40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital
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440 La piedad con los difuntos II, 4<br />
el río del infierno 4 , a saber: «No pueden alcanzar las orillas del<br />
horror ni vadear los cavernosos caudales antes de que sus huesos<br />
encuentren el lugar de su reposo». ¿Quién va a orientar su<br />
corazón cristiano con tales ficciones poéticas y fabulosas, cuando<br />
el Señor Jesús, para que los cristianos, que han caído en<br />
manos de los enemigos y tienen sus cuerpos en su poder, mueran<br />
seguros, afirma que ni un solo cabello de su cabeza perecerá,<br />
animando a no temer a aquellos que, después de matar el cuerpo,<br />
no pueden hacer nada más? De todo esto he hablado ya bastante,<br />
según creo, en el libro primero de La Ciudad de Dios para<br />
tapar la boca a los paganos, que al inculpar a los tiempos cristianos<br />
la devastación de los bárbaros, que ha padecido recientemente<br />
sobre todo Roma, objetan también que el mismo Cristo<br />
no ha socorrido a los suyos en tales circunstancias.<br />
Y como les respondí que El había recogido las almas de los<br />
fieles según los méritos de su fe, entonces insultan a propósito<br />
de los cadáveres sin sepultura. Todo esto acerca de la sepultura<br />
lo he explicado con las siguientes palabras 5 :<br />
4. Tal era el montón de cadáveres —objetan—, que ni<br />
sepultarlos pudieron. Pues bien, tampoco a esto le tiene demasiado<br />
miedo una fe auténtica 6 . Los servidores de Cristo re-<br />
nec ripas datur horrendas et rauca Avienta<br />
transportare prius, quam sedibus ossa quierunt.<br />
Quis cor christianum inclinet his poeticís fabulosisque figmentis, cum Dominus<br />
Iesus, ut ínter manus mimicoCWJrum, qui eorum corpora in potestate<br />
haberent, securi occumberent christiani, nec capillum capias eorum adserat<br />
periturum, exhortans ne timeant eos, qui cum corpus occiderint, amplius non<br />
habent quid faciant? Vnde in primo libro De Ciuitate Dei satis, quantum<br />
existimo, sum locutus, ut eorum dentem retunderem, qui barbarícam uastitatem,<br />
praecipue quam nuper Roma perpessa est, christíanis temporibus inputando<br />
etiam [625] id obiciunt, quod suis illic non subuenerit Christus. Quibus<br />
cum responsum fuerit animas fidelium pro suae fidei meritis ab illo fuisse<br />
susceptas, insultant de cadaueribus insepultis. Totum itaque istum de sepultura<br />
íocum uerbis talibus explicaui.<br />
4. At enim in tanta, inquam, strage cadauerum nec sepeliri potuerunt.<br />
Ñeque istud pia fides nimium reformidat, tenens praedictum nec absumentes<br />
4 Se habla aquí del Stix, río del infierno, y de la barca de Caronte, el barquero<br />
siniestro. El verso citado se refiere a la entrada del infierno, cuando Eneas penetra allí<br />
para ver a su padre Anquises (Eneida 6,337-328).<br />
3 San Agustín transcribe literalmente en los n.4 y 5 los capítulos 12 y 13 del libro<br />
primero de La Ciudad de Dios (cf. BAC n.17, Madrid J 1977), 30-34.<br />
6 En efecto, los paganos sobre todo, como también los hombres sin fe y los supersticiosos,<br />
viven desconcertados ante el misterio de los muertos, bien porque temen su<br />
venganza, bien porque desprecian el cuerpo y su destino. San Agustín corrige los dos<br />
extremos y las supersticiones sobre las almas y los difuntos.<br />
II, 4 La piedad con los difuntos 441<br />
cuerdan lo que fue anunciado, que ni siquiera las bestias devoradoras<br />
serán obstáculo a la resurrección de los cuerpos: no<br />
se perderá un cabello de su cabeza. De ningún modo hubiera<br />
dicho la Verdad: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo,<br />
y no pueden matar el alma, si fuera obstáculo para la vida<br />
futura lo que se les antojase hacer con sus cuerpos a los enemigos<br />
de los caídos. No se empeñará ningún insensato en<br />
sostener: «Antes de morir no debemos tener miedo a quienes<br />
matan el cuerpo, pero sí el que impiden la sepultura del cadáver».<br />
En ese caso sería falso lo que dice Cristo: Los que matan<br />
el cuerpo, y luego ya no tienen más que hacer, si pudieran hacer<br />
algo tan importante con el cadáver. ¡Lejos de nosotros dudar<br />
de lo afirmado por la Verdad! Dijo, en efecto, que algún daño<br />
sí causaban al matar, dado que el cuerpo tiene sensaciones en<br />
ese instante. Después ya no tienen nada que hacer: el cadáver<br />
está totalmente insensible.<br />
A muchos cuerpos de cristianos no se les dio tierra, es<br />
verdad. Pero a nadie han logrado expulsar de los espacios del<br />
cielo y de la tierra, llenos como están de la presencia de Aquel<br />
que conoce de dónde hará surgir, por la resurrección, lo que<br />
El mismo creó. Cierto que se dice en el salmo: Echaron los<br />
cadáveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo, y la carne<br />
de tus fieles a las fieras de la tierra. Derramaron su sangre como<br />
agua en torno a ferusalén, y nadie la enterraba. Pero estos<br />
términos son más para resaltar la crueldad de los autores que<br />
el infortunio de las víctimas. Porque, aunque estos horrores<br />
bestias resurrecturis corporibus obfuturas, quorum capillus capitis non peribit<br />
(cf. Le 21,18). Nullo modo diceret ueritas: Nolite timere eos, qui corpus occidunt,<br />
animam autem non possunt occidere (Mt 10,28), si quidquam obesset<br />
futurae uitae quidquid inimici de corporibus occisorum faceré uoluissent. Nisi<br />
forte quispíam sic absurdus est, ut contendat eos, qui corpus occidunt, non<br />
deberé timeri ante mortem, ne corpus occidant, et timeri deberé post mortem,<br />
ne corpus occisum sepelid non sinant. Falsum est ergo quod ait: Qui corpus<br />
occidunt et postea non habent quid faciant (Le 12,4), si habent tanta, quae de<br />
cadaueribus faciant? Absit, ut falsum sit quod ueritas dixit. Dictum est enim<br />
aliquid eos faceré, cum occidunt, quia in corpore sensus est occidendo, [626]<br />
postea uero nihil habere quod faciant, quia nulius sensus est in corpore occiso.<br />
Multa itaque corpora christíanorum térra non texit, sed nullum eorum quisquam<br />
a cáelo et térra separauit, quam totam inplet praesentia sui, qui nouit<br />
unde resuscitet quod creauit. Dicitur quidem in psalmo: Vosuerunt tnortalia<br />
seruorum tuorum escam uolatilibus caeli, carnes sanctorum tuorum bestiis terrae:<br />
effuderunt sanguinem eorum tanquam aquam in circuitu Hierusalem, et non erat<br />
qui sepeliret (Ps 78,2.3), sed magis ad exaggerandam crudelitatem eorum, qui<br />
ista fecerunt, non ad eorum infelicitatem, qui ista perpessi sunt. Quamuis<br />
enim haec in conspectu hominum dura et dirá uideantur, sed pretiosa in<br />
conspectu Domini mors sanctorum eius (Ps 115,15). Proinde ista omnia, id est