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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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340 La adivinación diabólica<br />

otras muchas especies de animales que vagan, alimentándose<br />

por entre hierbas perjudiciales a la salud sin que toquen ninguna<br />

que les perjudique; mientras que el hombre apenas ha<br />

aprendido con la experiencia a evitarlas, y tiene miedo de<br />

muchas cosas inofensivas, porque le son desconocidas.<br />

No hay que anteponer los demonios a los hombres de<br />

bien. De aquí es fácil conjeturar que puede ser más aguda<br />

la sensibilidad de los cuerpos etéreos, sin que por eso cualquier<br />

persona prudente tenga que creer que hay que anteponer<br />

los demonios dotados de ella a los hombres de bien. Y<br />

otro tanto cabría decir de la rapidez de los cuerpos; porque<br />

también los hombres son superados en esta facultad, no<br />

sólo por las aves, sino hasta por muchos cuadrúpedos, de tal<br />

manera que en su comparación son considerados como de<br />

plomo. Por eso tampoco cree que haya que anteponer esas<br />

especies de animales, sobre las cuales los hombres mandan,<br />

para cazarlas, para domesticarlas y para adaptarlas al uso y<br />

comodidad de su voluntad, y no por la fuerza corporal, sino<br />

por la razón.<br />

CAPITULO IV<br />

LOS DEMONIOS DEBEN SER DESPRECIADOS<br />

IV. En cuanto a esa tercera facultad, que, debido a su<br />

larguísima experiencia de las cosas, llegaron a aprender de qué<br />

pedibus atque unguibus rapere; nec alia multa [605] animantium genera,<br />

quae Ínter herbas saluti suae noxias pascendo circumerrant nec aliquid earum,<br />

quo laedantur, adtingunt, cum eas homo uix experiendo cauere didicerit et<br />

multa innoxia, quod sint inexperta, formidet. Vnde conicere facile est, quanto<br />

possit in aeriis corporibus sensus esse acrior. Nec ideo tamen daemones, qui<br />

eo praediti sunt, bonis homínibus praeponendos prudens quisque censuerit.<br />

Hoc et de corporum celeritate dixerim, et hac enim praestantia non solum a<br />

uolucribus homines, uerum etiam a multis quadrupendibus ita superantur, ut<br />

in eorum conparatione plumbei deputandi sint; nec tamen ideo sibi haec<br />

animantium genera existimant praeponenda, quibus capiendis, mansuefaciendis<br />

atque in suae uoluntatis usum commodumque redígendis non ui corporis,<br />

sed rationis imperant.<br />

IV. Illam uero tertiam daemonum potentiam, quod diuturna rerum experientia<br />

quemadmodum praenoscant atque praenuntient multa didicerunt,<br />

la sabiduría de su Autor. Cf. De Ordine 1,8,25; Confess. 10,35,57; en los Sermones y<br />

Enarrationes, etc. Pero también valora lo que otros han observado y recogido, sobre<br />

todo, en escritores reconocidos por su seriedad, como es el caso de Plinio el Mayor o<br />

el Viejo y su magna obra Naturae Histonarum Ubrí 37, tan celebrada en el mundo<br />

antiguo, sin entrar a comprobar las noticias.<br />

P.II. Capítulo 4 341<br />

modo adivinar y predecir muchas cosas 14 , los que se preocupan<br />

de discernir con cuidado esas adivinanzas de la verdad,<br />

que expande la única luz verdadera, la desprecian de tal modo<br />

que los jóvenes buenos no creen que los viejos malos les aventajen<br />

a ellos por eso de que hayan experimentado muchas<br />

cosas, y por esa causa aparentan como más sabihondos; ni que<br />

los médicos, marineros, agricultores, a quienes llegan a conocer<br />

como gente de voluntad perversa y de mala vida, tampoco<br />

van a ser preferidos a ellos por aquello de que predicen muchas<br />

cosas, los unos sobre enfermedades, los otros sobre tempestades<br />

y los terceros sobre las variedades de árboles y de<br />

frutos, de tal modo que ante un inexperto en esos temas parece<br />

que todo lo adivinan.<br />

8. Por otra parte, el que los demonios no solamente predicen<br />

algunas cosas futuras, sino que también hacen algunos<br />

portentos debido a la misma superioridad de su cuerpo, ¿por<br />

qué los hombres prudentes no van a despreciar todo eso,<br />

cuando frecuentemente hombres inicuos y corrompidos ejercitan<br />

de tal modo sus cuerpos, y con artificios diversos pueden<br />

cosas tan maravillosas que quienes no conocen los secretos ni<br />

los han vis-to jamás apenas dan crédito ni a las cosas que han<br />

oído? ¿Cuántas acrobacias han llegado a realizar los funámbulos<br />

y los demás artistas del teatro o circo?, y ¿cuántas maravillas<br />

no han hecho los artesanos y sobre todo los mecánicos?<br />

ita contemnunt, qui haec uigilanter curant a uerissimae lucis ueritate discernere,<br />

ut nec malos senes plura expertos et ob hoc quasi doctiores ideo probi<br />

adulescentes sibi antecellere existiment nec médicos nec nautas nec agrícolas,<br />

quos prauae uoluntatis et miquis moribus uiderint, ideo putent sibi esse praeferendos,<br />

quod illi de ualitudinibus, illi de tempestatibus, illi de arbustorum<br />

[606] fructuumque generibus multa ita praenuntiant, ut harum rerum inexperto<br />

diuinare uideantur.<br />

8. Quod uero non solum quaedam daemones futura praedicunt, uerum<br />

etiam quaedam mira faciunt, pro ipsa utique sui corporis excellentia, cur non<br />

contemnatur a prudentibus, cum plerique iniqui ac perditi homines ita exerceant<br />

corpora sua tantaque diuersis artibus possint, ut ea qui haec nesciunt<br />

nec alíquando uiderunt, etiam narrata uix credant? Quam multa funiambuli<br />

14 San Agustín, De Civ. Dei 11,11, dice: «Nadie es capaz de conocer cuándo se<br />

hicieron demonios. Pero sí es cierto que desde el principio de la historia humana<br />

ejercen contra los hombres su actividad maliciosa. Han aprendido así muchas cosas, y<br />

ponen su experiencia al servicio de su perversidad». Y pregunta: «¿Cuál es el poder de<br />

las tinieblas sino el poder del diablo y de sus ángeles? Fueron ángeles de luz, pero no<br />

se mantuvieron en la verdad por la libertad, sino que cayeron de ella, y se volvieron<br />

tinieblas... El género humano está sometido a ese poder de las tinieblas por la caída de<br />

aquel primer hombre a quien ese poder persuadió la prevaricación, y en el cual todos<br />

caímos. De tal poder de las tinieblas son sacados incluso los párvulos cuando son<br />

regenerados en Cristo» (Bpist. 217,3,8-9).

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