40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital
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350 La adivinación diabólica<br />
ídolos que aún quedan, que las cosas conocidas de antemano<br />
también están contenidas en algunos libros de los suyos 27 , aunque<br />
hay que creer que han sido elaborados desde los sucesos ya<br />
cumplidos, los cuales, si fuesen verdaderos, debieron darlos a<br />
conocer en sus templos desde mucho tiempo antes a sus gentes,<br />
como nuestras profecías, mucho más antiguas y más célebres, son<br />
leídas en público no solamente en nuestras iglesias, sino también<br />
en las sinagogas de los judíos, lo cual tiene fuerza de un testimonio<br />
más sólido contra todos los enemigos.<br />
No obstante, a nosotros no nos deben influir semejantes<br />
predicciones, que apenas, rara vez y a hurtadillas, son reveladas<br />
por ellos, si es que a alguno de los demonios le ha sido<br />
arrancado el manifestar a sus adoradores eso que había aprendido<br />
de los vaticinios de los profetas o de los oráculos de los<br />
ángeles. Y ¿por qué no se iba a hacer eso, siendo también<br />
semejante predicción no un ataque, sino un testimonio de la<br />
verdad? Lo único, en efecto, que podrían reclamar, y jamás lo<br />
han dado a conocer, ni en el pasado ni tampoco después, sin<br />
que intentaran revelar a no ser lo inventado, es que sus dioses<br />
se hayan atrevido a adivinar o decir algo por medio de sus<br />
adivinos contra el Dios de Israel. Sobre este Dios, sus escritores<br />
más sabios, que pudieron leer y conocer todos aquellos<br />
vaticinios, indagaron más bien quién era Dios, sin que fueran<br />
capaces de negar a Dios. Pues este Dios, a quien ninguno de<br />
ellos se atrevió a negar que era el Dios verdadero 28 —y si<br />
alguno lo llegaba a negar no sólo estaría expuesto a justas<br />
penas, sino que también sería convicto con argumentos cierta<br />
putanda sint, quae in eorum templis tam longo antea tempore populis<br />
eorum, si uera essent, innotescere debuerunt, sicut nostra non solum in<br />
ecC'&íydesiis nostris, uerum etiam —quod ad grauius testimonium contra<br />
omnes ínimicos ualet— in iudaeorum synagogis antiquissima et notissima<br />
recítantur: tamen nec ipsa ista, quae ab eis uix raro et clanculo proferuntur,<br />
mouere nos debent, si cuiquam daemonum extortum est id prodere cultoribus<br />
suis, quod didicerat ex eloquiis prophetarum uel ex oraculis angelorum. Quod<br />
cur non fieret, cum et ista non sit oppugnatio, sed adtestatio ueritatis? Illud<br />
cnim, quod solum ab eis flagitandum est, nec umquam antea protulerunt nec<br />
umquam postea nisi forte confictum proferre conabuntur, aliquid déos suos<br />
per uates suos contra Deum Israhel ausos fuisse praedicere aut dicere. De quo<br />
Deo doctissimi eorum auctores, qui omnia illa legere ac nosse potuerunt,<br />
magis quaesierunt, quis Deus esset quam Deum negare potuerunt. Porro<br />
autem Deus iste, quem nullus eorum negare ausus et uerum Deum, qui [614]<br />
et si negaret, non solum subiaceret debitis poenis, uerum etiam certis conuin-<br />
2 ' Ver Nota complementaria n.23: La superstición y la astrología, p.906.<br />
28 Ver Nota complementaria n.24: ¿Los paganos llegaron a conocer al Dios verdade<br />
ro?, p.907.<br />
P.II. Capítulo 9 351<br />
tos—; sí, este Dios, a quien, como he dicho, ninguno de ellos<br />
se ha atrevido a negar que es el Dios verdadero, es el que ha<br />
vaticinado con una denuncia pública, y ha mandado con poder<br />
manifiesto, y ha cumplido con verdad palmaria, que esos llamados<br />
dioses son falsos, y que había que abandonarlos completamente,<br />
y que sus templos con los ídolos y sus altares<br />
habían de ser destruidos por sus adivinos, es decir, por sus<br />
profetas. En conclusión, ¿quién va a ser tan ingenuo que no<br />
elija para adorarlo, más bien, a ese Dios a quien no prohiben<br />
adorar hasta los mismos dioses a quienes él adoraba? Y, sin<br />
duda alguna, una vez que haya comenzado a adorarlo, no se<br />
volverá jamás a esos dioses falsos que le prohibe adorar el Dios<br />
verdadero a quien ya adora.<br />
CAPITULO IX<br />
EL CULTO AL ÚNICO DIOS<br />
IX. 13. Los profetas profetizaron que el culto de los falsos<br />
dioses desaparecería para dar lugar al culto del Dios verdadero.<br />
He recordado poco antes, y ahora lo repito, que los profetas<br />
del Dios verdadero habían profetizado que los pueblos lo<br />
adorarían, después de destruir los dioses falsos que antes adoraban.<br />
Dice Sofonías: Prevalecerá el Señor contra ellos, y exterminará<br />
a todos los dioses de los pueblos de la tierra; y lo adorarán,<br />
cada uno desde su puesto, todas las islas de los paganos.<br />
No sólo las islas, sino todos los pueblos, como igualmente las<br />
islas todas de las naciones, puesto que en otra parte nombra<br />
no las islas, sino el orbe entero de la tierra, al decir: Lo recordarán<br />
y volverán al Señor todos los confines de la tierra, y se<br />
postrarán en su presencia todas las familias de los pueblos. Está<br />
ceretur effectis: iste ergo Deus, quem nemo, ut dixi, illorum negare ausus est<br />
uerum Deum, illos falsos esse déos et omnino deserendos eorumque templa<br />
et simulacra euertenda per suos uates, hoc est prophetas, aperta denuntiatione<br />
praedixit, aperta potestate praecepit, aperta ueritate conpleuit. Vnde quis<br />
usque adeo desipiat, qui non eum potius colendum eligat, quem coli non<br />
prohibent, quos colebat? Quem procul dubio cum colere coeperit, illos utique<br />
non est culturus, quos prohibet coli quem colit.<br />
IX. 13. Quod autem ipsum essent culturae gentes exterminatis diis falsis,<br />
quos antea colebant, a prophetis eius esse praedictum paulo ante commemoraui<br />
et nunc repeto. Praeualebit, inquit, Dominas aduersus eos et exterminabit<br />
omnes déos gentium terrae, et adorabunt eum unusquisque de loco suo,<br />
omnes insulae gentium (Soph 2,11). Ñeque solae insulae, sed ita omnes gentes,<br />
ut etiam omnes insulae gentium, quandoquidem alibi non Ínsulas nominat,<br />
sed uniuersum orbem terrarum dicens: Commemorabuntur et conuertentur ad