40. Escritos varios - Biblioteca Católica Digital
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106 Ochenta y tres cuestiones diversas<br />
felizmente sino poseer, conociéndolo, algo que es eterno?<br />
Porque lo eterno es lo único de lo cual uno está seguro de que<br />
no puede serle arrancado al que ama, y eso es lo mismo que<br />
el poseer, no es otra cosa sino el conocer. En efecto, lo que<br />
es eterno es lo más excelente de todas las cosas; y así no<br />
podemos poseerlo si no es por medio de eso por lo que nosotros<br />
somos más excelentes, es decir, por la mente. Pero todo<br />
lo que se posee por la mente, se posee conociendo, y ningún<br />
bien se conoce perfectamente si no se ama perfectamente 120 .<br />
Como la mente sola no puede conocer, así tampoco sola puede<br />
amar. En verdad que el amor es una especie de apetito; y<br />
vemos además que en las otras partes del alma está dentro el<br />
apetito, el cual, si está de acuerdo con la mente y la razón, en<br />
esa paz y tranquilidad se vacará a contemplar con la mente lo<br />
que es eterno. Luego el alma debe amar también con las otras<br />
partes suyas eso tan grande que debe ser conocido por la<br />
mente. Y porque eso que se ama es necesario que afecte de<br />
suyo al amante, sucede que lo eterno es amado de tal manera<br />
que afecta al alma con la eternidad m .<br />
En consecuencia, ésa es precisamente la vida feliz que es<br />
eterna. Y lo que todavía es más, ¿qué es lo eterno que afecte<br />
al alma con la eternidad sino Dios? Ahora bien, el amor de las<br />
cosas dignas de ser amadas se llama con más propiedad cari-<br />
cognoscendo habere? Eternum est enim, de quo solo recte fíditur, quod<br />
amanti auferri non potest; ídque ipsum est quod nihil sit aliud habere quam<br />
nosse. Omnium enim rerum praestantissimum est quod aeternum est; et propterea<br />
id habere non possumus, nisi ea re qua praestantiores sumus, id est<br />
mente. Quidquid autem mente habetur, noscendo habetur; nullumque bonum<br />
perfecte noscitur, quod non perfecte amatur. Ñeque ut sola mens potest<br />
cognoscere, ita et amare sola potest. Namque amor appetitus quídam est; et<br />
videmus etiam ceteris animi partibus inesse appetitum, qui si menti rationique<br />
consentiat, in tali pace et tranquillitate vacabit mente contemplan quod aeternum<br />
est. Ergo etiam ceteris suis partibus amare animus debet hoc tam magnum<br />
quod mente cognoscendum est. Et quoniam id quod amatur, afficiat ex<br />
se amantem necesse est; fit ut sic amatum quod aeternum est, aeternitate<br />
animum afficiat. Quocirca ea demum vita beata, quae aeterna est. Quid vero<br />
aeternum est, quod aeternitate animum afficiat, nisi Deus? Amor autem rerum<br />
120 Cf. Cuestión 5, p.68: La felicidad va unida a la ciencia y a la razón: Cuestión 30,<br />
p.92: La razón perfecta del hombre se llama virtud, de inspiración socrática. Cuestión<br />
35,2: «¿Qué es la vida feliz sino poseer por el conocimiento lo que es eterno?» Cuestión<br />
54, p.143: «para mí lo bueno es unirme a Dios» (Ps 72,28), y «la vida eterna consiste<br />
en conocer al único Dios verdadero...» fio 17,3). Cuestión 68,6, p.232.<br />
121 Cf. Nota complementaria n.3: Aplicación agustiniana de la existencia de la verdad,<br />
p.890. Cf. S. Auc, De vera relig. 10,19. También San Juan de la Cruz, en su Cántico espiritual<br />
38,3 y 5, canta la vida feliz verdadera de la plena participación del conocimiento y del<br />
amor, «porque es imposible venir a perfecto amor de Dios sin perfecta visión de Dios».<br />
Cuestiones 35-36 107<br />
dad o dilección 122 . Por lo que es necesario meditar con todas<br />
las fuerzas del pensamiento aquel salubérrimo precepto: Amarás<br />
al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma y con<br />
toda tu mente m ; y lo que dice el Señor Jesús: Esta es la vida<br />
eterna, que te conozcan a ti, solo Dios verdadero, y a quien tú<br />
has enviado, Jesucristo.<br />
CUESTIÓN 36<br />
OBLIGACIÓN DE ALIMENTAR LA CARIDAD 124<br />
(Testimonios de esta cuestión: S. Auc, Retract. 1,26,37; S. POSSID.,<br />
Indic. 10,16; EUGIPP., Exc. Aug. 1092-196.)<br />
Respuesta: 1. Definición de la caridad. Llamo caridad<br />
al amor por el cual son amadas aquellas cosas que no deben<br />
ser aborrecidas comparadas con el mismo amante, a saber: lo<br />
que es eterno, y lo que puede amar al mismo Eterno 125 .<br />
Así pues, Dios y el alma, cuando se aman, se dice propiamente<br />
caridad depuradísima y consumada, cuando ninguna<br />
otra cosa se ama 126 ; a ésta me agrada llamarla también dilec-<br />
amandarum, caritas vel dilectio melius dicitur. Quare ómnibus cogitationis<br />
viribus considerandum est saluberrimum illud praeceptum: Diliges Dominum<br />
[25] Deum tuum in toto corde tuo, et in tota anima tua, et in tota mente tua<br />
(Mt 22,37); et illud quod ait Dominus Iesus: Haec est autem vita aeterna, ut<br />
cognoscant te solum verum Deum, et quem misisti lesum Christum (lo 17,3).<br />
XXXVI<br />
DE NUTRIENDA CARITATE<br />
1. Caritatem voco, qua amantur ea quae non sunt prae ipso amante<br />
contemnenda: id est, quod aeternum est, et quod amare ipsum aeternum<br />
potest. Deus igitur et animus quo amatur, caritas proprie dicitur purgatissima<br />
122 Cf. S. AUG., De Civ. Dei 14,7: «amor», «dilectio», «caritas». Agustín, ya en sus<br />
comienzos de escritor, acude a la propiedad y exactitud del lenguaje cristiano, «amor»<br />
también para las cosas superiores; aunque para expresar el lenguaje bíblico utiliza<br />
«dilectio», «caritas», las dos como equivalentes, y como amor al prójimo por Dios. En<br />
De morib. Eccle. 1,14 dice: «El sumo Bien es Dios, a quien no podemos unirnos sino<br />
con la dilección, el amor y la caridad». Ver también Cuestión 36 y Cuestión 78.<br />
125 Cf. S. AUG., De doctr. chrtst. 1,22,21.<br />
124 Ibid., Solil. 1,13,23; De vera relig. 54,106; De agone christ. 13,14.<br />
125 Ibid., De doctrina christ. 3,10,15-16.<br />
126 Ibid., Retractaciones 1,26,2: «Donde dije: "Así pues, Dios y el alma, cuando se<br />
aman, se dice propiamente caridad, depuradísima y consumada, cuando ninguna otra<br />
cosa se ama». Si esto es verdadero, ¿cómo dice el Apóstol: Nadie ha odiado su propia<br />
carne? {Eph 5,39). Y así exhorta que ios maridos amen a sus mujeres. Pero se dice aquí:<br />
"se llama también propiamente amor, dilección y caridad; referidas a las cosas eternas<br />
para poseer la bienaventuranza" (cf. De civ. Dei 14,7), porque se ama la carne, no<br />
propiamente, sino por el alma; aunque puede parecer que es amada por ella misma,