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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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910 Notas complementarias<br />

ciencia, y esa misma inconsciencia estaría demostrando naturalmente que<br />

las pretendidas apariciones de los muertos son reflejo involuntario e inconsciente<br />

de la imaginación. Hay también otro punto del interés de los<br />

muertos, y es que «esperan con anhelo y paciencia la resurrección de los<br />

cuerpos» (De Civ. Dei 13,20) hasta conseguir la integridad de toda la<br />

unidad personal de cada hombre, que la muerte rompió, porque «el hombre<br />

total es esto, espíritu y cuerpo» unidos (En. in Ps. 145,5). «Por eso<br />

quiero que todo sea salvo, porque yo soy todo» (Sermo 30,3), «alma y<br />

cuerpo que forman la unidad personal» (Epist. 137,11). Cf. V. CAPÁNAGA,<br />

Agustín de Hipona (BAC Maior n.8, Madrid 1974), 227-232.<br />

[27] El tema de la muerte en las obras de San Agustín, cf. p.424,<br />

nota 18. San Agustín, con ocasión de la muerte de un amigo, y sobre<br />

todo en la muerte de su madre, Mónica, hace en las Confessiones (4,4-6 y<br />

9,10-12) reflexiones interesantes sobre la muerte y el pecado original.<br />

También en Contra Académicos, cuando refuta el escepticismo, alude a la<br />

felicidad y a la muerte. En De moribus Ecclesiae catholicae et manichaeorum<br />

contrapone el amor de Dios al temor de la muerte. En Contra epistolam<br />

Eundamenti 16 demuestra que el alma da la existencia y la forma<br />

propia al cuerpo, y el cuerpo existe por el alma. En las obras exegéticas<br />

antimaniqueas sobre el Génesis: De Genesi ad litteram... habla del origen,<br />

transmisión y consecuencias del pecado y de la muerte. En De libero arbitrio,<br />

sobre la muerte de los inocentes; en De immortalitate animae 15, con<br />

el nuevo argumento para probar que el alma no puede ser cuerpo, de tal<br />

forma que la esencia del alma se define por la razón y aptitud para informar<br />

y gobernar el cuerpo. Por ser el alma sede de la sabiduría, que es<br />

eterna, el fin de la razón como conocimiento y como amor de la verdad no<br />

puede perecer. Prueba de esa inmortalidad del alma es la inmutabilidad de<br />

su sustancia que, aunque sometida a los cambios y sucesión de actos, etc.,<br />

está presente con su unidad, sin subordinación a la mortalidad. El alma no<br />

puede ser sólo la organización del cuerpo, por ser ella quien lo hace capaz<br />

de conocer las verdades intelectuales y de mejorar moralmente con su<br />

conocimiento. En De quantitate animae 13, San Agustín sigue a Aristóteles,<br />

y no a Platón, para quien el alma es para el cuerpo como el piloto para<br />

la nave, algo unido accidentalmente, exterior. En consecuencia, si el cuerpo<br />

humano debe su vida y toda su actividad solamente al alma, la muerte<br />

será la separación del alma del cuerpo. Y el estudio de la muerte está<br />

suponiendo el estudio del hombre, de la naturaleza y origen del alma<br />

humana, doctrina que expone y desarrolla en 4.21.23, donde prueba la<br />

inmortalidad del alma con argumentos sacados de la trascendencia de la<br />

razón sobre la materia (cf. De symbolo ad catechumenos 11). Pero será<br />

Santo Tomás de Aquino quien proyecte la luz sobre este punto. Ideas que<br />

mantiene y expone con los matices correspondientes en la triple polémica:<br />

maníquea, como Contra Eortunatum sobre el origen del mal, la muerte y el<br />

primer pecado, y Contra Eaustum, sobre todo; antidonatista, contra el suicidio,<br />

Contra Petilianum, Contra Gaudentium; y sobre todo antipelagiana,<br />

De peccatorum meritis et remissione; Contra duas epístolas pelagianorum;<br />

Contra lulianum, donde repite que la muerte vino por el pecado. En las<br />

Enarrationes reflexiona muchas veces sobre la fragilidad de la vida humana,<br />

la certeza de la muerte, sobre la resurrección, etc. Lo mismo que en<br />

los Sermones y en las Epístolas, pero resaltando siempre la restauración de<br />

Cristo por su victoria con su resurrección, si bien queda la mortalidad de<br />

nuestra naturaleza. En De cura pro mortuis gerenda resalta la utilidad<br />

Notas complementarias 911<br />

de los sufragios, el consuelo y la esperanza cristiana. En De Trinitate 9,4<br />

expone vivamente la vitalidad y perfección del alma, que no decae ni se<br />

pierde en el sueño, que es reposo del organismo, ni en estados semejantes,<br />

para concluir, como en De quantitate animae 34, que solamente Dios es<br />

mejor que el alma, y sólo a El debe adorar y servir, porque solamente El<br />

es su Creador. Elevación que San Agustín hace porque busca el perfeccionamiento<br />

moral del hombre, como en De Civitate Dei 18,41 cuando habla<br />

de los filósofos de la antigüedad.<br />

En cuanto a la inmaterialidad del alma es muy claro; no lo es en<br />

cuanto a su origen, que se presta a diversas interpretaciones, no sobre el<br />

origen del alma del primer hombre creado inmediatamente por Dios, sino<br />

en cuanto a sus descendientes, oscilando entre el creacionismo y el generaáomsmo.<br />

El primero, como creación inmediata por Dios de cada alma<br />

en la concepción, es el más honroso para el hombre; pero el segundo, por<br />

transmisión, aparece más compatible para la propagación del pecado original<br />

(cf. De anima et eius origine 1,14; Retractationes 1,1; Contra lulianum<br />

5,4,17, y en la correspondencia con San Jerónimo).<br />

En el De Civitate Dei 13 trata el problema del origen y la transmisión<br />

de la muerte en la humanidad, que define como «separación del alma del<br />

cuerpo» (13,6), «poder implacable que separa violentamente a las dos<br />

sustancias estrechamente unidas y como entrelazadas en la vida», de la<br />

cual también hace el siguiente elogio: la llama liberadora y amiga, pero no<br />

a la muerte en sí, sino al final de una vida trabajosa, y al principio o<br />

entrada del alma en el cielo. Aunque la muerte repugne a la humanidad<br />

entera, como lo expresa en Enarrat. in Ps. 30,2,13; Contra lulianum<br />

6,14,27. Rebate a los neoplatónicos, que consideran a la muerte como un<br />

bien, puesto que separa y libera el alma del cuerpo y de la prisión de la<br />

carne (13,16); y con un argumento de Cicerón cita al mismo Platón, que<br />

afirma que la muerte no es ventaja para el espíritu (ClCERO, De universalitate;<br />

PLATO, Thimeo). El horror de la muerte es natural en todas las<br />

criaturas (Sermo 172,1; 344,4), pero su origen y transmisión está en el<br />

pecado original (De Civ. Dei 13,1,14).<br />

[28] Ambivalencia de sentimientos con los difuntos, cf. p.432,<br />

nota 29. En primer lugar, San Agustín constata que la actitud de la<br />

humanidad con los difuntos es ambivalente en todos los pueblos, porque,<br />

a la vez que los difuntos despiertan sentimientos de piedad desde la<br />

muerte hasta después de la sepultura, también despiertan sentimientos de<br />

horror, miedo, autodefensa, tanto entre paganos como en los cristianos, si<br />

bien entre éstos, frente al prejuicio de tener o no tener honras fúnebres<br />

que contenten a los difuntos, con la esperanza de la salvación y de la<br />

resurrección, la única utilidad para sus almas son los sufragios, las oraciones,<br />

las obras de misericordia, limosnas, etc. Y la causa de esta piedad está<br />

en el amor del hombre a su propia carne, para que, llegada la hora, se<br />

acuerden también de él con las mismas atenciones.<br />

Entre griegos y romanos se cuidaban todos los detalles, y a la vez se<br />

los temía: la naturalidad, los vestidos, sobre todo blancos y rojos, los<br />

adornos, las joyas y aromas, el poeta para el panegírico, y la moneda de<br />

cobre en la boca o en la mano para el viaje de Caronte, y la corona más<br />

o menos rica de laurel o de mirto, que para Tertuliano tenía sentido de<br />

una consagración a los dioses, como una segunda idolatría (De corona<br />

10,2); también estaba el rito del agua en la casa del difunto, los duelos de<br />

los conocidos, el velatorio, la comitiva fúnebre, en especial para un miem-

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