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Epale - Ciudad Caracas

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36<br />

I<br />

Hacia finales de los años 80 y principios de los<br />

90 palabras como democracia, izquierda, partido,<br />

revolución, pueblo, etc., habían perdido<br />

su significado más elemental. Aún más, iban<br />

desapareciendo poco a poco del vocabulario<br />

habitual de la gente y con esas ausencias, que<br />

no fueron solo semánticas, la esperanza de<br />

un cambio real se postergó en dilatados estudios,<br />

más nostálgicos que propositivos, sobre<br />

la fallida experiencia del socialismo real y el<br />

triunfo indiscutible de la derecha a escala planetaria.<br />

A nivel global, la despolitización de la<br />

vida individual y colectiva constituyó un episodio<br />

importante de la posthegemonía liberal,<br />

creando referencias culturales de impacto masivo<br />

fundamentadas no solo en la propaganda<br />

de la ideología capitalista sino en la negación<br />

absoluta de cualquier otro modelo político y<br />

social. Son los años del fin de la historia, del<br />

nihilismo orgánico, de la tristeza colectiva,<br />

prósperos años para el resurgimiento de lo<br />

que Estanislao Zuleta llama la razón cínica.<br />

Los años 90 fueron prolijos para la restauración<br />

del liberalismo, ahora armado de tecnología<br />

comunicacional y bélica suficiente como<br />

para hacer realidad su utopía totalitaria: un<br />

sistema mundial viable de mercado, que constituya<br />

un supraestado capaz de sostenerse en<br />

términos de legalidad bajo los consensos de<br />

la democracia formal.<br />

Para entonces, la izquierda tradicional no había<br />

sido capaz de responder —ni política ni<br />

culturalmente— al modo de vida propagado<br />

desde la Guerra Fría y aplicado secularmente<br />

a los mercados del mundo: el renascente esclavista<br />

y colonial de las potencias militares<br />

y corporativas.<br />

El estado de bienestar para las economías fuertes<br />

del Norte significó un adormecimiento del<br />

movimiento socialista y, en especial, de los<br />

partidos progresistas que, lejos de elaborar un<br />

referente crítico, se fueron acomodando a las<br />

reivindicaciones parciales que redundaban en<br />

un sospechoso bienestar inmediato para las<br />

clases obreras y medias. Fue Latinoamérica<br />

la que tuvo que pagar la factura del lujo y el<br />

confort de estos modelos de desarrollo y del<br />

adormecimiento de las otroras lumbreras del<br />

socialismo. La ruptura, estaba ya dibujada por<br />

la historia, si se daba, vendría entonces de este<br />

lado del mundo.<br />

xxx<br />

—<br />

II<br />

1989: Venezuela es el segundo país de América<br />

donde se aplica el modelo neoliberal —nos<br />

antecedía la Chile de Pinochet— y el primero<br />

en levantarse de modo espontáneo contra<br />

la restauración del capital. Esto marca, ya se<br />

ha dicho de muchas maneras, el desmoronamiento<br />

del puntofijismo, pero de ninguna<br />

manera propone el surgimiento de una alternativa<br />

a la crisis política de la democracia<br />

representativa. Los partidos y las fuerzas de<br />

izquierda en Venezuela, como en el resto del<br />

mundo, se encontraban sin ideas actuales y<br />

sin el vigor necesario para encarar los nuevos<br />

desafíos que supone una reinvención de sí<br />

mismos y de nuevos referentes sociales y políticos.<br />

El poder insurgente, la organización,<br />

la transformación concreta de la sociedad, si<br />

algo requería, era un acto de creación ante el<br />

dogmatismo melancólico, el vacío ideológico<br />

y la precariedad de lo real.<br />

En este contexto surge un movimiento y un<br />

líder cuya singularidad impide una automática<br />

clasificación dentro de las corrientes del<br />

pensamiento tradicional —de derechas o de<br />

izquierdas— y lo postula como una alternativa<br />

auténticamente política. Hugo Chávez y<br />

los boinas rojas, desde el punto de vista conceptual,<br />

vendrían a inaugurar un proceso<br />

Edición Número Veintitrés. Año 01. ÉPALE CCS <strong>Caracas</strong>, 24 de marzo de 2013.<br />

dialéctico con nuestra propia historia en la<br />

revisita al pensamiento bolivariano y, en general,<br />

al ideario y las luchas fundacionales del<br />

siglo XIX y XX venezolano, y en su reatroalimentación<br />

con los demás procesos libertarios<br />

de otros pueblos, épocas y realidades. Como<br />

buen alumno, y asiduo visitante de la biblioteca<br />

del viejo José Esteban Ruiz Guevara, el<br />

pensamiento de Hugo Rafael Chávez Frías<br />

iba a forjar un espíritu apasionado por el saber<br />

científico, la búsqueda de la identidad y<br />

el arte, que lo vacunaría contra todo dogmatismo,<br />

contra todo sistema cerrado e impracticable.<br />

Espíritu que lo ha acompañado<br />

a lo largo de esta épica fundacional contra<br />

el nihilismo mundial y las fuerzas reactivas<br />

que reinan desde invisibles tronos. A partir<br />

de 1999, con el primer triunfo electoral del<br />

presidente Chávez, se inaugura, sin lugar a<br />

dudas, una nueva cultura política que, ya en<br />

sus primeros años, innovaría desde el punto<br />

de vista teórico y procedimental de cara<br />

a la reinvención de un ideario emancipador<br />

para el aquí y el ahora.<br />

Tomado de Ideas de Chávez, anotaciones para su<br />

estudio. Publicación de la Alcaldía Bolivariana<br />

del Municipio Libertador. Encartada por el diario<br />

<strong>Ciudad</strong> CCS. Marzo de 2013.

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