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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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538<br />

La Regla de San Agustín<br />

llegado la edición crítica definitiva del P. L. M. VERHEIJEN 28 ,<br />

exhaustiva y meticulosa con todo rigor científico, que ha examinado,<br />

con sus variantes, los 317 códices conocidos, entre los<br />

siglos v-xvi, y la tradición monástica hasta las mismas fuentes<br />

monásticas, los escritorios de San Agustín y de su tiempo. Un<br />

trabajo inconmensurable que ha solucionado los principales<br />

problemas, como la prioridad del Praeceptum (Regla masculina),<br />

y, por lo tanto, los primeros destinatarios son los monasterios<br />

masculinos; a la vez que ha facilitado la solución de<br />

otros. Por este imponente trabajo hay que estarle siempre<br />

agradecido. Y, aparte el criterio personal de inclinarse por el<br />

texto Monacense (del s. ix) 29 , y en consecuencia por algunas<br />

de sus variantes, como v.gr. la famosa «in Deum» (1,2), en vez<br />

de «in Deo» del Corbiense, más antiguo y excelente, del<br />

siglo v-vi, que viene recogido también en la Regula ad virgines<br />

de San Cesáreo de Arles, del siglo vi, y es copiado poco después<br />

en la Regula Tamatense', tres códices del siglo Vi con<br />

un texto aproximado y coincidente; aparte este criterio subjetivo,<br />

luego, y de hecho, los mejores aciertos en las variantes se<br />

los debe precisamente al códice Corbiense, hoy Parisino, que<br />

por algo es el más antiguo y el más correcto, además de ser el<br />

texto primitivo del Praeceptum.<br />

La tradición histórica. Origen. San Agustín, y lo mismo<br />

cabe decir de San Alipio porque son inseparables, desde su<br />

conversión tuvo muy claro el propósito de vivir en adelante<br />

como siervo de Dios, que atestigua también entonces su santa<br />

madre Mónica 31 . Conversión que realiza bajo la influencia del<br />

ideal monástico 32 , y lo confirma San Posidio: «Tenía entonces<br />

más de treinta años, y lo acompañaba sola su madre, gozosa de<br />

su propósito de servir a Dios... Y avisó a los estudiantes a<br />

quienes enseñaba retórica, para que se buscaran otro maestro,<br />

porque él había determinado servir a Dios» 33 . Por eso, durante<br />

las catequesis preparatorias del bautismo en Milán, inviernoprimavera<br />

del año 387, Agustín y Alipio, siempre a su lado, se<br />

interesan y preocupan por conocer la vida de los siervos de<br />

Dios en la Iglesia católica, y consultaban sus inquietudes con<br />

28 La Regle de saint Augustin (dos vols.). I. Tradition manuscríte: Etudes Augustiniennes<br />

(París 1967), 1-478. II. Kecherches historiques: Etudes Augustiniennes (Paris 1967),<br />

1-258.<br />

29 El códice Monacense, del siglo IX, o Codex Regularum de San Benito Aniano, que<br />

contiene la redacción masculina de la Regla de San Agustín.<br />

3(1 La Regla del Monasterio Tarnatense, paráfrasis muy antigua, según la crítica de los<br />

siglos v-vi, de la Regla de San Agustín.<br />

31 Confesiones 9,10,26.<br />

32 Ibid., 8,12,30.<br />

35 POSSIDIUS, Vita 2.<br />

Introducción 539<br />

el buen monje Simpliciano, hombre sabio y gran siervo de<br />

Dios 34 , para disipar sus dudas y orientar sus planes y propósito<br />

de servicio de Dios, a la vez que para refutar la hipocresía de<br />

los maniqueos que los habían engañado. Entonces estudian las<br />

organizaciones monásticas, primero de los anacoretas y solitarios,<br />

que tanto influyeron en la decisión final con la narración<br />

de Ponticíano y la vida de San Antonio 35 , y luego del cenobitismo,<br />

más acorde con su carácter comunicativo; de vida común,<br />

organizada en fraternidad, contemplación, pobreza y<br />

trabajo bajo la obediencia a una autoridad prudente y santa,<br />

tanto en monasterios de varones como de mujeres. Procuran<br />

conocer perfectamente este género de vida, y lo hacen a través<br />

del estudio de libros sobre el monacato de Oriente y de Occidente.<br />

Pero además viven personalmente la experiencia de<br />

los monasterios que San Ambrosio dirige en Milán, penetrando<br />

en su vida y organización. Experiencias e investigación que<br />

han dejado escritas en su libro De moribus Ecclesiae catholicae<br />

u , entre 387-389; y como este género de vida estaba extendido<br />

por toda Italia, desde el verano de 387 al verano de 388<br />

lo aprovechan para conocer muy de cerca los monasterios de<br />

Roma, que vivían en vida común 37 , porque atraen sus tendencias<br />

personales a una vida común de amigos y hermanos siervos<br />

de Dios, dispuestos al servicio de la Iglesia. De este modo<br />

llegan a tener muy claros los puntos esenciales del ideal monástico<br />

que él y Alipio quieren fundar cuando vuelvan al<br />

África en el verano-otoño de 388 38 . Estando ya en Cartago, y<br />

una vez que han encontrado la forma de realizarlo: «según el<br />

modo y la regla de los Apóstoles», buscan el lugar más a<br />

propósito donde hacer la fundación 39 , sin olvidar la disciplina,<br />

que han pensado bien y lo han consultado. Por fin se deciden,<br />

y lo ponen en práctica, como verdaderos monasterios, primero<br />

en Tagaste, luego en Hipona 40 . San Agustín y Alipio saben<br />

bien y tienen muy claro desde el principio que una sociedad<br />

de hombres, aunque sea de siervos de Dios, no puede constituirse<br />

sin un ordenamiento, directorio o reglamento, siquiera<br />

elemental, y de hecho está siempre presente la disciplina de la<br />

casa. Por eso, luego, cuando se dirija al pueblo, dirá: «Por muy<br />

vigilante que sea la disciplina de mi casa, soy hombre y vivo<br />

34 Con/es. 8,2.<br />

35 Ibid., 8,6,14-15.<br />

36 De moribus Ecclesiae catholicae 64-70.<br />

37 Ibid., 70-74.<br />

38 Ibid., 65-69.<br />

39 Con/es. 9,8,17.<br />

40 Ibid., S. POSSIDIUS, Vita 3 y 5; De Civitate Dei 22,8; Epistula 139,39; Sermo 355,2.

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