Epale - Ciudad Caracas

No existe nada tan axiomático ni nada que
pueda parecer tan misterioso y enigmático
como el hecho de saber que todos nos vamos a
morir algún día. Por más que se intente llegar
a su comprensión a través de analogías, sortilegios
forenses —terrenalmente hablando—
o suposiciones, la muerte es una vivencia, la
última vivencia, que solo concierne al muerto
y el que ha muerto no puede ya decir nada al
respecto. Y aunque se sabe claramente que la
muerte es el cese del proceso homeostático
de un ser viviente, se desconoce científicamente
en qué parte del proceso está el umbral
en que se pasa de la vida a la muerte. Y si
un umbral es el comienzo de cualquier cosa,
entonces, Chávez cruzó el umbral de la vida
hacia la inmortalidad simbólica e ideológica.
La muerte de Chávez paralizó al país y al
mundo, y durante más de diez días. Al fin su
cuerpo está intocable, diáfano dentro de su
última instancia: El Cuartel de la Montaña.
Pero lo que se demuestra en las calles, por
parte de sus más fervientes seguidores, es
que aún sigue vivo.
lA ceremoniA:
“el último Adiós”
Viernes. Quincena. Coincidió un acontecimiento
que alborota la ciudad cada dos semanas
con otro acontecimiento que ya tenía
alborotado al país desde hace una: el funeral
de Chávez. A pesar del duelo, las calles estaban
atiborradas de gente activa: autobuses
repletos de personas provenientes del interior
del país, grupos que se adueñaban de una
calle completa solo para usarla durante los
segundos que el féretro —fugaz, veloz, como
apurado— pasaba por el frente; banderas,
camisas, canciones, fotos, flores, consignas,
llantos, gritos, desorden, caos.
Un proverbio italiano dice: Non è si tristo
cane, che non medi la coda, es decir, “no hay
perro tan desdichado que no menee la cola”,
lo que implica que todo ser viviente superior
y complejo —los humanos— a pesar de lo jodida
que esté la situación, son capaces de estar
alegres. Aunque era un funeral y la tristeza
se adueñaba de muchas caras —y se sentía
“¡A lA orden los brAzAletes!, lA gorrA, lA
gorrA, lA gorrA, lA gorrA. dos por diez lA
foto, dos por diez, dos por diez. los chupi,
los chupi, los chupi. ¡A lA orden! tengo lAs
101 cAnciones del presidente”
—
una pesadez en el ambiente— la actitud y la
voluntad de muchos por salir a la calle a presenciar
un momento histórico daban la impresión
de que aquí no estaba pasando nada
malo, que se iba a marchar hasta el Balcón
del Pueblo o a la Diego Ibarra y que en algunos
de esos lugares se escucharía un gran
discurso, luego, las respectivas cervezas y pa’
la casa. Esta vez no fue así, pero hay quienes
se reconfortan por pensar que ni la ideología
ni el proceso han muerto. Después de todo,
lo que realmente importa es el pensamiento
Caracas, 24 de marzo de 2013.
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que queda y se propaga porque, parafraseando
el primer párrafo de este texto, todos vamos
a morir en algún momento.
“¡A la orden los brazaletes!, la gorra, la gorra,
la gorra, la gorra. Dos por diez la foto, dos
por diez, dos por diez. Los chupi, los chupi,
los chupi. ¡A la orden! Tengo las 101 canciones
del Presidente por 10 bolívares. Gorra,
bandera, brazalete, camisa, los banquitos tricolor
para no esperar parado en la cola. La
foto, la foto, la foto, la foto del Presidente con
Edición Número Veintitrés. Año 01. ÉpAle ccs