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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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320 La adivinación diabólica<br />

del desierto», en la cual son frecuentes los relatos de ermitaños<br />

luchando con los demonios con figuras de animales, fieras o<br />

figuras horripilantes, como en la Vida de San Antonio. De hecho,<br />

San Agustín 77 se hace también eco de los libros apócrifos<br />

y habla de los demonios «íncubos y súbcubos», que, en español,<br />

es sinónimo de demonio, espíritu, diablo, gnomo, provicero...,<br />

y que tanta parte ha tenido en la brujería, la magia y la adivinación.<br />

B) LA ADIVINACIÓN DIABÓLICA. LOS ORÁCULOS<br />

Y LIBROS DE LAS SIBILAS<br />

La adivinación, adivinanza, oráculo, vaticinio es consecuencia<br />

natural de la curiosidad humana por conocer el futuro,<br />

curiosidad que, en algunas personas y en épocas de decadencia<br />

y frialdad religiosa, se convierte en obsesión y<br />

credulidad seguidas con entusiasmo como una manifestación<br />

profética. A las personas que experimentan de distintas formas<br />

ese «entusiasmo» se les atribuye una visión especial o adivinación<br />

del porvenir que manifiestan a través de signos o símbolos<br />

7S . El ejercicio y la influencia de la adivinación, como actividad<br />

social, privada o pública, ha sido tan grande en todos los<br />

pueblos que es difícil imaginar. De hecho, en todas las culturas<br />

tiene una tradición oral y escrita antigua y amplísima. Para San<br />

Agustín es idolatría, porque «es supersticioso todo lo instituido<br />

por los hombres para realizar y dar culto a los ídolos, o<br />

para adorar como Dios a una criatura o a una parte de lo<br />

creado» y también las consultas y pactos de adivinación. Además<br />

describe vigorosamente la idolatría psicológica como «la<br />

adoración de los propios fantasmas», o culto a las propias<br />

personificaciones como degeneración o categoría inferior, pero<br />

ídolos igualmente, a quienes se consulta, como son la sensualidad,<br />

el poder, la apariencia, de modo que «sin saberlo aman<br />

lo temporal hasta el punto de esperar de ello la felicidad». Y<br />

que es la más peligrosa idolatría de nuestros días, porque<br />

reniega de Dios, y en su lugar pone como dioses al hombre,<br />

al estado, al poder, al dinero, al progreso, etc.<br />

Como la adivinación busca descubrir o dar a conocer el<br />

porvenir, fácilmente supone fe o credulidad en algo descono-<br />

77 De Cív. Dei 15,23.<br />

78 CICERO, De divinatione 1,1; 2,63. Los griegos la llamaron mantica por el entusiasmo<br />

o el trance de la persona que está adivinando. Adivinación como propiedad o don<br />

de adivinar, y también el mismo hecho de conocer el porvenir, o como arte y futurologia.<br />

Cf. S. AUGUSTINUS, De vera religione 36-37,67-68 y 69; De doctrina christüna<br />

2,20,30.<br />

Introducción 321<br />

cido, ser, fuerza, actividad, que influye en la vida individual y<br />

colectiva; y de ahí la necesidad de tenerlo propicio, dando<br />

lugar a las manifestaciones más extrañas que entran en el<br />

campo religioso, como una especie de tela de araña que todo<br />

lo envuelve, y determina con sus ciclos la misma vida del<br />

hombre. Por eso se comprende que los conocedores del futuro,<br />

no precisamente por ciencia divina, sino por observación<br />

y conocimiento de la naturaleza, tengan un rango especial<br />

como adivinos, sabios, magos, brujos, arúspices y sacerdotes<br />

intérpretes de la divinidad, y mediadores de los hombres, ya<br />

como profesionales, y al servicio de la familia, clan, nación o<br />

estado, sobre todo en circunstancias determinadas 79 .<br />

Clases de adivinación. En cuanto a las clases de adivinación,<br />

dos son las fundamentales: la artificial o inductiva, basada<br />

en la observación y conjeturas, como la cleromancia o sortiaria<br />

(las suertes, cartas, etc.), la licnomancia (la llama), la<br />

hidromancia (el agua), la omina (el presagio), la hieroscopia<br />

(auspicios y augurios), quiromancia (manos), morfoscopia (formas);<br />

y la natural o intuitiva con la penetración del alma, como<br />

la nigromancia (los muertos), oniromancia (los sueños), incubación<br />

(dormición sobre la tierra), extática (la inspiración),<br />

frenética (posesión), lúcida, sonámbula.<br />

A San Agustín le fue difícil purificar la fantasía, las costumbres<br />

y diversiones de las prácticas paganas adivinatorias. Por<br />

eso decía: «quizás parezcan cristianos cuando su casa no sufre<br />

ningún mal, pero cuando se da en ella alguna tribulación<br />

corren a la pitonisa, al echador de suertes o al matemático» ;<br />

lo mismo desterrar los horóscopos (arte adivinatorio por las<br />

horas, movimiento o posición de los astros), que lo hacían los<br />

matemáticos, granujas engañadores, con el pretexto de las estrellas<br />

81 ; y tacha todo esto de inmoral, como adulterio del alma<br />

y enemiga de Cristo 82 .<br />

Los oráculos. Han sido una de las formas más antiguas<br />

de la adivinación cultual, a cargo generalmente de los sacerdotes<br />

con ocasión de los sacrificios. Se entendía por oráculo la<br />

respuesta de la divinidad a una consulta como predicción del<br />

porvenir, y que tenían lugar en sitios determinados, sobre todo<br />

templos, pero también un bosque, una cueva, una encina, una<br />

fuente, considerados sagrados, y por personas femeninas especiales<br />

para ello, y que se llaman sibilas. Las respuestas que<br />

7 ' FILÓN, De virtutibm 54.<br />

80 Enarrat. in Ps. 91,7.<br />

81 Sermo 199,3.<br />

82 Sermo 9,3.

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