el tiempo: disimulando<br />
realidades tras un léxico tibio, indefinido, acobardado, y creando conceptos sin<br />
contornos como la misma dialéctica confusa que los engendra».<br />
«La palabra promesa es una de esas. Como solamente afirmamos la juventud para negarla,<br />
no le otorgamos otro privilegio posible que el de llegar a ser. Sólo le concedemos<br />
esa probabilidad de hacer en un mañana que nadie precisa, porque ya eso sería un acto<br />
de valentía, y nadie comprende que sólo logramos realizar el aserto de que la juventud<br />
que será, no será otra cosa más que vejez, que es una de las formas más verídicas de dejar<br />
de ser».<br />
«Nada hay más acomodaticio que esa palabra, nada menos cierto, nada más cobarde.<br />
Con ella nadie se compromete a nada, ni se niega, ni se afirma; se busca, al decirla, una<br />
justificación problemática que se difunde en la indeterminación de un futuro y ponemos<br />
al tiempo como colaborador en la obra de una certeza que no nos atrevemos a<br />
crear, ni a destruir».<br />
«No hay, tampoco, palabra más asesina que la palabra promesa. Cuando se refiere a la<br />
obra de un artista. Mata, porque quita fuerzas, porque quita aliento, porque supedita el<br />
presente que es cada minuto, la obra del último minuto, a un eterno mañana futuro que<br />
se va alejando siempre».<br />
«La obra de <strong>arte</strong>, no es nunca una promesa, porque no promete nada: se dá toda de sí<br />
mismo y es. <strong>El</strong> <strong>arte</strong> es una sola cosa, sin categorías, ni restricciones. Se es artista o no se<br />
es artista, sin subdivisiones, sin regateos, como la Verdad, que no tiene otro camino más<br />
que ser afirmación rotunda de cosa cierta e incontrovertible, o ser francamente mentira.<br />
Más vale negarlo todo, rotundamente, tener la valentía de no admitir, a lanzarse en<br />
la sinuosidad de sonrisa nipona del calificativo promesa».<br />
«Yoryi no es una promesa.Yoryi es un pintor, con todo lo que esa palabra tiene de categórico<br />
y de alto. Su adolescencia luminosa llena de una adulta probidad artística, no<br />
busca parapetarse en sí misma para ir a la busca de justificaciones condescendientes.<br />
Sus cuadros no prometen; son. Son con la seguridad formidable de ser por el milagro<br />
de lo que lleva dentro, por la maravillosa certeza que de ellos se desprende. No insinúan;<br />
afirman».
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|248|<br />
«Decir que Yoryi no ha tenido maestros, que ha realizado todos sus cuadros sin haber<br />
visto antes ni un solo cuadro de ningún otro pintor, decir que es la primera vez que sale<br />
de su rincón natal de Santiago, no es buscarle excusas ni aprobaciones complacientes,<br />
es, simplemente, afirmar la existencia del genio».<br />
«Seguramente esa carencia de maestro, ese aislamiento total de toda cosa artística hecha,<br />
esa permanencia frente al propio paisaje, ha permitido el afincamiento de su propia<br />
personalidad, obligada, por urgencias tutelares, a la explotación del estupendo filón<br />
vernáculo».<br />
«Hermano menor de dibujantes que juegan al deporte de la línea por pura e íntima elegancia<br />
artística,Yoryi creció en un ambiente donde la técnica del dibujo no era un secreto<br />
para nadie y donde todos dibujaban como otros respiran.Yoryi, que es un pintor,<br />
es también un maravilloso dibujante que se pasea desenvueltamente por todas las encrucijadas<br />
de la técnica».<br />
«Como maneja esa técnica, lo atestigua esa multitud de dibujos donde todos sus aspectos<br />
son abordados y resueltos con la espontaneidad que crea la maestría que no fue adquirida,<br />
sino proyectada desde adentro por la fuerza incontenible de la naturalidad».<br />
«Además, la palabra técnica, es una de esas palabras peligrosas que pierden con frecuencia<br />
su sentido. En <strong>arte</strong> no se puede proceder por comparaciones, porque lo que caracteriza<br />
la obra de <strong>arte</strong> es justamente lo que puede tener de incomparable».<br />
«Técnica no puede ser otra cosa que la manera del genio, la forma en que se expresa y<br />
así se admite hay que admitirla, siendo labor futura la clasificación que ya es cosa de clasificadores<br />
que generalmente no pueden hacer otra cosa».<br />
Yoryi Morel|Paisaje, marchanta y otras traseúntas|Óleo/tela|40 x 33 cms.|1930|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>. Yoryi Morel|Paisaje dedicado a Mancito Cruz|Óleo/plywood|41 x 32 cms.|Década 1920|Col. Centro Cultural Eduardo<br />
León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|249|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|250|<br />
|262|<br />
Hernández Franco,<br />
Tomás.<br />
«Discurso».<br />
Diario La Opinión.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
«Yoryi ha resuelto el problema trópico en su pintura, el problema del trópico nuestro<br />
que era calumniado como impintable, con todo lo que ese trópico nuestro tiene de luminoso<br />
y de amplio, trópico que a veces puede ser brutal y reverberante, pero que está<br />
más alto que las academias y más cerca del cielo».<br />
«No pueden ser de otra p<strong>arte</strong>, no caben bajo ningún otro cielo, ni los paisajes ni los tipos<br />
tratados por Yoryi. Por su pintura, por solamente lo que ya lleva realizado, la República<br />
Dominicana adquiere carta de ciudadanía en la magnífica geografía del <strong>arte</strong>».<br />
«Yoryi ha descendido hasta el fondo de la virgen mina antes inexplorada y ha comenzado<br />
a deslumbrarnos con esta primera cosecha de oro puro de emoción».<br />
«Y hay más. Maravilla la unción tierna con que Yoryi trata sus sujetos, cómo se adivinan<br />
acariciados profundamente; respetados aún en el momento dominador de la posesión,<br />
y cómo ennoblece lo que hace con una nobleza hecha de serenidad y de pulcritud».<br />
«Podemos decirlo ya: existe el trópico para el Arte, existe ya el artista que entiende el<br />
trópico y existe el pintor del trópico.Yoryi ha hecho su revelación, Señores».|262|<br />
Yoryi, más bien Jorge Octavio Morel Tavares, nació a principios del XX, en 1906, precisamente<br />
en el año en que asumió el poder presidencial Ramón Cáceres, quien cayó<br />
víctima del magnicidio político en 19<strong>11</strong>. Para entonces, los esposos Enrique Morel y<br />
Yoryi Morel|Casas de la calle Sánchez|Óleo/tela|30.5 x 35.5 cms.|Sin fecha|Col. Rafael Del Monte.<br />
Teresa Tavares se habían multiplicado numéricamente. Con Jorge Octavio eran seis los<br />
hijos procreados:Teté, Quico, Juanito, Apolinar, Ramón; prole que aumentó luego con<br />
Esteban y Tomás.Ya entonces la situación económica había mejorado para el padre que<br />
había dejado de ser modesto profesor de escuela para convertirse en un pequeño propietario<br />
de un comercio de telas y objetos ferreteros. Don Enrique Morel figuraba como<br />
comerciante en el Directorio y Guía General de la República, elaborado por Enrique<br />
Deschamps y que fue publicado a inicio del siglo XX. Dicho comercio estaba instalado<br />
en la Calle del Sol, y sólo dos o tres cuadras tenía que andar el propietario cuando<br />
cerraba el negocio y marchaba al final del día a su casa de la calle de Las Piedras,<br />
donde su mujer y sus hijos le acogían con el alborozo de antaño: cálido, rutinario y con<br />
la respetuosidad que despertaba el marido y el padre.<br />
<strong>El</strong> pueblo de Santiago se había transformado un poco más para entonces. Unos cuantos<br />
edificios públicos, el Palacio Consistorial, el Palacio de Gobierno, la Catedral y la<br />
Fortaleza San Luis, así como las viviendas victorianas de una y dos plantas, le iban dando<br />
un ambiente urbano, sin que el mismo le hiciera perder sus caracteres de ruralidad<br />
que le imprimía no el verde escenario de un paisaje rematado en laderas, y que se extendía<br />
llano hacia la montaña Diego de Ocampo, sino la concentración permanente<br />
Yoryi Morel|Calle de la chancleta|Óleo/tela|33 x 46 cms.|1935|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|251|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|252|<br />
Yoryi Morel|En la taberna|Óleo/tela|78 x 67 cms.|1949|Col. Privada.<br />
de un mercado de frutos agrícolas; producción conducida día tras día, por muchas de<br />
las cincuenta y nueve calles que definían el plano poblacional. Por estas calles, alumbradas<br />
de noche con románticos faroles, transitaban coches tirados de caballos americanos<br />
o criollos, y ya acogían los primeros automóviles traídos en 19<strong>11</strong> por don José<br />
Manuel López, los cuales ingresan en el servicio público.|263| Para esta fecha abundaban<br />
las pequeñas fábricas de cigarro y el tabaco –el más tradicional producto citadino–<br />
se transformaba industrialmente en cigarrillos con modernos establecimientos como<br />
La Habanera.<br />
La vida local de Santiago para esta época, se infundía de hábitos y juegos populares y<br />
carnavalescos que si bien contrastaban con los niveles sociales, le imprimían un sabor<br />
colorista y pueblerino. En todas esas prácticas estaban presentes los vestigios de la cultura<br />
española en simbiosis con elementos africanos, pero como habían pasado por una<br />
evolución y adaptación al medio, contenían un fuerte sabor <strong>nacional</strong> y regional. <strong>El</strong><br />
juego de San Andrés, los bailes y festejos de Carnaval, las corridas y competencias populares,<br />
las peregrinaciones religiosas como <strong>El</strong> Rosario, discurrían año por año para<br />
constituirse en elementos de la tradición de la provincia.Y en esa tradición se debatían<br />
los ritmos vernáculos del sector inferior o pueblerino, específicamente el perico<br />
ripiao o típico merengue frente a los valses, danzas y Schottis de la llamada aristocracia<br />
santiaguense.<br />
Los hermanos Morel Tavares crecieron con los libros en las manos y con una educación<br />
asegurada por un padre aburguesado y muy apegado a las normas del elitismo social de<br />
su tiempo. Para entonces, las escuelitas, dirigidas por rectas mujeres, iniciaban a los niños<br />
en el <strong>arte</strong> de leer y escribir, y así todos los Morel-Tavares fueron preparados por<br />
Gallaya Estrella o por Toña Acosta. Esta última fue la primera maestra de Jorge Octavio<br />
quien, como todos sus hermanos, pasó de la escuelita a la preparatoria y luego a la Escuela<br />
Normal, en donde entraron en relación con los docentes destacados del momento:<br />
Rosa Sméster, Ricardo Ramírez, Bello Reynoso, Sergio Hernández, Juan Bautista<br />
Gómez, Rafael Moscoso,... Pero mucho antes de entrar a la normal, algunos de los hermanos<br />
Morel se inclinaban por alguna manifestación artística. Quizás fue producto de<br />
que unos tíos maternos –Arturo y Luis Tavares–, de espíritu bohemio, eran dibujantes<br />
que manejaban con facilidad el carboncillo; o tal vez el ambiente en que crecieron influyó<br />
en sus años de púberes o adolescentes.Ambiente hogareño de libros, revistas y estudios.Ambiente<br />
que también podía medirse desde el ámbito citadino, ya que para entonces<br />
registraba Santiago uno de los momentos más felices que desde el punto de vista<br />
de la cultura disfruta una comunidad. Para entonces, había regresado de Europa Juan<br />
|253|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|263|<br />
Haché, Katingo.<br />
Eme-Eme,<br />
Estudios<br />
Dominicanos<br />
No. 10.<br />
Enero-febrero<br />
1974. Página 80.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|254|<br />
Bautista Gómez, un disciplinado y culto pintor, que con valentía instaló su atelier a poca<br />
distancia de la rústica casona familiar, localizada en la calle antiguamente denominada<br />
Unión, hoy calle Cuba. En ese atelier, localizado en la calle La Rosa (16 de Agosto)<br />
esquina Unión, tenía una sala permanente donde exhibía sus obras. Fue el primer taller-galería<br />
de un artista del pincel que se registra en Santiago, y donde <strong>El</strong> León, como<br />
se le recuerda, laboraba sus trabajos de pequeños formatos con una disciplina rigurosa,<br />
aprendida en Francia, en donde vivió durante varios años.Temas provinciales enfocaba<br />
su paleta: aguateros, rincones de vecindarios, paisajes y flora, que constituyen lo que para<br />
Gustave Coubert significaba el realismo: dejar a un lado las pinturas alegóricas, literarias<br />
e históricas para considerar las escenas de la vida diaria, que es decir la exploración<br />
de la naturaleza, de las calles y de las gentes.Además de Gómez, vivían en Santia-<br />
go otros dos pintores: Arturo Grullón, realmente dedicado a la medicina, y Tuto Báez.<br />
A ellos se sumaban otros santiaguense del pincel que apenas se recuerdan porque se desconocen<br />
sus obras o porque no trascendieron como los tíos Tavares.<br />
La localización de pintores en Santiago coincidió con un elocuente registro de la música,<br />
que inclusive logró más desarrollo. Para los años de 1920, los autores clásicos eran<br />
ampliamente difundidos en el seno de la élite <strong>nacional</strong> donde se desarrolló un afán por<br />
la educación en el manejo de instrumentos como el piano, el arpa y el violín. Santiago<br />
concentró un gran número de músicos del país y registraba la aparición notable de Juan<br />
Francisco García y Julio Alberto Hernández, quienes no sólo siguieron la labor de difusión<br />
musical iniciada por José Ovidio García, sino que se empeñaron, como autores,<br />
en consolidar los compases autóctonos de la música dominicana.<br />
Los conciertos, los estrenos musicales cargados de temas folklóricos, la frecuencia de espectáculos<br />
montados por compañías extranjeras, las veladas, la introducción local de la<br />
cinematografía, la localización de pintores y fotógrafos citadinos, y una salida permanente<br />
de periódicos, amén del activismo de sociedades culturales y recreativas, constituyen<br />
un contexto adecuado para los hermanos Morel Tavares, que desde temprana<br />
edad contaron con una orientación formativa. La misma respondía a su condición so-<br />
Yoryi Morel|Flamboyán con marchanta y niño|Óleo/tela|51 x 60 cms.|1959|Col. Familia Brugal Gassó. Yoryi Morel|Campesino cibaeño|Óleo/tela|84 x 74.5 cms.|1941|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Yoryi Morel|Paisaje del Cibao (detalle)|Óleo/tela|47 x 56 cms.|1940|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|255|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|256|<br />
|264|<br />
Florencio, Magda;<br />
Castellanos,<br />
Socorro.<br />
Entrevista a Yoryi<br />
Morel (grabación<br />
magnetofónica).<br />
Santiago, 1978.<br />
Confert.<br />
|265|<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
cial, que inclusive les permitió entrar en relación con las Bellas Artes. En este ambiente<br />
crecieron Quico y Apolinar, recibiendo clases de pintura en la Escuela Normal. Se<br />
entusiasma Esteban, el sexto de los hermanos Morel, por la fotografía, mientras que Jorge<br />
Octavio se inclinaba por la música; aunque las inquietudes de este último –normal<br />
a sus años de pubertad– fluctuaban entre un apego circunstancial por el dibujo y una<br />
creciente pasión por la música, la que comenzó a conocer con Ramón Díaz, músico<br />
oriundo de Puerto Plata, quien le enseñó solfeo.<br />
La vocación pictórica de Jorge Octavio nació en ese mundo imaginario que crean los<br />
niños alrededor suyo. Mundo de monólogos, de inventiva, de fantasías, de construcciones,<br />
de escondite y de refugios que él solía revivir cuando recordaba: «Yo era enfermizo,<br />
era tímido, muy tímido.Y mis amigos todos me querían, del vecindario. Pero yo era<br />
alejado de ellos.Vivía siempre en el patio de mi casa.Allí, en una casita (…). Era mi primer<br />
estudio: La Dicha, se llamaba. Solamente cabía una persona (…). Solamente cabía<br />
yo. Me llamaba entonces Jorge Octavio, no Yoryi (…). En mi casita hacía la revista, solitario<br />
me trancaba allí. Los muchachos afuera, admirándome (…).Yo fui el primero que<br />
inició el cine de muñequitos, en el año 1916. Con los cáñamos, una sábana blanca (…)<br />
Yo dada vuelta a los muñequitos, y salían las figuritas … muñequitos, caballitos, casitas<br />
y peleaban... Entonces se me ocurrió hacer el cinito en el callejón»...|264|<br />
La Dicha surgió cuando la familia decidió tapar el pequeño excusado o letrina. Convertida<br />
en casita, fue donde Jorge Octavio forjó sus sueños fantasiosos de muchacho, como<br />
también los forjaba Tomás –el más pequeño de los Morel-Tavares– quien frente a<br />
La Dicha levantaba un altar y hacía una misa de juego, o a todo pulmón interpretaba un<br />
cántico religioso o recitaba unos versos. En ese pequeño refugio que constituía La Dicha<br />
comenzó Jorge Octavio a elaborar Wagner, una revista manuscrita y repleta de diseños<br />
e ilustraciones, de datos de la gente de Santiago, de cuentos, noticias y anécdotas<br />
musicales. En La Dicha, hizo de pequeño fabricante: «Había que hacer materiales –llegó<br />
a declarar– nadie pintaba ni hacía eso más que yo, en esa época. Bautista Gómez que<br />
llegó de París, y era un hombre que era difícil de ver. Sumamente (…). Pero él enseñaba<br />
mucho. Pero yo, con campeche, palo de campeche, calentándolo e hirviéndolo logré<br />
sacar tinta especial (…). Después la ponía en un frasquito (…) y le puse tinta (…) fabricada<br />
en La Dicha (…) y vendía el frasquito a dos cheles (…). Después con tierra (…)<br />
y con aceite de linasa hacía los colores...|265|<br />
Jorge Octavio también sintió crecer su pasión por la música cuando se envolvió en la<br />
ejecución del violín; instrumento que aprendió a manejar con acierto, y en contacto<br />
con Machilo Guzmán, maestro de música de muchas de las familias más distinguidas de<br />
Yoryi Morel|Retrato de Don José María Cabral|Óleo/tela|46 x 33 cms.|1935|Col. Manuel José Cabral Tavares.<br />
|257|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|258|<br />
Yoryi Morel|Callejón barrial|Óleo/tela|38 x 33 cms.|Década 1930|Col. Salomón Jorge.<br />
la sociedad de Santiago.|266| Tenía once años cuando inició las clases con el referido<br />
maestro.Antes de cumplir los 15 años, la iglesia de la Altagracia, muy próxima a su hogar,<br />
sentía entre sus muros sacros los suaves arpegios de su violín, con el cual formó p<strong>arte</strong>,<br />
durante dos años y como violín segundo de la orquesta San José.|267|<br />
Los conocimientos de música permitieron después que Jorge Octavio pudiera producir<br />
las partituras para la banda local. Entonces dibujaba con más facilidad y su inclinación<br />
por las dos manifestaciones del <strong>arte</strong> se armonizaron o complementaron. Sobre este<br />
asunto escribe Yoryi: «Comencé a pintar a los quince años, a la vez que ejecutaba el<br />
violín. Se me ocurrió hacer un álbum en miniatura de todos los músicos famosos, trazando<br />
el lápiz, y que constituyó un acontecimiento entre mis amigos y vecinos».|268|<br />
Hasta los veinte años, perteneció Jorge Octavio a la Filarmónica de Santiago. A partir<br />
de entonces, la pasión por la música fue desplazada por el manejo de los colores y del<br />
pincel, influido, indudablemente, por las constantes tertulias que tenían lugar en su casa<br />
en donde eran esperadas las revistas ilustradas de Europa, y los hermanos mayores comenzaban<br />
a pintar, especialmente Quico, el cual ofrecía una disposición pictórica innata<br />
y moderna para entonces.<br />
Recordando las tertulias hogareñas,Tomás Morel refiere que regularmente el líder de<br />
la Peña era Rafael Díaz Niese, quien para entonces manifestaba vocación pictórica:<br />
«Fellito Díaz el más intelectual y leído, siempre era el tambor mayor del grupo… Se<br />
alejaba del caballete y haciendo trazos en el aire con la punta de los dedos, señalaba en<br />
el lienzo e indicaba la limpieza y torpeza de algunas pinceladas. Esto siempre sucedía<br />
frente a los cuadros de Quico... Pero Fellito era una contradicción: cuando le gustaba<br />
el dibujo desdeñaba el color, o lo contrario»… Y explica Tomás Morel que el grupo<br />
inicial se ensanchó: «Venían a ver pintar Pancho García, Fan Pérez, Nelo López, Pepe<br />
Echavarría Lazada y Ramón Díaz (…) y otros que habían de ser, andando el tiempo,<br />
notables en las manifestaciones del <strong>arte</strong>, y de la vida… También venía con su mirada<br />
penetrante, con su gran parsimonia, el doctor Arturo Grullón… A veces tomaba el pincel<br />
o el creyón y trazaba tres o cuatro líneas y seguía en su coche, con don Pedro Espaillat…<br />
Don Juan Bautista Gómez, se detenía al pasar, pero nunca aceptaba pintar en<br />
público»…|269|<br />
A pesar de que los hermanos Quico y Apolinar se entusiasmaban por la pintura, el padre,<br />
don Enrique Morel, aspiraba a que ellos, como sus otros hijos alcanzaran otra profesión.<br />
Ser médico, abogado o farmacéutico era importante para el prestigio y la seguridad<br />
familiar; y eran los padres acomodados, los únicos que podían, para entonces, proveerles<br />
a sus hijos una carrera, en la que agotaban todos los recursos monetarios para<br />
|259|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|266|<br />
Enciclopedia<br />
Dominicana.<br />
Tomo III.<br />
Página 224.<br />
Confert.<br />
|267|<br />
Ruiz Casado,<br />
Eugenio.<br />
Pinceladas<br />
Biográficas<br />
(Yoryi Morel),<br />
1958.<br />
Confert.<br />
|268|<br />
Pérez, Rafael.<br />
Diario La Noticia,<br />
24 de julio<br />
de 1977.<br />
Confert.<br />
|269|<br />
Morel, Tomás,<br />
Cuadernos<br />
Populares No. 1,<br />
marzo de 1973.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|260|<br />
Yoryi Morel|Calle pueblerina|Óleo/tela|56 x 46 cms.|Sin fecha|Col. Ramón Francisco.<br />
hacer que la emprendieran. Don Enrique Morel quiso que su hijo mayor fuera a Francia<br />
a estudiar Medicina, y en la Universidad de París se matriculó Quico. Buscó que<br />
Apolinar y Juanito estudiaran leyes, y ambos tuvieron que marcharse a inscribirse en la<br />
Universidad de Santo Domingo. Para Jorge Octavio, aspiraba el padre la carrera de Farmacia,<br />
pero el muchacho estaba demasiado envuelto con la pintura y la música. Era un<br />
rebelde de la escuela; para ello se confabulaba con la madre, además de que su salud estaba<br />
constantemente afectada. Esto hacía que Jorge Octavio permaneciera más en el hogar,<br />
con los pinceles y el violín, con los libros y el sueño de convertirse en artista. No<br />
obstante, se esforzó en hacerse bachiller para complacer al padre. Fue en la escuela Normal<br />
donde entró más en contacto con Juan Bautista Gómez, maestro de dibujo de todos<br />
los hermanos Morel-Tavares. En la Secundaria o Escuela Normal aprendió Jorge<br />
Octavio, dibujo lineal, perspectiva y a copiar objetos que servían de modelos. Después,<br />
ocasionalmente, tenía contacto con el profesor Gómez. Cuando le veía detenerse frente<br />
a su casa y participar discretamente en la tertulia de sus hermanos mayores, o cuando<br />
se iba hasta el estudio de <strong>El</strong> León situado al doblar de su casa.Allí coincidía en su visita<br />
con Chan Valverde y Federico Izquierdo, dos de los tantos jóvenes que se interesaban<br />
por la pintura, y de los que sólo el último terminó figurando como pintor del ti-<br />
Yoryi Morel|Marchanta del mercado de Santiago|Óleo/tela|63.5 x 52.5 cms.|1946|Col. Centro Cultural Eduardo<br />
León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Yoryi Morel|Caserío de la nube grande (detalle)|Óleo/tela|34 x 39.3 cms.|Sin fecha|Col. Salomón Jorge.<br />
|261|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|262|<br />
|270|<br />
Martínez, Rufino.<br />
Diccionario<br />
Biográfico-<br />
Histórico.<br />
Página 336.<br />
Confert.<br />
picismo dominicano. Un tipicismo desbordante de una realidad regional y <strong>nacional</strong> que<br />
ya trazaba camino de expresión poética y visual durante los años 1920-1930.<br />
En el referido período se registra la Exposición Inter-Antillana, celebrada en Santiago;<br />
en él, el comercio, la agricultura y las industrias del país se mostraban florecientes y emprendedoras.<br />
Este evento, efectuado en 1927, incluyó una muestra de <strong>arte</strong>, a la que concurrieron<br />
artistas de Cuba, Puerto Rico, Haití y República Dominicana. <strong>El</strong> país estuvo<br />
representado por unos cuantos nativos, entre los que figuraba Jorge Octavio Morel, ya<br />
definida su preferencia por la pintura, la cual, además, contaba con el apoyo del padre,<br />
a quien compadecían los amigos por la ‘chifladura’ de que su hijo se metiera a pintor.|270|<br />
Participó en dicho evento con una obra titulada Toñé la Leba, realizado al óleo<br />
cuando contaba unos veinte años. Es un cuadro de gran formato, donde retrata a un<br />
marginado y pintoresco personaje de la comunidad, que era objeto de excusa para que<br />
muchas madres infundieran temor en sus hijos. Este ‘cuco’ cibaeño pasaba diariamente<br />
por el frente de la casa donde vivían los Morel-Tavares. Casa que había dejado de ser el<br />
punto de reunión de los que habían formado la peña de la Calle Sánchez. Sus animadores<br />
principales habían tomado rumbos diferentes: «Unos van a la Universidad de Santo<br />
Domingo o a París; otros pasan al magisterio y decrece su pasión por la pintura... En<br />
Yoryi Morel|Escena del Parque Colón|Óleo/tela|63.3 x 68.5 cms.|1942|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
tanto, en el mismo escenario frente a la misma casa, surge con la paleta de Apolinar, con<br />
los pinceles de Quico, con la admiración de Tuto Báez, con el vaticinio de Simón Domínguez<br />
y la inquina de otros, el pincel colorista de Yoryi (…). Fue entonces cuando<br />
en mi calle Sánchez, mamá donó a Yoryi p<strong>arte</strong> de su aposento nupcial para que instalara<br />
en él su estudio.Y es cuando se comienza a pintar, por primera vez también en el<br />
país, el motivo rural, el panorama circundante, el hombre del Cibao, el ambiente y las<br />
cosas santiagueras, p<strong>arte</strong>s muy íntimas de las cosas dominicanas»...|271|<br />
Movido por muchos estímulos como son el orientador santiaguense Juan Bautista Gómez;<br />
las discusiones sobre el naturalismo en la ‘peña’ familiar; las reproducciones de las<br />
revistas ilustradas, entre las que aparecían cuadros de Sorolla, y sobre todo el instinto personal,<br />
permitieron que Yoryi Morel redescubriera el medio circundante. Por las mañanas<br />
o por las tardes salía a encontrar el paisaje, a descubrir sus parajes, a dejarse impresionar<br />
por los contrastes que ocasiona la poderosa luz del trópico. Mientras eufórico se habituaba,<br />
por ejemplo, a contemplar la grandeza del rematado paisaje criollo, reflexivo descubría<br />
el sol haciendo juego de luz sobre la cima de los barrancos. Fue así que aquel joven<br />
pintor que alcanzaba los 24 años, se convirtió en un buscador de la luz geográfica,<br />
de la luz del paisaje <strong>nacional</strong>, de la luz del medio citadino y de sus contornos.<br />
Yoryi Morel|Fiesta campesina|Óleo/madera|106 x 160 cms.|1959|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|263|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|271|<br />
Morel, Tomás.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|264|<br />
Desde muchas décadas atrás había aparecido en Europa el movimiento impresionista,<br />
que rompió con el <strong>arte</strong> clásico. <strong>El</strong> impresionismo, además de apoyarse en la observación<br />
detenida de la realidad, había generado una transformación decisiva para el <strong>arte</strong><br />
universal, que ya había dado sus frutos en los otros movimientos que le siguieron. Su<br />
mayor influencia radicó en que liberó al artista de una serie de normas tanto técnicas<br />
como temáticas.Algo de esta liberación habían encontrado algunos artistas del país. Se<br />
había producido por contacto con esa realidad o porque las épocas históricas, muchas<br />
veces, impregnan a las generaciones geográficas, por distantes que estén las unas de las<br />
otras, o porque se dio lo que es una opinión generalizada en los analistas del <strong>arte</strong> latinoamericano:<br />
el influjo permanente de una cultura madre (Europa), sobre una cultura<br />
receptora, que es América. Pero hay que señalar con Antonio R. Romero que «cual-<br />
Yoryi Morel|Palo encebao|Óleo/tela|60 x 63 cms.|Década 1930|Col. Salomón Jorge. Yoryi Morel|<strong>El</strong> colorao Secundino Rodríguez|Óleo/tela|96.5 x 81.3 cms.|1927|Col. Ayuntamiento de Santiago.<br />
|265|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|266|<br />
|272|<br />
Romero, Antonio.<br />
América Latina<br />
en sus Artes.<br />
Op. Cit.<br />
Página 12.<br />
Confert.<br />
|273|<br />
Morel, Yoryi.<br />
Anotaciones del<br />
13 de noviembre<br />
de 1933.<br />
Confert.<br />
|274|<br />
Florencio, Magda;<br />
Castellanos,<br />
Socorro.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
quiera que sea la óptica con que contemplemos el <strong>arte</strong> en esta p<strong>arte</strong> del mundo advertiremos<br />
que dicho <strong>arte</strong> se enmarca a lo largo de su breve historia en una constante:<br />
la del instinto».|272|<br />
Por instinto o no, Luis Desangles le da a algunas de sus obras un toque insinuantemente<br />
impresionista. Más cerca de esa insinuación se sitúan Arturo Grullón, Juan Bautista<br />
Gómez y el pintor que era Quico Morel. Estos y otros pintores habían asumido una actitud<br />
distintiva como era la de buscar la luz, la de salir al aire libre, al medio ambiente<br />
libre, y bajo la claridad natural realizar un retrato o un tema del cotidiano vivir, pero<br />
asumido directamente. Algunos artistas dominicanos habían salido del cerrado estudio<br />
y llegaron a la ruptura de una tradición clásica o romántica. No produjeron la revolución,<br />
sino que se situaron en un borde sin tocar el otro borde. En cambio, de una manera<br />
instintiva, Jorge Octavio Morel dio un paso más, varios, muchos, y se adentró subyugado<br />
al medio externo y extenso de la realidad. Por eso se situó «nervioso y emocionado<br />
frente a este cielo azul vibrante y a este sol que juega en zig-zag con su inseparable<br />
amigo la sombra». Esa sombra de fuerte reflejo morazulado, que también le llevó a<br />
escribir en un tono declamatorio: «ya tengo mi retina llena de paisaje que tantas cosas<br />
me evoca y que cada vez me revela algo nuevo».|273|<br />
No había llegado el joven Yoryi Morel a una conclusión instintiva respecto de la luz,<br />
respecto a los efectos de la descomposición del color que esa luz ejerce, cuando ya tenía<br />
en su haber una producción que le fue identificando. Es la producción novel de todo<br />
artista en la que se pueden redescubrir valores temáticos y técnicos, pero que sobre<br />
todo indican las posibilidades de una trayectoria. En Jorge Octavio esta producción, que<br />
puede situarse con anterioridad al 1930, responde a una concepción ingenua. Por esta<br />
razón, en conjunto, la elaboración resulta torpe, como endurecidos los elementos que<br />
se configuran temáticamente. Pero las obras que la forman constituyen un documento<br />
por la vivencia que refiere y por el período artístico que representan. Es lo que resulta<br />
de una obra que pudiera llamarse <strong>El</strong> Taller de Carpintería, que fue uno de sus primeros<br />
óleos. Según confesó, el trabajo fue realizado directamente en aquel taller a donde<br />
llegó con sus materiales de pintor, y donde se emocionó escuchando al maestro carpintero<br />
hablar de la luz, del martillo... «Era un carpintero intelectual que hablaba de música,<br />
de pintura»...|274|<br />
Lo mismo puede decirse de su primer Toñé la Leba o el Baboso, (óleo de 1927), y en donde<br />
todavía no se da la explosiva luminosidad que caracteriza sus obras posteriores. Pero<br />
conocía otros medios técnicos y acudía a todo recurso de expresión para ejecutar sus<br />
obras, mientras que hacía más diestro su trazo vigoroso y corredizo.Antes de 1930 había<br />
aprendido a hacer clichés burilados en linóleo, con los que hacía retratos y diseñaba portadas<br />
de libros y revistas. Su conexión con el grabado, permitió que numerosas pinturas<br />
suyas aparecieran reproducidas en la Revista Navidad, órgano que se editaba en Santiago.<br />
Las reproducciones fotográficas llamaron la atención en algunos círculos que se vinculaban<br />
a la vida cultural de Santo Domingo. Del Listín Diario viajó a visitar a los Morel-Tavares<br />
el entonces periodista Juan Bautista Lamarche, quien manifestó un gran entusiasmo<br />
por el joven pintor, a quien dedicó un largo artículo titulado En el Estudio de Yoryi Morel.<br />
En el referido artículo, Lamarche señala: «Este muchacho de veinte y cuatro años, pequeño,<br />
delgado, elegante y discreto, tiene un alma exquisitamente sensible y sabe traducirla<br />
en las maravillosas tonalidades de su paleta».<br />
«Ved ese cuadro, que él titula Nino el acordeonista.Tipo popular, desastrado bohemio. Pasa<br />
frente a su casa con su acordeón, borracho de alcohol y de ensueño. Un día Yoryi lo<br />
ve con ojos de artista. Entonces le detiene. Requiere sus pinceles.Acomoda su caballete.<br />
Lo coloca en pose. La boca amplia, desdentada, se abre en un gesto inexpresable de<br />
embriaguez y de embelezamiento. Los ojillos se le entrecierran. <strong>El</strong> acordeón gime, ruñe,<br />
ronca, entre sus años. Llorón y doliente.Yoryi pinta.Y al conjuro mágico de su paleta<br />
va surgiendo palpitante de vida, la imagen del músico callejero».<br />
«Otro día Yoryi se para frente a la esquina de su casa. Una coquetona casita romántica. De<br />
madera, con pequeñas planchas de zinc en los costados y una acera, algo derruida, que la<br />
bordea. <strong>El</strong> artista se siente tentado del don demiúrgico.Y toma su pinceles.A poco aparece,<br />
transportada al lienzo, esa esquina de su casa, que es un trozo de realismo estupendo».<br />
«Una de esas tardes del trópico en que el sol es una pira y el cielo un magnífico pastel,<br />
Yoryi quiere apresar en su paleta los divinos fuegos del crepúsculo.Y es entonces cuando<br />
crea ese paisaje, de una cálida luminosidad, que se dijera pintado por Sorolla, el gran<br />
colorista ibérico. (¿Recuerdas,Yoryi, que acerca de este primoroso cuadrito tengo yo un<br />
derecho que me otorgó tu amable condescendencia?). En otra puesta de Sol se revela<br />
como pintor impresionista, con sus audacias, con sus atrevimientos, con esos graves tonos<br />
morados que riman una sinfonía soberbia».<br />
«Después de un chaparrón, una tarde campesina, el joven pintor quiso dar la sensación<br />
del agua caída y del ocaso desteñido y ceniciento.Y ahí están ese pedazo de calle encharcada<br />
y esos bohíos, en los que la humedad de la cana gotea su acuosa tristeza».<br />
«Al campesino que chupa el cachimbo humeante, con serenidad patriarcal, supo darle<br />
el cobrizo relucir de la tez curtida por el sol y la expresión de resignada indiferencia,<br />
de melancólico fatalismo, que se traduce en los ojillos negros, bajo el ala del rústico<br />
sombrero».<br />
|267|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|268|<br />
«En el retrato de la tía Antoñana la marfilina color de la faz rima con el huesoso demarcamiento<br />
de la vejez y la grisácea aureola del alisado cabello».<br />
«Oleos en un verismo impresionante: el de don Genaro Pérez, en el que la figura señoría<br />
se perfila noblemente, el del maestro de música que ostenta un pintoresco remoquete,<br />
y evoca la alegórica tradición del pasado, al conjuro de su bombardino omnipresente;<br />
el de Ramón Emilio Jiménez, que habla, al través de los espejuelos líricos y pedagógicos;<br />
el del viejo renqueante del pueblo y otros tantos que ahora no recuerdo».<br />
«Mas, en los óleos y paisajes, está él, con su don psicológico de observación y su gran<br />
fuerza realista, por encima de los cánones de la técnica, creando su propia estética».<br />
«En la caricatura hallamos otra faceta de su espíritu, irónico y travieso esta vez, que gusta<br />
del atisbo oportuno, del trazo rápido, de la instantánea certera. Nadie se escapa a su agili-<br />
dad humorística.A su padre lo sorprende, a la puerta del remanso hogareño.Al tío lo caricaturiza,<br />
cuando penetra en el callejón lateral de la propia vivienda.Al gordiflón del barrio.<br />
A la vecinita romántica. Al burro doméstico.Y, en el día lluvioso, ironiza con la flotante<br />
inflazón de los paraguas abiertos y el mojado escurrirse de los tipos lugareños».<br />
«Este Yoryi Morel es implacable.Tiene un alma múltiple. Unas pupilas siempre ávidas de<br />
belleza. Unas manos taumaturgas que poseen la virtud de crear. Un amor infinito al <strong>arte</strong>.<br />
Yoryi Morel|<strong>El</strong> músico colorao Secundino Rodríguez|Óleo/tela|<strong>11</strong>4 x 88 cms.|1922|Col. Banco Central de la República<br />
Dominicana.<br />
Yoryi Morel|Pescador|Óleo/tela|69 x 53.5 cms.|1952|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Un vivir en la capilla sixtina de su voluntario aislamiento, entre los seres y cosas forjadas<br />
por su imaginación calenturienta, atisbando el mundo exterior, pero sin lanzarse a él, porque<br />
en todo artista hay un contemplativo, un platónico, un inconforme y un rebelde».<br />
«En su rincón solariego trabaja silenciosamente. No visita los periódicos. No va a caza<br />
de elogios; no tiene instinto mercurial. Su decoro artístico, su pudor espiritual, le vedan<br />
todo trasiego.Y por eso, vive, casi desconocido, en su coquetona casita romántica, pintando,<br />
soñando, creando, como un paciente benedictino, hasta que la gloria vaya, mujer<br />
al fin, a brindarle sus caricias y a ceñir su frente pálida de elegido con los laureles san-<br />
grientos».|275|<br />
<strong>El</strong> artículo citado, las ponderaciones y el entusiasmo que encierra, constituyeron una<br />
buena carta de presentación. Juan Batutista Lamarche era una reconocida pluma del pe-<br />
riodismo y un destacado intelectual. Fue él quien despertó la atención por el provinciano<br />
Jorge Octavio Morel. <strong>El</strong> resultado de esa atención provocada fue la invitación que<br />
recibió de p<strong>arte</strong> del Club Nosotras, la entidad cultural que agrupaba a mujeres pertenecientes<br />
al feminismo dominicano de entonces. La entidad era reconocida, acreditada,<br />
y el joven pintor debía exponer para el mes de octubre de aquel año 1932. Ap<strong>arte</strong> de<br />
la presentación formal que le dispensó el poeta Hernández Franco, la exposición pro-<br />
Yoryi Morel|Las casas con Ocampo al fondo|Óleo/tela|20 x 36 cms.|Década 1930|Col. Salomón Jorge.<br />
|269|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|275|<br />
Lamarche, J. B.<br />
Listín Diario.<br />
16 de agosto de<br />
1932.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|270|<br />
|276|<br />
Llovet, Juan José.<br />
Listín Diario.<br />
18 de octubre<br />
de 1932.<br />
Páginas 1-4.<br />
Confert.<br />
|277|<br />
Revista<br />
Cosmopolita,<br />
31 de julio de<br />
1934.<br />
Confert.<br />
|278|<br />
Llovet, Juan José.<br />
Listín Diario.<br />
Octubre de 1936.<br />
Confert.<br />
vocó la atención de la prensa que reportaba todo lo concerniente al pintor, a su obra,<br />
discutiéndose la posibilidad de que él viajara a Europa a cultivarse más ampliamente en<br />
el <strong>arte</strong>. Esta sugerencia provoca la respuesta del crítico Juan José Llovet: «Sólo el Sol de<br />
Santiago ha enseñado a pintar a Yoryi Morel (…) De viaje al extranjero –a España, a<br />
Italia, París...– ni hablar por ahora. París muy señaladamente, es venenoso para pintores<br />
tan francamente viables como Yoryi Morel. / ¡Evitemos a toda costa a la doncellés venal<br />
de Yoryi los peligros de París! ¡Prohibámosle, cueste lo que cueste, que corra a embriagarse<br />
con los cócteles de anilinas que combina la ciudad-barman. / Yoryi, cuanto<br />
antes mejor, debe reintegrarse a su Santiago materna y original a seguir bebiendo agua<br />
del Yaque, de áspero sabor a humus».|276|<br />
La primera individual de Yoryi Morel provocó tanta atención y fue tan decisiva que dos<br />
años después (1934) se afirmaba que su pincel había demarcado nuevos derroteros al<br />
tiempo que se reconocía que los artistas ya no pierden el tiempo en reproducir sombreados<br />
remansos de ríos por ellos desconocidos o caminos de praderas lejanas que fueron<br />
el objetivo de extraños intérpretes. Por el contrario, después de la exposición registrada<br />
en la capital, en el Club Nosotras, por Yoryi, se observa que ha habido un resurgimiento<br />
en la pintura.Ap<strong>arte</strong> de revelar un temperamento artístico, la muestra ofreció<br />
la clave de una manifestación fecunda de <strong>arte</strong> pleno de expresión, con una técnica avanzada<br />
que da mayor relieve al color. Fue también una diana fraterna que llamó al trabajo<br />
a los pinceles y que al dejar huella luminosa en el ambiente puso honda y noble vibración<br />
en las más sensibles fibras del estímulo.<br />
Todos los comentarios citados anteriormente forman p<strong>arte</strong> de un artículo publicado en<br />
la revista Cosmopolita|277| y posiblemente escrito por Bienvenido Gimbernard. <strong>El</strong> texto<br />
incluye la reproducción de un cuadro titulado Por la cuesta del pueblo (óleo 1934). Dos<br />
años después realiza Yoryi la segunda muestra individual, también en la capital y respecto<br />
de la cual escribe Llovet que con ella «se realizan todas las esperanzas que cuatro años<br />
ha suscitó la primera».<br />
Montada en el Ateneo Dominicano y de acuerdo a la reseña del citado crítico, el joven<br />
pintor dedica la exposición al Hon. Presidente Trujillo, Mecenas Magnífico e ilustre de<br />
toda manifestación de alta Cultura.|278| Con independencia a esta práctica lisonjera y<br />
servil impuesta por los doctrineros del régimen, la segunda presentación del pintor santiaguense<br />
origina buenos comentarios. Entre ellos los del intelectual Pedro Troncoso<br />
Sánchez, el cual escribe: «Yoryi Morel ha venido de nuevo a maravillarnos con su carga<br />
de sol y atmósfera, de vida y ambiente cibaeños. Ha venido de nuevo a poner otro<br />
paréntesis en nuestra ansia de <strong>arte</strong> auténtico, apenas consolada con el indirecto medio<br />
de los fotograbados en libros y revistas. / Esta vez ha traído muchos nuevos cuadros que<br />
acusan un notable progreso en su conciencia de artista y en su técnica pictórica».|279|<br />
Llovet también escribe y reseña esta exposición: «Cerca de cuarenta cuadros nuevos ha<br />
colgado Yoryi Morel en los muros del Salón de Actos del Ateneo. Predominan entre ellos<br />
los retratos y los paisajes. Los paisajes –ya queda dicho– son todos, sin excepción notoria<br />
de magistral realización. Pero si se nos forzara a discernir a algunos nuestra preferencia,<br />
nosotros se la otorgaríamos sin vacilaciones a los de gama fúlgida y caliente. <strong>El</strong> titulado<br />
Framboyán es cuadro soberbio. La luz y la forma están maridadas en él como en la realidad<br />
misma.Y hasta media docena de los demás no ceden en primores de ejecución a esta<br />
pequeña obra maestra, digna de cualquier museo. Como paisajista, en suma,Yoryi Morel<br />
no tiene nada que aprender. La luz de Santiago y de los campos de Santiago le ha en-<br />
Yoryi Morel|Pelea de gallos|Óleo/tela|75.5 x 92 cms.|1950|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|271|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|279|<br />
Troncoso<br />
Sánchez, Pedro.<br />
Listín Diario,<br />
27 de octubre<br />
de 1936.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|272|<br />
|280|<br />
Llovet,<br />
Juan José.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
señado todo lo que ella misma sabe. A Yoryi sólo le cumple ahora mantenerse fiel a esa<br />
luz que tan generosa ha sido con él de sus secretos. Si así lo hace, su gloria de intérprete<br />
sumo y máximo, de la magnitud naturaleza de su patria queda asegurada. / Como retratista,<br />
no está Yoryi Morel menos maduro, aunque su madurez no sea tan espléndida».<br />
Continuando con sus apreciaciones agrega Llovet: «Esta su segunda exposición, dos cabezas,<br />
una de sirio y otra de vasco, a cuyo dibujo y modelado ningún reparo puede, en<br />
justicia, ponerse. De color son un poco frías. Se ve que la preocupación del parecido<br />
alicortó el vuelo de la inspiración pictórica. La pincelada es en ellas demasiado menuda<br />
y acaso esté fundida en exceso. Pero –lo repetimos– ambas están formidablemente<br />
dibujadas.Y en un retrato, el dibujo es lo esencial. / Pero la muestra más elocuente de<br />
lo que Yoryi puede hacer en el retrato, siempre que pinte sin preocupaciones de com-<br />
placer al modelo, es un Moreno Jiménez, manchado, como suele decirse, con el sucio<br />
de la paleta, que es un prodigio de interpretación psicológica.Yoryi, plenamente entregado<br />
a su genial instinto, no sólo ha retratado al poeta, sino también a su poesía. <strong>El</strong>la se<br />
nos ofrece con todo lo que tiene de enternecedora y balbuciente, en la mirada y en la<br />
sonrisa, con las que el ex-pontífice del postumismo parece pedirnos perdón por su torpe<br />
aliño indumentario».|280|<br />
Yoryi Morel|Flamboyán de la casa Juan Bautista Gómez|Óleo/tela|45.6 x 63.5 cms.|1936|Col. Privada.<br />
Años antes de la muestra capitaleña, el pintor había exhibido un conjunto de cuadros<br />
en una vitrina comercial de la ciudad natal (1935), en donde también fundara su Academia<br />
Yoryi (1933), y tenía algunos amoríos furtivos. Sobre todo con Rosa Flete, una mulata<br />
o negra de la Ceiba de Matanza, un tanto mayor que él, que le buscó su padre, Don<br />
Enrique Morel, con la creencia de que el hijo enfermizo, casi epiléptico y distraído, necesitaba<br />
una buena hembra que lo sacudiera, convirtiéndole en macho. Esta experiencia<br />
originó el concubinato y dos hijas:Yolanda (n. 1934) y Filomena (n. 1935), a las cuales<br />
reconoció legítimanente y las mudó a Santiago con la madre.<br />
Esta experiencia, reasumida con cierta constancia, ocurrió mucho antes de que el pintor<br />
conociera a la húngara Ilonka Szabo, con quien contrajo matrimonio y con la cual<br />
procreó tres hijos: Janos, Jorgito e Ilonkita. La exitosa acogida que obtuvo Yoryi Morel<br />
en la capital durante el decenio de 1930 le obligaba a viajar siempre por razones artísticas.<br />
Pensó incluso mudarse definitivamente a Ciudad Trujillo en donde tenía pocos<br />
pero excelentes amigos, entre ellos Juan Bosch, quien escribe sobre las experiencias de<br />
una amistad que el exilio distanció: «(…) Yoryi y yo fuimos muy amigos, a tal punto que<br />
no dejaba de visitarlo todos los días cuando por alguna razón iba a Santiago y hacía lo<br />
mismo cuando él estuvo viviendo en la Capital, en los altos de la casa que ocupaba la<br />
Yoryi Morel|Paisaje cibaeño|Óleo/madera|106 x 160 cms.|1959|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|273|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|274|<br />
esquina de las calles Mercedes y Las Damas, con puerta a Las Damas. En ese sitio hizo<br />
él varios dibujos y esbozos para un retrato mío que nunca llegó a pintar. Según tengo<br />
entendido,Yoryi rompió esos dibujos y esbozos porque tenía miedo de que alguien los<br />
viera en su casa después que yo me fui del país y de que la posesión de este material<br />
pudiera causarle problemas con el gobierno de Trujillo. Parece que ese miedo de Yoryi<br />
se intensificó cuando recibió un mensaje mío en el que le pedía que saliera del país a<br />
ampliar su visión artística. En esa ocasión le ofrecí a Yoryi mi ayuda para que pudiera<br />
vivir mientras se hacía de clientela fuera de aquí».<br />
«Es cierto que yo contribuía en el pago de la habitación que ocupó Yoryi en la Capital,<br />
y fui yo quien la alquiló, y es cierto que Ortega Frier visitó esa habitación varias veces<br />
y que en una de esas ocasiones le dijo a Yoryi que no se juntara conmigo donde lo<br />
vieran porque yo era peligroso, pero se lo dijo a título de juego; y lo afirmo porque eso<br />
sucedió en mi presencia. Ortega Frier era amigo mío a tal grado que me abstuve de<br />
comprar libros en la Librería Carías, que estaba en la calle de <strong>El</strong> Conde, porque Ortega<br />
Frier le había ordenado que cargara en su cuenta los libros que yo quisiera adquirir,<br />
que no me los cobrara a mí».<br />
«Cuando Yoryi decidió volver a Santiago, lo hizo, me pareció a mí, porque no tenía ambiente<br />
en la Capital; le hacían falta sus familiares sobre todo su mamá, una hermana y<br />
su hermano Apolinar, a quienes echaba mucho de menos; echaba de menos el café que<br />
le brindaban en su casa a cada rato y a los vecinos de su barrio. En la Capital no tenía<br />
amigos ni había pintores con quienes pudiera hablar de lo que le interesaba.Yo lo llevé<br />
a la casa de Celeste Woss y a la de Aida Ibarra, que eran las dos personas que pintaban<br />
Yoryi Morel|Después de la lluvia|Óleo/tela|33 x 43.3 cms.|1931|Col. Rafael Del Monte. Yoryi Morel|Caserío con mujeres conversando|Óleo/tela|30.5 x 40.6 cms.|C.1930|Col. Rafael Del Monte.<br />
|275|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|276|<br />
Yoryi Morel|Marchanta de flores (detalle)|Óleo/tela|54.5 x 76 cms.|Sin fecha|Col. Ceballos Estrella.<br />
cuadros en esta ciudad, y le presenté poetas y escritores, pero se pasaba varias horas de<br />
cada día solo en su habitación, que era al mismo tiempo dormitorio y estudio. <strong>El</strong> que<br />
iba siempre era yo, pero en mis horas libres, y de vez en cuando llevaba a algunos amigos,<br />
entre los cuales recuerdo a Vigil Díaz y al poeta Manuel Llanes».<br />
«(…) no puedo recordar cuánto tiempo vivió Yoryi en la Capital, pero debe haber sido<br />
unos tres meses, si no menos. Lo que sí recuerdo es que en sus últimos días capitaleños<br />
llegó a sentirse muy decaído; se quejaba tanto de lo mal que se sentía aquí que yo mismo<br />
le aconsejé volver a Santiago y lo acompañé hasta el carro que lo llevaría a esa ciudad.<br />
Fue la última vez que nos vimos porque después de eso no volví a Santiago, pero<br />
la separación no influyó en nuestra amistad. Cuando volví al país después de más de<br />
veinte años de ausencia, al ir a Santiago fui a visitar a Yoryi».<br />
«En la época de su estancia en la Capital,Yoryi estaba encaminándose rápidamente hacia<br />
una etapa de técnica impresionista que no era producto de estudios ni de imitación<br />
sino de su tremendo instinto de pintor. Recuerdo vivamente la manera como pintaba<br />
la luz tropical, lo mismo en paisajes que en retratos; lo hacía sin esfuerzo, con pinceladas<br />
largas y seguras. Hay cuadros de Guillo Pérez que recuerdan esa técnica de Yoryi. <strong>El</strong><br />
Dr. Salomón Jorge tiene un Yoryi que corresponde a esa época aunque haya sido pintado<br />
mucho tiempo después de los años a que me he referido en esta carta».<br />
«(…) al escribir estas líneas he evocado al Yoryi de aquellos tiempos, que fue el auténtico,<br />
el gran artista, de tanta fuerza interior que tuvo la necesaria para dedicarle su vida<br />
a la pintura en una sociedad que no tenía ni medios para retribuir su trabajo con algo<br />
que le permitiera sostenerse con un mínimo de seguridad ni capacidad para apreciar su<br />
obra, que fue no sólo muy dominicana y muy valiosa como pintura, sino además muy<br />
profusa como fruto de una vida entera dedicada a pintar».|281|<br />
DARÍO SURO, al igual que Yoryi, aparece registrado en la colección de Arte Moderno<br />
del Museo Nacional. En el catálogo general de 1941, se ficha la obra Paisaje del Santo<br />
Cerro, realizado al óleo: «uno de los cuadros primerizos de este joven pintor», establece<br />
Abigaíl Mejía, quien lo describe: «en primer término la carretera, con deltas verdes<br />
sobre su cinta amarilla, y, en lo alto la iglesia del Santo Cerro, santuario famoso. <strong>El</strong> cielo<br />
muy azul con girones de nubes».|282|<br />
Darío Suro nació en La Vega en 1918, en el seno de una importante familia cuyos dos<br />
puntales mayores eran el abuelo Federico García Godoy (1859-1924), un reconocido escritor<br />
y maestro, a la vez padre de Enrique García-Godoy Jiménez (n. 1886), el decisivo<br />
pintor que establece (1930) la escuela vegana de dibujo y pintura sustentada en el tratamiento<br />
directo del natural. Era un mozalbete con vocación artística cuando el tío pintor<br />
|277|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|281|<br />
Bosch, Juan.<br />
Carta.<br />
Noviembre 19<br />
de 1979.<br />
Confert.<br />
|282|<br />
Mejía, Abigaíl.<br />
Revista de<br />
Educación No. 52.<br />
Anexo.<br />
Página 21.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|278|<br />
|283|<br />
Franco, Maruxa.<br />
Referencia en Ana<br />
Mitila Lora.<br />
Listín Diario,<br />
14 de noviembre<br />
del 2000.<br />
Página 12-A.<br />
Confert.<br />
retornó al lar nativo, lo cual representa un punto de apoyo frente a los padres, quienes buscaban<br />
el modo de impedir que el hijo se dedicara a pintar.Testimonia Maruxa Franco:<br />
«Los Suro-García-Godoy no querían que Darío pintara. Pensaban que desperdiciaría su<br />
vida y su tiempo. Por suerte, cuando empezó a pintar, llegó su tío Enrique García-Godoy<br />
de Italia (…). Darío empezó a pintar en el estudio de don Enrique, muchas veces escondido.Tío<br />
y sobrino tenían tremendos pleitos pero se entendían.A don Enrique le disgustaba<br />
la pintura de Darío porque era muy moderna. Peleaban hasta por una línea (…). /<br />
Un día pintó la lluvia y la cocinera al ver el lienzo exclamó: «¡Ay mira está lloviendo!».<br />
Para Darío aquello fue una revelación. Una analfabeta, sin instrucción, entendió su pintura.<br />
Confirmó que la pintura era su camino. Ese cuadrito (…) le abrió un mundo. Le faltaban<br />
varias materias para terminar el bachillerato, no las cursó y no se graduó de bachi-<br />
ller. Alegaba que aprendía más leyendo en la biblioteca que en la escuela. Nadie lo sacaba<br />
de su casa. Don Jaime Suro, su papá, y doña Emilia García-Godoy, su mamá, eran unos<br />
padres que si Rubén o Darío le pedían la luna se la daban.Veían el futuro de Darío muy<br />
oscuro. No obstante, don Jaime que era un empleado de Rentas Internas, encargaba a<br />
Francia los materiales para que Darío pintara. Disponía de una habitación para que sus hijos<br />
recibieran a sus amigos, allí escribían, leían, estudiaban o hacían de todo».|283|<br />
Darío Suro|Autorretrato|Lápiz/papel|Sin fecha|Col. Privada.<br />
Darío Suro|Paisaje con rancho de tabaco (detalle)|Óleo/tela|41 x 58.5 cms.|1933|Col. Aída Bonnelly.<br />
Darío Suro|Retrato de Rubén Suro|Óleo/cartón|65 x 54 cms.|1946|Col. Rubén Suro.<br />
|279|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|280|<br />
Darío Suro comenzó a desarrollarse en la comunidad vegana, al igual que su hermano<br />
Rubén (n. 1916). Sus nombres habían sido elegidos debido a la admiración que sentía<br />
el padre hacia Rubén Darío, el notable poeta modernista. Quizás esperaba que ellos<br />
fueran escritores como el citado autor nicaragüense, y en cierta manera así ocurrió.<br />
Ambos comenzaron a cultivar la literatura convirtiéndose Rubén en un poeta de dimensión<br />
<strong>nacional</strong>, en tanto Darío, cultivador también de la poesía, se dedica al ensayo<br />
cultural, aunque su importancia se relaciona al <strong>arte</strong> moderno dominicano de raíz vegana,<br />
asociado al tío pintor que siempre recuerda: «Entre los precursores de la pintura dominicana<br />
el caso de Enrique García-Godoy es interesante, porque su obra temprana la<br />
realizó como un solitario en La Vega, ciudad donde nació. Muy adulto viajó a Europa<br />
(…).Tuve con él una formación académica de primer orden, pero aún así limitada, co-<br />
nociendo sin embargo todas las reglas académicas de esa clase de profesores quienes son<br />
los mismos con más o menos talento en todas p<strong>arte</strong>s del mundo».|284|<br />
Los hermanos Darío y Rubén Suro revelan desde jóvenes un despierto sentido de la pertenencia<br />
al mismo tiempo militante, <strong>nacional</strong>ista, solidario y revestido con las raíces de<br />
la tierra. En el terruño cibaeño se autoperciben como novísimos ciudadanos de un momento<br />
histórico de búsqueda y de cambios bajo el sol, pero cubiertos de originalidad;<br />
unidas sus voces a hermanadas e inquietas voces veganas que se autoproclaman Los Nuevos,<br />
de todos ellos es Darío Suro el que hace la traducción visual mediante un discurso<br />
pictórico fresco y revelador del entorno nativo. De acuerdo al siguiente testimonio relacionado<br />
con la obra y el pintor, «La Vega era brumosa y lloviznaba mucho. En Santiago,<br />
por ejemplo, había un sol fantástico.Yoryi Morel podía pintar esa luz. Pero, en La Vega<br />
Darío Suro|Lluvia en el mercado|Óleo/madera|58 x 63 cms.|1946|Col. Museo de Arte Moderno. Darío Suro|Lluvia en el atardecer|Óleo/cartón|59 x 63.5 cms.|1940|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|281|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|284|<br />
Suro, Darío.<br />
Arte Dominicano.<br />
Página 22.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|282| |283|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|285|<br />
Franco, Maruxa.<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
era lo contrario. Además, si Yoryi triunfaba con sus cuadros llenos de luz, Darío, sentía<br />
que no podía hacer lo mismo. Tenía que ser diferente. Darío era obsesivo. Tanto, que<br />
cuando empezamos a conocernos, me asustaba. Llegué a pensar que estaba medio loco.<br />
Nos sentábamos en un banco del parque, y cuando creía que me escuchaba, decía: ¡Fíjate<br />
cómo empieza a caer la lluvia! No me oía, ni me miraba. Sólo importaba la lluvia.<br />
En varias ocasiones rompí los amores, hasta que comprendí. Eso mismo pasó con los caballos.<br />
Fue una pasión tremenda, pasaba una yegua o un caballo, y me decía mira, que<br />
bestia tan interesante. Prestaba más atención a las bestias que a mí. (…) Don Jaime, su<br />
papá, solía montar caballo y llevarlos al campo. Darío se instalaba en el mercado de La<br />
Vega y pintaba lo que veía. Pintaba a los caballos hasta haciendo sus necesidades. <strong>El</strong> gobierno<br />
tiene uno de esta etapa en la cancillería, ojalá que no lo echen a perder. Son tres<br />
caballitos preciosos, uno blanco, uno negro y otro marrón; observas sus colas y sientes el<br />
fresquito de la lluvia. Eran los caballos que traían del otro lado del Camú».|285|<br />
<strong>El</strong> testimonio citado es de Maruxa Franco, una santiaguense que viajó a La Vega a vacacionar<br />
en casa de unos parientes y conoció a los hermanos Suro, quienes la cortejaron. Rubén<br />
fue el primero en enamorarla, pero no quiso embullarlo. Era fino, respetuoso y estaba graduado<br />
de abogado. Después la cortejó Darío, quien tenía fama de enamorado y un sentido<br />
Darío Suro|Parque de La Vega Real|Óleo/cartón|56 x 35 cms.|1935|Col. Mansach.<br />
Darío Suro|Paisaje|Óleo/tela|31 x 28 cms.|1940|Col. Banco Central de la República Dominicana.<br />
del humor muy especial. Se hicieron novios a pesar de la resistencia de la madre de ella,<br />
preocupada por los riesgos de pobreza si contraía matrimonio con el artista. «La gente veía<br />
a los pintores como personas con ideas locas, incapaces de producir recursos para vivir. Pero<br />
la llegada de los españoles ayudó a cambiar la mentalidad (…). Los españoles que empezaron<br />
a llegar en 1939 concitaron tanta solidaridad que la gente empezó a comprarles por<br />
pena y ellos fueron abriéndose paso».|286| Un año antes de esa inmigración, Darío Suro<br />
había celebrado la primera muestra personal de sus obras, en el Ateneo Dominicano de la<br />
ciudad Capital. Esta presentación provoca diversos comentarios que resume el texto que sigue:<br />
«Otra aportación cibaeña vino a la Capital con un mensaje nuevo. Se trataba de Darío<br />
Suro García-Godoy, natural de Concepción de La Vega Real. Como antes Yoryi, Suro<br />
vino a la Capital a exponer su obra realizada en la soledad y el aislamiento de su pueblo<br />
Darío Suro|Calle vegana (detalle)|Óleo/cartón|46 x 61 cms.|1935|Col. Rubén Suro.<br />
|286|<br />
Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|284|<br />
|287|<br />
La República<br />
Dominicana, 1953.<br />
Página 221.<br />
Confert.<br />
|288|<br />
Mejía, Abigaíl<br />
Op. Cit.<br />
Página 22.<br />
Confert.<br />
|289|<br />
Díaz Niese, Rafael.<br />
Cuadernos<br />
Dominicanos (...),<br />
No. 1. Página 14.<br />
Confert.<br />
|290|<br />
Idem.<br />
Página 13.<br />
Confert.<br />
|291|<br />
Idem.<br />
Página 14.<br />
Confert.<br />
|292|<br />
Idem.<br />
Páginas 14-15.<br />
Confert.<br />
|293|<br />
Idem.<br />
Cuadernos<br />
Dominicanos (...)<br />
No. 12.<br />
Página 30.<br />
mediterráneo. Muy joven, en su pintura aleteaba un ansia indefinida de perfeccionamiento<br />
y su pincel buscaba las modernas expresiones de la pintura.También traía él, paisajes tropicales,<br />
pero su trópico era el que correspondía al ambiente donde se había formado: país lluvioso,<br />
rodeado de montañas llenas de vegetación, donde la luz se hacía difusa y los contornos<br />
de árboles y objetos se esfumaban en el ambiente. Era una pintura melancólica, plena<br />
de poesía, de tonos suaves, tratada con gran cariño pero completamente abandonada del<br />
quehacer clásico. Por consiguiente, trajo la discusión.Al principio, hubo un intento de rechazo<br />
para su obra. Los ojos no estaban acostumbrados a ver una pintura de tal naturaleza.<br />
Se impuso el <strong>arte</strong> y se impuso el artista: Darío Suro fue reconocido y aceptado».|287|<br />
Darío Suro presenta una producción unitaria después de autosuperar la balbuciente pintura<br />
inicial que recogían la influencia del tío maestro y después de reflexionar sobre la obra del<br />
santiaguense Yoryi Morel. «Tenía 20 años cuando verifica sus obras (...) en número bastante<br />
notable y de calidad tal que acusa sólidos principios en materia de Arte y concienzuda observación<br />
de la naturaleza», comenta Abigaíl Mejía.|288|Porque las obras resultaban seguras<br />
anotaciones en las cuales el pintor, «sin conocer la obra de Cézanne, ignorando la moderna<br />
pintura, logra una sutil alianza del criollismo en los temas y del francesismo en la composición<br />
y la ejecución».|289| De la manera citada lo enfoca Díaz Niese, quien lo llama «el enfant<br />
terrible en el ambiente artístico dominicano»,|290| al advertir «un impetuoso deseo de<br />
contradecir o romper los esquemas tradicionales a base de ensanchar las lindes de sus impresiones<br />
psíquicas (…) dentro de las modernas tendencias pictóricas».|291| A la altura de los<br />
primeros años del 1940, durante los cuales el pintor participa en los colectivos <strong>nacional</strong>es de<br />
envergadura (exposiciones de 1940, 1941, 1942 y 1943), el citado crítico valora la interrupción<br />
moderna del vegano: «Lo sorprendente es que Suro, recluido en La Vega, obtenga, sin<br />
maestros, sin Museos, algo así como un certero atisbo –no por incompleto menos meritorio–,<br />
de la teoría divisionista de los tonos. Sus telas traslucen un deseo logrado en p<strong>arte</strong>, de<br />
llegar a esa calidad delicadísima del paisaje, sin estridencia luminista o colorista, que solo los<br />
franceses (…) han sabido encontrar (…). En nuestro país, donde el único credo pictórico<br />
imperante parece ser el parecido, el natural (...), Darío Suro nos trae ahora una nota de modernidad,<br />
de elegancia, de refinamiento de intimable valor, tanto por lo que representa en sí<br />
como por lo que promete en el futuro.Al fin aparece –¡Al fin!– un pintor netamente dominicano,<br />
después del grande y glorioso Jaime Colson (…). Sin imitar a nadie, por inspiración<br />
de la propia personalidad, alienta en Darío Suro la más vibrante modernidad».|292|<br />
En la entusiasta ponderación que ofrece, Díaz Niese enfoca una serie de cuadros representativos<br />
de esta etapa de Suro, en la que ofrece muchos de los secretos primordiales<br />
del impresionismo y del post-impresionismo,|293|a los que llega más por instinto que<br />
por conocimiento o formación escolar. Uno de esos cuadros es Tarde lluviosa (óleo<br />
1940): un velado paisaje resuelto con un cúmulo de líneas sencillas que definen ‘las opalescencias<br />
de la lluvia’. «La poética visual que perfectamente mueve su atmósfera, también<br />
se localiza en Lluvia impetuosa (óleo 1940), donde la representación de una calle<br />
vegana, con la masa arquitectural del mercado y sus transeúntes son resueltos gracias a<br />
una serie de empastes delicadísimo».|294| En oposición a la finísima fantasía impresionista<br />
que ofrece el citado cuadro sus Amantes (óleo 1940), o su Fuga de caballos (óleo<br />
1941) asocian, «en franco antagonismo de conceptos a una sagaz estilización de las masas<br />
en movimiento con sujeción a un esquema geométrico riguroso, una preocupación<br />
intensa por la calidad de la materia y el valor intrínseco de la pincelada».|295|<br />
Darío Suro como pintor es conocido fuera de La Vega. Emergió en un momento en el<br />
que Trujillo había ordenado la siniestra matanza de los haitianos (1937), hecho que le<br />
estremeció por las relaciones de la familia con trabajadores a su servicio que procedían<br />
del hermano país. Pero ante el genocidio había que callar, pese a que varios poetas volcaban<br />
la mirada hacia la negritud y, como Rubén Suro o Manuel del Cabral, ya le cantaban<br />
a la condición social del negrismo. Suro expuso en 1938, constituyéndose su tono<br />
visual en una clarinada que en ese año coincidía con Jaime Colson, expositor demoledor<br />
del gusto tradicional y cuya corta presencia en Santo Domingo completaba la<br />
reducida secuela de pintores modernos que se registraba en la capital de la República.<br />
En la vieja zona colonial laboraba Celeste Woss y Gil desde 1931. Aida Ibarra, expositora<br />
de 1932, residía también en la ciudad, en la cual había registrado Yoryi Morel dos<br />
comentadas muestras (1932 y 1936) seguidas después de las exhibiciones personales de<br />
Colson y Suro. Este último comenzó a ser reconocido como el pintor de las lluvias, de<br />
la brisa o del viento, de la luz, de los tonos neutros, de los techos oxidados por el atardecer,<br />
de los árboles azotados y «las cumbres borradas por la neblina de los aguaceros<br />
lejanos que preparan el ambiente para el desenfreno de sus caballos rojos, blancos, negros,<br />
multicolores. Gran triunfo de la inocencia en un mundo recién bautizado por el<br />
agua. Franklin Mieses Burgos percibiría el poderío de ese mensaje al escribir como un<br />
canto de júbilo: –Madre– los caballos de Suro vienen por el viento».|296|<br />
En 1943, Darío Suro era un nombre inevitable en las exhibiciones colectivas de <strong>arte</strong>, a pesar<br />
de que el gran público prefería la propuesta visual bonita y complaciente. Sin embargo, tenía<br />
sus partidarios en el sector intelectual y sobre todo en Maruxa Franco, la novia que le comprendía<br />
y que laboraba como maestra escolar del quinto curso de primaria en tanto él pintaba<br />
y era maestro de una Academia de Dibujo y Pintura que tenía en La Vega, frente al parque,<br />
y a la cual asistían pocos alumnos: Rosario Moya,Yolanda Ramírez, <strong>El</strong>ías Delgado, entre<br />
|285|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|294|<br />
Idem.<br />
Cuadernos<br />
Dominicanos (...)<br />
No. 1.<br />
Páginas 14-15.<br />
Confert.<br />
|295|<br />
Idem.<br />
Cuadernos No. 12.<br />
Página 31.<br />
Confert.<br />
|296|<br />
Rueda, Manuel.<br />
Isla Abierta,<br />
Suplemento de<br />
Hoy, 21 de<br />
noviembre<br />
de 1981.<br />
Página 2.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|286|<br />
|297|<br />
Franco, Maruxa.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
otros. Él cubría tres tandas y cobraba tres pesos al mes por alumno cuando fue nombrado<br />
agregado cultural de la Embajada Dominicana en México. Maruxa refiere esta circunstancia:<br />
«Estábamos peleando cuando me llevó el telegrama (…) Corría el 1943. Mamá me hizo el<br />
traje a la carrera y a los diez días nos casamos. Nuestra primera semana, Darío la pasó en su<br />
casa y yo en la mía. <strong>El</strong> Royal Palace, el único hotel que había, estaba desacreditado y mamá<br />
se opuso a que nos alojáramos allí. Darío, nada más decía, que vaina es tu mamá. Durante<br />
nuestro noviazgo, mamá no nos dejó nunca solos. Después fue nuestro apoyo. Nos ayudó<br />
muchísimo con Federico y Rosa <strong>El</strong>ba,|297| dos de los tres hijos que procreó la pareja.<br />
En compañía de la esposa, con un sueldo de 125 pesos que no alcanzaban para nada,<br />
Suro llegó a ciudad México con el objetivo de ampliar su formación artística y portando<br />
las recomendaciones pertinentes para establecer contactos y poder ingresar en algún<br />
centro de <strong>arte</strong>. Para entonces, la capital mexicana era el polo artístico más importante<br />
de América Latina con sus grandes pintores vinculados al realismo social e indigenista,<br />
así como a la obra pública que representaba el mural. Una carta dirigida a Alfonso Reyes,<br />
notable letrado del país, le permitió a Suro contar con un gran apoyo, sobre todo<br />
cuando el escritor supo que era nieto de Federico García Godoy.|298| Su ingreso en<br />
la Escuela de Arte La Esmeralda le permitió aprovechar la experiencia docente de los<br />
pintores Diego Rivera,Agustín Lazo y Jesús Guerrero Galván, al mismo tiempo que visitaba<br />
los talleres de Frida Kahlo, María Izquierdo... Refiriéndose a esta vivencia mexicana<br />
Suro comenta: «<strong>El</strong> choque que sufrí en México fue muy fuerte. Un paisaje y un<br />
ambiente repleto de dramatismo me abrió mi imaginación en forma diferente para<br />
crear un nuevo período. Era imposible que me quedara con lo de atrás. <strong>El</strong> fenómeno<br />
Darío Suro|Amantes|Óleo/cartón|91 x 101 cms.|1942|Col. Juan Gassó. Darío Suro|Caballos bajo la lluvia|Óleo/tela|123 x 153 cms.|1941|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|287|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|298|<br />
Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|288|<br />
|299|<br />
Suro, Darío.<br />
Citado por<br />
María Ug<strong>arte</strong>.<br />
<strong>El</strong> Caribe, 31 de<br />
octubre de 1981.<br />
Confert.<br />
perceptivo tuvo otro ángulo de mira y el contenido de mi pintura se hizo más trágico<br />
y hasta cierto punto más movido dentro de un espíritu que había sido afectado poderosamente<br />
por una nueva realidad y una vivencia ambiental totalmente opuesta a la que<br />
viví y palpé en mi adolescencia en La Vega, mi ciudad natal».|299|<br />
En medio de ese choque que produce el encuentro de una nueva realidad, Suro mantuvo<br />
las ataduras de su etapa de la lluvia, produciendo algunas obras, entre las que sobresale Paisaje<br />
dominicano (óleo 1944) premiado en la II Bienal Nacional. De todos modos, el nexo<br />
mexicano, como escuela u otras relaciones, afloró rápidamente. De los maestros, aprendió<br />
más con Agustín Lazo, el menos indigenista del grupo de sus profesores y el más informado<br />
de lo que estaba aconteciendo en la Escuela de París. Otra experiencia beneficiosa fue<br />
la de la concurrencia a las clases de la Kahlo: «…Me fueron muy beneficiosas mis asisten-<br />
Darío Suro|Caballos|Óleo/tela|99 x 133 cms.|1942-44|Col. Hernán Espínola.<br />
cias (no como un alumno) a las clases de Frida Kahlo.A mi me complacían sus clases. Recuerdo<br />
que cuando yo terminaba mis clases con Rivera o Guerrero Galván yo le echaba<br />
una ojeada a su subyugadora personalidad física, casi andrógina, y ella gentilmente me decía<br />
Por favor si usted gusta pasar puede entrar y sentarse. La educación de Frida era brusca,<br />
cuando quería serlo y amable cuando alguien le caía bien...Yo iba descubriendo lo que<br />
casi nunca se reveló muy claramente en ese entonces en la ciudad de México: Su Surrealismo<br />
sangriento era a mi modo de ver un surrealismo atormentado y profundo».|300|<br />
La localización de Suro en México fue de mucha importancia por los contactos con los pintores<br />
que fueron sus nuevos maestros, por la orientación <strong>nacional</strong>ista de la llamada escuela<br />
mexicana y también porque pintó con mucha intensidad. Sin embargo, su natural obsesión<br />
de personalizarse como artista, ofreciendo una visión distinta, le preocupó cuando se dio<br />
cuenta de su mexicanización pictórica. «Me estoy obsesionando con la pintura mexicana, y<br />
en Santo Domingo ni indios tenemos», le comentó a la esposa, quien explica que, para reencontrarse<br />
con lo suyo, le surgió la idea de cambiar al indio por el negro. Maruxa abunda sobre<br />
el tópico de la negritud: «Aquí en Santo Domingo nadie pintaba negro. Con excepción<br />
de Celeste Woss y Gil,que hizo algo,a nadie le interesaban los negros (...) Los negros no eran<br />
objeto de atención. Eran ignorados. <strong>El</strong> <strong>arte</strong> dominicano no los reflejaba, a la gente no le hacía<br />
gracia ver un negro colgado en un cuadro. La gente quería ver cosas catalogadas como<br />
bonitas. / México le abrió un nuevo mundo. Descubrió su país en tierra ajena. Para no perderse<br />
se aferró a lo dominicano.Repetía,México me está influenciando tanto que tengo que<br />
pintar lo mío (...). Para reencontrarse con lo suyo, le surgió la idea de cambiar al indio por el<br />
negro. Este lío de los haitianos, ahora, sólo me acuerda y me duele, los cuatro cuadros que<br />
dejamos en México. Los lienzos mostraban a hombres sin cabezas, a niños mutilados pidiendo<br />
clemencia. La escena mostraba a los niños cuando los tiraban hacia arriba y eran ensartados<br />
en el aire con bayonetas. Eran escenas terribles y como las cosas estaban como estaban<br />
Darío tuvo miedo de traer esos lienzos al país y, en adición, una ley impedía sacar obras de<br />
<strong>arte</strong> de México (…). Los cuadros en los que aparecían haitianos matando dominicanos (sic),<br />
los dejamos con unos amigos del periódico Excelsior. No supimos más nunca de ellos. (…)<br />
De esa época mexicana data <strong>El</strong> violinista, un maravilloso negro tocando violín.A partir de esa<br />
época (1943-1947) es que aquí, en Santo Domingo empiezan a pintar negros».|301|<br />
Durante la permanencia en México, Suro participó en muestras colectivas. En 1944, participa<br />
en una exposición de tres pintores dominicanos (con Yoryi Morel y Woss y Gil),<br />
exhibiendo un autorretrato de huella neorrealista y las obras tituladas Mestizos y Madre antillana<br />
«dentro del movimiento que p<strong>arte</strong> de Gauguin y llega a América a través de Diego<br />
Rivera», comenta el diario mexicano <strong>El</strong> Universal.|302| En 1946 concurre a una co-<br />
|289|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|300|<br />
Suro, Darío.<br />
Citado por<br />
Edward Sullivan<br />
en Modern<br />
and Contemporary<br />
Art (...).<br />
Página 140.<br />
Confert.<br />
|301|<br />
Franco, Maruxa.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|302|<br />
Referencia en<br />
La Nación,<br />
12 de diciembre<br />
de 1944.<br />
Página 19.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|290|<br />
Darío Suro|Padre con niño muerto|Óleo/tela|71 x 55 cms.|1947|Col. Juan Gassó.<br />
lectiva celebrada en el Palacio de Bellas Artes en donde también registra una individual<br />
muy bien comentada por los críticos mexicanos. En su nexo con la pintura <strong>nacional</strong>ista<br />
y racial él reconoce la influencia del país en donde residió entre 1943-1947, ya que después<br />
de dejar México, «siguió pintando a lo mexicano (…) y todavía en Madrid, ese mexicanismo<br />
se hizo goyesco con las plañideras y cuadros trágicos como el Baquiní».|303|<br />
Suro pintó apasionadamente en la nación azteca, produciendo una segunda etapa pictórica,<br />
la que le sigue a su paisajismo de fría interpretación cromática, que le asocia al<br />
impresionismo, y el cual remata con sus trotadores caballos y desnudos personajes que<br />
recuerdan la irrealidad de Giorgio de Chirico. En México, el poder pictórico del dominicano<br />
y su vehemencia artística fue percibido por personalidades del círculo de los<br />
intelectuales, entre ellos, el destacado escritor de dimensión continental Alfonso Reyes.<br />
También la sobresaliente pintora María Izquierdo y el crítico Justino Fernández, quien<br />
en una carta dirigida al artista dominicano, expresa la siguiente apreciación: «Por debajo<br />
de las formas de sus pinturas hay un no se qué dramático angustiado y quizás fatalista;<br />
claro que hay también otras cosas –los paisajes, los niños– que son como momentos<br />
nostálgicos de otro tipo de existencia, para recaer, una y otra vez... en los autorretratos.<br />
Toda obra de expresiones es siempre un autorretrato del autor y en la suya aparece un<br />
hombre ardiente, controlando, contrastado –por eso dramático o al revés y suave–, melancólico,<br />
inteligente y con capacidad de síntesis. Digo esto último, porque me ha gustado<br />
esa manera simple, sin rebuscamientos, de insinuar cosas con una discreción de<br />
Maestro, el Retrato de familia y sus propios autorretratos son buena prueba de ello, como<br />
lo son también de las posibilidades de colorista fino que usted tiene».|304|<br />
<strong>El</strong> dramatismo y ‘esos momentos nostálgicos de otro tipo de existencia’ que anota Justino<br />
Fernández, no es otra cosa que surtimiento sincero de la condición del pintor, bien como<br />
dominicano, bien como nativo de una realidad geográfica y racial, en todo caso antillana.<br />
María izquierdo al referirse a los valores de los cuadros de Suro, anota que él «une en una<br />
sola expresión pictórica la sensibilidad del negro y el mulato, del mestizo y del indio, del<br />
cholo y del blanco y los ha unido sin perder su raíz originaria que además ha enriquecido<br />
con el color y la luz de México».|305| Esta identidad u origen del pintor, señalada por la<br />
Izquierdo, es resaltado por otros críticos a propósito de la importante individual que realiza<br />
en el Palacio de Bellas Artes, de la capital azteca (1946):A continuación tres opiniones:<br />
|A|«¿Y cual es la intención de Darío Suro? Como un joven pintor de apasionados ideales<br />
patrióticos que es, busca el dominicano cantar al negro, expresión antillana, por medio<br />
de su <strong>arte</strong>.Ama al negro, fuente de riqueza de su país; lo comprende, lo respeta, comp<strong>arte</strong><br />
su vida mostrándolo en sus más íntimas congojas, en sus expresiones más íntimas.<br />
|291|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|303|<br />
Suro.<br />
Citado por Edward<br />
Sullivan. Op. Cit.<br />
Página 141.<br />
Confert.<br />
|304|<br />
Fernández,<br />
Justino.<br />
Fragmento de<br />
una carta referido<br />
en Revista<br />
de Educación,<br />
1947.<br />
Página 91.<br />
Confert.<br />
|305|<br />
Izquierdo, María.<br />
1946, en Folleto<br />
ECD, 1974.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|292|<br />
|306|<br />
Choutte, Torres.<br />
Revista Mañana.<br />
México, 1946.<br />
Referido en folleto<br />
ECD, 1974.<br />
Confert.<br />
|307|<br />
Velásquez Chávez,<br />
Agustín.<br />
Nota de 1946.<br />
Referido en folleto<br />
ECD, 1974.<br />
Confert.<br />
|308|<br />
Benítez, Benito.<br />
Prensa Gráfica.<br />
México, 1946.<br />
Referido en folleto<br />
ECD. Confert.<br />
<strong>El</strong> mulato también, mezcla de dos razas fuertes, relegado al olvido por ambas, encuentra<br />
su defensor en el pintor isleño, abogado de su causa por medio de la pintura».|306|<br />
|B|«Su mismo autorretrato es claro ejemplo de este temblor anímico, de su emoción<br />
que busca cause y expresiones nuevas, como sus desnudos hirientes y singulares que impresionan<br />
por su originalidad, o como el cuadro del violinista que comprendía su anhelo<br />
por construir y dar forma a lo que surge de la oculta vena y que, como dice Díaz<br />
Mirón, está no conforme a la lógica y el <strong>arte</strong> sino como el verso que brinca y p<strong>arte</strong> del<br />
propio corazón».|307|<br />
|C|«La más importante cualidad de Suro, a nuestro entender, es su gran propósito de ser<br />
americano pintor de su tierra; en este orden pertenece a los discípulos del movimiento<br />
mexicano contemporáneo que reivindicó, para nuestra plástica una connotación propia,<br />
determinada por los elementos que significan luz, color, fisonomía, paisajes distintos, desde<br />
luego problemas diversos, que nada, o casi nada tiene que ver con la infinita sabiduría<br />
europea y ni aún con la amalgama yanqui cuando ésta se fundamenta solo en su conformación<br />
ultramarina o desprecia o ignora sus elementos mestizoamericanos».|308|<br />
En la etapa mexicana, que podría denominarse también el período del realismo racial,<br />
Suro transita desde el paisaje vegano e isleño, hacia un paisajismo continental monta-<br />
Darío Suro|<strong>El</strong> violinista|Óleo/tela|162 x <strong>11</strong>2cms.|1945|Col. Rubén Suro.<br />
Darío Suro|Bañistas|Óleo/tela|162 x <strong>11</strong>2 cms.|1946|Col. Familia Suro Franco.<br />
ñoso, atormentado, «de masas recién cuajadas, estrujadas por una mano ciclópea».|309|<br />
Con esta otra realidad y en ella, surge una oratoria visual de grandes temas aunados por<br />
un claro dibujo y un colorido con «tonos fríos de azul intenso, ocres, leves y rojos salpicando<br />
los fondos como floraciones en un campo llano».|310| Más, lo que principalmente<br />
crea la unidad de los asuntos es el tratamiento socio-racial, el de la negritud, el<br />
que aflora en el medio mexicano y el cual se convierte en un aporte para el <strong>arte</strong> dominicano,<br />
como el propio artista autorreconoce: «Si mi contribución pictórica ha sido<br />
valiosa, en este país, tendría que destacar que fui el primero que pintó la lluvia y que<br />
después de mi regreso de México introduje en la pintura dominicana el negro y el mulato,<br />
los colores dramáticos (...) rompiendo así con el tropicalismo, el costumbrismo y<br />
lo típico. <strong>El</strong> negro y el mulato son incorporados en mi pintura no con elementos, sin<br />
fumar pipas de barro, sin ser el vendedor de frutas, el cargador o vendedor de flores. /<br />
Yo quise hacer de ello un objeto concreto, perdurable, con sus características propias de<br />
una raza que es la nuestra, porque el indio desapareció como golpe de magia...».|3<strong>11</strong>|<br />
Obra clave o maestra de este período es <strong>El</strong> violinista (óleo 1945), pintura que representa<br />
el abordamiento más decisivo, frontal y golpeante en lo que a la negritud se refiere en la<br />
historia iconográfica <strong>nacional</strong>. Pero también cuadro paradigmático es el titulado Bañistas<br />
Darío Suro|Paisaje dominicano|Óleo/tela|<strong>11</strong>5 x 166 cms.|1944|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|293|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|309|<br />
Lara Pardo, Luis.<br />
México 1946,<br />
referido en Folleto<br />
ECD. Idem.<br />
Confert.<br />
|310|<br />
Lara Pardo, Luis.<br />
Revista de<br />
Revista, México<br />
1946, referido en<br />
Folleto ECD. Idem.<br />
Confert.<br />
|3<strong>11</strong>|<br />
Suro.<br />
Citado por Ug<strong>arte</strong>.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|294|<br />
|312|<br />
Salazar, Adolfo.<br />
Periódico<br />
Novedades.<br />
México 1946,<br />
referido en Folleto<br />
ECD. Confert.<br />
|313|<br />
Revista de<br />
Educación, 19..?<br />
Página 91.<br />
Confert.<br />
(óleo 1945), de descarado realismo racial y para el cual Maruxa Franco sirvió de modelo<br />
en estado de preñez, sustituyendo el pintor los rasgos de la esposa por el de una mulata<br />
sobrecogida en medio de negros adolescentes, casi todos en movimiento. Una tercera pintura<br />
excepcional es el Autorretrato (óleo 1945) de la cabeza rasurada, en el cual –comenta<br />
Adolfo Salazar– «la huella de los expresionistas alemanes parece llegada por el aire de la<br />
intuición».|312| Tales obras y otras que integran un ciclo de producción memorable, se<br />
constituyen en modelos referenciales, a partir del momento en que las mismas son exhibidas<br />
en la Galería Nacional de Bellas Artes, de la Capital dominicana. Un comentario<br />
publicado con motivo de esa individual del 1947 señala: «Es ostensible que Darío Suro<br />
goza en la actualidad de sólida reputación en los círculos artísticos de la capital azteca, medio<br />
donde se le tiene como uno de los valores de la pintura moderna americana».|313|<br />
Darío Suro|Paisaje|Óleo/cartón|53.5 x 63.5 cms.|1946|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Determinante en la consolidación artística de Suro, la etapa del realismo socio-racial asume<br />
el tema étnico de negros y mulatos, con una frialdad dramática, con una hechura factural<br />
excelente y desprovisto el tema de toda puerilidad y complacencia, exceptuando la<br />
de reconocer una condición de identidad ineludible. La etnia se aprecia en los formidables<br />
autorretratos del artista, así como en las restantes pinturas en las que la negritud es<br />
un canto monumentalizado de la realidad. Si con los primeros Suro realiza una introspección<br />
a veces expresionista, o con un indicador surreal (el autorretrato de las hormigas),<br />
con el tema de la negritud no solo testifica una extraordinaria madurez de ejecución,<br />
sino que sobre todo asume una pronunciación comprometida. Se trata de una valiente<br />
apología racial que realiza frente a una élite social que buscaba esconder la negritud<br />
tanto como el régimen político de Trujillo, opresor a muerte de miles de haitianos<br />
y sustentador de una doctrina hisponofílica. Suro enfrentó las condiciones existentes con<br />
un discurso golpeante, original, de ruptura; discurso sobre el cual escribe Manuel Rueda:<br />
«Asistimos entonces al nacimiento de las figuras convulsionadas. Hechas de barros y<br />
de raíces, con mucho de aquelarre de la mitología caribeña (ver Baño) y un poco de ternura<br />
social, íntima, familiar, como en ese alucinante Retrato de Familia donde cada personaje,<br />
consciente de que está posando, revela su desconfianza, su temor al poner de manifiesto<br />
realidades escondidas. A esta auténtica obra maestra puede agregarse Niña con<br />
Mecedora (colección de Aida Cartagena Portalatín) donde se ha captado un movimiento,<br />
la incorporación de una niña en la mecedora, hazaña no pequeña si pensamos que el impulso<br />
es interior, espiritual más que físico.Y no podemos dejar de mencionar el Violinista,<br />
un negro grande y tosco que se aplica con delicadeza, a extraer dulces sonoridades de<br />
un violín, símbolo eficaz que en su momento se tuvo por ilógico y desconcertante».<br />
Reconoce el escritor, poeta y crítico Manuel Rueda que: «A Suro le debe la pintura<br />
dominicana este encuentro con la materia y el alma de nuestro hombre.Antes de él no<br />
se rebasaba el espacio del camafeo, o del retrato realista que era colgado en la sala en gigantesco<br />
marco dorado. Suro descubrió el mito, el drama de una nación llena de frustraciones<br />
y temores, pero en estado de inocencia».|314|<br />
Con una fuerte identidad, Suro revelaba en su discurso socioétnico la condición personal<br />
y comunitaria. <strong>El</strong> era nativo de un país de negros y mulatos con una vecindad de<br />
haitianos que en La Vega como en la isla entera, reforzaban esa condición racial; y como<br />
tenía amigos y servidores familiares oriundos de Haití, su conciencia pictórica reveló<br />
una tipología auténtica cuando en el contacto mexicano tuvo que pronunciar el<br />
acento <strong>nacional</strong>. Es el acento que advierte en México el crítico Bayardí y Nadal, cuando<br />
explica que «en los cuadros de Suro hay una emoción estética muy distinta a la que<br />
|295|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|314|<br />
Rueda, Manuel.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|296| |297|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|315|<br />
Bayardí, Nadal.<br />
Novedades,<br />
México 1946.<br />
Referido en<br />
Folleto ECD.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
provocan los cuadros de otros pintores, una emoción que se adentra en el alma con crispantes<br />
vibraciones de drama».|315|<br />
Ubicado en el país, Darío Suro hizo sentir su adentrado <strong>nacional</strong>ismo pictórico, su adhesión<br />
al realismo racial, al ser humano como sujeto artístico. En una conferencia dictada en<br />
el Ateneo Dominicano (14 de julio de 1947), titulada Lo Humano en el Arte, la inició abordando<br />
el término Academia, «concepto que varía de época en época». Explicó que para los<br />
artistas revolucionarios actuales, Picasso y Braque, los académicos fueron Ingres y los demás<br />
pintores que le precedieron a los cuales no podían sujetarse, ni siguiendo sus postulados<br />
ni los caminos por donde ellos condujeron sus creaciones. Imitarlos o seguirlos era caer<br />
en la academia, en el academicismo, «y toda academia es la muerte de la originalidad, de lo<br />
auténtico». En relación a esta aseveración, Suro aclara: «Entre lo auténtico y lo inauténtico<br />
se debate el artista de hoy. Lo auténtico será lo creado, lo producido por un espíritu vigilante<br />
y original.Y es por el sentimiento personal como podremos llegar a esa originalidad<br />
deseada. Lo inauténtico será lo imitado. Inauténtica es toda obra desgraciada que viene como<br />
fruto de la escolaridad, del esteticismo de la academia. Hoy, como en los siglos anteriores,<br />
existe la academia moderna, sí, nadie lo duda, pero ésta es fatal fuente donde se origina<br />
todo lo falso del presente.Y los académicos de esta nueva academia –nada fecunda para<br />
los imitadores– son Picasso y Braque. Los seudo-genios americanos han pagado sus tributos<br />
con sus efímeros fuegos de artificios a esa academia (...) ya pasó el momento de estar<br />
deslumbrado por la Escuela de París (...) el obligado camino para la pintura es el camino<br />
de lo humano. <strong>El</strong> hombre ha de ser la cifra de nuestras esperanzas y certidumbre».|316|<br />
Nombrado Director General de Bellas Artes, la presencia de Darío Suro hacia el final de la<br />
década 1940 resultó decisiva e influyente.Así lo afirma el crítico Manuel Valldeperes cuando<br />
señala que la preocupación del pintor vegano «por lo autóctono –como sentimiento y<br />
como expresión– influyó en los jóvenes pintores de su generación –Morel, Hernández Ortega,<br />
Álvarez Delmonte, Clara Ledesma, Marianela Jiménez– y en los subsiguientes –Noemí<br />
Mella, Silvano Lora, <strong>El</strong>igio Pichardo, Domingo Liz, Rafael Faxas– los cuales han abierto<br />
nuevas sendas a la temática a pesar de ser mucha, entre sí, la diferencia interpretativa».|317|<br />
Darío Suro|Bosque|Óleo/tela|51 x 63 cms.|1941|Col. Ramón Francisco. Darío Suro|Jaime y sus amigos o «Baquiní»|Óleo/tela|135 x <strong>11</strong>8 cms.|1946|Col. Familia Brugal Gassó.<br />
Darío Suro|La agonía|Óleo/tela|167 x 132 cms.|1945|Col. Rubén Suro.<br />
|316|<br />
Suro, conferencia<br />
reseñada por<br />
Antonio Fernández<br />
Spencer. Revista<br />
La Poesía<br />
Sorprendida,<br />
agosto 1947.<br />
Confert.<br />
|317|<br />
Valldeperes.<br />
<strong>El</strong> Arte de Nuestro<br />
Tiempo.<br />
Página 143.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|298|<br />
|318|<br />
Suro, Darío.<br />
«Poemas».<br />
Cuadernos<br />
Dominicanos de<br />
Cultura. No. 315,<br />
agosto 1947.<br />
Confert.<br />
<strong>El</strong> realismo racial, volcado pictóricamente como asunto autóctono, como consciente sujeción<br />
a lo humano y como sentimiento artístico, se prolongó en Suro con una mayor<br />
eficacia en el territorio natal.Aquí produce cuadros de gran significación, entre ellos: La<br />
fiebre (óleo 1946), <strong>El</strong> baquiní (óleo 19..?) y Muerto de risa (Dibujo 1949). Las dos primeras<br />
pinturas resultan documentos de un hecho que marcó su vida. Fue la muerte de Jaime, su<br />
primer hijo, suceso doloroso que estremeció las fibras íntimas del pintor, quien se vuelca<br />
también en la palabra para expresar su pérdida. Dos poemas suyos constatan ese dolor:<br />
«Hijo mío / Yo que contaba contigo / Para que tu hicieras / Lo que yo no he podido<br />
hacer / Adelantándome/ Espacial temporalmente muchos años / Te veía / Uniendo y separando<br />
mis conquistas / Transformándolas como cosas tuyas / Propias y extrañables /<br />
Auténticas y vastísimas / Gravitaste pesadamente sobre mí / La tragedia encontró asunto<br />
y se posó / Se posó para aturdirme y dejarme preso / Con angustias y señales / Si momentos<br />
fueron / Tornáronse eternos / Eternos como el deseo que te vio nacer».<br />
«Cerca y lejos / Hoy es cuando te tengo cerca / Precisamente por estar muy lejos / Lejos<br />
en el espacio tiempo de la cronología / Cerca en tu espacio-tiempo que también es<br />
mío.|318|<br />
La muerte del primogénito provocó que, a partir de entonces, el temario de niños muer-<br />
Darío Suro|Sin título|Óleo/tela|61 x 46 cms.|1953|Col. Juan Gassó.<br />
Darío Suro|Bodegón|Óleo/tela|75 x 65 cms.|1953|Col. Familia Suro Franco.<br />
tos originara varios lienzos pintados en Santo Domingo y posteriormente en Madrid,|319|<br />
a donde se traslada para ocupar nuevamente un cargo diplomático. La experiencia<br />
vivencial o íntima es un aspecto que aflora en la pintura de Suro, de manera inevitable.<br />
Durante su estadía en México, en donde la racionalidad congénita produjo la épica<br />
visual de negros y mulatos, produjo cuadros relacionados con el tema de la muerte,<br />
en este caso relativo a la matanza de los dominicanos y haitianos, los cuales dejó en ese<br />
país por razones comprensibles. En esta etapa de realismo y racialidad se hizo evidente<br />
un trazo expresionista que Adolfo Salazar|320| valoró enfocando su autorretrato y el Estudio<br />
de cabeza, obras que relaciona a Max Pechstein, el pintor alemán expresionista, cofundador<br />
del grupo Die Brücke (<strong>El</strong> Puente), con desenvolvimiento en Dresde durante<br />
los años 1905-1913. Pero, si en México nuestro pintor manifiesta un expresionismo intuitivo,<br />
a partir de los óleos La fiebre y <strong>El</strong> baquiní, la manifestación expresionista procede<br />
de la directa conmoción que se asocia a la muerte del hijo, fundamentalmente.Tres notas<br />
apreciativas de críticos españoles que se transcriben a continuación, dan constancia de<br />
una nueva etapa del pintor de La Vega, marcado por el dolor, el drama y la muerte. Estas<br />
notas apreciativas se relacionan a obras mostradas en la ciudad de Barcelona, señalando<br />
la primera: «Darío Suro, laureado pintor dominicano, es autor, en la Sala Caralt, de<br />
trágicas imágenes pintadas con desenfado, en agrio colorido, contorsionando en un expresionismo<br />
de tipo telúrico unas formas que en sus academias a la mina de plomo responden<br />
a cánones clásicos. Las lágrimas, la fiebre y la muerte son compañeras inseparables<br />
de la inocencia de un mundo indigenista alucinado y convulso».|321|<br />
Una segunda opinión la emite José María Junoy, en el Correo Catalán: «Las Plañideras de<br />
Darío Suro, artista dominicano, evocan no se por qué las figuras –en bárbaro, en etíope–<br />
de ciertos coros de las tragedias antiguas griegas. / Lírico y exvotista, por decirlo así, posee<br />
sin embargo (…) innegables dotes de pintor. Juega bien a los betunes y los cinabrios.<br />
En sus dibujos hay escorzos vigorosos. <strong>El</strong> conjunto de su exposición hace pensar a la vez,<br />
en Goya, en Rouault, en Picasso».|322| Una tercera nota crítica la escribe Fernando<br />
Gutiérrez: «Mi primer conocimiento con la pintura de Darío Suro fue en la Bienal, hace<br />
algunos meses, en Madrid. Su Piedad y sus Plañideras del Mar Caribe fueron de las mejores<br />
aportaciones que hizo hispanoamérica a la Bienal.Y hoy, en Barcelona, hemos podido<br />
satisfacer este interés en conocer más a fondo su pintura. Su exposición, en la que<br />
vuelve a repetirse el tema de las plañideras, nos da una más exacta medida del interés de<br />
esta pintura tan profundamente humana y tan intensamente dramática. Una poesía honda<br />
y al desnudo preside esta plástica poseída por una fuerza casi violenta en su dramatismo,<br />
tan simplemente expresado, no obstante. Es una pintura en carne viva en la que el<br />
|299|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|319|<br />
Suro, Federico.<br />
Listín Diario,<br />
2 de enero<br />
de 1999.<br />
Confert.<br />
|320|<br />
Salazar.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|321|<br />
Del Castillo, A.<br />
Diario de<br />
Barcelona,<br />
15 de marzo de<br />
1952, referido en<br />
Folleto ECD.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|322|<br />
Junoy,<br />
José María.<br />
Correo Catalán,<br />
20 de marzo<br />
1952, referido en<br />
Folleto ECD. Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|300|<br />
|323|<br />
Gutiérrez,<br />
Fernando.<br />
La Prensa.<br />
Barcelona 20 de<br />
marzo de 1952.<br />
Referido en<br />
Folleto ECD.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|324|<br />
Mejía, Abigaíl.<br />
Op. Cit.<br />
Página 15.<br />
Confert.<br />
|325|<br />
Martínez, Rufino.<br />
Diccionario (...)<br />
1974.<br />
Página 126.<br />
Confert.<br />
|326|<br />
Los nombres de<br />
los maestros de<br />
Colson, los ofrece<br />
Jaime Lockward<br />
en entrevista.<br />
La Nación.<br />
27 de junio de<br />
1950. Confert.<br />
color parece haber sido arrastrado y sacudido en su entraña por una sensibilidad acuciante<br />
y sobrecogedora.Vive latiendo honda y violentamente en cada pincelada».|323|<br />
En España, al parecer termina Suro un ciclo de su discurso etno-social y realista que<br />
acentúa con deformado tratamiento expresionista. Las vivencias españolas del pintor le<br />
llevaron a otro radical movimiento en el que destruye la objetividad representativa.<br />
JAIME COLSON es el tercer artista significativo, del cual de registra una obra en la<br />
Colección de Arte Moderno que forma Abigaíl Mejía como directora del museo estatal<br />
que promovió. <strong>El</strong>la describe esa obra, titulada <strong>El</strong> perdón de la adúltera –óleo sobre cartón.<br />
0.62 cms. x 0.53 cms.– «(...) el pequeño óleo que posee el Museo Nacional muestra<br />
a la izquierda a Jesús sentado sobre un banco o silla, en actitud de levantar la mano<br />
para bendecir a una mujer que enteramente desnuda a sus pies arrodillada, baja la cabeza,<br />
mientras San Pedro, detrás de ella cruza un brazo y se acerca el otro a la cara, en expresión<br />
compasiva. Al fondo ventanucho alargado y un letrero que reza: JHS. Los colores<br />
son primarios, de escasos tonos».|324| <strong>El</strong> referido cuadro fue adquirido en 1937. <strong>El</strong><br />
verdadero nombre del autor es Jaime González Colson, hijo de una acomodada pareja<br />
de Puerto Plata, en donde nació en 1901. Desde la más tierna infancia, se fue «acostumbrando<br />
a cambiar de pastos» –relata en su memoria–, «ya que su familia, aunque no era<br />
pobre, andaba siempre de un lado a otro». Su adolescencia fue extremadamente agitada<br />
y la preparación artística la asume «deambulando por diversas ciudades de la eterna Europa».<br />
A ese continente arribó por vez primera en 1919, respondiendo a la necesidad<br />
de estudiar la pintura, después de un estímulo inculcado por la madre, Maroya Colson,<br />
casada con el español Antonio González. <strong>El</strong>la era la hermana del socio de su marido en<br />
asuntos mercantiles, Jaime Colson Tradwel (1862-1952), escritor autodidacta, comerciante<br />
y misógamo que había vivido en el viejo continente después de haber amasado<br />
fortuna en la localidad puertoplateña.<br />
Después de ubicarse en Barcelona y de ingresar en la Escuela de La Lonja, el joven Jaime<br />
González Colson decidió abreviar su nombre excluyendo el apellido paterno al<br />
considerar que era demasiado común o vulgar.|325| En realidad, como manera de sintetizar<br />
su firma de pintor. En Barcelona tuvo como maestro de anatomía a Pedro Carbonel,<br />
autor del monumento a Colón en la ciudad de Santo Domingo. Después se traslada<br />
a Madrid (1920-1923) ampliando la formación en la Escuela de San Fernando, en<br />
donde sus maestros fueron José Moreno Carbonero, Joaquín Sorolla y Bastidas, José<br />
Garnelo, Cecilio Pla y Julio Romero de Torres.<br />
Luego de sus años de formación madrileños, retorna a Barcelona en donde fue presentado<br />
en el Real Círculo Artístico, por Santiago Rusinol y el gran Matilla.|326| Más tar- Jaime Colson|Autorretrato japonés|Mixta/cartón|36 x 24 cms.|1927|Col. Museo Bellapart.<br />
|301|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|302|<br />
|327|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 24-25.<br />
Confert.<br />
de, en 1924, viaja a París, todavía gran centro cultural, sede de las <strong>arte</strong>s vanguardistas y<br />
ciudad deseada por muchos latinoamericanos que buscaban la innovación y en donde<br />
se ubicaban con el también expreso deseo de ser reconocidos. En el medio parisino Jaime<br />
Colson trabajó sin desaliento en las escuelas libres de Colarosi, la Grande Chaumière<br />
y la Academia Julieu.Al mismo tiempo que produce los normales tanteos como búsqueda<br />
de definición personal, frecuenta y estudia a los grandes contemporáneos y coetáneos:<br />
Matisse, Picasso, Soutine, Braque, de Chirico, Leger y otros tantos; entregándose<br />
también «apasionadamente a la lectura y comentarios de los clásicos grecolatinos y al<br />
estudio minucioso de las obras de Piero della Francesca que guardaba el Louvre».|327|<br />
Con estas búsquedas de fuentes modernas, humanísticas y prístinas consiguió el joven<br />
pintor dominicano una disciplina mental liberada que le llevó a producir una obra de<br />
ruptura pronunciativa en franco camino hacia lo que luego se define como estilo personal<br />
o colsoniano.<br />
Durante los primeros años de sumersión en París, en donde no tiene «otro viático que<br />
la fe en sí mismo, produce Colson muchas obras de desigual valor pictórico; pero inestimables»<br />
–juzga Díaz Niese–, «si se les considera como los jalones que señalan la trayectoria<br />
espiritual de uno de los temperamentos más altivamente lúcidos que sea posi-<br />
Jaime Colson|Catedral de Barcelona (puerta sur)|Óleo/tela|22 x 15.5 cms.|1919|Col. Museo Bellapart.<br />
Jaime Colson|Paisaje del Sena|Óleo/tela|35 x 26.5 cms.|París 1924|Col. Museo Bellapart.<br />
Jaime Colson|Hombre con pipa (retrato Tomás Hernández Franco)|Óleo/madera|34.5 x 27.5 cms.|1928|Col. Juan<br />
Miguel Grisolía.<br />
|303|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|304|<br />
|328|<br />
Idem.<br />
Página 25.<br />
Confert.<br />
|329|<br />
De Prentice,<br />
Victoria.<br />
<strong>El</strong> Nacional,<br />
Suplemento<br />
Cultural, 19 de<br />
enero de 1969.<br />
Confert.<br />
|330|<br />
Colson, Jaime.<br />
citado por Jaime<br />
A. Lockward.<br />
La Nación, 27 de<br />
junio de 1950.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|331|<br />
Medina,<br />
José María.<br />
Periódico ABC.<br />
Madrid 1996.<br />
Confert.<br />
ble considerar en el campo del <strong>arte</strong> actual».|328| Es en esta etapa en la cual se encuentra<br />
con Tomás Hernández Franco, quien «le impulsa a experimentar en la nueva corriente<br />
cubista haciéndole salir de la inacción en que había permanecido por meses»,|329|<br />
posiblemente como consecuencia del choque entre lo aprendido académicamente<br />
en España y la ruptura que representaba la escuela parisina ante sus ojos y sentimiento.<br />
Las ilustraciones que realiza Colson para el libro de Hernández Franco: <strong>El</strong><br />
hombre que había perdido su eje (tal vez un título alusivo a la condición emocional del artista),<br />
testimonia el encuentro de los dos isleños. <strong>El</strong> Pintor explica que «en 1925, durante<br />
la Exposición Inter<strong>nacional</strong>, trabé amistad con Tomás Hernández Franco. Desde<br />
entonces estoy vinculado a este buen poeta nuestro (…). Un viaje que hicimos juntos<br />
a Estrasburgo (…) trajo como consecuencia <strong>El</strong> Hombre que Había Perdido su Eje. Sumidos<br />
en nuestra vida bohemia, la obra iba surgiendo irregularmente, con toda la fresca<br />
lozanía que la distingue. A veces Hernández Franco escribía el relato y luego yo ilustraba<br />
con dibujos.Y en otras ocasiones el cuento venía después de haber creado yo el<br />
dibujo, sobre el cual se inspira el escritor».|330|<br />
En la primera etapa europea, la obra de Colson denota la normal fluctuación del iniciado,<br />
así como la referencia documental de las ciudades donde vive. Sin embargo en<br />
algunas de esas obras iniciales el acopio moderno es muy visible. Como ejemplo, los<br />
cuadros Paisaje del Sena (óleo 1925) y Autorretrato (óleo/madera 1925). Pero también se<br />
mueve hacia la interpretación mucho más moderna, en la que testimonia radiantemente<br />
la Escuela de París, definida no en la sistematización programática, sino en la conformación<br />
de un estado espiritual en donde el personalismo de sus integrantes se convierte<br />
en el distintivo más caracterizador. Después de producir cuadros de conexión parisina,<br />
entre ellas el Homenaje a Gris (óleo 1927), el Autorretrato japonés (óleo 1927), La<br />
mujer de cuarenta años (óleo 1927) y el Retrato de Tomás Hernández Franco (óleo 1928); y<br />
al adentrarse en las fuentes del clasicismo, desemboca en una producción vital, al mismo<br />
tiempo personalizada.<br />
Considerando a Colson como el profeta de la modernidad en la República Dominicana<br />
y uno de los eslabones perdidos u olvidados de la escuela de París, José María Medina<br />
señala que el pintor dominicano testimonia radiantemente esa escolaridad de la<br />
entre guerras: «al principio la claridad incisiva de las geometrías cubistas de Braque y<br />
de Juan Gris; más adelante, los desnudos de contorno delicadamente conciso del Picasso<br />
Neoclasicista; luego, las volumetrías tecnológicas de la iconografía laboral y popular<br />
de Leger; y al final el ensueño misterioso de la imágenes metafísicas de Giorgio de Chirico<br />
en su premonición del surrealismo».|331| En la consideración analítica, Medina<br />
es concluyente cuando afirma: «La vitalidad antillana de Colson logró asumir aquel entramado<br />
de inquietudes en un lenguaje propio y diferente a lo largo de su primera estancia<br />
en París (1924-1934)».<br />
Ap<strong>arte</strong> de la vinculación a la Escuela de París, un hecho es importante en el desenlace<br />
moderno del artista. Se trata de su relación con la pintora japonesa Toyo Kurimoto, «una<br />
mujer absolutamente admirable (…) su compañera de <strong>arte</strong> y de vida, espiritualiza aún<br />
más sus concepciones artísticas, descubriéndole, como un fabuloso tesoro, los fundamentos<br />
quintaesenciados del <strong>arte</strong> de extremo oriente. Súbitamente Colson descubre,<br />
gracias a ella, a los grandes dibujantes japoneses, –Hokusai, Maronobu, Kiyomasu, Utamaro,<br />
Hiroshige–, y su propio <strong>arte</strong> gana en profundidad, verdad y sencillez enriqueciéndose<br />
con una más exacta percepción del valor esencial de las líneas, el ritmo y en perspectiva.<br />
En este punto ya su paleta ha perdido para siempre, la morbidezza enfermiza,<br />
que so protexto de naturalismo y exactitud gráfica, le habían inculcado las falsas enseñanzas<br />
de sus años mozos».|332|<br />
Toyo Kurimoto fue para Colson maestra y discípula a la vez, ya que aprendió muchísimo<br />
de ella, comprendiendo sobre todo el <strong>arte</strong> bidimensional de los orientales. <strong>El</strong> a su<br />
vez le enseñó los principios del <strong>arte</strong> occidental.|333| Agradecido y con una fidelidad<br />
espiritualizada hacia la única compañera que se le conoce, Colson habla de ella: «Toyo<br />
Kutaka Kurimoto, hija de Yositaka Kurimoto –Samuray, pintor y poeta– y de Tey, nació<br />
en Utosonomiya, pequeña aldea cercana a Tokio. Cursó brillantemente sus estudios de<br />
primera y segunda enseñanza cultivando especialmente su inclinación hacia el dibujo y<br />
la caligrafía china y japonesa. La familia Maybon –del servicio diplomático francés– a<br />
quien conoció en la capital japonesa, despertó en la joven Toyo el amor a Francia cuyo<br />
idioma aprendió a la perfección. Esto agregado a sus brillantes dotes, le valió el ser becada<br />
por su gobierno para cursar estudios de <strong>arte</strong>s decorativas en París, donde tuve la<br />
envidiable suerte de conocerla. Desde esa época (1924) nuestros destinos quedaron unidos<br />
(…). Si en mi primera juventud no hubiera tenido la enorme suerte de conocer a<br />
Toyo Kurimoto, mi vida y mi <strong>arte</strong> habían sido totalmente diferentes, y hasta es muy<br />
probable que mi carrera artística se frustrara al tener que enfrentarme solo con la cruel<br />
realidad que la vida suele generalmente depararle a los artistas pobres. Gracias a esa admirable<br />
mujer yo pude desarrollar y enriquecer mi talento sin tener a cada instante que<br />
enfrentarme con la cara de la indigencia. Porque ella, como la gente de su raza, fue<br />
siempre muy precavida, yo poco tuve que inquietarme por las mezquindades que suelen<br />
entorpecer y agotar la libertad de pensamiento. De ella aprendí la modestia, la vida<br />
austera, el estoicismo y el fecundo amor al trabajo.También mi fuerte sensibilidad tro-<br />
|305|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|332|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Página 26.<br />
Confert.<br />
|333|<br />
de Prentice,<br />
Victoria.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|306|<br />
|334|<br />
Colson, Jaime.<br />
Memorias<br />
de un Pintor<br />
Trashumante.<br />
Páginas 78-80.<br />
pical fue controlada por la vida hogareña que suele encauzar y regularizar los instintos.<br />
/ Por ser Toyo, mi esposa y la abnegada compañera de toda mi vida, aunque por razones<br />
superiores no ha tenido la dicha de conocer esta tierra nuestra, creo que debe ser<br />
considerada una artista dominicana al igual que tantos otros que ni siquiera nacieron<br />
aquí o hasta han renegado de la patria».|334|<br />
Jaime Colson desarrolló un fuerte temperamento que determinó que a los 17 años abandonara<br />
el pueblo natal, quedando en la incógnita si su traslado a Europa obedeció a la<br />
voluntad familiar o, por el contrario, a algún oscuro hecho que al parecer lo privaron de<br />
la manutención como primogénito de un matrimonio acomodado. De temperamento<br />
desatado, emocional y sexualmente, Colson era además inconforme y propenso a la pasión<br />
volcánica que tan solo lograba aplacar, a veces, bajo el influjo balsámico de la apa-<br />
Toyo Kurimoto Colson|Geisha|Óleo/cartón|58 x 34 cms.|1939|Col. Julia Cabral de Thomen.<br />
Jaime Colson|Japonesa|Óleo/cartón|41 x 33.5 cms.|1926|Col. Museo Bellapart.<br />
|307|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|308|<br />
|335|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Página 27.<br />
Confert.<br />
cible Toyo Kurimoto. Pero, además, el pintor se aplacaba con su <strong>arte</strong> y con las lecturas de<br />
autores en boga como Sigmund Freud (1856-1939), el célebre autor del Análisis de los<br />
Sueños, y de la incidencia de índole sexual en determinadas personalidades. «Las doctrinas<br />
freudianas, que pasan como un vendaval sobre la Europa pensante, impresionando<br />
fuertemente hasta a los profanos en medicina, de 1925 a 1940, no dejan de tener una seria<br />
influencia en el <strong>arte</strong> de nuestro compatriota», señala Díaz Niese cuando escribe sobre<br />
Colson, agregando «que algunos de sus cuadros y composiciones abstractas de este<br />
período responden resueltamente a una tendencia onírica en la cual queda al desnudo la<br />
propensión del artista, –justificada en las ideas en boga–, de extraer del subconciente activo<br />
sus más elocuentes medios de expresión sintética. Lo logra a carta cabal. Sus producciones<br />
pueden compararse con las más perfectas del género».|335|<br />
Las condiciones espirituales de la Escuela de París, el nexo japonés asimilado de su compañera<br />
Toyo Kurimoto; la relación con <strong>Leon</strong>cio Rosemberg, «quien le anima a dejar el<br />
cubismo y a afirmarse en el neo-humanismo que ya asomaba en sus pinturas»; y además<br />
su interés por Freud, terminan fundamentando una trascendente pintura personal: la<br />
neohumanista. Con ella establece una fórmula nítida de la belleza apolínea y en ella,<br />
Colson «se halla personal y casi corpóreo en el ámbito de sus cuadros, entre sus perso-<br />
Jaime Colson|La mujer sin olor|Viñeta|1925.<br />
Jaime Colson|Hernández Franco|Viñeta|1925.<br />
najes; y es porque sus personajes se encuentran tan en el interior de su vida, que solo<br />
son posibles sus actividades como dialogando en paz con el autor al regresar éste de sus<br />
agitadas excursiones en busca de la verdad, de la última verdad».|336|<br />
Jaime Colson se había nucleado en París con muchos colegas latinoamericanos, entre<br />
ellos del país azteca adonde decidió trasladarse. Buscaba llenar las formalidades para viajar<br />
cuando conoció al maestro Pedro Henríquez Ureña, gloria indiscutible de las letras<br />
hispanoamericanas, para quien el pintor dominicano no era un desconocido y quien<br />
además de respaldar esa decisión le señaló que en México tendría que dejar de ser «un<br />
puro esteta para convertirse en hombre de acción, como respuesta a lo que nuestra<br />
América necesita: hombres de acción, hombres disponibles...»|337| Durante los años<br />
1934-1938, Colson se movió en el campo docente, se envolvió en proyectos fallidos de<br />
murales, registrando además dos muestras personales, una de las cuales se constituyó en<br />
la primera exposición cubista que se realiza en ese país. Un comentario de Ramón Guisao<br />
señala a propósito: «En México, no importa el auge ni la jerarquía pictórica, se ignoraba<br />
el cubismo. Diego Rivera polarizado desde 1926 hacia una pintura mural, en su<br />
Exposición Evolutiva de la Secretaría de Educación (1933) que coincidió con nuestra<br />
llegada, no expuso más que dos telas de un simplismo geométrico elemental, externo,<br />
Jaime Colson|La mujer que tenía la risa «I»|Viñeta|1925.<br />
Jaime Colson|Gira las manos puras|Viñeta|1925.<br />
|309|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|336|<br />
Chacón y Calvo.<br />
Conferencia.<br />
1938. Fragmento<br />
en Catálogo Jaime<br />
Colson (...) 1998.<br />
Confert.<br />
|337|<br />
Colson.<br />
Op. Cit.<br />
Página 41.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|310|<br />
Jaime Colson|Naturaleza muerta (muñeca japonesa)|Acrílica|48 x 40 cms.|1927-1930|Col. Familia Antuñano Peralta.<br />
por así decirlo. La lección sincera, íntegra, desnuda, la ofrece en México Jaime Colson,<br />
ejemplo de probidad artística continental».|338|<br />
<strong>El</strong> artista, quien opinaba que el cubismo más que otra cosa, era una disciplina, consideró<br />
que los cuadros expuestos en 1936 «no eran verdaderamente cubistas; eran más bien<br />
una versión libre del ya entonces difunto estructuralismo». En esa muestra, el pintor<br />
presentó «algunos ensayos en los que ya se advirtió la línea neohumanista que habría de<br />
seguir después de esa etapa juvenil».|339| Como p<strong>arte</strong> del particular neohumanismo<br />
del cual exhibe obras producidas en Europa, el pintor añade numerosos cuadros que como<br />
el Estudiante mexicano (óleo 1937) expresan una inevitable influencia o substracción<br />
poderosa. Picasso, no solo elogió los «colores mexicanos» de Colson, sino que creyó que<br />
él era nativo de México.|340|<br />
En 1938, el pintor decide abandonar el país continental, viajando a Cuba, en donde expone<br />
individualmente, siendo reconocido como uno de los primeros artistas de las Antillas<br />
Mayores.|341| La Habana es el camino del retorno al país natal, al que arriba después<br />
de veinte años de ausencia. <strong>El</strong> confiesa que su propósito «al volver después de tantos<br />
años a Quisqueya, no era nada preciso, nada que pudiera siquiera vislumbrar. Volvió<br />
sencillamente, porque era una etapa por la que tenía que pasar por la fuerza de las<br />
Jaime Colson|Modelo de la catarsis: serie neohumanista|Óleo/cartón|50 x 48 cms.|1932|Col. Museo Bellapart.<br />
Jaime Colson|Retrato de un frances víctima de la guerra de Indochina|Óleo/tela|55.5 x 43 cms.|1949|Col. Juan<br />
Miguel Grisolía.<br />
|3<strong>11</strong>|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|338|<br />
Guisao, Ramón.<br />
Citado en Colson,<br />
Op. Cit.<br />
Página 54.<br />
Confert.<br />
|339|<br />
Colson. Op. Cit.<br />
Páginas 54-55.<br />
Confert.<br />
|340|<br />
Idem.<br />
Páginas 51-52.<br />
Confert.<br />
|341|<br />
de Prentice,<br />
Victoria.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|312|<br />
|342|<br />
Colson.<br />
Op. Cit.<br />
Página 65.<br />
Confert.<br />
|343|<br />
Listín Diario,<br />
15 de septiembre<br />
de 1988.<br />
Confert.<br />
|344|<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
Presentación<br />
Catálogo Jaime<br />
Colson, 1998.<br />
Confert.<br />
|345|<br />
Colson.<br />
Op. Cit.<br />
Página 61-62.<br />
Confert.<br />
circunstancias, por el imperio del destino. Pero entre todo esto, una sola cosa era cierta<br />
y ésta era: la urgencia de dinero».A Colson le habían asegurado que en el país había dinero<br />
y que con el prestigio que había alcanzado no le sería difícil conseguirlo siempre<br />
que accediera a adaptarse «un poco a la circunstancia que allí prevalecía».|342|<br />
Colson retornó al país teniendo 37 años de edad, siendo un joven atrayente y cautivante<br />
cuando narraba sus experiencias y contactos con los grandes maestros de la pintura<br />
parisina. Casi inmediatamente celebra una individual en el Ateneo Dominicano, presentando<br />
unos veinte cuadros, entre gouaches, acuarelas y algunos dibujos. «Aquella exposición<br />
fue brillante, de escasos comentarios en la prensa, pero ello representó un reto,<br />
una ruptura radical para la vieja y nueva proyección del artista <strong>nacional</strong>».|343| Fue<br />
además «una sorpresa para los jóvenes, dejó desconcertadas a las personas mayores y fue<br />
estimada por los viejos como un tremendo desacato».|344| Una de las obras presentadas<br />
un gouache titulado Orfeo y San Juan Bautista, el cual provocó excesiva intriga en<br />
el viejo poeta Fabio Fiallo. Se trataba del tema de dos hombres víctimas de la furia femenina<br />
(orfeo fue despedazado por las Bacantes y Juan Bautista pereció decapitado para<br />
complacer a una lasciva princesa). En el cuadro, las bocas y ojos de ambos personajes<br />
estaban definidos por rosas y hojas, saliéndoles además de las heridas flores y plantas.<br />
Ante la pregunta del por qué de esas representaciones, Colson le respondió a Fiallo con<br />
otra interrogante: «¿Acaso no hacen otro tanto ustedes los poetas cuando afirman en sus<br />
versos que los ojos de la amada son luceros, que sus labios son corales y sus dientes perlas<br />
o manadas de cabritos?»…|345|<br />
Fue a mediados del 1938 cuando Colson celebró la muestra individual en la entonces<br />
ciudad Trujillo; muestra que solo comprendió un pequeño círculo de intelectuales conocedores<br />
de lo que ocurría artísticamente en Francia y con informaciones acerca del<br />
pintor dominicano. Integrantes de este círculo eran Bienvenido Gimbernard, Pedro<br />
René Contín Aybar y Ramón Marrero Aristy, los cuales formaban una peña en la casita<br />
que le sirvió de atelier y vivienda. Aquí produjo <strong>El</strong> merengue, un óleo sobre cartón<br />
(1938) que puede ser estimado obra maestra del <strong>arte</strong> dominicano, adquirida entonces<br />
por el intelectual Manuel A. Peña Batlle. Fue una adquisición excepcional entre las poquísimas<br />
obras que vendió, a pesar de que el discurso pictórico suyo había conmocionado<br />
de tal manera que llegó a provocar ‘jadeante sueño’ en un adolescente y futuro<br />
pianista que le frecuentaba. Colson comenta: «Sueños semejantes, sin duda, los tuvieron<br />
muchos jóvenes y adultos en aquellos días y también después de terminada la exposición:<br />
y esto es prueba elocuente del impacto que produjo en la mente de mis compatriotas<br />
aquel acontecimiento; porque, hablando si tapujos, aquella exposición fue un<br />
Jaime Colson|<strong>El</strong> ciego y su lazarillo: serie neohumanista|Óleo/tela|177 x 93.5 cms.|1953|Col. Museo Bellapart.<br />
|313|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|314|<br />
|346|<br />
Idem.<br />
Páginas 63-64.<br />
Confert.<br />
verdadero acontecimiento, aunque aún hoy nadie quiera confesarlo… / ¿Pues, acaso algunos<br />
no me han afirmado haber visto a uno, que tiempo adelante habría de llegar a<br />
ser Presidente de la República, llorando a moco tendido por causa de la conmoción<br />
que mis cuadros le produjeron? / Aunque yo tengo para mis adentros que aquel llanto<br />
más bien lo provocó un exceso báquico…».|346|<br />
Marrero Aristy relata que Colson retornó al país «con el tesoro de su <strong>arte</strong>, a hacernos<br />
su mejor presente, lleno de ilusiones». <strong>El</strong> poseía una colección de estampas japonesas<br />
que había exhibido en París y que quiso donar al Museo Nacional, pero la Dirección<br />
del mismo consideró que la temática de Japón resultaba chocante.Aunque las estampas<br />
fueron aceptadas en principio, esa donación al igual que la compra de obras suyas, «debían<br />
venir con una orden desde arriba», autorizada por Trujillo. Para llegar hasta el Go-<br />
Jaime Colson|Familia y mar|Óleo/madera|53 x 38 cms.|1950|Col. Ramón Francisco.<br />
bernante y obtener la orden requerida, tuvo Colson que acudir a funcionarios subalternos,<br />
los cuales para ayudarle le exigieron que realizara un retrato de <strong>El</strong> Jefe, como regularmente<br />
era llamado el dictador del país. En sus memorias, el artista narra esa experiencia:<br />
«A aquellos sempiternos aduladores lo único que para ayudarme se les ocurrió<br />
fue que yo hiciera un retrato de su Patrón (…) / Solo al vislumbrar aquella faena me<br />
causaba náuseas; no obstante, haciendo de tripa corazón, pude tomar algunos croquis<br />
del natural y con éstos, en una sola mañana logré hacer un estupendo boceto de la cabeza<br />
de aquel monstruo. / <strong>El</strong> tal boceto era realmente algo vivo, una cosa en la que se<br />
hacía patente toda la bajeza y maldad de aquel advenedizo, pues horas antes de pintarlo<br />
había, al hacer los croquis, tenido ocasión de hablar con él cuando se dignó recibirme<br />
en el Palacio Presidencial. Por razones personales y de orden histórico quería pintar<br />
aquel retrato enteramente del natural y a tal fin logré que el Presidente me autorizaba<br />
a ‘ir a la Mansión’ –como solían llamar a la residencia del Sátrapa– ‘cuando yo quisiera’<br />
/ Mas a pesar de esta benévola condescendencia jamás pude volver a ver ni de lejos,<br />
a aquel hombre. Un infranqueable muro se levantó, o por mejor decir, fue levantado<br />
entre el pintor y el gobernante. / Gracias a esta experiencia pude comenzar a comprender<br />
como los subalternos pueden cortésmente desoír las órdenes del superior. A<br />
ninguno de aquellos secretarios le podía agradar la idea de que yo pasara horas muertas<br />
hablando con su hombre...».|347| Negado, en el adentro, a hacer ese retrato auxiliándose<br />
de fotografías, Colson agotó con su interés hacia Trujillo, una de las últimas posibilidades<br />
de sobrevivencia en Santo Domingo. «Por razones de orden puramente mercuriales<br />
deseaba fabricar aquel ya entonces cuadro»,|348| pero no pudo, así que un día,<br />
después de haber malvendido lo que le quedaba de la herencia de los padres, empacó<br />
sus cuadros y otras pertenencias para embarcarse hacia la dulce Francia.Viajó el 5 de<br />
septiembre de 1938.Tanto su presencia en la capital de la nación como el repentino regreso<br />
al exterior provocaron muchas preguntas. Es posible que en París nuestro pintor<br />
autoformulara también algunas interrogantes, especialmente relacionadas con el destino<br />
del cuadro en el que comenzó a reproducir el retrato del sátrapa criollo; imagen que<br />
borró finalmente decepcionado de la estéril aventura que vivió en su país. Sobre la cabeza<br />
del chacal del Caribe pintó a la Virgen con el niño.|349|Hacia el año 1938, Jaime<br />
Colson era un pintor maduro, con una definición discursiva muy clara o suya, y que<br />
expresa el vuelo artístico de joven maestro. Esa definición de la oratoria, orientada académicamente<br />
por sólidos artistas españoles y reforzada en la modernidad parisina, alcanza<br />
la traducción personal en el inicio mismo de la década del treinta –tal vez antes–<br />
con los cuadros que enuncian la serie la catarsis, entre ellas: Figuras metafísicas (óleo/car-<br />
|315|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|347|<br />
Colson.<br />
Op. Cit.<br />
Página 64.<br />
Confert.<br />
|348|<br />
Idem.<br />
Página 66.<br />
Confert.<br />
|349|<br />
Idem.<br />
Página 65.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|316|<br />
|350|<br />
Reyes, Oscar<br />
Antonio.<br />
<strong>El</strong> Caribe.<br />
29 de febrero<br />
de 1951.<br />
Página 17.<br />
Confert.<br />
tón 1930), Modelo de la catarsis (óleo/cartón 1932) y <strong>El</strong> merengue (gouache/cartón 1938).<br />
Al enfocar la pintura colsoniana, Oscar Antonio Reyes señala que esta «es lo diverso, la<br />
polifonía múltiple, la inquietud sin frenos, la rebeldía de la línea, la inestabilidad del<br />
hombre. <strong>El</strong> artista ha oteado los horizontes en nervioso peregrinaje, ha penetrado en<br />
los mundos multiformes de varias escuelas plásticas; y, en consecuencia, su obra ha sido<br />
tan diversa como la época que le ha tocado vivir».<br />
Siguiendo la trayectoria de su discurso y sustentándose en obras que datan desde 1923<br />
en adelante, el crítico Reyes ofrece un balance interpretativo del discurso visual del artista,<br />
tomando en cuenta que «es el producto del hombre de la entreguerra (…) y como<br />
los agitados decenios en que ha sido creada la pintura de Colson ha tanteado en todo.<br />
Ha transmigrado al panorama social en forma de mensaje sobrio y sentido: se ha internado<br />
en los laberintos del sexo y logrado una realidad artística cruel y dinámica del<br />
eterno problema; ha buscado otras veces, en el reposo de la línea, el reposo del propio<br />
yo del hombre; ha palpado los dilemas de la psiquis, encerrándose en el ancho círculo<br />
del dolor humano. Pero siempre y por encima de todo, se ha revelado la individualidad<br />
de Colson.Tal es el denominador común de su obra, una personalidad que busca en lo<br />
diverso su propia definición, la síntesis de una emotividad desorbitada. / Aún bajo la<br />
máscara del cubismo se encuentra Jaime Colson. Pero no fue la escuela de Braque y<br />
Gris la que le hizo manifestarse plenamente. <strong>El</strong> cubismo aniquilaba lo que tal vez es lo<br />
más significativo en el pintor: su dominio expresivo del color, unido a la pureza técnica<br />
de la línea. Por eso emigra sucesivamente al post-cubismo, al neo-clasicismo, a lo mexicano,<br />
logrando siempre un propósito: Captar al hombre su patética magnitud / Porque<br />
ante todo su intención ha sido ahogarse en el nervio humano y exhibirlo. La naturaleza,<br />
el paisaje, solo le ha apasionado en cuanto sirve para realzar el elemento humano,<br />
cuya esencia ansía sorprender sin cerebralismos ni devaneos cobardes / Y no obstante<br />
esa representación plástica del hombre y su tragedia, su pintura no hiere; aún en<br />
su angustia recrea la visión con la brillante tonalidad de su colorido con la gracia y voluptuosidad<br />
de sus formas (…) a través de sus (…) años de constante creación, tal ha sido<br />
el empeño de Jaime Colson: mostrar el valor estético del pathos humanos. Su obra<br />
(…) responde, en su variedad, a esa intención».|350|<br />
Después de haber estado en el país natal, su regreso a París coincide con el estallido de<br />
la Segunda Guerra Mundial, hecho que le obliga a refugiarse en Barcelona en compañía<br />
de Toyo Yutaka Kurimoto, la esposa pintora, dibujante y ceramista. Llegaron a la ciudad<br />
peninsular trayendo como equipaje dos carpetas de dibujos y gouaches, dejando<br />
abandonada en el atelier parisino una buena cantidad de obras que se perdieron. En<br />
Barcelona, trabajaban, exponían y buscaban el modo de adaptarse a un medio difícil,<br />
hostil y de inestabilidad dejada por la guerra civil española que arrojó miles de republicanos<br />
al mundo del exilio. Precisamente cuando Colson y su abnegada mujer japonesa<br />
se desenvolvían como refugiados en la región catalana, muchos nativos de esta y otras<br />
localidades de España habían sido acogidos en República Dominicana.Acostumbrados<br />
a la tertulias o veladas nocturnas de la bohemia, el pintor criollo y otros jóvenes artistas<br />
regularmente celebraban encuentros en los cuales el <strong>arte</strong> y el vino eran las razones<br />
fundamentales de la fraternización. <strong>El</strong> pintor catalán Joan Ponc recuerda que en 1947,<br />
«Jaime Colson, un pintor dominicano que ha vivido muchos años en París, funda, en<br />
una pequeña taberna de Gracia, un grupo llamado La campana, allí nos reuníamos los<br />
malditos de aquella época», aclara el citado artista en su cronología biográfica.|351|<br />
Jaime Colson|De la serie metafísica|Óleo/tela|60 x 45 cms.|1938|Col. Museo Bellapart.<br />
|317|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|351|<br />
Ponc, Joan.<br />
Referido por<br />
Mordechai Omer:<br />
Universo y Magia<br />
de Joan Ponc.<br />
Página 242.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|318|<br />
|352|<br />
Colson, Jaime.<br />
Citado por Jaime<br />
A. Lockward.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|353|<br />
Colson.<br />
citado por María<br />
Ug<strong>arte</strong>. <strong>El</strong> Caribe,<br />
Suplemento,<br />
enero 15 de 1983.<br />
Página 12.<br />
|354|<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|355|<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
|356|<br />
De Tolentino,<br />
Marianne.<br />
Listín Diario,<br />
12 de octubre<br />
de 1997.<br />
Confert.<br />
La localización del pintor dominicano en España tenía que ver con la guerra mundial<br />
del 1939 pero parecía responder a la recomendación que le externara Pablo Picasso. Este<br />
maestro de la vanguardia le había aconsejado que se marchara de la urbe parisina,<br />
asunto sobre el que abunda Colson, reconfirmándolo: «Me aconsejó que me fuera de<br />
París cuanto antes. Francamente me dijo que París era un sumidero. Si usted se queda<br />
aquí se hunde, fueron sus propias palabras.Y agregó: Usted tiene un color maravilloso,<br />
que lo trae de América, pero ya lo va perdiendo por el influjo de París. Márchese, márchese<br />
en seguida. No tuve que obedecer al maestro, porque la guerra pronto me obligó<br />
a partir. De nuevo en España, en Barcelona, pasé diez años y me identifiqué conmigo<br />
mismo...».|352|<br />
Como p<strong>arte</strong> de las numerosas obras que realiza en España, Colson realiza un conjunto de<br />
murales en la isla de Mallorca. <strong>El</strong> no era pintor con mentalidad para trabajar por encargo,<br />
pero la oportunidad de aplicar sus conocimientos de la pintura al fresco y de asumir un temario<br />
religioso eran prioridades que, además, se sumaban a la conveniencia de paliar su<br />
temperamento impetuoso. Por otra p<strong>arte</strong>, necesitaba de la soledad que le ofrecía el paraje<br />
de la isla mallorquina, llamado Cabo Formentor, en donde Ignacio Rotger, ofertante del<br />
encargo, tenía una casona con capilla adjunta rodeada de campos, de arboledas no distantes<br />
de la costa de aguas transparentes y con enormes rocas. Para la capilla privada conocida<br />
con el nombre de Cala Murtra eran los murales a los que se dedica el pintor trabajando<br />
intensamente, asumiendo todas las tareas, «desde el acarreo de la arena y de la cal hasta<br />
tamizarlas y ponerlas sobre los muros después de preparar la mezcla».|353| Esta faena le<br />
permitió realizar algunas de las pinturas al fresco ya que para los restantes empleó otros procedimientos.<br />
«En los muros y bóveda del pequeño templo plasmó los temas de la Anunciación,<br />
la Resurrección, la Coronación de la Virgen, los Cinco Fundadores, Los Cuatro<br />
Evangelistas, Un Ecce Homo y un vitral representando a San Bernardo. La principal motivación<br />
de la pintura de Cala Murtra fue, pues, la glorificación de la Virgen».Además del<br />
procedimiento del fresco, usó el temple y el óleo sobre tela, «adhiriendo luego ésta a la<br />
construcción».|354| Con la realización de la imagen de San Francisco de Asís y asistido<br />
siempre de la compañera japonesa, concluyó el pintor el temario del recinto religioso.<br />
En uno de los murales de Cala Murtra se autorretrata Colson vestido de romano. No fue<br />
el conjunto de estas pinturas el único encargo realizado para Ignacio Rotger, ya que se<br />
sumaron otras obras, como fueron un bodegón y un mural transportable,|355| e igualmente<br />
los retratos de una sobrina de la abuela de ésta.|356| Sin embargo, frente a estos<br />
cuadros de caballete resultan excepcionales las ejecuciones de la capilla ya que son las únicas<br />
pinturas murales que se conocen del artista, unificadas, además, por la sacralidad de sus Jaime Colson|Castor y Pólux|Gouache/papel|57 x 36 cms.|1939|Col. Museo Bellapart.<br />
|319|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|320|<br />
asuntos.Tales pinturas expresan también el fervor religioso de un espíritu atormentado,<br />
debatiéndose ante el ímpetu de su necesidad carnal y la búsqueda de la paz espiritual en<br />
la que el <strong>arte</strong> le situaba; sosiego que también buscaba alcanzar mediante la súplica íntima,<br />
oral más de las veces, y en ocasión reafirmada con el estilo de una escritura cultivada. Esto<br />
último se da en Regocijo, un texto de su autoría que es elegíaca plegaria: «¡Dios Grande,<br />
Dios Omnipotente, Dios Único, Dios Magnánimo, Dios Olvidado de todas las ofensas.<br />
Padre, hermoso, amigo y Señor Nuestro, Dios humilde, Dios hombre y todas las cosas.<br />
/ Lumbrera de mi oscuridad, lucero de mi noche, galardón inmerecido, alabado y bendecido<br />
sea tu nombre; exaltada sea tu memoria y glorificada tu presencia. Callen vientos,<br />
enmudezcan ruidos, perezcan maledicientes. Solo tú eres grande, invencible y fuerte. Dios<br />
de los Ejércitos; desde el gusano inmundo hasta la excelsa paloma, todos alabarán tu nom-<br />
Jaime Colson|Retrato del cónsul italiano Juan Grisolía Ciliberti|Óleo/tela|55.5 x 43 cms.|1953|Col. Marina Grisolía.<br />
Jaime Colson|De la serie metafísica|Óleo/tela|65 x 50 cms.|1938|Col. Museo Bellapart.<br />
|321|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|322|<br />
|357|<br />
Colson, Jaime.<br />
«Recogido»<br />
(poema),<br />
Barcelona 1947,<br />
referido por Juan<br />
Miguel Grisolía.<br />
Listín Diario,<br />
12 de octubre<br />
de 1997.<br />
Página 16.<br />
Confert.<br />
bre, alábante los ángeles, alábante los santos, alábante los miserables hombres de la tierra.<br />
/ ¡Santo, Santo, Santo! Exaltado sea por los siglos. Amén. / ¿Quién soy yo para que ose<br />
rememor<strong>arte</strong>? ¡He aquí que me atrevo!,Yo gusano vil, cubierto aún de la suciedad que<br />
me agobia, oso invoc<strong>arte</strong> nombre augusto.Ten piedad de mí, Señor, compadécete de los<br />
que como yo pudieron seguir los negros caminos de la muerte, ilumina a aquellos a quienes<br />
no ha llegado aún la luz de tu misericordia.Ten piedad de las tinieblas y también del<br />
meridiano y de la ausencia; porque un día clamarán todos. ¡Hosanna, Hosanna, Hosanna<br />
en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!»|357|<br />
Sin que se tenga confirmación, el corillo de algunas murmuraciones ha asegurado que Jaime<br />
Colson, en edad juvenil, en el Puerto Plata natal, se vio involucrado en un hecho pasional<br />
violento, atribuyéndose a ese viejo recuerdo su atormentada vida que más bien se<br />
Jaime Colson|De la serie metafísica|Óleo/tela|73 x 100 cms.|1938|Col. Familia Brugal Gassó.<br />
relaciona a su temprana separación del hogar familiar; a las privaciones materiales que tenía<br />
que enfrentar en aras de su fuerte vocación artística y a su conducta bisexual con marcada<br />
preferencia homo.Expedita sobre todo en el discurso visual neohumano,marcado por<br />
la sinceridad, por una mirada amorosa, desinhibida y sensual, expuesta en obras como el de<br />
la pareja Castor y Polux (París 1939) esplendorosa reinterpretación del mito griego de los<br />
íntimos amigos cuyos cuerpos desnudos y en poses voluptuosas traspasan la eroticidad vibrando<br />
sobre todo en las soluciones cromáticas y el pareo compositivo. Pero en ocasiones<br />
esa mirada también desata la angustia que el artista extrovierte en la serie de La catarsis, realizada<br />
entre 1946-47. Sobre ella escribe el autor: «La catarsis es una serie de unos 25 gouaches<br />
de tamaño regular ejecutado en Barcelona –España– en 1947. Esta colección junto<br />
con algunas obras, fue expuesta en la Galería Nacional de Bellas Artes en la Calle <strong>El</strong> Con-<br />
de en 1954, ocasionando un gran revuelo entre la gente puritana, los moralistas y los hipócritas.<br />
Pues en este país, por aquel entonces, nadie o muy pocos sospechaban que ciertos<br />
temas pudiesen ser tratados pictóricamente… <strong>El</strong> inesperado escándalo que esa exhibición<br />
suscitó llegó a tal extremo que hasta un importante periódico se creyó en la obligación<br />
de hacer una encuesta sobre la moralidad en el <strong>arte</strong>… La excelente fotógrafo alemana<br />
Ana María, hizo para mi álbum las fotos de todos aquellos gouaches…»|358|<br />
Jaime Colson|Retrato de mujer|Mixta/papel|19 x 13 cms.|1941|Col. Aida Bonnelly.<br />
Jaime Colson|Muchacho con gorra roja|Óleo/plywood|48 x 38.5 cms.|1951|Col. Centro Cultural Eduardo León<br />
<strong>Jimenes</strong>.<br />
|323|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|358|<br />
Colson, Jaime.<br />
Memorias de un<br />
Pintor (...).<br />
Op. Cit.<br />
Página 153.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|324|<br />
|359|<br />
Valldeperes,<br />
Manuel.<br />
Revista<br />
testimonio:<br />
Artes y Letras,<br />
mayo 1964.<br />
Página 263.<br />
Confert.<br />
En el discurso visual que desarrolla Colson después de la aventura cubista, el sujeto es<br />
el protagonista parafraseado en la referencia clásico antigua, desde el realismo y la inventiva<br />
de nuevos prototipos. Esa visión suya muy particularizada define y propone una<br />
corriente neo-humanista.<br />
¿Qué es el neo-humanismo colsoniano?...Valldeperes responde: «Es todo lo contrario<br />
de un <strong>arte</strong> periférico en el que, como en el realismo, el naturalismo, el impresionismo,<br />
la experiencia perceptiva trabaja hacia fuera en forma centrífuga, limitándose el artista<br />
a recibir los efectos emotivos de la naturaleza y del hombre para reproducirlos a través<br />
de la propia emoción. Contrario a ello, el neo-humanismo, como tendencia de modernidad<br />
inversa, refiere como sustancial cosas que sólo tenían valor circunstancial, o anecdótico».|359|<br />
En este sentido, el neo-humanismo colsoniano es de concepción intrín-<br />
Jaime Colson|Figuras metafísicas: serie la catarsis|Óleo/cartón|86 x 107 cms.|1930|Col. Museo Bellapart. Jaime Colson|Barcelonesa|Óleo/cartón|57 x 43 cms.|1945|Col. Julia Cabral de Thomen.<br />
|325|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|326|<br />
|360|<br />
Idem.<br />
Páginas 264-65.<br />
Confert.<br />
|361|<br />
Reyes,<br />
Oscar Antonio.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|362|<br />
Valldeperes.<br />
Op. Cit.<br />
Página 265.<br />
Confert.<br />
|363|<br />
Peña Defilló,<br />
Fernando.<br />
<strong>El</strong> Caribe.<br />
Suplemento,<br />
febrero de 1973.<br />
Página 5.<br />
Confert.<br />
seca. Es decir, de esencia, de internalización, de intimidad puesta al desnudo sin ambages<br />
ni confusiones. Es una manifestación que asume al hombre y vierte al artista como<br />
hombre. «Con este <strong>arte</strong> neo-humanista se muestra Colson partidario del orden lógico,<br />
pero con una forma moderna de sacrificio humano. Sus temas abarcan la realidad del<br />
hombre y p<strong>arte</strong>n de los principios humanos emanados de las zonas profundas de la vida<br />
y hay en ello una recíproca relación entre el pensamiento ideológico y su expresión<br />
artística. Sin embargo, el artista se expresa con libertad: con la libertad insobornable que<br />
proviene de sus propias experiencias. Por eso busca el nuevo sentimiento cósmico para<br />
entregarlo al hombre como un mensaje augural».|360| Augurio que ha sido visto por<br />
muchos, no como recreación en el tormento, ni resignación en la angustia, sino como<br />
búsqueda y ansia de paz interna. «Sus figuras en sus más insignificantes detalles traducen<br />
esta persistente idea y las miradas de ellas trascienden a algo concreto, y es en el poder<br />
expresivo del conjunto donde se vislumbra al sueño del artista».|361|<br />
Del neo-humanismo colsoniano se pueden arrancar infinidad de análisis y de temas; sin<br />
embargo, sobresaldrían entre ellos el tema de la desnudez, del sexo. ¿Es desnudez irreverente?<br />
Al maestro Jaime Colson le quedó «el reflejo de la influencia surrealista, que como<br />
sabemos, dotó al realismo moderno de una original morbosidad plástica, al llamar la atención<br />
por medio de la representación antropomórfica: Ojos, bocas, manos, sexo. Colson,<br />
como intérprete del drama original del hombre –de allí su misticismo–, como artista que<br />
representa al hombre con su drama y su pasión y que reniega de la obediencia a un mero<br />
raciocinio sicologístico –porque él está en su obra–, ha infundido la experiencia del surrealismo<br />
a su pintura para presentarnos a seres lechosos derritiéndose en espasmos de<br />
llanto y ofrecernos, con la jerarquía de un <strong>arte</strong> original, lo subconciente con su asco y su<br />
misterio, pero también con toda la nobleza y poesía que emanan (...) de toda obra verdaderamente<br />
buena».|362| Colson es un creador que se ahoga en el nervio humano, intencionalmente;<br />
y como su pintura, lo ha tanteado todo, nada queda inhibido. En ese discurso<br />
pictórico suyo está presente la sensualidad. Es lo que más connota la desnudez de sus<br />
seres, y ese espontáneo sensualismo es una constante, como también «su perenne deslumbramiento<br />
ante la belleza y ternura de la adolescencia; sus seres indiferenciados sexualmente<br />
reúnen y sintetizan cualidades propias de ambos sexos, de forma tan sublime que<br />
se convierten en super seres, ajenos a todo pensamiento grosero o equívoco. Son seres de<br />
una fantasía refinadísima; utópicas, que proyectan esta misma sensación aún cuando en<br />
otros casos nos lo presente plenamente definidos. Podemos afirmar que la obra de este<br />
pintor es pura. Pura de concepto y de ejecución, y de una confiada sinceridad».|363|<br />
3|3 Otros cuatro modernos:<br />
La Ibarra, Cánepa, Gimbernard y Amiama<br />
Jaime Colson,Yoryi Morel y Darío Suro, notables exponentes de una pintura marcadamente<br />
diferenciada en lenguajes y temarios, asumen también un activismo personal<br />
de proyección artística también diferenciada. Los tres son expositores individuales durante<br />
la década de 1930 y con marcadas distancias ejercen una gran influencia cuando,<br />
además de sumergirse a conciencia en el activismo pictórico, sobreviven asumiendo<br />
la decisiva docencia o señales de orientación que paulatinamente abonan el joven<br />
camino del <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong>. <strong>El</strong>los representan un novedoso relevo del magisterio artístico<br />
que se apuntala desde el ignorado pintor León Cordero, situado en la lejanía de la<br />
primera república, que trasborda a la república restaurada, en donde su nexo lo es Luis<br />
Desangles, cuyo magisterio coincide con el de Alejandro Bonilla y Fernández Corre-<br />
Bienvenido Gimbernard|Árbol en el camino|Dibujo|Sin fecha.<br />
|327|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|328|<br />
dor. Pero la labor docente de Desangles es más relevante que la de sus coetáneos, sobre<br />
todo más significativa que la de Corredor a quien se le ha atribuido equivocadamente<br />
la orientación del primer núcleo de pintores <strong>nacional</strong>es, lo cual es verdad circunstancial,<br />
a medias, producto de la valorización hispanofílica y reiterativa de la historiografía<br />
dominicana.<br />
Sisito Desangles es el orientador más decisivo de la pintura dominicana del siglo XIX y,<br />
aunque el multifacético Abelardo Rodríguez Urdaneta no es un producto neto de su<br />
docencia, es sin lugar a dudas su mejor proyección magisterial. En el caso del célebre<br />
Abelardo, aparentemente el único docente artístico durante las primeras décadas del XX<br />
–se olvidan los nombres de García Obregón y José Manuel Pueyo, entre otros–, se desprenden<br />
de su labor centrada en la Ciudad Primada un par de alumnos que difunden<br />
lo aprendido en las respectivas localidades nativas a las que retornan. En San Pedro de<br />
Macorís se ubica la casi desconocida Rosalidia Ureña Alfau y en Puerto Plata el solitario<br />
Rafael Arzeno.<br />
Prolongadores de un método de enseñanza caduco de las <strong>arte</strong>s, pero que sobrevive en<br />
los encierros provinciales donde Arzeno y Ureña Alfau influyen por muchísimo tiempo,<br />
la contrapartida u oposición a la prolongación abelardiana la representan tres artis-<br />
Aida Ibarra|Retrato de Rómulo Ricart Woss y Gil (su esposo)|Óleo/tela|<strong>11</strong>2 x 82 cms.|C. 1960|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
Aida Ibarra|Retrato de Luis Ricart (su hijo)|Óleo/tela|100 x 86 cms.|C. 1970|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
Aida Ibarra|De L’ile de France|Óleo/tela|70 x 56 cms.|1931|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
|329|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|330|<br />
tas docentes <strong>protomoderno</strong>s. Estos son Celeste Woss y Gil, Juan Bautista Gómez y Enrique<br />
García-Godoy, quienes son artistas cabales como todos los mencionados, porque<br />
hacen del ejercicio artístico un acto de la vida. Es decir, se alientan del <strong>arte</strong> y sobreviven<br />
no tanto de sus obras sino especialmente de la labor complementaria como es la<br />
enseñanza. <strong>El</strong> <strong>arte</strong> como acto de la vida lo asumen todos en un medio social que apenas<br />
los entiende, los aplaude y los protege materialmente.Todos ellos se arriesgan a la<br />
desventura de no ser comprendidos, siendo el ejemplo más demostrativo Jaime Colson,<br />
quien retornó al país en 1938, soñando con el reconocimiento del vanguardismo que<br />
portaba, deseoso de un espacio de la pertenencia en el que aspiraba ser un actualizador,<br />
un gestor, un orientador capacitado. Ni su <strong>arte</strong> fue entendido, ni pudo aportar una labor<br />
ya que las condiciones socioculturales del país eran profundamente distintas a las de<br />
Francia, México, Italia, Estados Unidos o España, en donde el <strong>arte</strong> moderno –vale aclarar–<br />
no era un fenómeno generalizado. Mas, por el contrario, respondía a un movimiento<br />
de nueva estética que asimilaba una minoría no académica provocadora, ubicada en<br />
las principales metrópolis de esos países: París, Nueva York,...<br />
Exceptuando la circunstancial trascendencia que el artista dominicano obtenía vía los<br />
escritores, los medios periodísticos o de gestores como Abigaíl Mejía, poco beneficio<br />
material le arrojaban las obras producidas, algunas adquiridas por contados coleccionistas<br />
(Ortega Frier, Lluberes, Peña Batlle,...), otras obsequiadas a amigos, familiares e instituciones,<br />
y en su mayoría almacenadas en el espacio u hogar en donde fueron producidas.<br />
Pintores como Yoryi Morel y Darío Suro, cultores de la notable modernidad localista<br />
dominicana, tenían que sobrevivir como artistas docentes muy jóvenes en las ciu-<br />
dades oriundas donde establecieron academias que son sustitutas de las ejemplares escuelas<br />
que habían refrendado sus maestros, también pintores.<br />
Colson, Morel y Suro no son los únicos jóvenes artistas de la modernidad que se asocian,<br />
en la década del 1930, también a los orientadores Woss y Gil, Gómez y García-<br />
Godoy, quienes deben ser apreciados en esa nueva dimensión pronunciativa, pese a los<br />
desniveles entre ellos. Realmente la Woss y Gil representa, en comparación con los otros<br />
Aida Ibarra|Paisaje de Quebec (Cavendish)|Óleo/tela|55 x 76 cms.|Década 1970|Col. Familia Ricart Victoria. Aida Ibarra|Su excelencia Kyoko Nagasaky (Embajadora del Japón)|Óleo/tela|76 x 56 cms.|1972|Col. Familia Ricart<br />
Victoria.<br />
Aida Ibarra|Pascuas pretenciosas|Óleo/tela|103 x 76 cms.|C. 1970|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
|331|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|332|<br />
dos, una posición mucho más moderna, la cual consolida con una pintura crecida y madura<br />
que produce en los años del 1940. Precisamente otra mujer, Aida Ibarra, transpira<br />
para la época esa suerte de cambio moderno que asimila en París, en tanto tres hombres:Tito<br />
Cánepa, Xavier Amiama y Bienvenido Gimbernard ofrecen sus respectivas soluciones<br />
en base a personales experiencias temperamentales.<br />
AIDA IBARRA. Representa uno de los puntos relevantes de la inicial modernidad<br />
<strong>nacional</strong> al reaparecer asociada al impresionismo con obra y voz, después de un recorrido<br />
formativo.Vinculada a Santo Domingo, en donde nació en 19<strong>11</strong>, asistió a la Academia<br />
de Abelardo Rodríguez Urdaneta. Hija de un industrial o negociante exitoso, ella<br />
tuvo la oportunidad de viajar a Francia en 1929, estudiando en París en la Escuela de<br />
Bellas Artes en donde fue orientada principalmente por el profesor Julio Zingg.<br />
A principios del decenio del treinta concurre al Salón de Otoño, exhibiendo el cuadro<br />
De L’ile De France (óleo 1931) que produce el juicio crítico de Gille de Taurette, director<br />
del Petit Palais, quien valora los tonos y la luminosidad rememorativa del país de<br />
origen de la pintora. <strong>El</strong>la también expone en la Sociedad de los Artistas Independientes<br />
y en las Galerías de Arte Boucheron, antes de retornar a Santo Domingo en 1932.<br />
En este año celebra individual en el Ateneo Dominicano, colgando un conjunto de<br />
Aida Ibarra|Patio de mi casa (Boca Chica)|Óleo/cartón|92 x 72 cms.|Década 1960|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
Aida Ibarra|Calle del Ayuntamiento|Óleo/tela|70 x 60 cms.|Década 1960|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
Aida Ibarra|<strong>El</strong> patio de los Buera|Óleo/madera|61 x 55 cms.|Década 1960|Col. Familia Ricart Victoria.<br />
|333|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|334|<br />
|364|<br />
Valldeperes,<br />
Manuel.<br />
Obra Crítica. Vol. I.<br />
Páginas 127-28.<br />
Confert.<br />
|365|<br />
Idem. Página 127.<br />
Confert.<br />
veinticinco cuadros al óleo entre paisajes, retratos e interiores. Esta exhibición la registra<br />
también en el Ateneo Amantes de la Luz, de Santiago, ofreciendo conferencia, en<br />
ambas ocasiones, sobre el tema de la Escuela Impresionista.<br />
Aida Ibarra se convierte en la década de 1930 en uno de los tres artistas de atención.<br />
<strong>El</strong> poeta Valentín Giró habló elogiosamente de su pintura y por igual el escritor venezolano<br />
Mario Plaza Ponte. En otra relación, Juan Bosch consideraba que para entonces<br />
ella y la Woss y Gil eran las únicas notables de Santo Domingo. Hasta el 1940 residió<br />
en el país, trasladándose con la familia a Cuba, luego a Europa y al Canadá en donde<br />
siguó pintando, compartiendo esta tarea con la de esposa y madre. Comenta Valldeperes<br />
que su línea pictórica inicial es construida a base de las más sutiles alusiones, tendiendo<br />
a través de sus diversas épocas hacia un proceso de mayor densidad de color. «<strong>El</strong><br />
objetivismo acompaña en sus últimas obras una capacidad aprehensora y narrativa en la<br />
que apenas se produce una fisura, conduciendo todo el lienzo en una sensación de unidad<br />
absoluta (…) y donde la manera vibrante y el sentimiento se funden».|364|<br />
Considerada una pintora optimista, porque «luminoso, gozoso, alegre y expansivo es el<br />
espíritu que anima sus lienzos epigramáticos».|365| Aida Ibarra es una artista de larga<br />
vida y activismo pictórico. Paisajista y retratista, una de sus obras memorables es el Re-<br />
Tito Cánepa|Autorretrato|Óleo/gesso|38.2 x 38.2 cms.|1946|Col. Familia Cánepa.<br />
Tito Cánepa|La carta|Óleo/tela|58.4 x 43.2 cms.|1939|Col. Familia Cánepa.<br />
Tito Cánepa|Desnudo sobre la yerba|Óleo/tela|85 x 58.4 cms.|1939|Col. Familia Cánepa.<br />
|335|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|336|<br />
|366|<br />
Miller, Jeannette.<br />
<strong>El</strong> Caribe.<br />
Suplemento<br />
25 de junio de<br />
1983. Confert.<br />
trato de Tatá Damirón, en donde la autora le ‘quitó sitio al Sol’, para destacar a base de<br />
juegos de sombras las facciones de una hermosa modelo vestida de rojo, «sentada frente<br />
a una perspectiva de edificios rectangulares y monocromáticos».|366| En su trayectoria<br />
termina madurando una producción menos insinuante de sutilezas cromáticas, en<br />
cambio más densa de color, más constructiva y más enérgica sin abandonar el tono suave<br />
que caracteriza toda su pintura volcada en distintos temas dentro de los cuales reina<br />
la naturaleza paisajística.<br />
Representante del impulso del <strong>arte</strong> moderno dominicano, esta condición convierte a<br />
Aida Ibarra en una figura indiscutible como pintora y como una de las dos primeras<br />
mujeres que sobresalen públicamente en un reducido grupo de protagonistas que asumen<br />
la conciencia del hacer artístico de manera pública y tesonera. Situándose en el pe-<br />
ríodo vital en el que coincide con Woss y Gil, Suro,Yoryi Morel y otros, ella rememora<br />
los años del treinta e igualmente el peregrinaje viajero que la conectó con otras latitudes:<br />
«Quisiera volverme a juntar con mi mejor producción de cuadros (…). Ha llovido<br />
mucho desde el año 32 en que produje lo mejor y luego en Cuba donde residí<br />
20 años y 10 en Europa y el Canadá; tengo esperanza que algún día, todo lo que quedó<br />
en Cuba, cuando vine a residir a aquí, pueda volverlo a tener y así hacer una retros-<br />
Tito Cánepa|Prometeo|Óleo/gesso|<strong>11</strong>1.8 x 58.4 cms.|1970|Col. Familia Cánepa.<br />
Tito Cánepa|Adán y Eva|Gesso/panel|120.9 x 120.9 cms.|1974|Col. Familia Cánepa.<br />
pectiva en forma porque sin duda aquellos fueron pintados en mis mejores años de producción».|367|<br />
Después de muchos años de ausencia la Ibarra exhibe en la capital nativa varias individuales.<br />
En el escenario del estudio personal celebra una muestra con el título «Santo<br />
Domingo Pintoresco». De acuerdo a Valldeperes, ella suma a sus habituales paisajes «que<br />
con tanta maestría frecuenta», el tema de la naturaleza muerta y algunas composiciones<br />
de figuras, «género que es menos frecuente en su producción, pero que no por eso deja<br />
de ser importante sector de la misma», ya que el ordenamiento, la serenidad y el carácter<br />
de cada ámbito se imponen con toda la fuerza de su exposición y en la unidad<br />
pictórica absoluta. No obstante, pintora sobre todo del paisaje, la grácil elocución que<br />
asume en las escenas Esquina del parque Du<strong>arte</strong> (óleo), Malecón al atardecer (óleo), Plazoleta<br />
de la Catedral (óleo) y otras visiones pintorescas de una ciudad en la que el ambiente<br />
se siente cálido, envolvente, y cada ámbito se nos impone con toda la fuerza de una justa<br />
expresión, espontánea, fresca, sin violencia.|368| Aida Ibarra vivió una larga vida, sin<br />
excluirse del quehacer pictórico, incluso cuando envejeciente comenzó a olvidarse de<br />
sí misma y de los que la rodeaban, Luis Ricart Ibarra y Georgina Victoria de Ricart,<br />
quienes le ofrecieron el amoroso cuido hasta el momento de la muerte (2002).<br />
TITO ENRIQUE CÁNEPA. Es otro de los pintores dominicanos que se sitúan en<br />
nuestra historia con una emergencia moderna, razón por la cual merece la atención crítica<br />
de Díaz Niese en sus «Notas Sobre <strong>El</strong> Arte Actual», publicadas en 1944. En esas anotaciones<br />
él aborda al pintor a partir de la siguiente relación: «Enrique Cánepa no es ya,<br />
afortunadamente, un desconocido en nuestro mundillo artístico. Gracias a la amabilidad<br />
de un mutuo amigo nuestro pudimos exhibir una tela suya en la Exposición de Autorretratos<br />
con que fue inaugurada, en agosto de 1943, la Galería Nacional de Bellas Artes.<br />
/ Una intensa vida interior animaba esa pequeña obra.Todo en ella concurría a darnos<br />
la impresión de que su autor, era más que un simple pintor, un verdadero artista: <strong>El</strong><br />
vigor del trazo, la acentuada tendencia a valorar los volúmenes en perfecta sucesión de<br />
planos y la exquisita mesura con que había logrado plasmar, pese a un colorido algo frío,<br />
su juvenil expresión. Todo declaraba paladinamente que su autor poseía un temperamento<br />
de excepción».|369|<br />
Cánepa nació en 1916 en San Pedro de Macorís, ciudad costera del Caribe en donde<br />
se ubicaron los hermanos Francisco y Tito Cánepa, oriundos de Génova, Italia, quienes<br />
se dedicaban al alto comercio. <strong>El</strong>los administraban el prestigioso Teatro Colón,<br />
convertido en un símbolo social y urbano en el momento de bonanza financiera conocida<br />
como Danza de los millones, fenómeno provocado por el auge azucarero en la<br />
|337|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|367|<br />
Ibarra, Aida.<br />
referida por<br />
Susana Morillo<br />
Listín Diario, 8 de<br />
enero de 1982.<br />
Página 15.<br />
|368|<br />
Valldeperes,<br />
Manuel.<br />
<strong>El</strong> Caribe, 28 de<br />
enero de 1967.<br />
Confert.<br />
|369|<br />
Díaz Niese.<br />
Cuadernos<br />
de Cultura<br />
Dominicana.<br />
No. 12, 1944.<br />
Página 33.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|338|<br />
Tito Cánepa|Góngora y Velázquez|Óleo/tela|52 x 41 cms.|1989|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
región sureste del país. Asociado a ese teatro, los hermanos Cánepa eran reconocidos<br />
como promotores de las <strong>arte</strong>s, especialmente de la dramaturgia y de la ópera. Uno de<br />
los Cánepa, Francisco, contrajo nupcias con la dominicana Virginia Jiménez y de ese<br />
matrimonio nació Tito Enrique, quien desde niño se familiarizó «con las obras –y lo<br />
que es más, con el espíritu– del Renacimiento italiano a través de las fotografías, estampas,<br />
terracotas y monografías de Arte de que era rica la biblioteca paterna».|370|<br />
Si bien Tito Cánepa se movió, desde la infancia, en un ambiente de bienestar y de educación<br />
cultural, lo cual orienta su sensibilidad, otro factor mucho más decisivo se asocia<br />
a esa edad temprana: «Tuvo la oportunidad de ver trabajar en el teatro de su padre<br />
–el célebre Teatro Colón– a un artista español, Enrique Tarazona, cuya pintura muy influida<br />
por Juan Bautista Tiépolo, impactó al pequeño e hizo despertar en él su vocación<br />
al <strong>arte</strong>».|371| Esa aptitud se fortalece en el exilio, tras la emigración de la familia en<br />
1935, a causa de la dictadura trujillista. Los Cánepa primero se refugiaron en Puerto Rico,<br />
después terminaron ubicándose en Nueva York.<br />
Residiendo en el medio newyorkino desde 1937,Tito Cánepa participa y se nutre de un<br />
ambiente artístico lo suficientemente decisivo e influyente para su definición de pintor.<br />
En base a los datos biográficos, más bien a las referencias que se anotan sobre su desen-<br />
Tito Cánepa|Tríptico: Enriquillo, Du<strong>arte</strong>, Luperón|Óleo/tela|91.4 x 182.9 cms.|1971|Col. Familia Cánepa.<br />
|339|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|370|<br />
Idem.<br />
Página 34.<br />
|371|<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
Diario <strong>El</strong> Caribe.<br />
Suplemento 15 de<br />
enero de 1994.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|340|<br />
|372|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 34.<br />
Confert.<br />
|373|<br />
Modern and<br />
Contemporary Art.<br />
(...) Catálogo<br />
1996.<br />
Página 169.<br />
Confert.<br />
volvimiento artístico, realmente apartado, privado y muy silencioso, se establecen a continuación<br />
sus relaciones en el ambiente de Nueva York: Primero, al fijar su residencia en los<br />
Estados Unidos, consiguió Cánepa la oportunidad de «estudiar a su sabor, con redoblado<br />
fervor, las obras maestras de todas las épocas que encierran los museos newyorkinos»; obras<br />
de autores del quattrocento italiano e igualmente de grandes contemporáneos.A propósito<br />
de esta experiencia confiesa que si «miraba a Van Gogh y a Picasso con mucho respeto,<br />
miraba aún con más respeto a Mantenga, Pierro della Francesca y Signorelli.A este<br />
último pintor renacentista lo estudió contemplando reproducciones de sus obras, ya que<br />
los originales escaseaban –anota Díaz Niese– fuera del ámbito italiano».|372|<br />
Además de esa relación con los museos estadounidenses, Cánepa se vincula en segundo<br />
lugar a talleres de formación artística.Asiste a las escuelas de Arte de la WPA y al Ta-<br />
ller Experimental que estableciera el mexicano David Alfaro Siqueiros. En este taller<br />
trabajó el joven pintor dominicano, durante un tiempo, en un ensayo de mural realizado<br />
con ducco y aerógrafo, bajo la dirección de Roberto Berdecio.También estudia con<br />
Américo Lugo Romero, con quien adquiere un conocimiento íntimo, cabal sobre los<br />
grandes maestros renacentistas.|373|<br />
Un tercer aspecto a tomar en cuenta es el vínculo con artistas que, como él, habían de-<br />
Tito Cánepa|Paisaje clásico|Óleo/cartón|59 x 83 cms.|1944|Col. Familia Cánepa.<br />
jado sus países de origen, trasladándose a Nueva York, en donde integran un círculo interactuante,<br />
expositivo y coparticipativo dentro de las condiciones culturales de la urbe.<br />
Roberto Berdeccio, Max Jiménez, Mario Carreño y Rufino Tamayo, forman p<strong>arte</strong><br />
de esa legión que incluye a Walter Houäre, con quien Cánepa sostiene una influyente<br />
amistad. Enfocando al pintor dominicano y al grupo de inmigrantes con los cuales se<br />
codea, opina Edward Sullivan que Cánepa puede ser considerado «un excelente ejemplo<br />
de la tendencia de aquellos pintores cuyas carreras empezaron a madurar en los Estados<br />
Unidos en los años 30 y 40. Mientras ellos aprovechaban los logros de los modernistas<br />
radicales de las décadas anteriores, imbuían su propio <strong>arte</strong> con un interés renovado<br />
y, a veces, una inquietud personal y política sobre las realidades sociales del momento».|374|<br />
Tito Cánepa|<strong>El</strong> sueño|Gesso/panel|90.5 x 120.9 cms.|1975|Col. Familia Cánepa.<br />
|341|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|374|<br />
Sullivan.<br />
<strong>El</strong> Caribe.<br />
Suplemento<br />
15 de agosto de<br />
1942.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|342|<br />
|375|<br />
Díaz, Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
Tito Cánepa es un artista cuya condición familiar, origen geográfico e identificaciones<br />
estéticas se formulan en la obligada lejanía del exilio donde concibe un discurso pictórico<br />
íntimo y pausado, pero extendido a lo largo de la vida artística con el rigor y la excepcionalidad<br />
que descubrió Díaz Niese, en aquel autorretato de 1943, así como en<br />
otras pinturas: «En efecto –anota el citado crítico–, el estudio posterior de otras obras<br />
suyas nos han permitido confirmar nuestra impresión inicial sobre los dotes que aquel<br />
pequeño autorretrato nos autoriza a atribuir, un poco arriesgadamente a su autor».Tomando<br />
en cuenta la ascendencia europea y su familiarización con modelos renacentistas,<br />
concluye resaltando las cualidades primordiales que traslucen el <strong>arte</strong> de Cánepa: «la<br />
sobriedad, la lógica organización de sus composiciones y el amor exaltado por las formas<br />
delineadas reciamente dentro de una atmósfera de claridad y pulcritud». Esas cua-<br />
lidades, que responden a la preeminencia de la figura humana como sujeto de la pintura,<br />
se fortalecen cuando ese <strong>arte</strong> suyo gana «cierto sentido de la monumentalidad (…)<br />
visible hasta en sus figuras de reducidas dimensiones, las cuales aumentan un dibujo preciso,<br />
severo y admirable».|375|<br />
Cánepa realiza entre finales de la década de 1930 y principios del decenio siguiente un<br />
conjunto de pinturas en las que refunde lecciones del pasado con una adecuación mo-<br />
Bienvenido Gimbernard|Cerame (mujer con telajes)|Revista Cromos Núm. 3|Diciembre 1926.<br />
Bienvenido Gimbernard|No pasareis|Revista La Opinión Núm. 41|Noviembre 1923.<br />
derna que refiere, entre los singulares nexos, la experiencia del muralismo mexicano<br />
desde el punto de vista del plasticismo realista. Familia campesina (óleo/tela 1939), Hermanas<br />
(óleo/tela 1939), Desnudo sobre yerba (óleo/tela 1939), La carta (óleo/tela 1939),<br />
<strong>El</strong> disfraz (óleo/tela 1940), <strong>El</strong> baño (óleo/tela 1941), Paisaje clásico (óleo/tela 1944), La<br />
esposa del artista (óleo/tela 1944) y Autorretrato (óleo/tela 1946), conforman un conjunto<br />
representativo de un período en el cual el artista alcanza sus definiciones personales.<br />
Son los que tienen que ver con ciertas constantes estilísticas que permiten observar una<br />
singular coherencia expresiva, de acuerdo a León David, quien a seguidas explica: «La<br />
faena de Tito Enrique Cánepa, si por algo se caracteriza es por haber conservado una<br />
serie de rasgos que habiendo hecho aparición en las más tempranas pinturas del artista<br />
se han mantenido e incluso reforzado durante el transcurso de su evolución pictórica;<br />
Bienvenido Gimbernard|La risa de Chicho|Revista La Opinión Núm. 28|Agosto 1928.<br />
|343|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|344|<br />
|376|<br />
León, David.<br />
Cánepa.<br />
1988.<br />
Página 30.<br />
Confert.<br />
de manera que aún en sus últimos productos es fácil advertirlos (…) / <strong>El</strong> repertorio de<br />
motivos de resortes sicológicos más o menos inconscientes que revela la producción<br />
global de este ilustre y desconocido maestro criollo recoge hasta donde nos es dado interpretar,<br />
tres aspectos básicos: la nostálgica búsqueda de la tierra perdida; la exploración<br />
de la misteriosa comarca familiar e infantil; y la problemática de la relación de pareja en<br />
la que el sexo, muy freudianamente, impone su ineluctable ley».|376|<br />
La nostálgica indagación de la tierra perdida desde un ámbito del exilio asumido a partir<br />
del 1935 –fecha en que abandona su país–, permite que se observe en la pintura de<br />
Cánepa, no solo la retención de ciertas esencias dominicanas, «sino que en muchos casos,<br />
su trabajo se identifica aún más con las realidades artísticas de la región del Caribe<br />
en la cual nació y se educó».También es observable «un reino aparentemente intempo-<br />
Bienvenido Gimbernard|«Robalagallina»|Revista La Opinión Núm. 5-6|Marzo 1927.<br />
ral que recuerda en cierto modo muchas de las figuras de los lienzos pintados en los años<br />
20 por Pablo Picasso, Juan Gris, Henri Matisse y otros».|377| Una estética de murales,<br />
un tratamiento clasicista del sujeto humano y unas cromatizaciones sutiles y vibratorias<br />
orientan las evocaciones figurativas de quien ha afirmado que como artista «su intención<br />
es producir en el observador una intensa experiencia estética utilizando los medios formales<br />
pictóricos... la obra en que lo sensual y lo intelectual se complementan».|378|<br />
Siempre sometido a una producción poseída por sí mismo, poco abundante y realizada<br />
con paciencia, reposo y tiempo, Tito Cánepa orienta sus visiones hacia un campo de<br />
abstracción sintética. Son visiones que corresponden a otro período, pero sin disociarse<br />
con las señales permanentes de un pintor lírico, simbolista, onírico y sobre todo moderno.Así<br />
lo reconoció Díaz Niese, asociándolo a Colson y a Suro, señalando que este<br />
artista oriundo de San Pedro de Macorís, «pertenece al grupo de los elegidos, de fuerte<br />
personalidad que aprovechan como es debido las austeras lecciones del pasado y tienen,<br />
precisamente por eso, plena conciencia del presente que vivimos.Y como comprenden<br />
la grandeza de nuestros tiempos –grande a despecho de sus monstruosos extravíos<br />
y humillantes incertidumbres–, saben embellecerlo y magnificarlo sin caer en<br />
falsa retórica o torpes anacronismos».|379|<br />
Bienvenido Gimbernard|Caricatura del Dr. José Dolores Alfonseca|Sin fecha.<br />
Bienvenido Gimbernard|Caricatura|Sin fecha.<br />
|345|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|377|<br />
Sullivan.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|378|<br />
Cánepa.<br />
Citado por<br />
Jerrilynn D.<br />
Dodds,<br />
referencia en<br />
León David.<br />
Op. Cit.<br />
Página <strong>11</strong>.<br />
Confert.<br />
|379|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Página 35.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|346|<br />
|380|<br />
Contín Aybar,<br />
Néstor.<br />
Historia de la<br />
Literatura<br />
Dominicana.<br />
Tomo IV.<br />
Página 72.<br />
Confert.<br />
|381|<br />
Contín Aybar cita<br />
los siguientes<br />
seudónimos:<br />
Apeles Mestre,<br />
Buenaventura<br />
Gómez, <strong>El</strong> Otro<br />
Duende y<br />
B. Granderi<br />
(anagrama).<br />
Op. Cit. Idem.<br />
BIENVENIDO GI<strong>MB</strong>ERNARD. Es el primer nombre de importancia que se asocia<br />
a la manifestación de la gráfica <strong>nacional</strong> en el sentido más amplio de su impulso y<br />
definición moderna durante las primeras cuatro décadas del siglo XIX. Hijo de Estanislao<br />
Gimbernard y Vitalia Gómez, nació en 1890 desarrollándose desde la juventud como<br />
autor literario, periodista, dibujante, fotógrafo, pintor, publicista y sobresaliente caricaturista.<br />
En 1913 dirige la revista Sport y en 1919 fundó Cosmopolita, revista ilustrada<br />
«que mantuvo con salidas no fijas, lo que dio lugar a que él mismo la calificara con<br />
el término de su invención: ‘Medalaganario’, esto es que hacía su aparición pública<br />
cuando a él le venía en ganas».|380| Ap<strong>arte</strong> de este medio comunicativo muy suyo, en<br />
1821 asumió la dirección de una tercera revista: Minerva.<br />
Gimbernard aparece en el medio cultural capitaleño dotado de una personalidad polifa-<br />
cética, pero sobre todo ingeniosa, culta, atrayente, marcada por un <strong>nacional</strong>ismo muy<br />
criollo. Era escritor que se identificaba con más de un seudónimo|381| para firmar sus<br />
artículos periodísticos identificables por el sabor de la originalidad y el estilo directo. En<br />
una apreciación que aúna muchas de las condiciones de este artista de la palabra y la visualidad,<br />
Oscar Robles Toledano traza el siguiente perfil: «Bienvenido Gimbernard, memorialista<br />
de Concho Primo, resumía y comprendía en sí, encarnaba la década que corre<br />
Bienvenido Gimbernard|¡Dios mío, dame un premio!!...|1940.<br />
Bienvenido Gimbernard|Tenorios de Bastidores|1925.<br />
Bienvenido Gimbernard|De la serie bailes|Dibujo|1938|Col. Museo de la Familia Dominicana.<br />
|347|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|348|<br />
del 1920 y 1930 y era, de esa edad, su más agudo cronista, su mejor retratista y su más<br />
amable y menos pregonero. / Así se explica que en las garrulas tertulias todos le formaran<br />
rueda, él en el centro, relatando pasajes médicos de la más reciente historia vernácula<br />
que iba matizado con brillantes coloridos y esmaltando de frases pintorescas en que<br />
destellaban, alternando, la observación pícara con la chispa del festivo buen humor. / Era<br />
su mentalidad una mentalidad gráfica: todo lo concebía y lo expresaba como un diseño.<br />
Dibujaba con los vocablos como otras veces escribía con sus dibujos. / Ponía su alma ardorosa<br />
en lo que hacía y, por eso, era auténtico, porque la originalidad no es más que el<br />
espiritu condensándose en palabras, en tonos y matices, en acordes, en himnos de mármoles<br />
pulidos y brillantes. / En el ejercicio del periodismo eran inconfundibles los rasgos<br />
de su personalidad. Nada de escapismos.Abordaba valientemente, yendo derecho al<br />
Bienvenido Gimbernard|De la serie bailes|Dibujo|1938.<br />
Bienvenido Gimbernard|La lectura|Dibujo/papel|40 x 32 cms.|Sin fecha|Col. Clara Rodríguez Demorizi.<br />
|349|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|350|<br />
|382|<br />
Robles Toledano,<br />
Oscar. P. R.<br />
Thompson<br />
Cartas a <strong>El</strong> Caribe.<br />
Tomo II.<br />
Páginas 249-250.<br />
Confert.<br />
núcleo, al nervio (…). Si escribía sobre la política del Buen Vecino, consciente de que<br />
éramos víctimas de una explotación, consultando sus sentimientos patrios. Clamaba:‘Se<br />
portan tan mal esos rubios que no vemos la hora de que se nos muden de al lado’. / Si<br />
enfocaba el <strong>arte</strong> surrealista, que no rimaba con su sensibilidad, decía: «Ninguno de esos<br />
iconoclastas se atreve a figurar a su madre como pintan a las demás mujeres. (…) En el<br />
<strong>arte</strong> de la caricatura no tuvo rivales. Con dos trazos rápidos e intencionados, presentaba,<br />
en términos inconfundibles, a un personaje, dejándolo grabado en la memoria en forma<br />
indeleble. ¿Quién no recuerda al Dr. José Dolores Alfonseca, abreviado por su pluma satírica,<br />
en un sombrero de fieltro, un paraguas y unas gafas».|382|<br />
Bienvenido Gimbernard transciende en las diversas manifestaciones que cultiva durante<br />
la década del 1920 y sucesivas; trascendencia que comienza en relación al <strong>arte</strong>, cuan-<br />
do concibe y es difundida el Concho Primo, dibujo de 1919 elaborado como una imagen<br />
visual que representa la identidad colectiva, la memoria histórica, igualmente la resistencia<br />
<strong>nacional</strong> contrapuesta a las representaciones de la intervención militar extranjera<br />
de entonces. Pero resalta por encima de tales significaciones la representación misma<br />
de la imagen como texto dibujístico y caricaturesco. En el primer aspecto, es espléndida<br />
la representación de las líneas conformando y contextualizando la forma pro-<br />
Bienvenido Gimbernard|Pan de Quico|1907.<br />
Bienvenido Gimbernard|Concho Primo|Sin fecha.<br />
totípica del personaje con un sentido realista y vernacular. En este sentido, se objetiva<br />
más como dibujo, aunque la intención política que constituye su formulación se ajuste<br />
a la caricatura de combate, lo cual es transitorio ya que el Concho Primo sobrevive por<br />
su valor como texto visual formulatorio pero artístico; como obra de mucha grandeza<br />
y significación.<br />
<strong>El</strong> talento dibujístico de Gimbernard se desarrolla de tal manera que provoca la reflexión<br />
crítica de Díaz Niese en relación a la caricatura, para quien esta manifestación «no<br />
tiene como único fin fustigar vicios, descubrir males y sugerir remedios. Esto sería negarle<br />
todo valor estético. Su objeto es, en realidad, fijar lo singular –deformado–, para<br />
suscitar una sugestión de la forma fugaz por una forma momentánea (…). Es únicamente,<br />
para fijar un tipo inmóvil con la representación de la forma móvil. Ahí reside,<br />
precisamente mucho mejor que la intención política o moralizadora, su extremada nobleza,<br />
su verdadero y permanente interés espiritual.Todo lo demás, –risa, sátira, consuelo,<br />
despecho o venganza–, es accesorio y perecedero».<br />
Esta reflexión es p<strong>arte</strong> de un texto que redacta el crítico para establecer que el dibujante<br />
Gimbernard «caricaturiza con belleza»;|383| materia artística o gráfica que mueve a<br />
Robles Toledano a ofrecer un texto comparativo, el cual se cita íntegramente a seguidas:<br />
«En esta difícil provincia de la estética, a mi juicio, excedía en méritos y aciertos, a<br />
Gavarni y a Daumier, a la sazón apreciados como maestros insuperables, como espejos<br />
sin lunares en el <strong>arte</strong> de deformar perfiles para dar, en la deformación, con los rasgos<br />
característicos de un hombre. / Gavarni, en última instancia, simplemente retrataba,<br />
exagerando algún rasgo facial. Gimbernard, de imaginación más pródiga, prescindía a<br />
ratos de los semblantes y captaba en el aire, la nota singular con que el personaje había<br />
herido la fantasía popular».<br />
En su análisis, el culto Robles Toledano sigue argumentando: «Daumier, por su p<strong>arte</strong>,<br />
acumulaba detalles sin valor expresivo, como cuando para significar la p<strong>arte</strong> que tomó la<br />
opinión pública en el derrocamiento del burgués Luis Felipe pintó una prensa de imprimir<br />
aplastando a aquel coronado al ahorro que más parecía un avaro prestamista que un<br />
rey de todas las Galias. / Gimbernard, en cambio, economiza tintas y trazos y subraya con<br />
enérgica intencionalidad la compenente que individualiza. / Ambos, Gavarni y Daumier,<br />
invitan a pensar o a encolerizarse. <strong>El</strong> dominicano, al hacer fraternizar la ironía risueña<br />
con la sátira benévola, obligaba a sonreír. / Por eso, contrariamente a lo que se ha escrito,<br />
Gimbernard no hería, no lastimaba y las propias víctimas de sus epigramas gozaban<br />
con los frutos de aquel donairoso ingenio: era comparable a la abeja, que pica, pero deja<br />
miel. Mas su mano y su talento no sólo eran hábiles para descubrir y plasmar el cos-<br />
|351|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|383|<br />
Díaz Niese, Rafael.<br />
Cuadernos<br />
Dominicanos (...)<br />
No. 1.<br />
Páginas 21-22.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|352|<br />
|384|<br />
Toledano Robles.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 250-51.<br />
Confert.<br />
tado ridículo de las gentes y de las cosas; era, en todo, un dibujante realista, un maestro<br />
sobresaliente en poner en movimiento las figuras que sujetaba a los lienzos».|384|<br />
<strong>El</strong> caricaturista Gimbernard se dedicaba también a la pintura, realizando excelentes retratos,<br />
entre ellos el de Gastón F. Deligne (óleo 1934) y el Retrato de la abuela (óleo 1934),<br />
pero igualmente pintaba paisajes, escenas y tipos cotidianos. <strong>El</strong> recrea con su estilo dibujístico<br />
firme y limpio muchas vistas y recodos del espacio urbano capitaleño. Sus conocimientos<br />
pictóricos le llevaron a emplear dos técnicas. Una, llamada tricomonía, era<br />
empleo de colores para retocar retratos, luego sometidos a una segunda toma por el fotógrafo<br />
Abelardo Rodríguez Urdaneta. La otra técnica bautizada con el calificativo quikoleúm,<br />
le sirvió para realizar retratos, entre ellos el de Trujillo y el de Stenio Vincent,<br />
hechos en 1939.<br />
Xavier Amiama|Paisaje banilejo (detalle)|Óleo/madera (restaurado)|29 x 41.5 cms.|C.1930|Col. Centro Cultural Eduardo<br />
León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Durante la década del 1930 asume Gimbernard numerosos encargos de diseño de portadas<br />
de obras literarias y reafirma con más fuerza comunicativa el <strong>arte</strong> de la ilustración de<br />
la que es un pionero conjuntamente con Nino Ferrúa, Manuel de Catalán (Eolo) y Enrique<br />
Tarazona, los dos primeros, ilustradores de portadas que se asocian al <strong>arte</strong> nuevo y<br />
autor el segundo de gráfica publicitaria, manifestación visual de la que es Bienvenido<br />
Gimbernard un gran maestro. Sus anuncios publicitarios extendidos desde 1919 hasta los<br />
años del 1940 ofrecen una variación temática y estilística que incluye tanto el anuncio<br />
comercial, la estampa caricaturesca y el «comic» simple o secuenciado. En sus enfoques,<br />
el autor alterna los mundos sociales, preferenciando la recreación de escenas populares.<br />
Epocas, costumbres, usos y marcas comerciales adquieren categoría de estética comunicativa<br />
/ documental con este formidable maestro del dibujo moderno y muy dominicano.<br />
Autor de dos obras teatrales inéditas, aunque llevadas a escena por la notable actriz Divina<br />
Gómez (Casta de Hombres y <strong>El</strong> Premio Cayó Repartido), Gimbernard participa<br />
como expositor en muestras <strong>nacional</strong>es organizadas por Díaz Niese, quien escribe a propósito<br />
de una serie de estampas que expone en la Galería Nacional de Bellas Artes con<br />
el título Grandeza y decadencia del ritmo y la galantería. Dada la importancia del análisis del<br />
indicado crítico, se refieren los fragmentos correspondientes al artista y a la obra: «Los<br />
admirables dibujos de Gimbernard, –novedad, depuración, movilidad–, delicadamente<br />
valorados en tonos grises de perfecta gradación, prueban cómo un tema desinteresado,<br />
que no da margen a interpretaciones locales bien definidas, puede tener, caricaturizado<br />
con belleza, su origen y su fin en sí mismo, sin apelar a oportunistas aplicaciones morales,<br />
políticas o pedagógicas. Solo una prodigiosa intuición de los valores estéticos pudo<br />
conducir al dibujante a realizar su obra con esta fuerza de expresión, tan intensa, tan moderna,<br />
tan refinada, tan verdadera, y, por ello, con caracteres tan perdurables. / Nos inquieta<br />
pensar a donde podría llegar su fulgurante talento si pudiera desarrollarse bien libremente,<br />
ajeno a las truculencias y atrasados prejuicios que aún subsisten en nuestro<br />
medio. Su <strong>arte</strong>, en apariencia frívolo, es, por el contrario, de una excepcional robustez.<br />
Si requiere, para desenvolverse, gráciles temas, delicados elementos, descubre, en cambio,<br />
agudas e inesperadas relaciones y aplicaciones a quien sabe aislarse un poco del mundo<br />
exterior para buscar, más allá del simple goce visual, la substantifique moelle, es decir, verdadero<br />
placer estético. Aludimos, desde luego, a esta serie de dibujos y a algunas de sus<br />
obras de la misma vena, no a su labor de caricaturista periodístico que obliga al artista a<br />
subordinarse a fines utilitarios y le impide realizar el objetivo estético».<br />
Al exigente Díaz Niese le resulta «asombroso e inexplicable que un artista como Bienvenido<br />
Gimbernard, que frisa ya la cincuentena, pueda encontrar en sí mismo los re-<br />
|353|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|354|<br />
|385|<br />
Díaz Niese, Rafael.<br />
Op. Cit.<br />
Página 25-26.<br />
Confert.<br />
cursos espirituales y la habilidad técnica suficiente para operar una renovación tan radical<br />
de todo su <strong>arte</strong>: Estilo, tendencia, forma. Caricaturizar con belleza, lejos de toda<br />
viviente realidad, es hacer <strong>arte</strong> con singular valentía y dignidad, que no de otro modo<br />
procedieron los dibujantes del Cerámico, los tallistas de las gárgolas medioevales y de las<br />
sillerías conventuales, los enluministas de los códices y los misales góticos, o los decoradores<br />
renacentistas. Porque la visión humorista de la forma, hoy como ayer, bajo todas<br />
las latitudes, tiene la misma raíz e idéntico fin: cuánta vida en tan exiguo espacio!»|385|<br />
Bienvenido Gimbernard contrajo nupcias con la dama Concepción Pellerano a inicios<br />
del decenio de 1910, naciendo de esa unión Jacinto (n. 1913), la imagen consubstancial<br />
suya, en opinión de Robles Toledano, quien conoció íntimamente al artista y le dedica<br />
una carta pública cuando muere en 1971. Robles Toledano traza un ameno perfil tem-<br />
Xavier Amiama|Danzantes|Óleo/tela|67 x 83 cms.|1953|Col. Octavio Amiama de Castro.<br />
peramental de un ser humano risueño como en general resulta toda su producción:<br />
«¿Qué destino habrán tenido aquellos cuadros de su mano en que historió, por épocas<br />
sucesivas, nuestros bailes, desde el minué, el vals, la danza y el merengue? / Los recuerdo<br />
bien. ¡De qué suerte admirable y sugestiva, confiriéndole dinamismo a los diseños,<br />
utilizando sabia y exquisitamente las diagonales, hacía patente los pasos de cada baile hasta<br />
hacer más que fácil su identificación! / Buscaba, me consta, en conjunto, con maravillosa<br />
intuición, los valores y los tonos, la armonía de colores sobrevendría, al modo que<br />
en los amaneceres sobre los árboles que van saliendo de las sombras, cae el sol a raudales.<br />
/ Los pocos que creían adivinar en él una naturaleza desamorada y arisca, de cierto<br />
que no le conocían. Mal interpretaban sus explosivas violencias verbales».<br />
Escribe Robles Toledano: «En cierta ocasión dibujaba, semi sentado, en su alto escrito-<br />
Xavier Amiama|Vendedoras de frutas|Óleo/tela|40 x 50 cms.|Sin fecha|Col. Fidias Amiama Garrido.<br />
|355|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|356|<br />
|386|<br />
Robles Toledano,<br />
Oscar.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 251-52.<br />
Confert.<br />
|387|<br />
Amiama de<br />
Castro, Octavio.<br />
Xavier Amiama,<br />
pintor de la<br />
noche (...).<br />
Páginas 51-52.<br />
Confert.<br />
rio, ideado ad hoc por él mismo. De improviso, un tropel ruidoso de niños brotó como<br />
una cascada estruendosa de la Escuela de Don Parmenio Troncoso, quien saltó a la plazoleta<br />
de Regina, sacudiendo estrepitosamente el sosegado rincón colonial. Gimbernard<br />
se aferró, encendido en ira, a las verjas de su casa y gritó: ¡Herodes, por qué te moriste!<br />
/ Nadie, cuerdo, va a pensar que añoraba la cruel matanza de los inocentes. Era<br />
esa su graciosa manera de ser enfático. / Cuando, indignado contra la sordidez de nuestra<br />
inmunda politiquería, daba voces y decía: ‘¡Colón!, ¿por qué nos descubriste?’, expresaba<br />
lo mucho que quería a este país, en que los hombres públicos se sirven de la<br />
Patria y no la sirven jamás».<br />
En su apreciación final sobre el artista Gimbernard, señala el autor: «De todo él trascendía<br />
un penetrante olor a corazón.A los amigos fallecidos les acariciaba, ya en el féretro,<br />
la cabeza y les apretaba las manos como en un a rivederci, como en una despedida de un<br />
viaje que a su fe, iba a tener seguro retorno o perpetuo reencuentro.|386|<br />
XAVIER AMIAMA. Es la individualidad artística de su generación –la del 1930- más<br />
enigmática, desconocida, legendaria y evasora de la realidad social en la que crece, provoca<br />
pasión de toda índole e inicia una obra pictórica moderna, la cual reorienta en<br />
contenidos cuando se refugia en la vecina nación haitiana. En este país contribuye a la<br />
orientación de muchos pintores y se inscribe como uno de los protagonistas del <strong>arte</strong><br />
<strong>nacional</strong>.<br />
Hijo del dominicano José María Amiama y de la cubana Dolores Quezada, miembra de la<br />
élite familiar habanera, Xavier nació en el país materno, en Guantánamo, el 3 de febrero<br />
de 1909. Conflictos políticos determinaron que la pareja Amiama-Quezada decidiera trasladarse<br />
a República Dominicana en 1913. En este año alcanzaba Xavielito –como le llamaba<br />
la familia–, los cuatro años de edad. Su arribo a la tierra paterna estuvo marcada por<br />
el extravío: «Era un niño precioso (…) <strong>El</strong> mismo día de su arribo a San Pedro de Macorís,<br />
ciudad del suroeste que en esos tiempos era la más próspera del país, el niño fue caminando<br />
inadvertidamente calle abajo. Distraído al llegar a la esquina, perdió la orientación y<br />
se extravió por completo. Inmersos en la emoción de la llegada, desmontando un copioso<br />
equipaje, no notaron de inmediato su ausencia. Pensaron que estaría por ahí jugando con<br />
sus primos. Cuando vinieron a notar su ausencia, el niño no aparecía por ninguna p<strong>arte</strong>.<br />
Su primo Manuel Antonio, que tenía por esos tiempos 14 años, movilizó a sus buenos amigos<br />
macorisanos, quienes lograron encontrarlo en brazos de una señora de color, que afirmó<br />
haberlo encontrado deambulando y que ella ‘había tomado ese niño tan bello, para evitar<br />
que alguien pudiera robárselo, pero sin ninguna mala intención’. Se comprobó que esto<br />
era así, y la señora pidió que de vez en cuando le dejaran ver ese niño».|387| Xavier Amiama|Crepúsculo|Óleo/cartón|42 x 32 cms.|1960|Col. Octavio Amiama de Castro.<br />
|357|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|358|<br />
|388|<br />
Idem.<br />
Páginas 53-56.<br />
Confert.<br />
Desde temprana edad manifiesta Xavier Amiama interés hacia la pintura, preferenciando<br />
esta vocación frente al aprendizaje de la escuela primaria a la que asistía, en la que<br />
muestra poca aplicación. Convertido en adolescente comenzó a desatarse de los controles<br />
familiares, dando rienda suelta a su temperamento libérrimo que espontáneamente<br />
le sitúan frente a la aventura. En 1923, teniendo 14 años, abandona familia, escuela y<br />
ciudad, en compañía de un desconocido ‘hougan’ que se dedicaba a la sanación, recorriendo<br />
los campos cañeros, quien le convirtió en su asistente hasta que los dos fueron<br />
apresados por la policía. «Esa estadía en la cárcel fue una de sus mejores experiencias.<br />
Enterado su padre del encierro, le hizo soltar reintegrándolo en forma enérgica en su<br />
hogar. Pero el joven había tomado gusto a la libertad y a sus recónditos placeres». Después<br />
de enfermar de fiebre maligna y recuperar la salud volvió a escapar.|388| Sus hui-<br />
das eran continuas hasta que decide ubicarse en la ciudad capital a donde decide volver<br />
a la escuela y asumir trabajo. <strong>El</strong> biógrafo del pintor Octavio Amiama de Castro establece:<br />
«Entre 1927 y 1928, Xavier, para poder costearse sus estudios y contribuir con<br />
algo a los gastos de su casa, trabajaba los sábados pagando jornales en el acueducto.<br />
Quienes ejecutaban este tipo de trabajo eran conocidos como ‘listeros’. Este oficio disgustaba<br />
a Xavier, tan presumido y bien vestido como era. Resultaba un poco chocante<br />
Xavier Amiama|Retrato|Crayon/papel|28 x 20 cms.|1938|Col. Museo George S. Nader.<br />
Xavier Amiama|Velero en Salinas de Puerto Hermoso Baní|Óleo/cartón|52 x 34 cms.|1931|Col. Fidias Amiama Garrido.<br />
para los sencillos obreros, pues según quienes le conocieron en esa etapa, era bello como<br />
un príncipe y siempre bien vestido, aunque ligeramente petimetre.Además, su mente,<br />
concentrada en el <strong>arte</strong> (…) tenía forzosamente que carecer del poder de concentración<br />
en las cosas mundanas, necesario para ejecutar los detalles de su trabajo, que a él<br />
resultaba intrascendente».<br />
De acuerdo al biógrafo: «Xavier optó por montar un pequeño estudio fotográfico en la<br />
Calle Arzobispo Meriño, con la ayuda de sus hermanos César, Luis y Salvador. César le<br />
ayudaba físicamente. Los otros dos económicamente, ya que habían logrado, a pesar de<br />
las dificultades y gracias al gran prestigio de la familia, obtener sendos empleos en el<br />
ministerio de hacienda, donde su tío abuelo Xavier Amiama Urdaneta, había sido varias<br />
veces en el pasado, titular de esa c<strong>arte</strong>ra./Pero ni en ese trabajo se sentía totalmen-<br />
te a gusto (…) No se sentía con la misma libertad que en un estudio, creando y refocilándose<br />
con sus vivencias y diablillos interiores».|389|<br />
En el medio capitalino, el joven Xavier Amiama fue discípulo de varios centros escolares<br />
en donde se fortalece más adecuadamente su interés artístico ya que en las mismas<br />
se ofrecen cursos de dibujo impartidos por las señoritas Concha y Dujarric, la primera<br />
hija del reconocido Arquímedes de la Concha, y la segunda asociada a la labor forma-<br />
Xavier Amiama|<strong>El</strong> tamborero|Óleo/tela|Sin fecha|Col. Privada.<br />
Xavier Amiama|Retrato de un hombre|Óleo/cartón|48 x 36 cms.|Sin fecha|Col. Fidias Amiama Garrido.<br />
|359|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|389|<br />
Idem.<br />
Páginas 57-58.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|360|<br />
|390|<br />
Amiama,<br />
Manuel A.,<br />
testimonio<br />
referido a Octavio<br />
Amiama. Idem.<br />
Página 169.<br />
Confert.<br />
|391|<br />
Amiama, Octavio.<br />
Idem.<br />
Páginas 56-60.<br />
Confert.<br />
|392|<br />
Lugo Lovatón,<br />
Ramón.<br />
Revista Bahoruco<br />
Nº 178, 20 de<br />
enero de 1934.<br />
Página 9.<br />
Confert.<br />
tiva que había emprendido Celeste Woss y Gil. Precisamente él se convierte en alumno<br />
de la Academia de Dibujo y Pintura, establecida por la conocida pintora. Aunque<br />
también recibió clase particular de Carmita Peña de Ortega Frier|390| –formada en la<br />
escuela de Abelardo–, realmente la decisiva orientación la ejerce la Woss y Gil. «<strong>El</strong>la le<br />
tomó bajo su protección e hizo mucho por él, pero era muy posesiva y celosa. Así pasaba<br />
con muchas mujeres atraídas poderosamente por su encanto, su hermosura y su talento».|391|<br />
Los juicios críticos evalúan la obra de Amiama en 1934. Expone junto a condiscípulos<br />
de la Academia Woss y Gil (Fernández Fierro, Carmita Peña, Carmela Fiallo y Delia<br />
Weber), y de él se opina lo siguiente: «Este joven pone en sus cuadros más de lo que ve<br />
él por dentro y menos de lo que tiene por delante. En sus retratos <strong>El</strong> muchacho de las piñas<br />
y en <strong>El</strong> alfarero, se manifiesta la tendencia a poner en los rostros el alma del que posa<br />
y de verdad que a veces consigue el joven Amiama cumplir su ambición pictórica.<br />
En el primero de los cuadros mencionados, luce <strong>El</strong> muchacho de las piñas unos ojos garzos<br />
y en ellos una mirada lejana que es todo un triunfo. Con aquellos ojos, Amiama,<br />
como con su cara de niño la señora de Ortega Frier, dejan ampliamente satisfechos a<br />
sus admiradores. La misma negra que figura entre los cuadros de la señora de Ortega<br />
Frier, la encontramos en los de Amiama.Aunque en distinta posición, hay en todo ello<br />
un franco desarrollo y una técnica que ya sorprendimos en el Muchacho de las piñas a<br />
quien Pedrito Contín catalogó de Jesús de la Glebas; ese mismo aire semi distraído y que<br />
parece sea característica generalizada en el joven Amiama. Su retrato de Maruja tiene un<br />
sabor de ciertos cuadros sajones, donde una como niebla, vaguedad herencia de algún<br />
lejano bisabuelo, nimba la pequeña figura hecha sobre una inspiración cuasi mística.Todo<br />
ello nos obliga a decir que nuestro juicio es: «Que Amiama, para tener tan corto<br />
tiempo está en completa discrepancia con el adelanto que se dentota en sus cuadros».|392|<br />
Un segundo juicio lo emite Franklin Mieses Burgos en un texto titulado<br />
La labor pictórica de Xavier Amiama Quezada, a quien llama ‘Joven Apeles dominicano’ cuyos<br />
bellos lienzos «son una maravillosa profusión de colores livianos, limpios (…) siempre<br />
armónicos en la subterránea relación que los subyuga al estilo personalísimo que,<br />
como un gesto del espirítu se empina por encima de toda obra magnifica». Mieses Burgos<br />
enfoca el Muchacho vendedor de piñas (óleo 1934) donde no hay pirotecnia en los tonos<br />
subidos, sino técnica simple y perfecta para ser un buen lienzo. Hay otros más, señala:<br />
<strong>El</strong> alfarero, La cara de una negra y <strong>El</strong> muchacho de las tinajas, prototipo del mestizaje<br />
isleño «sin nada de abarrotamiento. Todo limpio, mesurado. Sin infúla de generalidad.<br />
(…) Xavier Amiama Quezada es una esperanza, una verdadera esperanza pictórica; pues<br />
tiene todo lo necesario para serlo: sentimiento artístico, personalidad y estilo; tres cosas<br />
que cada una por sí sola, autorizan a uno para poder vaticinar, sobre su claro horizonte,<br />
el porvenir risueño que le espera».|393|<br />
Durante los años iniciales de la década 1930 alcanza Amiama una formación esmerada,<br />
sobre todo rodeado de mujeres que protagonizan un abierto activismo feminista y las<br />
cuales no dejan de ser espiritualmente importantes en su vida (Celeste Woss y Gil, Carmita<br />
Peña, Delia Weber...), la cual finalmente asume el derrotero de la pintura. Durante<br />
varios años consecutivos participa en las muestras que organiza la Academia al concluir<br />
cada curso, las cuales se montan principalmente en el Ateneo Dominicano. En uno<br />
de estos eventos es premiada una obra suya. Posiblemente era un cuadro más en relación<br />
con la academia, con la inconfundible manera de la Woss y Gil, es decir, una pintura<br />
distinta a la que el joven pintor realizaba para sobrevivir, de género costumbrista<br />
que le compraban los turistas y otras personas que le trataban, que simpatizaban con él.<br />
Decidido en el camino artístico, «Amiama se pasaba la mayor p<strong>arte</strong> del tiempo pintando<br />
y cantando con su voz de barítono|394| (…) Le decían Rodolfo Valentino. La mayoría<br />
de sus amistades eran mujeres, que vivían enamoradas de él. Solía atraerlas locamente<br />
y también hasta cierta clase de hombres. (…) Vivía y vivió en los altos de la tienda<br />
La Opera, en la Calle <strong>El</strong> Conde, probablemente en una pensión que había allí. / Solía<br />
sentarse en una cafetería con un grupo de artistas y críticos (…), entre los cuales se<br />
encontraba Pedro René Contín Aybar. Debido a esas juntas, se rumoraba que él era<br />
igual, pero sin embargo se enamoró de una muchacha muy bonita, se casó y tuvo un<br />
hijo con ella».|395|<br />
Los asedios, las murmuraciones o tal vez alguna relación más o menos formal y la inquietud<br />
temperamental provocaban que Xavier Amiama escapara hacia Baní, la comunidad<br />
de sus ancestros paternos y en donde tenía buenos amigos, entre ellos el poeta<br />
Héctor Incháustegui Cabral, quien «invariablemente, tronara o venteara, salía los sábados<br />
de Ciudad Trujillo a mediodía. Llegaba a Baní en las primeras horas de la tarde y<br />
después de dedicarle su tiempo a la novia Candita y a la familia, se encontraba con sus<br />
compañeros». <strong>El</strong> poeta rememora estos encuentros: «A las diez el vecindario dormía. Sobre<br />
la calle la casa iluminada arrojaba amarillos rectángulos de luz. En el parque estaba<br />
esperándome el grupo (…). Reuníamos los centavos que teníamos, pocas veces pesos,<br />
y nos metíamos en la trastienda de una pulpería (…) Y era ron lo que bebíamos, con<br />
queso, queso salado, que sabía a vaca; pedazos de salchichón y pan cuando apretaba el<br />
hambre. Los días grandes nos visitaban salchichas ensartadas en palillo de dudosa limpieza.<br />
/ Poníamos en medio un cajón, encima la botella y los vasos. En un grasiento pa-<br />
|361|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|393|<br />
Mieses Burgos,<br />
Franklin.<br />
Revista Bahoruco<br />
Nº 186, 17 de<br />
marzo de 1934.<br />
Páginas 15 y 20.<br />
Confert.<br />
|394|<br />
Amiama, Manuel.<br />
Idem.<br />
Páginas 63-64.<br />
Confert.<br />
|395|<br />
Amiama Bonetti,<br />
Francisco,<br />
referido por<br />
Octavio Amiama.<br />
Idem.<br />
Página 64.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|362|<br />
Xavier Amiama|Joven haitiana|Óleo/tela|52 x 42.5 cms.|1940|Col. Octavio Amiama de Castro.<br />
pel el acompañamiento de turno. Nos sentábamos en cajones que a veces nos mordían<br />
las asentaderas o en sillas rústicas de palma».<br />
Recordando aquellos encuentros de Baní y de su grupo de amigos, Incháustegui Cabral<br />
habla de las discusiones: «Dios fue durante muchas semanas el tema (…). Pero siempre<br />
Dios, el mismo Dios que discutíamos metía su mano y venía otra botella. / Casi<br />
nunca llegábamos a la borrachera. A las doce nos echaban de la pulpería, cansados de<br />
oírnos disputar y sin estar ganando mayor cosa. Levantábamos el campamento en el parque.<br />
Con el aire fresco de la noche, en medio de la oscuridad, hacía rato que el pueblo<br />
estaba sin luz que suspendían a las once, cambiaban los temas. Hablábamos generalmente<br />
muy mal del amor, de su cola de celos, adulterios, locuras, pero en el corazón sabíamos<br />
que estábamos mintiendo, quien menos andaba enamorado por ahí y tenía fe en<br />
Xavier Amiama|La mujer del tambor|Óleo/tela|Sin fecha|Col. Privada.<br />
|363|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|364|<br />
|396|<br />
Incháustegui<br />
Cabral, Héctor.<br />
<strong>El</strong> Pozo Muerto.<br />
Páginas 31-33.<br />
Confert.<br />
| * |<br />
Federico<br />
Germán.<br />
|397|<br />
Idem.<br />
Páginas 34-35.<br />
Confert.<br />
la amada y fe en el amor (…). Las discusiones si interrumpían a propósito de uno de<br />
los amigos. Desentonábamos un tango que tenía que ser viejo para que supiera a pasado<br />
añorado, o canciones románticas del momento. / En los días en que tuvo en Baní<br />
una larga temporada el pintor Xavier Amiama, él cantaba y nosotros le acompañábamos<br />
tímidamente. Tenía una hermosa voz bien timbrada, varonil. Las escasas personas que<br />
pasaban por allí se detenían atraídos por el canto».|396|<br />
Las canciones de Carlos Gardel, reinterpretadas a preferencia, a capella y durante muchos<br />
momentos de sumersión del pintor en el poblado banilejo, coronaban más de una<br />
relación que incluía el ejercicio pictórico. Aquí encontró argumentos ideológico y temático<br />
para formular una obra moderna, sobre todo volcada en el entorno territorial.<br />
Esta visión paisajística se asociaba indudablemente a los temas que, de acuerdo a Incháustegui<br />
Cabral, discutía el grupo de la bohemia de Baní, entre 1929-1933: «<strong>El</strong> ron<br />
bebido así en la oscuridad, a boca de botella, cambia de gusto (…). En la sombra se oía<br />
resoplar a Federico* después de cada trago. Otros, para quitarse el mal sabor de la boca<br />
gritaban:‘¡Que bueno es estar vivo!’ / Y como no veíamos casi nada: las sombras flacas<br />
de las acacias sin hojas, el bulto redondo de los laureles que el viento mecía suavemente<br />
recortado contra el cielo, lo natural es que se hablara del paisaje.../¿Es el paisaje<br />
y hasta la figura del paisaje una consecuencia del <strong>arte</strong>, o por el contrario es el <strong>arte</strong> el<br />
que conforma paisajes y figuras? La culpa de la disparidad de criterio la tenía Oscar Wilde.Todos<br />
le habíamos leído. Cada quien tomaba partido y la discusión volvía a encenderse<br />
bajo la noche. / Yo me reía de la pretensión de Wilde.Allá los ingleses cuyas puestas<br />
de sol necesitan las indicaciones de los artistas.Aquí en el Trópico el sol para ponerse<br />
o para levantarse no pide consejos a nadie, no necesita que le señale la moda los colores<br />
que debe emplear».<br />
Cuenta Incháustegui Cabral que en este punto del trópico «Se objetaba: las puestas de<br />
sol es posible que sean iguales desde que el mundo es mundo, con las indispensables variaciones<br />
de estación y latitud pero el hombre sólo ve lo que le meten por los ojos. No<br />
hay duda de que hemos visto más puestas de sol en almanaques malos o en buena pintura<br />
que en la realidad. <strong>El</strong> <strong>arte</strong> lo que hace es indicarle al observador cuáles son los colores<br />
que debe apreciar, las nubecillas de nácar que ha de tener en cuenta, el grado de<br />
arrebol que debe percibir: No es al pie de la letra una imitación, es más bien una limitación,<br />
y las fronteras a la realidad, las traza el <strong>arte</strong>, y con el <strong>arte</strong> nacen las modas y los<br />
modos de expresión humana.Apreciar es también, en cierto modo, expresarse...».|397|<br />
La conclusión a la que se llegaba con aquella polémica sobre el paisaje y el <strong>arte</strong> era rotunda:<br />
el país demandaba que lo vieran con mejores ojos, «que se le retrate más adecua- Xavier Amiama|Retrato de una niña|Óleo/cartón|54 x 46 cms.|Sin fecha|Col. Miguel Terc.<br />
|365|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|366|<br />
|398|<br />
Idem.<br />
Páginas 36-37.<br />
Confert.<br />
|399|<br />
Idem.<br />
Página 47.<br />
Confert.<br />
|400|<br />
Herrera Cabral,<br />
César.<br />
Referido por<br />
Octavio Amiama.<br />
Op. Cit.<br />
Página 71.<br />
Confert.<br />
damente, que se le ame con ardor y conciencia», y, en consecuencia, que el <strong>arte</strong> debía<br />
ponerse al servicio de la realidad y ser más <strong>nacional</strong> acondicionándose a su medio.|398|<br />
Cuando llegaban al tema, sobre todo el poeta Incháustegui hablaba para el pintor amigo,<br />
quien de tarde en tarde «recibía una misteriosa remesa de la capital» de la que extraía<br />
su contribución para los tragos que a veces se celebraban en el barrio alegre, en<br />
donde había mujeres y baile.|399|<br />
Aquellas discusiones sobre <strong>arte</strong> y <strong>nacional</strong>idad influyeron en el espíritu moderno y receptivo<br />
de Xavier Amiama, quien «pintaba flamboyanes y rincones del pueblo» y por igual<br />
las tierras colindantes con sus casas de tablas de palma iluminadas por un sol abrazador. En<br />
Baní «tuvo varios romances y noviazgos como pareció ocurrir con unas jóvenes llamadas<br />
Cucusa Martínez y Gloria Santana. Luego se llevó a Amparo Garrido»,|400| una hermo-<br />
sura de muchacha cuyos padres se opusieron al romance. Se vio forzado a llevársela a Santo<br />
Domingo, donde contrajo matrimonio, conviviendo durante cinco meses, «hasta que<br />
el deseo de errar se apoderó nuevamente de él. Entonces llevó a su joven esposa al pueblecito<br />
de ella, pidiéndole que lo esperara, mientras iba a Haití por unos días. Nunca más<br />
volvió a verla ni conoció al hijo procreado, llamado Fidias».<br />
Xavier Amiama viaja al vecino Haití hacia el 1935, realizando una breve estadía en San-<br />
Xavier Amiama|Naturales muerta|Óleo/cartón|46 x 61 cms.|Sin fecha|Col. Fidias Amiama Garrido.<br />
tiago de los Caballeros en donde su colega Federico Izquierdo le ayuda a vender algunos<br />
cuadros. Es posible que la decisión de viajar a la hermana nación obedeciera a su<br />
temperamento inquieto, aventurero; o tal vez a la intención de usar Cabo Haitiano o<br />
Puerto Príncipe como puente para viajar al extranjero. <strong>El</strong> único biógrafo del pintor, su<br />
pariente Octavio Amiama de Castro, reúne diversas motivaciones. Una de mucho peso<br />
fue la desgracia que envolvió a la familia cuando a raíz de la campaña reeleccionista de<br />
Trujillo, en 1934, el padre del artista publicó un artículo en el Listín Diario, en el que<br />
ripostaba, acogido a la Constitución, la opinión de otro articulista que planteaba que el<br />
gobernante no tenía necesidad de acudir a la confirmación de las urnas, porque desde<br />
ya la voluntad popular lo daba por reelecto. La reelección de Trujillo fue trágica para la<br />
familia Amiama Quezada al ser destituido el padre de su «modesto pero cómodo cargo<br />
en el Ayuntamiento (…). Nunca más consiguió trabajo».|401| La miseria y la tragedia<br />
se apoderó del hogar con la muerte de una de las hijas, seducida, rechazada y humillada.<br />
La ojeriza de los trujillistas recayó sobre ellos. La muerte de José María Amiama aceleró<br />
el desmembramiento de la viuda y los hijos, en un momento en que Xavier estaba<br />
ubicado en la capital haitiana.|402|<br />
Los hermanos Amiama Quezada eran siete. Uno de ellos, Ibrahim, testimonia que Trujillo<br />
quería eliminar a Xavier «por celos de una mujer. Primero se escondió. Luego decidió<br />
escapar»;|403| aunque se rumoró que la razón que le llevó a refugiarse en Haití<br />
fue que el dictador sabía que él era amante de Porfirio Rubirosa, quien se disponía a<br />
contraer matrimonio con Flor de Oro Trujillo. La presencia del pintor «se hizo evidentemente<br />
molesta».|404|<br />
Después de recibir ayuda para cruzar la frontera dominico-haitiana, Xavier Amiama se<br />
había instalado en una pensión de Puerto Príncipe, dedicándose a pintar en su modesta<br />
habitación, exhibiendo sus cuadros en el vestíbulo del Theatre Rex, para darse a conocer<br />
y encontrar recursos económicos para subsistir. Esta improvisada muestra personal<br />
provoca la demanda docente de varias familias, lo que le lleva a instalar un taller-escuela.<br />
<strong>El</strong> escándalo de la sanguinaria matanza de miles de haitianos ordenada por Trujillo<br />
en el territorio dominicano no afectó la labor del artista, aunque es probable que<br />
aquel hecho y el rumor de que el tirano iba a invadir el territorio haitiano, provocaran<br />
en su ánimo algún temor. De todas maneras, el pintor permanece en el hermano país<br />
y al inicio del 1940 organiza una muestra de sus alumnos en el Círculo de Puerto Príncipe,<br />
exhibiendo también un conjunto de cuadros personales, en el cual se transcriben<br />
algunos temas relacionados con la nueva realidad a la que se asocia.Algunas vistas de la<br />
capital del país, de sus costas marinas y de personajes <strong>nacional</strong>es ofrecen la natural adap-<br />
|367|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|401|<br />
Amiama, Octavio.<br />
Op. Cit.<br />
Página 78.<br />
Confert.<br />
|402|<br />
Idem.<br />
Página 79.<br />
Confert.<br />
|403|<br />
Amiama, Ibrahim.<br />
referencia en<br />
Amiama de Castro<br />
Op. Cit.<br />
Página 80.<br />
Confert.<br />
|404|<br />
Sejourné, Bernard.<br />
Citado por<br />
Amiama de Castro<br />
en Op. Cit.<br />
Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|368|<br />
|405|<br />
Martial Seide,<br />
referido por<br />
Octavio Amiama.<br />
Op. Cit.<br />
Página <strong>11</strong>1.<br />
Confert.<br />
|406|<br />
Weber, Jacqueline,<br />
referida por<br />
Octavio Amiama.<br />
Idem.<br />
Página 121.<br />
Confert.<br />
|407|<br />
Valldeperes,<br />
Manuel.<br />
<strong>El</strong> Caribe, 29 de<br />
marzo de 1968.<br />
Página 5.<br />
Confert.<br />
|408|<br />
Weber, Jacqueline,<br />
referida por<br />
Octavio Amiama.<br />
Op. Cit.<br />
Página 121.<br />
Confert.<br />
tación de su mirada y de su estilo pictórico que mezcla realismo con soluciones impresionistas.<br />
Cuando a raíz de las reuniones con pintores que frecuentemente acuden a su<br />
taller, surge la idea de un Centro de Arte en Puerto Príncipe, el cual formaliza De Witt<br />
Peters en 1944, Xavier Amiama figura entre los artistas fundadores, otorgándosele rango<br />
de artista haitiano y de activista del movimiento de la pintura de esa nación. En este<br />
sentido, se expresa la opinión reconfirmatoria de Martial Seide: «En su momento se<br />
le tenía como el mejor pintor haitiano».|405|<br />
<strong>El</strong> enjuiciamiento de Jacqueline Weber amplía el nexo del pintor con Haití: «Y el joven<br />
pintor prodigio, llegado hace una veintena de años de la vecina República, bello<br />
como un Dios, tiene la frente coronada de flores radiantes prestas a marchitarse, a franquear<br />
el Rubicón (…).Y tras él la fama.Artista, bohemio, sublime vagabundo,Amiama<br />
pincela sus telas como cincelaba sus versos Baudelaire. <strong>El</strong> poeta de las Flores del mal lo<br />
habría llamado sonrientemente ‘Mi hermano’. / Que le sea agradecido al haber elegido<br />
a Haití como 2da patria y de profundizar cada día el ritmo embriagador de nuestros<br />
tambores, los rápidos de nuestros ríos, el contonearse de nuestras campesinas, las pupilas<br />
de fuego de sus machos y los acentos patéticos de su <strong>arte</strong>».|406|<br />
Una muestra de pintores haitianos celebrada en Santo Domingo permite que Valldeperes<br />
se refiera a Xavier Amiama y a Antonio Salen, nacidos en el país: «Las obras exhibidas<br />
en esta oportunidad comprenden entre otros, los nombres de Joseph Jacobo, Dicudomé<br />
Cedor, Luckner Lazar, Roaul Viard, Denis Emile, Lucien Price, Petion Savain,<br />
además de los dominicanos Xavier Amiama y Antonio Salen que viven en Haití y que<br />
desde hace muchos años participan activamente en los movimientos de la pintura haitiana,<br />
que no ha dejado de ser espontánea a pesar de su modernización (...) / Amiama<br />
y Salen están situados en zonas muy distanciadas. <strong>El</strong> primero cultiva un romanticismo<br />
de tipo moderno que propicia la renovación de las viejas formas. Podríamos decir que<br />
su <strong>arte</strong> es un sentimiento. Salen, en cambio, es un pintor refinado, entregado a las más<br />
puras formas».|407|<br />
Asentado definitivamente en Haití, aquí reconfirmó el artista la aventura de su vida bisexuada,<br />
llena de amoríos más pasajeros que permanentes, marcada por la bohemia y las<br />
murmuraciones de «los moralistas, esa gente a veces tristes y rígidos, sin indulgencia para<br />
los demás», como bien escribe Jacqueline Weber, la crítica hatiana que se declara «apasionadamente<br />
enamorada de la obra de Amiama cuyo toque es tan vigoroso (...), es tan<br />
personal y vivo que puede creerse que los personajes creados por su imaginación fanática<br />
y fijados por su pincel mágico pueden respirar, sufrir, suspirar y amar».|408| La Weber<br />
escribe a propósito de una de las individuales que, como un rito conmemorativo,<br />
celebraba el pintor cada 3 de febrero, fecha de su natalicio, registradas por lo regular en<br />
el Centre D’Art. Precisamente, De Witt Peters, a quien se le atribuye la fundación formal<br />
de esta institución y quien era su director, también comenta otra muestra personal<br />
del artista: «Xavier Amiama pinta con una vivacidad –con brío– las escenas de la vida<br />
de las masas haitianas y con frecuencia embauca a sus vecinos de Belosse para que le sirvan<br />
de modelos. / Su sentido del movimiento y de búsqueda de luz, le caracteriza como<br />
el más puro de los pintores impresionistas del movimiento contemporáneo de Haití,<br />
no obstante ser nacido en el extranjero. / Su importante lienzo Invocation a L’Assotor<br />
caracteriza el género en el cual el pintor evoluciona con la mayor desenvoltura: ritmos<br />
de llama, dramáticos colores y candilejas teatrales. / <strong>El</strong> ha establecido una casi tradición<br />
en el Centro de Arte: la de celebrar anualmente, en la fecha aniversaria de su nacimiento<br />
una exposición con las últimas producciones...».|409|<br />
Individualidad de doble costado existencial, Xavier Amiama es el único artista que se<br />
asocia a todo el territorio isleño, con un ciclo productivo inicial dominicano (1930-<br />
1935) y una extensa etapa haitiana comprendida entre 1935-1969, falleciendo en este<br />
último año. Su biógrafo Amiama de Castro lo llama ‘Pintor de Tres Banderas’,|410|<br />
porque nació en Cuba, se formó en Santo Domingo y se trasladó a Haití donde madura<br />
como artista. «Por esas razones, en su poco concurrido entierro, el modesto féretro<br />
que le proporcionaron sus amigos, fue cubierto con tres banderas, las de aquellas naciones<br />
del Caribe que le vieron nacer, crecer y morir».|4<strong>11</strong>|<br />
|369|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|409|<br />
De Witt, Peter.<br />
Texto crítico de<br />
1955, referido por<br />
Octavio Amiama.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas <strong>11</strong>9-20.<br />
Confert.<br />
|410|<br />
Amiama, Octavio.<br />
Idem.<br />
Página 147.<br />
Confert.<br />
|4<strong>11</strong>|<br />
Idem.<br />
Página 15.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|370|<br />
|412|<br />
Revista<br />
Cosmopolita<br />
de 1934.<br />
Confert.<br />
|413|<br />
Hernández Franco.<br />
Tomás.<br />
La Opinión,<br />
1932. Op. Cit.<br />
Confert.<br />
3|4 Un núcleo de mujeres pintoras<br />
A más de su decidida y firme vocación artística, varios factores influyeron en la inicial<br />
manera pronunciativa de Xavier Amiama, comprendida entre 1930 y 1935, que es su<br />
etapa dominicana. Un factor es el nexo de su pintura con la del también juvenil Yoryi<br />
Morel, cuya notable exposición del 1932 estimuló un cambio en los pinceles, «con una<br />
técnica que da mayor relieve»|412| «y resuelve el problema del trópico (...), lo que ese<br />
trópico nuestro tiene de luminoso».|413| Un segundo factor es la vinculación que él<br />
establece en Baní como integrante de un grupo que en sus discusiones reflexiona sobre<br />
la literatura y la pintura, subrayando la necesidad de que el <strong>arte</strong> se acondicionara a<br />
la realidad, para que fuera <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong>. <strong>El</strong> tercer factor es la relación de Amiama con<br />
varias mujeres decisivas en el aprendizaje de las técnicas de dibujar, de pintar y de rein-<br />
Genoveva Báez|Marina|Óleo/madera|56 x 81 cms.|1978|Col. Marcelo Vargas.<br />
terpretar los asuntos temáticos. Su gran maestra fue Celeste Woss y Gil, aunque también<br />
recibió orientación de Carmita Peña y de otras docentes que le iniciaron en la materia<br />
artística en los centros de la escolaridad regular.<br />
La generación a la que pertenece Amiama se desenvuelve en una época difícil para<br />
quien decide ser artista; y serlo era una desgracia para las familias que de repente descubrían<br />
esa vocación en algún descendiente. «La gente veía a los pintores como personas<br />
con ideas locas, incapaces de producir recursos para vivir (…) y los veían con tristeza<br />
y creían que los cuadros eran para regalar».|414| Los que decididamente se arriesgaban<br />
a la alegría y al dolor en un medio social limitadísimo, enfrentaban privaciones y<br />
lo peor:Al escarnio cuando los rígidos moralistas advertían que al <strong>arte</strong> sumaban sus cultores<br />
la subversión de las normas más convencionales.<br />
En una época en que se fusionan la etiquetada moral victoriana con el código de la rectitud<br />
fascista del trujillismo, las ojerizas de la fiscalización pública no perdonaban que<br />
un pintor como Amiama fuera un libérrimo de corazón, o que una dama tan distinguida<br />
como la Woss y Gil, no solo pintara desnudos y fuera feminista, sino que viviera como<br />
esposa en casa ap<strong>arte</strong> y que celebrara su divorcio con un festivo pasadía siendo su<br />
exconsorte el principal invitado. La separación de los esposos había sido por mutuo<br />
acuerdo.|415|<br />
En medio de una sociedad encabezada por hipócritas, orientándose con una doctrina<br />
ultraderechista y con un rancio machismo que fortalecía la figura de un jefe supremo,<br />
le era difícil a los hombres disentir con su libertad de comportamiento y más a las mujeres,<br />
cuyas únicas vías de desenvolvimiento era ser amas de casa o maestra escolar cuando<br />
no se arriesgaban a asumir cualquier profesión liberal como la del <strong>arte</strong>, en la que<br />
muchas de las que exploraron este campo depusieron la vocación. Las pocas mujeres<br />
que se quedaron militando, sobre todo en la pintura, se individualizan en comportamientos<br />
como los siguientes: algunas asumen el magisterio, ejerciendo en muchos casos<br />
el profesorado en dibujo; casadas o no, otras continúan realizando una obra pictórica<br />
en el hogar, recluidas en la soledad, situación que no las priva de ser reconocidas como<br />
artistas mujeres; unas terceras ofrecen más de un desenvolvimiento social, incluido<br />
el activismo público de la pintura; un aspecto común a casi todas es que transitan de la<br />
Academia de Abelardo a la Academia de la Woss y Gil, reflejando la producción una doble<br />
señal estilística.<br />
Asociadas en el género, en la similar escolaridad y en el <strong>arte</strong>, no obstante, se diferencian<br />
como féminas que se desenvuelven con las personales referencias. Estas otras mujeres<br />
que se nuclean con las notables pintoras Woss y Gil e Ibarra son p<strong>arte</strong> de la generación<br />
|371|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|414|<br />
Franco Vda. Suro,<br />
Maruxa.<br />
Referida por<br />
Ana Mitila Lora.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|415|<br />
De Woss y Gil,<br />
Ana, dato ofrecido<br />
verbalmente al<br />
subscribiente en<br />
julio del 2000.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|372|<br />
artística del 1930. <strong>El</strong>las sobreviven como nombres familiares, a veces marginadas, casi<br />
olvidadas. <strong>El</strong>las son: Genoveva Báez, Margarita Billini, Carmencita Hernández, Carmita<br />
Peña, Rosalydia Ureña Alfau, Americana Valdes y Delia Weber, entre otras, parecen<br />
coincidir con el canto Alfarero Celeste que escribiera Carmen Natalia, poeta-mujer cuya<br />
voz solitaria comienza a escucharse precisamente en el mismo decenio. <strong>El</strong> canto proclama:<br />
«Alfarero Celeste: / Yo soy un pobre trozo de barro no cocido... / Pero al través<br />
del barro posa mi voz de lluvia, / y la arcilla está blanda para el contorno vivo».<br />
«Seré como tú quieras que yo sea: / ánfora de fino cuello, esbelta y suave, / o una de esas<br />
viejas toscas y sin belleza, / donde a sorbos cansados / bebe calladamente la pobreza...»<br />
«Alfarero Celeste, date prisa, / Porque un viento de locura, puede secar la arcilla / antes<br />
de que tus manos le den forma pura. / Modélame a tu antojo, hazme como tu quie-<br />
Genoveva Báez|Vista de la Casa del Tostado|Óleo/cartón|50 x 60 cms.|Sin fecha|Col. Museo de la Familia Dominicana.<br />
reas, / porque pulida o burda, tosca o fina/ tendrá sobre mi barro la huella de tu mano,<br />
/ y tu mano es divina...».|416|<br />
GENOVEVA BÁEZ (1895-1980) estudió con Celeste Woss y Gil, luego de una temprana<br />
orientación en la academia de Rodríguez Urdaneta. <strong>El</strong>la se convierte en un caso<br />
curioso en el quehacer del <strong>arte</strong> dominicano, debido al enclaustramiento hogareño y<br />
barrial en el que desenvolvió su vida de mujer educada familiarmente por tías religiosas,<br />
las cuales le inculcaron un apacible y metódico catolicismo de práctica cotidiana.<br />
Además, porque se aferró a una soltería compensada en la vocación pictórica, fuerte, activa,<br />
cultivada en la soledad de los muros de la vivienda colonial en que siempre vivió<br />
hasta su muerte. Nunca realizó una exposición individual.Apenas se recuerda una participación<br />
suya en muestras colectivas, pero fue conocida y estimada por un sector so-<br />
Genoveva Báez|Antigua Casa del Tostado|Óleo/cartón|50 x 60 cms.|Sin fecha|Col. Museo de la Familia Dominicana.<br />
|373|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|416|<br />
Carmen Natalia,<br />
fragmentos de<br />
Alfarero Celeste,<br />
referencia en<br />
Manuel Rueda<br />
Dos Siglos de<br />
Literatura (...)<br />
Poesía II.<br />
Páginas 180-82.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|374|<br />
cial que estuvo pendiente de su producción: coleccionistas, gente de iglesia, vecinos y<br />
lejanos parientes que buscando despojarla de los bienes heredados lograron incautarle<br />
gran p<strong>arte</strong> de los cuadros que reservaba como colección patrimonial, entre ellos cuadros<br />
de su autoría.<br />
Mujer artista caracterizada por la mansedumbre, madurada a plenitud hasta el término<br />
octagenario de la existencia, esa condición la revela en su obra pictórica más significativa.<br />
Es la ceñida a un peculiar interiorismo de recinto habitual que alternó con otro tipo<br />
del hacer pictórico, impuesto por la demanda, o respondida por la complacencia<br />
personal de pintar como otro acto de fe religiosa.<br />
La pintora Genoveva Báez nació en la ciudad capital, residiendo en la zona intramuros<br />
definida por los trazados y las viejas edificaciones coloniales. La ubicación en este me-<br />
dio ambiente –establece Judet Hasbún– «era los estrechos espacios formados por los interiores<br />
de su casa hasta el balcón. Fuera de él lo complementa el convento de los dominicos,<br />
el Colegio La Salle y los caserones antiguos donde estaba la Casa de España.<br />
Ap<strong>arte</strong> de ese ambiente tan cerrado, se conocen pocos desplazamientos a otros sitios a<br />
donde ella pudo haber dado rienda suelta a su imaginación y a su capacidad artística<br />
(...). Este encierro cuasi obligado, o tal vez deliberado, la hicieron olvidarse o desesti-<br />
Genoveva Báez|Pucho|Óleo/cartón|39.5 x 51cms.|Sin fecha|Col. Marcelo Vargas.<br />
mar la pintura de género o costumbrista, por cuyo sendero dan los primeros pasos casi<br />
todos los pintores».|417|<br />
En la academia abelardoniana, Genoveva Báez aprendió la manera de reproducir iconos<br />
pictóricos, lo cual era el más tradicional método de la escolaridad artística, salvo los casos<br />
de pintores que como Alejandro Bonilla (1820-1901), recreaban de memoria asuntos y<br />
personajes que les fueron conocidos, que recordaban con cierta clarividencia. En cuanto<br />
a la Báez, el método de la reproducción le permitió pintar muchas veces el cuadro anónimo<br />
de la Virgen de la Altagracia que data del siglo XVII, y cuyo original forma p<strong>arte</strong> de<br />
la pinacoteca de la Catedral Primada. De la misma manera que repitió esa pintura religiosa,<br />
también reprodujo uno de los retratos de Du<strong>arte</strong>, realizado por Bonilla y otros cuadros<br />
realizados por encargo. En algunas ocasiones hizo réplicas de obras personales.<br />
Independientemente de la tarea de la copia pictórica ajena, Genoveva Báez fue una excelente<br />
retratista. Explica el crítico Hasbún: «sus parientes más cercanos y los niños que<br />
se criaron en su derredor le hicieron permanecer largas horas frente a su caballete. Algunos<br />
retratos como el de su madre fueron pintados posando, o sea al natural, pero la<br />
mayoría fueron improvisados, aprovechando una posición distraída o una postura elegante<br />
de los retratados.Todos poseen la virtud de representar con verdadera fidelidad la<br />
Genoveva Báez|Mellizas Chita y Mayán Báez|Óleo/cartón|34 x 46 cms.|1940|Col. Marcelo Vargas.<br />
|375|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|417|<br />
Hasbún, Judet.<br />
<strong>El</strong> Caribe,<br />
Suplemento de 12<br />
de julio de 1980.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|376|<br />
Genoveva Báez|Patio del hogar de los Báez|Óleo/canvas|63 x 40.5 cms.|1970|Col. Marcelo Vargas.<br />
fisonomía de las personas (...). Sin embargo, esta cualidad de retratista no la explotó al<br />
máximo».|418|<br />
La pintura más representativa de Genoveva Báez, es la que revela su carácter interiorista,<br />
su espíritu resarcido en un discurso pictórico solitario. Es pintura que se relaciona a<br />
la topografía hogareña, a veces expandida fuera del ámbito como ocurre con su obra<br />
Catedral de Santo Domingo: nave lateral. En su enfoque hogareño y tipográfico se vuelca<br />
hacia todos los ángulos espaciales, mostrando un preferencia por el patio-jardín. <strong>El</strong>la<br />
cultiva el tema con una frescura descriptiva del recinto, en donde aire, luz, flora, arquitectura<br />
y otros elementos son conjugados con tonos cromáticos suaves y lánguidos.<br />
Centrada en ese solitario interiorismo, esta pintura suya asume una poética naturalista<br />
sin precedente comparable en nuestra historia artística.<br />
Genoveva Báez|Vista del patio de los Báez|Óleo/cartón|55.5 x 76.5 cms.|1950|Col. Marcelo Vargas.<br />
|377|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|418|<br />
Idem.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|378|<br />
MARGARITA BILLINI (1909-1990) perteneció también a la última generación<br />
que se asoció a la escolaridad abelardiana, con la característica de convertirse en una<br />
pintora activa, permanente, aunque atrapada tanto en el ambiente del hogar como en la<br />
recreación documental de la añeja monumentalidad capitalina.<br />
Espíritu selecto, sensible y conocedora de la historia y del <strong>arte</strong>, Margarita Billini laboró su<br />
pintura durante largas décadas, en el autorrecogimiento que la Familia Fiallo Billini se impuso<br />
frente al régimen dictatorial de Trujillo. <strong>El</strong>la estaba casada con Antinoe Fiallo Rodríguez<br />
(1903-1991) formado también en la Academia de Abelardo, autor de paisajes y retratos<br />
familiares.Él y su familia eran desafectos silenciosos del régimen que imperaba en el país.<br />
La franca pero callada divergencia política de los Fiallo Billini determinaba que la pintora<br />
Margarita Billini no apareciera en los registros oficiales del quehacer artístico, co-<br />
nociéndose la pintura suya en los círculos de amigos, parientes, y a posterioridad de los<br />
30 años de dictadura, cuando es invitada a participar en muestras colectivas y realiza exposiciones<br />
personales. Cuando el Museo de Arte Moderno acepta la iniciativa de Alette<br />
Simons de organizar la Exposición Santo Domingo La Mujer y <strong>El</strong> Arte 1978, se incluyen<br />
tres obras de Margarita Billini: Nocturno (óleo 1977), Bodegón (óleo 1968) y Margaritas<br />
(óleo 1968). Para entonces ella había registrado una de las tres exposiciones in-<br />
Genoveva Báez|Floral|Óleo/tela|50 x 35.5 cms.|Sin fecha|Col. Marcelo Vargas.<br />
Genoveva Báez|Esperando el carro|Óleo/madera|50 x 35.5 cms.|1940|Col. Marcelo Vargas.<br />
dividuales que celebró en vida. Su última presentación personal fue en marzo de 1990,<br />
falleciendo meses después.<br />
Enferma, en silla de ruedas y sumergida entre las pertenencias de su amplia vivienda familiar,<br />
ella pintó hasta el último momento. En su haber muchos cuadros paisajísticos.<br />
Paisajes dominicanos todos ellos, plenos de luz y de alegría en los que el mar, el valle o<br />
la montaña han sido trazado no solo con oficio, sino también con amor.<br />
La crítica María Ug<strong>arte</strong>,|419| con conocimiento de la pintora y de sus producción nos dice<br />
que en los paisajes, los «Colores manejados con pinceladas hábiles captaron el amanecer<br />
y el crepúsculo, el discurrir de un arroyo o la plenitud del mar. Pero son quizás los árboles<br />
y las flores quienes protagonizan los lienzos de esta pintora tan amante de la naturaleza como<br />
de las piedras centenarias que constituyen nuestro rico acervo arquitectónico». En efec-<br />
to, Margarita Billini se distinguió sobre todo por una pintura documental o reproductora de<br />
remotas construcciones, más de las veces tratados como imágenes de la memoria perdida.<br />
En sus cuadros más conocidos, ella enfoca monumentos diversos concebidos como se<br />
percibían en determinados ambientes de antaño. «Ap<strong>arte</strong> de sus valores estéticos estas<br />
obras (...) representan hoy día un testimonio válido de la arquitectura colonial, debido<br />
a que ella, respetuosa siempre de la verdad, se inspiraba en modelos auténticos, princi-<br />
Margarita Billini|Rostro|Lápiz/papel|23.5 x 17.5 cms.|1921|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Margarita Billini|Perfil|Lápiz/papel|22.5 x 14.5 cms.|C.1920|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|379|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|419|<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
<strong>El</strong> Caribe.<br />
Suplemento.<br />
19 de septiembre<br />
de 1992.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|380|<br />
palmente, gráficas antiguas, tales como viejas fotografías de las cuales había logrado reunir<br />
una importante colección».A las apreciaciones citadas añade la Ug<strong>arte</strong>: «Los recuerdos<br />
tienen el poder de trasladarnos a otro mundo y los cuadros de margarita Billini llevan<br />
de la mano para recrearnos con los viejos tiempos de la colonia o para observar junto<br />
a ellos, algunos motivos simples, pero no por ello menos interesantes».|420| <strong>El</strong>la fue<br />
realmente desde los años de 1930 una traductora permanente del habitat más añejo de<br />
la nativa ciudad que sus ojos retuvieron para entonces, no como fue transformándose.<br />
CARMENCITA HERNÁNDEZ, también oriunda de la ciudad capital, en donde<br />
nació probablemente entre finales de la década de 1910 y principio de la siguiente, era<br />
reconocida como pintora y docente, sobre todo al dedicarse a la enseñanza artística para<br />
niñas y niños. <strong>El</strong>la puede ser considerada una de las primeras maestras dominicanas<br />
de la creatividad infantil, poseyendo la escuela-taller en la calle Arzobispo Nouel, en la<br />
Zona Colonial. En este centro educativo recibió Marianela Jiménez su primera orientación<br />
cuando era una infante que no alcanzaba los diez años.|421|<br />
<strong>El</strong> plantel que dirigía Carmencita Hernández era reconocido con el nombre Escuela de<br />
Dibujo y Pintura Ramfis, apodo este último del hijo mayor del dictador que gobernaba<br />
el país. Su directora había realizado su formación artística en la Academia de Rodríguez<br />
Margarita Billini|Casa calle Sánchez #52|Óleo/cartón|77 x 50 cms.|1968|Col. Familia Fiallo Billini. Margarita Billini|Fuerte San Gil|Óleo/tela|47 x 71 cms.|1982|Col. Familia Fiallo Billini.<br />
|381|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|420|<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
<strong>El</strong> Caribe,<br />
Suplemento,<br />
19 de septiembre<br />
de 1992.<br />
Confert.<br />
|421|<br />
Jiménez,<br />
Marianela.<br />
Testimonio verbal<br />
al subscribiente,<br />
año 1999.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|382|<br />
|422|<br />
Memoria de 1939,<br />
de la Secretaría de<br />
Educación.<br />
Página 179.<br />
Confert.<br />
|423|<br />
Catálogo<br />
Segunda<br />
Exposición<br />
Nacional (...),<br />
febrero 29 de<br />
1944.<br />
Página 24.<br />
Confert.<br />
Urdaneta y había alcanzado la reputación necesaria para que fuera designada, en 1939,<br />
miembra de la comisión que integraron además Delia Weber y Virginia Dubreil, para<br />
evaluar al alumnado de la Academia que dirigía la Woss y Gil.|422|En 1941, con motivo<br />
de la Exposición Nacional curada por Díaz Niese, ella es seleccionada para participar<br />
con paisajes dominicanos, uno de los cuales, titulado Antes de la lluvia (óleo 1940), presentado<br />
también en la Segunda Bienal, celebrada en 1944. <strong>El</strong> Catálogo que se edita en<br />
relación a este evento, se anotan los datos siguientes: «Hernandez de Adler, Carmencita.<br />
Nació en Ciudad Trujillo. Hizo sus primeros estudios artísticos bajo la dirección del<br />
maestro Abelardo Rodríguez Urdaneta. Ha expuesto en esta ciudad, en Santiago de los<br />
Caballeros y en el Riverside Museum de Nueva York. Fue profesora de dibujo de la Escuela<br />
Normal de Señoritas. Actualmente es dibujante de la Comisión de Límites Geo-<br />
gráficos Nacionales. En 1939 ilustró los manuales de Infantería del Ejército Nacional.<br />
Concurrió a la Primera Exposición Nacional de Artes Plásticas celebrada en la Galería<br />
del Ateneo Dominicano en Diciembre de 1941 con cinco paisajes dominicanos».|423|<br />
Carmencita, única rúbrica que usaba para firmar sus cuadros, se distinguió en el paisaje,<br />
aunque cultiva otros géneros. Casada, se marcha a Nueva York, en donde establece<br />
residencia, perdiéndose su rastro en una etapa –años del 1950– en la cual el <strong>arte</strong> nacio-<br />
Margarita Billini|Retrato de Máximo Gómez|Óleo/tela|46 x 36 cms.|1986|Col. Familia Fiallo Billini.<br />
Margarita Billini|Flores|Óleo/madera|37 x 27 cms.|1929|Col. Familia Fiallo Billini.<br />
nal alcanzaba definiciones significativas. En la ciudad de los rascacielos muere en 1962.<br />
CARMITA PEÑA, al igual que Carmencita Hernández Peña, Margarita Billini y Genoveva<br />
Báez, estudia en la Academia de Abelardo, continuando su formación con Celeste Woss<br />
y Gil, probablemente cuando esta maestra abrió su Estudio Escuela en los años 1924-1928,<br />
ya que a inicios de la década del treinta ella es maestra particular de Xavier Amiama. Sobre<br />
esta relación se transcribe el siguiente testimonio que refiere Octavio Amiama: «No puedo<br />
asegurar que Xavier fuera alumno de Abelardo Rodríguez Urdaneta. Como este murió en<br />
1933, es posible. Pero de quien estoy seguro que (...) sus maestros fueron: Doña Carmen Peña,<br />
la que fuera esposa de mi gran amigo Lic. Julio Ortega Frier, y Celeste Woss y Gil Ricart.|424|<br />
/ Doña Carmita lo quería como un hijo y le hizo un retrato muy bueno que me<br />
regaló posteriormente.Yo consideré justo que lo tuviera su hijo Fidias y se lo regalé».|425|<br />
A las notas testimoniales que se han citado, Octavio Amiama agrega: «Conozco cuatro<br />
retratos de Xavier (...) <strong>El</strong> cuarto de Carmita Peña lo posee su hijo unigénito Fidias, los<br />
rasgos en él son acentuados, pero no llegan a constituir una supramáscara, como un decorado<br />
tenebroso que se suele superponer al dulcíneo rostro original del artista, como<br />
señala Wilde ocurría a su personaje Dorian Gray.|426|<br />
Nacida en Santo Domingo e hija de José Peña y Carmen Julia Henríquez, se desconocen<br />
públicamente las obras de Carmen Peña. En relación a su ejercicio y obra, el único juicio<br />
que se tiene al alcance lo ofrece Eduardo Matos Díaz,quien al reproducir una caricatura que<br />
le hiciera, anota que sus cuadros, que aún se conservan son un impresionante exponente de<br />
la sensibilidad de nuestras mujeres. Sus óleos que no carecen de singular originalidad revelan<br />
talento pictórico y moderado academicismo que la coloca entre las más notables pintoras<br />
dominicanas del presente siglo.|427| Este criterio corrobora con el emitido por Ramón<br />
Lugo Lovatón en 1934, el cual señala: «Carmita Peña de Ortega Frier se gasta como estudiante<br />
de pintura, una desenvoltura en sus ejecuciones, que mañana, no hay duda, podrá<br />
conquistar un triunfo resonante en la carrera que ahora emprende. En sus retratos hay mucho<br />
de los retratados y bastante de ella.Me impresiona,por ejemplo,su retrato de Ayda Contín<br />
con su atrevimiento de ciertas escuelas francesas que brinda en sus obras de ese género<br />
Aida Ibarra. En el colorido se descubre ligereza o impaciencia en algunos de sus cuadros. En<br />
resumen, es fecunda y dispuesta. <strong>El</strong> triunfo de ella está, en que siga estudiando».|428|<br />
Pittaluga comenta, específicamente, el retrato de Ayda Contín y otros dos: «uno de un<br />
niño cuya ejecución es magnifica (...). La síntesis de su labor, juzgo que está allí, en<br />
aquel niño de mirada imprecisa, pálido y en cuyo rostro imberbe, la luz y la sombra hacen<br />
un juego marfilino encantador que ilumina toda la expresión maravillosamente.<br />
Casi no he tenido tiempo de ver el resto de sus obras, contemplando aquel niño (...)».<br />
|383|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|424|<br />
Amiama, Manuel<br />
A., testimonio<br />
referido por<br />
Octavio Amiama,<br />
Op. Cit.<br />
Página 61.<br />
Confert.<br />
|425|<br />
Idem.<br />
Página 73.<br />
Confert.<br />
|426|<br />
Amiama, Octavio.<br />
Op. Cit.<br />
Página 157.<br />
Confert.<br />
|427|<br />
Matos Díaz.<br />
La Fisonomía,<br />
la Caricatura<br />
y la Risa.<br />
Página 75.<br />
Confert.<br />
|428|<br />
Lugo Lovatón,<br />
Ramón.<br />
Revista Bahoruco<br />
Nº 178, 20 de<br />
enero de 1939.<br />
Página 9.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|384|<br />
Carmita Peña (atribuido)|Retrato de Xavier Amiama con su nombre|Óleo/cartón|48 x 40 cms.|Sin fecha|Col. Fidias<br />
Amiama Garrido.<br />
«Una negra de tres cuartos, casi de frente, gozó de todo mi acogimiento. <strong>El</strong> cuadro es tan<br />
real que teme uno acercarse como si fuera a desprenderse del lienzo un desagradable olor<br />
a almizcle. Su Negro de perfil lleva unos pómulos y se gasta una cachucha tan ajustada al<br />
tipo, que denotan en la señora artista un asimilamiento perfecto de ese joven caballero<br />
nuestro que goza de prestigio en los hospedajes y en los circos de maroma».|429|<br />
La producción y la proyección pictórica de Carmita Peña estuvo limitada por el medio<br />
social y por el enlace matrimonial con Julio Ortega Frier, uno de los hombres más notables<br />
durante la primera mitad del siglo XX, no solo como hombre público, de sólida formación<br />
intelectual y éxitos profesionales, sino como ciudadano y gran reputación, amante<br />
del coleccionismo artístico y mecenas que protegió a un gran número de los intelectuales<br />
y artistas que llegaron a Santo Domingo como exiliados europeos a partir de 1938.<br />
Ortega Frier había contraído matrimonio, en 1920, con Carmen Peña Henríquez –nombre<br />
completo de Carmita–, quien en datos biográficos que escribiera define la personalidad<br />
del esposo y de sus relaciones hogareñas: «...de temperamento vivo, puntual, disciplinado,<br />
apacible, desprendido, un gran señor en la vida privada (...) Julio contaba historietas<br />
y enseñaba canciones a sus hijos (...) Rafael Andrés y María de la Altagracia. En los fines<br />
de semana, muchos de los cuales pasaba en el campo, don Julio se entretenía dibujando<br />
planos, construyendo establos y analizando en un pequeño laboratorio (...). Ortega<br />
Frier fue un gran romántico, incapaz de ver la vida en términos de monotonía...».|430|<br />
Posiblemente el culto marido estimuló la disposición pictórica de Carmita Peña, de manera<br />
que fuera orientada por los maestros con los cuales se relacionaba, especialmente con la Woss<br />
y Gil;pero seguramente la comprometida vida profesional del consorte,los viajes,la atención<br />
a los hijos y las constantes tertulias celebradas en el hogar, mermaron sus posibilidades artísticas.La<br />
muerte del cabeza de familia,la tragedia acentuada por el suicidio de la hija y la mendicidad<br />
del hijo en plena juventud,fueron capítulos del terrible silencio de sepulcros que envolvió<br />
el nombre y la vida de Carmita Peña de Ortega Frier a partir de la década de 1950.<br />
AMÉRICA VALDEZ es otro de los nombres que se asocian a la generación del decenio<br />
de 1930 y que trascienden el período con un desenvolvimiento itinerante, de muchos<br />
registros en colectivas, con una momentánea caída en la labor pictórica producida en los<br />
distintos espacios familiares en que se desenvuelve. Hija de padres asturianos, nació en Santo<br />
Domingo en 1908, estudiando contabilidad y pintura en edad juvenil.A esta doble formación<br />
se refieren sus palabras: «Recuerda que en su juventud se hizo contable y aunque<br />
fue la primera mujer dominicana invitada para integrar el personal de un banco, no pudo<br />
ejercer su profesión porque su padre, de ideas anticuadas se negó a que la muchacha saliera<br />
de su hogar para laborar en una oficina donde todos los empleados eran hombres».|431|<br />
|385|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|429|<br />
Idem.<br />
Página 8.<br />
Confert.<br />
|430|<br />
Referencia de<br />
Carmita Peña,<br />
en Reyna Alfau.<br />
La Pieza del mes<br />
1982-1984.<br />
Página 161.<br />
Confert.<br />
|431|<br />
América Valdez<br />
referido por<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
<strong>El</strong> Caribe,<br />
Suplemento, 31<br />
de enero de 1987.<br />
Página 12.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|386|<br />
|432|<br />
Catálogo Segunda<br />
Exposición<br />
Arteclub.<br />
Página 18.<br />
Confert.<br />
|433|<br />
América Valdez<br />
referido por<br />
Ug<strong>arte</strong>, María.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|434|<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
La Valdez recibió clases de pintura y dibujo con Don Abelardo Rodríguez Urdaneta<br />
desde el año 1926 hasta 1930.|432| <strong>El</strong>la testifica que él: «...era un consagrado al <strong>arte</strong>;<br />
un maravilloso profesor. <strong>El</strong> me dejaba crear y me estimulaba a que siguiera mis impulsos.<br />
Pero sabía también orientar, aconsejar, corregir. Recuerdo que cuando terminé un<br />
cuadro cuyo tema era una chorrera, él, al verlo, se limitó a comentar: sólo le falta el ruido<br />
(...) Abelardo acostumbraba a elogiarla delante de intelectuales (...) y en más de una<br />
ocasión externó su opinión de que (...) estaba llamada a ocupar un lugar destacado dentro<br />
del <strong>arte</strong> dominicano».|433| Casada con Enrique Sanz García, tuvo la suerte de que<br />
el esposo la animara a seguir pintando, labor que continuó, al trasladarse la pareja a La<br />
Romana, en donde fijan residencia, convirtiéndose la comunidad y sus alrededores en<br />
fuentes de una objetivación recreadora. <strong>El</strong> litoral, los campos y la luminosidad regional<br />
surtieron las telas, muchas de ellas vendidas a extranjeros que frecuentaban la región. En<br />
La Romana, realizó dos tablas para la Logia Masónica Faro. Los temas respectivos fueron<br />
<strong>El</strong> Bautismo de Jesús por San Juan y Moisés recibiendo la Tabla de la Ley.<br />
América Valdez, además de pintar activamente, se incorpora como expositora de colectivos<br />
durante los años 1947-1949. Sus obras figuraron en una muestra selectiva de mujeres<br />
artistas dominicanas llevadas al Brasil en 1949, posteriormente exhibida en la Galería<br />
de Bellas Artes situada entonces en la Calle <strong>El</strong> Conde. Al inicio de la década de<br />
1950, residiendo en Venezuela, un cuadro suyo fue admitido en el XII Salón Oficial de<br />
Arte. En este período sufrió el impacto de la pintura vanguardista que no pudo entender<br />
ni sentir, autoacusándose de incapacitada. Su entusiasmo artístico «se enfrió y frustrada<br />
por completo, guardó los pinceles, colores y paleta, y permaneció artísticamente<br />
inactiva hasta que en los años 70, presionada por su hija Zoraida y convencida ya de<br />
que aún sin acatar las corrientes de moda podía seguir siendo artista, comenzó a pintar<br />
de nuevo. Habían pasado unos 20 años, pero recuperó la seguridad en sí misma y su<br />
amor por el <strong>arte</strong>».<br />
Lo expresado anteriormente son anotaciones de María Ug<strong>arte</strong> quien, juzgando la trayectoria<br />
pictórica de la autora, señala que su estilo era y sigue siendo tradicional, con<br />
una influencia muy clara del impresionismo. Octagenaria y viuda con hijos y nietos que<br />
conservan muchos cuadros suyos, ella realiza una pintura fresca, optimista, joven, vigorosa<br />
incluso, sin perder su delicadeza y espiritualidad. Porque al pintar la naturaleza –que<br />
es su modelo preferido– la señora Valdez siente que se acerca a Dios.Todavía hacia los<br />
años de 1990 ella sigue pintando marinas, ambientes rurales y árboles con su pulso de<br />
dama menuda, con facciones finas, pero blanqueada por el largo tiempo de la vida a la<br />
que le habla con un tono de voz dulce y pausado.|434|<br />
NINON LAPEIRETTA, también conocida con el apellido de casada: Ninón de<br />
Brouwer, nació en Santo Domingo en 1907. Desde pequeña muestra una sensibilidad<br />
orientada hacia las <strong>arte</strong>s, especialmente hacia la música. «Antes de aprender a hablar correctamente<br />
ya estudiaba piano»,|435| continuando el aprendizaje con maestros particulares<br />
que fortalecen su tendencia hacia la producción compositiva, la cual consolida estudiando<br />
con el maestro español Enrique Casal Chapi, en el inicio de la década de 1940.<br />
Con una personalidad muy abierta y atractiva se dedica a escribir composiciones musicales<br />
formales que le proyectan como músico <strong>nacional</strong>, con dominio de instrumentales<br />
de la guitarra, mandola, mandolina y piano. Simultáneamente, pinta como distracción<br />
complementaria, siendo seleccionada para figurar en la Exposición Nacional programada<br />
para celebrarse en 1941, y la cual es celebrada en enero de 1942. En el catálogo<br />
editado para la ocasión, su ficha participativa ofrece el siguiente perfil: «Nació en<br />
Ciudad Trujillo. Ha cultivado con éxito la Música, la Poesía y la Pintura. No ha tenido<br />
maestros. Expone por la primera vez: Seis acuarelas fantásticas (finger painting)».|436|<br />
<strong>El</strong> conjunto de pinturas presentadas por Ninón de Brouwer había sido realizado sin pinceles,<br />
directamente con los dedos. Esta inusitada y novedosa técnica se registraba por primera<br />
vez en la historia de las <strong>arte</strong>s visuales del país, siendo su resultado la ejemplar obra que titula<br />
Wagneriana, al mismo tiempo una obra experimental y de visualidad abstracta, de formas<br />
volumétricas y en movimiento. Las producciones logradas con el finger painting (pintar con<br />
los dedos) fueron objeto de demanda por los amigos y seguidores de la singular artista, cuyo<br />
lenguaje por lo regular figurativo plasmaba un temario de flores y paisajes. No pretendía<br />
Ninón Lapeiretta ser una pintora relevante, aunque ésta es una faceta muy personal que<br />
complementaba a la pianista, compositora y animadora de la música en general, aunque especialmente<br />
de la culta. Esta animación la llevó a emprender muchos proyectos, entre ellos<br />
la Sociedad Pro Arte que fundó en 1953 y dirigió por más de veinte años. Murió en 1989.<br />
DELIA WEBER (1900-1982), hija de Juan Esteban Weber*y Enriqueta Pérez, nació<br />
en Santo Domingo y desde muy joven mostró una personalidad ardorosa, cultivada y<br />
sensible hacia el saber, hacia la condición del género a la que pertenecía y, especialmente,<br />
hacia las <strong>arte</strong>s. Por igual asumió la producción literaria y la pintura, inconforme siempre<br />
de ser una autora estacionaria. Esta propensión temperamental la convierte en una<br />
de las notables mujeres dominicanas que se desenvuelven desde los años del 1920 en<br />
adelante y que son nombres inevitables en el activismo sociocultural de la nación. <strong>El</strong><br />
nombre de esta singular mujer se asocia al protagonismo principal de La emboscada de<br />
Cupido, filmación cinematográfica dirigida por Francisco Arturo Palau en 1922.<br />
Adolescente, Delia Weber había recibido orientación artística de los pintores Adolfo Gar-<br />
|387|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|435|<br />
Incháustegui,<br />
Arístides.<br />
Por Amor al Arte.<br />
Página 46.<br />
Confert.<br />
|436|<br />
Catálogo<br />
Exposición<br />
Nacional, 1941.<br />
Página 10.<br />
Confert.<br />
| * |<br />
Orfebre e hilógrafo.<br />
Fundador<br />
de la Casa Weber,<br />
la más antigua<br />
joyería de Santo<br />
Domingo.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|388|<br />
cía Obregón y Abelardo Rodríguez Urdaneta, ya que en 1918 realiza una obra fechada<br />
en París. Para entonces, el ímpetu juvenil se debatía entre la propensión hacia las <strong>arte</strong>s y<br />
las limitadas condiciones del medio social, de acuerdo a sus particulares palabras: «absorbía<br />
por esos días mis actividades intelectuales la pintura que hoy como entonces es mi<br />
mayor pasión. Pero la carencia de medios en nuestro país, me ha hecho abandonarla...<br />
Mi temperamento, genuinamente contemplativo y exaltado en la soledad de su sueño, se<br />
refugia, por así decirlo, en sus concepciones, cuyo carácter un poco fantástico viene a justificar<br />
el hecho de la carencia de escenario... Este es... uno de los elementos que ...ha determinado<br />
en mi obra literaria el predominio, casi absoluto, del elemento irreal...».|437|<br />
Como escritora que publicó varios libros a partir del 1939, la crítica aprecia que su estilo literario<br />
es impresionista (...) realizado con un sentido sensual pictórico, en cierto modo se-<br />
Adolfo García Obregón (atribuido)|Retrato de Delia Weber|Óleo/tela|86.5 x 57 cms.|Década 1920|Col. Moisés Coiscou. Delia Weber|Casa donde nació Trujillo en San Cristóbal|Tinta/papel|25 x 30 cms.|1934|Col. Moisés Coiscou.<br />
|389|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|437|<br />
Weber, Delia.<br />
Carta del 1923<br />
referida por<br />
Ilonka Nacidit<br />
Perdomo en<br />
Mujer y Arte<br />
Dominicano.<br />
Página 71.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|390|<br />
|438|<br />
Contín Aybar,<br />
Pedro René.<br />
Antología Poética<br />
Dominicana,<br />
anotación.<br />
Página 147.<br />
Confert.<br />
|439|<br />
Weber, Delia.<br />
Encuentro,<br />
Referido por<br />
Contín Aybar.<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
mejante al idealismo destinista de Maurice Maeterlinck.Además de ser estimada como la más<br />
prominente cultivadora del poema en prosa (...). Es la mujer que canta y lleva a su canción<br />
el ensueño.|438| Aunque publicó sus primeros poemas en 1918,sus primeros dos libros formales<br />
fueron Ascuas vivas y Encuentro, los cuales fueron publicados en el mismo año (1939).<br />
<strong>El</strong> ensueño, el idealismo y la irrealidad poética, se caracterizan por estrofas que se citan a manera<br />
de ejemplo: «Iba por el campo pisando las espigas. / Mis pies eran ligeros y mi cuerpo<br />
como una sombra. / Me reñiste por no saber lo que hacía. Oí al viento sollozar; / pero no<br />
comprendía... / De lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños... / Quise<br />
sentir el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste<br />
por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí... / Distraída, jugaba en<br />
el olvido de todo. Me llamaste desde lejos... / Corrí a tu encuentro... / Cuando llegué esta-<br />
bas pálido,volviste la espalda y,yéndote,me señalabas atrás.Yo me senté a llorar;pero no comprendí...<br />
/ Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo...Y las regaba por<br />
donde habías pasado tu... Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido; pero no viniste...<br />
/ Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era...) cogí agua, flores y espigas,<br />
y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo... / Sonriendo me diste el conocimiento:<br />
aquel campo era mío. / Y besé tu agua, tus espigas y tus flores...».|439|<br />
Delia Weber|Jarrón con flores rojas|Óleo/tela|61 x 45.5 cms.|C.1940|Col. Familia Coiscou Lantigua.<br />
Delia Weber|Retrato de una niña|Lápiz/carboncillo|43 x 28 cms.|Década 1920|Col. Moisés Coiscou.<br />
Delia Weber|<strong>El</strong> angustiado (retrato de Xavier Amiama)|Óleo/madera|86 x 55 cms.|1930|Col. Moisés Coiscou.<br />
|391|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|392|<br />
La presencia de dos mujeres en la capital del país, Abigaíl Mejía y Celeste Woss y Gil,<br />
contribuyó al fortalecimiento de la conciencia de Delia Weber. Con ellas solidariza porque<br />
son mujeres intelectuales, además pintoras y militantes de los derechos naturales de<br />
la mujer equiparados con los del hombre. <strong>El</strong>la se convierte en una de las primeras discípulas<br />
del Taller Escuela que la Woss y Gil establece en 1924. Un año antes ha contraído<br />
matrimonio con Máximo Coiscou Henríquez, con quien tiene cuatro hijos: Rodolfo<br />
Juan, Enrique, Antonio y Salvador; pero el enlace de la pareja se rompe en una etapa<br />
en que muchas mujeres defienden su derecho al desarrollo, a la militancia y sobre<br />
todo a la libertad personal. <strong>El</strong> divorcio de Delia Weber se asocia al de la Woss y Gil, al<br />
de Abigaíl Mejía y de otras muchas compañeras sufragistas.<br />
En la etapa del 1930, Delia Weber es maestra graduada y labora en la Escuela Normal de Va-<br />
rones, en donde enseña dibujo.También es una de las animadoras del Club Nosotras y entre<br />
otros activismos asume más de lleno el quehacer pictórico con el cual cubre una extensa<br />
etapa de naturalezas muertas, paisajes y retratos que se fundamentan en el modelo directo,<br />
que exhibe en exposiciones que comienzan a celebrarse en instituciones públicas o que<br />
adornan los espacios de su residencia localizada en el barrio de Santa Bárbara. En el 1942 la<br />
enfoca Zoilo A. Ulloa: «Delia Weber es una escritora consagrada... el amplio salón de su ho-<br />
Delia Weber|Del tocador|Óleo/cartón|28 x 56 cms.|1932|Col. Familia Coiscou Lantigua.<br />
Delia Weber|Jarrón con flores y libros|Óleo/cartón|60 x 50 cms.|1940|Col. Familia Coiscou Lantigua.<br />
|393|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|394|<br />
|440|<br />
Ulloa, Zoilo A.,<br />
referido por<br />
Ylonka Nacidit<br />
Perdomo.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 71-72.<br />
Confert.<br />
gar está lleno de sus soberbios cuadros y como descuella en los colores de los paisajes, también<br />
descuella de una manera magistral como retratista, en cuyas pinturas revela un gran<br />
temperamento artístico, no por la pureza de las líneas, sino por la rigurosidad de los detalles.<br />
En los cuadros de naturaleza muerta, su pincel es de una vivacidad sorprendente».|440|<br />
Galardonada por la obra Naturaleza muerta (óleo 1932), en el Concurso que Organiza el Ateneo<br />
Amantes de la Luz, de Santiago (1934), su estilo objetivo, poco ornamentado, realista y<br />
de interpretación sensible se advierte en algunos retratos, en especial el de Xavier Amiama.<br />
Este conocido artista fue el modelo para el lienzo <strong>El</strong> arrepentido (óleo 1930) que Nacidit Perdomo<br />
considera pintura excepcional: «Una valoración estética de la misma nos permite observar<br />
que el rostro es una imagen de un hombre que transmite en sus rasgos delineados de<br />
manera fluyente, una composición definida, la perfección de los trazos y el cuidado de los<br />
detalles (...). <strong>El</strong> hombre de este cuadro parece masticar su memoria, el máximo mal, las instancias<br />
del presente, el callado hoy, con el vaso, el cigarrillo y el trago (...). Lo extraordinario<br />
de este lienzo es que en él hay una constatación del instante que desaparece (...) este cuadro<br />
está fechado en 1930. Se desconoce qué tiempo Weber trabajó en él, pero se sabe que posó<br />
para el mismo el también pintor Javier (o Xavier) Amiama,que se ‘autoexilió’en Haití».|441|<br />
Enjuiciando su participación en una exposición conjunta de cinco jóvenes artistas, celebrada<br />
en 1934, se escribe lo siguiente: «Delia Weber es una mujer originalísima y de<br />
sus cuadros lo que más me ha impresionado es su técnica para imitar el cristal. Delia, en<br />
una casa decoradora en los Estados Unidos, ganaría dinero imitando cristales. De los varios<br />
cuadros interiores que expuso, hay unos Jarrones chinos maravillosos que denuncian<br />
un gusto exquisito en su manera de interpretar la Naturaleza muerta. Como Delia logra,<br />
Delia Weber|Mesa de estudio (detalle)|Óleo/madera|55.5 x 86 cms.|1932|Col. Familia Coiscou Lantigua. Delia Weber|<strong>El</strong> estudiante|Óleo/cartón|44 x 56 cms.|1932|Col. Familia Coiscou Lantigua.<br />
|395|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|441|<br />
Nacidit-Perdomo,<br />
Yolanda.<br />
Idem.<br />
Página 73.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|396|<br />
Delia Weber|Flor del sol|Óleo/cartón|50 x 40 cms.|1947|Col. Familia Coiscou Lantigua.<br />
y es difícil, dar vida a eso inanimado que la inspira y la hace laboriosa. Por cierto, uno<br />
de sus paisajes, impresionista, y en el que figuran unos árboles, brinda fuertes contrastes<br />
de luces y sombras que le acredita para una beca en el College Femenine de Boufemont.Allí<br />
hay algo, que no se sospecha en ninguna otra de sus obras presentadas. Nuestro<br />
juicio al final es este: que Delia tiene mucho gusto y sobre todo luce mucha serenidad<br />
en sus pinturas. Eso quizá, le inclina, a ser pobre o sobria en los colores».|442|<br />
Cuando la Secretaría de Estado de Educación organiza la Exposición Nacional, celebrada<br />
en la Galería Ateneo Dominicano en 1941, Delia Weber forma p<strong>arte</strong> de los 28 participantes<br />
que conforman artistas refugiados y criollos. <strong>El</strong>la es una de las cinco mujeres seleccionadas<br />
y exhibe dos naturalezas muertas y un tercer cuadro titulado <strong>El</strong> estudiante, en los cuales<br />
mantiene la constancia estilística compleja y densa para el tema humano y de representaciones<br />
claras, inmóviles y objetivas cuando se trata de elementos concretos.Tal estilística<br />
varía para el decenio de 1950, cuando es la señora de C<strong>arte</strong>a Bonmati.|443| Las obras que<br />
presenta en la Octava Exposición Bienal de Artes Plásticas: Canción híbrida (óleo 1956) y<br />
Canción de amor (óleo 1956) la han aproximado a la pintura lírica y pura, es decir, a la abstracción<br />
expresionista con la que prosigue caminando como artista y como mujer.<br />
ROSALYDIA UREÑA ALFAU es de la últimas egresadas de la Academia de Abelardo.<br />
Asume desde 1932 un papel docente en la ciudad natal, San Pedro de Macorís, en donde<br />
funda una academia que precisamente lleva el nombre de su maestro. En la memoria de la<br />
Secretaría de Estado de Educación y Bellas Artes, correspondiente al 1940, se registra el desenvolvimiento<br />
del plantel formativo con una matrícula de 30 escolares de ambos sexos,con<br />
edades entre 7 y 14 años, becados p<strong>arte</strong> de ellos por el gobierno y a cargo de ella como única<br />
maestra.|444| Aunque la escuela fue localista como la pintora, es justo reconocerle un<br />
temperamento de mujer decidida, animada por una entrañable vocación de servicio en la<br />
comunidad petromacorisana a la que retornó para difundir su experiencia artística, sensibilizando<br />
a núcleos sociales muy jóvenes. Hacia el inicio de los años cuarenta eran muy pocas<br />
las academias de enseñanza artística; por consiguiente, la fundada por la Ureña Alfau fue<br />
un hito provinciano y hasta <strong>nacional</strong> en una época de escasas iniciativas particulares.<br />
En cierta manera desconocida por la colectividad, debido al hecho de su localización en<br />
la provincia, se ha señalado que la Ureña Alfau celebró varias exposiciones en San Pedro<br />
de Macorís.|445| Esta opinión tiene que ver con las muestras anuales de su academia,<br />
de sus alumnos, o más bien se apoya en la presencia de obras suyas en eventos colectivos.<br />
Ciertamente, cuadros suyos se registran en exposiciones relevantes, entre las que señalamos<br />
los siguientes: a|1939 Sala de Arte Moderno del Museo Nacional. <strong>El</strong>la figura<br />
en esta pinacoteca oficial con el Retrato de Gastón Deligne (óleo, 1938). b|1941 Exposi-<br />
|397|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|442|<br />
Lugo Lovatón.<br />
Op. Cit.<br />
Página 9.<br />
Confert.<br />
|443|<br />
Contín Aybar.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|444|<br />
Memoria del año<br />
1942, Secretaría<br />
de Estado de<br />
Educación.<br />
Páginas 224-225.<br />
Confert.<br />
|445|<br />
Cartagena<br />
Portalatín, Aida.<br />
Galería de Bellas<br />
Artes. Catálogo.<br />
Página 99.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|398|<br />
ción Nacional, Galería del Ateneo Dominicano. Concurre con tres obras: dos paisajes y<br />
una cabeza de campesino. c|1950 Quinta Exposición Bienal de Artes Plásticas.<br />
<strong>El</strong> que se incluyeran obras de Rosalydia Ureña Alfau en la gestación pública de la pinacoteca<br />
del Estado (1939) y en la primera gran muestra <strong>nacional</strong> auspiciada por la oficialidad<br />
que representaba su curador, Díaz Niese, constatan la relevancia de la pintora. Posiblemente<br />
fue una deferencia que toma en cuenta su labor docente, pero ella es una de<br />
las cinco mujeres que figuran junto a veintitrés varones, más bien pintores modernos<br />
(Gausachs, Suro, Pascual, Izquierdo,Yoryi...). Las cinco pintoras eran Ninón Lapeiretta de<br />
Brouwer, Celeste Woss y Gil, Carmencita Hernández, Delia Weber y Rosalydia Ureña.<br />
La Ureña Alfau cultivó por igual el bodegón, el retrato y el paisaje, apreciándose en todos<br />
esos asuntos un apego al terruño, sobre todo a la patria chica que representa la comunidad<br />
nativa, respecto del cual el Paisaje de la toma (Macorís), óleo/madera del 1940,<br />
es tema emblemático de ese vínculo.<br />
Con una escasa fuente documental que no ofrece los pormenores existenciales de esta<br />
mujer pintora, la biografía de ella se reduce básicamente a su nombre, a algunos registros<br />
de sus obras y de sus participaciones en muestras, e igualmente a la asociación con<br />
la fundación de la Academia Abelardo Rodríguez Urdaneta y de un puñado de alumnos<br />
que se conocen como p<strong>arte</strong> de las raíces del <strong>arte</strong> dominicano que germinó al parecer<br />
entre 1932-1950(?) en la ciudad conocida como la Sultana del Este.<br />
Además del Retrato de Deligne, que formó p<strong>arte</strong> de la primera sala oficial de <strong>arte</strong> moderno<br />
y de los restantes cuadros exhibidos en la muesta <strong>nacional</strong> del 1941, más bien del<br />
1942 y sucesivas, se han conocido distintos cuadros de Rosalydia Ureña, facilitados a la<br />
luz pública por coleccionistas. Entre ellos se encuentran paisajes y un Bodegón con frutas<br />
(óleo/cartón 1945); igualmente paños ornamentados por ella, pertenecientes a la Parroquia<br />
San Pedro Apóstol, de la nativa ciudad.<br />
<strong>El</strong> ejercicio docente asumido por Rosalydia Ureña produce un núcleo de jóvenes pintores<br />
y pintoras petromacorisanos, aunque plantearon una escuela provinciana con la<br />
definición de otras escuelas localistas. No significa tal carencia un cultivo que de manera<br />
independiente recoja la herencia abelardiana, por el estilo de vida del maestro, académico,<br />
neoclásico, romántico. Era Abelardo, además, un maestro con orientación muy<br />
realista, si se toman en cuenta sus notables esculturas –Caonabo y Uno de los tantos– y<br />
quizás ejecuta alguna obra diferenciada, si se comprueba que es suyo el cuadro Miseria<br />
humana (óleo/tela, sin fecha) p<strong>arte</strong> de los tesoros del Banco Central de la República<br />
Dominicana, y en el cual el tema narrativo y social ofrece acentuación cercana al costumbrismo<br />
e impresionismo que irrumpe a partir del decenio de 1930. Rosalydia Ureña|Retrato de Gastón Deligne|Mixta/madera|62.5 x 51 cms.|1938|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
|399|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|400| |401|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
Desconociéndose el grueso de la producción de Rosalydia Ureña, es su alumnado el que<br />
permite reconocer esa supervivencia abelardiana, que incluso ella mantiene como expositora<br />
de bienales, como organizadora de muestras anuales de sus alumnos y arrinconada<br />
en la Academia donde al parecer sostuvo una labor desde 1932 hasta los años 1950.<br />
Si bien se salva del olvido <strong>nacional</strong>, al ser rescatada por las investigadoras de Arteclub, organización<br />
dedicada a buscar las raíces del <strong>arte</strong> dominicano, con muy buenos resultados,<br />
con muchos de sus discípulos ocurre lo mismo. Entre los artistas indicamos los nombres<br />
y obras del núcleo que se asocia por igual a la pintora Ureña y a San Pedro de Macorís:<br />
Aurora Julián de Alam. Nacida en 1922, al parecer cultiva con preferencia la naturaleza<br />
muerta y el paisaje citadino o petromacorisano en estilo académico naturalista.<br />
Casada muy joven, su producción queda replegada al recinto familiar.<br />
Ondina Knipping L’Official. Nació en 19<strong>11</strong>, iniciando estudios con Rosalydia Ureña<br />
y luego George Hausdorf. Cultivadora del paisaje, prefiere el temario exótico, conociéndose<br />
La leyenda de Homero y Las Ninfas, de narrativa escénica y legendaria.<br />
Anacaona Sánchez. Nació en 1905. Es autora de una serie de pinturas, entre ellas Escena<br />
de un Harem, el cual muestra a un grupo de hermosas mujeres entretenidas por la<br />
narrativa de un hombre. Casó con un médico, con el cual procreó tres hijos.<br />
Marianela Silfa. Nacida en 1918, sobresale como paisajista, sus obras La montaña y Río,<br />
exhibidas mucho tiempo después de su período formativo y de su condición de mujer<br />
casada y de madre mantienen un tono familair al de su maestra.<br />
Alejo Martínez García. (1926-1961) Uno de los alumnos de Rosalydia que se recuerda<br />
siendo un participante de las exposiciones anuales de la Academia. Su interés hacia<br />
la pintura fue sustituido por la carrera médica, la cual ejerció en la Colonia Judía de<br />
Sosúa hasta que murió en manos de los remanentes esbirros de la tiranía trujillista.<br />
Rodolfo Rijo (Ruddy). Es el alumno más relevante de los orientados en la Academia<br />
Abelardo Rodríguez Urdaneta que funciona en San Pedro de Macorís entre 1932-1950.<br />
En este centro obtiene consecutivos premios en exhibiciones anuales y, aunque asume<br />
otras carreras profesionales (agrimensura y planificación arquitectónica), no abandona el<br />
campo pictórico, el cual ejercita residiendo en el exterior. Expone en colectivas registradas<br />
en Estados Unidos. Darío Suro señala en el libro Arte Dominicano (1969) que Rijo<br />
celebra dos individuales en la ciudad de Nueva York.<br />
Otros pintores contemporáneos, de los ya citados, son Luis Dinsey (1915-1968), Sussan<br />
Duvergé (1903-1982), Ligio Vizardi (1895-1968); a los que se añaden nombres más jóvenes<br />
asociados a la Escuela Nacional de Bellas Artes:Albertina Serrallés (n. 1922), Marcial<br />
Schotborgh (n. 1931), Luis Martínez Richiez (n. 1928), y otros.<br />
3|5 Los nombres masculinos<br />
que completan la generación de 1930<br />
En la Exposición Nacional con fecha de diciembre de 1941, constituida por dibujos,<br />
esculturas, grabados y pinturas, se conocieron o registraron públicamente nuevos nombres<br />
artísticos relacionados a la generación de 1930, reconfirmándose otros ya reconocidos.<br />
En ellas aparecen artistas criollos y artistas que se encuentran asilados en el país.<br />
Esta importante muestra es realmente la primera Exposición Bienal de Artes Plásticas.<br />
Fue inaugurada oficialmente por el Generalísimo Trujillo en persona el día 10 de enero<br />
de 1942.|446|<br />
Un resultado que produce la exposición bienal es el aumento de la Colección Estatal<br />
con adquisiciones de obras de artistas que no figuraban en la misma; obras de los <strong>nacional</strong>es<br />
Juan Bautista Gómez, Celeste Woss y Gil, Bienvenido Gimbernard, Delia We-<br />
Federico Izquierdo|Vista de Santiago|Óleo/tela|1998|Col. Familia Ceballos Estrella.<br />
|446|<br />
Díaz Niese.<br />
Un Lustro de<br />
Esfuerzo Artístico.<br />
Página 76.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|402|<br />
|447|<br />
Idem.<br />
Página 74.<br />
Confert.<br />
|448|<br />
Mañón Arredondo.<br />
Listín Diario,<br />
25 de septiembre<br />
de 1988.<br />
Página 8.<br />
Confert.<br />
ber, Federico Izquierdo, Joaquín Priego,... e igualmente de los artistas refugiados: Pascual,<br />
Hausdorf, José Gausachs,Vela Zanetti y Lothar, entre otros. Esta muestra, y otra que<br />
le precede, celebradas con motivo de la II Conferencia Interamericana del Caribe (1-<br />
15 de junio de 1940), se convierten en «exhibiciones síntesis o índices comprobatorios<br />
de las fluctuaciones artísticas al compás de las vicisitudes del vivir y de las múltiples influencias<br />
y tendencias que las nutren y vivifican».|447|<br />
Afectado por el devenir <strong>nacional</strong>, el <strong>arte</strong> dominicano hasta el 1940 ofrecía la doble faceta<br />
de la vicisitud histórica. Por un lado prosperaba como fenómeno espiritual, como<br />
manifestación de la cultura, pero además incluía las situaciones adversas que sobre todo<br />
enfrentaban sus protagonistas en el plano humano, productivo, social y hasta político. En<br />
términos reales, nadie entonces en la república podía dedicarse plenamente a vivir pin-<br />
tando y vendiendo sus obras.|448| Los artistas más reconocidos o más metidos de lleno<br />
en el quehacer de las <strong>arte</strong>s tenían que ganarse el sustento asumiendo otras tareas diferentes<br />
a la de pintor, a la de esculpir.Tenían que enfrentar la vida, las responsabilidades<br />
familiares y los costos de los materiales de producción artística, asumiendo profesiones<br />
que les dejaban poco tiempo para lo que realmente sentían como necesidad: el<br />
<strong>arte</strong> como imperioso tributo del alma y de la reconfirmación existencial.<br />
Rafael Arzeno|Rueda de vida|Óleo/tela|71 x 96.5 cms.|1964|Col. Familia Ceballos Estrella.<br />
Varios artistas tuvieron que asumir profesiones por encima de la artística. Esto lo podemos<br />
entender porque, si no encontraban mercado para sus obras, tenían que encontrar<br />
alternativa de supervivencia. Alfredo Senior y Tuto Báez, tuvieron que dedicarse a la<br />
profesión de fotógrafo y después ser pintores. Abelardo Piñeyro era sobre todo farmacéutico<br />
e Ismael López Glass se engancha a la carrera militar. Suro tiene que aceptar un<br />
cargo diplomático para poder continuar la formación en México, ya casado con Maruxa<br />
Franco; y Colson tuvo que asumir trabajos pictóricos por encargo. Los artistas que<br />
encontraron la alternativa docente, la asumieron como tabla de subsistencia con independencia<br />
a la vocación pedagógica: Celeste Woss y Gil, Juan Bautista Gómez,Yoryi<br />
Morel, Delia Weber, Rosalydia Ureña Alfau, Federico Izquierdo..., y en casos extremos<br />
cuando no fue la docencia o la producción de cuadritos para el mercado turístico, en-<br />
tonces fue el encanto personal lo que ayudó (Xavier Amiama?) incluso a sustituir una<br />
carrera artística calamitosa por un buen matrimonio.<br />
Otras situaciones adversas tenían un carácter político. La suspensión de la beca que beneficiaba<br />
al escultor vegano José Antonio Espínola (Pío), por p<strong>arte</strong> del régimen de Trujillo,<br />
lo convierte en víctima de la tiranía cuando además no se somete a los caprichos del régimen.|449|<br />
<strong>El</strong> exilio hogareño de Margarita Billini, los constantes apresamientos a An-<br />
Federico Izquierdo|Retrato de Josefa Sánchez de González|Óleo/tela|70.5 x 64 cms.|1930|Col. Centro Cultural Eduardo<br />
León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Campanas bajo la luna|Óleo/cartón|54 x 44 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly.<br />
|403|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|449|<br />
Bosch, Juan,<br />
Citado por<br />
Reynaldo J. Pérez<br />
Stefan.<br />
La Concepción<br />
de la Vega Real.<br />
Página <strong>11</strong>0.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|404|<br />
|450|<br />
Diaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Páginas 73-74.<br />
Confert.<br />
tinoe Fiallo y la huida hacia Haití del pintor Amiama, tienen una explicación también política,<br />
como el hecho de que Bienvenido Gimbernard tuvo que aceptar su nominación<br />
para ocupar un lugar en el Congreso Nacional, organismo que se definía ante la voluntad<br />
omnímoda del gobernante como toda una pantalla legislativa.A todos estos nombres<br />
veteranos se añaden en lo adelante nombres jóvenes, apresados e incluso eliminados.<br />
La inevitable modernidad del <strong>arte</strong> dominicano, al representar un fenómeno progresivo,<br />
origina criterios u opiniones contra el <strong>arte</strong> no moderno, excluyendo y marginando a los<br />
artistas que no se inscriben en las novísimas corrientes. De todas maneras, las muestras<br />
colectivas del 1940 demuestran «con sobrada elocuencia que la producción artística dominicana<br />
alcanzaba paulatinamente un nivel lo suficientemente elevado –tanto por la calidad<br />
intrínseca de sus productos cuanto por la cantidad de éstos– para permitir, y aún<br />
exigir, la organización como es costumbre en todas p<strong>arte</strong>s, de este género de exhibiciones<br />
<strong>nacional</strong>es periódicas, con el fin de recoger en ellas, en conjunto, lo más granado de<br />
la producción artística contemporánea y de suscitar entre los artistas profesionales una<br />
verdadera emulación, sin la cual, y sin el acicate de la rivalidad artística lealmente entendida<br />
y practicada no es posible que subsista lozanamente ningún movimiento de amplias<br />
finalidades. En estas relaciones apreciadas por Díaz Niese, se explican las confluencias de<br />
los artistas dominicanos, bien representando modos tradicionales que sobreviven, bien representando<br />
«características mentales de nuestra entera renovación <strong>nacional</strong>».|450|<br />
En las primeras cuatro exposiciones colectivas <strong>nacional</strong>es de carácter oficial, que se registran<br />
entre 1941-1944, confluyen obras de artistas precursores, obras de recreadores entrecogidos<br />
entre el influjo de éstos y las señales de los modernos quienes representan la<br />
renovación. Especialmente en las dos primeras muestras (1941 y 1942) se exhibieron trabajos<br />
que eran inusitados para el público. Se trae a colación Noche (dibujo 1941), de Joan<br />
Junyer que recrea un mundo de magia y sincretismo insular, en el cual la referencia prehispánica<br />
se apoyó en la recreación de piezas que obtuvo prestadas del Museo Nacional.<br />
Un segundo pintor, Botello Barros expone los cuadros Criolla (óleo 1940), Negrita (óleo<br />
1940) y Cabeza de estudio (óleo 1941), en los cuales es poderoso el tratamiento de la mulatería<br />
y el nexo post-impresionista del artista, similar al de la pintura Juana se calza (óleo<br />
1941), de Woss y Gil, y Caballos mojándose (óleo 1940) de Darío Suro. En otra dirección,<br />
observamos la acuarela wagneriana de Ninón Lapeiretta de Brouwer, de evidente abstraccionismo<br />
que antecede la explosión dominicana de este lenguaje en los años del<br />
1950. Otra obra llamativa por su rotunda solución irreal y vanguardista es el Retrato de la<br />
señora Okuniewoska, de Manolo Pascual, cuya imagen se reproduce como portada del Catálogo<br />
de 1941, más bien de la Primera Bienal Nacional (1942).<br />
Las principales exposiciones que se registran en el decenio de 1940, incluida la del surrealista<br />
Granell, del año 1943, reconfirman el impulso de la modernidad <strong>nacional</strong>, ya registrada<br />
con muestras de Yoryi Morel (1932 y 1936), Jaime Colson (1938) y Darío Suro (1938).<br />
En nombre del <strong>arte</strong> moderno, el culto y actualizado gestor Díaz Niese, enfrenta a quienes<br />
se contentan «con repelente patriotería, con las más chillonas banalidades pictóricas y literarias<br />
con tal que representen unas matas de plátanos y unos bohíos paupérrimos o refieran<br />
por lo menudo, en gerigonza folklórica o cosas por el estilo, las penalidades y pasiones<br />
de la gente campesina. ¡Cómo si fuéramos incapaces de pensar los temas universales y sentir<br />
la belleza donde quiera que se hallare!»|451| Este acérrimo enjuiciamiento, si bien alude<br />
a pintores, a intelectuales y al público, denota el desenlace de un período sociológico<br />
de más de una vertiente estilística, temática e individualizada en los productores. Si bien<br />
Díaz Niese entendía que modernidad y universalismo en el <strong>arte</strong> eran acopio de los esteticismos<br />
inter<strong>nacional</strong>es, más bien europeos, la posición contraria tenía respuestas localistas<br />
y <strong>nacional</strong>es. Díaz Niese opinaba que «el Arte que se hace en los medios pequeños es provinciano<br />
y mediocre»;|452| a lo que agrega Suro: «De esto no hay menos duda: el <strong>arte</strong><br />
que se hace en los medios pequeños lleva en el fondo la debilidad impuesta por las propias<br />
limitaciones de su pequeñez».|453| Esta suerte de complejo de enanos que vierten<br />
Enrique Morel (Quico)|Muchacho haitiano|Óleo/tela|70 x 55 cms.|C.1970|Col. Familia De los Santos.<br />
Enrique Morel (Quico)|Muchacho con periódicos|Óleo/tela|58.5 x 43.2 cms.|1959|Col. Familia Cabral Tavares.<br />
|405|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|451|<br />
Díaz Niese.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.<br />
|452|<br />
Díaz Niese, citado<br />
por Darío Suro en<br />
Jaime Colson<br />
Memorias (...)<br />
Página 12.<br />
Confert.<br />
|453|<br />
Suro, Darío.<br />
Op. Cit.<br />
Página 14.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|406|<br />
|454|<br />
Idem.<br />
Página 10.<br />
Confert.<br />
estos admirables protagonistas del <strong>arte</strong> dominicano se manifiesta como defensa de Jaime<br />
Colson a quien el maestro vegano considera «un pintor para todas las latitudes».|454|<br />
<strong>El</strong> debate entre lo moderno, lo universal y sus contrarios: lo antiguo y local, permite que<br />
se aborde a un núcleo de individualidades que trasbordan la historia artística <strong>nacional</strong> con<br />
señas diferenciadas a partir de la década de 1930 y un poco antes, proyectándose con particularidades<br />
muy específicas. Es un núcleo de sujetos masculinos en el que predomina<br />
la natividad provinciana (San Pedro, La Vega, Puerto Plata, Santiago...) y una escasa ciudadanía<br />
capitalina, aunque todos hacen contacto de variadas maneras con Ciudad Trujillo<br />
o Santo Domingo.También predomina un discreto hacer el <strong>arte</strong> como los domingueros,<br />
aunque las excepciones saltan a la vista cuando cada uno de ellos es enfocado y<br />
se obtiene un balance. <strong>El</strong> núcleo lo integran Enrique Morel, Apolinar Morel, Joaquín<br />
Enrique Morel (Quico)|Caballos y palma|Óleo/tela|43.1 x 60 cms.|Sin fecha|Col. Manuel José Cabral Tavares.<br />
Priego, Salomón Jorge, Bolívar Berrido, Federico Izquierdo, Ligio Vizardi, Francisco Fernández<br />
Fierro, Rafael Arzeno, Eduardo Matos Díaz y Albert William.<br />
ENRIQUE –QUICO– MOREL (1899-1982) manifestó desde muy joven interés<br />
por la pintura, siendo uno de los protagonistas del ambiente intelectual que se respiraba<br />
en el seno de la familia y de las tertulias que con frecuencia eran celebradas en el<br />
hogar del nativo Santiago de los Caballeros.Tertulias influyentes para todos los hermanos<br />
Morel Tavares, en especial para los que se vincularon a los campos artísticos de la<br />
fotografía (Esteban Morel), de la pintura (Apolinar, Quico y Yoryi), de la caricatura<br />
(Yoryi y Ramón) y de la poesía (Tomás Morel, también folklorista).<br />
Los hermanos Morel tenían unos parientes de línea materna, identificados como dibujantes<br />
lugareños que manejaban con acierto el creyón. Eran los tíos Arturo y Luis Tava-<br />
res, quienes al parecer ofrecieron la primera orientación a Quico Morel, quien aprendió<br />
a pintar con Tuto Báez, fluctuando los 15 años de edad. Mostró sus primeras pinturas<br />
en el Ayuntamiento Municipal junto a su maestro.<br />
Quico Morel soñaba con ser un gran pintor, informa otro de los hermanos, Ramón<br />
Morel.|455| <strong>El</strong> era un activo sujeto de la tertulias familiares en las cuales el tema del<br />
<strong>arte</strong> provocaba que Rafael Díaz Niese, concentrado en un cuadro del joven Quico, le<br />
Enrique Morel (Quico)|Autorretrato fumando|Óleo/tela|61.5 x 50 cms.|1950|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Enrique Morel (Quico)|Mi hermano Yoryi|Mixta/papel|32 x 21 cms.|1963|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|407|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|455|<br />
Morel, Ramón.<br />
Declaraciones<br />
verbales<br />
al subscribiente<br />
en fecha 21 de<br />
enero de 1980.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|408|<br />
Enrique Morel (Quico)|Crucifixión|Óleo/tela|62.2 x 53.3 cms.|Sin fecha|Col. Familia Antuñano Peralta.<br />
«indicara la limpieza o torpeza de algunas pinceladas».|456| Este último testimonio reconfirma<br />
su temprana actividad pictórica, la cual precede a los otros dos pintores de la<br />
familia (Apolinar y Yoryi), así como la atención de que era objeto su producción, andando<br />
los años del 1920.<br />
Convencido por el padre de que debía apartarse de la pintura para asumir una carrera universitaria,<br />
Quico Morel aceptó el ofrecimiento de viajar a Francia a estudiar Medicina. En<br />
Francia coincidió con Díaz Niese y otros dominicanos en un ambiente cultural que inscribía<br />
los últimos destellos de la Escuela de París, de la que fue un espectador más que un<br />
asimilado, aunque en el hacer pictórico, que no abandonó del todo, pueden descubrirse aspectos<br />
de una individualidad que supo mirar muy bien la modernidad postimpresionista.<br />
Desconociéndose en toda su extensión la obra pictórica de Quico Morel, sobre todo la<br />
juvenil, también la parisina o la cercana a su retorno al país, la reconocida como suya<br />
ofrece el distintivo de toda buena pintura. La calidad de la hechura y la sobriedad de<br />
una paleta depurada en extremo definen variados temas en los que las formas son escuetas,<br />
sólidas y antiimpresionistas. Es una pintura concebida de manera antinatural, en<br />
ocasión resuelta con el empaste del color definiendo las formas del asunto temático, en<br />
algunos casos materia espesa. Las obras más conocidas del pintor datan de los años 1950<br />
Apolinar Morel|Autorretrato|Óleo/tela|50.8 x 40.6 cms.|1950|Col. Pablo Morel.<br />
Apolinar Morel|Retrato de Fausto|Óleo/cartón|25.4 x 20.9 cms.|1958|Col. Mercedes Morel.<br />
|409|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|456|<br />
Morel, Tomás.<br />
Referida en Arte<br />
Dominicano<br />
1940-1960.<br />
Catálogo 1996.<br />
Páginas 3-4.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|410|<br />
|457|<br />
Reseña diario<br />
La Nación,<br />
19 de junio<br />
de 1953.<br />
Página 9.<br />
Confert.<br />
|458|<br />
Artículo diario<br />
La Nación,<br />
19 de julio<br />
de 1953.<br />
Página 6.<br />
Confert.<br />
|459|<br />
La Nación,<br />
2 de julio.<br />
Op. Cit. Confert.<br />
|460|<br />
Valldeperes, Manuel<br />
La Nación,<br />
15 de julio de 1953.<br />
Página 9. Confert.<br />
en adelante. Entre ellas Muchacho con papeles (óleo 1959), Caballos y palma (óleo 1959)<br />
Retrato de Soraya (óleo 19..?) Autorretrato (óleo 1950).<br />
En 1953 celebra Quico Morel una muestra conjunta con Miguel Moya y Horacio Read,<br />
celebrada en la Galería de Bellas Artes. La prensa reseña este hecho ofreciendo datos y<br />
opiniones sobre los «tres pintores aficionados». Se escribe que «el doctor Enrique Morel,<br />
hermano del gran pintor santiagues Yoryi Morel es un naturalista de fuerte paleta y hermoso<br />
colorido. Hace tiempo que practica la pintura»...|457| Comenzó pintando en las<br />
riberas del Yaque con Rafael Díaz Niese y luego siguió en las riberas del Sena,|458|<br />
cuando estudiaba medicina en París, en una de cuyas academias de Bellas Artes siguió un<br />
curso inicial de <strong>arte</strong>s plásticas.|459| <strong>El</strong> crítico Manuel Valldeperes compara la exposición<br />
de los «tres pintores amateurs». Especialmente compara a Read y a Quico Morel, seña-<br />
lando que éste «se nos ofrece a través de sus obras –dieciocho óleos– de una serenidad<br />
pasiva que contrasta con la luminosa y trepidante inquietud del doctor Read. Sus cuadros<br />
más elaborados están en zona opuesta de aquel. Dentro de su natural serenidad, dejan<br />
que se manifieste la actitud sombría del pintor, más dado a la intimidad (...). Lo que<br />
el doctor Morel busca, lo que sus lienzos contienen, es la palpitación íntima del ser, con<br />
una manera de expresarse que podríamos calificar de poética.|460|<br />
Apolinar Morel|<strong>El</strong> almuerzo|Óleo/tela|46 x 61 cms.|1953|Col. Ceballos Estrella.<br />
Interrogado sobre su hacer pictórico, Quico Morel confiesa: «No pinto las cosas por la belleza<br />
física de las formas, sino por la animación espiritual que trato de darles cuando me propongo<br />
pintarlas. Esto, me digo, es preciso que lo explique. Lo que vive en el fondo del alma<br />
presenta un carácter subjetivo, hasta cuando el sentimiento se refiere a algo objetivo y<br />
absoluto (...). Creo (...) que la pintura trabaja para la vista, pero de tal manera que los objetos<br />
que representa no son los mismos, naturales, reales.Vienen a ser un espejo del espíritu,<br />
una manifestación del acrisolamiento que nosotros ejecutamos sobre ellos,para que sean más<br />
que nosotros mismos. Es nuestra visión sobre ellos, pero nuestra visión espiritual».|461|<br />
APOLINAR MOREL (19..?-1981), al igual que sus hermanos Yoryi y Quico, recibió<br />
orientación pictórica en Santiago de los Caballeros y, como ellos, de Juan Bautista<br />
Gómez, especialmente en la Escuela Normal. En la ciudad del Yaque vivió hasta el mo-<br />
mento de su fallecimiento. En ella ejerció también como abogado, una vez se graduara<br />
en la Universidad de Santo Domingo, en donde estudió obedeciendo al padre. Ejerciendo<br />
con seriedad la carrera jurídica, buscó momentos de ocio para realizar una obra<br />
pictórica discreta, hogareña, esporádica y regularmente preservada en el círculo familiar.<br />
En un breve manuscrito carente de ordenamiento cronológico ofrece datos autobiográficos<br />
que se transcriben: «Desde la infancia poseía inclinación por el dibujo.<br />
Apolinar Morel|Paisaje de las dos palmas|Óleo/cartón|36.5 x 25 cms.|Sin fecha|Col. Ceballos Estrella.<br />
Apolinar Morel|Calle santiaguera: General Cabrera esquina Luperón|Óleo/tela|40.6 x 30.5 cms.|C.1955|Col. Rafael<br />
Del Monte.<br />
|4<strong>11</strong>|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|461|<br />
Quico Morel,<br />
referencia en<br />
La Nación,<br />
19 de julio.<br />
Op. Cit.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|412|<br />
|462|<br />
Morel, Apolinar.<br />
Manuscrito de<br />
junio de 1970, en<br />
archivo personal.<br />
Cuando hacían el bachillerato en la Escuela Superior, alcancé las clases de dibujo artístico<br />
que se habían introducido en el plan de estudio. Más tarde fui profesor de la misma<br />
materia en dicha escuela. Al terminar el bachillerato tuve relaciones amistosas con<br />
el profesor Bautista Gómez y con Tuto Báez, ambos pintores santiaguenses: el primero,<br />
había plantado heroicamente su taller de pintor en la ciudad luego de haber viajado al<br />
extranjero, y el otro, Báez, quien olvidando las luchas del diario trajín, volcaba siempre<br />
sus dotes de artista en espléndidos cuadros. De este contacto aprendí algunas cosas. Pero<br />
la lucha por la existencia futura, mediante la conquista de una profesión, me arrastró<br />
hacia las ciencias jurídicas y los estudios universitarios absorbieron mi tiempo, culminando<br />
por entregarme a las faenas de abogado en las marejadas de la vida profesional.<br />
Pero siempre, aún con grandes intermitencias, a veces, movido por un deseo inconte-<br />
nible acudía a la cita del pincel y del lienzo, para fijar alguna cosa que me había impresionado<br />
gratamente y nunca dejé de leer sobre el <strong>arte</strong> pictórico».|462|<br />
Un Autorretrato del 1959 permite apreciar la excelencia pictórica que alcanza Apolinar<br />
Morel en la intermitencia productiva, apartado de sus obligaciones como jurista y hasta<br />
como cabeza de la familia que forma al contraer matrimonio. Aunque realizó vistas<br />
barriales o de calles de la ciudad oriunda y también algunos bodegones, en los retratos<br />
Apolinar Morel|Retrato de Don Enrique Morel|Óleo/cartón|35.6 x 30.1 cms.|1957|Col. Mercedes Morel.<br />
Apolinar Morel|Calle de los Pepines|Óleo/cartón|22.9 x 17.4 cms.|Sin fecha|Col. Pablo Morel.<br />
de las parentelas y en las escenas en las que fija al sujeto humano consigue una fuerte<br />
luminosidad enteriza así como un convincente encuadre compositivo.<br />
Jubilado del ejercicio jurídico, Apolinar Morel no superó el hábito de pintar en breves<br />
ratos y a veces copiando alguna obra significativa del romanticismo europeo. En la prolongada<br />
edad realizó, en un formato pequeño, una replica muy libre de La libertad conduciendo<br />
al pueblo, el famoso cuadro alegórico del francés Eugene Delacroix.<br />
JOAQUÍN PRIEGO es otra individualidad perteneciente a los artistas que emergen en el<br />
decenio de 1930, los cuales comienzan a proyectarse desde el interior del país. Hijo de padre<br />
español y madre dominicana, nació en Santiago (n. 1918), en donde alcanza formación<br />
escolar y artística siendo muy joven. <strong>El</strong> rememora la etapa en la que era un protagonista juvenil:<br />
«Mi juventud transcurrió en esas épocas en que ni había precio ni aprecio por las ar-<br />
tes, ni campo para fecundizarse.Así me llegan los años medios de la década del treinta en mi<br />
Santiago;Yoryi Morel pintando paisajes para los amigos; Federico Izquierdo dando clases de<br />
dibujo en la Escuela Normal; Juan Bautista Gómez, maestro de Yoryi y mío, pintando retratos<br />
y su cuadro La litera; Enrique Godoy, con su escuela de pintura en La Vega; Celeste Woss<br />
y Gil en la capital con una escuela similar. / Ese era el palpitar de la vida artística por aquellos<br />
años, y ante tan fríos estímulos para quien como yo, sintiendo el estro artístico, con 18<br />
Joaquín Priego|Cacique Guarionex|Dibujo|1973.<br />
Joaquín Priego|Transcripción de petroglifos del Charco de Chacuey|Dibujo|1966.<br />
|413|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|414|<br />
|463|<br />
Priego entrevistado<br />
por Dorado,<br />
William.<br />
Suplemento<br />
Listín Diario,<br />
22 de noviembre<br />
de 1980.<br />
Confert.<br />
años, sin ambiente, ni recursos, ni vislumbrando futuro, resolví no apartarme del <strong>arte</strong>, ni claudicar.<br />
/ Entonces, en septiembre de 1937, ingresé como maestro de dibujo y modelado en<br />
una Escuela de Artes Manuales de las creadas por Trujillo en cuatro ciudades del país».|463|<br />
Aunque escultor reconfirmado en una apretada trayectoria extendida en el discurrir octogenario,<br />
Joaquín Priego merece ser estimado como dibujante no sólo de un ejercicio<br />
docente de mucha conciencia, sino dibujante encubierto en una escultura académica<br />
de naturales precisiones y por demás cultivador de un dibujo autónomo, recreador de<br />
temas investigativos y preferenciales que le han llevado al texto pictórico de afinidad.<br />
Cuando Priego se ha referido al <strong>arte</strong> de las formas tridimensionales, reconoce que su técnica<br />
personal es académica y, por tanto, naturalista y figurativa con trayectoria recta, invariable<br />
ante ningún novísimo lenguaje. Esta definición es basamento también de su obra bi-<br />
dimensional, por lo regular expresada con preferencia sobre el temario de los aborígenes<br />
que cubrieron el período de nuestra prehistoria insular. Priego recrea perfiles imaginarios<br />
de los importantes caciques del período taíno, sustentándose en las descripciones históricas<br />
de los cronistas. En su repertorio, apreciamos otros personajes como ocurre en sus proyectos<br />
monumentales o el busto, a fin de cuentas retratos volumétricos y de masa concreta.<br />
Con un conocimiento ejercitado del dibujo o de la pintura, Priego ha realizado incon-<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura de Carmita Peña de Ortega Frier|Dibujo/papel|Sin fecha.<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura de Será la holandesa|Dibujo/papel|1935.<br />
tables retratos y escenas imaginarias sobre la vida social precolombina. Este apego al<br />
tiempo transcurrido le convierten en un recreador de la lejanía, aflorando de su imaginación<br />
y de sus manos incontables ilustraciones, las cuales reproducen incluso imágenes<br />
rupestres e ideogramas del llamado <strong>arte</strong> mobiliar del amerindio antillano.<br />
Dibujante, pintor y sobre todo escultor estatuario de filiación académica, es Priego también<br />
investigador y autor de dos libros indigenistas: Cultura Taína y Pasión, heroísmo y<br />
martirio de 12 caciques de La Española. Su labor docente en el terreno de la historia le<br />
permite una apasionada identificación: «como historiador me siento tan entregado al<br />
indigenismo nuestro que a veces me imagino que un antepasado mío pudo haber sido<br />
de aquellos que hoy yo deploro su conducta y bárbaro atrevimiento, puesto que era la<br />
fuerza contra la debilidad de una raza».|464|<br />
En una mirada autorretrospectiva, Joaquín Priego testifica su trayectoria a partir de 1937,<br />
cuando recibió orientación plástica de Juan Bautista Gómez: «Entonces me lancé a hacer retratos<br />
al óleo, en tallas y modelados.Y ya para 1940 fui tomado en cuenta con una escultura<br />
al ser instalada en Santo Domingo la Galería Nacional de Bellas Artes (...). Fui el único escultor<br />
dominicano en concurrir en 1941 a una Exposición Nacional en la que participaron<br />
más de 15 artistas europeos recién llegados al país (...). <strong>El</strong> diario ejercicio del magisterio vo-<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura del Dr. Heriberto Pieter|Dibujo/papel|1935.<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura de J. L. López de Haro|Dibujo/papel|1972.<br />
|415|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|464|<br />
Priego, citado<br />
por Angela Peña.<br />
Diario Hoy,<br />
3 de octubre<br />
de 1998.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|416|<br />
|465|<br />
Priego, respuesta<br />
a un Cuestionario<br />
del 1981.<br />
Archivo<br />
de subscribiente.<br />
Confert.<br />
cacional artístico me fue dando destreza y descubriendo los secretos de la plástica. Después<br />
en La Vega recibí cátedra de estetismo y morfología plástica del maestro Enrique García-Godoy,<br />
artista de formación italiana. Como enamorado de la enseñanza vocacional le dediqué a<br />
esta misión los mejores 35 años de mi vida, siendo en dicho tiempo repetidas veces Director<br />
del Centro Nacional de Artesanía y Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes».|465|<br />
EDUARDO MATOS DÍAZ, nativo de Santo Domingo, con obras dibujísticas que<br />
datan de 1922, es después de Ramón Mella (18..?-1922), Copito Mendoza (1886-1940)<br />
y Bienvenido Gimbernard (1890-1971), el cuarto caricaturista dominicano de importancia.<br />
Su relevante posición en el campo gráfico tiene que ver con un <strong>arte</strong> cultivado a<br />
exclusividad, permanentemente, a lo que se añade el conocimiento teórico de la caricatura,<br />
las opiniones personales al respecto y el historial como manifestación domini-<br />
cana. Profesional del Derecho, graduado en 1933; articulista, poeta ocasional y con una<br />
honorable carrera de servidor público, es autor de la obra gráfica Caricatura (1924) y entre<br />
otras, La fisonomía, la caricatura y la risa (1988).<br />
Matos Díaz señala que la caricatura no es otra cosa que «expresar con sobriedad de estilo<br />
y economía de línea, un aspecto de la vida, una idea, una crítica, o bien (...) dar visos<br />
graciosos a una actitud, gesto, pasión, a un estado de nuestro ánimo que muchas ve-<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura de Hipólito Billini Paulino|Dibujo/papel|1945.<br />
Eduardo Matos Díaz|Caricatura de Virgilio Díaz Ordóñez|Dibujo/papel|1945.<br />
Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Cabeza de Cristo|Óleo/tela|61 x 45.5 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly.<br />
|417|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|418|<br />
|466|<br />
Matos Díaz.<br />
Op. Cit.<br />
Página 31.<br />
Confert.<br />
|467|<br />
Idem.<br />
Página 31.<br />
Confert.<br />
|468|<br />
Idem.<br />
Página 32.<br />
Confert.<br />
|469|<br />
Idem.<br />
Página 36.<br />
Confert.<br />
|470|<br />
Idem.<br />
Página 35.<br />
Confert.<br />
|471|<br />
Idem.<br />
Página 36.<br />
Confert.<br />
|472|<br />
Idem.<br />
Página 87.<br />
Confert.<br />
|473|<br />
Idem.<br />
Página 45.<br />
Confert.<br />
ces pasa inadvertido para los demás, desentrañando rasgos y expresiones huidizas que se<br />
hallan ocultas en el escondrijo de la fisonomía».|466| En tal sentido, caricaturizar es<br />
decir mucho y bien, con poco.|467| Tal como se la concibe modernamente, la caricatura<br />
ha de contener tres elementos principales: «la simplificación de la línea; la acentuación<br />
de la realidad y un sentido humorístico que la anima.A esto se agrega en la caricatura<br />
personal, el elemento sicológico».|468|<br />
Considerando que la caricatura no es un <strong>arte</strong> que se enseña, porque es algo innato, muchas<br />
veces operado con la mente del mismo artista,|469| ofrece definiciones del caricaturista:<br />
«Es un minucioso observador, que ve la fisonomía y la vida de una manera muy<br />
particular, con una vista cómica y de manera simple y escueta. Por tales razones hacer<br />
una caricatura es hacer un chiste gráfico de los hechos o de la fisonomía; es extraer lo<br />
cómico de lo serio; lo ridículo de lo que parece que no lo es; lo feo de lo que aparenta<br />
ser hermoso, y lo deleznable de lo que tiene apariencia de sublime. Es en una palabra,<br />
sacar del seno de lo mejor que tenemos, lo peor que nos acompaña por contraste».|470|<br />
Fervoroso de su <strong>arte</strong>, Matos Díaz posee estilo escueto en extremo, pero reflexivo porque<br />
no realiza la caricatura con espontánea y rápida anotación; más bien –confiesa– ejecuta<br />
el trabajo de memoria, después de algún tiempo de haber observado a la víctima o personaje<br />
caricaturizado.|471| En su amplia producción, que se extiende desde la década<br />
de 1920 hasta nuestros días (1999), hay una significativa variedad de sujetos a los que enfoca<br />
además ofreciendo sus datos biográficos, los caracteres personales y también el momento<br />
de la captación caricaturesca. Esa variedad puede apreciarse en ejemplos denotativos:<br />
Será (1933), como modelo gráfico de una mujer con rasgos negroides y la Caricatura<br />
de Trujillo, con perfil de tiburón que tuvo que conservar inédita por recomendación<br />
de su colega Bienvenido Gimbernard.|472| Al abordar el tema de la dictadura y su relación<br />
con la caricatura, Matos Díaz comenta: «Desafortunadamente, este <strong>arte</strong> que hasta<br />
principio del año 1930, parecía que iba a florecer y desarrollarse se anquilosó en su mejor<br />
momento. La férrea y sanguinaria tiranía de Trujillo, que puso mordaza a la prensa y<br />
ahogó todas las libertades, no fue nada propicia al desarrollo de la caricatura en nuestro<br />
país. Podríamos decir que se eclipsó de una manera total, como no fuera en ocasiones,<br />
para loar al régimen o para combatir a sus enemigos, pues es un hecho comprobado que<br />
la caricatura es flor que se marchita en un ambiente de opresión y que surge, reina y se<br />
enseñorea en donde existe un clima de respeto a la libertad de expresión».|473|<br />
Matos Díaz tiene en su haber caricaturas de Pedro René Contín Aybar (crítico y poeta),<br />
Papito Aybar (pendolista),Ramón Valle Inclán (escritor español),George Hausdorf (pintor),<br />
Heriberto Pieter (médico),Virgilio Díaz Ordonez (poeta) y de Carmita Peña de Ortega<br />
Frier, de la que habla como pintora y autocomenta: «Alguien me dijo, cuando le mostré esta<br />
caricatura, que la había hecho con ojos de rayos, por la forma calavérica que presenta.Y<br />
ciertamente así la había observado, desprovista de epidermis, desnuda de carnes y de afeites,<br />
sobre una insondable oscuridad, sobre un fondo negro que destaca su cráneo osamentoso<br />
(...).Al fin y al cabo, esa, la calavera, la osamenta, es nuestro final destino, y ella misma,<br />
doña Carmita, se hundió a destiempo y lamentablemente, en las sombras insondables de la<br />
muerte y se tornó, como nos tornamos todos, en una caricatura de sí misma».|474|<br />
Este autor gráfico o caricaturista era hijo de Eduardo Matos Franco y María Antonia<br />
Díaz. Nativo de Santo Domingo en donde asumió multiplicado protagonismo, fue un<br />
versado de las <strong>arte</strong>s, del oficio de dibujar, memorialista de la ciudad capital y muchas<br />
veces jurado de concursos y bienales.<br />
LIGIO VIZARDI (1895-1968), más bien,Virgilio Díaz Ordóñez, se asocia al medio<br />
capitalino, aunque nació en San Pedro de Macorís en el seno de una familia dominicopuertorriqueña.<br />
Entre Santo Domingo y la comunidad natal, proyectó su comportamiento<br />
humano y social.También el desenvolvimiento profesional con más de una carrera<br />
universitaria, con rol de funcionario público, de educador, de activista cultural y<br />
literato copioso: narrador, ensayista, crítico teatral y poeta elegante y discreto.|475| Es-<br />
Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Arlequín|Óleo/cartón|47 x 35 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly.<br />
Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Inocencio III|Óleo/cardboard|123 x 79 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly.<br />
|419|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|474|<br />
Idem.<br />
Página 75.<br />
Confert.<br />
|475|<br />
Contín Aybar,<br />
Pedro René.<br />
Op. Cit.<br />
Página 128.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|420|<br />
|476|<br />
Llorens, Vicente.<br />
Memorias de una<br />
Emigración.<br />
Página 73.<br />
Confert.<br />
ta humanidad suya la retrata con brevedad Vicente Llorens, en 1939: «Virgilio Díaz Ordoñez,<br />
a quien muchos de nosotros conocimos mientras fue presidente del Ateneo Dominicano,<br />
lugar donde se celebraban las primeras exposiciones de artistas emigrados y<br />
dieron otros sus primeras conferencias. Díaz Ordóñez (...) era hombre dotado de fina<br />
sensibilidad. Cultivaba la poesía y la pintura siempre bajo el seudónimo de Ligio Vizardi.<br />
Con nosotros nunca se le escapó una sola palabra de abierta censura al régimen, pero<br />
tampoco le oí, como a otros, elogio alguno. Su ironía sabía matizar perfectamente<br />
(...).Y aunque la ironía era su mejor defensa, no podía velar del todo su resignada tristeza.<br />
Para los refugiados no tuvo más que atenciones y deferencias».|476|<br />
A más de la poesía, la emotiva discreción de Vizardi también se asociaba a su desenvolvimiento<br />
pictórico de autodidacta, ya que sin maestro conocido, se apoyó en el instinto<br />
Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Ave María|Óleo/tela|25.5 x 33 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly. Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi)|Desnudo femenino|Óleo/tela|59 x 44 cms.|1953|Col. Aída Bonnelly.<br />
|421|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|422|<br />
|477|<br />
Catálogo<br />
Exposición<br />
de 1941.<br />
Página 47.<br />
|478|<br />
De Tolentino,<br />
Marianne.<br />
Listín Diario.<br />
1994.<br />
y en sus conocimientos sobre la historia del <strong>arte</strong> para incursionar en los campos de la recreación<br />
visual. Un resultado de esa aventura y necesidad personal fue el haber sido incluido<br />
en la Exposición Nacional, organizada en 1941, por la Secretaría de Estado de<br />
Educación Pública y Bellas Artes. Los datos reunidos sobre su persona en el catálogo de<br />
esa muestra señalan:« Vizardi, Ligio. <strong>El</strong> gran poeta dominicano, tantas veces laureado, ha<br />
cultivado también, con acierto el dibujo y la pintura. No ha tenido maestros. En esta exposición<br />
presenta por primera vez una serie de dibujos y caricaturas».|477|<br />
Ligio Vizardi era el Presidente del Ateneo Dominicano cuando fue incluido en la referida<br />
exposición <strong>nacional</strong>. Para entonces, se celebraban en ese centro casi todos los eventos<br />
artísticos que eran registrados en la ciudad capital. Independientemente del hecho de presidir<br />
la institución, con la inclusión de su nombre y sus obras ciertamente se le reconoció<br />
junto a pintores <strong>nacional</strong>es como Juan Bautista Gómez,Abelardo Piñeyro, Celeste Woss y<br />
Gil, Darío Suro,Yoryi Morel y otros. Para entonces tenía 46 años de edad y seguramente<br />
había iniciado su producción visual años antes. Es decir, en la década del 1930.<br />
Con el seudónimo artístico o el ideograma que sintetizan el nombre real (Virgilio Díaz<br />
Ordoñez), Ligio Vizardi firmaba sus cuadros con una clave de Sol.|478| Entre esos cuadros,<br />
varias reproducciones de grandes maestros del renacimiento europeo (<strong>El</strong> Greco,<br />
Salomón Jorge|Autorretrato|Carboncillo/papel|38.1 x 30.5 cms.|1933|Col. del autor.<br />
Salomón Jorge|Autorretrato|Carboncillo/papel|38.1 x 30.5 cms.|1931|Col. del autor.<br />
Rembrandt), notables retratos personales y Rincones de la vieja Santo Domingo de Guzmán,<br />
título con el que asoció las obras expuestas en 1941. En la producción de este pintor del<br />
margen hogareño se da un dibujo firme, la exactitud fisonómica cuando se trata de figuras<br />
humanas, así como una pincelada cautelosa y precisa. <strong>El</strong> pintaba sobre tela y sobre madera,<br />
empleando el óleo. Marianne de Tolentino resalta el perfecto estado de sus obras, entre<br />
ellas un desnudo femenino, de espaldas, delicado, plasmado con extrema minuciosidad.<br />
SALOMÓN JORGE (n. 1913) es otro dibujante de condición moderna, pero de breve<br />
producción en el campo del <strong>arte</strong>. Nativo de Santiago de los Caballeros, siendo un adolescente<br />
estudió en la Academia que fundara Juan Bautista Gómez, en la ciudad natal, en la década<br />
del 1920. Descendiente de familia árabe, un colega|479| rememora la época en la cual<br />
viaja a Europa: «Era un espigado joven de porte apolíneo cuando marcha a la ciudad luz del<br />
viejo continente, al igual que un reducido grupo de jóvenes de aquel entonces, en busca de<br />
las ciencias del saber médico y se nutre de la savia de los profesores de una de las más sólidas<br />
instituciones y de mayor tradición científica de Francia, obteniendo el Certificado de<br />
Física, Química y Biología en la Facultad de Ciencias de la Sorbonne, de París, en 1931».<br />
En la ciudad parisina, en un período que se extiende hasta 1937, es donde Salomón Jorge<br />
produce un conjunto de dibujos en momentos que le liberan de los formales estudios<br />
Salomón Jorge|Autorretrato|Carboncillo/papel|38.1 x 30.5 cms.|1933|Col. del autor.<br />
Salomón Jorge|Autorretrato|Carboncillo/papel|38.1 x 30.5 cms.|1936|Col. del autor.<br />
|423|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|479|<br />
Peralta Cornielle,<br />
Andrés.<br />
Presentación en<br />
Salomón Jorge.<br />
Espigas.<br />
Página 13.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|424|<br />
|480|<br />
Jorge, Salomón.<br />
Op. Cit.<br />
Página 181.<br />
Confert.<br />
de medicina. Es esos dibujos, la mano constata la disciplina de la delineación orientada en<br />
la escolaridad de su profesor santiaguense, el pintor Gómez; en tanto el carboncillo traduce<br />
con economía de trazos las imágenes de amigos así como la personal. Esas representaciones<br />
son abocetamientos espontáneos; retratos fugaces pero permanentes como iconos,<br />
en los que el autor supo captar a sujetos contemporáneos del París de «Monsieur Lazare,<br />
el mitad mercader y mitad filántropo que hizo tanto bien con su platos humeantes<br />
de pilaf y con sus asadores llenos de piltrafas de carne cocida apresuradamente, entre la<br />
humanidad estudiantil, como hiciera entre sus feligreses la palabra edificante y rebosante<br />
de piedad cristiana del sublime Pére Lacordaire desde su púlpito en Notre Dame».|480|<br />
Atraen la atención los varios retratos de coetáneos parisinos hechos por Salomón Jorge, pero<br />
sobre todo concentran la mirada los de sí mismo, por su número, variedad y enfoques<br />
motivacionales. Son autorretratos que transmiten con la plasticidad de un dibujo premarcado<br />
en los perfiles, estados emocionales de indudable introspección. En el Autorretrato de perfil<br />
(1931),el ánimo sereno y optimista a partir de la mirada,la cual en el autodibujo del 1933<br />
se constituye en pesadumbre desplazada en el sombreado lluvioso que acentúa esa condición<br />
emocional. En un tercer Autorretrato (pastel 1933), el tratamiento expresionista fortalece<br />
un enfoque iracundo en gestos y miradas. Un cuarto carboncillo de sí mismo (autorre-<br />
Francisco Fernández Fierro|Ciudad Nueva|Óleo/tela|<strong>11</strong>4 x 165 cms.|1944|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
trato 1936) refleja dubitación introspectiva en una imagen frontal, realmente espléndida.<br />
Hombre de muchos reconocimientos como ciudadano servidor de la ciencia de Hipócrates,<br />
la hoja existencial de Salomón Jorge, bien permite reconocerle como un artista<br />
de un período en el que dio rienda liberada a un lirismo visual, de estadía parisina. Breve<br />
y poca su producción, los autorrretratos sobre todo demandan aprecio a un excelente<br />
protagonista dominicano desde ese sincero costado del testimonio.<br />
FRANCISCO FERNÁNDEZ FIERRO es un pintor que se asocia al círculo escolar<br />
establecido por Celeste Woss y Gil durante la década del 1930. Pero él no se vincula<br />
solamente como alumno de la Escuela Nacional de Dibujo y Pintura fundada por<br />
la referida artista, sino como docente también. En 1934 expone en el citado centro junto<br />
a otros compañeros (Amiama, Carmita Peña, Delia Weber, Carmela Fiallo), evento<br />
del que se desprende el siguiente comentario: «Francisco Fernández Fierro es el primero<br />
que tenemos a la vista. Me impresiona vivamente su San Lázaro y no vayan a creer<br />
que interpreta la efigie de aquel santo; es un rincón de la plaza del mismo nombre. Hay<br />
allí, un hombre que es el anuncio mudo de la haraganería del barrio y <strong>El</strong> rincón de San<br />
Antón, aunque tiene muy definida la sombra de la luz, como cortadas ambas a filo, agrada,<br />
pues respira un sabor criollo edificante. Un Patio colonial llena de recuerdos al visi-<br />
Francisco Fernández Fierro|Muralla colonial|Óleo/madera|29.3 x 21.5 cms.|Sin fecha|Col. Museo Bellapart.<br />
Francisco Fernández Fierro|Caserío|Óleo/madera|50.8 x 40.5 cms.|1934|Col. Museo Bellapart.<br />
|425|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|426|<br />
|481|<br />
Lugo Lovatón,<br />
Ramón.<br />
Op. Cit.<br />
Página 8.<br />
Confert.<br />
tante que le contemple». Nuestro juicio: «Fernández Fierro puede llegar a pintar bien.<br />
Sólo necesita ser menos tímido en la sincera expresión de su <strong>arte</strong>. Hay en él un estudiante<br />
con vocación y un deseo intenso de llegar».|481|<br />
Al celebrar una individual en 1935, un cronista escribe: «Fernández Fierro es un artista<br />
español que ha hecho <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> en el tiempo en que ha vivido con los dominicanos.<br />
/ Hace más o menos un año que en la exposición celebrada en el Ateneo de esta<br />
ciudad (...) se hizo notar con varios de sus cuadros y desde entonces acá ha progresado<br />
de manera brillante. Decimos esto luego de haber visitado una exposición en la<br />
Academia de Pintura de la señorita Celeste Woss y Gil, que por cierto resulta aquí un<br />
oasis. / Fernández Fierro es un impresionista por excelencia y de ahí su éxito al abordar<br />
los motivos criollos siempre abarrotados de sol y de color. <strong>El</strong> artista que no sepa ver<br />
el sol estará perdido entre nosotros. / Entre los muchos cuadros que nos llamaron particularmente<br />
la atención, recordamos con presición dos de verdadero mérito: Las vendedoras<br />
de flores y Una ventana del Alcázar de Colón. En el primero, la exposición de las<br />
floristas es sencillamente magistral. Sobre todo una: la que esconde el rostro.Y el segundo<br />
de estos cuadros muestra un golpe de sol que roba toda la atención del observador.<br />
/ Es algo digno de todos los elogios. / Muchas obras de mérito exhibe allí Fernández<br />
Francisco Fernández Fierro|Ruina colonial|Óleo/madera|20.3 x 29.3 cms.|1938|Col. Museo Bellapart.<br />
Fierro, quien partirá próximamente para España y a quien no dudamos sabrán apreciar<br />
en todo su valor los aficionados al <strong>arte</strong> verdadero en nuestro medio.|482|<br />
Fernández Fierro había nacido en Asturias, España, probablemente en los años finales del siglo<br />
XIX. En edad de infante, fue traído a la República Dominicana, en donde consigue la<br />
formación básica. Pero él no se desvincula del país natal en donde al parecer consigue completar<br />
su formación de pintor, ya que al participar en la Exposición Nacional, organizada en<br />
Santo Domingo en 1941, él presenta un conjunto de cuatro pinturas, dos de las cuales reproducen<br />
vistas de Asturias. Son los cuadros Un rincón de luarca y Una aldea asturiana.|483|<br />
En la citada exposición del 1941, expone un cuadro de grandes dimensiones titulado<br />
Calvario de Boyá, adquirido por el Estado Dominicano cuando se decide conformar una<br />
Pinacoteca Nacional de Arte. Este hecho denota la relevancia pictórica de Fernández<br />
Fierro, resultando también demostrativa su presencia en las exposiciones oficiales que se<br />
organizan en distintos años del período 1940-1950.<br />
Considerado un representante de la vieja colonia española, que es aquella que precede<br />
a los inmigrantes del 1939, Fernández Fierro fue un cultivador del retrato, pero sobre<br />
todo del paisaje. Es lo que puede deducirse de los títulos que las referencias ofrecen sobre<br />
sus cuadros. Desde un Caserío, fechado en 1934, hasta los temas Cibao (1941), Ciu-<br />
Albert William Rogers|Palmera y dos hombres|Grabado/papel|24.5 x 16.5 cms.|C.1930|Col. Alberto Rogers Moya.<br />
Albert William Rogers|Dos palmeras|Grabado/papel|24 x 16.5 cms.|C.1930|Col. Alberto Rogers Moya.<br />
|427|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|482|<br />
Revista Bahoruco<br />
Núm. 259,<br />
6 de julio de 1935.<br />
Confert.<br />
|483|<br />
Catálogo<br />
Exposición<br />
Nacional, 1941.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|428|<br />
dad Nueva (1944), Avenida Mella (1940) y Carenando una barca en el Ozama (1940), y<br />
otros títulos que demuestran su adentramiento –en gran p<strong>arte</strong> e identificación con la<br />
realidad citadina de Santo Domingo–.<br />
ALBERT WILLIAM ROGERS es, al igual que Fernández Fierro, un dominicano de<br />
ubicación, pero a diferencia del pintor español que llegó al país siendo un niño, Rogers,<br />
como se hace llamar, vino a Santo Domingo siendo un adulto. Había nacido en Inglaterra<br />
en donde estudia ingeniería, practicando simultáneamente el dibujo por el que manifiesta<br />
especial inclinación. Después de pertenecer al ejército inglés y haber participado en<br />
la Primera Guerra Mundial como miembro del Cuerpo de Ingenieros Reales, se traslada<br />
a la República Dominicana, en 1922, en donde ejerce profesión de mantenimiento del<br />
ferrocarril Sánchez-La Vega. Fue cuando conoció a América De Moya Alonzo, con la cual<br />
contrae matrimonio y procrea dos hijos:Alberto y Mary. Desde mediados de la década de<br />
1930 labora como constructor de puentes metálicos, convirtiéndose en asesor del Poder<br />
Ejecutivo, formando p<strong>arte</strong> de la Comisión de Embellecimiento de la Ciudad Capital.<br />
Al organizarse la Exposición de Bellas Artes, en 1941, en ocasión de la II Conferencia<br />
Interamericana del Caribe,Albert William es invitado a participar junto a otros doce artistas,<br />
en su mayoría exiliados europeos. <strong>El</strong> presenta un conjunto de 19 obras realizadas<br />
en técnicas mixtas (agua-fuerte y acuarela, dry-point y acuarela...). En este conjunto<br />
predominan los temas tropicales: bohíos, arboledas, vistas marítimas y otras escenas enfocadas<br />
con pulso seguro y técnica depurada. Preferenciando sobre todo el agua-fuerte,<br />
Rogers participa en otros eventos colectivos.<br />
BOLÍVAR BERRIDO (1905-1986) es otra individualidad asociada a la generación<br />
de los pintores que se desenvuelven a partir de los años del 1930. Precisamente el período<br />
es decisivo para este joven oriundo de La Vega, en donde concentra todas sus actividades<br />
existenciales. Era maestro de escuela, vendedor, propietario de tienda y pintor. En<br />
ocasión de una retrospectiva de sus obras, redacta una breve autobiografía en la que habla<br />
de su inquietud y formación artística: «Nací en la ciudad de La Vega el 30 de octubre<br />
de 1905. Desde mi niñez sentí inclinación por las bellas <strong>arte</strong>s, ante todo por la pin-<br />
Albert William Rogers|Casita campesina en la loma|Grabado/papel|12 x 16 cms.|C.1930|Col. Alberto Rogers Moya. Albert William Rogers|Paisaje marino|Grabado/papel|17 x 21.5 cms.|C.1930|Col. Alberto Rogers Moya.<br />
|429|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|430|<br />
tura y la música especialmente por el <strong>arte</strong> de la paleta. / Apenas yo contaba con los <strong>11</strong><br />
años y ya a esa edad practicaba con gran frecuencia el dibujo; las estampas, las revistas<br />
ilustradas tenían para mí el sello de una atracción única pues copiaba con una facilidad<br />
figuras, flores, ornamentaciones y hasta el paisaje en sus tintes tropicales. / Entrando en<br />
los 16 años, tuve la oportunidad de ser discípulo del nunca olvidado maestro Manuel<br />
Puello, en la escuela de la Srta. Graciela Brache, al lado de este señor adquirí conocimientos<br />
sobre el claro-oscuro, el manejo de la luz y la sombra y sus características el cual<br />
me felicitaba cuando yo le interpretaba uno de sus modelos clásicos que él creaba con<br />
gran dedicación artística. / Pasados ya algunos años fallece el maestro y me quedo solo;<br />
pero con cierta dosis de optimismo le hago frente a la paleta y pinto mis primeros ensayos,<br />
flores, bodegones, naturaleza muerta, etc. / En el año 1932 se inicia para mí, la épo-<br />
ca más feliz de mis estudios y es cuando mi nunca olvidado y nuevo maestro Don Enrique<br />
García-Godoy abre nuevos horizontes que con nuevas pedagogías académicas inicia<br />
la escuela naturalista donde yo adquirí varios conocimientos transmitidos con la mística<br />
secular y emotiva de ese artista del pincel que se llamó Don Enrique Godoy».|484|<br />
No alcanza Berrido la trascendencia pictórica de su maestro García-Godoy o de su<br />
compueblano Darío Suro, ya que su desenvolvimiento pictórico no pasó de ser provinciano.<br />
Los asuntos en que se vuelca su paleta ofrecen esa condición ya que se sostuvo<br />
como un pintor de intimidad hogareña y vegana. La provincia quedó documentada en<br />
sus cuadros más representativos. Sobre todo en aquellos que preservan imágenes desaparecidas<br />
de La Vega: «Mercado, ferrocarril, casas, catedral, siguen aún coloreándose y<br />
desdibujándose en los entornos quiméricos de este artista».|485|<br />
Bolívar Berrido pintó hasta los últimos años de su vida, preservando permanentemente<br />
sus visiones y estilística, los caracteres de la evocación, de la tendencia a lo estampario,<br />
del cultivo alegórico y de la solución primitiva. Sobre todo este último aspecto define<br />
su estilo, por otra p<strong>arte</strong> amable y anecdótico.<br />
FEDERICO IZQUIERDO (n. 1904) es otro pintor del interior del país, perteneciente<br />
a la generación artística del 1930 y vinculado a territorios provinciales. Nació en<br />
Bolívar Berrido|Patio del colegio|Óleo/tela|51 x 61.5 cms.|1935|Col. Familia Berrido Lulo. Bolívar Berrido|Fantasía: Desnudo alado|Pastel/papel|22 x 18 cms.|1938|Col. Juan María Berrido Lulo.<br />
Bolívar Berrido|Salomé|Pastel/papel|28 x 21 cms.|1937|Col. Juan María Berrido Lulo.<br />
|431|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|484|<br />
Berrido, Bolívar.<br />
Autopresentación<br />
en catálogo.<br />
|485|<br />
González<br />
Hernández, José.<br />
Presentación en<br />
Catálogo Citado.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|432|<br />
Federico Izquierdo|Merengue|Óleo/tela|89 x 70 cms.|1977|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Monción, común de Montecristi, y se radicó en la ciudad de Santiago, en donde cursó<br />
todos los estudios que le llevaron a ejercer un multiplicado magisterio escolar (Secundaria,<br />
escuela para maestros, Bellas Artes) y a desenvolverse como pintor local. Es<br />
identificado entre los principales representantes de la escuela pictórica santiaguense.<br />
Izquierdo fue orientado inicialmente por Pedro María Archambault y después por Juan Bautista<br />
Gómez, cuando este pintor retornó a la ciudad delYaque, fundando la Academia de Dibujo<br />
y Pintura (1920), abriendo un atelier y movilizando el alumnado por entre zonas aledañas<br />
a la comunidad para que en contacto con el medio ambiente realizaran los apuntes<br />
pictóricos. Convertido en un discípulo aprovechado, Izquierdo comenzó a ser reconocido<br />
cuando obras suyas obtienen distinciones públicas en 1927 y 1934.<strong>El</strong> primer reconocimiento<br />
se asocia a la importante Exposición Nacional e Inter-Antillana, celebrada en Santiago<br />
con gran despliegue constructivo y de festividad multitudinaria.Ap<strong>arte</strong> de las numerosas exhibiciones<br />
agro-industriales, tecnológicas y espectaculares, el evento incluyó un concurso<br />
pictórico en el cual Izquierdo obtiene medalla por una obra titulada Paisaje de Jacagua, de refrescado<br />
naturalismo, ya que el asunto principal es un arroyo en el cual se refleja el verdor<br />
circundante. Otra distinción, la del 1934, tuvo que ver con el certamen de Escultura y Pintura<br />
organizado por el Ateneo Amantes de la Luz, al que acudieron concursantes de todo el<br />
Federico Izquierdo|Mañanita santiaguera|Óleo/tela|88 x 71 cms.|1974|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
Federico Izquierdo|Lavandera, niña y perro|Óleo/tela|61 x 41 cms.|1948|Col. Rafael Del Monte.<br />
|433|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|434|<br />
país. Galardonado, en lo adelante Izquierdo es tomado en cuenta para figurar en las más importantes<br />
muestras <strong>nacional</strong>es que sobre todo se organizan durante la década de 1940.<br />
Siendo muy joven,emergió Federico Izquierdo como docente y como pintor regional apegado<br />
al naturalismo paisajístico en el que aparecen grupos humanos, especialmente ‘aguateras<br />
y lavanderas’. Sin embargo, su más caracterizada cualidad tiende hacia el enfoque de<br />
asuntos tradicionales que se identifican como santiagueras o regionales. En base a esa entronización<br />
se le define como un pintor tipicista, ya que su obra documenta costumbres locales<br />
y populares, subsistentes o desaparecidas.Autor de estampas santiaguenses, al referir diferentes<br />
aspectos citadinos y provinciales, testifican un estilo de escuetas formas dibujísticas,<br />
más ilustrativo que descriptivo, más testimonial que lírico y más ingenuista que retórico.<br />
Los señalados aspectos del estilo pictórico de Federico Izquierdo se transcriben tanto en<br />
sus estampas vernáculas como en sus obras más formales: paisajes, personajes de carnaval,<br />
escenas de mercados y de ritualidad como sus reconocidos ‘rosarios’ que reitera entre tonalidades<br />
del azul. En relación al temario vernacular también fue reconocido su cuadro<br />
<strong>El</strong> merengue, el cual tuvo que repetir varias veces por encargo del gobernante Trujillo.<br />
Para su obra tipicista o vernacular, Izquierdo asume una rememoración tratada con un<br />
cromatismo brillante y primario, con tendencia al movimiento escenificado y narrati-<br />
Federico Izquierdo|Retrato de Ercilia Pepín|Óleo/tela|67 x 53.5 cms.|1975|Col. Ateneo Amantes de la Luz.<br />
Federico Izquierdo|Retrato de Pedro Manuel de Jesús González|Acrílica/tela|69.5 x 59.5 cms.|1940|Col. Ateneo<br />
Amantes de la Luz.<br />
Federico Izquierdo|Lechón pepinero|Óleo/tela|91 x 60.5 cms.|1977|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
|435|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|436|<br />
|486|<br />
Dobal, Carlos.<br />
<strong>El</strong> Caribe,<br />
Suplemento<br />
Cultural,<br />
mayo 12 de 1984.<br />
Confert.<br />
vo. En otra dirección cultiva el retrato. «Es el continuador tenaz del retratismo tradicional<br />
entre nosotros», afirma Dobal al escribir sobre este tipo de pintura verista. Sin embargo,<br />
en algunos retratos ofrecen ruptura de ese tratamiento, entre ellos el de Fefita<br />
Sánchez (óleo 1930), de espléndida factura, cromatismos y captación anímica, es un ícono<br />
de excepción frente a otros también realizados al óleo, al carboncillo, al lápiz. <strong>El</strong> retrato<br />
de la sra. L’Official (óleo 1940) y el Retrato de don Pedro Archambault (óleo 1940), son<br />
dos buenos ejemplos de captaciones fisonómicas y emocionales.<br />
<strong>El</strong> historiador y crítico Carlos Dobal establece que «el más valioso aporte de la carrera<br />
y dilatada obra del Profesor Izquierdo, no se cimenta solamente en las innumerables vocaciones<br />
artísticas que orientó y disciplinó como docente de dibujo y pintura; está el<br />
aporte esencial de Izquierdo, junto al de Yoryi Morel como iniciador de la pintura de cos-<br />
tumbres en nuestro país, al ofrecer en su obra como dice Valldeperes (<strong>El</strong> Arte de Nuestro<br />
Tiempo, Pág. 140) ‘los primeros rasgos del tipicismo pictórico».A esta última apreciación<br />
añade Dobal: «Academicismo a una espontaneidad criolla, áspera y elocuente (…)<br />
el academicismo, se viste con galas criollas y se perfuma de espontánea rusticidad».|486|<br />
RAFAEL ARZENO TAVÁREZ (1914-1972) fue de los últimos alumnos de la Academia<br />
de Abelardo y, al igual que Rosalydia Ureña Alfau, se dedica a la enseñanza ar-<br />
Federico Izquierdo|<strong>El</strong> rosario|Óleo/tela (restaurado)|64.5 x 53.5 cms.|1970|Col. Familia De los Santos.<br />
Federico Izquierdo|La litera|Óleo/tela|95.5 x 76.2 cms.|1971|Col. Centro Cultural Eduardo León <strong>Jimenes</strong>.<br />
tística en la comunidad perteneciente.Al igual que la pintora petromacorisana, es un artista<br />
costero, no del Este o del Sur. Él nació y se desenvolvió casi completamente en el<br />
litoral norte, en la ciudad de Puerto Plata. Había nacido de la unión de Félix Antonio<br />
Arzeno Limardo y Luisa Tavárez Mounier.<br />
En Estampas de mi pueblo, el también puertoplateño Sebastián Rodríguez Lora traza un<br />
perfil biográfico de Arsenio Tavárez: «Hijo único de una madre vehemente y dominante,<br />
tipo marsupial, empeñada en aislarlo del mundo para protegerlo de sus peligros reales<br />
e imaginarios, y que le sometió siempre a una disciplina absurdamente rigurosa, yo<br />
sospecho que las presiones del hogar materno –unidas a la pérdida de su padre en edad<br />
temprana– produjeron en Rafaelito lo que yo he llamado síndrome de manismo emocional<br />
(sic), o sea, una persistencia torpe y herrumbrosa de algunos de los caracteres de<br />
la infancia, en forma, por ejemplo, de enfermiza timidez, de introversión crónica, de<br />
cuasi incapacidad para valerse por sí mismo, de exagerado respeto a las cosas y a sus semejantes.<br />
Doña Luisa quiso hacer de su hijo un pianista, y lo habría logrado si la circunstancia<br />
adversa del ambiente no lo hubiera impedido. Con todo, Rafaelito fue pianista<br />
a medias y recogió muchos aplausos como acompañante de solistas vocales e instrumentales<br />
en nuestro viejo Teatro Municipal, donde tocó el piano en los días del ci-<br />
Rafael Arzeno|<strong>El</strong> general Gregorio Luperón|Óleo/tela|91 x 27 cms.|1964|Col. Sociedad Alianza Cibaeña.<br />
Rafael Arzeno|Autorretrato con familia|Óleo/tela|C.1955|Col. Ceballos Estrella.<br />
|437|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|438|<br />
|487|<br />
Rodríguez Lora,<br />
Sebastián.<br />
Estampas de<br />
Mi Pueblo.<br />
Página 447.<br />
Confert.<br />
|488|<br />
Idem.<br />
Confert.<br />
|489|<br />
Camilo Carrau y<br />
Jochi Russo.<br />
Biografía de<br />
Rafael Arzeno.<br />
Confert.<br />
ne mudo. Dejó algunas composiciones musicales inéditas; así como un ballet –¿qué tal?,<br />
un ballet puertoplateño– para el cual diseñó la escenografía y el vestuario».|487|<br />
Arzeno Tavárez fue, además de músico, pintor, entrecruzándose las dos <strong>arte</strong>s como había<br />
ocurrido con los dos Abelardo de nuestra historia artística (Piñeyro y Rodríguez Urdaneta),<br />
con una notable diferencia. Estos no ejercieron la música como sustento de la vida material<br />
o docente; en cambio, el puertoplateño la asumió para lo uno y en lo otro siendo<br />
también pintor. <strong>El</strong> inicia el aprendizaje de ambas materias con las hermanas Alicia y Marina<br />
Menard,completando su formación de músico con Aurelio Rodríguez,el maestro Feliú<br />
y Madame Johanna del Prado de Goede. En relación al fortalecimiento de su vocación<br />
pictórica, explica Sebastián Rodríguez Lora que «recibió nociones y ‘orientaciones’ pictóricas<br />
del gran pincelista Abelardo Rodríguez Urdaneta y, más tarde –cuando contaba veintiséis<br />
años y sus fontanelas intelectuales estaban por cerrar– del maestro español Clemente<br />
Arveras, que vino a América tras los horrores de la guerra civil que ensangrentó a su patria,<br />
y que, más que otra cosa, familiarizó a Rafaelito con el mundo de los estilos y las corrientes<br />
de la pintura en los grandes centros artísticos europeos, París sobre todo».|488|<br />
En viaje al exterior, Rafael Arzeno Tavárez visitó los Estados Unidos y varios países de<br />
Europa, acudiendo a los grandes museos e interesándose por los maestros del Renacimiento<br />
español, italiano y flamenco. <strong>El</strong> estudia detenidamente a esos pintores occidentales<br />
y se apoya en ellos para inculcar el aprendizaje académico en la Escuela San Rafael,<br />
en donde también enseña música. <strong>El</strong> plantel fue establecido en 1942. Pero al mismo<br />
tiempo ejercía docencia en otros centros escolares. Su búsqueda interior lo interna<br />
a incursionar y profundizar en diferentes filosofías, afirman dos de sus alumnos,|489| y<br />
lo reconfirma Rodríguez Lora: «Sin ayuda de nadie fundó la Escuela San Rafael, donde<br />
muchos de sus compueblanos estudiaron música y pintura, entre otros su par y continuador<br />
Carlos Mena Ortea. ¿Qué más decir de nuestro pintor inconcluso? Que fundó<br />
familia y dio al mundo un par de hijos, contrap<strong>arte</strong> de sus dos aficiones artísticas.<br />
Que, ingresado a nuestra Logia Restauración No. <strong>11</strong>, de fundación luperoniana, escaló<br />
con celeridad los grados más altos de la francmasonería.Y que también, influido por algún<br />
compueblano prominente, quizás, sospecho yo, por don José del Carmen Ariza, se<br />
asomó, curioso, al mundo tierno y místico del rosacrucianismo, una edénica filosofía naturalista<br />
que ha atraído siempre a espíritus de pulcra sensibilidad cósmica (…) / De rostro<br />
solemne y melancólico, y ojos grandes y serenos, recordaba esas figuras que admiramos<br />
en los museos de cera y que en su mutismo y su quietud parecen haber sido hechas<br />
desde siempre y para siempre, como quizás fue hecho Rafaelito. <strong>El</strong> maravilloso<br />
mundo de luz y de colores de la naturaleza puertoplateña –de mi pueblo– está refleja- Rafael Arzeno|Doña Felícita, la madre del pintor|Óleo/tela|70 x 50 cms.|1941|Col. Familia Ceballos Estrella.<br />
|439|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|440| |441|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3<br />
|490|<br />
Rodríguez Lora.<br />
Op. Cit.<br />
Página 447.<br />
Confert.<br />
|491|<br />
Idem.<br />
Página 446.<br />
Confert.<br />
do en sus cuadros, con ese alucinado contrapunto de montaña y mar que los de allá llevamos<br />
como un pigmento imborrable en la retina del alma».|490|<br />
Anota Rodríguez Lora que Rafael Arzeno Tavárez, «además de pintar cosas, sobre todo<br />
paisajes, fue un logrado retratista, y pintaba cabezas con muy feliz acierto. Entre otras<br />
muchas que pintó yo recuerdo una que me toca muy de cerca, porque es la espléndida<br />
cabeza de braquicéfalo visigodo de mi abuelo paterno.Y, si atendemos a Velázquez, saber<br />
pintar cabezas es atributo del auténtico pintor, pues como dijo contestando las críticas<br />
que le hacían sus envidiosos de que sólo sabía pintar cabezas, era «un gran honor que le<br />
hacían, pues nunca había visto una cabeza bien pintada». Los envidiosos sabían muy bien<br />
que Velázquez sabía pintar eso y mucho más, y no se lo perdonaban».|491|<br />
Escribe Myrna Guerrero que «Arzeno se decidió por permanecer anclado en su ciu-<br />
Rafael Arzeno|Muelle de Puerto Plata|Óleo/tela|62 x 78 cms.|1952|Col. José y María Consuelo Bojos.<br />
dad natal, entre el ir y el venir de los barcos, redescubriendo el paisaje local, formando<br />
los músicos, pintores y decoradores que entretejerán el hilo conductor de las <strong>arte</strong>s puertoplateñas<br />
con el trazo firme del carboncillo, la soltura de la plumilla y las transparencias<br />
de la acuarela».|492| Tal apreciación permite comprender a un artista aislado, polifacético,<br />
multiplicado como trabajador de escuelas y habitante portuario; además desenvolviéndose<br />
como pintor en las redes de las viejas normas abelardonianas, de los modelos<br />
renacentistas y ajeno casi totalmente a las rupturas de las vanguardias que el remanente<br />
social victoriano de la comunidad no podía entender, mucho menos asimilar,<br />
a pesar de ser un puerto de aventuras liberadoras. Quizás son estas condiciones comunitarias<br />
y humanas –las del artista–, la razón por la cual el discurso visual de Rafael Arzeno<br />
no se distingue por la unidad estilística, técnica y temática.<br />
Rafael Arzeno|La loma de la bestia (Pto. Pta.)|Óleo/tela|67 x 88 cms.|1952|Col. José y María Consuelo Bojos.<br />
|492|<br />
Guerrero, Myrna.<br />
Presentación en<br />
Catálogo MAD.<br />
1995.<br />
Confert.
Capítulo 3|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|442|<br />
|493|<br />
Camilo Carrau y<br />
Jochi Russo.<br />
Biografía de<br />
Rafael Arzeno.<br />
Confert.<br />
Rafael Arzeno Tavárez era un artista que se apoyaba en diversos medios: papel, tela, cartón,<br />
lápiz, tinta, acuarela, pastel y collage para expresarse como dibujante y pintor. <strong>El</strong><br />
realizó copias de otros pintores de gabinete y produjo una obra personal variada, fluctuando<br />
entre lo naturalista y lo romántico, entre el expresionismo y la surrealidad. En<br />
su repertorio predominan el paisaje y el retrato. Sus apuntes a lápiz sobre el habitat<br />
puertoplateño y sobre personalidades coetáneas resultan excepcionales frente a las complacientes<br />
visiones paisajísticas que realizó sobre lienzo de pana con un resultado kitsch<br />
en algunos cuadros.<br />
Sus alumnos Camilo Carrau y Jochi Russo señalan que en los cuadros de Arzeno «hay<br />
un canto vibrante a la iridiscencia de la luz de nuestro trópico antillano, a la exhuberancia<br />
de la naturaleza, a los elementos vernáculos, los que envolvía en una simbología<br />
mística y empírica (…) Su trabajo fue pleno porque lo realizó con amor, en armonía<br />
con él mismo, con los demás y con Dios».|493|<br />
Como se ha señalado, Camilo Carrau y Jochi Russo fueron alumnos de Arzeno Tavárez.<br />
<strong>El</strong> primero es un dibujante de la memoria arquitectural puertoplateña, empero, se<br />
dedica a los medios de comunicación masiva. Russo es también pintor ocasional frente<br />
a su reconocida actividad de paisajista y decorador.Ambos elaboran una nómina del<br />
alumnado restante de la Academia San Rafael, figurando en ellas Florencia Pierret y<br />
Rafael Solano, quienes se convierten en destacados músicos. Otros discípulos asumen<br />
profesiones que preferencian frente a la pintura, siendo casos excepcionales Francisco<br />
Borbón (ingeniero y pintor), Eunice Castillo (educadora y pintora), Janina Polanco Zeller<br />
(decoradora y pintora) Mariano Hernández (fotógrafo) y Miguel Vila (arquitecto y<br />
pintor). Pero frente a estos nombres realmente se destacan los integrantes de un fuerte<br />
núcleo de artistas puertoplateños: Luis Oscar Romero, Carlos de Mena, Rafi Vásquez,<br />
Jorge Severino y Sergio Cetard, a quienes deben añadirse otras individualidades tal vez<br />
menos relevantes: Lilian Brugal, Norma Monte Arache. Pulín Muñiz, Francisco Núñez<br />
Benz, Manuel Polanco Zeller, Norma Silverio, Felipe Viloria, Anabella Villanueva B.,<br />
Rafael Henríquez, entre otros. Una alumna de la Academia de Arzeno que con el tiempo<br />
se convierte en sobresaliente artista <strong>nacional</strong> lo es Jesusa Castillo, más bien conocida<br />
como Soucy de Pellerano.<br />
Rafael Arzeno|Capricho de Paganini|Óleo/pana|96 x 88 cms.|1958|Col. José y María Consuelo Bojos.<br />
|443|<strong>El</strong> <strong>arte</strong> <strong>nacional</strong> <strong>protomoderno</strong>|Capítulo 3