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40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital

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258 Ochenta y tres cuestiones diversas<br />

Con todo, aquí nos interesa advertir que algunas cosas<br />

llegan a nosotros para constituir un hábito sin que nosotros las<br />

cambiemos, sino que ellas nos cambian, quedando íntegras e<br />

intactas. Por ejemplo, la sabiduría, cuando llega al hombre, no<br />

se muda, si no que muda al hombre al que de ignorante hace<br />

sabio. Otras, en cambio, llegan de tal modo que se mudan y<br />

son mudadas. Por ejemplo, el alimento que pierde su propia<br />

naturaleza para convertirse en nuestro cuerpo; y nosotros,<br />

restablecidos por el alimento, cambiamos de la anemia y la<br />

debilidad a la fortaleza y a la salud. Y todavía aún hay una<br />

tercera clase, cuando las cosas que llegan se mudan para constituir<br />

un hábito, y de algún modo reciben su forma de aquellos<br />

a quienes confieren un hábito, algo así como es la indumentaria<br />

que, cuando se quita 67 ° o se retira, no tiene esa forma<br />

que toma cuando se viste y se adapta a los miembros. Conque<br />

la indumentaria vestida recibe la forma que no tiene desvestida,<br />

mientras que los mismos miembros, tanto vestidos como<br />

sin vestir, permanecen en su mismo estado. Puede incluso<br />

darse una cuarta clase 671 , cuando las cosas que llegan para<br />

hacer hábito, ni cambian a quienes acceden ni ellas son cambiados<br />

por éstos. Por ejemplo, el anillo al dedo, sin detenerse<br />

en sutilezas. En verdad que esta clase, si lo examinas con<br />

diligencia, o no existe o es completamente rarísima.<br />

2. El «hábito» aplicado a Jesucristo. Cuando el Apóstol<br />

hablaba del Hijo unigénito de Dios, desde el punto de vista de<br />

su divinidad, en tanto que es auténticamente Dios, dijo «que<br />

quae accídunt nobis, ut habitum faciant, non mutantur a nobis, sed ipsa nos<br />

mutant in se, ipsa integra et inconcussa manentia, sicuti sapientia, cum accidit<br />

homini, non ipsa mutatur, sed hominem mutat, quem de stulto sapientem<br />

facit. Quaedam vero sic accidunt, ut et mutent et mutentur, sicuti cibus ipse<br />

amittens speciem suam, in corpus nostrum vertitur, et nos refecti cibo, ab<br />

exilitate atque languore in robur atque valentiam commutamur. Tertium vero<br />

genus est, cum ipsa quae accidunt, mutantur ut habitum faciant, et quodam<br />

modo formantur ab eis quibus habitum faciunt, sicuti est vestís, nam cum<br />

reposita vel proiecta est, non habet eam formam, quam sumit cum induitur<br />

atque inducitur membris. Ergo induta accipit formam quam non habebat<br />

exuta, cum ipsa membra, et cum exuuntur, et cum induuntur, in suo statu<br />

maneant. Potest esse et quartum genus, cum ea quae accidunt, ad faciendum<br />

habitum, nec ea mutant quibus accidunt, nec ab eis ipsa mutantur, sicuti<br />

annulus dígito, si non nimis subtiliter attendatur. Verumtamen hoc genus aut<br />

nullum est, si diligenter discutías, aut omnino rarissimum.<br />

[85] 2. Cum ergo Apostolus de unigénito Dei Filio loqueretur, quantum<br />

pertinet ad eius dívinitatem, secundum id quod verissimus Deus est, aequalem<br />

El Maestro de las Sentencias (Abelardo) trae deposita en vez de reposita.<br />

Como deduce San Agustín, esa cuarta clase de hábito le parece algo irreal.<br />

Cuestión 73 259<br />

es igual al Padre, porque El no lo ha tenido como una usurpación»,<br />

es decir, como si codiciase lo ajeno 672 , a condición de<br />

que, permaneciendo siempre en aquella igualdad, no codiciase<br />

ser vestido de hombre 67 \ y manifestarse a los hombres como<br />

un hombre; sino que se anonadó a sí mismo, sin alterar su<br />

propia forma, pero tomando la forma de siervo, no convertido<br />

y transmutado en hombre, a costa de inmutabilidad permanente<br />

674 , sino igual que asumiendo del todo la verdadera humanidad,<br />

el que personalmente la asume queda hecho semejante a<br />

los hombres, no para sí, sino para aquellos para quienes ha<br />

aparecido en su humanidad, reconocido como hombre por el<br />

hábito (porte exterior), es decir, que teniendo la humanidad es<br />

reconocido como hombre. De hecho, El no podía ser reconocido<br />

por aquellos que tenían el corazón impuro y no podían<br />

ver al Verbo en el Padre, a no ser asumiendo El lo que serían<br />

capaces de ver, y por ello fuesen guiados a esta iluminación<br />

dixit esse Patri, quod non ei fuit tanquam rapinam, id est, quasi alienum<br />

appetere, si semper manens in ea aequalitate, nollet homine indui, et hominibus<br />

ut homo apparere: sed semetipsum exinanivit, non formam suam mutans,<br />

sed formam serví accipiens; ñeque conversus aut transmutatus in hominem,<br />

amissa incommutabili stabilitate, sed quanquam verum hominem<br />

suscipiendo, ipse susceptor, in similitudinem hominum factus, non sibi, sed eis<br />

quibus in homine apparuit, habitu inventus est ut homo (Phil 2,6-7), id est,<br />

habendo hominem, inventus est ut homo. Non enim poterat inveniri Deus ab<br />

iis qui cor immundum habebant, et Verbum apud Patrem videre non pote-<br />

672 Pueden hacerse dos lecturas: 1. a Que el Hijo unigénito de Dios, siendo igual al<br />

Padre, no codició como una usurpación ser lo que no era al hacerse hombre, porque<br />

se hizo hombre por voluntad del Padre, enviado por el Padre, sin dejar de ser lo que<br />

era verdaderamente. 2. a Que el Verbo de Dios, al hacerse hombre y aparecer como<br />

hombre en su porte exterior, sin dejar de ser Dios, no codició tampoco como una<br />

usurpación ser reconocido como Dios, y adorado como Dios, que verdaderamente era,<br />

sino que se anonadó como simple hombre tomando la forma de siervo hasta la muerte,<br />

y una muerte de cruz. Sanando así la codicia por usurpación del diablo, «seré como<br />

Dios», y del primer pecado del hombre, «seréis como dioses». Cf. Sermo 30,8-10 sobre<br />

Mt 11,28-30: «Aprended de mí, dice. Siendo desde el principio Dios junto a Dios os<br />

creé. No quiero que aprendáis eso. Pero yo mismo me hice aquello que hice para que<br />

no pereciera aquel a quien hice. ¿Cómo me hice lo que hice? Se despojó de sí mismo<br />

tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su<br />

porte como hombre, y se humilló a sí mismo (Phil 2,7). Esto es lo que debéis aprender<br />

de mí. Se humilló a sí mismo, dice. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón<br />

(Mt 11,28-29). Y no os lo enseño —dice— como si vosotros hubierais tenido alguna vez<br />

forma de Cristo, no fue rapiña para aquel a quien le pertenecía por naturaleza. Nació<br />

del Padre y en igualdad con el Padre. ¿Qué es, pues, lo que hizo por ti? Se despojó de<br />

sí mismo, tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo<br />

en su porte como un hombre» (Phil 2,6-8).<br />

673 Ver la Cuestión 65, donde ha hablado de «la humanidad que llevaba la Sabiduría<br />

de Dios», y aquí, el Unigénito de Dios vestido de hombre, de la humanidad, son<br />

fórmulas que no significan nunca algo exterior y accidental, como el vestido, sino la<br />

unión sustancial e íntima de la divinidad y la humanidad en Cristo, sin que la humanidad<br />

modifique a la divinidad, como el vestido no modifica a quien lo lleva.<br />

674 Cf. S. Auc, De divr. quaest. 80,2.

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