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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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42 Ochenta y tres cuestiones diversas<br />

Valerio; y ha cambiado también de estado, de monje-laico a<br />

monje-sacerdote, con la nueva adaptación ministerial, muy<br />

trabajosa y de mucha responsabilidad. Más bien hay que valorar<br />

a Agustín en este momento profundizando, porque, sin<br />

producir ninguna obra literaria, está repensando de nuevo los<br />

problemas con una nueva luz, la Escritura. Y para ello vive<br />

intensamente esos meses en el retiro, dedicado al estudio y<br />

preparándose a conciencia como hombre de Iglesia que tiene<br />

que ejercer inmediatamente el ministerio en contacto con la<br />

vida religiosa y moral del pueblo. Las Cuestiones reflejan y<br />

resumen también estas preocupaciones, y algunas obras inmediatamente<br />

posteriores tendrían aquí su inspiración 95 .<br />

Finalmente, la tercera etapa (391-396) refleja a Agustín<br />

poderoso y seguro en su criterio, porque ha cambiado de<br />

método en su investigación, se ha ceñido más estrictamente a<br />

la Regla de fe y a la Escritura en sí misma, en vez de buscar<br />

en ella la confirmación de cuanto la filosofía y la razón demostraban,<br />

como en la etapa anterior. Así, cambia el método<br />

polémico por el catedrático, más sencillo y adaptado a su<br />

nuevo ministerio. De hecho, las cuestiones, a partir de la 51,<br />

en su mayoría tratan temas dedicados o referidos a la Sagrada<br />

Escritura. Y reflejan claramente la preparación y preocupación<br />

bíblica de los años de sacerdote; incluso parecen reflejar la<br />

actividad apologética y doctrinal de Agustín en aquel momento,<br />

porque coinciden con las mismas cuestiones y tratamiento<br />

de sermones y escritos suyos de este período, sobre todo con<br />

los tratados que las Retractaciones colocan inmediatamente<br />

antes de las Ochenta y tres cuestiones diversas.<br />

En cualquiera de las tres etapas, este libro tiene un interés<br />

considerable para los estudiosos de la doctrina de San Agustín,<br />

si se quiere profundizar en el fondo doctrinal, en los problemas<br />

que preocupaban intelectualmente a su autor, y en su<br />

originalidad, así como en el entorno inmediato en que dictó las<br />

respuestas. De hecho, los numerosos códices que se conservan<br />

desde el siglo VIII al siglo xv están proclamando la gran importancia<br />

que este libro tuvo en toda la Edad Media.<br />

Por otra parte, si se estudian las Cuestiones a la luz de las<br />

Confesiones, que comienza a escribir poco después (397-400),<br />

aumentan su importancia por notables coincidencias. Como en<br />

las Confesiones, no es la ciencia y autoridad de Agustín la que<br />

95 Las Retractaciones enumeran diez obras escritas por Agustín presbítero (años 391-<br />

396), es decir, antes de su consagración episcopal, que fue entre el 395 y agosto del 397,<br />

fecha esta en que se celebró el III Concilio de Cartago, donde Agustín interviene y<br />

firma sus Actas como obispo. Incluso algunos discuten si las cinco obras siguientes,<br />

antes de las Confesiones, son también de ese tiempo de presbítero.<br />

Introducción 43<br />

habla en las Cuestiones; es su inquietud, su deseo y sed de<br />

saber y conocer la verdad de las cosas que indaga y trajina en<br />

presencia de Dios y de los hombres, con la sencillez e interés<br />

de un discípulo que quiere aprender; y pregunta, escucha y<br />

resume.<br />

TRIPLE FONTANAR DE AGUSTÍN EN LAS «OCHENTA<br />

Y TRES CUESTIONES DIVERSAS»<br />

San Agustín se refiere con frecuencia al argumento de<br />

autoridad de otros escritores e intérpretes anteriores a él, a<br />

veces para adaptarlo, y otras veces para valorarlo, como en la<br />

cuestión 64,6. Y es que Agustín apoya sus afirmaciones en<br />

fuentes concretas que él con toda libertad recompone, resumiéndolas<br />

con una increíble brevedad y precisión, v.gr., con<br />

un inciso, una frase o un término técnico. Pero, fuera de las<br />

citas explícitas, él no suele tener delante los escritos-fuente en<br />

los que se inspira, porque le bastan las reminiscencias de sus<br />

lecturas. Todo esto está reflejando la poderosa personalidad<br />

intelectual de Agustín, dotado de un espíritu observador y<br />

original, con memoria prodigiosa para retener las palabras y<br />

las ideas. De ahí que los conocimientos de Agustín sean de<br />

mucha calidad y valor como documentos de primera mano,<br />

porque su interés en conocer era además eficaz; y desde su<br />

conversión, sobre todo desde Casiciaco y desde su bautismo,<br />

estaba muy bien preparado por la reflexión habitual de los<br />

libros platónicos y científicos, y de cuanto caía en sus manos.<br />

De modo que la erudición de Agustín no era superficial, sino<br />

científica y contrastada % .<br />

Por otra parte, él mismo dice que antes de comenzar su<br />

ministerio sacerdotal «había leído muchas obras de los filósofos,<br />

y las conservaba en la memoria»; y en sus conversaciones<br />

con Simpliciano, «cuando le recordé que había leído algunos<br />

libros de los platónicos, me felicitó por no haber caído en las<br />

obras de otros filósofos llenos de falacias y de engaños según<br />

9b De beata vita 1,4: Lectis autem Platonis pauassimis libris... (Lectis autem Plotini).<br />

Cf. Confess. 7,9: «Dispusiste que por medio de un hombre hinchado de soberbia intolerable<br />

me llegaran unos libros de los Platónicos traducidos del griego al latín». No se<br />

sabe quién fue ese personaje, pero llegaron a sus manos el año 385, traducidos por el<br />

célebre profesor, convertido al catolicismo, Mario Victorino. Los códices más antiguos<br />

y mejores traen la lectura «libros de Plotino» (y no de Platón), que son los que tradujo<br />

Victorino. De estos libros dice Agustín que lo cambiaron completamente como precioso<br />

bálsamo que eran. Y prefirió los libros platónicos a los demás filósofos, porque, hablando<br />

del Logos-Verbo, se acercan mucho a la verdad cristiana. Y dice San Agustín en De<br />

Civitate Dei 10,1, y 19 que, cambiando algunas cosas, fácilmente pueden concordar con<br />

las verdades cristianas.

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