40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital
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934 Notas complementarias<br />
herejía más que ocasionalmente, por vez primera el año 418, cuando le<br />
presentan el sermón de un arriano anónimo, que contenía un resumen de<br />
la doctrina arriana para propagarla entre los fieles. San Agustín lo refuta<br />
con el libro Contra el sermón de los arríanos; luego, al final de su vida,<br />
años 427-428, las cartas de Pascencio y de Elpidio, arríanos (Epp.<br />
238,239,240,241,242); en la obra Las herejías 49; y la Conferencia con un<br />
adversario cualificado, el obispo arriano Maximino, enviado a Hipona<br />
hacia el año 427 por el gobernador Sigisvulto.<br />
A esto se reduce la intervención de San Agustín en la controversia<br />
antiarriana por las circunstancias históricas en que se desenvolvió. Sin<br />
embargo, su teología trinitaria es muy clara e importante, que, además de<br />
mantener íntegra la adhesión a la Escritura y a la tradición de la Iglesia,<br />
San Agustín ha sabido exponerla de manera distinta a la especulación<br />
griega con el cuño inconfundible de su originalidad fecunda.<br />
[48] El final de las «Retractaciones» y el «Catálogo» de San Posidio,<br />
cf. p.828, nota 435. Hay que añadir también las obras o libros que no<br />
recogen las Retractaciones, pero que el mismo San Agustín menciona en<br />
sus Cartas: La paciencia; La fe en lo que no se ve (Epist. 231,7, año 429);<br />
Las ocho cuestiones del Antiguo Testamento (edición De Bruyne en Miscellanea<br />
Agostiniana 2 [Roma 1931] 333-337), y el Tratado contra los<br />
judíos, considerado también como sermón. Además la gran Colección de<br />
Sermones que se ha conservado, y hasta hoy van reconocidos 544, predicados<br />
por él a lo largo de casi cuarenta años; pero que no le dio tiempo<br />
a repasar como hizo con los libros. Sin duda alguna que en la biblioteca<br />
de Hipona se conservaban muchísimos más, quizás pasaran de cuatro mil,<br />
que, al no ser publicados por el mismo San Agustín, la mayoría se han ido<br />
perdiendo. Precisamente porque San Agustín fue ordenado sacerdote para<br />
esa actividad principalmente, él ejerce el ministerio de la predicación con<br />
mucho celo y competencia, como retórico ya famoso (cf. S. POSSIDIUS,<br />
Vita 5). Y desde entonces tuvo que predicar siempre, lo mismo desde el<br />
altar de la iglesia y delante de los obispos que en las reuniones privadas,<br />
improvisando alocuciones o explicando textos de la Sagrada Escritura;<br />
ministerio que consideró como su deber supremo. Predicaba con mucha<br />
frecuencia: los domingos y fiestas ordinarias, octavas y aniversarios; muchísimas<br />
veces en las funciones de la mañana y de la tarde (lucernario y<br />
vespertino), y también entre semana a los más piadosos, religiosos, monjas,<br />
clero y devotos; otras veces tenía que predicar por invitación, lo cual<br />
ocurría siempre que salía de su diócesis; y cuando San Agustín asistía a<br />
las asambleas de obispos, nunca se le permitió estar callado.<br />
Por otra parte, la predicación de San Agustín abarca los Sermones<br />
estrictamente al pueblo, los Comentarios o enarraciones a los Salmos, y los<br />
Tratados o sermones al Evangelio y a la Carta a los Partos de San Juan. De<br />
los Sermones estrictamente al pueblo se conserva una mínima parte de los<br />
que en realidad predicó, porque, calculando un promedio mínimo de cien<br />
sermones por año, como cumplió este ministerio sin grandes interrupciones<br />
durante casi cuarenta años, fácilmente llegarían a los 4.000; y como<br />
la predicación era de memoria e improvisando, aunque muchas veces<br />
toque los mismos temas, siempre tiene matices y originalidad que los hace<br />
nuevos.<br />
Hay que añadir también la Colección de sus Cartas, desde finales del<br />
año 386 hasta el 430, que actualmente forman 299 cartas; algunas consideradas<br />
como verdaderos tratados.<br />
Notas complementarias 935<br />
Finalmente, completando la relación de obras de San Agustín que<br />
recogen las Retractaciones, San Posidio, para que nada se perdiera, escribió<br />
La vida de San Agustín y el Indículo o Catálogo de sus obras.<br />
[49] Grandeza de San Agustín en las «Retractaciones», cf. p.828,<br />
nota 435. San Agustín escribió la obra de las Retractaciones al final de<br />
su vida, que alcanzó una venerable ancianidad con toda la lucidez de sus<br />
facultades, y en plena actividad hasta el final, como lo demuestran las<br />
obras profundas e importantes que la muerte no le dejó terminar (Réplica<br />
a Julián, obra inacabada; la segunda parte de Las herejías; las Retractaciones<br />
de las Cartas y Sermones), y lo confirma su discípulo y primer biógrafo,<br />
San Posidio (Vita 31). Esto quiere decir que las Retractaciones son una<br />
obra bien pensada (Epist. 127 a Marcelino, año 412), y de plena madurez,<br />
donde de alguna manera resume y deja reflejada la actividad literaria de<br />
su vida y la calidad y grandeza de su alma. Lo mismo que las Confesiones<br />
son alabanza y gratitud a Dios por la luz y la vida de la gracia, las<br />
Retractaciones son testimonio y proclamación de su fidelidad al servicio de<br />
Dios y del rendimiento pleno de los talentos que recibió. En efecto, las<br />
Retractaciones, con su orden cronológico, van midiendo el progreso de San<br />
Agustín en el conocimiento de la verdad. Si se comparan las múltiples<br />
correcciones de las primeras obras con las posteriores, sobre todo las<br />
últimas, aparece enseguida la diferencia, a medida que abandona las fórmulas<br />
y temas profanos, y avanza en su vida por el conocimiento y asimilación<br />
de las Sagradas Escrituras. A la vez que se aprecia también el<br />
adelantamiento constante en la virtud y en el amor a Dios y en el amor<br />
al prójimo, porque, convencido profundamente de la verdad, se esforzaba<br />
por que la verdad brillara y venciera a todos.<br />
El amor a la verdad, el amor a Dios y el amor al prójimo, con todo<br />
lo que suponen, dan en las Retractaciones, como ninguna otra cosa, la talla<br />
de San Agustín. El amor a la verdad, porque muestra al Agustín de<br />
siempre con aquel ardiente y sincero amor por la sabiduría (Retract.,<br />
Prólogo 3), y la lealtad le mantiene de tal forma que no descansa hasta<br />
conseguir que aquellos que habían sido engañados abrazasen la verdad; y<br />
lo mismo cuando alguno le avisa de una obra peligrosa o de actitudes que<br />
comprometen la vida cristiana y religiosa (Retract. 30,35,41,48,79,85); y<br />
llega a sacrificar la técnica de su formación académica por el estilo llano<br />
y popular con tal de que nadie se equivoque, como cuando explica al<br />
pueblo qué es el donatísmo (Retract. 20). Y con la misma franqueza y<br />
prontitud demuestra su humildad, confesando y retractando los defectos<br />
de sus obras (Retract., Prólogo 10,13,19,22...).<br />
Pero también da impresión de que se esfuerza por ocultar sus magníficas<br />
cualidades, sobre todo la caridad, y todo lo que con ella se relaciona,<br />
que fue la fuerza interior que le impulsó a escribir desde el primer momento,<br />
y las Retractaciones dan testimonio de ello (Retract. 1,2...). Para<br />
San Agustín, el amor de Dios es siempre lo primero. Desde su conversión,<br />
la fe serena y candida arraiga profundamente en él, y le mueve y anima<br />
toda su actividad asombrosa, primero aceptando con filial confianza todo<br />
lo que enseña la Santa Madre Iglesia <strong>Católica</strong>; por eso se lamenta de<br />
haberla combatido y haber enfriado a muchos (Retract. 3), y ahora lucha<br />
por defenderla contra los errores, porque sabe que es la gran causa de<br />
Dios. Y, como su conversión fue total, organiza su vida en el monacato,<br />
armonizando el trabajo intelectual con la oración-contemplación y el trabajo<br />
manual, siempre orientado al apostolado (Retract. 10).