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O O 2.0<br />
2.0<br />
El cerebro es sumamente moldeable, por lo que no es<br />
extraño que las nuevas tecnologías modifi quen muchas<br />
de sus destrezas, y desarrollen muchas otras, como la<br />
inteligencia emocional o la búsqueda de información.<br />
Ya no es necesario<br />
que recordemos<br />
las fechas de<br />
cumpleaños o<br />
los números de<br />
teléfono de nuestros amigos<br />
porque nuestro smartphone o<br />
tableta lo hacen por nosotros.<br />
Pero tampoco hace falta que<br />
sepamos de memoria el año<br />
exacto en el que ocurrió un<br />
hecho histórico, porque Internet<br />
lo pone a nuestro alcance en<br />
cualquier momento y lugar.<br />
Todas estas tareas que antes<br />
eran algo imprescindible para<br />
nuestra memoria, ahora han<br />
sido relegadas a un segundo<br />
plano y confi adas a los nuevos<br />
dispositivos tecnológicos que<br />
comparten con nosotros el día<br />
a día. Pero, ¿cómo modifi can<br />
nuestro cerebro?<br />
El principal cambio radica en<br />
el hecho de que utilizamos las<br />
nuevas tecnologías como discos<br />
duros externos para almacenar<br />
en ellos todo tipo de datos y<br />
recuerdos que antes guardábamos<br />
en nuestro cerebro. No<br />
en vano, el inmenso caudal de<br />
información que recibimos a<br />
través de Internet ha cambiado<br />
nuestra manera de relacionarnos<br />
con nuestro entorno y la<br />
forma en la que gestionamos<br />
los que ocurre en él, y esto a su<br />
vez está transformando el proceso<br />
que realiza nuestro cerebro<br />
para recordar y guardar esa<br />
información. Ya no es importante<br />
memorizar datos porque los<br />
tenemos al alcance de nuestra<br />
mano en cualquier momento<br />
y lugar, ahora lo realmente<br />
esencial es la estrategia que se<br />
emplea para buscarlos de una<br />
forma efi caz y rápida. El cerebro<br />
de los internautas cada vez se<br />
preocupa menos por recopilar<br />
datos y se centra más en optimizar<br />
las mejores rutas para<br />
encontrar la información.<br />
Un estudio realizado por investigadores<br />
de la Universidad de<br />
Hokkaido, en Japón, para el que<br />
se han analizado a 150 personas<br />
de entre 20 y 35 años, señala<br />
que existe una vinculación<br />
directa entre la disfunción de<br />
la memoria y la dependencia a<br />
los aparatos informáticos, como<br />
teléfonos móviles y sistemas de<br />
navegación. Además, afi rma que<br />
esta dependencia está haciendo<br />
que se pierda la capacidad<br />
de recordar cosas aprendidas<br />
recientemente, así como las que<br />
están involucradas en el proceso<br />
de recordar datos antiguos y<br />
distinguir entre la información<br />
relevante y la que no lo es.<br />
Según el neurólogo encargado<br />
de este estudio, Toshiyuki<br />
Sawaguchi, esta dependencia<br />
tecnológica que presenta nuestra<br />
memoria es un nuevo tipo<br />
de disfunción cerebral. Esto nos<br />
lleva a hacernos la siguiente pregunta:<br />
¿nuestro cerebro se está<br />
debilitando?<br />
Pues bien, aunque pueda parecer<br />
que sí, es todo lo contrario,<br />
sólamente nuestro cerebro se<br />
está adaptando a las nuevas tecnologías<br />
y está modifi cando su<br />
De todos los dispositivos tecnológicos,<br />
el que más está transformando nuestra<br />
red neuronal es el teléfono móvil<br />
uso de acuerdo al entorno, un<br />
proceso totalmente normal que<br />
se ha producido en multitud de<br />
ocasiones a lo largo de toda la<br />
historia de la humanidad.<br />
Nuevas destrezas<br />
Sin duda, el aparato tecnológico<br />
que más está transformando<br />
nuestra red neuronal es el teléfono<br />
móvil, un dispositivo que<br />
se ha convertido en parte primordial<br />
de nuestras vidas. Este<br />
nos permite recibir datos e información<br />
de forma inmediata,<br />
comunicarnos a distancia y realizar<br />
numerosas tareas mediante<br />
gadgets y aplicaciones. Se ha<br />
demostrado mediante diversos<br />
estudios, que los jóvenes acostumbrados<br />
a un uso frecuente<br />
El cerebro<br />
de los<br />
videojuegos<br />
Estamos acostumbrados a leer<br />
noticias negativas sobre los videojuegos.<br />
Por ello, es aún más<br />
sorprendente descubrir la opinión<br />
de algunos cientí cos que<br />
los consideran una herramienta<br />
muy valiosa para mejorar las<br />
funciones de percepción de<br />
nuestro cerebro. Uno de estos<br />
defensores es el neurocientí co<br />
Luis Martínez Otero, del Instituto<br />
de Neurociencia del CSIC<br />
en Alicante, quien sostiene que<br />
jugar a videojuegos es muy<br />
recomendable para ejercitar<br />
nuestro cerebro.<br />
No en vano, nuestro sistema<br />
visual está formado por dos<br />
partes : la central y la periférica.<br />
La primera es donde centramos<br />
la mirada cuando analizamos<br />
algo en detalle y la segunda<br />
es la encargada de organizar y<br />
procesar el comportamiento<br />
motor en relación a los espacios.<br />
Esta última llega más rápido<br />
y a más lugares del encéfalo<br />
que la central. Al jugar a un<br />
videojuego este área optimiza<br />
el uso de los datos que recibe<br />
el cerebro.<br />
Lo mismo opina Sarah-Jayne<br />
Blakemore, neurocientí ca<br />
cognitiva de la Universidad de<br />
Londres, quien señala que la<br />
mayoría de los estudios que se<br />
han realizado para comprobar<br />
los efectos de los videojuegos<br />
en el cerebro se han hecho en<br />
personas adultas, y sorprendentemente<br />
estos muestran<br />
efectos positivos en muchas<br />
habilidades cognitivas.<br />
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