Discurso de todos los diablos, o infierno emendado - Ataun
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todos nosotros, y allí no hay sino aprender y callar. Allí llegaron el diablo del Tabaco, y el diablo del Chocolate, que aunque yo los sospechaba, nunca los tuve por diablos del todo. Éstos dijeron que ellos habían vengado a las Indias de España, pues habían hecho más mal en meter acá los polvos y el humo y jícaras y molinillos, que el rey Católico a Colón y a Cortés y a Almagro y a Pizarro; cuánto era mejor y más limpio y más glorioso ser muertos a mosquetazos y a lanzadas que a moquitas y estornudos y regüeldos y a vaguido y a tabardillos; siendo los chocolateros idólatras del sorbo, que se elevan y le adoran y se arroban; y los tabacanos, como luteranos, si le toman en humo, haciendo el noviciado para el infierno; si en polvo, para el romadizo. Detrás destos dos venía el diablo del Cohecho, y este diablo tenía linda cara y talle: cosa que no en otro, y era como un oro, y me parece que le he visto en mil diferentes partes,
en unas arrebozado, en otras descubierto, llamándose unas veces niñería, otras regalo, otras presente, otras limosna, otras paga, otras restitución, y nunca le vi con su nombre propio; y me acuerdo de haberle visto llamar herencia, ganancia, barato, patrimonio, reconocimiento y nada; y le he conocido en unas partes dotor, en muchas licenciado, entre mujeres bachiller, entre escribanos derechos, y entre confesores limosna. Éste venía con grande séquito, pretendiendo título de diablo máximo; mas se lo contradijo con notable satisfacción el diablo de la Consecuencia, diciendo: —Yo soy el enredo político y la fullería de los príncipes y el achaque de los indignos y la disculpa de los tiranos. Yo soy tintorero de las bellaquerías, que las doy color, y lo atropello y tengo el mundo confuso y revuelto. Yo he desterrado la razón y hecho mérito la porfía y poderoso el ejemplo, y he dado fuerza de ley al
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en unas arrebozado, en otras <strong>de</strong>scubierto,<br />
llamándose unas veces niñería, otras regalo,<br />
otras presente, otras limosna, otras paga, otras<br />
restitución, y nunca le vi con su nombre propio;<br />
y me acuerdo <strong>de</strong> haberle visto llamar herencia,<br />
ganancia, barato, patrimonio, reconocimiento y<br />
nada; y le he conocido en unas partes dotor, en<br />
muchas licenciado, entre mujeres bachiller,<br />
entre escribanos <strong>de</strong>rechos, y entre confesores<br />
limosna.<br />
Éste venía con gran<strong>de</strong> séquito,<br />
pretendiendo título <strong>de</strong> diablo máximo; mas se<br />
lo contradijo con notable satisfacción el diablo<br />
<strong>de</strong> la Consecuencia, diciendo:<br />
—Yo soy el enredo político y la fullería <strong>de</strong><br />
<strong>los</strong> príncipes y el achaque <strong>de</strong> <strong>los</strong> indignos y la<br />
disculpa <strong>de</strong> <strong>los</strong> tiranos. Yo soy tintorero <strong>de</strong> las<br />
bellaquerías, que las doy color, y lo atropello y<br />
tengo el mundo confuso y revuelto. Yo he<br />
<strong>de</strong>sterrado la razón y hecho mérito la porfía y<br />
po<strong>de</strong>roso el ejemplo, y he dado fuerza <strong>de</strong> ley al