Epale - Ciudad Caracas

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de toda una vida de sometimiento y docilidad
aprendida. Es el ala más temida por la
derecha. Sobre los procederes de este sector,
los medios de comunicación opositores
han fundado los peores miedos de la clase
media y alta.
También está el chavismo de clase media
que, en buena medida, se ve obligado a “estar
en el clóset” porque se desenvuelve en
medios sociales (urbanizaciones, empresas,
colegios) controlados por el escualidismo
radical. Se da así una rara paradoja: un grupo
que está en el poder, pero a la vez en la
clandestinidad.
Y claro, hay un chavismo de clase alta, la llamada
“boliburguesía”, integrada por empresarios
que se declaran socialistas sin prestar
atención a quienes dicen que tal cosa es una
contradicción en los términos. Estos últimos,
por cierto, forman otro segmento del espectro:
el ultrachavismo, ese grupo que siempre
fue más chavista que Chávez y ahora, lógicamente,
es más chavista que cualquier otro
chavista que pueda existir.
Complejísimo es, pues, el chavismo: bolivariano
en sus raíces; nacionalista en sus reivindicaciones;
de aspiraciones socialistas en
cuanto al modelo político y económico; de
vocación internacionalista probada a cada
paso; aliado con el incombustible ícono de
la Revolución Cubana; con un fuerte componente
militar que ha cambiado el paradigma
de las fuerzas armadas proimperialistas
de antes; asociado, por analogía, a todos los
movimientos alternativos del mundo, incluyendo
indigenistas, feministas, sexodiversos,
ambientalistas, pacifistas, adversarios
de los alimentos transgénicos; y guiado por
un líder de magnitud mundial. No es raro
que el chavismo sea un tema fascinante para
politólogos e historiadores.
Leopoldo Puchi, alguna vez chavista, luego
opositor y más tarde un analista político dotado
de sorprendente equilibrio, dice que el
chavismo logró nada menos que llenar a la izquierda
de pueblo, por primera vez en la historia.
Puchi recordó, en un artículo publicado
en enero pasado, que Rómulo Betancourt
se burlaba de la ausencia del pueblo en el
Partido Comunista. Lo llamaba arepa de
Edición Número Veintitrés. Año 01. éPalE CCS
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Una FRaSE dEl MISMO lídER: “CHÁVEZ ES Un
PUEblO”
—
carne mechada sin carne mechada o arroz
con pollo sin pollo. Pues bien, según Puchi,
el chavismo le puso la carne mechada a la
arepa y el pollo al arroz con pollo.
Para lograr este prodigio, el chavismo ha conseguido
unas mezclas que parecían imposibles
en la época betancourista: es marxista,
pero de ninguna manera ateo; es revolución
pero con normas de democracia burguesa,
la principal de ellas: elecciones, elecciones y
más elecciones.
Por cierto, muchos analistas opositores dicen
que no hay diferencia entre el chavismo y su
antecedente como movimiento policlasista
y de masas: Acción Democrática. Quienes
hacen esta comparación soslayan un hecho
fundamental: AD se las arregló para que esa
mayoría, que le daba respaldo, fuese una fuerza
electoral que durante el resto del tiempo
cumplía un rol casi decorativo. En el chavismo,
en cambio, se ha ido consolidando un
tejido social que, si bien dista mucho de haber
alcanzado sus metas, ha significado un
paso enorme en la búsqueda de la utopía del
Poder Popular.
“Los analistas nunca supieron leer la visionaria,
avanzada y vigorosa propuesta ideológica
de Chávez para Venezuela y para el
mundo. Es el nuevo modo de ser militante
revolucionario, que sustituye al viejo concepto
estalinista en el cual el militante era
un simple instrumento para la captación del
voto”, dice el comentarista político Alberto
Aranguibel.
Los mismos analistas, en otra aproximación
simplista, pretenden limitar el chavismo a
la categoría de movimiento inspirado por
Caracas, 24 de marzo de 2013.
un liderazgo carismático. Algunos lo asimilan
al caudillismo del siglo XIX, mientras
otros lo equiparan con fenómenos telegénicos
propios de la cultura de masas. No
es tan simple el asunto, porque el chavismo
no fue en vida del Presidente (ni lo es ahora)
un mero enamoramiento de la persona, sino
el compartir de un corpus de ideas y valores.
Adicionalmente, el movimiento generado
por Chávez está cargado de logros en el
plano pragmático. La distribución justa de
la renta petrolera no es una abstracción, ni
siquiera una mera aspiración: es un hecho
concreto, una obra de gobierno.
El filósofo y presentador de TV Miguel Ángel
Pérez Pirela destaca el componente internacional
del gran río chavista: “Es fundamental
la cosmovisión igualitaria del mundo que
el chavismo practica en la Latinoamérica del
siglo XXI”, dice.
El profesor José Sant Roz pondera las dimensiones
del movimiento y su capacidad para
afrontar la tragedia que ha vivido: “El chavismo
es un gigante que persiste y persistirá
en su rumbo, pese a encontrarse anonadado
por tan brutal golpe”.
El historiador Lionel Muñoz, por su parte,
considera que el chavismo ha entrado en una
nueva etapa, en la que, de alguna manera, es
algo nuevo: “Está recién nacido, con buena
salud y próximo a bautizarse en las aguas de
la victoria, el domingo 14 de abril”.
El encuestador Jesse Chacón piensa que es innecesario
dar tantas vueltas buscando una definición
del chavismo cuando, perfectamente,
puede dibujarse con una frase del mismo
líder: “Chávez es un pueblo”.