40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital
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304 La adivinación diabólica<br />
que se presuponen, y que están presentes en los interlocutores<br />
de San Agustín en ese momento: el misterio de los demonios y<br />
las adivinaciones diabólicas, con toda la influencia preocupante<br />
que tenían estas dos cuestiones en el ambiente del mundo<br />
pagano, y en los primeros siglos del cristianismo, según se<br />
trasluce en el planteamiento de las preocupaciones que hacen<br />
a San Agustín sus mismos diocesanos.<br />
En consecuencia, la introducción general a esta obra exige<br />
siquiera una información suficiente de lo que se está suponiendo,<br />
y cuya síntesis es la siguiente:<br />
A) La demonología.<br />
B) La adivinación diabólica. Los Oráculos y Libros de las<br />
Sibilas.<br />
A) LA DEMONOLOGÍA<br />
Es el tratado que se preocupa de conocer la existencia, el<br />
origen, naturaleza, propiedades y acción de los demonios, cuya<br />
etimología incierta viene de la palabra griega daimon o daimonion,<br />
con variedad de significados.<br />
Para Homero, demonio significa la divinidad que influye en<br />
el mundo para bien o para mal, que sería el poder misterioso<br />
de la divinidad que manifiesta su superioridad ante los hombres;<br />
cuando es favorable y benévola, es el demonio como la<br />
providencia; cuando es funesta y maligna, es el demonio como<br />
hombre con poder sobrenatural. Los daímones son esos poderes<br />
divinos que se ocupan de los mortales. Para Hesíodo son<br />
seres intermediarios entre los dioses y los hombres, como los<br />
héroes de la edad de oro, que han llegado a ser los guardianes<br />
de los mortales, o también la personificación de las virtudes y<br />
cualidades morales, así como de las fuerzas cósmicas que influyen<br />
en la vida de los hombres. En este sentido, el demon es<br />
un protector personal o un espíritu malvado, incluso el alma<br />
de los muertos, como genios tutelares que acompañan o acosan<br />
a una persona durante su vida, controlando pensamientos,<br />
deseos, inclinaciones. Así se habla también de demonios personales,<br />
como el de Sócrates, de Platón. En Platón tiene además<br />
un contenido> de saber o ciencia de los espíritus: «genios<br />
o daímones, a mi parecer, porque eran prudentes y sabios 4 ,<br />
como seres personales e intermediarios, portadores de plegarias<br />
y de dones». También estaban los daímones desfavorables<br />
como genios del mal. Para Plutarco, los dentones son servido-<br />
4 Critilo 188a.<br />
Introducción 305<br />
res de los dioses como seres intermediarios entre los dioses y<br />
los hombres, pero que participan de la naturaleza divina y de<br />
la naturaleza humana, y cumplen sus órdenes, premiando a los<br />
buenos y castigando a los malos. Hay, pues, démones buenos<br />
y démones malos; éstos son perversos, causantes de todo lo<br />
que es malo e indigno de los dioses.<br />
Por lo tanto, daimon, demon, demonio, tiene muchos significados:<br />
dios, o numen, suerte, hado, genio, manes, lémures,<br />
espíritu maléfico, diablo... siempre como un ser secundario o<br />
intermediario que actúa en el hombre. Sócrates dice que a<br />
veces sentía una voz interior que le aconsejaba como si fuera<br />
el ángel bueno o la voz de la conciencia moral. Y el culto a<br />
todos ellos fue algo familiar para los paganos, inherente al<br />
dualismo opuesto entre espíritus buenos y espíritus malos, y<br />
que San Agustín lo llama idolatría pagana o culto de los demonios<br />
en De civitate Dei. Refiriéndose a los Númenes, los<br />
paganos justificaban su idolatría a los simulacros y estatuas<br />
diciendo: «Nosotros no adoramos las piedras, sino los Númenes»,<br />
que eran los espíritus divinos que se creía moraban en<br />
las estatuas de los dioses. Y San Agustín les replica: «¿Qué<br />
númenes adoráis? Dímelo: ¿rindes culto al demonio o a los<br />
espíritus buenos cuales son los ángeles? En efecto, hay ángeles<br />
santos y espíritus malignos. Yo afirmo que en sus templos no<br />
reciben culto más que los espíritus malignos, quienes llenos de<br />
soberbia reclaman para sí sacrificios, y quieren que se les rinda<br />
culto como a dioses; son malignos, son soberbios» 5 .<br />
Entre los judíos, daimon, daímones, como demonio y demonios,<br />
sólo se refieren a los espíritus caídos, en la traducción<br />
de los Setenta; y éste es el significado que tiene también en el<br />
Nuevo Testamento, en la Liturgia y en la Iglesia. El cristianismo<br />
quiere significar con la palabra demonio únicamente al<br />
espíritu del mal o al ángel caído o Satanás, y a todos los<br />
ángeles que libremente se rebelaron con él contra Dios y,<br />
haciéndose malos, se condenaron. En este sentido, Fr. Luis de<br />
León llama a los demonios «caudillos de la infidelidad» 6 .<br />
En toda la Biblia, demonio significa un ser sobrehumano y<br />
personal, como enemigo de Dios y tentador envidioso de los<br />
hombres. Y se le llama Satanás-Satán, Lucifer, Maligno, Anticristo...<br />
para resaltar distintas realidades o acciones del mismo,<br />
como príncipe y jefe de los demonios, que son ángeles caídos<br />
y condenados con él. Sin embargo, a pesar de la extensa literatura<br />
religiosa y la demonología de los pueblos vecinos a<br />
S. AUGUSTINUS, Bnarratio tn Ps. 96,12.<br />
" Nombres de Cristo, 2,144, 18-20; 2,85,5-9.