Epale - Ciudad Caracas
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“Permítanme siempre estas confidencias,<br />
muy del alma, porque yo hablo con el pueblo<br />
aunque no lo estoy viendo; yo sé que ustedes<br />
están ahí, sentados por allí, por allá, oyendo<br />
a Hugo, a Hugo el amigo. No al Presidente,<br />
al amigo, al soldado”. Así comienza Cuentos<br />
del Arañero, el libro que muestra a Chávez<br />
contado por sí mismo.<br />
En una carta enviada a los compiladores de<br />
la publicación, el Comandante asegura que<br />
estos relatos reflejan la esencia del pueblo, su<br />
voz, su vida y el amor que ese mismo Pueblo,<br />
en su infinita bondad, le ha entregado.<br />
EL PRIMER dISCURSO<br />
Recuerdo la primera vez que di un discurso,<br />
cuando llegó el primer obispo a Sabaneta de<br />
Barinas. Estaba en sexto grado y me pusieron a<br />
leer unas palabras, a darle la bienvenida al obispo<br />
González Ramírez, algo así se llamaba. Y ese<br />
mismo año, un 12 de marzo de 1966, me correspondió<br />
leer también un discurso en la Plaza<br />
Bolívar de Sabaneta de Barinas, a nombre de los<br />
muchachos del Colegio Julián Pino, donde hice<br />
mi primaria. Nunca se me olvida una frase de<br />
ese discurso que escribió mi padre: “La bandera<br />
que Miranda trajo y que Bolívar condujo con<br />
gloria”. Eso se me grabó para siempre.<br />
NO SON LOS TIEMPOS<br />
dE dOÑA BÁRBARA<br />
Yo, en Apure, enfrentaba a mucha gente, de<br />
esas que tienen grandes extensiones de tierra.<br />
En una ocasión, un dueño de tierras quería impedir<br />
que los soldados míos pasaran por esas<br />
tierras. Entonces, trancaron el camino. Yo hice<br />
lo que tenía que hacer. Me llega un cabo y me<br />
dice: “Mire, mi capitán, que no podemos pasar<br />
porque hay un candado trancando el paso”.<br />
Agarré por radio y dije: “Soldado, métale un tiro<br />
de fusil a ese candado”. Estaba trancando el camino<br />
real, hermanos, además son las Fuerzas<br />
Armadas patrullando la frontera. Me decía el<br />
señor que me iba a enjuiciar. “Enjuícieme, pero<br />
usted está abusando de su poder, porque usted<br />
no es dueño”.<br />
Fíjate tú, una vez conseguí a unos campesinos,<br />
unos pescadores, me llegaron allá al comando,<br />
porque mi comando era también un sitio de<br />
llegada de los indios, los guajiros, los cuibas,<br />
los yaruros, quejándose del abuso, de la arbitrariedad<br />
durante años. ¿Saben lo que hacían<br />
algunos dueños de terrenos? Pasaba un caño<br />
que en invierno se hace un río. En el verano tapaban<br />
el caño con máquina para secarlo, para<br />
que no se metieran los pescadores o los campesinos,<br />
que en un motorcito iban en una lanchita<br />
para recorrer todos esos campos en invierno.<br />
Tuve que mandar una máquina con unos soldados<br />
a tumbar todos esos tapones. Porque ellos<br />
entonces decían: “Esta tierra es mía, y el agua<br />
que pasa por aquí también es mía”. Yo le dije:<br />
“Usted está equivocado, señor, usted no sabe;<br />
esto no es Doña Bárbara, ni el tiempo aquel de<br />
la Edad Media”.<br />
EL CRISTO<br />
Me traje un Cristo que me regaló ese general<br />
maestro, pensador general, Jacinto Rafael Pérez<br />
Arcay. Uno de mis maestros y uno de los generales<br />
insignes de este tiempo venezolano. Me regaló<br />
este Cristo allá en Palacio, cuando íbamos saliendo,<br />
y me dijo: “¡Que Dios te bendiga!”. Y lo cargaré<br />
para siempre, así como cargo el escapulario<br />
de la Virgen del Socorro, la Virgen del Carmen<br />
que usó Pedro Pérez Delgado, “Maisanta” o “El<br />
Americano”. Lo cargaba así, agarradito, y lo tenía<br />
aquí. Y oía el grito, por allá, de alguien que<br />
decía: “Hay que matarlo, es un asesino”. Había<br />
pasiones desatadas aquí, andaba el demonio por<br />
ahí suelto, andaba el mal. Eso se respiraba, el<br />
mal aquí, fuerzas oscuras como huracanes circundaban<br />
estos espacios, espacios que yo quiero<br />
mucho como soldado que soy.<br />
SOy FELIZ TRATANdO<br />
dE AyUdAR<br />
Recibí la semana pasada a un niñito que me estaba<br />
pidiendo una pelota. Él quiere jugar beisbol.<br />
A mí me da mucho dolor. Por supuesto, no voy a<br />
decir su nombre, porque es un drama familiar.<br />
Se separaron el papá y la mamá. El papá se fue<br />
para otra parte lejana del país con una nueva<br />
esposa, la mamá del niñito se fue con un nuevo<br />
esposo para otro lado y el niñito se quedó con su<br />
abuela. Y la abuelita vive de alquilar dos cuartos<br />
en la casa que no es de ella. Está pagando la casa<br />
alquilada, pero alquila dos cuartos, y al abuelo<br />
le cortaron las dos piernas por la diabetes. La<br />
viejita anda buscando a ver cómo.<br />
Ese muchachito está estudiando, pasó con 19<br />
puntos para quinto grado. Él quiere jugar pelota,<br />
hermano, y allá fueron. Se sentaron en las sillas<br />
donde se sientan los jefes de Estado. “Siéntate<br />
ahí”, le dije, “Chico, mira a Bolívar”. Ahí está el<br />
retrato grande de Bolívar y la espada de Bolívar,<br />
la réplica y vean, este es el palacio del pueblo. El<br />
Edición Número Veintitrés. Año 01. ÉPALE CCS <strong>Caracas</strong>, 24 de marzo de 2013.<br />
niñito se fue con su pelota, con un batecito y, además,<br />
le conseguimos una inscripción en la liga de<br />
béisbol menor que funciona allá en Miraflores.<br />
Bueno, yo soy feliz tratando de ayudar a alguien,<br />
aunque sea con una pelotica, con un abrazo. A<br />
la viejita vamos a ayudarla, a su esposo que está<br />
impedido, no puede caminar, la silla de ruedas<br />
no sirve, está vieja. Es un drama.<br />
Puede bajar el texto de Cuentos del Arañero<br />
en www.minci.gob.ve